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Tema 3: El sistema político de nuestra sociedad, su estructura,
legislación, mecanismos y modelos.
Esquema y conceptos básicos

1. La Política respuesta organizada para la defensa y extensión de los
DDHH. Distintas acepciones del término política.
2. Elementos de la organización política en una sociedad democrática.
a. Grupos sociales.
b. Poderes en la estructura social:
- Económico: modo de producción, sistema socioeconómico
(diferencia entre e modelo capitalista y socialista).
- Cultural-mediático: cultura social, ideologías, identidad.
- Social: clases sociales, género, etnias, movimientos sociales.
- Político: Administraciones públicas. Autoridad. Legitimidad.
Estado y sus características.
c. El Estado.
3. Estructura del sistema político español. Historia de una excepción.
4. Ideologías y organizaciones políticas: Liberalismo.
democrático. Nacionalismo. Ecologismo. Feminismo.

Socialismo

5. Legislación básica: Constitución, Leyes Orgánicas y Estatutos de
Autonomía.
6. Mecanismos de acción política.

1. La Política respuesta organizada para la defensa y extensión de los DDHH.
Los DDHH solo se alcanzan y se respetan cuando existe un movimiento
ciudadano, una exigencia cívica que durante mucho tiempo y de forma estable y
organizada, consigue respaldo legal, consenso social y apoyo político.
Los Derechos Humanos exigen para su reconocimiento e implantación una
acción política: Para agrupar a personas, colectivos y grupos. Para consensuar
documentos y objetivos. Para alcanzar respaldo institucional y legal. Para transformar
en leyes concretas los principios y derechos fundamentales y generales. Para
garantizar tribunales y procedimientos de reclamación y defensa. Para movilizar a la
ciudadanía en busca de avances o para impedir retrocesos. Para difundir opiniones y
valoraciones de forma masiva en la opinión pública. Para consolidar alianzas y fuerzas
en la defensa de valores de ciudadanía.
La palabra “política”, tiene dos significados principales, tal y como nos detalla
Salvador Giner en el diccionario de Sociología: en primer lugar, se refiere al “proceso
social mediante el cual los hombres, o sus agrupaciones se distribuyen poder,
autoridad y recursos de modo que las decisiones alcanzadas poseen fuerza y entran en
vigor dentro de un ámbito dado”. Así se suele decir, “el poder político es el responsable
de la legislación laboral”, y coincide con esta acepción de la palabra política porque se
refiere a autoridad, gobierno, capacidad de influir y determinar. La política es la
organización de lo colectivo: el conjunto de normas, leyes, gobiernos, decisiones,
presupuestos, recursos para satisfacer las necesidades humanas generales.
Hay una segunda significación y se utiliza para indicar “la estrategia o línea de
actuación que sigue un individuo o un grupo respecto a algún objetivo”. Este
significado es más genérico y se usa cuando se dice, por ejemplo, “la política de la
empresa la lleva a la quiebra”, refiriéndose a las medidas, los objetivos, las actuaciones
empresariales que se estén tomando.
La política puede significar poder, autoridad como explicamos en el primer
supuesto. O en el segundo caso, criterio de planificación y programación intencionado
de unas actuaciones que las puede tomar cualquiera, incluso sin poder. Cada uno de
nosotros tiene una política de consumo, porque toma unas decisiones pensando en
unos objetivos o necesidades y además las temporaliza y organiza sus créditos y pagos.
Con ello comprobamos que la política no se reduce a lo que hacen los gobernantes,
sino que la mayoría de la población tiene políticas en su vida diaria, porque decide, usa
criterios, elige. Tiene políticas sin que tenga que relacionarse con órganos de poder.
Todas-os hacemos política en relación con los DDHH. Nadie es neutral. Cuando
reclamamos que se generen empleos para que el paro no alcance el 30% estamos
haciendo política porque presionamos para que haya decisiones a favor de los
parados. Cuando los estudiantes exigen que no suban las tasas universitarias están
haciendo política porque influyen en unas decisiones a favor de un grupo y en contra
del clasismo o de la segregación educativa. Cuando somos indiferentes a la agresión
que sufre una mujer o un niño estamos haciendo política porque mantenemos o
aceptamos una situación injusta. En general, cuando intervenimos para que se tomen
unas decisiones o cuando pasamos y nos inhibimos y se toman otras, estamos
haciendo política.
Si entendemos por política la estrategia para alcanzar objetivos, utilizando
recursos, autoridad y poder, podemos decir que hay distintas políticas. Política
científica, política medioambiental, política económica, política educativa. Hay una
política decisiva para extender y ampliar la consecución de los DDHH que es la política
social.
La política social gestionada por el Estado es la que permite la conversión de los
derechos políticos, en derechos sociales, que son la garantía del ejercicio de la
ciudadanía.
La Política Social surge como iniciativa política tras la revolución industrial y la
consolidación del sistema capitalista a finales del siglo XIX, con objetivos diversos
según los contextos políticos e ideológicos en los que se desarrollara. En unos casos
trata de mejorar la gestión del mercado de trabajo, en otros la regulación del conflicto
social y finalmente la legitimidad del orden social.
La P.S. surge porque hay desigualdad social, fractura social y resulta
absolutamente injusta la convivencia en condiciones tan indignas. Pero además no hay
sociedad que pueda vivir democráticamente, en libertad, con enorme cantidad de
personas en situación de exclusión social. Por tanto las políticas sociales surgen porque
lo demanda el derecho y la justicia y también porque lo reclama la estabilidad social.
En los comienzos del siglo XXI, el debate sobre la orientación, la cuantía y las
prioridades de la Política Social sigue estando en el centro de la discusión económica,
política e ideológica de profesionales, de responsables públicos, de representantes del
empresariado y de los sindicatos, de los investigadores y de la ciudadanía consciente,
en general.
En ese debate participan obligadamente, los-as educadores-as sociales porque
su tarea principal que es la intervención social, está condicionada, está limitada o
promovida por la orientación que tenga la Política Social que se alienta por la
Administración Pública correspondiente y por los agentes sociales más dinámicos. La
educación social está integrada en un vértice entre la economía, la formación y la
política que es el espacio social. La educación o la intervención social tienen en
muchos casos el objetivo de reparar la fractura social que sufren sectores sociales
desfavorecidos. Objetivo que coincide con los de la Política Social.
Los-as profesionales de la educación social necesitan conocer las claves que
orienten su acción. Algunas de esas claves más importantes vienen definidas por las
prioridades sociopolíticas, los recursos humanos y financieros, los programas globales
y sectoriales, los diagnósticos de situación, las implicaciones de administraciones y de
agentes socioeconómicos y los objetivos a corto y medio plazo que se aprueban y se
implementan. Los-as educadores-as sociales son profesionales específicos en la
ejecución e implementación de la Política Social y surgen en su mismo contexto,
restaurar las fracturas sociales.
La primera conclusión es que el conocimiento de la Política Social decidida en
cada país o comunidad, es imprescindible como guía de actuación y marco de
referencia para la actuación profesional. Como la Política Social no es idéntica en todos
los territorios y en todos los tiempos, quien quiera intervenir en la realidad social debe
conocerla, para aprovechar sus oportunidades, para ser más eficaces, o bien para
contradecirla.
Igualmente debemos decir que la Política Social no es neutral, respecto a los
intereses económicos, políticos o sociales que se enfrentan o discuten en cada
momento. Por eso necesitamos saber en cada ocasión, cuáles son los valores y las
ideologías que inspiran la orientación de la Política social y de quienes diseñan o
ejecutan las políticas sociales concretas en cada área o institución.
2. Elementos de la organización política en una sociedad democrática.
La organización política en las sociedades democráticas es compleja y está formada
por múltiples elementos. Para sintetizar en una primera reflexión sobre estos temas
los agrupamos en tres:
- Grupos sociales: Asociaciones sindicales, organizaciones empresariales,
partidos políticos, confesiones religiosas, movimientos ecologistas, organizaciones
feministas, clubs deportivos, medios de comunicación e impresión, universidades,
asociaciones vecinales, voluntariado,
- Poderes reales: si entendemos por poder político la capacidad de alcanzar
intereses y objetivos de grupo, hay distintos poderes en la sociedad que pueden influir
para alcanzar intereses diversos. Los más influyentes son cuatro:
PODER ECONÓMICO: Lo tienen quienes son dueños de importantes
empresas y disponen de importantes capitales y recursos. Bancos, multinacionales,
empresas de petróleo y eléctricas, constructoras, medios de transporte, telefonía,
automoción, alimentación y grandes superficies, automoción…
Para analizar este poder hay dos conceptos que debemos conocer:
modos de producción y sistemas socioeconómicos. Modo de producción es la manera
que cada sociedad tiene de generar riqueza teniendo en cuenta las tecnologías y
herramientas que se conocen y disponen y la organización que resulta de esos
conocimientos. Así existió el modo de producción esclavista, el feudal, el industrial y
actualmente en las sociedades avanzadas el informacional.
El otro concepto a conocer es el de sistema socioeconómico. A grandes
rasgos diferenciamos dos, el capitalista y el socialdemócrata.
Capitalismo

Socialdemocracia

El motor de la economía es la empresa
privada y el beneficio empresarial

El modelo económico es mixto con
presencia importante del Estado que
redistribuye

Los servicios esenciales son más
eficientes privatizados y pueden
prestarse en función de cotizaciones

Los servicios esenciales deben estar
garantizados con carácter universal y
público

La fiscalidad debe ser la menor posible
para facilitar la iniciativa privada

La fiscalidad debe redistribuir los ingresos
y garantizar el Estado de Bienestar

La vida económica debe ser resultado del
libre juego del mercado, con la oferta y la
demanda

El Estado debe reglamentar las relaciones
económicas para evitar el abuso de los
poderosos

En la sociedad globalizada debe haber
plena libertad de negocios

Debe protegerse la economía local para
facilitar la competencia con las
multinacionales

PODER CULTURAL-MEDIÁTICO: Las costumbres sociales, los estados de
opinión, las orientaciones políticas, los valores prioritarios, las pautas de consumo no
son casuales, espontáneos o individuales. Son resultado de la información, la influencia
y la presión que ejercen los medios de comunicación, los grupos influyentes, los
poderes mediáticos en las personas y en los grupos sociales. Todos no tenemos la
misma oportunidad de que nos publiquen nuestra opinión en los medios de
comunicación. Hay grupos que son propietarios de las cadenas de televisión, o de las
grandes agencias de noticias o de la prensa que consiguen difundir su pensamiento,
sus intereses y en el fondo su ideología al conjunto de la población. Llegan incluso a
influir en las decisiones políticas bien directamente en los gobernantes o en los
ciudadanos. Los propietarios de estas grandes cadenas, de estos medios, de las
productoras de cine o de series, ejercen un poder cultural innegable.
Para entender este poder cultural-mediático hay tres conceptos que debemos
afianzar: cultura social, ideología e identidad. Cultura social es el conjunto de
expresiones que una sociedad crea para satisfacer sus necesidades de subsistencia y
comunicación. Está formada por conocimientos, normas, costumbres, valores,
creencias, símbolos y tecnologías que se generan a lo largo de la historia y que se
transmiten de generación en generación.
La ideología es el conjunto de ideas o creencias que sirven para justificar o
interpretar los intereses de los grupos o de los colectivos sociales. Las ideologías sirven
para legitimar las posiciones que cada cuál defiende o representa en las relaciones
socioeconómicas. Como veremos en este mismo tema, las principales ideologías en la
actualidad son el liberalismo, la socialdemocracia, el nacionalismo, el ecologismo y el
feminismo.
A su vez, la identidad es el sentido de pertenencia, de compenetración que las
personas pueden sentir, respecto a una cultura, a un pueblo, a unas tradiciones o a
una nación. Así puede hablarse que existe la identidad canaria, cuando nos
identificamos con los rasgos culturales que caracterizan a la cultura canaria, o la
identidad andaluza o la identidad española.
PODER SOCIAL: La sociedad está organizada en grupos que ejercen
influencia para defender sus intereses. Desde esta perspectiva los principales son las
clases sociales, los géneros y las etnias. Las clases sociales son grandes colectivos de
personas que coinciden en ingresos y propiedades, en un nivel de formación y
titulación semejantes, en ocupaciones o empleos de categorías similares y en estilos
de vida coincidentes. Las clases sociales determinan oportunidades de formación para
sus miembros, explican comportamientos culturales parecidos y en general es una
categoría sociológica que explica muchos comportamientos colectivos. En una
clasificación clásica, la sociedad se divide en clase social alta, media y trabajadora. Es
fácil aceptar que tengan distintos intereses, distintos problemas y distinta posición en
lo organización política de una sociedad.
El género está referido a los contenidos que la sociedad adjudica a lo masculino
y a lo femenino. Desde que nacemos, la sociedad atribuye una serie de conductas,
normas, valores, obligaciones, expectativas, símbolos a las mujeres y a los hombres.
Esos contenidos no son obligatorios, ni están marcados por el sexo. Sabemos que este
representa los componentes biológicos del hombre y la mujer. Mientras que el género
es de origen y construcción social. Esos contenidos se atribuyen por conveniencia
social a unos y a otros.
Dentro del poder social también debemos citar a las etnias, que son el conjunto
de personas que comparten una misma cultura social. Son fáciles de reconocer las
etnias judías o gitanas. Pero en realidad todos formamos parte de una etnia porque
coincidimos en compartir una misma cultura con millones de personas.
PODER POLÍTICO: Cuando hablamos de poder político queremos
referirnos a dos cuestiones claras: En primer lugar a la capacidad de personas y grupos
de hacer que sus intereses sean tenidos en cuenta y terminen aceptándose. Y en
segundo lugar, nos referimos al poder de los gobiernos en sus distintos niveles: estatal,
autonómico insular o municipal.
La organización del sistema político es compleja. Por un lado existe toda la
organización formal de los Gobiernos y Administraciones públicas. Se sustenta en la
legislación y en la normativa reglada. Se nutre de las organizaciones políticas,
especialmente de los partidos políticos que dinamizan y participan en la dinámica
política institucional y social.
Hay dos conceptos que debemos aclarar relacionados con el poder político. Son
los conceptos de autoridad y legitimidad. Existe autoridad cuando se realiza un uso
legítimo del poder. Se puede tener poder y no autoridad porque el uso es abusivo o
dictatorial. La legitimidad la otorgan los gobernados, los ciudadanos. Hay legitimidad
cuando la ciudadanía acepta la autoridad como merecedora del poder.
- El Estado. Un elemento indispensable en la organización política de las
sociedades modernas es el Estado. Entendemos por Estado al aparato político de
gobierno, que rige sobre un territorio, con una autoridad respaldada pos las leyes y
con capacidad para emplear la fuerza para cumplir con esas normas.
Los Estados tienen su organización administrativa, respaldada por niveles de
competencia territoriales, Poder central, Autonomías, Cabildos y Ayuntamientos. Su
poder está distribuido en tres dimensiones: Legislativa, Ejecutiva y Judicial. Disponen
de Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado. Gestionan servicios públicos esenciales
como sanidad, educación, pensiones, vivienda o dependencia. Representan a la
sociedad a niveles internacionales.
El Estado es la forma de organización política y administrativa con capacidad
para legislar, prestar servicios, recaudar impuestos y disponer del uso de la fuerza. El
Estado es soberano, es decir, tiene la capacidad última para decidir, tiene la última
palabra. Los Estados tienen soberanía, es decir deciden por sí mismos en todas las
cuestiones que afecten a su organización interna. Quienes residen y conviven en un
Estado democrático consiguen la condición de ciudadano-a porque son sujetos de
derechos y deberes. Los Estados democráticos garantizan la condición de ciudadanía a
todos sus habitantes. Y la última condición que otorgan y amparan los Estados es la
nacionalidad, porque los Estados reconocen que conforman una nación, es decir una
comunidad con una cultura, una política y unos sentimientos comunes.

3. Estructura de poder del Estado español. Modelos de Estado. Historia de una
excepción.
La estructura del Estado español es la de un Estado constitucional con
monarquía parlamentaria y con descentralización autonómica.
a. La Administración española se organiza en cuatro niveles territoriales:
estatal (Gobierno español), autonómico (Gobierno canario), insular (Cabildos
insulares)-(Diputaciones en la península) y local (Ayuntamientos). Competencias
exclusivas y competencias compartidas.
b. Se aplica el principio de división de poderes funcionales: legislativo,
ejecutivo y el judicial. Se evita el absolutismo y se favorece el control democrático.
c. Las 17 Comunidades Autónomas son Estado descentralizado. Tienen las
competencias de gestión de importantes políticas sociales: sanidad, educación,
vivienda, empleo, servicios sociales.
d. Distinguir el poder formal-oficial que reside en las administraciones, el
poder real que está en partidos políticos, en las grandes empresas y bancos, en los
medios de comunicación social y el poder social que disponen grupos y movimiento
sociales organizados y movilizados.
La historia democrática del Estado español es breve y excepcional. Apenas 40
años en los dos últimos siglos, desde 1808 fecha de la primera constitución, pueden
calificarse como realmente democráticos. La bibliografía que trata de explicar esta
anormalidad es inmensa. Pero tenemos que ahondar en la estructura económica
agraria del país, favorecedora del caciquismo y de la influencia religiosa católica que no
primó la defensa de los ideales democráticos. La crisis de la descolonización que
supuso importantes inversiones militares en perjuicio de la industrialización y
modernización de servicios. La fractura entre nacionalidades avanzadas del norte
industrial y el resto de regiones, que no influyeron, no lideraron al resto del país por su
doble reivindicación modernizadora y nacionalista. La división del movimiento obrero
que lo debilitó, en tres orientaciones: socialista, anarquista y comunista. La
polarización de la sociedad, en clases sociales antagónicas, favorecida por las enormes
desigualdades sociales, por el abuso de poder d las minorías burguesas y
conservadoras y por la dificultad de encontrar proyectos integradores.

4. Ideologías y organizaciones políticas.
El término ideología significa literalmente, “la ciencia de las ideas”.
Acercándonos a un diccionario o a una enciclopedia, encontraremos básicamente
definido el concepto de ideología como “conjunto de ideas fundamentales que
caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento
cultural, religioso o político, etc.”. No son pensamientos externos o pasajeros de
personas o grupos, sino que son constitutivos de su forma de ser, de su conducta y de
sus relaciones sociales. En determinadas culturas, o épocas, esas diferencias
ideológicas dieron o dan lugar a gravísimos enfrentamientos que pueden acabar en
conflictos violentos. Sin que sea la única causa, la guerra civil española es un ejemplo
triste y cercano, de conflictos ideológicos llevados hasta la tragedia.
Otra definición esclarecedora define la ideología como “sistemas de creencias,
socialmente compartidos por los miembros de una colectividad de actores sociales,
de contenido fundamental y que son creadoras de valores, criterios de conducta y de
legitimación de la acción social”. En esta definición descubrimos otros contenidos a
tener en cuenta. Suponen posiciones, valoraciones que marcan criterios de conducta o
de posición social Las ideologías identifican a los miembros de un grupo porque se
definen a favor de alguno de los valores fundamentales, como puede ser la libertad, la
seguridad, la igualdad o la autoridad y los jerarquizan. Así las ideologías caracterizan y
diferencian a socialistas, a conservadores, a nacionalistas o a feministas. O por
confesiones religiosas a protestantes, islamistas, católicos o budistas.
Desde las Ciencias Sociales, las ideologías son: “conjuntos de construcciones
mentales, (valores, sentimientos, pensamientos, actitudes y conductas), con
diferentes grados de racionalización, acerca del ideal de las relaciones humanas y de
la organización social y política de una sociedad”. Las ideologías plantean un sentido
global, tienen una idea del conjunto social, de la experiencia colectiva. Las ideologías
nos ofrecen una representación ideal de la sociedad y proponen recomendaciones
programáticas, prácticas y políticas de cómo alcanzarlas.
Las ideologías pueden tener dos objetivos, el cambio social o la estabilidad a
través de activar la razón y los sentimientos humanos. Cuando existe una situación de
pobreza, de malestar o de insatisfacción social, la ideología aglutina al colectivo y
favorece el cambio social. En cambio, cuando el bienestar material y social se extiende,
las ideologías se acomodan a las estructuras económicas y favorecen un consenso para
conservar la situación.
Las ideologías son trascendentes, porque pretenden legitimar, explicar,
interpretar o justificar la acción y la vida social. Estas cuatro funciones se han cumplido
a lo largo de la historia, y por tanto en el momento actual:
1. La ideología legitima una acción o una organización social cuando las
considera beneficiosas, positivas, justas. Por ejemplo una ideología conservadora
apoya el recorte de prestaciones sociales para aumentar los recursos privados. Una
ideología progresista respalda el matrimonio de homosexuales por garantizar sus
derechos.
Las ideologías sugerirían a los perdedores en los conflictos sociales que lo que está
ocurriendo es también beneficioso para ellos. Las ideologías sugerirían a los ganadores
que no han actuado sólo en defensa de sus propios intereses, sino que lo ocurrido
redunda en beneficio del interés general.
2. También sirve la ideología para explicar ciertos acontecimientos o sucesos. La
ideología interpreta la realidad. Una ideología ecologista explicará el fenómeno de la
desertización del planeta por los enormes daños que la producción industrial y química
está originando. Del mismo modo, La reciente guerra de Irak necesita ser entendida y
la ideología socialdemócrata interpreta que esa guerra tiene una clara finalidad
económica, mientras los conservadores la aceptan como defensa contra el terrorismo.
3. Las ideologías integran e identifican a grupos, colectivos o clases sociales. La
ideología difunde la convicción de que unos hechos, unos acontecimientos, una
historia, son constitutivos de la memoria social y a través de ella, de la identidad
misma de la comunidad o del grupo. Si cada uno de nosotros se identifica ya con la
historia que puede relatar sobre sí mismo, sucede lo mismo con toda sociedad. Con la
diferencia que debemos identificarnos con acontecimientos que ya no son el recuerdo
directo de nadie, y que lo fueron, tan sólo, del círculo limitado de protagonistas
históricos. De manera que la función de la ideología consiste en servir de relevo a la
memoria colectiva, a fin de que el valor original de esos hechos decisivos se convierta
en objeto de unión de todo el grupo. Tal vez no exista grupo social, ya sea una clase
social o un pueblo, sin una relación indirecta con los acontecimientos a los cuales el
grupo adjudica el significado de acontecimiento decisivo. Todo grupo se sostiene, y
adquiere consistencia y una permanencia, gracias a la imagen estable y duradera que
se da de sí mismo. Esta imagen estable y duradera expresa el nivel más profundo del
fenómeno ideológico. Los ejemplos son múltiples. En el caso de Canarias, el 30 de
Mayo recuerda la constitución del primer Parlamento autonómico para el
autogobierno del archipiélago y su recuerdo es una función ideológica para soldar los
sentimientos de canariedad.
4. Por último, la ideología tiene también la función de orientar y justificar las
decisiones públicas que se toman. La ideología feminista justifica la discriminación
positiva a favor de las mujeres como el mecanismo más eficaz y justo para alcanzar la
igualdad en las áreas donde la mujer no la ha alcanzado.

Principales ideologías actuales:
1. El liberalismo-conservadurismo.
2. Socialdemocracia-socialismo.
3. El nacionalismo.
4. El ecologismo.
5. El feminismo.
4.1 El liberalismo-conservadurismo.
El liberalismo es la posición filosófica, política y económica defensora de la
preferencia de los derechos individuales frente a los derechos colectivos, la libertad de
empresa y del sistema capitalista como motor del desarrollo.
El liberalismo quiere situarse a medio camino entre el conservadurismo y la
propuesta socialdemócrata. No obstante, a partir de los años 80 y ante el declive del
comunismo, el liberalismo asume formas más radicales y llega a caracterizarse como
neoliberalismo.
El liberalismo se asocia desde sus inicios a la burguesía y al capitalismo. Al
capitalismo industrial, como sistema socioeconómico que se organiza a partir de la
revolución industrial, del desarrollo del intenso comercio internacional y del
crecimiento de los grandes bancos. Se asocia al capitalismo con independencia del
momento histórico en que se encontrara este modo de producción, en sus balbuceos o
plenamente desarrollado. Una asociación que refleja el hecho de que el liberalismo
colmará las aspiraciones políticas, económicas, morales y culturales de la burguesía y
se convertirá en la filosofía por excelencia del capitalismo moderno. De este modo, es
lógico que asociemos estrechamente la evolución del liberalismo como filosofía y
doctrina política con la evolución del capitalismo en el plano económico y la de la
burguesía en lo social. Liberalismo, capitalismo y burguesía son tres componentes
inseparables a partir del siglo XIX. Sin embargo, limitarnos a esta constatación sería
insuficiente, ya que el liberalismo, a su vez, está compuesto de un conjunto de
elementos filosóficos de larga tradición cultural y lento recorrido histórico, que
presenta variantes reseñables según distintas épocas, autores, países y zonas
geopolíticas. La ideología liberal asienta sus pilares en los valores de libertad, individualismo y
competitividad privada.

La libertad es el valor primario del credo liberal, puesto que es el medio que
permite al individuo satisfacer sus intereses propios. Considerada desde este punto de
vista, la libertad es un valor instrumental que ayuda a las personas a obtener aquello
que desean. Con el paso del tiempo, hay que reconocer que ese valor absoluto de la
libertad queda cuestionado cuando los intereses económicos se ponen en peligro. En
resumen, libertad cuando no se cuestionan las posiciones de ventaja.

Estos elementos filosóficos han conformado decisivamente la historia
contemporánea, tanto a escala occidental como mundial. De ahí que algunos
politólogos estudiosos del liberalismo afirmen que dicha doctrina constituye una
“mentalidad” que ha llegado a ser la doctrina política principal de la civilización
capitalista sobretodo a lo largo del siglo XX.
Propugnan la igualdad jurídica de todos los hombres. Libertad para competir
por la posesión de los medios materiales, como medio para conseguir el éxito
económico y social. Todos somos iguales porque el hombre posee unos derechos
naturales. Todo lo que frene la libertad individual debe ser suprimido, ya que la
libertad es la condición natural del hombre.
Uno de los axiomas políticos centrales que se derivan de la idealización de la
libertad y la racionalidad individuales es que el gobierno debe basarse en el
consentimiento del pueblo, quien de esta manera lo legitima. Aquí está la base de la
afinidad entre liberalismo y democracia. El consentimiento de los gobernados se
expresa en el acto de votar. Esta es la principal justificación liberal de la obligación
política dando lugar a la afirmación de que el gobierno elegido tiene mandato para
actuar.
La teoría liberal iguala formalmente a los individuos, aunque los individuos
reales tengan diferentes niveles de riqueza, competencia e inteligencia. El liberalismo
sostiene la ficción de que todos empiezan la carrera de la vida en las mismas
condiciones, lo cual estimula la competencia que tiene lugar en un contexto de
igualdad de oportunidades que garantiza un resultado justo, en el cual los individuos
más valiosos obtienen recompensas. La igualdad de oportunidades por la que abogan
los liberales supone la oportunidad para diferenciarse uno mismo de los demás, y así
destacarse si se aprovechan las oportunidades. Plantean que no se trata de una
doctrina de la desigualdad, sino que está basada en las igualdades humanas
fundamentales, a partir de las cuales surge la diferenciación basada en la justa
recompensa de los méritos. Surge así ligada al liberalismo la teoría de la meritocracia
o el poder de los méritos, todos somos iguales y triunfa quién se lo merece.
Tienen un planteamiento intervencionista moderado pues creen que los
gobiernos deben intervenir en determinados momentos en la economía. Sin embargo,
piensan que el capitalismo es el mejor sistema económico descubierto hasta la fecha
siempre y cuando sea debidamente regulado y controlado por el Estado.
Conviene al concluir el liberalismo, hacer una breve reseña de las diferencias
entre conservadurismo y liberalismo: Mientras el conservadurismo rechaza todo
cambio organizado, los liberales aceptan un cambio moderado si es decidido
democráticamente. Para los primeros la tradición es buena y positiva, mientras que los
segundos apuestan por lo moderno siempre que sea eficiente y produzca beneficios
económicos. Para los conservadores sólo hay individuos y familia nunca sociedad, para
los liberales si hay sociedad porque es la que genera las relaciones económicas. En el
primer caso, el Estado no debe intervenir en absoluto, mientras que para los liberales
debe moderar las reglas de juego y corregir los excesos que cometa el mercado. Para
los conservadores el mercado se regula sólo, mientras que para los segundos se
producen disfunciones que no se pueden arreglar solas.
Durante los últimos 20 años se ha desarrollado una revisión de esta ideología
con la denominación de neoliberalismo. Se caracteriza por una política económica
donde se prime la búsqueda de beneficios a toda costa, la visión de toda actividad
social bajo la lógica del mercado y de la rentabilidad. En lo social se favorece la
reducción del Estado de Bienestar con el argumento de reducir costos para ganar en
competitividad. El papel de las administraciones debe ser el de favorecer el desarrollo
de condiciones para que crezca el modelo capitalista.
La economía de mercado no se cuestiona en el neoliberalismo, más bien se
convierte en una seña indiscutible. Se liberalizan los precios, la inversión privada es el
motor básico de la economía, se reducen los gastos de personal y los costes sociales,
debilitamiento de las organizaciones obreras y sindicales, supremacía del capital que
gana influencia y capacidad de decisión política.
2. Socialismo- socialdemocracia.
El socialismo como ideología que surge y se consolida tras las grandes revoluciones del
siglo XIX, ha tenido distintas formulaciones desde las más radicales hasta las más moderadas o
socialdemócratas a mediados del siglo XX. Hay una expresión que resume la filosofía básica del
socialismo: “A cada uno según sus necesidades, de cada uno según sus capacidades”.

El socialismo es resultado del mundo moderno. No tiene precedentes ni en el
mundo antiguo ni en el medieval, pero en ambos es posible encontrar referencias a los
ideales de igualdad y fraternidad. Desde los primeros testimonios escritos
encontramos evidencia de revueltas de pobres contra ricos, de gentes oprimidas
contra élites gobernantes y de sus sueños de un orden humano realmente justo y por
lo general igualitario.
La idea de una transformación radical de la sociedad fue antiguamente
propuesta por los profetas hebreos y popularizada por los primeros cristianos. Sin
embargo, las condiciones necesarias, ideológicas y prácticas para la aparición del
socialismo que conocemos están ligadas a las teorías democráticas y a los sucesos de la
Revolución Francesa, así como a los acontecimientos y a las teorías económicas de la
Revolución Industrial y finalmente a la influencia del racionalismo y de la Ilustración
democrática del siglo XIX.

El socialismo primitivo o premarxista basó sus aportaciones en iniciativas y en
ideas que coincidían en su voluntad de cambiar la sociedad. En unos casos se
ensayaron experiencias cooperativas en fábricas que funcionaban como comunidades
y que disponían de viviendas, tiendas y escuelas obligatorias y gratuitas. Ese modo de
producción cooperativo pretendía ser alternativo a la crueldad de las fábricas que
aparecían tras la Revolución Industrial. Fueron ensayos que protagonizó Owen en
Escocia y que no se generalizaron como era su deseo. Sus seguidores no eran
revolucionarios sino personas que creían que la producción y la prosperidad general
podían ser impulsadas mediante la regulación colectiva de fábricas y talleres sobre
bases cooperativas. Owen veía a la industria y a las fábricas como las liberadoras de la
pobreza y de la ignorancia de la humanidad, pero pensaba que estarían mejor y más
libres si se reorganizaban sobre la base de principios cooperativistas.
Otras iniciativas se dirigieron al mundo rural. Se crearon cooperativas de
producción agrícola al margen del Estado con la intención de hacer tan agradable la
vida en estas comunidades o falansterios que atraerían el interés de la sociedad.
Parecía el inicio del socialismo comunitario, más preocupado por la calidad de vida que
por la economía o la política. Fourier, impulsor de estas ideas, tomó mucho de
Rousseau, incluyendo la idea de éste de que el hombre común (honrado y natural) era
más virtuoso que el aristócrata (sofisticado y corrupto) y que el erudito (artificial y
arrogante). El hombre común debe ser capaz no sólo de ocupar sus manos en
cualquier tarea sino que debe hacerla.
El término socialismo connotaba hacia 1830 lo siguiente: un sistema ideal de
sociedad que acentuaba lo social frente al egoísmo, la cooperación frente a la
competencia, la sociabilidad frente a la autosuficiencia individual y el interés propio;
controles sociales estrictos sobre la acumulación y el uso de la propiedad privada, así
como la igualdad económica, o, al menos, recompensas según los méritos
(socialmente determinados) o según la necesidad (posición intermedia).
El socialismo primitivo fue una reacción minoritaria a la práctica de la ética
capitalista y a una sociedad cada vez más industrializada. Pero el verdadero nacimiento
de la ideología y de las organizaciones socialistas se va a producir con las elaboraciones
marxistas y la constitución de los primeros sindicatos y partidos obreros al final del XIX.
Van a aportar una visión radicalmente nueva de las condiciones económicas, sociales y
políticas de la clase trabajadora en industrialismo y por tanto de la nueva sociedad.
Ideas nuevas para una sociedad nueva. El socialismo será la reacción social y política
ante la Revolución Industrial salvaje que proletariza y empobrece a campesinos,
pequeños comerciantes y nuevos trabajadores de fábricas. El socialismo será la
expresión de la nueva clase obrera que reclama un nuevo orden social. El socialismo
señalará a la nueva clase obrera como el nuevo sujeto histórico que conseguirá la
emancipación y la liberación de la humanidad.
La socialdemocracia rostro europeo del socialismo.
La ideología socialista aspira a promocionar y equilibrar los valores de igualdad
y libertad. Por este orden, la ideología socialista apuesta por la igualdad, la libertad y la
solidaridad. El objetivo es encontrar un método político, social y económico que nos
haga a todos más iguales sin herir ni restringir las libertades. Igualdad incluye la
participación ciudadana en las instituciones y los órganos de decisión político-social.
Implica hacer efectiva y real la justicia social y la igualdad de oportunidades por medio
de sistemas públicos de bienestar como educación, trabajo, salud, seguridad social y
servicios sociales. Significa a su vez redistribuir la riqueza y la integración o
incorporación social de los grupos con menos posibilidades por su origen
socioeconómico.
El socialismo deseaba promover el aumento de derechos sociales, (salud,
vivienda, empleo, educación...), para ser más iguales, una vez que durante el siglo XIX
se habían conquistado los derechos civiles como abolir la esclavitud, y se habían
mejorado los derechos políticos. La conquista de estos tres tipos de derechos era el
reto de una sociedad igualitaria.
Conviene aclarar llegados a este punto que en el contexto europeo occidental,
cuando hablamos de socialismo nos referimos a la socialdemocracia, concepto que se
refiere al socialismo desarrollado a través de instituciones democráticas a crear, o a
instituciones democráticas existentes, en lugar de hacerlo a través de la revolución. No
es el socialismo un estadio que se implanta bruscamente tras la toma de poder por la
clase obrera, sino un horizonte al cual se habría de llegar gradualmente y no como
consecuencia de una catástrofe económica o política. La forma imprescindible de este
proceso habría de ser la democracia. Cambian, por tanto, los medios no los fines.
Los socialdemócratas, los socialistas revolucionarios y los socialistas anarquistas
defienden los ideales socialistas, pero difieren en los medios por los que llegaría a
implantarse el socialismo y discrepan de la forma de organización social adecuada para
una sociedad socialista. La socialdemocracia rompe con el marxismo revolucionario
después de la II Guerra Mundial. Acepta la economía de mercado, promoverá la
economía mixta y reduce las expropiaciones y las colectivizaciones. Defiende la
democracia parlamentaria y huye del control del Estado por los partidos obreros.
Renuncia a la Revolución política y defiende las Reformas graduales. Organizará
partidos socialistas abiertos a todo el pueblo y no sólo de la clase obrera. Defiende la
función redistributiva del Estado, desarrollando un Estado de Bienestar extenso y
universalista y permite la propiedad privada que prohibía el marxismo revolucionario.

Aclaremos en los próximos apartados las posiciones principales de la ideología
socialdemócrata por ser la que más influencia ha tenido y está teniendo en los países
de nuestro entorno.
Desde su perspectiva, el mercado no responde a la necesidad de las personas
sino a la demanda de propietarios y consumidores. El mercado para la
socialdemocracia, es generador de desigualdades, no es sabio y produce injusticias. El
mercado es un mecanismo útil para el desarrollo económico y para el interés de la
burguesía propietaria pero no es la herramienta fundamental para aumentar los
derechos sociales. Por eso los programas socialistas contemplan el intervencionismo
estatal para modificar la demanda dando así respuesta a la necesidad de las personas.
Apuestan por intervenciones de los poderes públicos para alcanzar la igualdad no sólo
desde una perspectiva humanitaria y económica sino social. Sus argumentos parten
del supuesto de que el incremento de la igualdad es útil para mantener la cohesión
social y descartar conflictos sociales. Si el mercado es generador de desigualdad, el
Estado deberá posibilitar la movilidad social y una sociedad menos conservadora en
sus vertientes social y económica, por medio de sistemas públicos de bienestar que
eviten la consolidación y perpetuación de las élites.
Para la ideología socialista existen unos derechos naturales, una justicia natural
que es rota cuando persiste la desigualdad. El Estado debe ser el instrumento que
garantice el respeto de los derechos necesarios para que todos seamos más dignos,
más iguales y podamos desarrollar nuestras potencialidades y capacidades. Y será
fundamentalmente a través del sistema educativo donde encuentran los
socialdemócratas la posibilidad de equilibrar las desigualdades personales y sociales
surgidas al haber nacido en un contexto sociofamiliar adverso. Todos deben tener su
oportunidad para estudiar, formarse, trabajar y demostrar su valía. Las instituciones
sociales y en mayor medida la educación pública financiada por medio de un sistema
impositivo fuerte, se encargarán de ir limando y compensando las desigualdades. El
instrumento básico para reequilibrar la situación desde el socialismo contemporáneo
es el Estado de Bienestar en general y la educación en particular.
Desde un contexto europeo en los últimos 20 años el socialismo ha llegado a
implementar estrategias socioeconómicas de rentas mínimas, de igualdad de
oportunidades educativas y de universalización de las prestaciones sanitarias para
conseguir su meta de una sociedad más justa. La disyuntiva socialdemócrata europea
sintetizada en el binomio libertad versus igualdad, tiene un saldo hasta la fecha a favor
de la primera. No se han encontrado medidas eficaces para reducir las desigualdades
ya que una excesiva regulación a cargo del Estado, contradice los cimientos de libertad
económica que soporta el sistema de producción capitalista.

Los gobiernos tienen para el socialismo un papel amplio: la promoción del
bienestar colectivo y la modificación de las injusticias económicas y sociales que
genera la dinámica del mercado privado. Sin lastimar las libertades individuales, el
gobierno que ha accedido al poder con un programa socialista, habrá planificado una
intervención reglada que, en teoría, conseguirá dominar al mercado por medio de la
política y, en consecuencia, repartir y desconcentrar el poder económico y social. Lo
público deberá primar sobre lo privado: se invertirá en cooperativas, se apoyarán las
asociaciones y los órganos de participación, se democratizarán las empresas, se
regulará el mercado, se crearán órganos de control de la propiedad privada y se
incentivarán las estrategias de economía social. Para la ideología conservadora, esta
acción interventora se juzga artificial, contranatural, restrictiva de la libertad individual
y que al fin y al cabo sólo beneficia a un grupo de votantes dependientes política y
económicamente del partido en el gobierno.
En definitiva, la elección de la ideología socialdemócrata es clara: peso
compartido entre el Estado y el mercado. El Estado no es un instrumento al servicio
absoluto del capital y del hombre, sino que se convierte en un instrumento para el
cambio. El cambio de algunas cosas en estado injusto: las desigualdades, el mercado
meritocrático, el éxito de los que más tienen y no de aquellos que podrían valer y
aportar, la opresión de aquellos que quieren conservar sus privilegios o beneficios y la
pobreza consentida.
Conviene al terminar de explicar la socialdemocracia, comparar las propuestas
principales de esta ideología con las del liberalismo que vimos en el apartado anterior,
con referencia a aspectos centrales de ambas ideologías.

Socialdemocracia

Liberalismo
Primer valor

•

•

La igualdad.

La libertad individual.

Diagnóstico de la sociedad

•

Injusta y opresora.

•

Armónica y equilibrada.

Objetivo prioritario

•

Solidaridad y la cohesión social.

•

Desarrollo individual y la competitividad.

Papel del estado

•
•

Garante del estado de bienestar
Distribuidor.

•
•

Menor intervención posible.
Observador.
Función del mercado

•
•

Favorece a quienes tienen poder y fuerza
económica.
Prima el lucro económico.

•

Regula la economía natural y
acertadamente.
Ley de oferta-demanda sabia.

•

Estado de bienestar

•

•

Objetivo esencial estratégico.

El mínimo imprescindible.

Valoración del capitalismo

•

•

Si se controla, el mal menor.

Modelo deseable, el mejor conocido.

Sistema económico deseado

•

Sistema mixto, privado y público.

•

De libre mercado, privado.

Situación del individuo

•

Condicionado por la realidad social de
clase, género o etnia.

•

El individuo puede más que la sociedad.

3. El nacionalismo.
Las ideologías que hemos analizado hasta ahora, se diferencian por considerar correcta
o injusta la distribución de la riqueza o de las oportunidades entre las clases sociales. Las
ideologías conservadoras, liberales, socialistas o socialdemócratas discrepan al reconocer
explotadores y explotados, propietarios y asalariados y por la aceptación o desacuerdo con las
desigualdades sociales o económicas de la sociedad industrial.

El nacionalismo, en cambio, destaca los derechos y la identidad de una
comunidad cultural o política distinta de otras que la dominan o con quienes tiene
relaciones conflictivas. El conflicto principal se establece entre derechos de la propia
comunidad nación y el poder exterior a ella que la condiciona, la determina, a veces la
coloniza y otras la oprime. Surge una dialéctica entre Estado y naciones, poder centralpoder periférico, o poder de la metrópolis-territorios colonizados, poder estatal-poder
de la nación.
Los nacionalismos han representado y representan desde el siglo XIX,
movimientos sociales, culturales y políticos de una enorme trascendencia social. Esa
influencia ha marcado tantas transformaciones y acontecimientos en las sociedades
contemporáneas que es objeto de investigación y debate en todos los foros
intelectuales con repercusión en el mundo de las ideas políticas.
El nacionalismo es una ideología y un movimiento sociopolítico, al mismo
tiempo. Su objetivo central será la defensa y el desarrollo de los derechos de la
nación tanto en procesos descolonizadores como en la defensa de las identidades
nacionales frente a la homogeneidad que impone la globalización cultural.
Nadie o muy pocos, permanecen indiferentes ante el debate nacionalista. Esa
reacción nos indica que estamos ante una reflexión que afecta a las referencias básicas
de las sociedades actuales. Hablamos de identidades como pueblos, de autogobierno,
de culturas nacionales, de singularidades, de descolonización, de federalismo, de
autodeterminación, de independencia, de imperialismo, de globalización, de los
Pueblos frente a los Estados. En definitiva hablar de nacionalismo es aclarar posiciones
sobre los grandes temas públicos que congregan a la ciudadanía desde hace 150 años,
como mínimo.
Podemos hablar de situaciones concretas. Todos los procesos de
descolonización de América Latina y de África están impregnados de ideales
nacionalistas que inflamaron y movilizaron a millones de personas. Europa ha sido un
continente en permanente erupción y confrontación de planteamientos nacionalistas.
A un nivel más cercano, en el Estado español, la cuestión de las nacionalidades y
regiones ha atravesado todo el siglo XX, condicionando Constituciones y hasta
Regímenes políticos. La cuestión nacional se ha convertido en España en un elemento
decisivo en cualquier intento de funcionamiento democrático del Estado durante el
siglo XX. Hablar de nacionalismo es reflexionar sobre la historia más viva y más
reciente de los pueblos y de las naciones europeas.
El nacionalismo tuvo su origen en el siglo XIX, cuando se generalizó la lucha
anticolonial. Los países colonizados elaboraron una ideología que fundamentaba sus
aspiraciones al autogobierno, al control de sus riquezas, a la descolonización y por
tanto a la creación de una comunidad política independiente que se constituyera en
Estado. Esa ideología ponía en el centro de toda reivindicación la consideración de su
comunidad como sujeto de derechos y a la dependencia como causa principal de los
problemas y de las miserias de esa sociedad. La contradicción central se localizaba
entre poder exterior opresor, nación oprimida, más que entre clase opresora, clase
oprimida.
Por lo que hace al siglo XX cabría extraer por lo menos dos grandes
conclusiones de carácter general: 1) que el nacionalismo fue, como ya lo había sido en
el siglo XIX, una fuerza de transformación y cambio probablemente más poderosa de lo
que pudieron haberlo sido las transformaciones económicas, la conflictividad social y
aún el progreso científico y tecnológico, factores tenidos usualmente como
instrumentos esenciales del cambio histórico; 2) que los nacionalismos han sido causa
de importantes conflictos, con consecuencias casi siempre decisivas y como todo
proceso de ruptura social, en algunas ocasiones trágicas.
El sujeto central en la ideología nacionalista es la nación, la comunidad que
identifica cultural y políticamente a una sociedad. No se trataría en este caso ni de la
burguesía o de la clase obrera, como en las ideologías ya estudiadas. La nación sería el
concepto central, el sujeto que dinamiza y facilita el desarrollo de esa comunidad. El
conflicto por tanto de establece entre la propia nación y otras instancias externas,
Estado, Metrópolis, multinacionales, que recortarían o condicionarían los derechos de
la propia nación.
Otros sociólogos definen la nación como “una población humana con un
sentido de identidad desarrollado, relacionada con un territorio y unida por un
lenguaje y una cultura común". La nación se refiere principalmente a los vínculos
culturales entre un grupo de personas que les concede una identidad compartida.
Nación es el conjunto de personas que comparten espacio geográfico, costumbres,
historia, cultura y, sobre todo, que conciben una voluntad unitaria de proyección de
futuro. Nacionalismo no es sinónimo de autarquía, insolidaridad o cerrazón, sino la
afirmación de la libertad de un pueblo que considera incuestionable la asunción de la
propia soberanía para la conformación de un proyecto social de integración en la
esfera internacional.
En la historia de las Ciencias Sociales hay dos posiciones en la definición de
Nación. Una más objetivista que tiene en cuenta el territorio, las fronteras, la lengua,
el gobierno y otra más subjetiva, cultural, que la considera un fenómeno social por el
que un conjunto de personas se identifican como tales y se diferencian de los demás,
comparten una misma cultura y un sentimiento de identidad colectiva.
El despertar de las nacionalidades, a las que el nacionalismo dio sentimiento e
idea de nación y conciencia de sus derechos colectivos, provocó la primera gran etapa
de movilización étnico-secesionista en el centro y este de Europa y en algunos países
occidentales (casos de Irlanda, por ejemplo, y en España, con los nacionalismos
catalán, vasco y gallego). Esta movilización dio lugar tras la I Guerra Mundial a la
creación de un importante número de nuevos países: Irlanda, Checoslovaquia,
Yugoslavia, Polonia, Hungría, Austria, Finlandia, Letonia, Estonia, Lituania.
Al analizar los distintos modelos de materialización del nacionalismo,
comprobamos que se produce una semejanza en función del contexto social, histórico,
económico y de alianzas internacionales. Parece que el marco continental es el que
más explica las coincidencias que reconocemos. Así el nacionalismo irlandés, vasco,
catalán o inglés tienen algunas manifestaciones comunes, aunque debemos advertir
que en coherencia con la propia ideología, cada nacionalismo tiene una singularidad
irreducible a otros. Del mismo modo los nacionalismos cubano, venezolano, argentino
o panameño presentan rasgos que los asemejan entre sí y los diferencia de los
europeos. Por lo dicho, la situación congoleña, nigeriana, sudafricana o sahariana se
diferencia en su trayectoria de los otros grupos continentales.
Para el nacionalismo los dos valores fundamentales son la defensa del
autogobierno, de la capacidad de decidir frente a intereses extraños y la cohesión de
su población en torno a la defensa de los valores comunes.
Vistos los conceptos claves de la ideología nacionalista conviene precisar su
posición ante tres interrogantes importantes: derechos sociales, la globalización y las
identidades. En políticas sociales hay diferencias básicas si estamos ante nacionalismos
conservadores o progresistas. Quienes defienden los derechos nacionales pero
conservando el sistema económico capitalista como decisivo, tendrán políticas sociales
más débiles, no pretenderán redistribuir la riqueza porque aceptan el sistema
económico. En cambio, los nacionalismos que luchen por el autogobierno pero
rechacen las desigualdades de clase social apoyarán políticas sociales más universales
e intensivas. Los nacionalismos no son neutros respecto al conflicto de clases sociales.
La orientación social de cada uno de ellos depende de quién es el colectivo dirigente
que asume la dirección del movimiento nacionalista y de las prioridades de actuación
que se determinan.
En la mayoría de casos europeos, han sido las burguesías, las elites económicas,
quienes han dirigido el nacionalismo hacia posiciones de incremento de poder frente a
las burguesías centrales, pero en beneficio de las burguesías locales. En los
nacionalismos sudamericanos, en algunos africanos y en ciertos nacionalismos del sur
de Europa, el sujeto activo ha sido y en parte sigue siéndolo, el bloque social de
progreso con un fuerte componente de clase trabajadora. La identificación del
proyecto nacionalista con la demanda social de cambio, genera un amplio apoyo
popular cuando las condiciones de vida están lastradas por la pobreza y el
neocolonialismo. Las experiencias, unas frustradas y otras iniciales, de Nicaragua,
Panamá, Cuba, Uruguay, Brasil, confirman el potencial transformador de estos
nacionalismos progresistas o socialistas.
Desde esta revisión podemos concluir que el nacionalismo permite las dos
orientaciones, una conservadora y otra transformadora, en función de las condiciones
de cada sociedad. Dependerá del nivel de consolidación, legitimación, del sistema
socioeconómico y de la clase social que dirija el movimiento. Así donde el sistema
económico está consolidado como es el caso europeo, los nacionalismos suelen ser
conservadores y dirigidos por la burguesía. Allí donde el sistema está quebrado, es
desigual y agrava las diferencias entre una minoría enriquecida y una mayoría excluida,
el nacionalismo puede ser un instrumento de cambio si está dirigido por un bloque
social de cambio.
Otro debate en torno al nacionalismo es su vigencia en la sociedad global. Los
nacionalistas entienden que es la respuesta adecuada y actualizada para combatir el
nuevo colonialismo que supone el dominio de las multinacionales en los campos
económico, cultural, medioambiental y político. Desde esta perspectiva los
nacionalismos evitarían la homogeneización cultural y defenderían la diversidad de
culturas como una riqueza en la sociedad plural. El nacionalismo defendiendo las
singularidades culturales aportaría riqueza frente al monopolio cultural de las
multinacionales.
Los nuevos nacionalismos tienen componentes culturales y políticos y por eso
pretenden extender, recrear, consolidar la cultura común a toda la nación. Las nuevas
instituciones políticas que crean los nacionalistas, son principalmente baluartes en
defensa de la identidad cultural. Esta idea la recoge sintéticamente el pensador
japonés Yoshino cuando dice: “El nacionalismo cultural pretende regenerar la
comunidad nacional mediante la creación, conservación o fortalecimiento de una
identidad cultural del pueblo cuando se siente que falta o está amenazada. El
nacionalismo cultural considera a la nación un producto de su historia y cultura únicas,
y como una solidaridad colectiva dotada de atributos únicos. En pocas palabras, al
nacionalismo cultural le preocupa el carácter distintivo de la comunidad cultural como
esencia de la nación”.
Como dice Manuel Castell “la identidad es la fuente de sentido y experiencia
para la gente” y recogiendo a su vez una cita de Calhoun comenta que “no conocemos
gente sin nombre, ni lenguas o culturas en las que no se establezca de alguna manera
distinciones entre yo y el otro, nosotros y ellos. (...) El conocimiento de uno mismo –
siempre una construcción pese a que se considere un descubrimiento- nunca es
complemente separable de las exigencias de ser conocido por los otros de modos
específicos”.
Los nacionalismos asumen la antigua expresión formulada por Manuel Vázquez
Montalbán de “respetar con lucidez todas las identidades detectables”. Identidades
que permanecen, incluso cuando durante siglos esas naciones carecen de instituciones
de autogobierno, cuando durante siglos no funcionan como Estados. Estas
nacionalidades como “unidades sociales primarias y fundamentales, están destinadas a
ser en la sociedad mundial, lo que el hombre es para la sociedad civil”.
4. El ecologismo.
El ecologismo es la teoría crítica de la civilización industrial destructora de la
naturaleza. Los contenidos de esta ideología son muy amplios: crecimiento sostenible,
armonía con la naturaleza, reorganización del trabajo y del consumo, eficacia
energética, depredación del tercer mundo, calentamiento e la atmósfera, etc.
Manifiesta que la expansión indefinida del capitalismo destruye los recursos
naturales y produce un modelo consumista de vida que agota el patrimonio natural de
la humanidad. Todo ecosistema debe mantener un equilibrio estable entre sus cuatro
elementos básicos, población, medio ambiente, tecnología y organización social. Ese
equilibrio está en permanente interacción y depende del control de sus componentes.
Los orígenes del ecologismo contemporáneo son múltiples, pero la década de
los 70 es señalada por algunos autores como momento clave para el ecologismo como
ideología específica. A través de publicaciones diversas surgidas de organismos
internacionales, se cuantifica la gravedad de los problemas ambientales e insisten en la
necesidad de considerarlos desde una perspectiva global y estructural.
El ecologismo tiene dos vertientes: ecologismo moderado y ecologismo radical.
El ecologismo moderado es aceptado por cualquier gobierno, por las industrias y el
mundo de los negocios y por cualquier ciudadano sin grandes convicciones ecológicas.
Defiende que es necesario seguir manteniendo el crecimiento económico y el
consumo, si bien debe alcanzarse respetando en lo posible el medio ambiente. Por su
parte, el ecologismo radical no asume este mensaje y le parece que incrementar el
crecimiento económico intensivo y respetar el medio ambiente son dos fines
incompatibles. Entiende que ambos son mutuamente excluyentes, es más, el consumo
acabará por destruir el medio ambiente y solamente controladas tasas de crecimiento
económico son compatibles con la salvaguarda del medio.
El ecologismo social introduce aspectos sociales que afectan al medio ambiente
y propone una forma de organización de las sociedades en pos de la consecución de
los objetivos ecologistas. Aquí el valor de igualdad, de la participación social, de una
sociedad poco jerarquizada, con unos niveles bajos de consumo toman un sentido
fundamental. La perspectiva de la ecología social no culpabiliza tanto a los humanos de
la destrucción sino que atribuye críticamente a las instituciones, al sistema
socioeconómico y al mundo de los negocios la situación actual de contaminación del
planeta. El modo de vida, el modelo productivo de la sociedad postindustrial es
insostenible para cada sociedad y a nivel planetario. El cambio ecologista ha de
suponer, renunciar al mito del crecimiento indefinido, reducir el consumo y rechazar el
antropocentrismo.
La sociedad ideal ecologista es ecocéntrica o biocéntrica en cuanto la
conservación de la naturaleza y de la vida, en todas sus ramificaciones, constituyen el
principio inalterable al que se supeditan la economía y el progreso social. Parten de la
premisa que los seres humanos son sólo una de las muchas especies del planeta y que
debe existir respeto e interdependencia entre las distintas especies en beneficio de
todas. La desaparición de alguna de estas especies o elementos naturales repercutirán
en el resto, poniendo en peligro la continuidad del hombre y del planeta. Los recursos
naturales son limitados y por tanto esos valores son insustituibles.
El ecologismo combate la concepción antropocéntrica de la naturaleza. Para
esta concepción los seres humanos constituyen la especie más importante. Los
recursos naturales son inagotables. No hay problemas medioambientales o de recursos
que no puedan ser resueltos por la creatividad humana.
Todo lo anterior no se podrá lograr si no se tiene en cuenta otro importante
factor, que es el de la explosión de la población. El actual tamaño de la población
mundial y las actuales tasas de crecimiento poblacional son incompatibles con la
conservación del medio ambiente. Proponen políticas antinatalistas y de control
poblacional tanto a nivel nacional como internacional, que, por otra parte, deben ser
consideradas conjuntamente con sus propuestas de redistribución de recursos entre
países ricos pobres.
Estas políticas son congruentes con la idea ecologista de una sociedad basada
en el desarrollo sostenible que se define como aquél que “satisface las necesidades
del presente sin comprometer los recursos naturales para que las generaciones futuras
puedan satisfacer las suyas”. La sostenibilidad promueve el uso de recursos renovables
y reduce al mínimo el uso de los no renovables. Así mismo tiene en cuenta la
capacidad de carga de los ecosistemas que soportan la actividad económica y el
crecimiento poblacional. Concluye afirmando que esas capacidades de carga no son
infinitas.
En definitiva, el ecologismo idealiza una sociedad ecológica, participativa, igualitaria
y sostenible. Los ecologistas han añadido a los criterios de bienestar tradicionales
económicos (riqueza del producto nacional bruto) y sociales (salud, educación,
empleo, pobreza, etc.), los criterios ambientales (deforestación, destrucción de la capa
de ozono, calentamiento global de la atmósfera, agotamiento de los recursos, etc.), al
tiempo que han insistido en que estos criterios ambientales son, al menos, de igual
importancia que los otros dos comúnmente más utilizados. La Política Social admite y
acepta que el equilibrio ecológico y el desarrollo sostenible forman parte del núcleo
central del Estado de Bienestar contemporáneo. El derecho al equilibrio ambiental se
une al resto de dimensiones que configuran las políticas sociales básicas.
La hostilidad ecologista frente al constante crecimiento económico y la
administración centrada en el beneficio y el lucro, defiende una política social
localmente administrada desde Ayuntamientos y Corporaciones cercanas al
ciudadano-a, una reducción del gasto público y una mayor autonomía y participación
de la ciudadanía.
Estas ideas generales se plasman en propuestas concretas:
 En cuanto a las prestaciones de la Seguridad Social, el ecologismo propone un
esquema de garantía de ingresos mínimos que asegure el derecho de todas las
personas a recibir unos beneficios. Proponen que la prestación no pueda recaer en
terceras personas, por ejemplo, el subsidio no será recibido por los hijos. Esa
propuesta es coherente con la política de control poblacional defendida por los
ecologistas. Este sistema será financiado y administrado localmente, en línea con
los principios del biorregionalismo.
 En el campo educativo, éste debe ser gestionado localmente, fomentando la
máxima participación tanto de padres como de alumnos, y debe ser un medio
fundamental para transmitir valores ecologistas que reemplacen a los dominantes
del industrialismo. La educación debe contribuir a transmitir estos valores
sostenibles y a experimentar un modelo alternativo al consumismo.
 Con respecto a la salud, parten de la premisa de que la enfermedad y la
incapacidad en las sociedades industriales avanzadas son el resultado, en gran
medida, de la propia naturaleza y prácticas del industrialismo. Prácticas que, por
otra parte, repercuten de forma más aguda en los sectores más desfavorecidos de
la población. En consecuencia, la política de salud ecologista propone enfatizar la
prevención en general y el establecimiento de medidas específicas contra la
pobreza y la exclusión social: mejoras en vivienda y dieta, lucha contra la
contaminación ambiental, salud e higiene en el trabajo etc. Por lo que respecta a la
prestación de servicios médicos, considera que éstos deben ampliarse para incluir
formas no tradicionales de medicina, se enfatizan los factores humanos en la
asistencia sanitaria y se propone para ello la sustitución de los grandes y
tecnológicos hospitales por unidades más pequeñas que fomenten la participación
de los usuarios y creen una atmósfera igualitaria y de confianza que rompa la
actual relación de dominación por parte de los profesionales de la salud.
 Con relación a los problemas de desintegración social, delincuencia, drogadicción,
se considera resultado de la propia naturaleza de las sociedades industriales y
capitalistas. Están pues generados por la propia estructura del sistema, y
únicamente cambiando el sistema podrán ser solucionados. En consecuencia,
pocas son las propuestas ecologistas sobre los servicios sociales personales. Se
enfatiza la atención comunitaria con un apoyo total del gobierno a los
profesionales. El internamiento, si se requiere, deberá ofrecerse a través de
pequeñas instituciones integradas en la comunidad que deben ser gobernadas de
forma cooperativa y participativa.
 Por lo que respecta a la política sobre vivienda, ésta debe ser considerada dentro
del contexto más amplio de la planificación urbana y rural. Hay un acuerdo general
en que las grandes ciudades son indeseables por razones sociales, económicas y
ecológicas. Se aboga por las pequeñas comunidades en contacto directo con la
naturaleza y con un carácter protector y conservador de los recursos naturales. Se
defiende la concentración poblacional, en pequeñas comunidades, puesto que esto
permite un uso más eficiente de la energía y una mejor planificación de
determinados servicios como el transporte público.
El ecologismo defiende una triple solidaridad: la interna a cada comunidad,
entre todas las personas que conforman esa sociedad. La que salvaguarda el
patrimonio natural garantizando el futuro de las generaciones jóvenes y el desarrollo
solidario entre todas las sociedades planetarias mundiales, es decir entre el primer y
tercer mundo.
5. El feminismo.
Es la teoría social y política que defiende la igualdad real, legal y social de la
mujer y el hombre. Analiza que históricamente se ha producido un dominio del
hombre que ha construido un sistema económico, cultural y social a su conveniencia
para mantener dominada y dependiente a la mujer. Ese sistema pretendió y pretende
mantener los privilegios que la situación de dominio supone. El feminismo es un
cuerpo coherente de vindicaciones y un proyecto político que sólo puede articularse
teóricamente a partir de premisas ilustradas: premisas que afirman que todos los
hombres nacen libres e iguales y, por tanto, con los mismos derechos. El feminismo es
capaz de constituir un sujeto revolucionario colectivo, las mujeres que se movilizan en
defensa de sus derechos cívicos.
El feminismo es una teoría, un movimiento social, una política especializada y
también un conjunto de acciones pequeñas o individuales que protagonizan cada
mujer, cada hombre, cada persona que lucha por su libertad y sus derechos. Acciones
contra corriente, rebeldías e insumisiones que las mujeres han realizado a lo largo de
la historia por su dignidad.

El feminismo diagnostica la situación dependiente, subordinada, oprimida y
doblemente explotada de la mujer. Esta discriminación está realzada por las relaciones
sociales del capitalismo. Este modelo de dominación masculino, es definido como
patriarcado.
El feminismo empieza a formularse seriamente durante el siglo XIX. Autores
como Stuart Mill en su obra La sujección de la mujer, o de Engels en El origen de la
familia, la propiedad privada y el Estado ponen los cimientos de una alternativa que
comparaba la dominación de las mujeres por los hombres con la que sufrían los
proletarios por los capitalistas. Todos los análisis coincidían en que la mujer ha sufrido
y en parte sufre una subordinación legal, económica y moral.
A principios del siglo XX el debate sobre la igualdad política se centró en el
derecho al voto que hasta entonces era sólo masculino. Hubo feministas que
inicialmente se opusieron al voto femenino por temor a la influencia conservadora de
la iglesia en las mujeres. El sufragio universal para las mujeres se consiguió en 1931
con la Segunda República, pero luego la dictadura franquista lo volvió a eliminar. Los
movimientos de mujeres durante la postguerra española fueron antifeministas,
contrarias a cualquier reivindicación que supusiera un conflicto social con los hombres.
La investigación sociológica durante el siglo XX pone de manifiesto la exclusión
de género. Comprueba que cada sociedad adjudica unos papeles y unas pautas a cada
sexo que son arbitrarias, decididas sólo por el interés de los grupos dominantes
machistas. Esa reflexión diferencia al sexo como contenido biológico del género como
construcción social.
Después de la segunda guerra mundial parecía resuelto el problema de la
igualdad con los avances legales sobre el sufragio, pero la reflexión pionera de Simone
de Beauvoir en su libro El segundo sexo (1949), constituye un brillante ejemplo de
cómo la teoría feminista supone una transformación revolucionaria de nuestra
comprensión de la realidad. El problema de las mujeres era el "problema que no tiene
nombre", y el objeto de la teoría y la práctica feministas fue, justamente, el de
nombrarlo. El capitalismo patriarcal identifica mujer con madre y esposa, con lo que
cercena toda posibilidad de realización personal y culpabiliza a todas aquellas que no
son felices viviendo solamente para los demás.
Esos cambios legales no habían transformado la jerarquía masculina. Se había
inculcado la mística de la feminidad, que impedía el desarrollo pleno e igualitario de las
mujeres porque idealizaba la sumisión al modelo patriarcal. Ese ideal de mujer había
creado “un malestar que no tiene nombre”, un estado mental y emocional de
estrechez, de desagrado, de falta de aire y de horizontes que heredaban las mujeres de
la sociedad capitalista de los 50 y 60. El Patriarcado seguía invariable como sistema
sociomoral y político que mantenía la jerarquía masculina.
El feminismo de los años setenta supuso el fin de la mística de la feminidad,
recogiendo la inercia de los cambios traídos por la revuelta de Mayo del 68. Se habían
producido mejoras educativas, legales y laborales pero no se había avanzado hacia la
paridad con los varones. Se mantenía una distancia jerárquica y valorativa con ellos
que era injusta y excluyente. El feminismo se plantea entonces revisar toda la
legislación normativa que seguía siendo discriminatoria y no sólo ésta sino el conjunto
de normas y costumbres que presionaban y diferenciaban. Por eso se luchó por
eliminar la diferencia entre lo público y lo privado porque ahí se refugiaban muchas
imposiciones injustas y machistas. Hasta entonces la violación en el seno del
matrimonio se consideraba privado o las relaciones prematrimoniales eran
consentidas a ellos y castigadas para ellas. El feminismo acuñó el lema lo personal es
político.
En España la Constitución de 1978 estableció explícitamente el principio de no
discriminación de género. En ese ambiente las primeras reivindicaciones feministas
fueron la despenalización de anticonceptivos y del adulterio femenino, el derecho al
divorcio y al aborto, la creación de guarderías y escuelas infantiles que facilitaran el
trabajo de las mujeres y la igualdad en el trabajo.
En los años 80 y 90 el feminismo dio un nuevo paso para evitar el contraataque
conservador que pretendía estancarlas en las conquistas alcanzadas. Se marcó un
nuevo objetivo conocido por la visibilidad. Los avances alcanzados no eran
suficientemente visibles porque no ocupaban las mujeres puestos de poder explícitos y
legítimos en la estructura jerárquica de la política, de la empresa, de la educación o de
las organizaciones sociales.
Se revisó cuántas mujeres ocupaban responsabilidades en los sectores
relevantes de la sociedad y de las organizaciones. Se comprobó que el número era muy
escaso. Existe un techo de cristal en todas las escalas jerárquicas, a medida que se
sube de nivel, con formación equivalente la presencia de mujeres se reduce. La
conclusión del feminismo es que los mecanismos de selección no son neutrales. Fue
entonces cuando se plantea la democracia paritaria y la discriminación positiva a
través del sistema de cuotas y otras medidas que expresaran en lo público la presencia
igualitaria de la mujer.
Una gran defensora del sistema de cuotas, la socióloga, Amelia Valcárcel,
explica que ese procedimiento evita la reproducción del privilegio masculino. Ese
dominio se aplica a través de dos sesgos dentro de las organizaciones sociales
dominadas por los hombres: la invisibilización de los logros femeninos y la
discriminación de élites masculinas que se autoeligen.
Montesquieu llegó a escribir que la medida de la libertad que goza una
sociedad depende del grado de libertad de que gozan sus mujeres.
El feminismo como ideología surge, como hemos explicado, a partir del análisis
de que la mujer ostenta una posición desigual respecto al hombre en la sociedad.
Desde esa reflexión se proponen estrategias para poder cambiar dicha situación.
Los tipos de feminismo más importantes que existen son:
Feminismo liberal: Tiene una larga historia y tiene que ver con la igualdad de
derechos para las mujeres en educación, trabajo y poder dentro de la sociedad. En un
primer momento esta corriente luchó contra las restricciones y discriminaciones de la
mujer tanto en materia de pensiones, trabajo, salarios, etc. Se le ha criticado por ser
poco beligerante por la causa de la mujer. Creen que la respuesta a la desigualdad de
las mujeres, termina cuando se da una igualdad de oportunidades respecto a los
hombres.
Este tipo de feminismo también es criticado porque beneficia a un grupo de
mujeres con las siguientes características: blancas, de clase medida y elevado grado de
educación. Es por consiguiente, una estrategia válida para las mujeres de clase media,
pero no para las más pobres.
Feminismo socialdemócrata: En una sociedad capitalista la mujer juega un
papel de reproducción biológica y social. Su trabajo en casa no está pagado y
constituye un subsidio para el capitalismo porque reduce costes de producción en la
preparación de futuras generaciones de trabajadores, al tiempo que constituye un
servicio gratuito para mantener a los hombres que tienen que trabajar. Si la mujer
depende de la familia y de un hombre que trabaja, el capital se está ahorrando costes
de producción y mantenimiento de la mano de obra.
Existe una relación de conveniencias entre la familia y el sistema de producción
capitalista. La primera constituye un mecanismo de control social del trabajador, así
como una forma de dependencia de la mujer respecto al hombre a través del
matrimonio. El bajo salario que recibe un hombre que trabaja o el desempleo de la
mujer en una familia, es una mordaza del sistema capitalista para atajar la
independencia y la autonomía.
Feminismo consecuente de la igualdad: La mujer es un grupo social oprimido
por el hombre. Los hombres y mujeres pertenecen a clases diferentes. Mientras que el
hombre es el patrono, la mujer es la empleada desde una perspectiva eminentemente
materialista. Se centra en problemas de la mujer que no tratan otras corrientes
feministas, tales como la violencia de género o la dependencia cultural.
Objetivos y retos del Feminismo en la sociedad global
* Reto general de la paridad, alcanzar una presencia equivalente a los hombres
en todas las áreas sociales.
* Políticas sociales que posibiliten al hombre y a la mujer ocuparse por igual del
trabajo doméstico.
* Institucionalizar principios básicos de igualdad de oportunidades, desterrando
la discriminación sobre la base del género.
* Resolver la discriminación contra las mujeres en el mercado de trabajo.
* Alcanzar una ciudadanía plena para la mujer, elevándola a la condición de
ciudadana, y no como recurso para cuidar niños y ancianos, apoyo al hombre y
mercado de trabajo.
* La igualdad de oportunidades no es suficiente. A menos que las
responsabilidades domésticas no se repartan entre hombres y mujeres o entre
mujeres y Estado, la mujer no podrá tener la suficiente independencia ni tiempo
como para acceder a cargos en la esfera pública y a los beneficios de la Seguridad
Social. Para conseguir una sociedad igual entre hombres y mujeres, es preciso
redefinir y reconocer muchos aspectos de la actividad humana. Hasta que no exista
una implicación de los hombres hacia el trabajo doméstico y la educación de los
hijos-as, de igual forma que las mujeres se han preocupado por el trabajo no
doméstico, no se conseguirá una sociedad igual.
* El trabajo remunerado es crucial en la vida de la mujer dentro de las
economías industriales modernas. A través del trabajo es posible la integración y
consecución de los principales derechos.
En muchos casos el Estado de Bienestar ha fallado en este objetivo. Para
conseguirlo es preciso que exista: 1) Una expansión de aquellos servicios dedicados al
cuidado de niños y mayores por parte del Estado, 2) Que existe una “paternidad
igualitaria”, donde el hombre dedique el mismo tiempo al trabajo doméstico que la
mujer.
5. Legislación básica.
Como vimos en el tema dos, la estructura política se regula y organiza a partir
de una legislación que está estructurada jerárquicamente. El documento inicial y que
fundamenta al resto de legislaciones es la CONSTITUCIÓN de 1978. A partir de su
aprobación se desarrollan las leyes básicas y promulgan los Estatutos de Autonomía.
La Constitución española es la norma suprema que supedita toda la estructura
política y administrativa el estado. Está constituida por un título Preliminar y diez
Títulos que organizan los distintos niveles de organización superior.
En los dos artículos iniciales se concretan los principios decisivos:
Artículo 1.
1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna
como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad
y el pluralismo político.
2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del
Estado
3. La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria.
Artículo 2. La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación
española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el
derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la
solidaridad entre todas ellas.
De estos artículos se deducen tres principios constitucionales, se conforma:
1. Un Estado social y democrático de derecho.
2. Una monarquía parlamentaria.
3. Un Estado de las Autonomías.
Los principios constitucionales están contenidos en el título preliminar y en el
Título I que incluye de los derechos y deberes fundamentales. Así se recoge
textualmente:
TÍTULO I. DE LOS DERECHOS Y DEBERES FUNDAMENTALES.
Artículo 10.
1. La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre
desarrollo de la personalidad, el respeto a la Ley y a los derechos de los demás son
fundamento del orden político y de la paz social.
2. Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la
Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de
Derechos Humanos y los Tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas
materias ratificados por España.
En los nueve títulos restantes se organiza la estructura de Gobierno, del
Parlamento, de la organización territorial y del resto de poderes.
A partir de la Constitución las normas ordinarias de mayor nivel son las leyes
Orgánicas y las leyes de Bases que desarrollan alguno de los principios o derechos
regulados por la constitución. Los Estatutos de Autonomía tienen carácter de ley
Orgánica.
En el caso de Canarias, el Estatuto de Autonomía aprobado por Ley Orgánica
10/1982, de 10 de agosto, reformada por Ley Orgánica 4/1996, de 30 de diciembre, es
la norma suprema que organiza y permite el autogobierno de los canarios-as.
6. Mecanismos de acción política.
El concepto de acción política lo recogemos de Montero cuando afirma:
“Hablamos entonces de “acción política” y no de participación política (...), ya que ese
segundo término implica una reducción de las posibilidades de acción, reacción y
transformación de los fenómenos políticos por parte de los individuos, en tanto limita
su actividad a algunas formas de actuación. (...) El concepto de acción política indica,
en cambio, una toma de acción que considera, en primer lugar, que las personas son
seres activos, constructoras de la realidad en la que viven, generadoras de los
cambios, las tendencias dominantes y las resistencias (...). Así la acción política es
vista como parte de la construcción social cotidiana de la realidad; como parte del
devenir histórico, como conjunto de fenómenos esencialmente dialéctico y dinámico.
Los modos o maneras de intervenir en la acción política son muy variados,
dependiendo del momento y del contexto. Una lista inicial puede ser la siguiente:
a. Elecciones, sistemas electorales.
b. Sindicatos, comités de empresa, convenios colectivos, huelgas.
c. Organizaciones empresariales, confederaciones, pequeñas y medianas
empresas.
d. Los medios de comunicación social: Televisión, prensa, medios digitales y
radio.
e. Los movimientos y las movilizaciones sociales: pacifismo, ecologismo,
antiglobalización.
f. Las organizaciones sociales y no gubernamentales: Cruz Roja, Caritas,
Asociaciones de Vecinos,
g. Las redes sociales en Internet.
h. Las administraciones públicas y los parlamentos.
i. Las confesiones religiosas.
j. La ciudadanía que madura la conciencia de su realidad y toma decisiones para
desarrollar sus derechos.

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  • 1. Tema 3: El sistema político de nuestra sociedad, su estructura, legislación, mecanismos y modelos. Esquema y conceptos básicos 1. La Política respuesta organizada para la defensa y extensión de los DDHH. Distintas acepciones del término política. 2. Elementos de la organización política en una sociedad democrática. a. Grupos sociales. b. Poderes en la estructura social: - Económico: modo de producción, sistema socioeconómico (diferencia entre e modelo capitalista y socialista). - Cultural-mediático: cultura social, ideologías, identidad. - Social: clases sociales, género, etnias, movimientos sociales. - Político: Administraciones públicas. Autoridad. Legitimidad. Estado y sus características. c. El Estado. 3. Estructura del sistema político español. Historia de una excepción. 4. Ideologías y organizaciones políticas: Liberalismo. democrático. Nacionalismo. Ecologismo. Feminismo. Socialismo 5. Legislación básica: Constitución, Leyes Orgánicas y Estatutos de Autonomía. 6. Mecanismos de acción política. 1. La Política respuesta organizada para la defensa y extensión de los DDHH.
  • 2. Los DDHH solo se alcanzan y se respetan cuando existe un movimiento ciudadano, una exigencia cívica que durante mucho tiempo y de forma estable y organizada, consigue respaldo legal, consenso social y apoyo político. Los Derechos Humanos exigen para su reconocimiento e implantación una acción política: Para agrupar a personas, colectivos y grupos. Para consensuar documentos y objetivos. Para alcanzar respaldo institucional y legal. Para transformar en leyes concretas los principios y derechos fundamentales y generales. Para garantizar tribunales y procedimientos de reclamación y defensa. Para movilizar a la ciudadanía en busca de avances o para impedir retrocesos. Para difundir opiniones y valoraciones de forma masiva en la opinión pública. Para consolidar alianzas y fuerzas en la defensa de valores de ciudadanía. La palabra “política”, tiene dos significados principales, tal y como nos detalla Salvador Giner en el diccionario de Sociología: en primer lugar, se refiere al “proceso social mediante el cual los hombres, o sus agrupaciones se distribuyen poder, autoridad y recursos de modo que las decisiones alcanzadas poseen fuerza y entran en vigor dentro de un ámbito dado”. Así se suele decir, “el poder político es el responsable de la legislación laboral”, y coincide con esta acepción de la palabra política porque se refiere a autoridad, gobierno, capacidad de influir y determinar. La política es la organización de lo colectivo: el conjunto de normas, leyes, gobiernos, decisiones, presupuestos, recursos para satisfacer las necesidades humanas generales. Hay una segunda significación y se utiliza para indicar “la estrategia o línea de actuación que sigue un individuo o un grupo respecto a algún objetivo”. Este significado es más genérico y se usa cuando se dice, por ejemplo, “la política de la empresa la lleva a la quiebra”, refiriéndose a las medidas, los objetivos, las actuaciones empresariales que se estén tomando. La política puede significar poder, autoridad como explicamos en el primer supuesto. O en el segundo caso, criterio de planificación y programación intencionado de unas actuaciones que las puede tomar cualquiera, incluso sin poder. Cada uno de nosotros tiene una política de consumo, porque toma unas decisiones pensando en unos objetivos o necesidades y además las temporaliza y organiza sus créditos y pagos. Con ello comprobamos que la política no se reduce a lo que hacen los gobernantes, sino que la mayoría de la población tiene políticas en su vida diaria, porque decide, usa criterios, elige. Tiene políticas sin que tenga que relacionarse con órganos de poder. Todas-os hacemos política en relación con los DDHH. Nadie es neutral. Cuando reclamamos que se generen empleos para que el paro no alcance el 30% estamos haciendo política porque presionamos para que haya decisiones a favor de los parados. Cuando los estudiantes exigen que no suban las tasas universitarias están haciendo política porque influyen en unas decisiones a favor de un grupo y en contra
  • 3. del clasismo o de la segregación educativa. Cuando somos indiferentes a la agresión que sufre una mujer o un niño estamos haciendo política porque mantenemos o aceptamos una situación injusta. En general, cuando intervenimos para que se tomen unas decisiones o cuando pasamos y nos inhibimos y se toman otras, estamos haciendo política. Si entendemos por política la estrategia para alcanzar objetivos, utilizando recursos, autoridad y poder, podemos decir que hay distintas políticas. Política científica, política medioambiental, política económica, política educativa. Hay una política decisiva para extender y ampliar la consecución de los DDHH que es la política social. La política social gestionada por el Estado es la que permite la conversión de los derechos políticos, en derechos sociales, que son la garantía del ejercicio de la ciudadanía. La Política Social surge como iniciativa política tras la revolución industrial y la consolidación del sistema capitalista a finales del siglo XIX, con objetivos diversos según los contextos políticos e ideológicos en los que se desarrollara. En unos casos trata de mejorar la gestión del mercado de trabajo, en otros la regulación del conflicto social y finalmente la legitimidad del orden social. La P.S. surge porque hay desigualdad social, fractura social y resulta absolutamente injusta la convivencia en condiciones tan indignas. Pero además no hay sociedad que pueda vivir democráticamente, en libertad, con enorme cantidad de personas en situación de exclusión social. Por tanto las políticas sociales surgen porque lo demanda el derecho y la justicia y también porque lo reclama la estabilidad social. En los comienzos del siglo XXI, el debate sobre la orientación, la cuantía y las prioridades de la Política Social sigue estando en el centro de la discusión económica, política e ideológica de profesionales, de responsables públicos, de representantes del empresariado y de los sindicatos, de los investigadores y de la ciudadanía consciente, en general. En ese debate participan obligadamente, los-as educadores-as sociales porque su tarea principal que es la intervención social, está condicionada, está limitada o promovida por la orientación que tenga la Política Social que se alienta por la Administración Pública correspondiente y por los agentes sociales más dinámicos. La educación social está integrada en un vértice entre la economía, la formación y la política que es el espacio social. La educación o la intervención social tienen en muchos casos el objetivo de reparar la fractura social que sufren sectores sociales desfavorecidos. Objetivo que coincide con los de la Política Social.
  • 4. Los-as profesionales de la educación social necesitan conocer las claves que orienten su acción. Algunas de esas claves más importantes vienen definidas por las prioridades sociopolíticas, los recursos humanos y financieros, los programas globales y sectoriales, los diagnósticos de situación, las implicaciones de administraciones y de agentes socioeconómicos y los objetivos a corto y medio plazo que se aprueban y se implementan. Los-as educadores-as sociales son profesionales específicos en la ejecución e implementación de la Política Social y surgen en su mismo contexto, restaurar las fracturas sociales. La primera conclusión es que el conocimiento de la Política Social decidida en cada país o comunidad, es imprescindible como guía de actuación y marco de referencia para la actuación profesional. Como la Política Social no es idéntica en todos los territorios y en todos los tiempos, quien quiera intervenir en la realidad social debe conocerla, para aprovechar sus oportunidades, para ser más eficaces, o bien para contradecirla. Igualmente debemos decir que la Política Social no es neutral, respecto a los intereses económicos, políticos o sociales que se enfrentan o discuten en cada momento. Por eso necesitamos saber en cada ocasión, cuáles son los valores y las ideologías que inspiran la orientación de la Política social y de quienes diseñan o ejecutan las políticas sociales concretas en cada área o institución. 2. Elementos de la organización política en una sociedad democrática. La organización política en las sociedades democráticas es compleja y está formada por múltiples elementos. Para sintetizar en una primera reflexión sobre estos temas los agrupamos en tres: - Grupos sociales: Asociaciones sindicales, organizaciones empresariales, partidos políticos, confesiones religiosas, movimientos ecologistas, organizaciones feministas, clubs deportivos, medios de comunicación e impresión, universidades, asociaciones vecinales, voluntariado, - Poderes reales: si entendemos por poder político la capacidad de alcanzar intereses y objetivos de grupo, hay distintos poderes en la sociedad que pueden influir para alcanzar intereses diversos. Los más influyentes son cuatro: PODER ECONÓMICO: Lo tienen quienes son dueños de importantes empresas y disponen de importantes capitales y recursos. Bancos, multinacionales, empresas de petróleo y eléctricas, constructoras, medios de transporte, telefonía, automoción, alimentación y grandes superficies, automoción… Para analizar este poder hay dos conceptos que debemos conocer: modos de producción y sistemas socioeconómicos. Modo de producción es la manera que cada sociedad tiene de generar riqueza teniendo en cuenta las tecnologías y
  • 5. herramientas que se conocen y disponen y la organización que resulta de esos conocimientos. Así existió el modo de producción esclavista, el feudal, el industrial y actualmente en las sociedades avanzadas el informacional. El otro concepto a conocer es el de sistema socioeconómico. A grandes rasgos diferenciamos dos, el capitalista y el socialdemócrata. Capitalismo Socialdemocracia El motor de la economía es la empresa privada y el beneficio empresarial El modelo económico es mixto con presencia importante del Estado que redistribuye Los servicios esenciales son más eficientes privatizados y pueden prestarse en función de cotizaciones Los servicios esenciales deben estar garantizados con carácter universal y público La fiscalidad debe ser la menor posible para facilitar la iniciativa privada La fiscalidad debe redistribuir los ingresos y garantizar el Estado de Bienestar La vida económica debe ser resultado del libre juego del mercado, con la oferta y la demanda El Estado debe reglamentar las relaciones económicas para evitar el abuso de los poderosos En la sociedad globalizada debe haber plena libertad de negocios Debe protegerse la economía local para facilitar la competencia con las multinacionales PODER CULTURAL-MEDIÁTICO: Las costumbres sociales, los estados de opinión, las orientaciones políticas, los valores prioritarios, las pautas de consumo no son casuales, espontáneos o individuales. Son resultado de la información, la influencia y la presión que ejercen los medios de comunicación, los grupos influyentes, los poderes mediáticos en las personas y en los grupos sociales. Todos no tenemos la misma oportunidad de que nos publiquen nuestra opinión en los medios de comunicación. Hay grupos que son propietarios de las cadenas de televisión, o de las grandes agencias de noticias o de la prensa que consiguen difundir su pensamiento, sus intereses y en el fondo su ideología al conjunto de la población. Llegan incluso a influir en las decisiones políticas bien directamente en los gobernantes o en los ciudadanos. Los propietarios de estas grandes cadenas, de estos medios, de las productoras de cine o de series, ejercen un poder cultural innegable. Para entender este poder cultural-mediático hay tres conceptos que debemos afianzar: cultura social, ideología e identidad. Cultura social es el conjunto de expresiones que una sociedad crea para satisfacer sus necesidades de subsistencia y
  • 6. comunicación. Está formada por conocimientos, normas, costumbres, valores, creencias, símbolos y tecnologías que se generan a lo largo de la historia y que se transmiten de generación en generación. La ideología es el conjunto de ideas o creencias que sirven para justificar o interpretar los intereses de los grupos o de los colectivos sociales. Las ideologías sirven para legitimar las posiciones que cada cuál defiende o representa en las relaciones socioeconómicas. Como veremos en este mismo tema, las principales ideologías en la actualidad son el liberalismo, la socialdemocracia, el nacionalismo, el ecologismo y el feminismo. A su vez, la identidad es el sentido de pertenencia, de compenetración que las personas pueden sentir, respecto a una cultura, a un pueblo, a unas tradiciones o a una nación. Así puede hablarse que existe la identidad canaria, cuando nos identificamos con los rasgos culturales que caracterizan a la cultura canaria, o la identidad andaluza o la identidad española. PODER SOCIAL: La sociedad está organizada en grupos que ejercen influencia para defender sus intereses. Desde esta perspectiva los principales son las clases sociales, los géneros y las etnias. Las clases sociales son grandes colectivos de personas que coinciden en ingresos y propiedades, en un nivel de formación y titulación semejantes, en ocupaciones o empleos de categorías similares y en estilos de vida coincidentes. Las clases sociales determinan oportunidades de formación para sus miembros, explican comportamientos culturales parecidos y en general es una categoría sociológica que explica muchos comportamientos colectivos. En una clasificación clásica, la sociedad se divide en clase social alta, media y trabajadora. Es fácil aceptar que tengan distintos intereses, distintos problemas y distinta posición en lo organización política de una sociedad. El género está referido a los contenidos que la sociedad adjudica a lo masculino y a lo femenino. Desde que nacemos, la sociedad atribuye una serie de conductas, normas, valores, obligaciones, expectativas, símbolos a las mujeres y a los hombres. Esos contenidos no son obligatorios, ni están marcados por el sexo. Sabemos que este representa los componentes biológicos del hombre y la mujer. Mientras que el género es de origen y construcción social. Esos contenidos se atribuyen por conveniencia social a unos y a otros. Dentro del poder social también debemos citar a las etnias, que son el conjunto de personas que comparten una misma cultura social. Son fáciles de reconocer las etnias judías o gitanas. Pero en realidad todos formamos parte de una etnia porque coincidimos en compartir una misma cultura con millones de personas. PODER POLÍTICO: Cuando hablamos de poder político queremos referirnos a dos cuestiones claras: En primer lugar a la capacidad de personas y grupos
  • 7. de hacer que sus intereses sean tenidos en cuenta y terminen aceptándose. Y en segundo lugar, nos referimos al poder de los gobiernos en sus distintos niveles: estatal, autonómico insular o municipal. La organización del sistema político es compleja. Por un lado existe toda la organización formal de los Gobiernos y Administraciones públicas. Se sustenta en la legislación y en la normativa reglada. Se nutre de las organizaciones políticas, especialmente de los partidos políticos que dinamizan y participan en la dinámica política institucional y social. Hay dos conceptos que debemos aclarar relacionados con el poder político. Son los conceptos de autoridad y legitimidad. Existe autoridad cuando se realiza un uso legítimo del poder. Se puede tener poder y no autoridad porque el uso es abusivo o dictatorial. La legitimidad la otorgan los gobernados, los ciudadanos. Hay legitimidad cuando la ciudadanía acepta la autoridad como merecedora del poder. - El Estado. Un elemento indispensable en la organización política de las sociedades modernas es el Estado. Entendemos por Estado al aparato político de gobierno, que rige sobre un territorio, con una autoridad respaldada pos las leyes y con capacidad para emplear la fuerza para cumplir con esas normas. Los Estados tienen su organización administrativa, respaldada por niveles de competencia territoriales, Poder central, Autonomías, Cabildos y Ayuntamientos. Su poder está distribuido en tres dimensiones: Legislativa, Ejecutiva y Judicial. Disponen de Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado. Gestionan servicios públicos esenciales como sanidad, educación, pensiones, vivienda o dependencia. Representan a la sociedad a niveles internacionales. El Estado es la forma de organización política y administrativa con capacidad para legislar, prestar servicios, recaudar impuestos y disponer del uso de la fuerza. El Estado es soberano, es decir, tiene la capacidad última para decidir, tiene la última palabra. Los Estados tienen soberanía, es decir deciden por sí mismos en todas las cuestiones que afecten a su organización interna. Quienes residen y conviven en un Estado democrático consiguen la condición de ciudadano-a porque son sujetos de derechos y deberes. Los Estados democráticos garantizan la condición de ciudadanía a todos sus habitantes. Y la última condición que otorgan y amparan los Estados es la nacionalidad, porque los Estados reconocen que conforman una nación, es decir una comunidad con una cultura, una política y unos sentimientos comunes. 3. Estructura de poder del Estado español. Modelos de Estado. Historia de una excepción.
  • 8. La estructura del Estado español es la de un Estado constitucional con monarquía parlamentaria y con descentralización autonómica. a. La Administración española se organiza en cuatro niveles territoriales: estatal (Gobierno español), autonómico (Gobierno canario), insular (Cabildos insulares)-(Diputaciones en la península) y local (Ayuntamientos). Competencias exclusivas y competencias compartidas. b. Se aplica el principio de división de poderes funcionales: legislativo, ejecutivo y el judicial. Se evita el absolutismo y se favorece el control democrático. c. Las 17 Comunidades Autónomas son Estado descentralizado. Tienen las competencias de gestión de importantes políticas sociales: sanidad, educación, vivienda, empleo, servicios sociales. d. Distinguir el poder formal-oficial que reside en las administraciones, el poder real que está en partidos políticos, en las grandes empresas y bancos, en los medios de comunicación social y el poder social que disponen grupos y movimiento sociales organizados y movilizados. La historia democrática del Estado español es breve y excepcional. Apenas 40 años en los dos últimos siglos, desde 1808 fecha de la primera constitución, pueden calificarse como realmente democráticos. La bibliografía que trata de explicar esta anormalidad es inmensa. Pero tenemos que ahondar en la estructura económica agraria del país, favorecedora del caciquismo y de la influencia religiosa católica que no primó la defensa de los ideales democráticos. La crisis de la descolonización que supuso importantes inversiones militares en perjuicio de la industrialización y modernización de servicios. La fractura entre nacionalidades avanzadas del norte industrial y el resto de regiones, que no influyeron, no lideraron al resto del país por su doble reivindicación modernizadora y nacionalista. La división del movimiento obrero que lo debilitó, en tres orientaciones: socialista, anarquista y comunista. La polarización de la sociedad, en clases sociales antagónicas, favorecida por las enormes desigualdades sociales, por el abuso de poder d las minorías burguesas y conservadoras y por la dificultad de encontrar proyectos integradores. 4. Ideologías y organizaciones políticas. El término ideología significa literalmente, “la ciencia de las ideas”. Acercándonos a un diccionario o a una enciclopedia, encontraremos básicamente definido el concepto de ideología como “conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc.”. No son pensamientos externos o pasajeros de personas o grupos, sino que son constitutivos de su forma de ser, de su conducta y de
  • 9. sus relaciones sociales. En determinadas culturas, o épocas, esas diferencias ideológicas dieron o dan lugar a gravísimos enfrentamientos que pueden acabar en conflictos violentos. Sin que sea la única causa, la guerra civil española es un ejemplo triste y cercano, de conflictos ideológicos llevados hasta la tragedia. Otra definición esclarecedora define la ideología como “sistemas de creencias, socialmente compartidos por los miembros de una colectividad de actores sociales, de contenido fundamental y que son creadoras de valores, criterios de conducta y de legitimación de la acción social”. En esta definición descubrimos otros contenidos a tener en cuenta. Suponen posiciones, valoraciones que marcan criterios de conducta o de posición social Las ideologías identifican a los miembros de un grupo porque se definen a favor de alguno de los valores fundamentales, como puede ser la libertad, la seguridad, la igualdad o la autoridad y los jerarquizan. Así las ideologías caracterizan y diferencian a socialistas, a conservadores, a nacionalistas o a feministas. O por confesiones religiosas a protestantes, islamistas, católicos o budistas. Desde las Ciencias Sociales, las ideologías son: “conjuntos de construcciones mentales, (valores, sentimientos, pensamientos, actitudes y conductas), con diferentes grados de racionalización, acerca del ideal de las relaciones humanas y de la organización social y política de una sociedad”. Las ideologías plantean un sentido global, tienen una idea del conjunto social, de la experiencia colectiva. Las ideologías nos ofrecen una representación ideal de la sociedad y proponen recomendaciones programáticas, prácticas y políticas de cómo alcanzarlas. Las ideologías pueden tener dos objetivos, el cambio social o la estabilidad a través de activar la razón y los sentimientos humanos. Cuando existe una situación de pobreza, de malestar o de insatisfacción social, la ideología aglutina al colectivo y favorece el cambio social. En cambio, cuando el bienestar material y social se extiende, las ideologías se acomodan a las estructuras económicas y favorecen un consenso para conservar la situación. Las ideologías son trascendentes, porque pretenden legitimar, explicar, interpretar o justificar la acción y la vida social. Estas cuatro funciones se han cumplido a lo largo de la historia, y por tanto en el momento actual: 1. La ideología legitima una acción o una organización social cuando las considera beneficiosas, positivas, justas. Por ejemplo una ideología conservadora apoya el recorte de prestaciones sociales para aumentar los recursos privados. Una ideología progresista respalda el matrimonio de homosexuales por garantizar sus derechos. Las ideologías sugerirían a los perdedores en los conflictos sociales que lo que está ocurriendo es también beneficioso para ellos. Las ideologías sugerirían a los ganadores
  • 10. que no han actuado sólo en defensa de sus propios intereses, sino que lo ocurrido redunda en beneficio del interés general. 2. También sirve la ideología para explicar ciertos acontecimientos o sucesos. La ideología interpreta la realidad. Una ideología ecologista explicará el fenómeno de la desertización del planeta por los enormes daños que la producción industrial y química está originando. Del mismo modo, La reciente guerra de Irak necesita ser entendida y la ideología socialdemócrata interpreta que esa guerra tiene una clara finalidad económica, mientras los conservadores la aceptan como defensa contra el terrorismo. 3. Las ideologías integran e identifican a grupos, colectivos o clases sociales. La ideología difunde la convicción de que unos hechos, unos acontecimientos, una historia, son constitutivos de la memoria social y a través de ella, de la identidad misma de la comunidad o del grupo. Si cada uno de nosotros se identifica ya con la historia que puede relatar sobre sí mismo, sucede lo mismo con toda sociedad. Con la diferencia que debemos identificarnos con acontecimientos que ya no son el recuerdo directo de nadie, y que lo fueron, tan sólo, del círculo limitado de protagonistas históricos. De manera que la función de la ideología consiste en servir de relevo a la memoria colectiva, a fin de que el valor original de esos hechos decisivos se convierta en objeto de unión de todo el grupo. Tal vez no exista grupo social, ya sea una clase social o un pueblo, sin una relación indirecta con los acontecimientos a los cuales el grupo adjudica el significado de acontecimiento decisivo. Todo grupo se sostiene, y adquiere consistencia y una permanencia, gracias a la imagen estable y duradera que se da de sí mismo. Esta imagen estable y duradera expresa el nivel más profundo del fenómeno ideológico. Los ejemplos son múltiples. En el caso de Canarias, el 30 de Mayo recuerda la constitución del primer Parlamento autonómico para el autogobierno del archipiélago y su recuerdo es una función ideológica para soldar los sentimientos de canariedad. 4. Por último, la ideología tiene también la función de orientar y justificar las decisiones públicas que se toman. La ideología feminista justifica la discriminación positiva a favor de las mujeres como el mecanismo más eficaz y justo para alcanzar la igualdad en las áreas donde la mujer no la ha alcanzado. Principales ideologías actuales: 1. El liberalismo-conservadurismo. 2. Socialdemocracia-socialismo. 3. El nacionalismo. 4. El ecologismo.
  • 11. 5. El feminismo. 4.1 El liberalismo-conservadurismo. El liberalismo es la posición filosófica, política y económica defensora de la preferencia de los derechos individuales frente a los derechos colectivos, la libertad de empresa y del sistema capitalista como motor del desarrollo. El liberalismo quiere situarse a medio camino entre el conservadurismo y la propuesta socialdemócrata. No obstante, a partir de los años 80 y ante el declive del comunismo, el liberalismo asume formas más radicales y llega a caracterizarse como neoliberalismo. El liberalismo se asocia desde sus inicios a la burguesía y al capitalismo. Al capitalismo industrial, como sistema socioeconómico que se organiza a partir de la revolución industrial, del desarrollo del intenso comercio internacional y del crecimiento de los grandes bancos. Se asocia al capitalismo con independencia del momento histórico en que se encontrara este modo de producción, en sus balbuceos o plenamente desarrollado. Una asociación que refleja el hecho de que el liberalismo colmará las aspiraciones políticas, económicas, morales y culturales de la burguesía y se convertirá en la filosofía por excelencia del capitalismo moderno. De este modo, es lógico que asociemos estrechamente la evolución del liberalismo como filosofía y doctrina política con la evolución del capitalismo en el plano económico y la de la burguesía en lo social. Liberalismo, capitalismo y burguesía son tres componentes inseparables a partir del siglo XIX. Sin embargo, limitarnos a esta constatación sería insuficiente, ya que el liberalismo, a su vez, está compuesto de un conjunto de elementos filosóficos de larga tradición cultural y lento recorrido histórico, que presenta variantes reseñables según distintas épocas, autores, países y zonas geopolíticas. La ideología liberal asienta sus pilares en los valores de libertad, individualismo y competitividad privada. La libertad es el valor primario del credo liberal, puesto que es el medio que permite al individuo satisfacer sus intereses propios. Considerada desde este punto de vista, la libertad es un valor instrumental que ayuda a las personas a obtener aquello que desean. Con el paso del tiempo, hay que reconocer que ese valor absoluto de la libertad queda cuestionado cuando los intereses económicos se ponen en peligro. En resumen, libertad cuando no se cuestionan las posiciones de ventaja. Estos elementos filosóficos han conformado decisivamente la historia contemporánea, tanto a escala occidental como mundial. De ahí que algunos politólogos estudiosos del liberalismo afirmen que dicha doctrina constituye una
  • 12. “mentalidad” que ha llegado a ser la doctrina política principal de la civilización capitalista sobretodo a lo largo del siglo XX. Propugnan la igualdad jurídica de todos los hombres. Libertad para competir por la posesión de los medios materiales, como medio para conseguir el éxito económico y social. Todos somos iguales porque el hombre posee unos derechos naturales. Todo lo que frene la libertad individual debe ser suprimido, ya que la libertad es la condición natural del hombre. Uno de los axiomas políticos centrales que se derivan de la idealización de la libertad y la racionalidad individuales es que el gobierno debe basarse en el consentimiento del pueblo, quien de esta manera lo legitima. Aquí está la base de la afinidad entre liberalismo y democracia. El consentimiento de los gobernados se expresa en el acto de votar. Esta es la principal justificación liberal de la obligación política dando lugar a la afirmación de que el gobierno elegido tiene mandato para actuar. La teoría liberal iguala formalmente a los individuos, aunque los individuos reales tengan diferentes niveles de riqueza, competencia e inteligencia. El liberalismo sostiene la ficción de que todos empiezan la carrera de la vida en las mismas condiciones, lo cual estimula la competencia que tiene lugar en un contexto de igualdad de oportunidades que garantiza un resultado justo, en el cual los individuos más valiosos obtienen recompensas. La igualdad de oportunidades por la que abogan los liberales supone la oportunidad para diferenciarse uno mismo de los demás, y así destacarse si se aprovechan las oportunidades. Plantean que no se trata de una doctrina de la desigualdad, sino que está basada en las igualdades humanas fundamentales, a partir de las cuales surge la diferenciación basada en la justa recompensa de los méritos. Surge así ligada al liberalismo la teoría de la meritocracia o el poder de los méritos, todos somos iguales y triunfa quién se lo merece. Tienen un planteamiento intervencionista moderado pues creen que los gobiernos deben intervenir en determinados momentos en la economía. Sin embargo, piensan que el capitalismo es el mejor sistema económico descubierto hasta la fecha siempre y cuando sea debidamente regulado y controlado por el Estado. Conviene al concluir el liberalismo, hacer una breve reseña de las diferencias entre conservadurismo y liberalismo: Mientras el conservadurismo rechaza todo cambio organizado, los liberales aceptan un cambio moderado si es decidido democráticamente. Para los primeros la tradición es buena y positiva, mientras que los segundos apuestan por lo moderno siempre que sea eficiente y produzca beneficios económicos. Para los conservadores sólo hay individuos y familia nunca sociedad, para los liberales si hay sociedad porque es la que genera las relaciones económicas. En el primer caso, el Estado no debe intervenir en absoluto, mientras que para los liberales
  • 13. debe moderar las reglas de juego y corregir los excesos que cometa el mercado. Para los conservadores el mercado se regula sólo, mientras que para los segundos se producen disfunciones que no se pueden arreglar solas. Durante los últimos 20 años se ha desarrollado una revisión de esta ideología con la denominación de neoliberalismo. Se caracteriza por una política económica donde se prime la búsqueda de beneficios a toda costa, la visión de toda actividad social bajo la lógica del mercado y de la rentabilidad. En lo social se favorece la reducción del Estado de Bienestar con el argumento de reducir costos para ganar en competitividad. El papel de las administraciones debe ser el de favorecer el desarrollo de condiciones para que crezca el modelo capitalista. La economía de mercado no se cuestiona en el neoliberalismo, más bien se convierte en una seña indiscutible. Se liberalizan los precios, la inversión privada es el motor básico de la economía, se reducen los gastos de personal y los costes sociales, debilitamiento de las organizaciones obreras y sindicales, supremacía del capital que gana influencia y capacidad de decisión política. 2. Socialismo- socialdemocracia. El socialismo como ideología que surge y se consolida tras las grandes revoluciones del siglo XIX, ha tenido distintas formulaciones desde las más radicales hasta las más moderadas o socialdemócratas a mediados del siglo XX. Hay una expresión que resume la filosofía básica del socialismo: “A cada uno según sus necesidades, de cada uno según sus capacidades”. El socialismo es resultado del mundo moderno. No tiene precedentes ni en el mundo antiguo ni en el medieval, pero en ambos es posible encontrar referencias a los ideales de igualdad y fraternidad. Desde los primeros testimonios escritos encontramos evidencia de revueltas de pobres contra ricos, de gentes oprimidas contra élites gobernantes y de sus sueños de un orden humano realmente justo y por lo general igualitario. La idea de una transformación radical de la sociedad fue antiguamente propuesta por los profetas hebreos y popularizada por los primeros cristianos. Sin embargo, las condiciones necesarias, ideológicas y prácticas para la aparición del socialismo que conocemos están ligadas a las teorías democráticas y a los sucesos de la Revolución Francesa, así como a los acontecimientos y a las teorías económicas de la Revolución Industrial y finalmente a la influencia del racionalismo y de la Ilustración democrática del siglo XIX. El socialismo primitivo o premarxista basó sus aportaciones en iniciativas y en ideas que coincidían en su voluntad de cambiar la sociedad. En unos casos se ensayaron experiencias cooperativas en fábricas que funcionaban como comunidades
  • 14. y que disponían de viviendas, tiendas y escuelas obligatorias y gratuitas. Ese modo de producción cooperativo pretendía ser alternativo a la crueldad de las fábricas que aparecían tras la Revolución Industrial. Fueron ensayos que protagonizó Owen en Escocia y que no se generalizaron como era su deseo. Sus seguidores no eran revolucionarios sino personas que creían que la producción y la prosperidad general podían ser impulsadas mediante la regulación colectiva de fábricas y talleres sobre bases cooperativas. Owen veía a la industria y a las fábricas como las liberadoras de la pobreza y de la ignorancia de la humanidad, pero pensaba que estarían mejor y más libres si se reorganizaban sobre la base de principios cooperativistas. Otras iniciativas se dirigieron al mundo rural. Se crearon cooperativas de producción agrícola al margen del Estado con la intención de hacer tan agradable la vida en estas comunidades o falansterios que atraerían el interés de la sociedad. Parecía el inicio del socialismo comunitario, más preocupado por la calidad de vida que por la economía o la política. Fourier, impulsor de estas ideas, tomó mucho de Rousseau, incluyendo la idea de éste de que el hombre común (honrado y natural) era más virtuoso que el aristócrata (sofisticado y corrupto) y que el erudito (artificial y arrogante). El hombre común debe ser capaz no sólo de ocupar sus manos en cualquier tarea sino que debe hacerla. El término socialismo connotaba hacia 1830 lo siguiente: un sistema ideal de sociedad que acentuaba lo social frente al egoísmo, la cooperación frente a la competencia, la sociabilidad frente a la autosuficiencia individual y el interés propio; controles sociales estrictos sobre la acumulación y el uso de la propiedad privada, así como la igualdad económica, o, al menos, recompensas según los méritos (socialmente determinados) o según la necesidad (posición intermedia). El socialismo primitivo fue una reacción minoritaria a la práctica de la ética capitalista y a una sociedad cada vez más industrializada. Pero el verdadero nacimiento de la ideología y de las organizaciones socialistas se va a producir con las elaboraciones marxistas y la constitución de los primeros sindicatos y partidos obreros al final del XIX. Van a aportar una visión radicalmente nueva de las condiciones económicas, sociales y políticas de la clase trabajadora en industrialismo y por tanto de la nueva sociedad. Ideas nuevas para una sociedad nueva. El socialismo será la reacción social y política ante la Revolución Industrial salvaje que proletariza y empobrece a campesinos, pequeños comerciantes y nuevos trabajadores de fábricas. El socialismo será la expresión de la nueva clase obrera que reclama un nuevo orden social. El socialismo señalará a la nueva clase obrera como el nuevo sujeto histórico que conseguirá la emancipación y la liberación de la humanidad. La socialdemocracia rostro europeo del socialismo.
  • 15. La ideología socialista aspira a promocionar y equilibrar los valores de igualdad y libertad. Por este orden, la ideología socialista apuesta por la igualdad, la libertad y la solidaridad. El objetivo es encontrar un método político, social y económico que nos haga a todos más iguales sin herir ni restringir las libertades. Igualdad incluye la participación ciudadana en las instituciones y los órganos de decisión político-social. Implica hacer efectiva y real la justicia social y la igualdad de oportunidades por medio de sistemas públicos de bienestar como educación, trabajo, salud, seguridad social y servicios sociales. Significa a su vez redistribuir la riqueza y la integración o incorporación social de los grupos con menos posibilidades por su origen socioeconómico. El socialismo deseaba promover el aumento de derechos sociales, (salud, vivienda, empleo, educación...), para ser más iguales, una vez que durante el siglo XIX se habían conquistado los derechos civiles como abolir la esclavitud, y se habían mejorado los derechos políticos. La conquista de estos tres tipos de derechos era el reto de una sociedad igualitaria. Conviene aclarar llegados a este punto que en el contexto europeo occidental, cuando hablamos de socialismo nos referimos a la socialdemocracia, concepto que se refiere al socialismo desarrollado a través de instituciones democráticas a crear, o a instituciones democráticas existentes, en lugar de hacerlo a través de la revolución. No es el socialismo un estadio que se implanta bruscamente tras la toma de poder por la clase obrera, sino un horizonte al cual se habría de llegar gradualmente y no como consecuencia de una catástrofe económica o política. La forma imprescindible de este proceso habría de ser la democracia. Cambian, por tanto, los medios no los fines. Los socialdemócratas, los socialistas revolucionarios y los socialistas anarquistas defienden los ideales socialistas, pero difieren en los medios por los que llegaría a implantarse el socialismo y discrepan de la forma de organización social adecuada para una sociedad socialista. La socialdemocracia rompe con el marxismo revolucionario después de la II Guerra Mundial. Acepta la economía de mercado, promoverá la economía mixta y reduce las expropiaciones y las colectivizaciones. Defiende la democracia parlamentaria y huye del control del Estado por los partidos obreros. Renuncia a la Revolución política y defiende las Reformas graduales. Organizará partidos socialistas abiertos a todo el pueblo y no sólo de la clase obrera. Defiende la función redistributiva del Estado, desarrollando un Estado de Bienestar extenso y universalista y permite la propiedad privada que prohibía el marxismo revolucionario. Aclaremos en los próximos apartados las posiciones principales de la ideología socialdemócrata por ser la que más influencia ha tenido y está teniendo en los países de nuestro entorno.
  • 16. Desde su perspectiva, el mercado no responde a la necesidad de las personas sino a la demanda de propietarios y consumidores. El mercado para la socialdemocracia, es generador de desigualdades, no es sabio y produce injusticias. El mercado es un mecanismo útil para el desarrollo económico y para el interés de la burguesía propietaria pero no es la herramienta fundamental para aumentar los derechos sociales. Por eso los programas socialistas contemplan el intervencionismo estatal para modificar la demanda dando así respuesta a la necesidad de las personas. Apuestan por intervenciones de los poderes públicos para alcanzar la igualdad no sólo desde una perspectiva humanitaria y económica sino social. Sus argumentos parten del supuesto de que el incremento de la igualdad es útil para mantener la cohesión social y descartar conflictos sociales. Si el mercado es generador de desigualdad, el Estado deberá posibilitar la movilidad social y una sociedad menos conservadora en sus vertientes social y económica, por medio de sistemas públicos de bienestar que eviten la consolidación y perpetuación de las élites. Para la ideología socialista existen unos derechos naturales, una justicia natural que es rota cuando persiste la desigualdad. El Estado debe ser el instrumento que garantice el respeto de los derechos necesarios para que todos seamos más dignos, más iguales y podamos desarrollar nuestras potencialidades y capacidades. Y será fundamentalmente a través del sistema educativo donde encuentran los socialdemócratas la posibilidad de equilibrar las desigualdades personales y sociales surgidas al haber nacido en un contexto sociofamiliar adverso. Todos deben tener su oportunidad para estudiar, formarse, trabajar y demostrar su valía. Las instituciones sociales y en mayor medida la educación pública financiada por medio de un sistema impositivo fuerte, se encargarán de ir limando y compensando las desigualdades. El instrumento básico para reequilibrar la situación desde el socialismo contemporáneo es el Estado de Bienestar en general y la educación en particular. Desde un contexto europeo en los últimos 20 años el socialismo ha llegado a implementar estrategias socioeconómicas de rentas mínimas, de igualdad de oportunidades educativas y de universalización de las prestaciones sanitarias para conseguir su meta de una sociedad más justa. La disyuntiva socialdemócrata europea sintetizada en el binomio libertad versus igualdad, tiene un saldo hasta la fecha a favor de la primera. No se han encontrado medidas eficaces para reducir las desigualdades ya que una excesiva regulación a cargo del Estado, contradice los cimientos de libertad económica que soporta el sistema de producción capitalista. Los gobiernos tienen para el socialismo un papel amplio: la promoción del bienestar colectivo y la modificación de las injusticias económicas y sociales que genera la dinámica del mercado privado. Sin lastimar las libertades individuales, el gobierno que ha accedido al poder con un programa socialista, habrá planificado una
  • 17. intervención reglada que, en teoría, conseguirá dominar al mercado por medio de la política y, en consecuencia, repartir y desconcentrar el poder económico y social. Lo público deberá primar sobre lo privado: se invertirá en cooperativas, se apoyarán las asociaciones y los órganos de participación, se democratizarán las empresas, se regulará el mercado, se crearán órganos de control de la propiedad privada y se incentivarán las estrategias de economía social. Para la ideología conservadora, esta acción interventora se juzga artificial, contranatural, restrictiva de la libertad individual y que al fin y al cabo sólo beneficia a un grupo de votantes dependientes política y económicamente del partido en el gobierno. En definitiva, la elección de la ideología socialdemócrata es clara: peso compartido entre el Estado y el mercado. El Estado no es un instrumento al servicio absoluto del capital y del hombre, sino que se convierte en un instrumento para el cambio. El cambio de algunas cosas en estado injusto: las desigualdades, el mercado meritocrático, el éxito de los que más tienen y no de aquellos que podrían valer y aportar, la opresión de aquellos que quieren conservar sus privilegios o beneficios y la pobreza consentida. Conviene al terminar de explicar la socialdemocracia, comparar las propuestas principales de esta ideología con las del liberalismo que vimos en el apartado anterior, con referencia a aspectos centrales de ambas ideologías. Socialdemocracia Liberalismo Primer valor • • La igualdad. La libertad individual. Diagnóstico de la sociedad • Injusta y opresora. • Armónica y equilibrada. Objetivo prioritario • Solidaridad y la cohesión social. • Desarrollo individual y la competitividad. Papel del estado • • Garante del estado de bienestar Distribuidor. • • Menor intervención posible. Observador.
  • 18. Función del mercado • • Favorece a quienes tienen poder y fuerza económica. Prima el lucro económico. • Regula la economía natural y acertadamente. Ley de oferta-demanda sabia. • Estado de bienestar • • Objetivo esencial estratégico. El mínimo imprescindible. Valoración del capitalismo • • Si se controla, el mal menor. Modelo deseable, el mejor conocido. Sistema económico deseado • Sistema mixto, privado y público. • De libre mercado, privado. Situación del individuo • Condicionado por la realidad social de clase, género o etnia. • El individuo puede más que la sociedad. 3. El nacionalismo. Las ideologías que hemos analizado hasta ahora, se diferencian por considerar correcta o injusta la distribución de la riqueza o de las oportunidades entre las clases sociales. Las ideologías conservadoras, liberales, socialistas o socialdemócratas discrepan al reconocer explotadores y explotados, propietarios y asalariados y por la aceptación o desacuerdo con las desigualdades sociales o económicas de la sociedad industrial. El nacionalismo, en cambio, destaca los derechos y la identidad de una comunidad cultural o política distinta de otras que la dominan o con quienes tiene relaciones conflictivas. El conflicto principal se establece entre derechos de la propia
  • 19. comunidad nación y el poder exterior a ella que la condiciona, la determina, a veces la coloniza y otras la oprime. Surge una dialéctica entre Estado y naciones, poder centralpoder periférico, o poder de la metrópolis-territorios colonizados, poder estatal-poder de la nación. Los nacionalismos han representado y representan desde el siglo XIX, movimientos sociales, culturales y políticos de una enorme trascendencia social. Esa influencia ha marcado tantas transformaciones y acontecimientos en las sociedades contemporáneas que es objeto de investigación y debate en todos los foros intelectuales con repercusión en el mundo de las ideas políticas. El nacionalismo es una ideología y un movimiento sociopolítico, al mismo tiempo. Su objetivo central será la defensa y el desarrollo de los derechos de la nación tanto en procesos descolonizadores como en la defensa de las identidades nacionales frente a la homogeneidad que impone la globalización cultural. Nadie o muy pocos, permanecen indiferentes ante el debate nacionalista. Esa reacción nos indica que estamos ante una reflexión que afecta a las referencias básicas de las sociedades actuales. Hablamos de identidades como pueblos, de autogobierno, de culturas nacionales, de singularidades, de descolonización, de federalismo, de autodeterminación, de independencia, de imperialismo, de globalización, de los Pueblos frente a los Estados. En definitiva hablar de nacionalismo es aclarar posiciones sobre los grandes temas públicos que congregan a la ciudadanía desde hace 150 años, como mínimo. Podemos hablar de situaciones concretas. Todos los procesos de descolonización de América Latina y de África están impregnados de ideales nacionalistas que inflamaron y movilizaron a millones de personas. Europa ha sido un continente en permanente erupción y confrontación de planteamientos nacionalistas. A un nivel más cercano, en el Estado español, la cuestión de las nacionalidades y regiones ha atravesado todo el siglo XX, condicionando Constituciones y hasta Regímenes políticos. La cuestión nacional se ha convertido en España en un elemento decisivo en cualquier intento de funcionamiento democrático del Estado durante el siglo XX. Hablar de nacionalismo es reflexionar sobre la historia más viva y más reciente de los pueblos y de las naciones europeas. El nacionalismo tuvo su origen en el siglo XIX, cuando se generalizó la lucha anticolonial. Los países colonizados elaboraron una ideología que fundamentaba sus aspiraciones al autogobierno, al control de sus riquezas, a la descolonización y por tanto a la creación de una comunidad política independiente que se constituyera en Estado. Esa ideología ponía en el centro de toda reivindicación la consideración de su comunidad como sujeto de derechos y a la dependencia como causa principal de los problemas y de las miserias de esa sociedad. La contradicción central se localizaba
  • 20. entre poder exterior opresor, nación oprimida, más que entre clase opresora, clase oprimida. Por lo que hace al siglo XX cabría extraer por lo menos dos grandes conclusiones de carácter general: 1) que el nacionalismo fue, como ya lo había sido en el siglo XIX, una fuerza de transformación y cambio probablemente más poderosa de lo que pudieron haberlo sido las transformaciones económicas, la conflictividad social y aún el progreso científico y tecnológico, factores tenidos usualmente como instrumentos esenciales del cambio histórico; 2) que los nacionalismos han sido causa de importantes conflictos, con consecuencias casi siempre decisivas y como todo proceso de ruptura social, en algunas ocasiones trágicas. El sujeto central en la ideología nacionalista es la nación, la comunidad que identifica cultural y políticamente a una sociedad. No se trataría en este caso ni de la burguesía o de la clase obrera, como en las ideologías ya estudiadas. La nación sería el concepto central, el sujeto que dinamiza y facilita el desarrollo de esa comunidad. El conflicto por tanto de establece entre la propia nación y otras instancias externas, Estado, Metrópolis, multinacionales, que recortarían o condicionarían los derechos de la propia nación. Otros sociólogos definen la nación como “una población humana con un sentido de identidad desarrollado, relacionada con un territorio y unida por un lenguaje y una cultura común". La nación se refiere principalmente a los vínculos culturales entre un grupo de personas que les concede una identidad compartida. Nación es el conjunto de personas que comparten espacio geográfico, costumbres, historia, cultura y, sobre todo, que conciben una voluntad unitaria de proyección de futuro. Nacionalismo no es sinónimo de autarquía, insolidaridad o cerrazón, sino la afirmación de la libertad de un pueblo que considera incuestionable la asunción de la propia soberanía para la conformación de un proyecto social de integración en la esfera internacional. En la historia de las Ciencias Sociales hay dos posiciones en la definición de Nación. Una más objetivista que tiene en cuenta el territorio, las fronteras, la lengua, el gobierno y otra más subjetiva, cultural, que la considera un fenómeno social por el que un conjunto de personas se identifican como tales y se diferencian de los demás, comparten una misma cultura y un sentimiento de identidad colectiva. El despertar de las nacionalidades, a las que el nacionalismo dio sentimiento e idea de nación y conciencia de sus derechos colectivos, provocó la primera gran etapa de movilización étnico-secesionista en el centro y este de Europa y en algunos países occidentales (casos de Irlanda, por ejemplo, y en España, con los nacionalismos catalán, vasco y gallego). Esta movilización dio lugar tras la I Guerra Mundial a la
  • 21. creación de un importante número de nuevos países: Irlanda, Checoslovaquia, Yugoslavia, Polonia, Hungría, Austria, Finlandia, Letonia, Estonia, Lituania. Al analizar los distintos modelos de materialización del nacionalismo, comprobamos que se produce una semejanza en función del contexto social, histórico, económico y de alianzas internacionales. Parece que el marco continental es el que más explica las coincidencias que reconocemos. Así el nacionalismo irlandés, vasco, catalán o inglés tienen algunas manifestaciones comunes, aunque debemos advertir que en coherencia con la propia ideología, cada nacionalismo tiene una singularidad irreducible a otros. Del mismo modo los nacionalismos cubano, venezolano, argentino o panameño presentan rasgos que los asemejan entre sí y los diferencia de los europeos. Por lo dicho, la situación congoleña, nigeriana, sudafricana o sahariana se diferencia en su trayectoria de los otros grupos continentales. Para el nacionalismo los dos valores fundamentales son la defensa del autogobierno, de la capacidad de decidir frente a intereses extraños y la cohesión de su población en torno a la defensa de los valores comunes. Vistos los conceptos claves de la ideología nacionalista conviene precisar su posición ante tres interrogantes importantes: derechos sociales, la globalización y las identidades. En políticas sociales hay diferencias básicas si estamos ante nacionalismos conservadores o progresistas. Quienes defienden los derechos nacionales pero conservando el sistema económico capitalista como decisivo, tendrán políticas sociales más débiles, no pretenderán redistribuir la riqueza porque aceptan el sistema económico. En cambio, los nacionalismos que luchen por el autogobierno pero rechacen las desigualdades de clase social apoyarán políticas sociales más universales e intensivas. Los nacionalismos no son neutros respecto al conflicto de clases sociales. La orientación social de cada uno de ellos depende de quién es el colectivo dirigente que asume la dirección del movimiento nacionalista y de las prioridades de actuación que se determinan. En la mayoría de casos europeos, han sido las burguesías, las elites económicas, quienes han dirigido el nacionalismo hacia posiciones de incremento de poder frente a las burguesías centrales, pero en beneficio de las burguesías locales. En los nacionalismos sudamericanos, en algunos africanos y en ciertos nacionalismos del sur de Europa, el sujeto activo ha sido y en parte sigue siéndolo, el bloque social de progreso con un fuerte componente de clase trabajadora. La identificación del proyecto nacionalista con la demanda social de cambio, genera un amplio apoyo popular cuando las condiciones de vida están lastradas por la pobreza y el neocolonialismo. Las experiencias, unas frustradas y otras iniciales, de Nicaragua, Panamá, Cuba, Uruguay, Brasil, confirman el potencial transformador de estos nacionalismos progresistas o socialistas.
  • 22. Desde esta revisión podemos concluir que el nacionalismo permite las dos orientaciones, una conservadora y otra transformadora, en función de las condiciones de cada sociedad. Dependerá del nivel de consolidación, legitimación, del sistema socioeconómico y de la clase social que dirija el movimiento. Así donde el sistema económico está consolidado como es el caso europeo, los nacionalismos suelen ser conservadores y dirigidos por la burguesía. Allí donde el sistema está quebrado, es desigual y agrava las diferencias entre una minoría enriquecida y una mayoría excluida, el nacionalismo puede ser un instrumento de cambio si está dirigido por un bloque social de cambio. Otro debate en torno al nacionalismo es su vigencia en la sociedad global. Los nacionalistas entienden que es la respuesta adecuada y actualizada para combatir el nuevo colonialismo que supone el dominio de las multinacionales en los campos económico, cultural, medioambiental y político. Desde esta perspectiva los nacionalismos evitarían la homogeneización cultural y defenderían la diversidad de culturas como una riqueza en la sociedad plural. El nacionalismo defendiendo las singularidades culturales aportaría riqueza frente al monopolio cultural de las multinacionales. Los nuevos nacionalismos tienen componentes culturales y políticos y por eso pretenden extender, recrear, consolidar la cultura común a toda la nación. Las nuevas instituciones políticas que crean los nacionalistas, son principalmente baluartes en defensa de la identidad cultural. Esta idea la recoge sintéticamente el pensador japonés Yoshino cuando dice: “El nacionalismo cultural pretende regenerar la comunidad nacional mediante la creación, conservación o fortalecimiento de una identidad cultural del pueblo cuando se siente que falta o está amenazada. El nacionalismo cultural considera a la nación un producto de su historia y cultura únicas, y como una solidaridad colectiva dotada de atributos únicos. En pocas palabras, al nacionalismo cultural le preocupa el carácter distintivo de la comunidad cultural como esencia de la nación”. Como dice Manuel Castell “la identidad es la fuente de sentido y experiencia para la gente” y recogiendo a su vez una cita de Calhoun comenta que “no conocemos gente sin nombre, ni lenguas o culturas en las que no se establezca de alguna manera distinciones entre yo y el otro, nosotros y ellos. (...) El conocimiento de uno mismo – siempre una construcción pese a que se considere un descubrimiento- nunca es complemente separable de las exigencias de ser conocido por los otros de modos específicos”. Los nacionalismos asumen la antigua expresión formulada por Manuel Vázquez Montalbán de “respetar con lucidez todas las identidades detectables”. Identidades que permanecen, incluso cuando durante siglos esas naciones carecen de instituciones de autogobierno, cuando durante siglos no funcionan como Estados. Estas
  • 23. nacionalidades como “unidades sociales primarias y fundamentales, están destinadas a ser en la sociedad mundial, lo que el hombre es para la sociedad civil”. 4. El ecologismo. El ecologismo es la teoría crítica de la civilización industrial destructora de la naturaleza. Los contenidos de esta ideología son muy amplios: crecimiento sostenible, armonía con la naturaleza, reorganización del trabajo y del consumo, eficacia energética, depredación del tercer mundo, calentamiento e la atmósfera, etc. Manifiesta que la expansión indefinida del capitalismo destruye los recursos naturales y produce un modelo consumista de vida que agota el patrimonio natural de la humanidad. Todo ecosistema debe mantener un equilibrio estable entre sus cuatro elementos básicos, población, medio ambiente, tecnología y organización social. Ese equilibrio está en permanente interacción y depende del control de sus componentes. Los orígenes del ecologismo contemporáneo son múltiples, pero la década de los 70 es señalada por algunos autores como momento clave para el ecologismo como ideología específica. A través de publicaciones diversas surgidas de organismos internacionales, se cuantifica la gravedad de los problemas ambientales e insisten en la necesidad de considerarlos desde una perspectiva global y estructural. El ecologismo tiene dos vertientes: ecologismo moderado y ecologismo radical. El ecologismo moderado es aceptado por cualquier gobierno, por las industrias y el mundo de los negocios y por cualquier ciudadano sin grandes convicciones ecológicas. Defiende que es necesario seguir manteniendo el crecimiento económico y el consumo, si bien debe alcanzarse respetando en lo posible el medio ambiente. Por su parte, el ecologismo radical no asume este mensaje y le parece que incrementar el crecimiento económico intensivo y respetar el medio ambiente son dos fines incompatibles. Entiende que ambos son mutuamente excluyentes, es más, el consumo acabará por destruir el medio ambiente y solamente controladas tasas de crecimiento económico son compatibles con la salvaguarda del medio. El ecologismo social introduce aspectos sociales que afectan al medio ambiente y propone una forma de organización de las sociedades en pos de la consecución de los objetivos ecologistas. Aquí el valor de igualdad, de la participación social, de una sociedad poco jerarquizada, con unos niveles bajos de consumo toman un sentido fundamental. La perspectiva de la ecología social no culpabiliza tanto a los humanos de la destrucción sino que atribuye críticamente a las instituciones, al sistema socioeconómico y al mundo de los negocios la situación actual de contaminación del planeta. El modo de vida, el modelo productivo de la sociedad postindustrial es insostenible para cada sociedad y a nivel planetario. El cambio ecologista ha de suponer, renunciar al mito del crecimiento indefinido, reducir el consumo y rechazar el antropocentrismo.
  • 24. La sociedad ideal ecologista es ecocéntrica o biocéntrica en cuanto la conservación de la naturaleza y de la vida, en todas sus ramificaciones, constituyen el principio inalterable al que se supeditan la economía y el progreso social. Parten de la premisa que los seres humanos son sólo una de las muchas especies del planeta y que debe existir respeto e interdependencia entre las distintas especies en beneficio de todas. La desaparición de alguna de estas especies o elementos naturales repercutirán en el resto, poniendo en peligro la continuidad del hombre y del planeta. Los recursos naturales son limitados y por tanto esos valores son insustituibles. El ecologismo combate la concepción antropocéntrica de la naturaleza. Para esta concepción los seres humanos constituyen la especie más importante. Los recursos naturales son inagotables. No hay problemas medioambientales o de recursos que no puedan ser resueltos por la creatividad humana. Todo lo anterior no se podrá lograr si no se tiene en cuenta otro importante factor, que es el de la explosión de la población. El actual tamaño de la población mundial y las actuales tasas de crecimiento poblacional son incompatibles con la conservación del medio ambiente. Proponen políticas antinatalistas y de control poblacional tanto a nivel nacional como internacional, que, por otra parte, deben ser consideradas conjuntamente con sus propuestas de redistribución de recursos entre países ricos pobres. Estas políticas son congruentes con la idea ecologista de una sociedad basada en el desarrollo sostenible que se define como aquél que “satisface las necesidades del presente sin comprometer los recursos naturales para que las generaciones futuras puedan satisfacer las suyas”. La sostenibilidad promueve el uso de recursos renovables y reduce al mínimo el uso de los no renovables. Así mismo tiene en cuenta la capacidad de carga de los ecosistemas que soportan la actividad económica y el crecimiento poblacional. Concluye afirmando que esas capacidades de carga no son infinitas. En definitiva, el ecologismo idealiza una sociedad ecológica, participativa, igualitaria y sostenible. Los ecologistas han añadido a los criterios de bienestar tradicionales económicos (riqueza del producto nacional bruto) y sociales (salud, educación, empleo, pobreza, etc.), los criterios ambientales (deforestación, destrucción de la capa de ozono, calentamiento global de la atmósfera, agotamiento de los recursos, etc.), al tiempo que han insistido en que estos criterios ambientales son, al menos, de igual importancia que los otros dos comúnmente más utilizados. La Política Social admite y acepta que el equilibrio ecológico y el desarrollo sostenible forman parte del núcleo central del Estado de Bienestar contemporáneo. El derecho al equilibrio ambiental se une al resto de dimensiones que configuran las políticas sociales básicas.
  • 25. La hostilidad ecologista frente al constante crecimiento económico y la administración centrada en el beneficio y el lucro, defiende una política social localmente administrada desde Ayuntamientos y Corporaciones cercanas al ciudadano-a, una reducción del gasto público y una mayor autonomía y participación de la ciudadanía. Estas ideas generales se plasman en propuestas concretas:  En cuanto a las prestaciones de la Seguridad Social, el ecologismo propone un esquema de garantía de ingresos mínimos que asegure el derecho de todas las personas a recibir unos beneficios. Proponen que la prestación no pueda recaer en terceras personas, por ejemplo, el subsidio no será recibido por los hijos. Esa propuesta es coherente con la política de control poblacional defendida por los ecologistas. Este sistema será financiado y administrado localmente, en línea con los principios del biorregionalismo.  En el campo educativo, éste debe ser gestionado localmente, fomentando la máxima participación tanto de padres como de alumnos, y debe ser un medio fundamental para transmitir valores ecologistas que reemplacen a los dominantes del industrialismo. La educación debe contribuir a transmitir estos valores sostenibles y a experimentar un modelo alternativo al consumismo.  Con respecto a la salud, parten de la premisa de que la enfermedad y la incapacidad en las sociedades industriales avanzadas son el resultado, en gran medida, de la propia naturaleza y prácticas del industrialismo. Prácticas que, por otra parte, repercuten de forma más aguda en los sectores más desfavorecidos de la población. En consecuencia, la política de salud ecologista propone enfatizar la prevención en general y el establecimiento de medidas específicas contra la pobreza y la exclusión social: mejoras en vivienda y dieta, lucha contra la contaminación ambiental, salud e higiene en el trabajo etc. Por lo que respecta a la prestación de servicios médicos, considera que éstos deben ampliarse para incluir formas no tradicionales de medicina, se enfatizan los factores humanos en la asistencia sanitaria y se propone para ello la sustitución de los grandes y tecnológicos hospitales por unidades más pequeñas que fomenten la participación de los usuarios y creen una atmósfera igualitaria y de confianza que rompa la actual relación de dominación por parte de los profesionales de la salud.  Con relación a los problemas de desintegración social, delincuencia, drogadicción, se considera resultado de la propia naturaleza de las sociedades industriales y capitalistas. Están pues generados por la propia estructura del sistema, y únicamente cambiando el sistema podrán ser solucionados. En consecuencia, pocas son las propuestas ecologistas sobre los servicios sociales personales. Se enfatiza la atención comunitaria con un apoyo total del gobierno a los
  • 26. profesionales. El internamiento, si se requiere, deberá ofrecerse a través de pequeñas instituciones integradas en la comunidad que deben ser gobernadas de forma cooperativa y participativa.  Por lo que respecta a la política sobre vivienda, ésta debe ser considerada dentro del contexto más amplio de la planificación urbana y rural. Hay un acuerdo general en que las grandes ciudades son indeseables por razones sociales, económicas y ecológicas. Se aboga por las pequeñas comunidades en contacto directo con la naturaleza y con un carácter protector y conservador de los recursos naturales. Se defiende la concentración poblacional, en pequeñas comunidades, puesto que esto permite un uso más eficiente de la energía y una mejor planificación de determinados servicios como el transporte público. El ecologismo defiende una triple solidaridad: la interna a cada comunidad, entre todas las personas que conforman esa sociedad. La que salvaguarda el patrimonio natural garantizando el futuro de las generaciones jóvenes y el desarrollo solidario entre todas las sociedades planetarias mundiales, es decir entre el primer y tercer mundo. 5. El feminismo. Es la teoría social y política que defiende la igualdad real, legal y social de la mujer y el hombre. Analiza que históricamente se ha producido un dominio del hombre que ha construido un sistema económico, cultural y social a su conveniencia para mantener dominada y dependiente a la mujer. Ese sistema pretendió y pretende mantener los privilegios que la situación de dominio supone. El feminismo es un cuerpo coherente de vindicaciones y un proyecto político que sólo puede articularse teóricamente a partir de premisas ilustradas: premisas que afirman que todos los hombres nacen libres e iguales y, por tanto, con los mismos derechos. El feminismo es capaz de constituir un sujeto revolucionario colectivo, las mujeres que se movilizan en defensa de sus derechos cívicos. El feminismo es una teoría, un movimiento social, una política especializada y también un conjunto de acciones pequeñas o individuales que protagonizan cada mujer, cada hombre, cada persona que lucha por su libertad y sus derechos. Acciones contra corriente, rebeldías e insumisiones que las mujeres han realizado a lo largo de la historia por su dignidad. El feminismo diagnostica la situación dependiente, subordinada, oprimida y doblemente explotada de la mujer. Esta discriminación está realzada por las relaciones sociales del capitalismo. Este modelo de dominación masculino, es definido como patriarcado.
  • 27. El feminismo empieza a formularse seriamente durante el siglo XIX. Autores como Stuart Mill en su obra La sujección de la mujer, o de Engels en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado ponen los cimientos de una alternativa que comparaba la dominación de las mujeres por los hombres con la que sufrían los proletarios por los capitalistas. Todos los análisis coincidían en que la mujer ha sufrido y en parte sufre una subordinación legal, económica y moral. A principios del siglo XX el debate sobre la igualdad política se centró en el derecho al voto que hasta entonces era sólo masculino. Hubo feministas que inicialmente se opusieron al voto femenino por temor a la influencia conservadora de la iglesia en las mujeres. El sufragio universal para las mujeres se consiguió en 1931 con la Segunda República, pero luego la dictadura franquista lo volvió a eliminar. Los movimientos de mujeres durante la postguerra española fueron antifeministas, contrarias a cualquier reivindicación que supusiera un conflicto social con los hombres. La investigación sociológica durante el siglo XX pone de manifiesto la exclusión de género. Comprueba que cada sociedad adjudica unos papeles y unas pautas a cada sexo que son arbitrarias, decididas sólo por el interés de los grupos dominantes machistas. Esa reflexión diferencia al sexo como contenido biológico del género como construcción social. Después de la segunda guerra mundial parecía resuelto el problema de la igualdad con los avances legales sobre el sufragio, pero la reflexión pionera de Simone de Beauvoir en su libro El segundo sexo (1949), constituye un brillante ejemplo de cómo la teoría feminista supone una transformación revolucionaria de nuestra comprensión de la realidad. El problema de las mujeres era el "problema que no tiene nombre", y el objeto de la teoría y la práctica feministas fue, justamente, el de nombrarlo. El capitalismo patriarcal identifica mujer con madre y esposa, con lo que cercena toda posibilidad de realización personal y culpabiliza a todas aquellas que no son felices viviendo solamente para los demás. Esos cambios legales no habían transformado la jerarquía masculina. Se había inculcado la mística de la feminidad, que impedía el desarrollo pleno e igualitario de las mujeres porque idealizaba la sumisión al modelo patriarcal. Ese ideal de mujer había creado “un malestar que no tiene nombre”, un estado mental y emocional de estrechez, de desagrado, de falta de aire y de horizontes que heredaban las mujeres de la sociedad capitalista de los 50 y 60. El Patriarcado seguía invariable como sistema sociomoral y político que mantenía la jerarquía masculina. El feminismo de los años setenta supuso el fin de la mística de la feminidad, recogiendo la inercia de los cambios traídos por la revuelta de Mayo del 68. Se habían producido mejoras educativas, legales y laborales pero no se había avanzado hacia la paridad con los varones. Se mantenía una distancia jerárquica y valorativa con ellos
  • 28. que era injusta y excluyente. El feminismo se plantea entonces revisar toda la legislación normativa que seguía siendo discriminatoria y no sólo ésta sino el conjunto de normas y costumbres que presionaban y diferenciaban. Por eso se luchó por eliminar la diferencia entre lo público y lo privado porque ahí se refugiaban muchas imposiciones injustas y machistas. Hasta entonces la violación en el seno del matrimonio se consideraba privado o las relaciones prematrimoniales eran consentidas a ellos y castigadas para ellas. El feminismo acuñó el lema lo personal es político. En España la Constitución de 1978 estableció explícitamente el principio de no discriminación de género. En ese ambiente las primeras reivindicaciones feministas fueron la despenalización de anticonceptivos y del adulterio femenino, el derecho al divorcio y al aborto, la creación de guarderías y escuelas infantiles que facilitaran el trabajo de las mujeres y la igualdad en el trabajo. En los años 80 y 90 el feminismo dio un nuevo paso para evitar el contraataque conservador que pretendía estancarlas en las conquistas alcanzadas. Se marcó un nuevo objetivo conocido por la visibilidad. Los avances alcanzados no eran suficientemente visibles porque no ocupaban las mujeres puestos de poder explícitos y legítimos en la estructura jerárquica de la política, de la empresa, de la educación o de las organizaciones sociales. Se revisó cuántas mujeres ocupaban responsabilidades en los sectores relevantes de la sociedad y de las organizaciones. Se comprobó que el número era muy escaso. Existe un techo de cristal en todas las escalas jerárquicas, a medida que se sube de nivel, con formación equivalente la presencia de mujeres se reduce. La conclusión del feminismo es que los mecanismos de selección no son neutrales. Fue entonces cuando se plantea la democracia paritaria y la discriminación positiva a través del sistema de cuotas y otras medidas que expresaran en lo público la presencia igualitaria de la mujer. Una gran defensora del sistema de cuotas, la socióloga, Amelia Valcárcel, explica que ese procedimiento evita la reproducción del privilegio masculino. Ese dominio se aplica a través de dos sesgos dentro de las organizaciones sociales dominadas por los hombres: la invisibilización de los logros femeninos y la discriminación de élites masculinas que se autoeligen. Montesquieu llegó a escribir que la medida de la libertad que goza una sociedad depende del grado de libertad de que gozan sus mujeres. El feminismo como ideología surge, como hemos explicado, a partir del análisis de que la mujer ostenta una posición desigual respecto al hombre en la sociedad. Desde esa reflexión se proponen estrategias para poder cambiar dicha situación.
  • 29. Los tipos de feminismo más importantes que existen son: Feminismo liberal: Tiene una larga historia y tiene que ver con la igualdad de derechos para las mujeres en educación, trabajo y poder dentro de la sociedad. En un primer momento esta corriente luchó contra las restricciones y discriminaciones de la mujer tanto en materia de pensiones, trabajo, salarios, etc. Se le ha criticado por ser poco beligerante por la causa de la mujer. Creen que la respuesta a la desigualdad de las mujeres, termina cuando se da una igualdad de oportunidades respecto a los hombres. Este tipo de feminismo también es criticado porque beneficia a un grupo de mujeres con las siguientes características: blancas, de clase medida y elevado grado de educación. Es por consiguiente, una estrategia válida para las mujeres de clase media, pero no para las más pobres. Feminismo socialdemócrata: En una sociedad capitalista la mujer juega un papel de reproducción biológica y social. Su trabajo en casa no está pagado y constituye un subsidio para el capitalismo porque reduce costes de producción en la preparación de futuras generaciones de trabajadores, al tiempo que constituye un servicio gratuito para mantener a los hombres que tienen que trabajar. Si la mujer depende de la familia y de un hombre que trabaja, el capital se está ahorrando costes de producción y mantenimiento de la mano de obra. Existe una relación de conveniencias entre la familia y el sistema de producción capitalista. La primera constituye un mecanismo de control social del trabajador, así como una forma de dependencia de la mujer respecto al hombre a través del matrimonio. El bajo salario que recibe un hombre que trabaja o el desempleo de la mujer en una familia, es una mordaza del sistema capitalista para atajar la independencia y la autonomía. Feminismo consecuente de la igualdad: La mujer es un grupo social oprimido por el hombre. Los hombres y mujeres pertenecen a clases diferentes. Mientras que el hombre es el patrono, la mujer es la empleada desde una perspectiva eminentemente materialista. Se centra en problemas de la mujer que no tratan otras corrientes feministas, tales como la violencia de género o la dependencia cultural. Objetivos y retos del Feminismo en la sociedad global * Reto general de la paridad, alcanzar una presencia equivalente a los hombres en todas las áreas sociales. * Políticas sociales que posibiliten al hombre y a la mujer ocuparse por igual del trabajo doméstico.
  • 30. * Institucionalizar principios básicos de igualdad de oportunidades, desterrando la discriminación sobre la base del género. * Resolver la discriminación contra las mujeres en el mercado de trabajo. * Alcanzar una ciudadanía plena para la mujer, elevándola a la condición de ciudadana, y no como recurso para cuidar niños y ancianos, apoyo al hombre y mercado de trabajo. * La igualdad de oportunidades no es suficiente. A menos que las responsabilidades domésticas no se repartan entre hombres y mujeres o entre mujeres y Estado, la mujer no podrá tener la suficiente independencia ni tiempo como para acceder a cargos en la esfera pública y a los beneficios de la Seguridad Social. Para conseguir una sociedad igual entre hombres y mujeres, es preciso redefinir y reconocer muchos aspectos de la actividad humana. Hasta que no exista una implicación de los hombres hacia el trabajo doméstico y la educación de los hijos-as, de igual forma que las mujeres se han preocupado por el trabajo no doméstico, no se conseguirá una sociedad igual. * El trabajo remunerado es crucial en la vida de la mujer dentro de las economías industriales modernas. A través del trabajo es posible la integración y consecución de los principales derechos. En muchos casos el Estado de Bienestar ha fallado en este objetivo. Para conseguirlo es preciso que exista: 1) Una expansión de aquellos servicios dedicados al cuidado de niños y mayores por parte del Estado, 2) Que existe una “paternidad igualitaria”, donde el hombre dedique el mismo tiempo al trabajo doméstico que la mujer. 5. Legislación básica. Como vimos en el tema dos, la estructura política se regula y organiza a partir de una legislación que está estructurada jerárquicamente. El documento inicial y que fundamenta al resto de legislaciones es la CONSTITUCIÓN de 1978. A partir de su aprobación se desarrollan las leyes básicas y promulgan los Estatutos de Autonomía. La Constitución española es la norma suprema que supedita toda la estructura política y administrativa el estado. Está constituida por un título Preliminar y diez Títulos que organizan los distintos niveles de organización superior. En los dos artículos iniciales se concretan los principios decisivos: Artículo 1.
  • 31. 1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. 2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado 3. La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria. Artículo 2. La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas. De estos artículos se deducen tres principios constitucionales, se conforma: 1. Un Estado social y democrático de derecho. 2. Una monarquía parlamentaria. 3. Un Estado de las Autonomías. Los principios constitucionales están contenidos en el título preliminar y en el Título I que incluye de los derechos y deberes fundamentales. Así se recoge textualmente: TÍTULO I. DE LOS DERECHOS Y DEBERES FUNDAMENTALES. Artículo 10. 1. La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la Ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social. 2. Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los Tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España. En los nueve títulos restantes se organiza la estructura de Gobierno, del Parlamento, de la organización territorial y del resto de poderes. A partir de la Constitución las normas ordinarias de mayor nivel son las leyes Orgánicas y las leyes de Bases que desarrollan alguno de los principios o derechos regulados por la constitución. Los Estatutos de Autonomía tienen carácter de ley Orgánica. En el caso de Canarias, el Estatuto de Autonomía aprobado por Ley Orgánica 10/1982, de 10 de agosto, reformada por Ley Orgánica 4/1996, de 30 de diciembre, es la norma suprema que organiza y permite el autogobierno de los canarios-as.
  • 32. 6. Mecanismos de acción política. El concepto de acción política lo recogemos de Montero cuando afirma: “Hablamos entonces de “acción política” y no de participación política (...), ya que ese segundo término implica una reducción de las posibilidades de acción, reacción y transformación de los fenómenos políticos por parte de los individuos, en tanto limita su actividad a algunas formas de actuación. (...) El concepto de acción política indica, en cambio, una toma de acción que considera, en primer lugar, que las personas son seres activos, constructoras de la realidad en la que viven, generadoras de los cambios, las tendencias dominantes y las resistencias (...). Así la acción política es vista como parte de la construcción social cotidiana de la realidad; como parte del devenir histórico, como conjunto de fenómenos esencialmente dialéctico y dinámico. Los modos o maneras de intervenir en la acción política son muy variados, dependiendo del momento y del contexto. Una lista inicial puede ser la siguiente: a. Elecciones, sistemas electorales. b. Sindicatos, comités de empresa, convenios colectivos, huelgas. c. Organizaciones empresariales, confederaciones, pequeñas y medianas empresas. d. Los medios de comunicación social: Televisión, prensa, medios digitales y radio. e. Los movimientos y las movilizaciones sociales: pacifismo, ecologismo, antiglobalización. f. Las organizaciones sociales y no gubernamentales: Cruz Roja, Caritas, Asociaciones de Vecinos, g. Las redes sociales en Internet. h. Las administraciones públicas y los parlamentos. i. Las confesiones religiosas. j. La ciudadanía que madura la conciencia de su realidad y toma decisiones para desarrollar sus derechos.