2. “La pereza hunde en la somnolencia y el alma apática
pasará hambre”. (Proverbios, 19,15)
La ἀκηδία (akidía) acedia o pereza espiritual, término
puramente ascético y teológico, que es el desánimo y la
desgana que domina al hombre convirtiéndole negligente,
indiferente y perezoso para cada trabajo espiritual.
3. ¿Qué es la acedia? Pereza espiritual
• Es la flojera o la pereza en el
plano espiritual y religioso.
Oímos la Palabra del Señor,
no obstante nos da cansancio
cumplirla. Esta acedia, algunas
veces se acompaña de una
cierta tristeza, que nos
confunde y nos pone lento
para los ejercicios que
necesita el espíritu
4. • Los Padres del desierto
la llamaron "terrible
demonio del mediodía,
torpor, modorra y
aburrimiento".
5. Falta de caridad Negligencia
• En todo caso, no deja de
ser negligencia y en
muchos casos
indolencia, por tanto nos
aleja de la virtud de la
caridad con nuestros
hermanos, a quienes les
dejamos de lado por la
acedia.
6. ◦ El que está dominado por
la acedía, siempre tiene
un motivo para no
participar de una
actividad religiosa, lo
peor, es que busca a
través del engaño,
compasión por sus
dificultades.
7. Es así como podemos definir la acedia como tedio,
aburrimiento, fastidio, tristeza, flojera, pereza espiritual,
ansiedad del corazón y del espíritu del que la padece y que
le provoca esa modorra que lo vence antes las obligaciones
como hombre de fe, de orar, ir asistir a Misa, atender a un
hermano necesitado, atender su compromiso de
comunidad, etc.
8. ◦ la acedia, es parte de esa
falsa humildad en el sentido
de que nos sentimos
desmoralizados y por tanto
no hacemos nada por
confiar en la providencia,
porque eso implica
paciencia y esperanza y nos
da mucha pereza tener que
esperar por la ayuda de
Dios.
9. Como lo relata el Evangelio de Mateo cuando Jesús invita a
tres de sus amigos a una propiedad llamada Getsemaní, y
les dice: “Mi alma está triste hasta el punto de morir;
quedaos aquí y velad conmigo” y luego viene donde los
discípulos y los encuentra dormidos; y dice a Pedro:
¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo? Velad
y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu
está pronto, pero la carne es débil. Y alejándose de nuevo,
por segunda vez oró así: Padre mío, si esta copa no puede
pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad. Volvió otra
vez y los encontró dormidos” (Mateo 26, 36-43)
10. • San Isidoro de Sevilla indica, en
cambio cuatro derivadas de la
tristeza: el rencor, la
pusilanimidad, la amargura, la
desesperación; y seis de la acedia
propiamente dicha: la ociosidad,
la somnolencia, la indiscreción de
la mente, el desasosiego del
cuerpo, la inestabilidad, la
verbosidad, la curiosidad.
11. Malicia propiamente dicha. El término designa,
"indignación y odio contra los mismos bienes
Es un punto probablemente no querido ni sospechado
el acidioso, pero en el que lógicamente puede
el resentimiento y animadversión que experimenta
no es combatido) por los bienes espirituales o las
que con ellos nos relacionan se empieza por "amar
menos", se sigue por "preferir" otra cosa a los bienes
espirituales; puede terminar por odiar aquello que ya
desistimos de conseguir o buscar.
12. Rencor o amargura. Santo Tomás entiende esta expresión
como "indignación contra las personas que nos obligan
contra nuestra voluntad a los bienes espirituales que nos
contristan” Es decir, los superiores en la vida religiosa, y,
para los perezosos en general, los virtuosos.
13. Pusilanimidad. La acedia engendra la "pusilanimidad y
cobardía de corazón para acometer cosas grandes y
empresas". El tedio a la dificultad que comporta la virtud
menos en los comienzos de la vida austera) engendra
miedo al trabajo y a la perseverancia en las buenas obras
consecuentemente el ánimo se achica o se viene abajo.
14. Desesperación. Ha de entenderse como el natural fastidio
y consecuente huida de aquella obra difícil que produce
tristeza. El fastidio y el aburrimiento no combatidos (al
menos mediante la perseverancia y firmeza en no
abandonar la obra comenzada o el deber contraído)
pueden terminar en el abandono, en la desesperación de
no poder llevar adelante tales obligaciones
15. Incumplimiento de los preceptos. Primero
voluntariamente (ociosidad y somnolencia voluntarias
los deberes de estado o simplemente ante los
mandamientos divinos), y a la postre como una
imposibilidad de obrar el deber fruto de la indiferencia
adquirida.
16. Divagación por las cosas prohibidas (inestabilidad del
alma, curiosidad, locuacidad, inquietud corporal,
inestabilidad local). Divagar significa "apartarse del asunto
que se debe o se está tratando". Indica aquí el dirigirse
hacia lo ilícito como fruto de la deserción de los bienes
sobrenaturales. Es un volcarse hacia las creaturas del
pecado en general y propio de este pecado en particular.
17. • Dice Santo Tomás:
"Cuando pensamos más en
los bienes espirituales, más
nos agradan, y más de
prisa desaparece el tedio
que el conocerlos
superficialmente
provocaba"
18. • La acedia es pecado contra la
caridad; se vence pues
haciendo crecer la caridad
hacia Dios y los dones por los
que Dios se nos participa: la
gracia, los dones del Espíritu
Santo, los mandamientos
divinos, los consejos
evangélicos.
19. • la desolación nos es
provechosa: como
purificación de nuestros
pecados, para que
experimentemos realmente
lo que es de Dios en
nosotros y los límites que
tiene nuestra acción sin la
ayuda y consuelo de Dios
20. • Como la acedia es un modo de
pereza, valen para ella los
remedios generales para este
defecto: la firmeza de
propósitos; el combate decidido
contra el ocio obrando por
medio de la lectura espiritual, la
Salmodia, el trabajo manual, la
oración y las obras buenas de
todo género
21. • Siendo también una forma
de sensualidad se la
combate también con la
mortificación,
especialmente
mortificando aquello que
es más propio de la acedia:
la constante movilidad, la
curiosidad, la verbosidad,
etc.
22. • Pero fundamentalmente la
acidia se purifica en la "noche
pasiva del sentido", es decir,
en las purificaciones a las que
Dios sujeta al alma. Se trata de
una gracia purificadora a la
que el alma debe responder
por medio de su docilidad y
paciencia.