Sor Ángela Vallese fue una pionera misionera de las Hijas de María Auxiliadora que partió desde Italia hacia América del Sur en 1877. Pasó 25 años como Visitadora de las casas en la Patagonia y Tierra del Fuego, fundando 13 misiones y enfrentando grandes dificultades con valentía y fe. Su ejemplo inspiró a las hermanas a comprometerse con los más pobres y continuar la misión de llevar el amor de Dios a todas partes.
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Primera Expedición Misionera FMA Chile 1874
1. PrimeraExpediciónMisionera
Roma, 14 de abril 2017
Queridas hermanas,
Cuando recibáis este mensaje estaremos todas reunidas y unidas para vivir el gran misterio Pascual,
donde el dolor, el sacrificio y la muerte se llenan de sentido, porque la última palabra pertenece a la
VIDA. Jesús se entrega libremente por amor y por amor resucita para mostrarnos que el Proyecto
del Padre es la vida y ¡la vida en abundancia! Para todos.
Hoy, en preparación a la GRAN EXPEDICIÓN MISIONERA estamos invitadas a quedarnos en
Chile y a encontrarnos con Sor Ángela Vallese.
Nació en Lu Monferrato el 8 de enero de 1854 en una familia de agricultores, a los 21 años Ángela
partió para Mornés. El 29 de agosto de 1876 emitió los primeros votos religiosos. Fue la pionera de
las FMA misioneras en América. Mujer fuerte, de gran fe y de intenso ardor apostólico, fue la
primera directora en Montevideo –Villa Colón (Uruguay), y en seguida en Argentina y en Chile.
Por 25 años fue la Visitadora de las casas de la Patagonia y en la Tierra del Fuego. Murió en Nizza
Monferrato el 17 de agosto de 1914.
Por amor, sor Ángela Vallese partió el 14 de noviembre de 1877 hacia la tierra de los sueños
misioneros de Don Bosco.
Por amor, ha cruzado el océano, ha abrazo pueblos y culturas hasta entonces desconocidos, ha
aprendido lenguas nuevas, ha desarrollado la capacidad de comunicar con el corazón, con los
gestos, con la mirada.
Por amor, sor Ángela ha afrontado - en la serenidad y en la obediencia - también las más amargas
dificultades: el frío, el viento pampero, el trabajo humilde y pesado, el hambre, el peligro de los
viajes, los mareos del mar, las tempestades furiosas, la amenaza de los naufragios, las largas
distancias, los conflictos entre los colonos y los indígenas, el incendio que destruyó la misión de la
Candelaria...
Por amor, sor Ángela logró ser siempre sí misma, con la inquebrantable certeza de estar sostenida
por el amor del Padre en la firme voluntad de amarlo a Él más que a nadie y a nada del mundo.
Por amor, sor Ángela fue severa consigo misma en su estar siempre sirviendo y dulce y
comprensiva con los demás al comprender, incluso en el prevenir, sus necesidades y en el donar
afecto y esperanza.
Por amor, elegía para sí los trabajos más duros y difíciles... acogía a todos, se interesaba por todos,
se acercaba con afecto materno, llevaba dones y se hacía don para cualquier persona.
Por amor, sor Ángela no ha hecho jamás cálculos... ¡Se ha gastado totalmente por la misión, por
los pobres, por los más pequeños, para quienes no contaban para nadie!
Por amor, sor Ángela ha sido la “Madre buena”, la “Madre de los indios”, la “Madre blanca”.
Por amor, sor Ángela ha vivido gestos proféticos...
Y nosotras ¿Qué podemos hacer por amor en este 140° de la primera Expedición Misionera?
Queridas hermanas, con el recuerdo de sor Ángela Vallese, les hago una invitación a cada
Inspectoría para que piense y puedan discernir junto con las hermanas un gesto profético para ser
asumido por la comunidad inspectorial el día 14 de noviembre de 2017.
2. PrimeraExpediciónMisionera
Oremos al Espíritu Santo para que ilumine nuestras mentes y nuestros corazones y nos haga
disponibles para escuchar aquello que Él mismo nos va a sugerir. Me gustaría recibir en los
próximos meses de cada Inspectoría el gesto profético y las consecuencias significativas de
cada comunidad y en el corazón de todas las FMA para que se reavive en el Instituto el ardor
misionero de los orígenes y suscite nuevas vocaciones misioneras ad gentes.
Además, confío a vuestra oración la Inspectoría San Gabriel Arcángel, de Chile. Podemos dejar
sobre el altar de la capilla el Volumen II del Elenco del Instituto, abierto en la página 135, como
acción de gracias por el bien hecho y vivido por sor Ángela Vallese en aquella “tierra bendita”.
Para concluir, os ofrecemos para vuestra lectura y reflexión el diálogo entre una FMA chilena y Sor
Ángela Vallese. Esto nos ayudará a enfervorizar el corazón y a prepararnos más en nuestra GRAN
EXPEDICIÓN MISIONERA.
Con afecto, un fuerte abrazo y un recuerdo en la oración,
Consejera para las misiones
Muy querida Madre Ángela: me acerco a tu persona coloquialmente, de puntillas, con
deseos de conversar, pero especialmente de escucharte desde dentro tu experiencia en la tierra
de los sueños de Don Bosco.
Quiero rememorar contigo algunas situaciones presentes en tu corazón misionero que
hoy hacen realidad el pretérito pasado, dando consistencia y fundamento a los senderos de la
fidelidad del hoy entre nosotras.
El viento y la soledad magallánicas saludaron tu rostro en aquellos desolados parajes
cuando el 03 de diciembre de 1888, en medio de una gran borrasca desembarcaste en el
Estrecho de Magallanes en Punta Arenas.
Las fuentes de los inicios nos hablan de esa capacidad de empezar desde la nada, “con
pequeños pasos”, constatamos la valentía y el tesón de construir un gran edificio espiritual
cuyas bases graníticas estaban fundamentando una provincia proclive en su realidad geográfica,
a grandes movimientos y desastres naturales. Al rememorar la vida y conducción de esta
primera comunidad junto a estas primeras hermanas habéis dejado enclavada en la entonces
provincia “San Miguel Arcángel” la certeza que “Sólo Él es el Señor” quien da fortaleza en los
senderos de la fidelidad cotidiana.
Desde la ventana de la Valponasca aprendiste a alargar la mirada y a soñar con el
anuncio del Reino regalando la vida para una gesta desconocida. Como hija de soñadores
audaces, solo confiando en Él creaste una inspectoría que no tenía fronteras - las trece
fundaciones abarcaron toda la Patagonia Chilena y Argentina - obligándote a desplazarte por el
Estrecho de Magallanes en débiles goletas con aquel implacable y feroz oleaje. Tu mirada y tu
corazón estaban fijos en tu Señor Jesús, por eso hoy tu figura nos recuerda y hace presente “la
radicalidad en el seguimiento del Señor”. Característica viva, con las limitaciones propias de
tus hijas de hoy.
Sigue viva en las jóvenes que frecuentan las dos primeras fundaciones por ti iniciadas en
nuestra provincia, la certeza de ser depositarias y representantes del carisma, dando una
especial impronta también en los ambientes locales.
3. PrimeraExpediciónMisionera
Sentimos que lo que somos y tenemos, es don que debemos cuidar como un tesoro. Es muy clara
la convicción en nosotras del “amor a los jóvenes y la misión, de ser con ellos auxiliadoras
para otros jóvenes”. Si bien, esta dimensión es propia de la identidad de ser y pertenecer a un
Instituto misionero, sentimos que el contacto con las fuentes de la primera hora, hizo despertar
en nosotras tu figura simple, firme, pionera, de pie, que sencilla y eficazmente supiste afrontar
las dificultades y buscar la mejor solución. Por eso es una herencia tuya la característica
despertada en nosotras: “el haber reconocido que somos pobres, y nos acercamos
efectivamente a ellos sin defensas ni pretensiones, para así acompañar y aprender”; y
tenerlo en cuenta al momento de tomar decisiones y distribuir las fuerzas existentes.
Oteando desde la ventana el Estrecho de Magallanes, pensando en tus hijas de la isla Dawson
preocupada por la falta de medios, la soledad y la lejanía… nos has hecho tomar conciencia de
“pensar en el otro”, y preocuparnos efectivamente por el más cercano.
En 1893, tu viaje junto a Monseñor Fagnano a Santiago, pone de relieve tu ardor misionero.
Junto a él, dice la crónica, fundaste la casa de San Miguel Arcángel, donde hasta el día de hoy se
continúa recibiendo a las jóvenes de las comunas más desprotegidas del gran Santiago, para
ayudarlas ser “honestas ciudadanas y buenas cristianas”. La provincia ha heredado de ti la
“preferencia por las jóvenes de las clases populares”.
Tu temple y audacia misioneros ha dado un estilo de opciones serenas entre tus hijas de
ahora.
Si volvieras a Punta Arenas, creo que repetirías la frase que dijiste a Monseñor Fagnano
en el viaje desde Ushuaia a Punta Arenas en aquel sueño visión contigo: “Bendita Tierra del
Fuego que tanto paraíso me ha proporcionado”
Gracias Madre Vallese por tu ardor misionero, por soñar y ejecutar aún sin medios,
gracias por tu estampa, nos mantiene despiertas, sigue acompañándonos por los senderos de
la santidad cotidiana.
R. A. N. fma
(Chile)