1. “EL MIEDO TIENE NOMBRE Y CARA DE MUJER”
Titulación: Grado en Trabajo Social
Asignatura: Nuevas Tecnologías Y Gestión De La Información
Curso: 1º Grado En Trabajo Social, 2012/2013
Línea: 1
Grupo Epd: 13
Profesor: Antonio Hilario Martín
Alumnos/As: Marina Martos Martín, Domingo González Giraldez, Coral Llorente
Venegas, Pilar Quintana Baena Y Alberto Vicente Navarro.
2. 1
ÍNDICE
1. URL DE YOUTUBE (Página 2)
2. FUNDAMENTACIÓN Y SÍNTESIS DEL TRABAJO (Páginas 2-5)
3. STORYBOARD (Página 6)
3. 2
1. URL DE YOUTUBE
http://www.youtube.com/watch?v=24gdiaTE-GQ
2. FUNDAMENTACIÓN Y SÍNTESIS DEL TRABAJO
En el presente vídeo hemos querido abordar el tema de la violencia de género
desde la perspectiva del consumo abusivo de alcohol y drogas desde el ámbito
de la intervención.
La violencia en general es definida como un concepto de múltiples
dimensiones y connotaciones, que de acuerdo a la Organización Mundial de la
Salud incluye «el uso intencional de fuerza, poder físico, o amenazas, en
contra de uno mismo, otra persona, o en contra de un grupo o comunidad, cuyo
resultado desemboca con alta probabilidad en lesiones, muerte, secuelas
psicológicas, o mal comportamiento». Los estudios que abordan este tema
utilizan diversos términos para hacer alusión a la violencia, términos como
agresión, conflicto, delincuencia, desórdenes de conducta, comportamiento
criminal, comportamiento antisocial, violencia u otros; además se remiten a
teorías multidisciplinarias donde se ha intentado definir si la violencia es algo
innato del ser humano o aparece influenciado por la cultura.
La Asociación Estadounidense de Psicología señala que la violencia es
un comportamiento aprendido y que está subordinada a un conjunto de normas
socioculturales y expectativas de roles que debe tener una persona en la
sociedad.
La violencia de género es un tipo de violencia física o psicológica ejercida
contra cualquier persona sobre la base de su sexo o género que impacta de
manera negativa su identidad y bienestar social, físico y psicológico.
Ésta presenta en distintas manifestaciones e incluye estos actos que se
manifiestan en diversos ámbitos de la vida social y política, entre los que se
encuentran la propia familia, la escuela, la Iglesia, entre otras.
4. 3
La violencia de género es un problema que puede incluir asaltos o violaciones
sexuales, prostitución forzada, explotación laboral, el aborto selectivo en
función del sexo, violencia física y sexual contra prostitutas, infanticidio
femenino, tráfico de personas, violaciones sexuales durante período de guerra,
ataques homofóbicos hacia personas o grupos de homosexuales, lesbianas,
bisexuales y transgéneros entre otros.
Este tipo de violencia presenta diversas características. Normalmente se la
asocia a la violencia contra la mujer, aunque no son sinónimos debidos a la
amplitud que abarcan las distintas formas de violencia y a que no todos los
estudios se enfocan en las definiciones, identidades y relaciones de género. No
toda la violencia contra la mujer puede identificarse como violencia de
género, ya que el término hace referencia a aquel tipo de violencia que tiene
sus raíces en las relaciones de género dominantes existentes en una sociedad,
por lo que es habitual que exista cierta confusión al respecto.
La violencia de pareja es una de las formas de violencia de género más
extendidas en el mundo. Afecta a todas las clases sociales y a todos los
niveles educativos. Como cualquier otra forma de violencia, no es una cuestión
privada: no es algo propio solamente de quien la sufre y muy al contrario: es un
atentado contra los derechos humanos de las víctimas es sino una cuestión
pública que nos afecta a todos.
Factores de riesgo de la violencia de pareja
Los factores de riesgo, en general, son notas (individuales, familiares,
escolares, laborales, sociales o culturales) cuya presencia incrementa la
probabilidad de que se produzca un fenómeno determinado en el caso de la
violencia, en particular, son variables que hacen que el sujeto sea vulnerable a
conductas y actitudes violentas.
5. 4
Factores sociales
En el caso de las víctimas cabe destacar lo siguientes:
Carencia de apoyo social.
Escaso apoyo institucional.
En el caso de los agresores cabe destacar los siguientes:
Existencia de instituciones (educativas, laborales, judiciales, etc.) que
reproducen un modelo de relación de poder vertical, autoritario y sexista.
Existencia de instituciones y de un ambiente social que reduce la
importancia o justifica el comportamiento violento en general y la
violencia de pareja en particular, considerando ésta última como un
“asunto familiar” en el que no hay que inmiscuirse.
Factores familiares
Estructura vertical y rígida.
Fuerte adhesión a los estereotipos de género reparto de las
responsabilidades familiares acorde con los roles de género.
Escaso grado de autonomía de los miembros de la familia.
Factores individuales
Cualquier mujer, por el mero hecho de serlo, puede ser maltratada por su
pareja o ex pareja no hay factores de riesgo característicos de las víctimas,
aunque la dependencia económica y una visión excesivamente romántica de
las relaciones amorosas puede contribuir, si no al origen, sí al mantenimiento
de la violencia de pareja.
En el caso de los agresores cabe destacar los siguientes factores individuales:
Interiorización de un modelo de masculinidad rígido y estereotipado.
Socialización en el valor de la disciplina.
Presencia de notas psicológicas relacionadas con la socialización
sexista recibida: misoginia, inseguridad, impulsividad, etc.
“Dieta dura” de visión de violencia real o filmada.
6. 5
Abuso de sustancias tóxicas suele decirse que el consumo de alcohol y drogas
se correlaciona positivamente con la violencia en sus diversas formas lo cierto
es que, a excepción de contados países, no se dispone de datos
absolutamente fiables a este respecto.
Las últimas investigaciones internacionales parecen apuntar a que en tres de
cada diez casos, estaba presente el abuso de alcohol o drogas. En cuanto a
las drogas, hay que hacer especial mención al éxtasis y la cocaína por el daño
que producen no sólo en la fisiología neuronal (niveles de los
neurotransmisores), sino también en la anatomía, sobre todo en las regiones
cerebrales vinculadas con el despliegue e inhibición de la respuesta agresiva
del individuo.
Concretamente, el consumo de cocaína origina alteraciones en los
neurotransmisores y en los propios receptores, lo que tiene una grave
repercusión en el funcionamiento cognitivo los neurotransmisores afectados
son la dopamina, la noradrenalina y la serotonina, cuyas concentraciones
aumentan en el espacio sináptico tras el consumo.
El aumento de los niveles de dopamina produce en una estimulación
continua de las neuronas receptoras dando lugar a la aparición de
euforia, autoconfianza, egocentrismo y megalomanía.
El aumento de noradrenalina explica los cambios fisiológicos que ponen
al individuo en situación de tensión o alerta.
El incremento de serotonina deriva en un aumento de bienestar
emocional.
Una característica de la cocaína es la rapidez con la que es metabolizada por
el organismo, por lo que para mantener las sensaciones positivas el
consumidor cae en ingestas abusivas que correlacionan con comportamientos
típicamente psicótico este tipo de reacción anómala en una persona que se
siente en extremo poderosa y que a la vez sufre una alteración de su
capacidad de raciocinio, puede originar una psicosis paranoica en la que el
consumidor pierde el sentido de la realidad y sufre alucinaciones auditivas,
pudiendo aparecer una conducta peligrosamente violenta.