1. Había llegadolaocasión,laocasiónque tantotiempohabíaestadoesperando.Habíaque
hacer de tripascorazón, acabar pronto,lomás prontoposible.Lanoche escorta y en lanoche
tenía que haberpasadoya todoy tenía que sorprenderme laamanecidaamuchasleguasdel
pueblo.
Estuve escuchandounlargorato. No se oía nada.Fui al cuarto de mi mujer;estabadormiday
la dejé que siguieradurmiendo.Mi madre dormiríatambiénabuenseguro.Volvía lacocina;
me descalcé;el sueloestabafrióylaspiedrasdel suelose me clavabanenlapuntadel pie.
Desenvainéel cuchillo,que brillabaalallamacomo unsol.
Allíestaba,echadabajolas sábanas,con sucara muypegadaa la almohada.Noteníamás que
echarme sobre el cuerpoy acuchillarlo.Nose movería,nodaría ni un sologrito,no le daría
tiempo...Estabayaal alcance del brazo,profundamentedormida,ajena. -¡Dios,qué ajenos
estánsiempre todoslosasesinadosasusuerte!- atodo loque iba a pasar. (...)
No me atrevía;despuésde todoera mi madre,la mujerque me había parido,ya quiensólo
por esohabía que perdonar....
No;no podía perdonarlasóloporque me hubieraparido.Conecharme al mundonome hizo
ningúnfavor,absolutamente ninguno...Nohabíatiempoque perder.Habíaque decidirse de
una buenavez.(...) Me abalancé sobre ellaylasujeté.Forcejeó,se esucurrió...Momentohubo
enque llegóa tenerme cogidoporel cuello.Gritabacomounacondenada.Luchamos;fue la
luchamás tremendaque ustedse puede imaginar.Rugíamoscomobestias,lababanos
asomabaa laboca...En unade lasvueltasví a mi mujer,blancacomo unamuerta,parada en la
puertasinatreverse aentrar. Traía uncandíl enla mano,el candíl a cuya luzpude verla cara
de mi madre, moradacomo un hábitode nazareno...Seguíamosluchando;llegué atenerlas
vestidurasrasgadas,el pechoal aire.La condenadateníamás fuerzasque undemonio.Tuve
que usar de toda mi humbría para tenerlaquieta.Quince veceslasujetaba,quince vecesse me
había de escurrir.Me arañaba, me daba patadas y puñetazos,me mordía.Huboun momento
enque con la boca me alcanzó unpezón -el izquierdo- yme loarrancó de cuajo.
Fue el momentomismoenque pude clavarle lahojaenlagarganta...
La sangre corría comodesbocaday me golpeólacara. Estaba caliente comounvientre ysabía
lomismoque la sangre de loscorderos.
La solté ysalí huyendo.Choqué conmi mujerala salida;se le apagóel candil.Cogí el campoy
corrí, corrí sin descanso,durate horasenteras.El campoestabafrescoy una sensacióncomo
de aliviome corriólas venas.
Podía respirar...