El 30 de abril refiriéndose al don de
entendimiento, dijo;
no se trata aquí de la inteligencia humana,
de la capacidad intelectual de la cual
podemos ser más o menos dotados.
Es, en cambio, una gracia que sólo el
Espíritu Santo puede infundir y que suscita
en el cristiano la capacidad de ir más allá
del aspecto externo de la realidad y escrutar
las profundidades del pensamiento de Dios
y de su designio de salvación.
El apóstol Pablo, dirigiéndose a la
comunidad de Corinto, describe bien los
efectos de este don:
“lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo
pensar, aquello que Dios preparó para los
que lo aman.
Dios nos reveló todo esto por medio del
Espíritu…”.
Esto obviamente no significa que un
cristiano pueda comprender cada cosa y
tener un conocimiento pleno de los
designios de Dios:
todo esto queda en espera de manifestarse
en toda su limpidez cuando nos
encontraremos ante la presencia de Dios y
seremos de verdad una cosa sola con Él.
Pero como sugiere la palabra misma, el
entendimiento permite “intus legere”, es
decir, “leer dentro” y este don nos hace
entender las cosas como las entendió Dios,
como las entiende Dios,
con la inteligencia de Dios.
Porque uno puede entender una situación
con la inteligencia humana, con prudencia, y
está bien.
Pero, entender una situación en profundidad
como la entiende Dios es el efecto de este
don.
Y Jesús ha querido enviarnos el Espíritu Santo para
que nosotros tengamos este don, para que todos
nosotros podamos entender las cosas como Dios las
entiende,
con la inteligencia de Dios.
Es un hermoso regalo que el Señor nos ha
hecho a todos nosotros. Es el don con el cual
el Espíritu Santo nos introduce en la
intimidad con Dios
y nos hace partícipes del designio de amor
que Él tiene con nosotros.
Es claro, entonces, que el don del
entendimiento está estrechamente
relacionado con la fe.
Cuando el Espíritu Santo habita en nuestro
corazón e ilumina nuestra mente, nos hace
crecer día a día en la comprensión de lo que
el Señor ha dicho y hecho.
El mismo Jesús ha dicho a sus discípulos:
yo les enviaré el Espíritu Santo y él les hará
entender todo lo que yo les he enseñado.
Entender las enseñanzas de Jesús, entender
su Palabra, entender el Evangelio, entender
la Palabra de Dios. Uno puede leer el
Evangelio y entender algo, pero si nosotros
leemos el Evangelio con este don del Espíritu
Santo, podemos entender la profundidad de
las palabras de Dios.
Y este es un gran don, un gran don que todos
nosotros debemos pedir y pedirlo juntos:
¡Danos Señor el don del entendimiento!
Hay un episodio del Evangelio de Lucas,
que expresa muy bien la profundidad y la fuerza de
este don. Después de ser testigos de la muerte en la
cruz
y la sepultura de Jesús, dos de sus discípulos,
decepcionados y tristes, se van de Jerusalén y
vuelven a su aldea llamada Emaús.
Mientras están en camino, Jesús resucitado se
une a ellos y empieza a hablarles, pero sus
ojos, velados por la tristeza y la desesperación,
no son capaces de reconocerlo. Jesús camina
con ellos,
pero ellos estaban tan tristes, tan desesperados
que no lo reconocen.
Pero cuando el Señor les explica las Escrituras,
para que entiendan que Él debía sufrir y morir
para luego resucitar, sus mentes se abren y en
sus corazones se reaviva la esperanza.
Y esto es lo que hace el
Espíritu Santo con nosotros:
nos abre la mente,
nos abre para entender
mejor,
para entender mejor las cosas
de Dios, las cosas humanas,
las situaciones, todas las
cosas.
¡Es importante el don del entendimiento para
nuestra vida cristiana! Pidámoslo al Señor, que
nos dé a todos nosotros este don para entender
cómo entiende
Él las cosas que suceden, y para entender,
sobre todo, la palabra de Dios en el Evangelio.
Gracias.
El 3 de mayo dijo a laicos de acción católica:
La alegría pascual es la alegría “de los
discípulos en el encuentro con Cristo resucitado y
esta alegría necesita ser interiorizada, dentro de
un estilo evangelizador capaz de incidir en la
vida”.
…“Cuando yo saludo a las secretarias
parroquiales,
les pregunto: ¿pero usted es secretaria de aquellas
que abren la puerta o de aquellas que cierran la
puerta?
Estas parroquias necesitan de su entusiasmo
apostólico,
de su plena disponibilidad y de su servicio
Las parroquias deben “abrir las puertas y dejar
que Jesús pueda salir. ¡Tantas veces tenemos a
Jesús encerrado en las parroquias con nosotros y
nosotros no salimos
y no dejamos que Él salga!”.
“¡Abrir las puertas para que Él salga, al menos Él!
Se trata de una Iglesia ‘en salida’: siempre una
Iglesia en salida”.
“El Papa entregó tres verbos a los miembros de
Acción católica: El primero es: …Permanecer, ¿en
qué sentido?
Permanecer con Jesús, permanecer gozando de su
compañía. Para ser anunciadores y testigos de
Cristo se necesita permanecer sobre todo cercanos
“es a partir del
encuentro con Aquel
que es nuestra vida y
nuestra alegría,
que nuestro testimonio
adquiere, cada día,
un nuevo significado
y una fuerza nueva.
Permanecer en Jesús”.
El segundo verbo, es :
“ir. Por favor, jamás una Acción Católica inmóvil.
No detenerse: ¡avanzar!”.
“Ir por las calles de sus ciudades y de sus países
y anunciar que Dios es Padre y que Jesucristo se los
ha hecho conocer, y por esto su vida ha cambiado:
se puede vivir como hermanos, llevando dentro
una esperanza que no desilusiona”.
El último verbo, es
“alegrarse. Alegrarse y
exultar siempre en el
Señor.
Ser personas que cantan a
la vida,
que proclaman la fe”.
“Esto es importante:
no sólo recitar el Credo,
recitar la fe, conocer la
fe: proclamar la fe.
Decir la fe, vivir la fe
con alegría se llama
‘cantar la fe’, y esto no
lo digo solo yo.
Esto lo dijo hace 1600
años San Agustín:
cantar la fe.
Personas capaces de
reconocer los propios
talentos y los propios
límites, que saben ver en
las propias jornadas,
también en aquellas más
oscuras, los signos de la
presencia del Señor”.
“con estos tres comportamientos, permanecer
en Jesús, ir a los confines y vivir la alegría de la
pertenencia cristiana, podrán llevar adelante su
vocación
y evitar la tentación de la ‘quietud’,
que no tiene nada que ver con el permanecer en
Jesús, evitar la tentación de la cerrazón y aquella
del intimismo, tan edulcorada, desagradable por
más dulce que sea, aquella del intimismo…
Y si ustedes ‘van adelante’, no caerán en esta
tentación”.
“Y también evitar la tentación de la seriedad
formal.
Con este permanecer en Jesús, ir a los confines,
vivir la alegría evitando estas tentaciones,
evitarán de llevar adelante una vida más
parecida a estatuas de museo que de personas
llamadas
por Jesús a vivir y a difundir la alegría del
Pidamos al Señor “para cada uno de nosotros,
ojos que sepan ver más allá de la apariencia,
orejas que sepan oír los gritos,
susurros y también los silencios,
manos que sepan sostener, abrazar, cuidar”.
“Pidamos sobre todo un
corazón grande y
misericordioso, que
desea el bien y la
salvación de todos. Los
acompañe en el camino
María Inmaculada y
también mi bendición”.
…“Recemos a la Virgen, que es nuestra Madre, y
que nos acompañará en este camino. La Virgen
siempre iba detrás de Jesús, hasta el final: lo
acompañaba”.
El 4 de mayo dijo, al presidir el rezo del Regina
Coeli: “Siempre, queridos hermanos y hermanas,
la Palabra de Dios y la Eucaristía nos llenan de
alegría. ¡Recuérdenlo bien! ¡Cuando tu estas triste
o algo así, toma la Palabra de Dios! ¡Cuando tú
estás desanimado, toma la Palabra de Dios
y va a la Misa del domingo a hacer la Comunión,
a participar del misterio de Jesús! Palabra de Dios,
Eucaristía: nos llenan de alegría”.
Los dos discípulos de Emaús,
quienes después de la muerte de Jesús
“y pasado el sábado, dejan Jerusalén y regresan,
tristes y abatidos, hacia su pueblo, llamado
precisamente, Emaús”.
“En el trayecto Jesús resucitado se acercó a ellos,
pero ellos no lo reconocieron. Viéndoles tan
tristes,
Él, primero los ayudó a entender que la pasión
y la muerte de Mesías estaban previstas en el
designio de Dios y preanunciadas en las Sagradas
Escrituras; y así reencendió el fuego de esperanza
“en ese punto,
los dos discípulos
advirtieron una
extraordinaria atracción
hacia aquel hombre
misterioso,
y lo invitaron a
quedarse con ellos esa
noche.
Jesús aceptó y entró en
su casa.
Y cuando estando en la
mesa bendijo el pan y lo
partió, ellos lo
reconocieron,
pero Él desapareció de
su vista, dejándolos
llenos de estupor”.
“Después de haber sido
iluminados por la
Palabra,
habían reconocido a
Jesús resucitado en el
partir del pan, nuevo
signo de su presencia.
Inmediatamente
sintieron la necesidad de
regresar a Jerusalén para
referir a los otros
discípulos su
experiencia,
que habían encontrado a
Jesús vivo y lo habían
reconocido en aquel
gesto de la fracción del
pan”.
De esa forma, el camino de Emaús se transforma
“en símbolo de nuestro camino de fe:
las Escrituras y la Eucaristía son los elementos
indispensables para el encuentro con el Señor”.
“También nosotros llegamos a menudo a la Misa
dominical con nuestras preocupaciones, nuestras
dificultades y desilusiones. La vida a veces nos
hiere
y nos vamos tristes hacia nuestra ‘Emaús’,
dando la espalda al designio de Dios.
Nos alejamos de Dios”.
Sin embargo, una vez en Misa “nos acoge la
Liturgia de la Palabra: Jesús nos explica las
Escrituras
y re enciende en nuestros corazones el fuego de la
fe
y de la esperanza y en la comunión nos da
“Palabra de Dios y Eucaristía:
leer cada día una parte del Evangelio, recuérdenlo
bien,
leer cada día una parte del Evangelio y los
domingos ir a hacer la comunión, a recibir a
Jesús.
Así sucedió con los discípulos de Emaús, han
recibido la Palabra, han compartido la fracción
del pan, y de tristes y derrotados que se sentían,
se sintieron alegres”.
Al finalizar el rezo del Regina Coeli, dijo:
“Confiemos a la Virgen la situación en
Ucrania,
donde no cesan las tensiones. La situación es
grave. Rezo con ustedes por las víctimas de
estos días, pidiendo que el Señor infunda en
los corazones de todos sentimientos de
pacificación y de hermandad”.
“Recemos también por los difuntos a causa
del enorme desmoronamiento que se abatió
dos días atrás en un pueblo de Afganistán”.
“Dios Omnipotente,
que conoce el nombre de cada uno de ellos,
acoja todos en su paz;
y dé a los sobrevivientes la fuerza de seguir
adelante, con el sostén de cuántos se
empeñarán para aliviar sus sufrimientos”.
El 2 de mayo dijo: “Yo lloré cuando vi en los
medios
" la noticia de “cristianos crucificados en cierto
país no cristiano (Siria).
También hoy hay gente así, que en nombre de
Dios, mata, persigue”,
así como los apóstoles, hoy también se ven a
tantos fieles que se sienten “dichosos por haber
sido juzgados dignos de padecer ultrajes por el
…“Piensen que en algunos países,
sólo por llevar el Evangelio, vas a la cárcel.
Tú no puedes llevar una cruz:
te harán pagar la multa. Pero el corazón se siente
feliz… “
El 28 de abril vía video dijo a las miles de
jóvenes que participaron en la Jornada Regional de
la Juventud en Buenos Aires-Argentina:
“Ustedes son aspirantes a consolidar con su vida la
ternura y la fidelidad. Ustedes están sobre el
camino de esas mujeres que seguían a Jesús, en las
buenas y en las malas.
La mujer tiene ese gran tesoro de poder dar vida,
de poder dar ternura, de poder dar paz y alegría”.
“hay un solo modelo
para ustedes, María:
La mujer de la
fidelidad,
la que no entendía lo
que le pasaba pero
obedeció. La que en
cuanto supo lo que su
prima necesitaba, se
fue corriendo, la
Virgen de la
Prontitud.
La que se escapó
como refugiada en un
país extranjero para
salvar la vida de su
hijo”.
María, es “la que ayudó a crecer a su Hijo y lo
acompañó, y cuando su Hijo empezó a predicar,
iba detrás de Él.
La que sufrió todo lo que le estaba pasando a ese
chico,
a ese muchacho grande. La que estaba al lado de
ese Hijo
y le decía los problemas que había: ‘Mira: no
tienen vino’. La que en el momento de la Cruz
“la mujer tiene una
capacidad para dar vida
y para dar ternura que no
la tenemos los varones.
Ustedes son mujeres de
Iglesia…
La Iglesia es femenina,
es como María. Ése es el
lugar de ustedes.
Ser Iglesia, conformar
Iglesia, estar junto a Jesús,
dar ternura, acompañar,
dejar crecer”.
“Que María, la Señora de la Caricia,
la Señora de la Ternura, la Señora de la
Prontitud para servir, les vaya indicando el
camino”...
El 2 de mayo también dijo:
“A Cristo no le preocupa cuántos lo siguen,
no “le pasa por la mente, por ejemplo, hacer un
censo” para ver si “la Iglesia ha aumentado… ¡no!
Él habla, predica, ama, acompaña, recorre el
camino con la gente, mansa y humilde”.
Y habla con autoridad, es decir, con “la fuerza del
amor”.
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Que Dios te llene de bendiciones.
Y que permanezcamos unidos en el amor
a Jesús.