1. Domingo 20 del Tiempo Ordinario. Evangelio (Mateo 15, 21-28). 17 de Agosto 2014.
Publicado por LMV en http://erealcala.blogspot.com por el Departamento de Jóvenes de Cáritas Diocesana de Alcalá de Henares.
LA PALABRA ES VIDA
La vida que nace del Evangelio para cada semana
CÁRITAS DIOCESANA DE ALCALÁ DE HENARES
Jesús salió y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de
aquellos lugares, se puso a gritarle: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene
un demonio muy malo”. Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a
decirle: “Atiéndela, que viene detrás gritando”. Él les contestó: “Sólo me han enviado a las
ovejas descarriadas de Israel”. Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió de rodillas: “Señor,
socórreme”. Él le contestó: “No está bien echar a los perros el pan de los hijos”. Pero ella
repuso: “Tienes razón, Señor; pero también los perros comen las migajas que caen de la mesa
de los amos”. Jesús le respondió: “Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas”. En
aquel momento quedó curada su hija.
Cerrarse es morir
Cerrarse es morir. Vivir replegados siempre a la defensiva, acumulando fosos y murallas para
preservarnos de todo mal, es una actitud ciertamente equivocada, suicida. Pero frecuente. Es,
en el fondo, creernos los únicos buenos; y no darnos cuenta de que, al tiempo que
pretendemos impedir que el mal nos contamine, lo que estamos impidiendo es que el aire –la
vida- nos oxigene. Quien actúa así, acaba muriendo asfixiado en su pretendida bondad.
Dios es abierto. No le gusta cerrarse a unos pocos. Todo lo contrario: donde haya una
persona, sea quien sea, allí, en el fondo de ese corazón, se hace presente su amor incansable,
salvador. Por eso no hay criatura humana que no tenga, por escondido que esté, un rasgo, un
reflejo de la bondad de Dios.
Es verdad que Dios escogió un pueblo: el de Israel. En él se volcó generosamente; tanto, que,
llegado el tiempo de hacerse hombre, tomó carne y sangre de ese pueblo. Pero nunca quiso
excluir al resto de la humanidad: es más, todo eso que hacía con y en ese pueblo, lo hacía
pensando en la humanidad entera: iniciando un proceso que acabaría llevando su salvación
por todos los caminos del mundo.
El pueblo judío no llegó a comprenderlo. Se fue cerrando; se fueron creyendo los únicos, los
exclusivos depositarios de toda la bondad de Dios. Se fueron, por ello, asfixiando.
Por eso Jesús intenta, siempre que puede, abrirles el horizonte. Hoy, en territorio de gentiles,
monta toda una escena sólo para llamar la atención de los discípulos sobre un hecho: la fe de
una mujer pagana. “Mujer, ¡qué grande es tu fe!”. Pero la mayor parte del pueblo judío no
llegó a abrir los ojos; se fueron encerrando en su voluntaria ceguera.
¿Y la Iglesia de Jesús? Diríase que no tenemos que preocuparnos de esos problemas.
Escarmentados en cabeza ajena, y firmemente alertados por el Maestro, tendríamos que
haber aprendido, de una vez para siempre, que en ser abiertos no va la vida; que, o somos
Iglesia “misionera”, o no somos Iglesia de Jesús. Sin embargo, si repasamos las páginas de
nuestra historia –también en nuestros días- , vemos que sigue acechándonos la vieja
tentación de creernos los únicos, los dueños de la verdad entera; en suma, la tentación de
cerrarnos.
Hay que abrirse. Necesitamos derribar muros y construir puentes. Hacer que no deje de
circular la vida –aire, sangre, savia- que Dios creó para todos.
Porque cerrarse es morir.
PARA TU REFLEXIÓN Y COLOQUIO:
¿Cuál es mi actitud con los diferentes?
¿Sueles imponer la verdad que sabes en tus conversaciones?
Mira a ver si hay bastante más que reconocer en los demás, incluso dentro de la Iglesia.