A MIGUEL HERNÁNDEZ
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A MIGUEL HERNÁNDEZ

  1. A Miguel Hernández, en el 81 aniversario de su muerte. Aquí estoy para vivir mientras el alma me suene y aquí estoy para morir cuando la hora me llegue en los veneros del pueblo desde ahora y desde siempre. (Miguel Hernández. Viento del pueblo. 1936) Miguel Hernández murió a las 5’30 horas del sábado el 28 de marzo de 1942, víspera de un domingo de Ramos. Es fama que su cadáver fue sacado al patio de la prisión por los reclusos Ramón Pérez Álvarez, Luis Fabregat, Antonio Ramón, Ambrosio y Monera. La banda de presos tocó la marcha fúnebre de Chopin. Tanto Eusebio Oca como el dibujante José María Torregrosa, que le retrató con su rostro con un pañuelo sosteniéndole la mandíbula, realizaron retratos del cuerpo sin vida del poeta. Melchor Aracil, según refiere José María Palmeral, se negó a que realizaran una máscara mortuoria, pero hubo quien quiso colocar dos monedas sobre sus ojos, a la manera de la antigüedad clásica, para garantizar su paso al Hades. Fue Ramón Pérez Álvarez quien recogió en una bolsa las pertenencias de Hernández: unos cuantos documentos, dibujos, escritos y el Carné del Partido Comunista de España. Luís Fabregat, otro preso, entregó a su hermana Maruja un cesto con doble fondo con escritos y dibujos. El cadáver de Miguel salió de la prisión y el entierro se llevó a cabo en un coche de caballos, ante la presencia de Josefina, su hermana Elvira, su vecina Consuelo y dos pintores, Miguel Abad Miró y Ricardo Fuente.
  2. Josefina Manresa describió así los momentos previos al funeral: “En la casa de su hermana pasamos la noche sin acostarnos, ella y su marido [Francisco Moreno Soriano], Ismael [Terrés Abadía] —marido de Encarnación y, que llegó de Orihuela después del entierro—. Al día siguiente, a las 10 de la mañana se le dio sepultura en presencia de Justino Marín, hermano de Ramón Sijé, que le extrañó que lo metieran en el nicho por la parte de los pies, cosa que él ignoraba; una prima mía, de Cox; mi tío, hermano de mi madre; Elvira, su marido; Vicente, hermano de Miguel; Ismael; Miguel Abad; Ricardo Fuente; mis tíos, los de la calle San Nicolás, y dos hombres que vinieron de Orihuela con Justino; y yo…”. Su padre, el que le prohibió los libros y le sacó del colegio, el del Partido Radical de Alejandro Lerroux, que buscaba progresar en el escalafón social de Orihuela, no acudió a su entierro: “Él se lo ha buscado”, dicen que dijo al conocer su muerte. “Lo murieron”, subrayó en cambio Vicente Aleixandre. (Textos de Juan José Téllez. Catálogo de la exposición “A plena luz” pág. 216. Diputación de Jaén-Instituto Cervantes. 2018)