1. Simce: ¿Un aporte o un nudo para
las escuelas chilenas?
Integrantes: Arlette Bontes
Daniela Cárcamo
Angela Colín
Diana Guerrero
Valeria Quidiante
Paz Triviño
2. Simce: ¿Aporte o nudo a las escuelas chilenas?
Sin duda especialmente el presente año, el tema del Simce no deja indiferente a
quienes nos preocupa la educación de nuestro país, todo esto debido a las
diferentes medidas que se han tomado en este ámbito. Conocido ya es el famoso
semáforo que califica los resultados de los distintos establecimientos
educacionales que más que potenciar solo afecta negativamente a los colegios
más vulnerables, pero debemos partir por lo general puesto que este tema se
desarrollará mas adelante. Los resultados de una prueba para medir la calidad de
la enseñanza básica de la educación en Chile producen preocupación puesto que
en ellos solo es posible apreciar las diferencias sustantivas entre los colegios de
los sectores socioeconómicos altos y bajos, esto sólo si nos limitamos a lo que
resultados se refiere porque no debemos olvidar que existe otras problemáticas
que se le atribuyen a la prueba Simce para los establecimientos, sin ir mas lejos y
para comenzar podemos mencionar una característica que desde nuestro punto
de vista se presenta como negativa, la limitación de esta prueba a los sectores de
lenguaje y comunicación y matemáticas, si bien en el año actual se ha aplicado
Simce de ingles a todos los alumnos de tercero medio ( cuyo objetivo es evaluar el
nivel de competencia de los estudiantes en el idioma) y de educación física que
se limito a 16 mil alumnos de Octavo Básico de 337 colegios del país (pretende
diagnosticar la condición física de los estudiante) sigue manifestándose en las
diferentes instituciones del país esa “preparación” para los ejes considerados más
importantes y muchas veces se muestra tanto interés en estos ensayos que se
desechan horas de clases de los otros sectores considerados “menos importantes”
que desde nuestra perspectiva no lo son puesto que un alumno para lograr una
formación integral requiere no solo de competencias matemáticas y habilidades
significativas de lectura, escritura o comprensión si que, se trata de un todo, un
complemento entre los distintos sectores, por algo se encuentran estipulados
3. dentro del currículo. Por otra parte y como defensa a que el Simce muchas veces
puede resultar negativo para la educación es que como es tomado a cursos
específicos (en el caso de este año 4 básicos y 2 medios) el auge que se le da a
estos niveles es prioritario descuidando en variadas ocasiones a los cursos
posteriores, existe en establecimientos una preocupación tan grande por los
resultados que vallan a obtener en esta prueba que incluso los directivos pueden
llegar a solicitar a los docentes que se concentren solo en ese trabajo
descuidando así muchas de las habilidades y competencias que deben desarrollar
los demás cursos, todo esto también nos lleva a mencionar que lo dicho
anteriormente se provoca por la competitividad que se crea en entre las escuelas
de un mismo sector, competencia que empobrece las relaciones de determinados
establecimientos.
Si nos preguntamos si este sistema de medición de calidad de la educación de
Chile favorece o no los establecimientos encontraremos un sin numero de
opiniones que muestran una postura clara y concisa por ejemplo encontramos a
entre ellos a uno muy importante el coordinador nacional de educación 2020
Mario Waissbluth quien en un articulo se refiere a lo siguiente: “ Denominamos
"festival anual del termómetro" al rito anual del Simce, PSU, Inicia, evaluación
docente, o las vergüenzas internacionales que pasamos con el test de Pisa y el
Timss. Algunos días de desgarro de vestiduras, todos escribimos columnas como
esta, y a otra cosa mariposa. Por favor. Ya sabemos que el enfermo tiene
neumonía. No necesitamos más termómetros, queremos antibióticos.
Por cierto, ningún médico que tenga un paciente con neumonía aguda le va a
retirar el termómetro. Les va a informar a sus parientes la fiebre. Pero eso no lo va
a curar. Informar a los padres de los resultados del Simce puede ser útil, pero es
marginal: suponer que éstos van a tomar "buenas decisiones de mercado
educativo" y que con eso va a mejorar la educación, es tan cosmético como
suponer que el "gran ascensor de movilidad social de Chile" es seleccionar al
4. mejor 1% de los estudiantes de una región y ponerlos en un liceo de excelencia.
Marginal. Como el termómetro, el Simce tiene un mérito. Si la temperatura es de
40 °C, hay certeza de que el paciente está enfermo. Si el Simce es menor a 250
puntos, hay certeza de que los estudiantes no pueden usar el lenguaje para
estudiar otras materias o entender un instructivo laboral. Si marca 200 puntos,
analfabetismo funcional. Pero 37 °C no garantiza salud, y Simce de 300 no
garantiza que el alumno tenga el rigor de hacer las cosas bien, o actitudes
adecuadas respecto de sus compañeros, sus profesores ni la sociedad.
Mientras no tengamos una política de formación y remuneración de los mejores
docentes, mientras los sostenedores y las escuelas no tengan la capacidad interna
adecuada y la flexibilidad para gastar bien una mejorada subvención preferencial
y, sobre todo, mientras no tengamos directivos de excelencia que ejerzan un
liderazgo constructivo sobre los alumnos, la comunidad, los apoderados y
profesores, esto no va a funcionar. Mientras no construyamos una épica nacional,
mientras no declaremos como meta Bicentenario que todo alumno de 4º básico
entienda lo que lee, mientras no logremos que las escuelas, en lugar de competir,
colaboren, y que la escuela más fuerte ayude a la más débil en lugar de facilitar su
destrucción, que el gremio de los profesores llegue a una alianza estratégica con
el gobierno para mejorar la calidad, como ocurre hoy en Canadá o con el
combativo gremio de Nueva York, los termómetros, por mucho que los
multipliquemos y difundamos, seguirán dándonos malas noticias. En Finlandia,
con los mejores resultados del mundo, no hay termómetros, porque no los
necesitan. Son rigurosos y se creen el cuento.” Destacamos esta opinión porque
es la que más nos identifica creemos 100% que muchos aspectos de los que aquí
se mencionan son completamente importantes, la relevancia por ejemplo que tiene
el hecho de que las escuelas denominadas mas fuertes puedan ayudar a las más
débiles podría cambiar aspectos claves de la educación, por otra parte existe una
cantidad impresionante de exteriores importantes por los que se debe partir para
5. lograr una educación de calidad que si dimensionamos lo que el Simce aporta a
este objetivo nos damos cuenta que es nulo y que más que beneficiar a lo que se
quiere llegar, puede hasta limitar el objetivo, no se trata de que le restemos
meritos a esta prueba si no que se relaciona con un punto más importante, de una
profundidad con la que hoy en día no se están mirando las cosas.
Como se señalo en un comienzo es inevitable abordar el tema que más resalta
hoy respecto al Simce, el semáforo para esto tomamos la columna publicada por
José Joaquín Bruner quien señala lo siguiente:“La presentación de los resultados
Simce en tres colores (rojo, amarillo y verde), según el puntaje promedio obtenido
por colegios situados (respectivamente) por debajo, en torno a o por sobre el
promedio nacional en esa prueba, se convirtió rápidamente en un fiasco para el
gobierno. Las críticas, certeras y no respondidas, abundaron. Efectivamente, esta
forma de entregar información relativa al rendimiento de los colegios, sin corregir
por el origen socio familiar de sus alumnos, confunde a los padres y estigmatiza a
los establecimientos que atienden a la población vulnerable. Al no indicar el valor
agregado por cada uno, los colores terminan reflejando, sin más, la composición
social del alumnado. Los estudiantes de colegios rojos son marcados y puestos
contra la pared, mientras que los verdes se concentran en las comunas ricas. Y
respecto de las escuelas amarillas, ¿cómo saber si van en ascenso o en
descenso? Imposible, pues el semáforo del Mineduc sólo registra un instante en el
tiempo, cuando es bien conocida la volatilidad de los puntajes Simce. Lo que torna
más negativo este invento es que sobre la base de esta información precaria y
equivocadamente presentada, el gobierno invita a los padres a elegir el colegio de
sus hijos. ¿Y qué alternativa les ofrece a las familias cuyos hijos concurren a un
establecimiento rojo? En las comunas con un rendimiento escolar promedio bajo;
es decir, las de menores recursos, las opciones son otros tantos colegios del
mismo color o unos pocos amarillos que, quizá, el próximo año aparezcan en rojo.
6. La idea misma de que los niños deberían ser trasladados continuamente de
colegio, al ritmo de los colores de un semáforo que indica su calidad (social) es, en
realidad, una pesadilla. Nace de una equivocada concepción de la educación
como una experiencia leve que se toma o se deja, igual como se cambia de canal
de televisión. No se repara en que la formación escolar es algo completamente
distinto: un prolongado proceso de socialización y aprendizaje cultural con el cual
las familias y los alumnos se comprometen, crean lazos de identidad y comunidad
y, por este concepto, se adhieren y comparten un mundo de vida. En cambio,
nadie imagina el colegio como una estación de servicio, la que sería fácil de
sustituir y cuya medida de calidad podría reducirse, quizá, a una simple cartilla de
tres colores y al enunciado de los precios.
En fin, el semáforo como aparato de señales lumínicas para regular el tránsito
educativo de las familias y sus hijos dentro de la ciudad, desplazándose
fugazmente de una escuela a otra (como podría elegirse entre sucesivas
estaciones de servicio), es una propuesta fallida. Un panorama escolar así de
fluido y optativo requeriría de una abundancia de colegios de calidad, un sistema
sin segmentación social ni heterogeneidad comunal; establecimientos sin sesgos
de composición social, abiertos universalmente, sin selección y con una
subvención de tal magnitud que cada uno pudiera elegir a su gusto. Nada de esto
ocurre en Chile. Por eso mismo, aquí lo importante es aumentar las capacidades
del sistema (más jardines infantiles, mejores profesores y directores líderes, mayor
subsidio, un Mineduc sólido y modernizado) y no crear la ilusión de múltiples
opciones que, en verdad, son opciones entre alternativas mal informadas y
similarmente insatisfactorias.” Luego de leer esta acertada opinión no hay que
mencionar tanto detalle si no que simplemente decir que esta ponencia es tan
clara y destaca de forma tan importante lo que grupalmente concluimos de esta
propuesta, mientras en Chile exista la desigualdad y las pocas opciones para los
alumnos de los sectores mas vulnerables, por más medidas que los gobiernos
7. adopten el foco que se debe cambiar es otro, intentar tapar los baches con por
decirlo de alguna manera con propuestas “innovadoras” no solucionan el problema
de fondo si no que complican más nuestra desprestigiada educación Chilena.