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McirMncl K (kndr. 
ÍÍ Vwkicl fs Dio;
Colección «EL POZO DE SIQUEM» 
174 
Mohandas K. Gandhi 
«La Verdad es Dios» 
Escritos desde mi experiencia de Dios 
Edición de R.K. Prabhu 
Editorial SAL TERRAE 
Santander
Título del original en inglés: 
Truth is God. 
Gleanings from the writings of Mahatma Gandhi 
bearing on God, God-Realization and the Godly Way 
© 1955 by Navajivan Trust 
Ahmedabad - 380 014 (India) 
Traducción: 
María del Carmen Blanco Moreno 
y Ramón Alfonso Diez Aragón 
Para la edición española: 
© 2005 by Editorial Sal Terrae 
Polígono de Raos, Parcela 14-1 
39600 Maliaño (Cantabria) 
Tfno.: 942 369 198 
Fax: 942 369 201 
E-mail: salterrae@salterrae.es 
www.salterrae.es 
Diseño de cubierta: 
Fernando Peón <fpeon@ono.es> 
Reservados todos los derechos. 
Queda rigurosamente prohibida, 
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ISBN: 84-293-1590-X 
Depósito Legal: BI-331-05 
Fotocomposición: 
Sal Terrae - Santander 
Impresión y encuademación: 
Grato, S.A. - Basauri (Vizcaya 
índice 
Prólogo, por C. Rajagopalachari 7 
Cronología de la vida de Mohandas Gandhi . . 9 
Al lector 13 
1. Mi búsqueda 15 
2. Dios es 20 
3. Sólo Dios es 24 
4. La Verdad es Dios 28 
5. Dios es Amor 32 
6. Dios es Verdad, Conocimiento y Felicidad . . . . 36 
7. Dios y la naturaleza 39 
8. Dios como Daridranarayana 44 
9. La voz de Dios 47 
10. Experiencia de Dios 52 
11. El camino de la no violencia 58 
12. Oración: la esencia de la religión 64 
13. ¿Por qué orar? 68 
14. Cómo, a quién y cuándo orar 73 
15. Ayunos 77 
16. El duelo eterno 82 
17. Autopurificación 85 
5
18. El valor del silencio 87 
19. Igualdad de las religiones 90 
20. Tolerancia 94 
21. Conversión 97 
22. Por qué soy hindú 106 
23. Budismo, cristianismo e islam 110 
24. Dios y dioses 115 
25. Templos e ídolos 121 
26. Culto a los árboles 126 
27. Razón y fe 129 
28. Escrituras 132 
29. El mensaje del Gita 137 
30. La belleza de la Verdad 148 
31. Ramanama 153 
32. Naturopatía 157 
33. La unidad de toda vida 162 
34. Qué es el brahmacharya 168 
35. Pasos hacia el brahmacharya 173 
36. El matrimonio, un sacramento 178 
37. El evangelio de la no posesión 182 
38. El trabajo como culto 186 
39. Sarvodaya 191 
40. Ética de la bomba atómica 195 
41. Paz en la tierra 198 
42. Obiter dicta 202 
Glosario 215 
Fuentes 225 
índice analítico y onomástico 227 
6 
Prólogo 
< * * 
El director de la editorial Navajivan ha sido víctima de una 
costumbre que se está imponiendo por todas partes: quiere 
que escriba un prólogo para una antología de textos de 
Gandhi sobre la religión y sobre Dios. Tanto el tema como 
el autor tendrían que haber bastado para que Shri Jivanji no 
hubiera sido víctima de esta moda. Pero ésta es tan fuerte 
que, a pesar de todo, ha actuado como los demás y quiere 
que escriba un prólogo que es totalmente innecesario. 
Dios y, por tanto, la religión son necesidades funda­mentales 
para una vida normal y sana -tanto del individuo 
como de las naciones-. En este libro el lector escuchará a 
Gandhi hablando desde el corazón en diversas ocasiones a 
lo largo de treinta años del periodo más maduro de su vi­da. 
Lo que un hombre de nuestro tiempo, que realizó obras 
magníficas, pensó sobre el tema de Dios y de la religión 
no dejará de ser instructivo, en estos días difíciles, para los 
hombres y las mujeres instruidos. 
«Los miembros de la familia humana no somos todos 
filósofos. De un modo u otro, queremos algo que podamos 
tocar, algo que podamos ver, algo ante lo cual podamos 
7
arrodillarnos. No importa si es un libro, un edificio de pie­dra 
vacío o un edificio de piedra habitado por muchas imá­genes 
», escribió Gandhi para defender el culto en los tem­plos, 
teniendo como trasfondo otras grandes religiones. 
«El dharma"] hindú es como un océano sin límites re­pleto 
de joyas inestimables. Cuanto más profundamente se 
sumerge uno, tantos más tesoros encuentra», dijo Gandhi. 
Quien desee entender qué clase de hombre fue el Padre 
de la Nación tiene que leer este libro. Es posible que algu­nas 
personas no quieran saber acerca de la religión nada 
que no se encuentre en nuestros Shastras* o en las escri­turas 
de otras religiones. Pero aquí hay una faceta funda­mental 
de la mente de un gran hombre al que amamos y al 
que nuestra nación está agradecida. El valor de esta anto­logía 
es mayor que el de un libro de instrucción religiosa. 
C. RAJAGOPALACHARI2 
1. Se marcan con un asterisco (*) las palabras cuyo significado se expli­ca 
en el Glosario (pp. 215-223). [Nota de los traductores], 
2. C. Rajagopalachari (1878-1972). popularmente conocido como 
«Rajaji», el primer y único indio que llegó a ser Gobernador General 
de la India, fue un reformador social pionero, un pensador incisivo y 
un gran sabio. Sobresalió también como hombre de Estado y hábil ad­ministrador. 
Colaboró estrechamente con Gandhi y luchó apasionada­mente 
por la libertad. [Nota de los traductores]. 
8 
Cronología de la vida 
de Mohandas Gandhi3 
<*& 
1869 2 de octubre. Mohandas Karamchand Gandhi, hijo 
de Karamchand y Putlibai Gandhi, nace en Porban-dar, 
India. 
1882 A la edad de trece años se casa con Kasturbai 
Makanji. 
1888 4 de septiembre. Viaja a Londres para estudiar 
Derecho. 
1891 11 de junio. Queda registrado en el Colegio de 
Abogados, obtiene el título de abogado y se embar­ca 
de regreso a la India al día siguiente. 
1893 Abril. Viaja a Durban, Sudáfrica, para ejercer la 
abogacía. Una semana después de su llegada, y de­bido 
al color de su piel, es arrojado de un tren por 
negarse a pasar a un vagón de tercera clase. A par- 
3. Tomada de MAHATMA GANDHI, «Mi vida es mi mensaje». Escritos so­bre 
Dios, la verdad y la no violencia, Sal Terrae, Santander 2003, pp. 
11-14. [Nota de los traductores]. 
9
tir de entonces decide dedicar todas sus energías a 
luchar contra el racismo y la injusticia. 
1904 Funda un semanario: Iridian Opinión. 
- Compra cuatro hectáreas junto a Durban y funda 
la Granja Phoenix, su primer ashram. 
1906 11 de septiembre. En una manifestación en 
Johannesburgo, pronuncia un encendido discurso 
con el que exhorta a miles de indios a desobedecer 
las leyes racistas. 
- Hace voto de castidad. 
- Publica Hind Swaraj [«Autogobierno de la 
India»], donde aboga por la independencia de la 
India y la vuelta a la vida en las aldeas. 
1908 10 de enero. Sufre el primer arresto y la primera no­che 
en prisión, en Johannesburgo; adopta el término 
satyagraha y anima a los indios a quemar las tarje­tas 
de registro. 
1909 Empieza a mantener correspondencia con Tolstoi. 
7970 Compra cuarenta y cinco hectáreas cerca de 
Johannesburgo y establece la Granja Tolstoi, su se­gundo 
ashram. 
1913 Encabeza la gran marcha de Newcastle a Volksrust 
y es arrestado. 
1914 Negocia el proyecto de Ley para el socorro a los in­dios 
con el gobierno sudafricano. 
- 18 de julio. Abandona Sudáfrica y visita Inglaterra. 
7975 9 de enero. Regresa a la India. 
7976 Establece el Ashram «Satyagraha» cerca de 
Ahmedabad; viaja por toda la India. 
7977 Empieza la campaña en Champarán a favor de los 
campesinos pobres; atrae la atención nacional. 
10 
1918 Dirige la huelga de trabajadores textiles en 
Ahmedabad. 
7979 6 de abril. Convoca una huelga nacional, un día de 
oración y ayuno; la India queda paralizada. 
- 13 de abril. Los soldados británicos asesinan a 
379 personas que se manifestaban pacíficamente en 
Amritsar. 
- Funda dos semanarios: Navajivan y Young India. 
1920 Reorganiza el Partido Indio del Congreso, lanza la 
Campaña Satyagraha, y el movimiento por la inde­pendencia 
empieza de nuevo. 
7922 Suspende la campaña de desobediencia civil, debi­do 
a la violencia, pero es arrestado. 
- 18 de marzo. En el «Gran Juicio» es condenado a 
seis años de cárcel. 
7924 5 de febrero. Es excarcelado, debido a su delicado 
estado de salud. 
- Hace un ayuno de veintiún días por la unidad en­tre 
hindúes y musulmanes. 
7926 Empieza a escribir su Autobiografía: la historia de 
mis experimentos con la verdad. 
1930 12 de marzo -6 de abril. Lleva a cabo la Marcha de 
la Sal desde Sabarmati hasta Dandi; lanza una nue­va 
Campaña Satyagraha. 
- 4 de mayo. Es detenido y encarcelado. 
7937 Agosto-diciembre. Participa en la Conferencia de la 
Mesa Redonda en Londres. 
7932 4 de enero. Es detenido y encarcelado una semana 
después de volver de Inglaterra. 
- 20 de septiembre. Empieza un ayuno hasta la 
muerte para poner fin a la «intocabilidad». 
11
1933 Mayo. Es puesto en libertad después de haber em­pezado 
otro ayuno de veintiún días. 
- Deja el Ashram de Sabarmati y se traslada a 
Wardha; empieza un recorrido por toda la India; 
funda un semanario: Harijan. 
1935 Construye «Sevagram», o aldea modelo, en Wardha. 
1942 8 de agosto. Hace un nuevo llamamiento a la deso­bediencia 
civil contra la dominación británica. 
-9 de agosto. Es detenido y encarcelado. 
1944 22 de febrero. Kasturbai muere en la cárcel con 
Gandhi a su lado. 
- El 6 de mayo es puesto en libertad. 
1946 Agosto. Empieza una marcha pacifista de seis me­ses 
por la región de Noakhali, desgarrada por la 
guerra. 
1947 15 de agosto. La India consigue la independencia; 
Gandhi ora y ayuna por la unidad y la no violencia. 
- 1 de septiembre. Empieza un «ayuno hasta la 
muerte» para poner fin a los violentos disturbios y 
matanzas en Calcuta. Tres días después, cuando ter­mina 
la violencia, Gandhi interrumpe el ayuno. 
1948 13 de enero. Empieza un ayuno hasta la muerte pa­ra 
detener la violencia en Delhi. 
- 30 de enero. A la edad de 79 años, Mohandas 
Gandhi es asesinado en Delhi cuando se dirige a la 
oración de la tarde. 
12 
Al lector 
Me gustaría decirle al diligente lector de mis escritos, y a 
quienes estén interesados en ellos, que no me preocupa en 
absoluto parecer coherente. En mi búsqueda de la Verdad 
he descartado muchas ideas y aprendido muchas cosas 
nuevas. Pese a mi avanzada edad, no tengo la sensación de 
haber dejado de crecer interiormente, ni de que mi creci­miento 
vaya a detenerse con la disolución de la carne. Lo 
que me preocupa es mi disposición a obedecer a la llama­da 
de la Verdad, que es mi Dios, en todo momento; por 
tanto, cuando alguien encuentre alguna incoherencia entre 
dos escritos míos que traten el mismo tema, si aún tiene fe 
en mi sensatez, hará bien en elegir el último de los dos. 
- Harijan, 29 de abril de 1933 
13
1 
Mi búsqueda 
« ^ 
No soy más que un buscador de la Verdad. Estoy conven­cido 
de haber encontrado un camino que me conduce a 
ella y afirmo que me estoy esforzando incesantemente por 
encontrarla, pero reconozco que aún no la he encontrado. 
Hallar la Verdad completamente es lograr la realización 
personal y el cumplimiento del propio destino, es decir, 
llegar a ser perfecto. Soy dolorosamente consciente de mis 
imperfecciones, y en este conocimiento reside toda la 
fuerza de que dispongo, porque es raro que un ser huma­no 
conozca sus limitaciones. 
- Young India, 17 de noviembre de 1921 
Si fuera perfecto, las desgracias de mi prójimo no ten­drían 
que afectarme tanto. Si fuera perfecto, tendría que 
analizarlas, prescribiría un remedio e impondría su aplica­ción 
por la fuerza de la Verdad incuestionable que habría 
en mí. Pero por el momento sólo veo las cosas como a tra­vés 
de un espejo, borrosamente, y sólo puedo convencer a 
los demás, por tanto, a través de un lento y laborioso pro­ceso; 
pero no siempre lo consigo. Así las cosas, ni siquie- 
15
ra sería humano si, conociendo la miseria evitable que lle­na 
el país y viendo a tantas personas que son como esque­letos 
bajo la sombra del Señor del Universo, no sufriera yo 
mismo con y por los millones de indios sin voz. 
- Young India, 17 de noviembre de 1921 
No soy más que una pobre alma luchadora que ansia ser 
completamente buena -totalmente veraz y totalmente no 
violenta en sus pensamientos, palabras y obras-, pero que 
nunca consigue alcanzar el ideal que sabe que es verdade­ro. 
Es una subida penosa, pero el dolor que me produce es 
un placer positivo para mí. Cada paso que doy hacia la ci­ma 
hace que me sienta más fuerte y más capaz de dar el 
siguiente. 
- Young India, 9 de abril de 1925 
Conozco el camino. Es recto y estrecho. Es como el filo de 
una espada. Me alegra caminar por él, y lloro cuando co­meto 
un error. Dios dice: «Quien se esfuerza nunca pere­ce 
». Yo creo implícitamente en esta promesa. Por eso, aun 
cuando por mi debilidad caigo mil veces, no pierdo la fe, 
sino que espero ver la Luz cuando la carne haya sido so­metida 
perfectamente, lo cual sucederá sin duda algún día. 
- Young India, 17 de junio de 1926 
Yo no he visto ni he conocido a Dios. He hecho mía la fe 
que el mundo tiene en él; y como mi fe es indestructible, 
la considero como si fuera una experiencia. No obstante, 
como podría afirmarse que definir la fe como experiencia 
16 
es manipular la Verdad, tal vez sea más correcto decir que 
no tengo palabras para caracterizar mi creencia en Dios. 
- Autobiography (1948), p. 341 
Afirmo que creo en la verdad desde mi infancia. La verdad 
era lo más natural para mí. En mi oración busqué y en­contré 
la reveladora máxima de que «La Verdad es Dios», 
en lugar de la habitual «Dios es Verdad». Dicha máxima 
me permite ver a Dios cara a cara, por decirlo así. Siento 
que El llena todas las fibras de mi ser. 
- Harijan, 9 de agosto de 1942 
La No-violencia es mi Dios, y la Verdad es mi Dios. 
Cuando busco la No-violencia, la Verdad dice: «Encuén­trala 
a través de mí». Cuando busco la Verdad, la No-vio­lencia 
dice: «Encuéntrala a través de mí». 
- Young India, 4 de junio de 1925 
Para ver cara a cara al Espíritu universal y omnipresente 
de la Verdad, tenemos que ser capaces de amar a la más 
pequeña de las criaturas como a nosotros mismos. Y una 
persona que aspira a ello no puede permanecer fuera de 
ningún campo de la vida. Por esta razón, mi devoción a la 
Verdad me llevó al terreno de la política; y puedo decir sin 
la menor vacilación, a la vez que con toda humildad, que 
quienes afirman que la religión no tiene nada que ver con 
la política no saben lo que significa la religión. 
- Autobiography (1948), p. 615 
17
Estoy esforzándome por ver a Dios mediante el servicio a 
la humanidad, pues sé que Dios no está en el cielo ni en el 
infierno, sino en todas y cada una de las personas. 
- Autobiography (1948), p. 615 
No deseo un reino de la tierra perecedero. Me esfuerzo 
por llegar al Reino de los cielos, que es la salvación [moks-ha*]. 
Para alcanzar mi meta no tengo necesidad de buscar 
el refugio de una cueva. Un troglodita puede hacer casti­llos 
en el aire, mientras que quien vive en un palacio, co­mo 
Janaka*, no tiene necesidad de construir castillos. El 
cavernícola que vuela por el mundo sobre las alas del pen­samiento 
no tiene paz. Una persona como Janaka, aunque 
viva en medio de la «pompa y circunstancia», puede tener 
una paz que sobrepase todo conocimiento. En mi opinión, 
el camino hacia la salvación pasa por el trabajo incesante 
al servicio de mi país y, a través de él, a toda la humani­dad. 
Quiero identificarme con todos los seres vivos. 
- Young India, 3 de abril de 1924 
No quiero hacer realidad la fraternidad o identidad sólo 
con las criaturas llamadas humanas, sino que deseo alcan­zar 
la identificación con todos los seres vivos, incluso con 
las criaturas que se arrastran sobre la tierra, como las ser­pientes. 
Deseo -y espero que no os escandalicéis por ello-identificarme 
incluso con las serpientes que se arrastran 
sobre la tierra, pues afirmamos que provenimos del mismo 
Dios, y por eso toda vida, cualquiera que sea la forma en 
que aparezca, tiene que ser esencialmente una. 
- Young India, 4 de abril de ¡929 
18 
Ni existe el «gandhismo» ni quiero dejar tras de mí nin­guna 
secta. No tengo pretensión alguna de ser el origen de 
ninguna nueva doctrina. Sencillamente, he tratado de apli­car, 
a mi manera, las verdades eternas a los problemas de 
nuestra vida cotidiana. La verdad y la no violencia son tan 
antiguas como las colinas. Lo único que yo he hecho ha si­do 
experimentar con ambas en una escala tan vasta como 
me ha sido posible. Al hacerlo, a veces me he equivocado 
y he aprendido de mis errores. De este modo, la vida y sus 
problemas se han convertido para mí en otras tantas oca­siones 
para poner en práctica la verdad y la no violencia. 
- Young India, 28 de marzo de 1936 
Mi fe en la verdad y en la no violencia se acrecienta cada 
vez más, y como siempre trato de seguirlas en mi vida, 
también yo crezco en todo momento. Veo nuevas implica­ciones 
sobre ellas. Las veo bajo una luz más nueva cada 
día y descubro en ellas un significado más nuevo. 
- Harijan, 2 de marzo de 1940 
19
2 
Dios es 
<*& 
Hay un indefinible y misterioso Poder que lo llena todo. 
Yo lo siento, aunque no lo veo. Este Poder invisible se ha­ce 
sentir por sí mismo y, sin embargo, se resiste a toda de­mostración, 
porque es totalmente diferente de lo que per­cibo 
a través de mis sentidos. Este Poder trasciende los 
sentidos. 
Con todo, es posible razonar acerca de la existencia de 
Dios hasta cierto punto. En la vida ordinaria, sabemos que 
las personas no conocen quién gobierna, ni por qué y có­mo 
gobierna. Y, sin embargo, sabemos que existe un poder 
que ciertamente gobierna. En mi viaje del año pasado a 
Mysore visité a muchos aldeanos pobres y descubrí, des­pués 
de preguntar, que no sabían quién gobernaba Mysore. 
Simplemente, decían que algún dios gobernaba. Si el co­nocimiento 
de aquellas pobres personas acerca de su so­berano 
era tan limitado, yo -que, en relación con Dios, soy 
infinitamente menor que ellas con respecto a su soberano-no 
tengo que sorprenderme si no experimento la presencia 
de Dios, el Rey de reyes. No obstante, siento, como los po­bres 
aldeanos de Mysore, que hay un orden en el univer­so, 
que hay una Ley inalterable que gobierna todas las co- 
20 
sas y a todos los seres que existen o viven. No es una ley 
ciega, pues ninguna ley ciega puede gobernar la conducta 
de los seres vivos, y, gracias a las maravillosas investiga­ciones 
de Sir J.C. Bose, ahora se puede demostrar que in­cluso 
la materia es vida. Así pues, esa Ley que gobierna 
toda vida es Dios. La Ley y el Legislador son uno. Yo no 
puedo negar la existencia de la Ley o del Legislador, por­que 
es muy poco lo que conozco sobre Ella o sobre Él. Del 
mismo modo que mi negación o ignorancia de la existen­cia 
de un poder terreno no me servirá de nada, tampoco mi 
negación de Dios y de su Ley me liberará de su acción. Por 
otro lado, la humilde y silenciosa aceptación de la autori­dad 
divina hace más fácil el camino de la vida, al igual que 
la aceptación de un gobernante terreno facilita la vida ba­jo 
su régimen. 
Percibo débilmente que, mientras todo a mi alrededor 
cambia de continuo e incluso muere, en todo este cambio 
subyace un Poder vivo que es inmutable, que lo mantiene 
todo unido, que crea, disuelve y re-crea. Ese Poder o Espí­ritu 
que da vida a todo es Dios. Y como ninguna otra cosa 
de las que veo únicamente a través de los sentidos puede 
persistir ni persistirá, sólo Dios es. 
Y este Poder ¿es benigno o es maligno? Yo lo conside­ro 
exclusivamente benigno, pues puedo ver que en medio 
de la muerte persiste la vida; en medio de la mentira per­siste 
la verdad; en medio de la oscuridad persiste la luz. 
De ahí deduzco que Dios es Vida, Verdad, Luz. Dios es 
Amor. Es el sumo Bien. 
Pero Dios no se limita a satisfacer el intelecto. Para ser 
Dios, tiene que reinar en el corazón y transformarlo. Dios 
tiene que expresarse incluso en el acto más pequeño del 
21
creyente. Y esto sólo es posible a través de una toma de 
conciencia concreta más real que la que los cinco sentidos 
puedan ofrecer jamás. Las percepciones de los sentidos 
pueden ser, y son a menudo, falsas y engañosas, por muy 
reales que puedan parecemos. Cuando se produce una to­ma 
de conciencia fuera de los sentidos, es infalible. Se de­muestra, 
no por una prueba extraña, sino en la transfor­mación 
de la conducta y el carácter de quienes han senti­do 
la presencia real de Dios dentro de sí. 
Este testimonio se encuentra en las experiencias de una 
línea ininterrumpida de profetas y sabios en todos los países 
y climas. Rechazar esta evidencia es negarse a sí mismo. 
Esta toma de conciencia está precedida por una fe ina­movible. 
Si alguien quiere tener en sí mismo la experien­cia 
de la presencia de Dios, sólo podrá lograrlo con una fe 
viva. Y, dado que la fe no se puede demostrar con pruebas 
extrañas, el proceso más seguro es creer en el gobierno 
moral del mundo y, por consiguiente, en la supremacía de 
la ley moral, la ley de la Verdad y del Amor. El ejercicio 
de la fe será más seguro cuando haya una clara determi­nación 
de rechazar sumariamente todo lo que es contrario 
a la Verdad y al Amor. 
No puedo explicar la existencia del mal con ningún 
método racional. Si quisiera hacerlo, pretendería ser igual 
a Dios. Por eso soy lo bastante humilde para reconocer el 
mal como tal. Y afirmo que Dios es magnánimo y pacien­te 
precisamente porque permite el mal en el mundo. Sé 
que no hay mal en Él; y, sin embargo, si el mal existe, El 
es el autor del mal, aun cuando no esté afectado por él. 
Sé que nunca conoceré a Dios si no lucho contra el 
mal, incluso a costa de mi vida. Esta creencia se ve forta- 
22 
lecida por mi humilde y limitada experiencia. Cuanto más 
puro trato de ser, tanto más cerca me siento de Dios. ¡Y es­taré 
mucho más cerca cuando mi fe no sea una mera apo­logía, 
como hoy, sino que haya llegado a ser tan inamovi­ble 
como el Himalaya y tan blanca y brillante como la nie­ve 
de sus cumbres! Mientras tanto, invito a mi correspon­sal 
a orar con Newman, que cantó desde la experiencia: 
«Guíame, Luz bondadosa, 
en medio de la oscuridad que me rodea; 
guíame Tú. 
La noche es oscura y estoy lejos de mi hogar; 
guíame Tú. 
Cuida mis pies, no pido ver muy lejos; 
un paso es suficiente para mí». 
- Young India, 11 de octubre de 1928 
23
3 
Sólo Dios es 
« ^ 
Dios es para mí Verdad y Amor. Dios es ética y moral. Dios 
es intrepidez. Dios es la fuente de la Luz y de la Vida y, sin 
embargo, está por encima y más allá de todo esto. Dios es 
conciencia. Dios es incluso el ateísmo de los ateos. Dios 
trasciende el lenguaje y la razón. Es un Dios personal para 
quienes necesitan su presencia personal. Dios toma cuerpo 
para quienes tienen necesidad de palparlo. Dios es la más 
pura esencialidad. Dios, simplemente, es para quienes tie­nen 
fe. Él es todo para todos. Dios está en nosotros, pero 
también por encima y más allá de nosotros. Podremos des­terrar 
la palabra «Dios» del Congreso, pero no tenemos po­der 
para desterrar Su realidad. Ciertamente, la conciencia 
no es más que una pobre y laboriosa paráfrasis de la senci­lla 
combinación de las cuatro letras que forman la palabra 
Dios. Él no puede dejar de ser Dios por el hecho de que se 
comentan en Su nombre inmoralidades abominables o bru­talidades 
inhumanas. Dios es magnánimo y paciente, pero 
también es terrible. Es el personaje más exigente de este 
mundo y del mundo venidero. Nos mide con la medida con 
que nosotros medimos a los demás -hombres y animales-. 
Con Él, la ignorancia no sirve de excusa. Y, con todo, Dios 
siempre perdona, porque siempre nos da la posibilidad de 
24 
arrepentimos. Dios es el mayor demócrata que el mundo 
haya conocido, pues nos deja «sin trabas» para elegir entre 
el bien y el mal. Y es también el mayor tirano jamás cono­cido, 
porque con frecuencia nos quita la copa de los labios 
y, so capa de libre albedrío, nos deja un margen tan com­pletamente 
inadecuado que ello sólo le proporciona rego­cijo 
a costa nuestra. Por esta razón el hinduismo afirma que 
todo es un juego -Lila*- de Dios o una ilusión -Maya*-. 
Nosotros no somos, sólo Él es. Y si nosotros queremos ser, 
tenemos que cantar eternamente Su alabanza y hacer Su 
voluntad. Dancemos al son de Su bansi* -flauta-, y todo 
estará bien. 
- Young India, 5 de marzo de 1925 
Advaitismo y Dios 
[En respuesta a las preguntas de un amigo, Gandhi escribió:] 
Soy advaitista* y, sin embargo, puedo sostener el dvaitis-mo 
(dualismo). El mundo cambia continuamente y es, por 
lo tanto, irreal; no tiene existencia permanente. Ahora 
bien, aun cuando está cambiando constantemente, hay en 
él algo que persiste y, por consiguiente, hasta cierto punto 
es real. Por ello no pongo objeciones a quienes afirman 
que el mundo es real e irreal, ni al hecho de que, en con­secuencia, 
algunos digan que soy un anekantavadi* o un 
syadvadf. Ahora bien, mi syadvada* no es el syadvada de 
los letrados, sino que es exclusivamente mío. Pero no voy 
a debatir con ellos. Mi experiencia me permite afirmar que 
soy siempre veraz desde mi punto de vista, y que muchas 
veces estoy equivocado desde el punto de vista de mis crí- 
25
ticos sinceros. Yo sé que tanto ellos como yo tenemos ra­zón 
desde nuestros respectivos puntos de vista. Y este co­nocimiento 
me libra de atribuir prejuicios a mis adversarios 
o críticos. Los siete ciegos que hicieron siete descripciones 
diferentes del elefante tenían razón desde sus respectivos 
puntos de vista; cada uno de ellos estaba equivocado desde 
el punto de vista de los demás, y todos ellos tenían razón y 
a la vez estaban equivocados desde el punto de vista del 
hombre que conocía al elefante. Me complace sobremane­ra 
esta doctrina de la multiplicidad de la realidad. Esta doc­trina 
me ha enseñado a juzgar al musulmán desde su pun­to 
de vista, y al cristiano desde la perspectiva cristiana. 
Antes solía criticar la ignorancia de mis adversarios. Hoy 
puedo amarlos, porque he recibido el don de una mirada 
que me permite verme como me ven los demás, y vicever­sa. 
Quiero acoger a todo el mundo en el abrazo de mi amor. 
Mi anekantavada" es el resultado de las doctrinas gemelas 
del satyagraháh y de la no violencia. 
Hablo de Dios exactamente como creo que El es. Y 
creo que es tanto creador como no creador. Este es tam­bién 
el resultado de mi aceptación de la doctrina de la mul­tiplicidad 
de la realidad. Desde la perspectiva de los jaina 
pruebo el aspecto no creador de Dios, y desde la de 
Ramanuja* el aspecto creador. De hecho, todos nosotros 
pensamos acerca de lo Impensable, describimos lo 
indescriptible, tratamos de conocer lo Desconocido, y por 
esta razón nuestro discurso fracasa, es inadecuado y, a me­nudo, 
incluso contradictorio. Por este motivo los Veda* 
describen a Brahmán* como «no esto», «no esto». Ahora 
bien, si Él o Ello es «no esto», El o Ello es. Si nosotros 
existimos, si nuestros padres y los padres de nuestros pa- 
26 
dres han existido, entonces es apropiado creer en el 
Progenitor de toda la creación. Si Dios no existe, nosotros 
no estamos en ninguna parte. Y por esta razón todos noso­tros 
con una sola voz llamamos al único Dios de manera 
diferente, como Paramatma*, Ishwara*, Shiva*, Visnú*, 
Rama*, Alá*, Khuda*, Dada Hormazda*, Yahvé*, Dios y 
una infinita variedad de nombres. Dios es uno y, no obs­tante, 
muchos; Dios es menor que un átomo y mayor que 
el Himalaya. Dios está contenido incluso en una gota del 
océano y, sin embargo, ni siquiera los siete mares pueden 
abarcarlo. La razón no puede conocer a Dios, que está más 
allá de su alcance. Pero no hace falta que insista en esta 
idea. La fe es esencial en esta cuestión. Mi lógica puede 
formular y refutar innumerables hipótesis. Un ateo podría 
rebatir todos mis argumentos en un debate. Pero mi fe 
avanza mucho más deprisa que mi razón, hasta el punto de 
que puedo lanzar un desafío al mundo entero y decir: 
«Dios es, ha sido y será siempre». 
No obstante, quienes quieran negar Su existencia pue­den 
hacerlo libremente. Dios es misericordioso y compa­sivo. 
Dios no es un rey terreno que necesite un ejército pa­ra 
obligarnos a aceptar Su dominio. Dios nos permite ser 
libres, y, sin embargo, Su compasión nos exige obediencia 
a Su voluntad. Pero si alguno de nosotros se niega a incli­narse 
ante Su voluntad, Él dice: «De acuerdo. Mi sol no 
brillará menos para ti, mis nubes no lloverán menos para 
ti. No necesito obligarte a aceptar mi señorío». Que el ig­norante 
discuta sobre la existencia de Dios. Como millo­nes 
de personas sabias, yo creo en Dios y nunca me he 
cansado de inclinarme ante Él y de cantar Su gloria. 
- Young India, 21 de enero de 1926 
27
4 
La Verdad es Dios 
[En respuesta a una pregunta que le hicieron en un encuentro 
en Suiza, cuando regresaba de la Conferencia de la Mesa 
Redonda, Gandhi dijo:] 
Me ha preguntado usted por qué considero que Dios es 
Verdad. Siendo muy joven, me enseñaron a repetir lo que 
en las Escrituras hindúes se conoce corno «los mil nom­bres 
de Dios». Pero estos mil nombres no son exhaustivos 
en modo alguno. Nosotros creemos -y yo pienso que es 
verdad- que Dios tiene tantos nombres como criaturas 
existen. Por eso también decimos que Él no tiene nombre. 
Y así como Dios tiene muchas formas, también considera­mos 
que no tiene forma alguna; y del mismo modo que 
Dios nos habla a través de muchas lenguas, también con­sideramos 
que no habla; y así sucesivamente. De hecho, 
cuando empecé a estudiar el islam*, descubrí que también 
el islam tiene muchos nombres para llamar a Dios. Con los 
que dicen «Dios es Amor», yo digo que Dios es Amor. 
Pero en lo más hondo de mi ser afirmo que, aunque Dios 
sea Amor, por encima de todo Dios es Verdad. Yo había 
llegado a la conclusión de que la descripción más plena de 
Dios que los seres humanos pueden alcanzar es: «Dios es 
Verdad». Pero hace dos años di un paso más y dije que la 
28 
Verdad es Dios. Hay una sutil distinción entre ambas afir­maciones: 
«Dios es Verdad» y «La Verdad es Dios». Lle­gué 
a esta conclusión después de una búsqueda continua e 
incesante de la Verdad que empezó hace aproximadamen­te 
cincuenta años. Más tarde descubrí que lo que más nos 
acerca a la Verdad es el amor. Pero también comprendí que 
la palabra «amor» tiene muchos significados, y que el 
amor humano, entendido como pasión, puede convertirse 
en algo degradante. También percibí que el amor, entendi­do 
como no violencia, tenía pocos partidarios en el mun­do. 
Pero nunca descubrí un doble sentido en relación con 
la verdad, y ni siquiera los ateos ponen objeciones a la ne­cesidad 
del poder de la verdad. Sin embargo, en su pasión 
por descubrir la verdad, los ateos no dudan en negar la 
existencia misma de Dios -lo cual es una consecuencia ló­gica, 
desde su punto de vista-. Debido a este razonamien­to, 
comprendí que, en lugar de decir «Dios es Verdad», 
tengo que decir «La Verdad es Dios». Recuerdo que Char­les 
Bradlaugh se complacía en llamarse ateo, pero yo, que 
conocía algo de su personalidad, nunca habría afirmado 
que él era un ateo. Más bien lo habría llamado «hombre te­meroso 
de Dios», aun cuando sé que él habría rechazado 
mi pretensión. Se habría sonrojado si yo le hubiera dicho: 
«Señor Bradlaugh, usted es un hombre amante de la ver­dad, 
no un hombre temeroso de Dios». Y yo habría refuta­do 
automáticamente su crítica diciendo que la Verdad es 
Dios, del mismo modo que he rebatido las críticas de mu­chos 
jóvenes. A ello hay que añadir la gran dificultad que 
supone el hecho de que, en nombre de Dios, millones de 
personas hayan cometido atrocidades indescriptibles. 
También es cierto que con frecuencia los hombres de cien- 
29
cia cometen atrocidades en nombre de la verdad. Sé que 
en nombre de la verdad y de la ciencia se perpetran cruel­dades 
inhumanas con animales, cuando los hombres los 
viviseccionan. Así pues, hay una serie de dificultades en el 
camino, cualquiera que sea la descripción que se haga de 
Dios. Pero la mente humana es limitada, y tenemos que 
trabajar en medio de limitaciones cuando reflexionamos 
sobre un ser o una entidad que excede la capacidad de 
comprensión del ser humano. 
Ahora bien, no podemos olvidar que, según la filosofía 
hindú, sólo Dios es, y no existe nada más. Y esta misma 
verdad se encuentra subrayada y ejemplificada en el kal-mcf 
del islam, que afirma claramente que sólo Dios es y 
que no existe nada más. De hecho, la palabra sánscrita tra­ducida 
por Verdad es Saf que significa, literalmente, «lo 
que existe». Por estas y otras muchas razones que puedo 
dar, he llegado a la conclusión de que la definición «la 
Verdad es Dios» es la que más me satisface. Y si queremos 
encontrar la Verdad como Dios, el único medio inevitable 
es el Amor, es decir, la no violencia. Y como creo que, en 
última instancia, los medios y el fin son términos inter­cambiables, 
no dudo en decir que Dios es Amor. 
«Entonces, ¿qué es la Verdad?». 
Ésta es una pregunta difícil, pero yo me la he respon­dido 
afirmando que es lo que nos dice la voz interior. 
Entonces -podríamos preguntar-, ¿cómo se explica que 
diferentes personas conciban verdades diferentes y hasta 
contrarias? Pues bien, si tenemos en cuenta que la mente 
humana opera a través de innumerables medios, y que la 
evolución de la mente humana no es la misma para todos, 
se sigue que aquello que puede ser verdad para uno puede 
30 
ser mentira para otro; y por ello quienes han hecho estos 
experimentos han llegado a la conclusión de que hay cier­tas 
condiciones que se han de observar al hacer tales ex­perimentos. 
Del mismo modo que para realizar experi­mentos 
científicos hay que adquirir los conocimientos 
científicos indispensables, así también quien quiera estar 
cualificado para hacer experimentos en el ámbito espiri­tual 
tiene que someterse a una estricta disciplina prelimi­nar. 
Así pues, cada cual ha de percatarse de sus limitacio­nes 
antes de hablar de su Voz Interior. Por ello nosotros 
creemos, basándonos en la experiencia, que quienes em­prendan 
individualmente la búsqueda de la Verdad como 
Dios tienen que hacer varios votos como, por ejemplo, el 
voto de la verdad, el voto de brahmacharya* (pureza) 
-pues no resulta posible compartir el amor a la Verdad y a 
Dios con ninguna otra cosa-, el voto de no violencia, el de 
pobreza y el de no posesión. Quien no se imponga estos 
cinco votos, no podrá iniciar en modo alguno el experi­mento. 
Hay otras condiciones necesarias, pero no es pre­ciso 
que las exponga todas. Baste decir que quienes han 
hecho estos experimentos saben que no conviene que na­die 
afirme que escucha la voz de la conciencia. Y precisa­mente 
porque hoy todos apelan al derecho de conciencia 
sin pasar por ninguna disciplina, y se transmiten tantas 
mentiras a un mundo desconcertado, todo lo que puedo 
asegurar con absoluta humildad es que la verdad no puede 
encontrarla quien no tenga un abundante sentido de hu­mildad. 
Quien quiera nadar en el seno del océano de la 
Verdad tiene que reducirse a la nada. Ahora bien, en este 
fascinante camino no puedo avanzar más. 
- Yoimg India. 31 de diciembre de 1931 
31
5 
Dios es Amor 
«^» 
Los científicos nos dicen que sin la presencia de la fuerza 
de cohesión entre los átomos que forman nuestro mundo, 
éste se desharía en pedazos y nosotros dejaríamos de exis­tir; 
y del mismo modo que hay fuerza de cohesión en la 
materia ciega, así también tiene que haberla en todas las 
cosas animadas. Ahora bien, el nombre de esa fuerza de 
cohesión entre los seres animados es el Amor. Lo percibi­mos 
entre padre e hijo, entre hermano y hermana, entre 
dos amigos. Pero tenemos que aprender a usar esta fuerza 
en medio de todos los seres vivos; y en usarla consiste 
nuestro conocimiento de Dios. Donde hay amor, hay vida; 
el odio conduce a la destrucción. 
- Young India, 5 de mayo de 1920 
Aunque hay bastante repulsión en la Naturaleza, ésta vive 
gracias a la atracción. El amor mutuo hace posible que la 
Naturaleza subsista. El ser humano no vive por la destruc­ción. 
El amor a nosotros mismos nos obliga a respetar a 
los demás. Las naciones se asocian porque hay un respeto 
32 
mutuo entre los individuos que las forman. Algún día ten­dremos 
que extender la ley nacional al universo, del mis­mo 
modo que hemos extendido la ley familiar para formar 
naciones -que constituyen una gran familia. 
- Young India, 2 de marzo de 1922 
He descubierto que la vida persiste en medio de la des­trucción; 
por consiguiente, tiene que haber una ley supe­rior 
a la de la destrucción. Sólo esta ley posibilita la exis­tencia 
de una sociedad bien ordenada y hace que la vida 
sea digna de ser vivida. Ahora bien, si ésta es la ley de la 
vida, tenemos que cumplirla en nuestra vida diaria. Allí 
donde haya un conflicto, allí donde nos encontremos fren­te 
a un adversario, tenemos que vencerlo con amor. De es­ta 
manera rudimentaria he puesto yo en práctica esta ley 
en mi vida. Lo cual no significa que haya resuelto todas 
mis dificultades. Pero sí he descubierto que esta ley del 
amor ha conseguido lo que nunca había alcanzado la ley 
de la destrucción. 
- Young India, 1 de octubre de 1931 
Creo que la suma total de la energía de la humanidad no tie­ne 
que abatirnos, sino elevarnos, y éste es el resultado del 
funcionamiento concreto, aunque inconsciente, de la ley 
del amor. El hecho de que la humanidad persista muestra 
que la fuerza de cohesión es mayor que la fuerza de repul­sión, 
que la fuerza centrípeta es mayor que la centrífuga. 
- Young India, 12 de noviembre de 1931 
33
Si el amor o la no violencia no es la ley de nuestro ser [...], 
no podremos evitar un recrudecimiento periódico de la 
guerra, y cada guerra superará a la anterior en ferocidad. 
- Young India, 26 de septiembre de 1936 
Todos los maestros de la historia han predicado la ley [del 
amor o de la no violencia] con más o menos vigor. Si el 
amor no fuera la ley de la vida, ésta no habría persistido 
en medio de la muerte. La vida es un triunfo perpetuo so­bre 
la tumba. Si hay una distinción fundamental entre el 
hombre y el animal, es el reconocimiento progresivo, por 
parte del primero, de la mencionada ley y de su aplicación 
en la práctica a su vida personal. Todos los santos del 
mundo, antiguos y modernos, han sido, según sus respec­tivas 
luces y capacidad, un ejemplo vivo de esa ley supre­ma 
de nuestro ser. Es muy cierto que muchas veces pare­ce 
que el animal que hay en nosotros consigue triunfar fá­cilmente. 
No obstante, esto no refuta la ley, sino que 
muestra lo difícil que resulta ponerla en práctica. ¿Acaso 
podría ser de otra forma con una ley que es tan alta como 
la misma verdad? Cuando la práctica de la ley sea univer­sal, 
Dios reinará sobre la tierra como reina en el cielo. No 
es preciso recordar que la tierra y el cielo están en noso­tros. 
Conocemos la tierra, pero desconocemos el cielo que 
hay dentro de nosotros. Si se reconoce que algunas perso­nas 
pueden poner en práctica el amor, sería una arrogancia 
no admitir siquiera la posibilidad de que todos puedan po­nerlo 
en práctica. Algunos antepasados nuestros no muy 
lejanos fueron caníbales y ejercieron otras muchas prácti- 
34 
cas que nosotros hoy calificaríamos de abominables. Es 
indudable que también en aquellos días hubo personas 
que, como Dick Sheppard, fueron objeto de burla y que 
posiblemente fueron castigadas públicamente por predicar 
la (para aquéllos) extraña doctrina de negarse a comer car­ne 
humana. 
- Young India, 26 de septiembre de 1936 
[De una carta privada (fechada el 1 de junio de 1942)] 
Dios no es un Poder que resida en las nubes. Dios es un 
Poder invisible que reside dentro de nosotros y está más 
próximo a nosotros que las uñas a la carne. Hay muchos 
poderes que están ocultos en nuestro interior, y los descu­brimos 
si nos esforzamos constantemente. Del mismo mo­do, 
podemos encontrar este Supremo Poder si buscamos 
diligentemente con la firme determinación de encontrarlo. 
Un camino para encontrarlo es el de la no violencia. Es tan 
necesario porque Dios está en todos y cada uno de noso­tros, 
y por eso tenemos que identificarnos con todos los 
seres humanos sin excepción. En el lenguaje científico, es­to 
se llama cohesión o atracción. En el lenguaje popular, 
se llama amor. El amor nos une entre nosotros y con Dios. 
La no violencia y el amor son una sola cosa. 
- Harijan, 28 de marzo de 1953 
35
6 
Dios es Verdad, Conocimiento 
y Felicidad 
La palabra Satya* (Verdad) se deriva de Sat*, que signifi­ca 
«ser». En realidad, nada es ni existe, excepto la Verdad. 
Por ello, Sat o Verdad es quizás el nombre más importan­te 
de Dios. De hecho, es más correcto decir que la Verdad 
es Dios que decir que Dios es Verdad. Ahora bien, así co­mo 
no podemos vivir sin un gobernante o un general, hay 
nombres de Dios, como «Rey de reyes» o «Todopodero­so 
», que se usan y se seguirán usando normalmente. Con 
todo, si lo pensamos más detenidamente, comprendere­mos 
que Sat o Satya es el único nombre correcto y plena­mente 
significativo de Dios. 
Y donde hay Verdad también hay un conocimiento que 
es verdadero. Donde no hay Verdad no puede haber cono­cimiento 
verdadero. Por esta razón la palabra Chit* o Cono­cimiento 
se asocia al nombre de Dios. Y donde hay verda­dero 
Conocimiento hay siempre Felicidad (Ananda*) y no 
cabe el dolor. Y del mismo modo que la Verdad es eterna, 
también lo es la Felicidad que se deriva de ella. Por eso co­nocemos 
a Dios como Sat-Chit-Ananda, Aquel que auna en 
Sí mismo la Verdad, el Conocimiento y la Felicidad. 
La entrega a esta Verdad es la única justificación de 
nuestra existencia. Todas nuestras actividades tienen que 
36 
estar centradas en la Verdad. La Verdad tiene que ser el 
aliento mismo de nuestra vida. Una vez que se alcanza es­te 
estado en el avance del peregrino, todas las demás nor­mas 
de la vida buena vendrán sin esfuerzo, y la obedien­cia 
a ellas será instintiva. Pero sin la Verdad sería imposi­ble 
observar ningún principio o norma en la vida. 
En términos generales, se entiende que la observancia 
de la ley de la Verdad significa únicamente que tenemos 
que decir la verdad. Pero en el ashram* tenemos que en­tender 
la palabra Satya o Verdad en un sentido mucho más 
amplio. Tiene que haber Verdad en el pensamiento, Verdad 
en la palabra y Verdad en la acción. A la persona que ha 
comprendido esta Verdad en su plenitud ya no le queda na­da 
más por conocer, porque en ella está necesariamente in­cluido 
todo conocimiento. Lo que no está incluido en ella 
no es Verdad y, por tanto, no es verdadero conocimiento; 
y no puede haber paz interior sin verdadero conocimiento. 
Si aprendemos cómo aplicar este test de la Verdad que 
nunca falla, seremos de inmediato capaces de descubrir lo 
que merece la pena hacer, lo que merece la pena ver, lo 
que merece la pena leer. 
Ahora bien, ¿cómo se puede comprender esta Verdad 
que es comparable con la piedra filosofal o con la vaca de 
la abundancia? Por medio de la devoción sincera (abhya-sa*) 
y la indiferencia respecto de todos los demás intere­ses 
de la vida (vairagya*), responde el Bhagavad Gita*. 
No obstante, a pesar de esa devoción, a menudo lo que pa­ra 
una persona puede parecer verdad parece mentira para 
otra. Mas quien busca no tiene que preocuparse por ello. 
Donde se da un esfuerzo honesto, se comprenderá que las 
que parecen ser verdades diferentes son como las innume- 
37
rabies -y al parecer diferentes- hojas del mismo árbol. 
¿Acaso Dios mismo no se presenta a diferentes personas 
bajo diferentes aspectos? Y, sin embargo, sabemos que El 
es uno. La Verdad es la correcta designación de Dios. Por 
eso no tiene nada de malo que cada cual siga la Verdad se­gún 
Dios le dé a entender. De hecho, éste es el deber de to­do 
ser humano. Cuando se sigue de este modo la Verdad, 
todos los errores que se puedan cometer se corrigen auto­máticamente. 
Pues la búsqueda de la Verdad exige el ta­pas* 
-el sufrimiento aceptado voluntariamente, a veces 
hasta la muerte-. En ella no puede haber lugar ni siquiera 
para el menor asomo de interés personal. En tal búsqueda 
desinteresada de la Verdad nadie puede extraviarse duran­te 
mucho tiempo. En cuanto se equivoca de camino, tro­pieza, 
y de ese modo es dirigido de nuevo al recto ca­mino. 
Por eso la búsqueda de la Verdad es la verdadera 
bhakti* (devoción). Es el camino que lleva a Dios, y en Él 
no hay lugar para la cobardía ni para la derrota. Es el ta­lismán 
por el que la misma muerte se convierte en la puer­ta 
de entrada a la vida eterna. 
A este respecto sería bueno considerar las vidas y los 
ejemplos de Harishchandra*, Prahlad*, Ramachandra*, el 
imán Hasan* y el imán Husain*, los santos cristianos, et­cétera. 
¡Qué hermoso sería que todos nosotros, jóvenes y 
ancianos, hombres y mujeres, nos entregáramos por ente­ro 
a la Verdad en todo cuanto hacemos mientras estamos 
despiertos, ya sea trabajar, comer, beber o jugar, hasta que 
la disolución del cuerpo nos haga uno con la Verdad! Dios 
como Verdad ha sido para mí un tesoro inestimable. Ojalá 
lo sea también para todos y cada uno de vosotros. 
- From Yeravda Mandir (1945), cap. 1 
38 
7 
Dios y la naturaleza 
<^> 
Nosotros no conocemos todas las leyes de Dios ni su fun­cionamiento. 
El conocimiento del científico más eminen­te 
o del maestro espiritual más importante es como una 
partícula de polvo. Dios no es para mí un ser personal co­mo 
mi padre terreno, sino que es infinitamente más. Él go­bierna 
mi vida hasta en los detalles más minúsculos. Creo 
literalmente que ni una sola hoja se mueve sin que Él lo 
quiera. No podría respirar ni una sola vez más si Él no lo 
permitiera. 
- Harijan, 16 de febrero de 1934 
Él y su Ley son una sola cosa. La ley es Dios. Todo cuan­to 
se atribuye a Él no es un mero atributo. Él es el atribu­to. 
Él es Verdad, Amor y Ley y un millón de cosas más que 
la inteligencia humana podría nombrar. 
- Harijan, 16 de febrero de 1934 
Las leyes de la Naturaleza son inmutables, invariables, y 
no hay milagros -entendidos como transgresiones o inte- 
39
rrupciones de las leyes de la Naturaleza-. Pero nosotros, 
seres limitados, imaginamos toda clase de cosas e imputa­mos 
nuestras limitaciones a Dios. Nosotros podemos imi­tar 
a Dios, pero Él no puede imitarnos. Nosotros no pode­mos 
dividir el Tiempo de Dios. El tiempo es para Él eter­nidad. 
Para nosotros hay pasado, presente y futuro. ¿Y qué 
es una vida humana de cien años sino una simple mota en 
la eternidad del Tiempo? 
- Harijan, 17 de abril de 1937 
Dios no se ha reservado el derecho a revisar Sus leyes y, 
por otro lado, no tiene necesidad alguna de revisarlas. 
Dios es omnipotente y omnisciente. Él conoce al mismo 
tiempo y sin ningún esfuerzo el pasado, el presente y el fu­turo. 
Por consiguiente, no tiene nada que reconsiderar, na­da 
que revisar, nada que alterar y nada que corregir. 
- Young India, 25 de noviembre de 1926 
Nuestra existencia terrena es más frágil que los brazaletes 
de cristal que llevan las mujeres. Es posible conservar los 
brazaletes de cristal durante miles de años si se guardan en 
un arca y no se permite que nadie los toque. Pero esta exis­tencia 
terrena es tan mudable que puede ser destruida en un 
abrir y cerrar de ojos. Por lo tanto, mientras sigamos con vi­da, 
liberémonos de las distinciones entre lo superior y lo in­ferior, 
purifiquemos nuestros corazones y dispongámonos a 
encontrarnos cara a cara con nuestro Hacedor si nos sor­prende 
un terremoto, alguna calamidad natural o la muerte. 
- Harijan, 2 de febrero de 1934 
40 
Comparto con todo el mundo -civilizado y no civilizado-la 
creencia según la cual las calamidades (como, por ejem­plo, 
el terremoto de Bihar de 1934) golpean a la humani­dad 
como castigo por sus pecados. Cuando esta convic­ción 
viene del corazón, las personas oran, se arrepienten y 
se purifican. [...] Mi conocimiento de los designios de 
Dios es limitado. Tales calamidades no son un mero ca­pricho 
de la Divinidad o de la Naturaleza. Obedecen a le­yes 
inmutables, del mismo modo que los planetas se des­plazan 
obedeciendo a las leyes que gobiernan su movi­miento. 
Ahora bien, nosotros no conocemos las leyes que 
gobiernan esos acontecimientos, y por eso los llamamos 
calamidades o perturbaciones. 
- Harijan, 2 de febrero de 1934 
Detrás de cada calamidad hay un designio divino. Es muy 
posible que la ciencia perfecta pueda un día predecir de 
antemano cuándo van a tener lugar los terremotos, del 
mismo modo que hoy predice los eclipses. Ello constitui­rá 
otro triunfo de la mente humana. Pero tales triunfos, 
aun cuando se multipliquen indefinidamente, no pueden 
producir ninguna purificación de uno mismo, sin la cual 
nada tiene ningún valor. 
- Harijan, 8 de junio de 1935 
Pido a quienes aprecian la necesidad de la purificación in­terior 
que se unan en la oración para que podamos inter­pretar 
el propósito de Dios en tales acontecimientos, para 
que éstos nos hagan humildes y nos preparen para el en- 
41
cuentro con nuestro Hacedor cuando nos llame, y para que 
siempre estemos dispuestos a compartir los sufrimientos 
de nuestro prójimo, quienquiera que sea. 
- Harijan, 8 de junio de 1935 
Tal vez no resulte agradable oír que Dios permite el mal 
en este mundo. Pero si El es considerado responsable del 
bien, se sigue que también tiene que ser responsable del 
mal. ¿Acaso no permitió Dios a Ravana* exhibir una fuer­za 
sin igual? Quizá la causa raíz de la perplejidad brote de 
la falta de comprensión real de lo que Dios es. Dios no es 
una persona. Dios trasciende toda descripción. Es el Le­gislador, 
la Ley y el Ejecutor. Ningún ser humano puede 
arrogarse estos poderes. Si lo hiciera, sería considerado un 
dictador puro y duro. 
- Harijan, 24 de febrero de 1946 
En un sentido estrictamente científico, Dios está en la ba­se 
del bien y del mal. El dirige el puñal del asesino lo mis­mo 
que el bisturí del cirujano. Ahora bien, por razones hu­manas, 
decimos que el bien y el mal son distintos e in­compatibles 
entre sí, como Dios y Satanás, y que sus sím­bolos 
son las tinieblas y la luz. 
- Harijan, 20 de febrero de 1937 
No veo a Dios como una persona. Para mí la Verdad es 
Dios, y la Ley de Dios y Dios no son cosas o hechos dife­rentes 
-en el sentido en que lo son un rey terrenal y su 
42 
ley-. Porque Dios es una Idea; El mismo es la Ley. Por 
consiguiente, es imposible concebir la idea de que Dios 
transgrede la Ley. El no gobierna nuestras acciones y se 
retira. Cuando decimos que El gobierna nuestras acciones, 
simplemente estamos usando el lenguaje humano y tratan­do 
de limitar a Dios. Por lo demás, Él y su Ley moran en 
todas partes y lo gobiernan todo. Así pues, no pienso que 
El responda con todo detalle a todas nuestras peticiones, 
pero es indudable que gobierna nuestra acción, y yo creo 
literalmente que ni una brizna de hierba crece o se mueve 
sin que El lo quiera. El libre albedrío de que disfrutamos 
es menor que el de un pasajero en la cubierta de un barco 
atestada de gente. 
«¿Experimenta usted un sentido de libertad en su co­munión 
con Dios?». 
Sí. No me siento apretujado como lo estaría en un bar­co 
repleto de pasajeros. Aunque sé que mi libertad es me­nor 
que la de uno de esos pasajeros, aprecio esa libertad, 
porque he asimilado por completo la enseñanza central del 
Gita*, según la cual la persona es autora de su propio des­tino, 
es decir, tiene la libertad de elegir la manera de usar 
tal libertad. Pero no controla los resultados. En el momen­to 
en que piensa que lo hace, fracasa. 
- Harijan, 23 de marzo de 1940 
43
8 
Dios como Daridranarayana* 
<^> 
Daridranarayana es uno de los millones de nombres que 
la humanidad emplea para llamar a Dios -que es innom­brable 
e insondable para el conocimiento humano- y sig­nifica 
Dios de los pobres, Dios que se aparece en los co­razones 
de los pobres. 
- Young India, 4 de abril de 1929 
Para los pobres lo económico es lo espiritual. No se pue­de 
hacer ningún otro llamamiento a los millones de indi­gentes 
que pasan hambre. Caería sobre ellos como un ja­rro 
de agua fría. Pero si una persona les da comida, verán 
en ella a su dios. Son incapaces de pensar de otra manera. 
- Young India, 5 de mayo de 1927 
He tocado con mis propias manos la suciedad incrustada 
en sus harapos. No tiene sentido hablarles del progreso 
moderno. Es un insulto tomar el nombre de Dios en vano 
ante ellos. Sin embargo, a ti y a mí nos llamarán amigos si 
les hablamos de Dios. Pues el Dios al que conocen, si es 
44 
que tienen conocimiento de él, es un Dios de terror, de 
venganza, un tirano inmisericorde. 
- Young India, 15 de septiembre de 1927 
No me atrevo a presentarles el mensaje de Dios. Da igual 
anunciar el mensaje de Dios a un perro que a esos millo­nes 
de hambrientos que no tienen brillo en sus ojos y cu­yo 
único Dios es el pan que ansian. El único modo de lle­varles 
un mensaje de Dios es ofrecerles el mensaje del tra­bajo, 
que para ellos es sagrado. Es muy fácil hablar de 
Dios mientras estamos aquí cómodamente sentados, des­pués 
de un buen desayuno y sabiendo que nos aguarda una 
buena comida. Pero ¿cómo puedo hablar de Dios a millo­nes 
de personas que ni siquiera comen dos veces al día? 
- Young India, 15 de octubre de 1931 
Afirmo que conozco a millones de indios hambrientos. 
Estoy con ellos todas las horas del día. Ellos son mi pri­mera 
y última preocupación, porque el único Dios al que 
reconozco es el que se encuentra en los corazones de esos 
millones sin voz. Ellos no reconocen Su presencia, pero yo 
sí. Y adoro al Dios que es Verdad, o a la Verdad que es 
Dios, a través del servicio a ellos. 
- Young India, 11 de marzo de 1939 
Pienso que todos somos ladrones en cierto sentido. Si me 
apropio de algo que no necesito para usarlo de inmediato, 
y lo retengo, estoy robándoselo a alguien. Me atrevo a su- 
45
gerir que hay una ley fundamental de la Naturaleza que no 
tiene excepción, a saber: que la Naturaleza produce lo su­ficiente 
para nuestras necesidades de cada día y que, si ca­da 
cual se conformara con lo que necesita, y nada más, no 
habría pobreza, y nadie moriría de hambre en este mundo. 
- Mahatma Gandhi (1918), p. 189 
En la India hay muchos millones de personas que tienen 
que conformarse con una comida al día, que consiste en un 
chapad* sin grasa y una pizca de sal. Ni vosotros ni yo te­nemos 
derecho a nada de lo que poseemos mientras esos 
millones de seres humanos no estén vestidos y mejor ali­mentados. 
Vosotros y yo deberíamos conocer mejor nues­tras 
necesidades, reducirlas e incluso estar dispuestos a pa­sar 
hambre voluntariamente para que ellos pudieran cui­darse, 
alimentarse y vestirse. 
- Mahatma Gandhi (1918), p. 189 
46 
9 
La voz de Dios 
«& 
Cuando afirmo que he escuchado la voz de Dios, no estoy 
diciendo nada nuevo. Lamentablemente, sólo conozco una 
manera de demostrar esta afirmación: a través de los re­sultados. 
Dios dejará de ser Dios si permite que Sus cria­turas 
lo conviertan en un objeto de demostración. Mas Él 
da a Su esclavo voluntario el poder de pasar las pruebas 
más difíciles. He sido un esclavo voluntario del Amo más 
exigente durante más de medio siglo. La voz de Dios se ha 
hecho cada vez más audible, a medida que los años han 
ido pasando. Dios nunca me ha abandonado, ni siquiera en 
los momentos más oscuros. Dios me ha salvado muchas 
veces de mí mismo y no me ha dejado ni una pizca de in­dependencia. 
Cuanto mayor ha sido mi entrega a Dios, 
tanto mayor ha sido mi alegría. 
- Harijan, 6 de mayo de 1933 
Por lo que yo sé, nadie ha puesto en tela de juicio la posi­bilidad 
de que la Voz Interior hable a algunas personas, y 
es beneficioso para el mundo que se pueda sostener real­mente 
la afirmación de una persona que dice hablar bajo 
47
la autoridad de la Voz Interior. Muchos hombres lo afir­man, 
pero no todos son capaces de justificarlo. No obs­tante, 
esa afirmación no puede ni debe ser suprimida para 
evitar las falsas pretensiones de algunos. No hay ningún 
peligro en el hecho de que muchas personas puedan hablar 
realmente en nombre de la Voz Interior. Lamentablemente, 
no hay ningún remedio contra la hipocresía. La virtud no 
debe ser suprimida porque muchos finjan ser virtuosos. En 
el mundo ha habido siempre seres humanos que han afir­mado 
que hablaban en nombre de la Voz Interior. Y sus 
efímeras actividades no han hecho ningún daño al mundo. 
Antes de ser capaces de escuchar esa Voz, hay que pasar 
por un largo y muy severo proceso de aprendizaje, y cuan­do 
es la Voz Interior la que habla, es inconfundible. Al 
mundo no se le puede engañar siempre con éxito. Así 
pues, no hay peligro de que se establezca la anarquía por 
el hecho de que un hombre humilde como yo no sea eli­minado 
y se atreva a invocar la autoridad de la Voz 
Interior, cuando cree que la ha escuchado. 
- Harijan, 18 de marzo de 1933 
Para mí la Voz de Dios, de la Conciencia, de la Verdad, la 
Voz Interior o «la silenciosa y suave Voz» significan una 
misma y única cosa. No he visto ninguna forma. Y nunca 
lo he intentado, pues siempre he creído que Dios no tiene 
forma alguna. Pero una vez oí algo así como una Voz leja­na 
y, sin embargo, bastante cercana. Era tan inconfundible 
como una voz humana; me hablaba claramente y era irre­sistible. 
En el momento en que escuché la Voz no estaba 
soñando. La escucha de la Voz estuvo precedida por una 
48 
terrible lucha dentro de mí. De pronto la Voz me habló. 
Escuché, me cercioré de que era la Voz, y la lucha cesó. 
Me quedé tranquilo. Y tomé la determinación de ayunar 
periódicamente en recuerdo de aquel día y de aquella ho­ra. 
La alegría me invadió. Sucedió entre las 11 y las 12 de 
la noche. Me sentí renovado y empecé a escribir acerca de 
esta experiencia la nota que el lector ha debido ver. 
- Harijan, 8 de julio de 1933 
Me han preguntado si podría aportar alguna prueba de que 
aquello que escuché era realmente la Voz y no un eco de 
mi imaginación desbordada. No tengo ninguna prueba 
más para convencer al escéptico, que es libre de pensar 
que todo ello fue un autoengaño o alucinación. Quizá fue 
así. No puedo demostrar lo contrario. Pero sí puedo decir 
que ni siquiera el veredicto unánime de todo el mundo 
contra mí podría apartarme de la creencia según la cual lo 
que oí fue la verdadera Voz de Dios. 
- Harijan, 8 de julio de 1933 
Ahora bien, algunos piensan que Dios mismo es una crea­ción 
de nuestra imaginación. Si esta visión es correcta, en­tonces 
nada es real, todo es producto de nuestra imagina­ción; 
y mientras mi imaginación me domine, sólo puedo 
actuar bajo su hechizo. Las cosas más reales son sólo re­lativamente 
reales. Sin embargo, para mí la Voz es más re­al 
que mi propia existencia. Nunca me ha fallado a mí ni a 
ninguna otra persona. 
- Harijan, 8 de julio de 1933 
49
Y quien lo desee puede escuchar la Voz. Ella está dentro 
de cada persona. Pero, como todo lo demás, requiere una 
preparación previa y determinada. 
- Harijan, 8 de julio de 1933 
No sufro ninguna alucinación. He afirmado una sencilla 
verdad científica, que debe ser probada por todas aquellas 
personas que tienen voluntad y paciencia para adquirir las 
competencias necesarias, increíblemente sencillas de 
comprender y suficientemente fáciles de adquirir cuando 
hay determinación. Lo único que puedo decir es lo si­guiente: 
«Tenéis que creer en vosotros mismos. Tenéis que 
tratar de escuchar la Voz Interior; y si no os gusta la ex­presión 
"Voz Interior", podéis usar la expresión "dictados 
de la razón", a la que tendríais que obedecer; y si no que­réis 
hacer alarde de Dios, no me cabe duda de que haréis 
alarde de alguna otra cosa que finalmente se demostrará 
que es Dios, pues afortunadamente no hay nadie más, no 
hay nada más que Dios en este universo». Desearía tam­bién 
sugerir que no todos los que pretenden actuar apre­miados 
por la Voz Interior son inspirados por ella. 
Después de todo, como sucede con todas las demás facul­tades, 
esta facultad de escuchar la silenciosa y suave Voz 
Interior exige un esfuerzo y un adiestramiento previos, 
quizá mucho mayores que los que se requieren para la ad­quisición 
de cualquier otra facultad; y aun cuando entre 
los miles de personas que afirman escuchar esa Voz, sólo 
unas pocas consigan demostrar su afirmación, merece re­almente 
la pena correr el riesgo de que haya algunas que 
afirmen falsamente que actúan bajo la inspiración divina o 
50 
los impulsos de la Voz Interior sin que ello sea cierto. A 
éstas les irá peor que a quienes afirman falsamente que ac­túan 
bajo la autoridad de un soberano terreno. Éstos, cuan­do 
sean atacados, escaparán con algún daño físico, pero en 
el caso de aquéllas tanto el cuerpo como el alma podrían 
perecer juntos. Algunos críticos benévolos no me ven co­mo 
impostor, pero sugieren que es muy probable que yo 
actúe bajo el efecto de alguna alucinación. Aunque así fue­ra, 
para mí el resultado no sería muy diferente del que se 
obtendría si mi pretensión fuera falsa. Un humilde busca­dor 
-y esto es lo que yo creo ser- necesita ser sobremane­ra 
cauto y, para preservar el equilibrio de la mente, tiene 
que reducirse a la nada antes de que Dios pueda guiarlo. 
Ahora bien, en este camino no puedo avanzar más. 
- The Bombay Chronicle, 18 de noviembre de 1933 
51
10 
Experiencia de Dios 
<^> 
La Verdad es para mí el principio soberano que incluye 
otros muchos principios. Esta Verdad no es sólo la veraci­dad 
de palabra, sino también la de pensamiento; ni es só­lo 
la verdad relativa de nuestra concepción, sino la Verdad 
Absoluta, el Principio Eterno, que es Dios. Hay innume­rables 
definiciones de Dios, porque Sus manifestaciones 
son igualmente innumerables. Ellas me hacen sobrecoger­me 
de asombro y reverencia, y por un momento me dejan 
perplejo. Pero yo adoro a Dios sólo como Verdad. Todavía 
no lo he encontrado, pero lo estoy buscando, y estoy dis­puesto 
a sacrificar las cosas que más quiero con el fin de 
continuar esta búsqueda. Incluso si el sacrificio exigiera 
mi propia vida, espero estar dispuesto a entregarla. Pero 
como aún no he experimentado esta Verdad Absoluta, ten­go 
que apoyarme en la verdad relativa tal como la he con­cebido. 
Mientras tanto, esa verdad relativa tiene que ser mi 
faro, mi escudo y mi protección. Aun cuando este camino 
es recto, estrecho y afilado como el filo de una navaja, pa­ra 
mí ha sido el más rápido y fácil. Incluso mis errores, 
enormes como el Himalaya, me han parecido insignifican­tes, 
porque nunca me he desviado de ese camino, el cual 
52 
me ha salvado de la amargura, y he podido avanzar por él 
orientado por mi luz. Muchas veces he vislumbrado en mi 
caminar leves destellos de la Verdad Absoluta, que es 
Dios, y todos los días crece en mí la convicción de que só­lo 
Él es real, y todo lo demás irreal. 
-Autobiography (1948), pp. 6-7 
Al mismo tiempo, ha ido creciendo en mí el convenci­miento 
de que todo lo que es posible para mí es también 
posible incluso para un niño, y tengo razones de peso pa­ra 
afirmarlo. Los instrumentos para buscar la Verdad tie­nen 
tanto de simples como de difíciles. Pueden parecer 
imposibles para una persona arrogante y, a la vez, perfec­tamente 
posibles para un niño inocente. Quienes buscan la 
Verdad tienen que ser más humildes que el polvo. El mun­do 
aplasta el polvo bajo sus pies, pero los buscadores de la 
Verdad tienen que humillarse tanto que hasta el polvo pue­da 
aplastarlos. Sólo entonces, y únicamente a partir de en­tonces, 
obtendrán un atisbo de la Verdad. 
-Autobiography (1948), p. 7 
Esta creencia en Dios tiene que basarse en la fe que tras­ciende 
la razón. De hecho, incluso la llamada visión de 
Dios tiene en su base un elemento de fe sin el cual no pue­de 
sostenerse. Tiene que ser así por la misma naturaleza de 
las cosas. ¿Quién puede traspasar los límites de su propio 
ser? Estoy convencido de que la clara y completa visión de 
Dios es imposible en esta vida encarnada. Tampoco es ne­cesaria. 
Una fe viva e inamovible es todo lo que se exige 
53
para alcanzar la mayor altura espiritual que pueden lograr 
los seres humanos. Dios no está fuera de nuestra condición 
terrena. Por tanto, la prueba exterior no sirve de mucho, si 
es que tiene alguna utilidad. Tenemos incluso que dejar de 
percibir a Dios a través de los sentidos, porque Dios está 
más allá de ellos. Podemos sentir a Dios, si lo deseamos, 
pero tenemos que prescindir de los sentidos. Dentro de no­sotros 
suena incesantemente la música divina, pero los rui­dosos 
sentidos ahogan la delicada música, que es diferen­te 
e infinitamente superior a todo cuanto podemos percibir 
o escuchar con nuestros sentidos. 
- Harijan, 13 de junio de 1936 
He visto y creo que Dios nunca se nos aparece en perso­na, 
sino en la acción, que es lo único que puede explicar 
nuestra liberación en el momento más difícil. 
- Harijan, 10 de diciembre de 1938 
Mi experiencia constante me ha llevado al convencimien­to 
de que no hay más Dios que la Verdad. [...] Los peque­ños 
y fugaces vislumbres [...] que he podido tener de la 
Verdad apenas pueden dar una idea del indescriptible es­plendor 
de la Verdad, que es un millón de veces más in­tenso 
que el del sol que vemos cada día con nuestros ojos. 
De hecho, lo que he percibido no es sino un débilísimo 
atisbo de ese poderoso resplandor. Pero puedo decir con 
seguridad, como resultado de todos mis experimentos, que 
una visión perfecta de la Verdad sólo puede ser conse­cuencia 
de una realización completa de la no violencia. 
- Young India, 7 de febrero de 1929 
54 
No tengo una revelación especial de la voluntad de Dios. 
Creo firmemente que Dios se revela diariamente a todos 
los seres humanos, aunque cerramos nuestros oídos a esa 
silenciosa y suave Voz. Cerramos nuestros ojos para no ver 
la Columna de Fuego que está delante de nosotros. Ahora 
bien, yo experimento Su omnipresencia. 
- Young India, 25 de mayo de 1921 
El fin último de la humanidad es la visión de Dios, y todas 
nuestras actividades -políticas, sociales y religiosas- tie­nen 
que estar guiadas por el fin último de la visión de 
Dios. El servicio inmediato a todos los seres humanos se 
convierte en una parte necesaria de este esfuerzo, sencilla­mente 
porque la única manera de encontrar a Dios es ver 
a Dios en Su creación y ser uno con Él. Y esto sólo puede 
hacerse sirviendo a todos. Soy una parte integrante del to­do, 
y no puedo encontrar a Dios separado del resto de la 
humanidad. Mis compatriotas son mis vecinos más próxi­mos. 
Se han vuelto tan desvalidos, tan carentes de recur­sos, 
tan inertes, que tengo que concentrarme en servirles. 
Si llegara a persuadirme de que tengo que encontrar a Dios 
en una cueva del Himalaya, iría allí inmediatamente. Pero 
sé que no puedo encontrar a Dios si no es a través de la 
humanidad. 
- Harijan, 29 de agosto de 1936 
La impenetrable oscuridad que nos rodea no es una mal­dición, 
sino una bendición. Dios nos ha hecho capaces de 
ver qué paso tenemos que dar, y bastará con que la Luz 
55
Celestial nos revele ese paso. Entonces podremos cantar 
con el cardenal Newman: «Un paso es suficiente para mí». 
Y gracias a nuestra experiencia del pasado podemos tener 
la seguridad de que el paso siguiente siempre estará a la 
vista. En otras palabras, la impenetrable oscuridad no es 
tan impenetrable como imaginamos. Pero lo parece cuan­do, 
por nuestra impaciencia, queremos ver más allá del si­guiente 
paso. 
- Harijan, 20 de abril de 1934 
Estoy más seguro de la existencia de Dios que del hecho 
de que tú y yo estamos sentados en esta habitación. Y pue­do 
atestiguar también que soy capaz de vivir sin aire y sin 
agua, pero no sin Él. Podrías arrancarme los ojos, pero ello 
no me causaría la muerte. Podrías cortarme la nariz, pero 
ello no me causaría la muerte. Pero si destruyes mi fe en 
Dios, moriré sin remedio. Podrás pensar que esto es una 
superstición, pero yo confieso que es la superstición a la 
que me aferró, del mismo modo que en mi infancia solía 
pronunciar el nombre de Rama* cuando había alguna cau­sa 
de peligro o de alarma. Esto fue lo que me enseñó una 
anciana nodriza en mi infancia. 
- Harijan, 14 de mayo de 1938 
Dios es el capataz más severo que he conocido jamás en 
este mundo, y nos pone a prueba una y otra vez. Y cuando 
descubrimos que nuestra fe se debilita o que nuestro cuer­po 
flaquea y nos hundimos, Dios viene a ayudarnos de al- 
56 
gún modo y nos demuestra que no tenemos que perder 
nuestra fe y que Él está siempre a nuestra disposición, pe­ro 
a Su manera, no a la nuestra. Esto es lo que he descu­bierto. 
En verdad, no puedo recordar ni un solo caso en 
que, en el último momento, Él me haya abandonado. 
- Speeches and Writings of Mahatma Gandhi (1933), p. 1069 
57
11 
El camino de la no violencia 
El camino de la Verdad es tan estrecho como directo. Lo 
mismo sucede con el de la no violencia. Es como mante­nerse 
en equilibrio en el filo de una espada. Gracias a la 
concentración, el acróbata puede caminar sobre la cuerda 
floja. Pero la concentración exigida para avanzar por el ca­mino 
de la Verdad y la no violencia es mucho mayor. La 
menor falta de atención nos hace caer por tierra. Sólo po­demos 
tener experiencia de la Verdad y de la no violencia 
si nos esforzamos incesantemente. [...] 
La no violencia no es tan ruda como la han presenta­do. 
Es indudable que no herir a ningún ser vivo es una par­te 
de la no violencia, pero es sólo su expresión menos im­portante. 
Cualquier pensamiento perverso, la prisa excesi­va, 
la mentira, el odio o el simple hecho de desear mal a 
alguien significa transgredir el principio de la no violen­cia. 
También lo transgredimos cuando retenemos para no­sotros 
lo que el mundo necesita. Ahora bien, el mundo ne­cesita 
incluso lo que comemos cada día. En el lugar que 
ocupamos hay millones de microorganismos a los que per­tenece 
ese lugar y que sufren daño por nuestra presencia. 
Entonces, ¿qué hemos de hacer? ¿Tenemos que suicidar­nos? 
Ni siquiera eso sería una solución, puesto que cree­mos 
que, mientras el espíritu está unido a la carne, cada 
58 
vez que el cuerpo es destruido, el espíritu se teje un cuer­po 
nuevo. El cuerpo sólo dejará de existir cuando no ten­gamos 
ningún apego a él. Esta liberación de todo apego es 
la experiencia de Dios como Verdad. Esta experiencia no 
se puede tener de un modo precipitado. El cuerpo no nos 
pertenece. Mientras dure, tenemos que servirnos de él co­mo 
algo que se nos ha confiado y de lo que somos res­ponsables. 
Si tratamos de este modo lo que pertenece a la 
carne, podemos esperar liberarnos un día del peso del 
cuerpo. Si comprendemos las limitaciones a que está suje­ta 
la carne, tenemos que esforzarnos diariamente por al­canzar 
ese ideal con todas nuestras fuerzas. 
Quizás ahora resulte claro, gracias a lo que acabamos 
de decir, que sin la no violencia no es posible buscar y en­contrar 
la Verdad. 
La no violencia y la Verdad están tan estrechamente 
unidas que es prácticamente imposible desunirlas y sepa­rarlas. 
Son como las dos caras de una misma moneda o, 
mejor aún, como un disco metálico aún no acuñado: toda­vía 
no se puede decir cuál de los dos lados será el anverso 
y cuál el reverso. Del mismo modo, la no violencia es só­lo 
un medio; el fin es la Verdad. Para que los medios sigan 
siendo medios tienen que estar siempre a nuestro alcance. 
Por eso la no violencia es nuestro deber supremo. Si cui­damos 
los medios, antes o después alcanzaremos el fin. 
Una vez comprendido este punto, la victoria final es in­cuestionable. 
Cualesquiera que sean las dificultades con 
que nos encontremos o los aparentes reveses que soporte­mos, 
no podremos renunciar a la búsqueda de la Verdad, 
la cual es única, porque se identifica con el mismo Dios. 
- From Yeravda Mandir, cap. 2 
59
La no violencia es una fuerza activa del orden más eleva­do. 
Es la fuerza del alma o el poder de la Divinidad den­tro 
de nosotros. El ser humano imperfecto no puede cap­tar 
la totalidad de esa esencia -pues no puede soportar to­do 
su resplandor-; pero una sola fracción infinitesimal de 
ella, cuando llega a actuar dentro de nosotros, puede hacer 
milagros. El sol que brilla en el cielo llena todo el univer­so 
con su calor vivificante. Pero si alguien se acercara de­masiado 
a él, quedaría reducido a cenizas. Lo mismo su­cede 
con la Divinidad. Nos hacemos semejantes a Dios en 
la medida en que vivimos la no violencia; pero nunca po­dremos 
llegar a ser del todo iguales a Dios. La acción de 
la no violencia es como la del radio: una cantidad infinite­simal 
de radio introducida en un tejido maligno actúa con­tinuamente, 
en silencio y sin cesar, hasta que transforma 
toda la masa del tejido enfermo en tejido sano. Del mismo 
modo, un poco de verdadera no violencia actúa de un mo­do 
silencioso, sutil e invisible y fermenta toda la sociedad. 
- Harijan, 12 de noviembre de 1938 
La verdad sin humildad sería una caricatura arrogante. 
Quien pretende practicar la verdad sabe cuan difícil resul­ta. 
El mundo podría aplaudir los supuestos triunfos de esa 
persona, porque apenas conoce sus fallos. Una persona ve­raz 
es disciplinada. Y tiene que ser humilde. Quien desea 
amar a todo el mundo, incluso a quienes se consideran sus 
enemigos, sabe hasta qué punto es imposible conseguirlo 
sólo con las propias fuerzas. Tiene que hacerse como el 
polvo antes de poder comprender los elementos de la no 
violencia. No es nada si cada día no crece en humildad al 
60 
mismo tiempo que crece en amor. [...] Nadie puede ver a 
Dios cara a cara si no ha reducido a la nada el yo que hay 
en él. Quien quiera ver a Dios tiene que anonadarse. En es­te 
universo tempestuoso, ¿quién se atreverá a decir: «He 
vencido»? Nosotros nunca triunfamos; es Dios quien 
triunfa en nosotros. [...] Lo que vale en el mundo material, 
es válido también en el mundo espiritual. Si, para ganar 
una batalla mundana, Europa sacrificó varios millones de 
vidas en la última guerra, que fue un acontecimiento tran­sitorio, 
¿qué tiene de asombroso que en la batalla espiri­tual 
tengan que perecer millones de personas en el intento 
de dejar al mundo un ejemplo consumado? 
- Young india, 25 de junio de 1925 
La no violencia es la fuerza suprema a de que dispone la 
humanidad. Es más poderosa que el arma de destrucción 
más potente concebida por la inteligencia humana. La des­trucción 
no es la ley de los humanos. El ser humano sólo 
vive libremente si está dispuesto a morir, si es preciso, a 
manos de su hermano, sin cometer nunca un asesinato. 
Todo asesinato o cualquier otro daño perpetrado o infligi­do 
contra otro es, cualquiera que sea su causa, un crimen 
contra la humanidad. 
- Harijan, 20 de julio de 1935 
Las virtudes de la misericordia, la no violencia, el amor y 
la verdad en cualquier persona sólo se pueden poner a 
prueba realmente cuando se oponen a la crueldad, la vio­lencia, 
el odio y la mentira. 
61
Si esto es así, entonces es incorrecto decir que la no 
violencia no sirve de nada ante un asesino. Ciertamente, se 
puede decir que experimentar con la no violencia frente a 
un asesino es buscar la autodestrucción. Pero ésta es la 
prueba real de la no violencia. En modo alguno se puede 
decir que hayan superado la prueba quienes se dejan ma­tar 
por pura impotencia. En cambio, son realmente no vio­lentos 
quienes no sienten odio contra sus asesinos e inclu­so 
piden a Dios que los perdone. Esto es lo que la historia 
nos cuenta de Jesucristo, que dijo al morir en la cruz: 
«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». Pode­mos 
poner ejemplos parecidos de otras religiones, pero ci­tamos 
esta frase porque es conocida en todo el mundo. 
Otra cosa es que nuestra no violencia no haya llegado 
a ese nivel. Nos engañaríamos absolutamente si redujéra­mos 
el nivel de la no violencia por razón de nuestra fragi­lidad 
o falta de experiencia. Si no comprendemos de ver­dad 
el ideal, nunca podremos tener la esperanza de alcan­zarlo. 
Es preciso, por tanto, que apliquemos nuestra razón 
a la comprensión del poder de la no violencia. 
- Harijan, 28 de abril de 1946 
La no violencia [ahimsaÁ' es un principio comprehensivo. 
Somos seres mortales desvalidos, atrapados en el conflic­to 
de la violencia [himsa' ]. Decir que la vida vive de la vi­da 
tiene un profundo significado. El ser humano no puede 
vivir sin cometer, consciente o inconscientemente, violen­cia 
exterior. El mero hecho de vivir -comer, beber y mo­verse- 
implica necesariamente algo de violencia -destruc­ción 
de vida-, aunque sea mínima. Por consiguiente, el se- 
62 
guidor de la no violencia permanece fiel a su fe si la fuen­te 
de todas sus acciones es la compasión, si evita del me­jor 
modo posible la destrucción de la más pequeña de las 
criaturas, si trata de salvarla y, de ese modo, se esfuerza in­cesantemente 
por liberarse de la espiral mortal de la vio­lencia. 
Crecerá constantemente en su autocontrol y com­pasión, 
pero nunca llegará a verse completamente libre de 
la violencia exterior. 
- Autobiography (1948), pp. 427-428 
Dado que el fundamento de la no violencia [ahimsa] es la 
unidad de todas las vidas, el error de una de ellas afecta 
necesariamente a todas y, por lo tanto, el ser humano no 
puede ser totalmente libre de la violencia [himsa]. Mien­tras 
siga siendo un ser social, no puede dejar de participar 
en la violencia que implica la existencia misma de la so­ciedad. 
Cuando dos naciones están enfrentadas, el deber 
de un seguidor de la no violencia es detener la guerra. 
Quien no está a la altura de este deber, quien no tiene po­der 
para resistirse a la guerra, quien no está en condicio­nes 
de oponerse a ella, podría tomar parte en ella y, no 
obstante, tratar de todo corazón de liberarse a sí mismo, a 
su nación y al mundo, de la guerra. 
- Autobiography (1948), pp. 427-428 
63
12 
Oración: la esencia de la religión 
<*& 
Creo que la oración es el alma y la esencia misma de la re­ligión 
y que, por lo tanto, tiene que ser el centro mismo de 
la vida del ser humano, pues nadie puede vivir sin religión. 
Hay quienes, llevados del egoísmo de su razón, declaran 
que no tienen nada que ver con la religión. Mas eso es co­mo 
si alguien dijera que respira, pero no tiene nariz. Ya sea 
por razón, por instinto o por superstición, el ser humano 
reconoce alguna forma de relación con lo divino. El ag­nóstico 
más radical reconoce la necesidad de un principio 
moral y asocia algo bueno con el cumplimiento de tal prin­cipio, 
y algo malo con su incumplimiento. Bradlaugh, cu­yo 
ateísmo es bien conocido, insistió siempre en procla­mar 
su más íntima convicción. Tuvo que sufrir mucho por 
decir de este modo la verdad, pero se alegró por ello y di­jo 
que la verdad era su recompensa. Lo cual no significa 
que fuera insensible a la alegría que resulta de la obser­vancia 
de la verdad. Ahora bien, esta alegría no es com­pletamente 
mundana, sino que brota de la comunión con 
lo divino. Por esta razón he dicho que incluso quien re­chaza 
la religión no puede vivir y no vive, de hecho, sin 
religión. 
64 
Pasemos ahora al siguiente punto, a saber: que la ora­ción 
es el centro mismo de la vida del ser humano, al igual 
que es la parte más vital de la religión. La oración es de pe­tición 
o, en su sentido más amplio, es comunión interior. 
En ambos casos, el resultado último es el mismo. Incluso 
cuando es de petición, ésta debe ser hecha para limpiar y 
purificar el alma, para liberarla de las capas de ignorancia 
y oscuridad que la rodean. Quien tiene el ansia de que lo 
divino despierte en su interior tiene que volver a la oración. 
Pero ésta no es un mero ejercicio consistente en hablar o en 
escuchar; no es una mera repetición de una fórmula vacía. 
Repetir el nombre de Dios [Ramanama*], por muchas ve­ces 
que se haga, es inútil si ello no conmueve el alma. En 
la oración es mejor tener un corazón sin palabras que pala­bras 
sin corazón. La oración tiene que ser una clara res­puesta 
al espíritu que tiene hambre de lo divino. Y del mis­mo 
modo que una persona hambrienta sabe apreciar una 
comida saludable, así también un alma hambrienta se de­leitará 
con una oración sincera. Gracias a mi experiencia y 
a la de mis compañeros, puedo afirmar que quien ha expe­rimentado 
la magia de la oración puede estar sin comer va­rios 
días seguidos, pero no puede vivir ni un solo momen­to 
sin la oración, pues sin oración no hay paz interior. 
Alguien podría decir que, si las cosas son así, debería­mos 
ofrecer nuestras oraciones en cada minuto de nuestra 
vida. Así es, indudablemente; pero nosotros, que somos 
mortales y falibles y tenemos dificultades para entrar en 
nuestro interior a fin de experimentar la comunión interna 
siquiera por un momento, consideraremos imposible per­manecer 
perpetuamente en comunión con lo divino. Por 
eso establecemos algunas horas en las que nos esforzamos 
65
decididamente por liberarnos de los apegos del mundo du­rante 
algún tiempo, y nos proponemos firmemente perma­necer 
fuera de la carne, por así decirlo. Ya conocéis el him­no 
de Surdas*: es el grito apasionado de un alma que an­sia 
la comunión con lo divino. En nuestra opinión, fue un 
santo; pero el se consideraba un pecador manifiesto. 
Espiritualmente iba muy por delante de nosotros, pero sin­tió 
la separación de lo divino tan intensamente que lanzó 
un grito de angustia nacido de la desesperación y el abo­rrecimiento: 
«¿Quién es tan corrupto, malvado y lascivo 
como yo?». 
He hablado de la necesidad de la oración y, como con­secuencia 
de ello, he tratado sobre la esencia de la oración. 
Hemos nacido para servir a nuestros semejantes, y no po­demos 
hacerlo si no estamos bien despiertos. Hay una lu­cha 
eterna que tiene lugar en el corazón humano entre los 
poderes de las tinieblas y los de la luz, y quien no tiene el 
ancla de la oración para aferrarse a ella será víctima de los 
poderes de las tinieblas. Las personas de oración estarán 
en paz consigo mismas y con todo el mundo. Quienes se 
ocupan de los asuntos del mundo sin un corazón entrega­do 
a la oración serán miserables y llenarán también el 
mundo de miseria. Así pues, la oración, además de estar 
vinculada a la condición de la humanidad después de la 
muerte, tiene un incalculable valor para la humanidad en 
el mundo de los vivos. La oración es el único medio para 
poner orden, paz y reposo en nuestros actos diarios. Preo­cupémonos 
de lo más vital, y lo demás vendrá por sí solo. 
Tracemos correctamente un ángulo del cuadrado, y los 
otros ángulos serán automáticamente rectos. 
66 
Empezad el día, pues, orando, y hacedlo con tanto sen­timiento 
que la oración pueda acompañaros hasta la no­che. 
Y terminad el día orando también, para que paséis la 
noche en paz, libres de sueños y pesadillas. No os preocu­péis 
por la forma de la oración. Cualquiera que sea nues­tro 
modo de orar, lo importante es que nos lleve a la co­munión 
con lo divino. Ahora bien, sea cual sea ese modo, 
no permitáis que el espíritu ande vagando mientras las pa­labras 
de la oración siguen saliendo de vuestra boca. 
Todas las cosas en el universo, incluidos el sol, la luna 
y las estrellas, obedecen a ciertas leyes. Sin la influencia 
limitadora de esas leyes, el mundo no seguiría existiendo 
ni un solo momento. Vosotros, cuya misión en la vida es el 
servicio a los demás, os destrozaréis si no os imponéis al­guna 
forma de disciplina, y la oración es una disciplina es­piritual 
necesaria. Es la disciplina y la moderación lo que 
nos separa de los animales. Si queremos ser hombres y 
mujeres que caminan con la cabeza erguida y no a cuatro 
patas, comprendamos y sometámonos voluntariamente a 
la disciplina y la moderación. 
- Young India, 23 de enero de 1930 
67
13 
¿Por qué orar? 
*& 
¿Por qué orar? ¿Acaso Dios, si es que existe, no sabe lo 
que ha sucedido? ¿Necesita la oración para poder cumplir 
con Su deber? 
No, Dios no necesita que le recordemos nuestras nece­sidades. 
Dios está dentro de todas las personas. Nada su­cede 
si Él no lo permite. Nuestra oración es una búsqueda 
del corazón. Es un recordatorio de que nada podemos sin 
la ayuda de Dios. Ningún esfuerzo es completo sin la ora­ción, 
sin un reconocimiento explícito de que el mejor es­fuerzo 
humano no surte efecto alguno si no es bendecido 
por Dios. La oración es una llamada a la humildad. Es una 
llamada a la purificación de nosotros mismos, a la bús­queda 
interior. 
- Harijan, 8 de junio de 1935 
En mi opinión, Rama*, Rahamán*, Ahuramazda*, Dios o 
Krishna* significan otros tantos intentos humanos de dar 
nombre a esa fuerza invencible que es la mayor de todas 
las fuerzas. Aun cuando el ser humano sea imperfecto, hay 
en él un deseo innato de esforzarse por lograr la perfec- 
68 
ción. Al intentarlo, se hace falsas ilusiones. Y del mismo 
modo que un bebé que trata de mantenerse en pie, cae una 
y otra vez y, finalmente, aprende a caminar, así también un 
hombre, a pesar de toda su inteligencia, no es más que un 
niño en comparación con el Dios infinito y eterno. Esto 
podría parecer una exageración, pero no lo es. El hombre 
sólo puede describir a Dios con su pobre lenguaje. El po­der 
que llamamos «Dios» está por encima de toda des­cripción. 
Por otro lado, ese poder no tiene necesidad de 
ningún esfuerzo humano que lo describa. Es el ser huma­no 
el que necesita los medios para poder describir ese po­der, 
que es más inmenso que el océano. Si se acepta esta 
premisa, no hay necesidad de preguntar por qué oramos. 
El ser humano sólo puede concebir a Dios dentro de las li­mitaciones 
de su mente. Si Dios es inmenso e ilimitado 
como el océano, ¿cómo va a poder una minúscula gota, 
como el hombre, imaginar lo que El es? El ser humano só­lo 
puede experimentar lo que es el océano si se sumerge y 
se funde en él. Esta experiencia escapa a toda descripción. 
Según Madame Blavatsky, el hombre, cuando ora, da cul­to 
a su propio yo glorificado. Sólo puede orar verdadera­mente 
quien está convencido de que Dios está dentro de él. 
Quien no lo está, no necesita orar. Dios no se sentirá ofen­dido, 
pero yo puedo decir por propia experiencia que 
quien no ora es ciertamente un perdedor. ¿Qué importa, 
pues, si una persona adora a Dios como Persona, y otra lo 
adora como Fuerza? Ambas actúan correctamente según 
sus capacidades. Ninguna de ellas sabe, y quizá nunca sa­brá, 
cuál es el modo absolutamente apropiado de orar. El 
ideal tiene que seguir siendo siempre el ideal. Sólo nece­sitamos 
recordar que Dios es la Fuerza entre todas las 
69
fuerzas. Todas las demás fuerzas son materiales, pero Dios 
es la fuerza o espíritu vital omnipresente y omnicompre-hensivo, 
y por eso está por encima del saber humano. 
- Haríjan, 18 de agosto de 1946 
Un diálogo con un budista 
El doctor Fabri, seguidor de Buda, visitó a Gandhi en 
Abbottabad y le preguntó: «¿Se puede cambiar la Mente 
Divina por medio de la oración? ¿Se puede llegar a cono­cer 
esa Mente por medio de la oración?». 
«Me resulta difícil explicar debidamente lo que hago 
cuando oro», dijo Gandhi. «Pero tengo que tratar de res­ponder 
a su pregunta. La Mente Divina es inmutable, pero 
la Divinidad está en todas las personas y en todas las cosas 
-en los seres animados y en los inanimados-. Si oro, es 
porque quiero tener experiencia de esa Divinidad. Ahora 
bien, aun teniendo esta convicción intelectual, podría care­cer 
de dicha experiencia. Y cuando oro por el swaraf (in­dependencia) 
para la India, oro o deseo el poder adecuado 
para conseguir ese swaraj o para que mi contribución sea 
la mejor posible en esta causa; y sostengo que puedo reci­bir 
ese poder como respuesta a mi oración». 
«Entonces no está usted justificado para llamar oración 
a su experiencia; orar significa pedir o suplicar», dijo el 
doctor Fabri. 
«Sí, ciertamente. Usted podría decir que yo pido desde 
mí, desde mi yo Superior, desde el yo Real con el que aún 
no me he identificado completamente. Y podría describir 
70 
mi oración como un deseo continuo de perderme en la 
Divinidad que lo abarca todo». 
«¿Y las personas que no pueden orar?», preguntó el 
doctor Fabri. 
«Yo les diría que sean humildes», dijo Gandhi, «y que 
no limiten al Buda real según su concepción de Buda. Él 
no habría podido gobernar las vidas de millones de seres 
humanos, como lo hizo entonces y lo hace hoy, si no hu­biera 
tenido humildad suficiente para orar. Hay algo infi­nitamente 
superior al entendimiento que nos gobierna a 
nosotros y también a los escépticos. El escepticismo y la 
filosofía no sirven de ayuda a los escépticos en los perio­dos 
más difíciles de sus vidas. Ellos necesitan algo mejor, 
algo que esté fuera de su persona y pueda sostenerlos. Y 
así, si alguien me plantea un enigma, yo le digo: "No po­drá 
usted conocer el significado de Dios o de la oración 
mientras no se reduzca a la nada. Tiene que humillarse 
hasta que vea que, a pesar de su grandeza y de su magní­fico 
entendimiento, no es más que una mota de polvo en el 
universo. Una concepción meramente intelectual de las 
cosas de la vida no es suficiente. La concepción espiritual 
supera al entendimiento y es lo único que puede satisfacer 
nuestros anhelos. Hasta las personas adineradas pasan por 
periodos críticos en su vida. Aunque estén rodeadas de to­do 
lo que el dinero puede comprar y todo lo que el afecto 
puede dar, en ciertos momentos de su vida se encuentran 
completamente confundidas. Es en esos momentos cuan­do 
vislumbramos a Dios, cuando tenemos una visión de 
Aquel que guía cada uno de nuestros pasos en la vida. Esto 
es la oración"». 
71
«Se está refiriendo a lo que podríamos llamar una ver­dadera 
experiencia religiosa, que es más fuerte que la con­cepción 
intelectual», dijo el doctor Fabri. «En mi vida he 
tenido dos veces esa experiencia, pero después la he per­dido. 
Mas ahora encuentro gran consuelo en uno o dos di­chos 
de Buda: "El egoísmo es la causa del sufrimiento" y 
"Recordad, monjes, que todo es pasajero". Pensar en esto 
casi equivale a creer». 
«Eso es la oración», repitió Gandhi con una insistencia 
perfectamente convincente. 
- Harijan, 19 de agosto de 1939 
72 
14 
Cómo, a quién y cuándo orar 
<*& 
«Muchas veces nos pide usted que demos culto a Dios y 
que oremos, pero nunca nos dice cómo orar y a quién orar. 
¿Podría iluminarme acerca de este punto, por favor?», pre­gunta 
un lector de Navajivan. Dar culto a Dios es cantar 
las alabanzas de Dios. La oración es la confesión de la in­dignidad 
y la debilidad de la persona. Dios tiene mil nom­bres 
o, mejor dicho, es Innombrable. Damos culto o reza­mos 
a Dios con el nombre que más nos agrada. Unos lo 
llaman Rama*; otros, Krishna*; otros, Rahim*; y otros, 
Dios. Todos dan culto al mismo espíritu; pero del mismo 
modo que no todas las comidas sientan bien a todo el 
mundo, tampoco todos los nombres atraen a todas las per­sonas. 
Cada una escoge el nombre que más le agrada, y El, 
que es el In-habitador, Todopoderoso y Omnisciente, co­noce 
nuestros sentimientos más íntimos y nos responde 
según nuestros deseos. 
La oración no hay que hacerla con los labios, sino con 
el corazón. Por eso pueden hacerla igualmente el mudo y 
el tartamudo, el ignorante y el estúpido. Y las oraciones de 
aquellos cuyas lenguas destilan néctar, pero cuyos corazo­nes 
están llenos de veneno, nunca son escuchadas. Así 
73
pues, quien quiera orar a Dios tiene que purificar su co­razón. 
Rama no estaba sólo en los labios de Hánuman*, 
sino que estaba entronizado en su corazón. Él dio a 
Hánuman una fuerza inagotable. Con Su fuerza subió a la 
montaña y cruzó el océano. La fe nos conduce a través de 
mares tempestuosos, la fe mueve montañas y atraviesa los 
océanos. Esta fe no es sino la conciencia viva y completa­mente 
despierta de Dios dentro de nosotros. Quien ha al­canzado 
esta fe no desea nada. Aunque su cuerpo esté en­fermo, 
él está espiritualmente sano, es físicamente puro y 
abunda en riquezas espirituales. 
Con todo, alguien podría preguntar: «¿Cómo se puede 
limpiar el corazón hasta este punto?». El lenguaje de los 
labios se enseña fácilmente; pero ¿quién puede enseñar el 
lenguaje del corazón? Sólo el bhakta* -el verdadero devo­to- 
lo conoce y puede enseñarlo. El Gita definió el senti­do 
del bhakta en tres lugares y habló de él de forma gene­ral 
en todas partes. Pero el conocimiento de la definición 
de un bhakta no es una guía suficiente, pues son raros en 
nuestro mundo. Por eso he sugerido que el medio es la 
Religión del Servicio. Dios quiere que Su sede sea el co­razón 
de quien sirve a su prójimo. Por esta razón Nara-simha 
Mehta*, que «vio y conoció», cantó: «El verdadero 
vaishnava* es el que sabe ablandarse ante el dolor del 
otro». Así fue Abu Ben Adhem*. El sirvió a su prójimo, y 
por eso su nombre ocupa el lugar más alto en la lista de los 
servidores de Dios. 
Pero ¿quiénes son los que sufren y los angustiados? 
Los oprimidos y los indigentes. Así pues, quien quiera ser 
un bhakta tiene que servirles con el cuerpo, con el alma y 
con la mente. ¿Cómo puede servir con el cuerpo a las cla- 
74 
scs «oprimidas» quien las ve como intocables? Quien ni 
siquiera se digna emplear su cuerpo para hilar por los po­bres 
y alega excusas poco convincentes, no conoce el sig­nificado 
del servicio. Una persona pobre pero sana no me­rece 
limosnas, sino una exhortación a que trabaje para ga­narse 
el pan. Las limosnas la envilecerían. Quien hila an­te 
los pobres invitándoles a hilar también ellos sirve a Dios 
más que cualquier otra persona. «Quien Me dé una insig­nificancia, 
como un fruto, una flor y hasta una hoja, con el 
espíritu de bhakti* [devoción] es Mi siervo», dice el Señor 
en el Bhagavad Gita. Y Él tiene Su escabel donde viven 
«los humildes, los pobres y los descarriados». Así pues, 
hilar por estas personas es la oración más grande, el culto 
más grande, el sacrificio más grande. 
La oración, pues, se puede hacer invocando cualquiera 
de los nombres de Dios. Un corazón piadoso es el vehícu­lo 
de la oración, y el servicio hace que el corazón sea pia­doso. 
Los hindúes que en nuestro tiempo sirven de todo 
corazón a los intocables hacen verdadera oración; los hin­dúes 
y todos aquellos que hilan piadosamente por los po­bres 
y los indigentes hacen verdadera oración. 
- Young India, 24 de septiembre de 1925 
No se puede establecer ninguna regla fija relativa a los 
tiempos de los actos de devoción, pues éstos dependen del 
temperamento individual. Los actos de devoción son mo­mentos 
preciosos de la vida diaria. Tales ejercicios están 
previstos para que nos serenemos, nos humillemos y com­prendamos 
que nada sucede si Él no lo quiere, y que no 
somos más que «arcilla en manos del Alfarero». Son mo- 
75
mentos en los que revisamos nuestro pasado inmediato, 
confesamos nuestra debilidad y pedimos perdón y fuerza 
para ser mejores y actuar mejor. Un minuto podría ser su­ficiente 
para algunos, mientras que para otros veinticuatro 
horas podrían ser muy pocas. Para las personas que están 
llenas de la presencia de Dios en ellas, trabajar es orar. Su 
vida es una oración o un acto de adoración continuo. En 
cambio, quienes actúan sólo para pecar, para autocompla-cerse, 
y viven para sí mismos, tendrían que orar continua­mente. 
Si tuvieran paciencia, fe y voluntad de ser puros, 
harían oración hasta sentir la presencia purificadora y con­creta 
de Dios dentro de sí. Para nosotros, seres mortales 
comunes, tiene que haber un término medio entre ambos 
extremos. No somos tan perfectos como para poder decir 
que todos nuestros actos son fruto de nuestra entrega a 
Dios, y tal vez no hayamos llegado al extremo de vivir 
únicamente para nosotros mismos. Por esta razón todas las 
religiones establecen tiempos especiales para la devoción 
general. Lamentablemente, estas devociones se han con­vertido 
en actos meramente mecánicos y formales, cuando 
no hipócritas. Lo que hace falta es que tales devociones se 
realicen con la actitud correcta. 
La oración personal, es decir, la oración en la que pe­dimos 
algo a Dios, hemos de hacerla ciertamente en nues­tra 
lengua materna. No puede haber nada más grande que 
pedir a Dios que nos haga ser justos para con todos los se­res 
vivos. 
- Young India, 10 de junio de 1926 
76 
15 
Ayunos 
Un ayuno auténtico purifica el cuerpo, la mente y el alma. 
En la medida en que crucifica la carne, da la libertad al al­ma. 
Una oración sincera puede hacer milagros. Es un in­tenso 
anhelo del alma que desea ser aún más pura. La pu­reza 
alcanzada de este modo se convierte en oración cuan­do 
se utiliza para un fin noble. El uso mundano del gaya-tri*, 
su repetición para sanar a los enfermos, ilustra el sen­tido 
que hemos dado a la oración. Cuando el mismo gaya­ta 
japa* es realizado con una mente humilde y concentra­da 
de un modo inteligente en momentos de dificultades y 
calamidades nacionales, se convierte en el instrumento 
más poderoso para evitar el peligro. No puede haber error 
más grande que suponer que la recitación del gayatri, el 
namaz* o la oración cristiana son supersticiones que pue­den 
ser practicadas por el ignorante y el crédulo. El ayuno 
y la oración, por consiguiente, son un proceso muy pode­roso 
de purificación, y lo que nos purifica nos capacita del 
mejor modo posible para cumplir nuestro deber y alcanzar 
nuestra meta. Si a veces parece que el ayuno y la oración 
no responden, no es porque no haya nada en ellos, sino 
porque no se hacen con el espíritu correcto. 
77
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  • 1. McirMncl K (kndr. ÍÍ Vwkicl fs Dio;
  • 2. Colección «EL POZO DE SIQUEM» 174 Mohandas K. Gandhi «La Verdad es Dios» Escritos desde mi experiencia de Dios Edición de R.K. Prabhu Editorial SAL TERRAE Santander
  • 3. Título del original en inglés: Truth is God. Gleanings from the writings of Mahatma Gandhi bearing on God, God-Realization and the Godly Way © 1955 by Navajivan Trust Ahmedabad - 380 014 (India) Traducción: María del Carmen Blanco Moreno y Ramón Alfonso Diez Aragón Para la edición española: © 2005 by Editorial Sal Terrae Polígono de Raos, Parcela 14-1 39600 Maliaño (Cantabria) Tfno.: 942 369 198 Fax: 942 369 201 E-mail: salterrae@salterrae.es www.salterrae.es Diseño de cubierta: Fernando Peón <fpeon@ono.es> Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier método o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos. Con las debidas licencias Impreso en España. Printed in Spain ISBN: 84-293-1590-X Depósito Legal: BI-331-05 Fotocomposición: Sal Terrae - Santander Impresión y encuademación: Grato, S.A. - Basauri (Vizcaya índice Prólogo, por C. Rajagopalachari 7 Cronología de la vida de Mohandas Gandhi . . 9 Al lector 13 1. Mi búsqueda 15 2. Dios es 20 3. Sólo Dios es 24 4. La Verdad es Dios 28 5. Dios es Amor 32 6. Dios es Verdad, Conocimiento y Felicidad . . . . 36 7. Dios y la naturaleza 39 8. Dios como Daridranarayana 44 9. La voz de Dios 47 10. Experiencia de Dios 52 11. El camino de la no violencia 58 12. Oración: la esencia de la religión 64 13. ¿Por qué orar? 68 14. Cómo, a quién y cuándo orar 73 15. Ayunos 77 16. El duelo eterno 82 17. Autopurificación 85 5
  • 4. 18. El valor del silencio 87 19. Igualdad de las religiones 90 20. Tolerancia 94 21. Conversión 97 22. Por qué soy hindú 106 23. Budismo, cristianismo e islam 110 24. Dios y dioses 115 25. Templos e ídolos 121 26. Culto a los árboles 126 27. Razón y fe 129 28. Escrituras 132 29. El mensaje del Gita 137 30. La belleza de la Verdad 148 31. Ramanama 153 32. Naturopatía 157 33. La unidad de toda vida 162 34. Qué es el brahmacharya 168 35. Pasos hacia el brahmacharya 173 36. El matrimonio, un sacramento 178 37. El evangelio de la no posesión 182 38. El trabajo como culto 186 39. Sarvodaya 191 40. Ética de la bomba atómica 195 41. Paz en la tierra 198 42. Obiter dicta 202 Glosario 215 Fuentes 225 índice analítico y onomástico 227 6 Prólogo < * * El director de la editorial Navajivan ha sido víctima de una costumbre que se está imponiendo por todas partes: quiere que escriba un prólogo para una antología de textos de Gandhi sobre la religión y sobre Dios. Tanto el tema como el autor tendrían que haber bastado para que Shri Jivanji no hubiera sido víctima de esta moda. Pero ésta es tan fuerte que, a pesar de todo, ha actuado como los demás y quiere que escriba un prólogo que es totalmente innecesario. Dios y, por tanto, la religión son necesidades funda­mentales para una vida normal y sana -tanto del individuo como de las naciones-. En este libro el lector escuchará a Gandhi hablando desde el corazón en diversas ocasiones a lo largo de treinta años del periodo más maduro de su vi­da. Lo que un hombre de nuestro tiempo, que realizó obras magníficas, pensó sobre el tema de Dios y de la religión no dejará de ser instructivo, en estos días difíciles, para los hombres y las mujeres instruidos. «Los miembros de la familia humana no somos todos filósofos. De un modo u otro, queremos algo que podamos tocar, algo que podamos ver, algo ante lo cual podamos 7
  • 5. arrodillarnos. No importa si es un libro, un edificio de pie­dra vacío o un edificio de piedra habitado por muchas imá­genes », escribió Gandhi para defender el culto en los tem­plos, teniendo como trasfondo otras grandes religiones. «El dharma"] hindú es como un océano sin límites re­pleto de joyas inestimables. Cuanto más profundamente se sumerge uno, tantos más tesoros encuentra», dijo Gandhi. Quien desee entender qué clase de hombre fue el Padre de la Nación tiene que leer este libro. Es posible que algu­nas personas no quieran saber acerca de la religión nada que no se encuentre en nuestros Shastras* o en las escri­turas de otras religiones. Pero aquí hay una faceta funda­mental de la mente de un gran hombre al que amamos y al que nuestra nación está agradecida. El valor de esta anto­logía es mayor que el de un libro de instrucción religiosa. C. RAJAGOPALACHARI2 1. Se marcan con un asterisco (*) las palabras cuyo significado se expli­ca en el Glosario (pp. 215-223). [Nota de los traductores], 2. C. Rajagopalachari (1878-1972). popularmente conocido como «Rajaji», el primer y único indio que llegó a ser Gobernador General de la India, fue un reformador social pionero, un pensador incisivo y un gran sabio. Sobresalió también como hombre de Estado y hábil ad­ministrador. Colaboró estrechamente con Gandhi y luchó apasionada­mente por la libertad. [Nota de los traductores]. 8 Cronología de la vida de Mohandas Gandhi3 <*& 1869 2 de octubre. Mohandas Karamchand Gandhi, hijo de Karamchand y Putlibai Gandhi, nace en Porban-dar, India. 1882 A la edad de trece años se casa con Kasturbai Makanji. 1888 4 de septiembre. Viaja a Londres para estudiar Derecho. 1891 11 de junio. Queda registrado en el Colegio de Abogados, obtiene el título de abogado y se embar­ca de regreso a la India al día siguiente. 1893 Abril. Viaja a Durban, Sudáfrica, para ejercer la abogacía. Una semana después de su llegada, y de­bido al color de su piel, es arrojado de un tren por negarse a pasar a un vagón de tercera clase. A par- 3. Tomada de MAHATMA GANDHI, «Mi vida es mi mensaje». Escritos so­bre Dios, la verdad y la no violencia, Sal Terrae, Santander 2003, pp. 11-14. [Nota de los traductores]. 9
  • 6. tir de entonces decide dedicar todas sus energías a luchar contra el racismo y la injusticia. 1904 Funda un semanario: Iridian Opinión. - Compra cuatro hectáreas junto a Durban y funda la Granja Phoenix, su primer ashram. 1906 11 de septiembre. En una manifestación en Johannesburgo, pronuncia un encendido discurso con el que exhorta a miles de indios a desobedecer las leyes racistas. - Hace voto de castidad. - Publica Hind Swaraj [«Autogobierno de la India»], donde aboga por la independencia de la India y la vuelta a la vida en las aldeas. 1908 10 de enero. Sufre el primer arresto y la primera no­che en prisión, en Johannesburgo; adopta el término satyagraha y anima a los indios a quemar las tarje­tas de registro. 1909 Empieza a mantener correspondencia con Tolstoi. 7970 Compra cuarenta y cinco hectáreas cerca de Johannesburgo y establece la Granja Tolstoi, su se­gundo ashram. 1913 Encabeza la gran marcha de Newcastle a Volksrust y es arrestado. 1914 Negocia el proyecto de Ley para el socorro a los in­dios con el gobierno sudafricano. - 18 de julio. Abandona Sudáfrica y visita Inglaterra. 7975 9 de enero. Regresa a la India. 7976 Establece el Ashram «Satyagraha» cerca de Ahmedabad; viaja por toda la India. 7977 Empieza la campaña en Champarán a favor de los campesinos pobres; atrae la atención nacional. 10 1918 Dirige la huelga de trabajadores textiles en Ahmedabad. 7979 6 de abril. Convoca una huelga nacional, un día de oración y ayuno; la India queda paralizada. - 13 de abril. Los soldados británicos asesinan a 379 personas que se manifestaban pacíficamente en Amritsar. - Funda dos semanarios: Navajivan y Young India. 1920 Reorganiza el Partido Indio del Congreso, lanza la Campaña Satyagraha, y el movimiento por la inde­pendencia empieza de nuevo. 7922 Suspende la campaña de desobediencia civil, debi­do a la violencia, pero es arrestado. - 18 de marzo. En el «Gran Juicio» es condenado a seis años de cárcel. 7924 5 de febrero. Es excarcelado, debido a su delicado estado de salud. - Hace un ayuno de veintiún días por la unidad en­tre hindúes y musulmanes. 7926 Empieza a escribir su Autobiografía: la historia de mis experimentos con la verdad. 1930 12 de marzo -6 de abril. Lleva a cabo la Marcha de la Sal desde Sabarmati hasta Dandi; lanza una nue­va Campaña Satyagraha. - 4 de mayo. Es detenido y encarcelado. 7937 Agosto-diciembre. Participa en la Conferencia de la Mesa Redonda en Londres. 7932 4 de enero. Es detenido y encarcelado una semana después de volver de Inglaterra. - 20 de septiembre. Empieza un ayuno hasta la muerte para poner fin a la «intocabilidad». 11
  • 7. 1933 Mayo. Es puesto en libertad después de haber em­pezado otro ayuno de veintiún días. - Deja el Ashram de Sabarmati y se traslada a Wardha; empieza un recorrido por toda la India; funda un semanario: Harijan. 1935 Construye «Sevagram», o aldea modelo, en Wardha. 1942 8 de agosto. Hace un nuevo llamamiento a la deso­bediencia civil contra la dominación británica. -9 de agosto. Es detenido y encarcelado. 1944 22 de febrero. Kasturbai muere en la cárcel con Gandhi a su lado. - El 6 de mayo es puesto en libertad. 1946 Agosto. Empieza una marcha pacifista de seis me­ses por la región de Noakhali, desgarrada por la guerra. 1947 15 de agosto. La India consigue la independencia; Gandhi ora y ayuna por la unidad y la no violencia. - 1 de septiembre. Empieza un «ayuno hasta la muerte» para poner fin a los violentos disturbios y matanzas en Calcuta. Tres días después, cuando ter­mina la violencia, Gandhi interrumpe el ayuno. 1948 13 de enero. Empieza un ayuno hasta la muerte pa­ra detener la violencia en Delhi. - 30 de enero. A la edad de 79 años, Mohandas Gandhi es asesinado en Delhi cuando se dirige a la oración de la tarde. 12 Al lector Me gustaría decirle al diligente lector de mis escritos, y a quienes estén interesados en ellos, que no me preocupa en absoluto parecer coherente. En mi búsqueda de la Verdad he descartado muchas ideas y aprendido muchas cosas nuevas. Pese a mi avanzada edad, no tengo la sensación de haber dejado de crecer interiormente, ni de que mi creci­miento vaya a detenerse con la disolución de la carne. Lo que me preocupa es mi disposición a obedecer a la llama­da de la Verdad, que es mi Dios, en todo momento; por tanto, cuando alguien encuentre alguna incoherencia entre dos escritos míos que traten el mismo tema, si aún tiene fe en mi sensatez, hará bien en elegir el último de los dos. - Harijan, 29 de abril de 1933 13
  • 8. 1 Mi búsqueda « ^ No soy más que un buscador de la Verdad. Estoy conven­cido de haber encontrado un camino que me conduce a ella y afirmo que me estoy esforzando incesantemente por encontrarla, pero reconozco que aún no la he encontrado. Hallar la Verdad completamente es lograr la realización personal y el cumplimiento del propio destino, es decir, llegar a ser perfecto. Soy dolorosamente consciente de mis imperfecciones, y en este conocimiento reside toda la fuerza de que dispongo, porque es raro que un ser huma­no conozca sus limitaciones. - Young India, 17 de noviembre de 1921 Si fuera perfecto, las desgracias de mi prójimo no ten­drían que afectarme tanto. Si fuera perfecto, tendría que analizarlas, prescribiría un remedio e impondría su aplica­ción por la fuerza de la Verdad incuestionable que habría en mí. Pero por el momento sólo veo las cosas como a tra­vés de un espejo, borrosamente, y sólo puedo convencer a los demás, por tanto, a través de un lento y laborioso pro­ceso; pero no siempre lo consigo. Así las cosas, ni siquie- 15
  • 9. ra sería humano si, conociendo la miseria evitable que lle­na el país y viendo a tantas personas que son como esque­letos bajo la sombra del Señor del Universo, no sufriera yo mismo con y por los millones de indios sin voz. - Young India, 17 de noviembre de 1921 No soy más que una pobre alma luchadora que ansia ser completamente buena -totalmente veraz y totalmente no violenta en sus pensamientos, palabras y obras-, pero que nunca consigue alcanzar el ideal que sabe que es verdade­ro. Es una subida penosa, pero el dolor que me produce es un placer positivo para mí. Cada paso que doy hacia la ci­ma hace que me sienta más fuerte y más capaz de dar el siguiente. - Young India, 9 de abril de 1925 Conozco el camino. Es recto y estrecho. Es como el filo de una espada. Me alegra caminar por él, y lloro cuando co­meto un error. Dios dice: «Quien se esfuerza nunca pere­ce ». Yo creo implícitamente en esta promesa. Por eso, aun cuando por mi debilidad caigo mil veces, no pierdo la fe, sino que espero ver la Luz cuando la carne haya sido so­metida perfectamente, lo cual sucederá sin duda algún día. - Young India, 17 de junio de 1926 Yo no he visto ni he conocido a Dios. He hecho mía la fe que el mundo tiene en él; y como mi fe es indestructible, la considero como si fuera una experiencia. No obstante, como podría afirmarse que definir la fe como experiencia 16 es manipular la Verdad, tal vez sea más correcto decir que no tengo palabras para caracterizar mi creencia en Dios. - Autobiography (1948), p. 341 Afirmo que creo en la verdad desde mi infancia. La verdad era lo más natural para mí. En mi oración busqué y en­contré la reveladora máxima de que «La Verdad es Dios», en lugar de la habitual «Dios es Verdad». Dicha máxima me permite ver a Dios cara a cara, por decirlo así. Siento que El llena todas las fibras de mi ser. - Harijan, 9 de agosto de 1942 La No-violencia es mi Dios, y la Verdad es mi Dios. Cuando busco la No-violencia, la Verdad dice: «Encuén­trala a través de mí». Cuando busco la Verdad, la No-vio­lencia dice: «Encuéntrala a través de mí». - Young India, 4 de junio de 1925 Para ver cara a cara al Espíritu universal y omnipresente de la Verdad, tenemos que ser capaces de amar a la más pequeña de las criaturas como a nosotros mismos. Y una persona que aspira a ello no puede permanecer fuera de ningún campo de la vida. Por esta razón, mi devoción a la Verdad me llevó al terreno de la política; y puedo decir sin la menor vacilación, a la vez que con toda humildad, que quienes afirman que la religión no tiene nada que ver con la política no saben lo que significa la religión. - Autobiography (1948), p. 615 17
  • 10. Estoy esforzándome por ver a Dios mediante el servicio a la humanidad, pues sé que Dios no está en el cielo ni en el infierno, sino en todas y cada una de las personas. - Autobiography (1948), p. 615 No deseo un reino de la tierra perecedero. Me esfuerzo por llegar al Reino de los cielos, que es la salvación [moks-ha*]. Para alcanzar mi meta no tengo necesidad de buscar el refugio de una cueva. Un troglodita puede hacer casti­llos en el aire, mientras que quien vive en un palacio, co­mo Janaka*, no tiene necesidad de construir castillos. El cavernícola que vuela por el mundo sobre las alas del pen­samiento no tiene paz. Una persona como Janaka, aunque viva en medio de la «pompa y circunstancia», puede tener una paz que sobrepase todo conocimiento. En mi opinión, el camino hacia la salvación pasa por el trabajo incesante al servicio de mi país y, a través de él, a toda la humani­dad. Quiero identificarme con todos los seres vivos. - Young India, 3 de abril de 1924 No quiero hacer realidad la fraternidad o identidad sólo con las criaturas llamadas humanas, sino que deseo alcan­zar la identificación con todos los seres vivos, incluso con las criaturas que se arrastran sobre la tierra, como las ser­pientes. Deseo -y espero que no os escandalicéis por ello-identificarme incluso con las serpientes que se arrastran sobre la tierra, pues afirmamos que provenimos del mismo Dios, y por eso toda vida, cualquiera que sea la forma en que aparezca, tiene que ser esencialmente una. - Young India, 4 de abril de ¡929 18 Ni existe el «gandhismo» ni quiero dejar tras de mí nin­guna secta. No tengo pretensión alguna de ser el origen de ninguna nueva doctrina. Sencillamente, he tratado de apli­car, a mi manera, las verdades eternas a los problemas de nuestra vida cotidiana. La verdad y la no violencia son tan antiguas como las colinas. Lo único que yo he hecho ha si­do experimentar con ambas en una escala tan vasta como me ha sido posible. Al hacerlo, a veces me he equivocado y he aprendido de mis errores. De este modo, la vida y sus problemas se han convertido para mí en otras tantas oca­siones para poner en práctica la verdad y la no violencia. - Young India, 28 de marzo de 1936 Mi fe en la verdad y en la no violencia se acrecienta cada vez más, y como siempre trato de seguirlas en mi vida, también yo crezco en todo momento. Veo nuevas implica­ciones sobre ellas. Las veo bajo una luz más nueva cada día y descubro en ellas un significado más nuevo. - Harijan, 2 de marzo de 1940 19
  • 11. 2 Dios es <*& Hay un indefinible y misterioso Poder que lo llena todo. Yo lo siento, aunque no lo veo. Este Poder invisible se ha­ce sentir por sí mismo y, sin embargo, se resiste a toda de­mostración, porque es totalmente diferente de lo que per­cibo a través de mis sentidos. Este Poder trasciende los sentidos. Con todo, es posible razonar acerca de la existencia de Dios hasta cierto punto. En la vida ordinaria, sabemos que las personas no conocen quién gobierna, ni por qué y có­mo gobierna. Y, sin embargo, sabemos que existe un poder que ciertamente gobierna. En mi viaje del año pasado a Mysore visité a muchos aldeanos pobres y descubrí, des­pués de preguntar, que no sabían quién gobernaba Mysore. Simplemente, decían que algún dios gobernaba. Si el co­nocimiento de aquellas pobres personas acerca de su so­berano era tan limitado, yo -que, en relación con Dios, soy infinitamente menor que ellas con respecto a su soberano-no tengo que sorprenderme si no experimento la presencia de Dios, el Rey de reyes. No obstante, siento, como los po­bres aldeanos de Mysore, que hay un orden en el univer­so, que hay una Ley inalterable que gobierna todas las co- 20 sas y a todos los seres que existen o viven. No es una ley ciega, pues ninguna ley ciega puede gobernar la conducta de los seres vivos, y, gracias a las maravillosas investiga­ciones de Sir J.C. Bose, ahora se puede demostrar que in­cluso la materia es vida. Así pues, esa Ley que gobierna toda vida es Dios. La Ley y el Legislador son uno. Yo no puedo negar la existencia de la Ley o del Legislador, por­que es muy poco lo que conozco sobre Ella o sobre Él. Del mismo modo que mi negación o ignorancia de la existen­cia de un poder terreno no me servirá de nada, tampoco mi negación de Dios y de su Ley me liberará de su acción. Por otro lado, la humilde y silenciosa aceptación de la autori­dad divina hace más fácil el camino de la vida, al igual que la aceptación de un gobernante terreno facilita la vida ba­jo su régimen. Percibo débilmente que, mientras todo a mi alrededor cambia de continuo e incluso muere, en todo este cambio subyace un Poder vivo que es inmutable, que lo mantiene todo unido, que crea, disuelve y re-crea. Ese Poder o Espí­ritu que da vida a todo es Dios. Y como ninguna otra cosa de las que veo únicamente a través de los sentidos puede persistir ni persistirá, sólo Dios es. Y este Poder ¿es benigno o es maligno? Yo lo conside­ro exclusivamente benigno, pues puedo ver que en medio de la muerte persiste la vida; en medio de la mentira per­siste la verdad; en medio de la oscuridad persiste la luz. De ahí deduzco que Dios es Vida, Verdad, Luz. Dios es Amor. Es el sumo Bien. Pero Dios no se limita a satisfacer el intelecto. Para ser Dios, tiene que reinar en el corazón y transformarlo. Dios tiene que expresarse incluso en el acto más pequeño del 21
  • 12. creyente. Y esto sólo es posible a través de una toma de conciencia concreta más real que la que los cinco sentidos puedan ofrecer jamás. Las percepciones de los sentidos pueden ser, y son a menudo, falsas y engañosas, por muy reales que puedan parecemos. Cuando se produce una to­ma de conciencia fuera de los sentidos, es infalible. Se de­muestra, no por una prueba extraña, sino en la transfor­mación de la conducta y el carácter de quienes han senti­do la presencia real de Dios dentro de sí. Este testimonio se encuentra en las experiencias de una línea ininterrumpida de profetas y sabios en todos los países y climas. Rechazar esta evidencia es negarse a sí mismo. Esta toma de conciencia está precedida por una fe ina­movible. Si alguien quiere tener en sí mismo la experien­cia de la presencia de Dios, sólo podrá lograrlo con una fe viva. Y, dado que la fe no se puede demostrar con pruebas extrañas, el proceso más seguro es creer en el gobierno moral del mundo y, por consiguiente, en la supremacía de la ley moral, la ley de la Verdad y del Amor. El ejercicio de la fe será más seguro cuando haya una clara determi­nación de rechazar sumariamente todo lo que es contrario a la Verdad y al Amor. No puedo explicar la existencia del mal con ningún método racional. Si quisiera hacerlo, pretendería ser igual a Dios. Por eso soy lo bastante humilde para reconocer el mal como tal. Y afirmo que Dios es magnánimo y pacien­te precisamente porque permite el mal en el mundo. Sé que no hay mal en Él; y, sin embargo, si el mal existe, El es el autor del mal, aun cuando no esté afectado por él. Sé que nunca conoceré a Dios si no lucho contra el mal, incluso a costa de mi vida. Esta creencia se ve forta- 22 lecida por mi humilde y limitada experiencia. Cuanto más puro trato de ser, tanto más cerca me siento de Dios. ¡Y es­taré mucho más cerca cuando mi fe no sea una mera apo­logía, como hoy, sino que haya llegado a ser tan inamovi­ble como el Himalaya y tan blanca y brillante como la nie­ve de sus cumbres! Mientras tanto, invito a mi correspon­sal a orar con Newman, que cantó desde la experiencia: «Guíame, Luz bondadosa, en medio de la oscuridad que me rodea; guíame Tú. La noche es oscura y estoy lejos de mi hogar; guíame Tú. Cuida mis pies, no pido ver muy lejos; un paso es suficiente para mí». - Young India, 11 de octubre de 1928 23
  • 13. 3 Sólo Dios es « ^ Dios es para mí Verdad y Amor. Dios es ética y moral. Dios es intrepidez. Dios es la fuente de la Luz y de la Vida y, sin embargo, está por encima y más allá de todo esto. Dios es conciencia. Dios es incluso el ateísmo de los ateos. Dios trasciende el lenguaje y la razón. Es un Dios personal para quienes necesitan su presencia personal. Dios toma cuerpo para quienes tienen necesidad de palparlo. Dios es la más pura esencialidad. Dios, simplemente, es para quienes tie­nen fe. Él es todo para todos. Dios está en nosotros, pero también por encima y más allá de nosotros. Podremos des­terrar la palabra «Dios» del Congreso, pero no tenemos po­der para desterrar Su realidad. Ciertamente, la conciencia no es más que una pobre y laboriosa paráfrasis de la senci­lla combinación de las cuatro letras que forman la palabra Dios. Él no puede dejar de ser Dios por el hecho de que se comentan en Su nombre inmoralidades abominables o bru­talidades inhumanas. Dios es magnánimo y paciente, pero también es terrible. Es el personaje más exigente de este mundo y del mundo venidero. Nos mide con la medida con que nosotros medimos a los demás -hombres y animales-. Con Él, la ignorancia no sirve de excusa. Y, con todo, Dios siempre perdona, porque siempre nos da la posibilidad de 24 arrepentimos. Dios es el mayor demócrata que el mundo haya conocido, pues nos deja «sin trabas» para elegir entre el bien y el mal. Y es también el mayor tirano jamás cono­cido, porque con frecuencia nos quita la copa de los labios y, so capa de libre albedrío, nos deja un margen tan com­pletamente inadecuado que ello sólo le proporciona rego­cijo a costa nuestra. Por esta razón el hinduismo afirma que todo es un juego -Lila*- de Dios o una ilusión -Maya*-. Nosotros no somos, sólo Él es. Y si nosotros queremos ser, tenemos que cantar eternamente Su alabanza y hacer Su voluntad. Dancemos al son de Su bansi* -flauta-, y todo estará bien. - Young India, 5 de marzo de 1925 Advaitismo y Dios [En respuesta a las preguntas de un amigo, Gandhi escribió:] Soy advaitista* y, sin embargo, puedo sostener el dvaitis-mo (dualismo). El mundo cambia continuamente y es, por lo tanto, irreal; no tiene existencia permanente. Ahora bien, aun cuando está cambiando constantemente, hay en él algo que persiste y, por consiguiente, hasta cierto punto es real. Por ello no pongo objeciones a quienes afirman que el mundo es real e irreal, ni al hecho de que, en con­secuencia, algunos digan que soy un anekantavadi* o un syadvadf. Ahora bien, mi syadvada* no es el syadvada de los letrados, sino que es exclusivamente mío. Pero no voy a debatir con ellos. Mi experiencia me permite afirmar que soy siempre veraz desde mi punto de vista, y que muchas veces estoy equivocado desde el punto de vista de mis crí- 25
  • 14. ticos sinceros. Yo sé que tanto ellos como yo tenemos ra­zón desde nuestros respectivos puntos de vista. Y este co­nocimiento me libra de atribuir prejuicios a mis adversarios o críticos. Los siete ciegos que hicieron siete descripciones diferentes del elefante tenían razón desde sus respectivos puntos de vista; cada uno de ellos estaba equivocado desde el punto de vista de los demás, y todos ellos tenían razón y a la vez estaban equivocados desde el punto de vista del hombre que conocía al elefante. Me complace sobremane­ra esta doctrina de la multiplicidad de la realidad. Esta doc­trina me ha enseñado a juzgar al musulmán desde su pun­to de vista, y al cristiano desde la perspectiva cristiana. Antes solía criticar la ignorancia de mis adversarios. Hoy puedo amarlos, porque he recibido el don de una mirada que me permite verme como me ven los demás, y vicever­sa. Quiero acoger a todo el mundo en el abrazo de mi amor. Mi anekantavada" es el resultado de las doctrinas gemelas del satyagraháh y de la no violencia. Hablo de Dios exactamente como creo que El es. Y creo que es tanto creador como no creador. Este es tam­bién el resultado de mi aceptación de la doctrina de la mul­tiplicidad de la realidad. Desde la perspectiva de los jaina pruebo el aspecto no creador de Dios, y desde la de Ramanuja* el aspecto creador. De hecho, todos nosotros pensamos acerca de lo Impensable, describimos lo indescriptible, tratamos de conocer lo Desconocido, y por esta razón nuestro discurso fracasa, es inadecuado y, a me­nudo, incluso contradictorio. Por este motivo los Veda* describen a Brahmán* como «no esto», «no esto». Ahora bien, si Él o Ello es «no esto», El o Ello es. Si nosotros existimos, si nuestros padres y los padres de nuestros pa- 26 dres han existido, entonces es apropiado creer en el Progenitor de toda la creación. Si Dios no existe, nosotros no estamos en ninguna parte. Y por esta razón todos noso­tros con una sola voz llamamos al único Dios de manera diferente, como Paramatma*, Ishwara*, Shiva*, Visnú*, Rama*, Alá*, Khuda*, Dada Hormazda*, Yahvé*, Dios y una infinita variedad de nombres. Dios es uno y, no obs­tante, muchos; Dios es menor que un átomo y mayor que el Himalaya. Dios está contenido incluso en una gota del océano y, sin embargo, ni siquiera los siete mares pueden abarcarlo. La razón no puede conocer a Dios, que está más allá de su alcance. Pero no hace falta que insista en esta idea. La fe es esencial en esta cuestión. Mi lógica puede formular y refutar innumerables hipótesis. Un ateo podría rebatir todos mis argumentos en un debate. Pero mi fe avanza mucho más deprisa que mi razón, hasta el punto de que puedo lanzar un desafío al mundo entero y decir: «Dios es, ha sido y será siempre». No obstante, quienes quieran negar Su existencia pue­den hacerlo libremente. Dios es misericordioso y compa­sivo. Dios no es un rey terreno que necesite un ejército pa­ra obligarnos a aceptar Su dominio. Dios nos permite ser libres, y, sin embargo, Su compasión nos exige obediencia a Su voluntad. Pero si alguno de nosotros se niega a incli­narse ante Su voluntad, Él dice: «De acuerdo. Mi sol no brillará menos para ti, mis nubes no lloverán menos para ti. No necesito obligarte a aceptar mi señorío». Que el ig­norante discuta sobre la existencia de Dios. Como millo­nes de personas sabias, yo creo en Dios y nunca me he cansado de inclinarme ante Él y de cantar Su gloria. - Young India, 21 de enero de 1926 27
  • 15. 4 La Verdad es Dios [En respuesta a una pregunta que le hicieron en un encuentro en Suiza, cuando regresaba de la Conferencia de la Mesa Redonda, Gandhi dijo:] Me ha preguntado usted por qué considero que Dios es Verdad. Siendo muy joven, me enseñaron a repetir lo que en las Escrituras hindúes se conoce corno «los mil nom­bres de Dios». Pero estos mil nombres no son exhaustivos en modo alguno. Nosotros creemos -y yo pienso que es verdad- que Dios tiene tantos nombres como criaturas existen. Por eso también decimos que Él no tiene nombre. Y así como Dios tiene muchas formas, también considera­mos que no tiene forma alguna; y del mismo modo que Dios nos habla a través de muchas lenguas, también con­sideramos que no habla; y así sucesivamente. De hecho, cuando empecé a estudiar el islam*, descubrí que también el islam tiene muchos nombres para llamar a Dios. Con los que dicen «Dios es Amor», yo digo que Dios es Amor. Pero en lo más hondo de mi ser afirmo que, aunque Dios sea Amor, por encima de todo Dios es Verdad. Yo había llegado a la conclusión de que la descripción más plena de Dios que los seres humanos pueden alcanzar es: «Dios es Verdad». Pero hace dos años di un paso más y dije que la 28 Verdad es Dios. Hay una sutil distinción entre ambas afir­maciones: «Dios es Verdad» y «La Verdad es Dios». Lle­gué a esta conclusión después de una búsqueda continua e incesante de la Verdad que empezó hace aproximadamen­te cincuenta años. Más tarde descubrí que lo que más nos acerca a la Verdad es el amor. Pero también comprendí que la palabra «amor» tiene muchos significados, y que el amor humano, entendido como pasión, puede convertirse en algo degradante. También percibí que el amor, entendi­do como no violencia, tenía pocos partidarios en el mun­do. Pero nunca descubrí un doble sentido en relación con la verdad, y ni siquiera los ateos ponen objeciones a la ne­cesidad del poder de la verdad. Sin embargo, en su pasión por descubrir la verdad, los ateos no dudan en negar la existencia misma de Dios -lo cual es una consecuencia ló­gica, desde su punto de vista-. Debido a este razonamien­to, comprendí que, en lugar de decir «Dios es Verdad», tengo que decir «La Verdad es Dios». Recuerdo que Char­les Bradlaugh se complacía en llamarse ateo, pero yo, que conocía algo de su personalidad, nunca habría afirmado que él era un ateo. Más bien lo habría llamado «hombre te­meroso de Dios», aun cuando sé que él habría rechazado mi pretensión. Se habría sonrojado si yo le hubiera dicho: «Señor Bradlaugh, usted es un hombre amante de la ver­dad, no un hombre temeroso de Dios». Y yo habría refuta­do automáticamente su crítica diciendo que la Verdad es Dios, del mismo modo que he rebatido las críticas de mu­chos jóvenes. A ello hay que añadir la gran dificultad que supone el hecho de que, en nombre de Dios, millones de personas hayan cometido atrocidades indescriptibles. También es cierto que con frecuencia los hombres de cien- 29
  • 16. cia cometen atrocidades en nombre de la verdad. Sé que en nombre de la verdad y de la ciencia se perpetran cruel­dades inhumanas con animales, cuando los hombres los viviseccionan. Así pues, hay una serie de dificultades en el camino, cualquiera que sea la descripción que se haga de Dios. Pero la mente humana es limitada, y tenemos que trabajar en medio de limitaciones cuando reflexionamos sobre un ser o una entidad que excede la capacidad de comprensión del ser humano. Ahora bien, no podemos olvidar que, según la filosofía hindú, sólo Dios es, y no existe nada más. Y esta misma verdad se encuentra subrayada y ejemplificada en el kal-mcf del islam, que afirma claramente que sólo Dios es y que no existe nada más. De hecho, la palabra sánscrita tra­ducida por Verdad es Saf que significa, literalmente, «lo que existe». Por estas y otras muchas razones que puedo dar, he llegado a la conclusión de que la definición «la Verdad es Dios» es la que más me satisface. Y si queremos encontrar la Verdad como Dios, el único medio inevitable es el Amor, es decir, la no violencia. Y como creo que, en última instancia, los medios y el fin son términos inter­cambiables, no dudo en decir que Dios es Amor. «Entonces, ¿qué es la Verdad?». Ésta es una pregunta difícil, pero yo me la he respon­dido afirmando que es lo que nos dice la voz interior. Entonces -podríamos preguntar-, ¿cómo se explica que diferentes personas conciban verdades diferentes y hasta contrarias? Pues bien, si tenemos en cuenta que la mente humana opera a través de innumerables medios, y que la evolución de la mente humana no es la misma para todos, se sigue que aquello que puede ser verdad para uno puede 30 ser mentira para otro; y por ello quienes han hecho estos experimentos han llegado a la conclusión de que hay cier­tas condiciones que se han de observar al hacer tales ex­perimentos. Del mismo modo que para realizar experi­mentos científicos hay que adquirir los conocimientos científicos indispensables, así también quien quiera estar cualificado para hacer experimentos en el ámbito espiri­tual tiene que someterse a una estricta disciplina prelimi­nar. Así pues, cada cual ha de percatarse de sus limitacio­nes antes de hablar de su Voz Interior. Por ello nosotros creemos, basándonos en la experiencia, que quienes em­prendan individualmente la búsqueda de la Verdad como Dios tienen que hacer varios votos como, por ejemplo, el voto de la verdad, el voto de brahmacharya* (pureza) -pues no resulta posible compartir el amor a la Verdad y a Dios con ninguna otra cosa-, el voto de no violencia, el de pobreza y el de no posesión. Quien no se imponga estos cinco votos, no podrá iniciar en modo alguno el experi­mento. Hay otras condiciones necesarias, pero no es pre­ciso que las exponga todas. Baste decir que quienes han hecho estos experimentos saben que no conviene que na­die afirme que escucha la voz de la conciencia. Y precisa­mente porque hoy todos apelan al derecho de conciencia sin pasar por ninguna disciplina, y se transmiten tantas mentiras a un mundo desconcertado, todo lo que puedo asegurar con absoluta humildad es que la verdad no puede encontrarla quien no tenga un abundante sentido de hu­mildad. Quien quiera nadar en el seno del océano de la Verdad tiene que reducirse a la nada. Ahora bien, en este fascinante camino no puedo avanzar más. - Yoimg India. 31 de diciembre de 1931 31
  • 17. 5 Dios es Amor «^» Los científicos nos dicen que sin la presencia de la fuerza de cohesión entre los átomos que forman nuestro mundo, éste se desharía en pedazos y nosotros dejaríamos de exis­tir; y del mismo modo que hay fuerza de cohesión en la materia ciega, así también tiene que haberla en todas las cosas animadas. Ahora bien, el nombre de esa fuerza de cohesión entre los seres animados es el Amor. Lo percibi­mos entre padre e hijo, entre hermano y hermana, entre dos amigos. Pero tenemos que aprender a usar esta fuerza en medio de todos los seres vivos; y en usarla consiste nuestro conocimiento de Dios. Donde hay amor, hay vida; el odio conduce a la destrucción. - Young India, 5 de mayo de 1920 Aunque hay bastante repulsión en la Naturaleza, ésta vive gracias a la atracción. El amor mutuo hace posible que la Naturaleza subsista. El ser humano no vive por la destruc­ción. El amor a nosotros mismos nos obliga a respetar a los demás. Las naciones se asocian porque hay un respeto 32 mutuo entre los individuos que las forman. Algún día ten­dremos que extender la ley nacional al universo, del mis­mo modo que hemos extendido la ley familiar para formar naciones -que constituyen una gran familia. - Young India, 2 de marzo de 1922 He descubierto que la vida persiste en medio de la des­trucción; por consiguiente, tiene que haber una ley supe­rior a la de la destrucción. Sólo esta ley posibilita la exis­tencia de una sociedad bien ordenada y hace que la vida sea digna de ser vivida. Ahora bien, si ésta es la ley de la vida, tenemos que cumplirla en nuestra vida diaria. Allí donde haya un conflicto, allí donde nos encontremos fren­te a un adversario, tenemos que vencerlo con amor. De es­ta manera rudimentaria he puesto yo en práctica esta ley en mi vida. Lo cual no significa que haya resuelto todas mis dificultades. Pero sí he descubierto que esta ley del amor ha conseguido lo que nunca había alcanzado la ley de la destrucción. - Young India, 1 de octubre de 1931 Creo que la suma total de la energía de la humanidad no tie­ne que abatirnos, sino elevarnos, y éste es el resultado del funcionamiento concreto, aunque inconsciente, de la ley del amor. El hecho de que la humanidad persista muestra que la fuerza de cohesión es mayor que la fuerza de repul­sión, que la fuerza centrípeta es mayor que la centrífuga. - Young India, 12 de noviembre de 1931 33
  • 18. Si el amor o la no violencia no es la ley de nuestro ser [...], no podremos evitar un recrudecimiento periódico de la guerra, y cada guerra superará a la anterior en ferocidad. - Young India, 26 de septiembre de 1936 Todos los maestros de la historia han predicado la ley [del amor o de la no violencia] con más o menos vigor. Si el amor no fuera la ley de la vida, ésta no habría persistido en medio de la muerte. La vida es un triunfo perpetuo so­bre la tumba. Si hay una distinción fundamental entre el hombre y el animal, es el reconocimiento progresivo, por parte del primero, de la mencionada ley y de su aplicación en la práctica a su vida personal. Todos los santos del mundo, antiguos y modernos, han sido, según sus respec­tivas luces y capacidad, un ejemplo vivo de esa ley supre­ma de nuestro ser. Es muy cierto que muchas veces pare­ce que el animal que hay en nosotros consigue triunfar fá­cilmente. No obstante, esto no refuta la ley, sino que muestra lo difícil que resulta ponerla en práctica. ¿Acaso podría ser de otra forma con una ley que es tan alta como la misma verdad? Cuando la práctica de la ley sea univer­sal, Dios reinará sobre la tierra como reina en el cielo. No es preciso recordar que la tierra y el cielo están en noso­tros. Conocemos la tierra, pero desconocemos el cielo que hay dentro de nosotros. Si se reconoce que algunas perso­nas pueden poner en práctica el amor, sería una arrogancia no admitir siquiera la posibilidad de que todos puedan po­nerlo en práctica. Algunos antepasados nuestros no muy lejanos fueron caníbales y ejercieron otras muchas prácti- 34 cas que nosotros hoy calificaríamos de abominables. Es indudable que también en aquellos días hubo personas que, como Dick Sheppard, fueron objeto de burla y que posiblemente fueron castigadas públicamente por predicar la (para aquéllos) extraña doctrina de negarse a comer car­ne humana. - Young India, 26 de septiembre de 1936 [De una carta privada (fechada el 1 de junio de 1942)] Dios no es un Poder que resida en las nubes. Dios es un Poder invisible que reside dentro de nosotros y está más próximo a nosotros que las uñas a la carne. Hay muchos poderes que están ocultos en nuestro interior, y los descu­brimos si nos esforzamos constantemente. Del mismo mo­do, podemos encontrar este Supremo Poder si buscamos diligentemente con la firme determinación de encontrarlo. Un camino para encontrarlo es el de la no violencia. Es tan necesario porque Dios está en todos y cada uno de noso­tros, y por eso tenemos que identificarnos con todos los seres humanos sin excepción. En el lenguaje científico, es­to se llama cohesión o atracción. En el lenguaje popular, se llama amor. El amor nos une entre nosotros y con Dios. La no violencia y el amor son una sola cosa. - Harijan, 28 de marzo de 1953 35
  • 19. 6 Dios es Verdad, Conocimiento y Felicidad La palabra Satya* (Verdad) se deriva de Sat*, que signifi­ca «ser». En realidad, nada es ni existe, excepto la Verdad. Por ello, Sat o Verdad es quizás el nombre más importan­te de Dios. De hecho, es más correcto decir que la Verdad es Dios que decir que Dios es Verdad. Ahora bien, así co­mo no podemos vivir sin un gobernante o un general, hay nombres de Dios, como «Rey de reyes» o «Todopodero­so », que se usan y se seguirán usando normalmente. Con todo, si lo pensamos más detenidamente, comprendere­mos que Sat o Satya es el único nombre correcto y plena­mente significativo de Dios. Y donde hay Verdad también hay un conocimiento que es verdadero. Donde no hay Verdad no puede haber cono­cimiento verdadero. Por esta razón la palabra Chit* o Cono­cimiento se asocia al nombre de Dios. Y donde hay verda­dero Conocimiento hay siempre Felicidad (Ananda*) y no cabe el dolor. Y del mismo modo que la Verdad es eterna, también lo es la Felicidad que se deriva de ella. Por eso co­nocemos a Dios como Sat-Chit-Ananda, Aquel que auna en Sí mismo la Verdad, el Conocimiento y la Felicidad. La entrega a esta Verdad es la única justificación de nuestra existencia. Todas nuestras actividades tienen que 36 estar centradas en la Verdad. La Verdad tiene que ser el aliento mismo de nuestra vida. Una vez que se alcanza es­te estado en el avance del peregrino, todas las demás nor­mas de la vida buena vendrán sin esfuerzo, y la obedien­cia a ellas será instintiva. Pero sin la Verdad sería imposi­ble observar ningún principio o norma en la vida. En términos generales, se entiende que la observancia de la ley de la Verdad significa únicamente que tenemos que decir la verdad. Pero en el ashram* tenemos que en­tender la palabra Satya o Verdad en un sentido mucho más amplio. Tiene que haber Verdad en el pensamiento, Verdad en la palabra y Verdad en la acción. A la persona que ha comprendido esta Verdad en su plenitud ya no le queda na­da más por conocer, porque en ella está necesariamente in­cluido todo conocimiento. Lo que no está incluido en ella no es Verdad y, por tanto, no es verdadero conocimiento; y no puede haber paz interior sin verdadero conocimiento. Si aprendemos cómo aplicar este test de la Verdad que nunca falla, seremos de inmediato capaces de descubrir lo que merece la pena hacer, lo que merece la pena ver, lo que merece la pena leer. Ahora bien, ¿cómo se puede comprender esta Verdad que es comparable con la piedra filosofal o con la vaca de la abundancia? Por medio de la devoción sincera (abhya-sa*) y la indiferencia respecto de todos los demás intere­ses de la vida (vairagya*), responde el Bhagavad Gita*. No obstante, a pesar de esa devoción, a menudo lo que pa­ra una persona puede parecer verdad parece mentira para otra. Mas quien busca no tiene que preocuparse por ello. Donde se da un esfuerzo honesto, se comprenderá que las que parecen ser verdades diferentes son como las innume- 37
  • 20. rabies -y al parecer diferentes- hojas del mismo árbol. ¿Acaso Dios mismo no se presenta a diferentes personas bajo diferentes aspectos? Y, sin embargo, sabemos que El es uno. La Verdad es la correcta designación de Dios. Por eso no tiene nada de malo que cada cual siga la Verdad se­gún Dios le dé a entender. De hecho, éste es el deber de to­do ser humano. Cuando se sigue de este modo la Verdad, todos los errores que se puedan cometer se corrigen auto­máticamente. Pues la búsqueda de la Verdad exige el ta­pas* -el sufrimiento aceptado voluntariamente, a veces hasta la muerte-. En ella no puede haber lugar ni siquiera para el menor asomo de interés personal. En tal búsqueda desinteresada de la Verdad nadie puede extraviarse duran­te mucho tiempo. En cuanto se equivoca de camino, tro­pieza, y de ese modo es dirigido de nuevo al recto ca­mino. Por eso la búsqueda de la Verdad es la verdadera bhakti* (devoción). Es el camino que lleva a Dios, y en Él no hay lugar para la cobardía ni para la derrota. Es el ta­lismán por el que la misma muerte se convierte en la puer­ta de entrada a la vida eterna. A este respecto sería bueno considerar las vidas y los ejemplos de Harishchandra*, Prahlad*, Ramachandra*, el imán Hasan* y el imán Husain*, los santos cristianos, et­cétera. ¡Qué hermoso sería que todos nosotros, jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, nos entregáramos por ente­ro a la Verdad en todo cuanto hacemos mientras estamos despiertos, ya sea trabajar, comer, beber o jugar, hasta que la disolución del cuerpo nos haga uno con la Verdad! Dios como Verdad ha sido para mí un tesoro inestimable. Ojalá lo sea también para todos y cada uno de vosotros. - From Yeravda Mandir (1945), cap. 1 38 7 Dios y la naturaleza <^> Nosotros no conocemos todas las leyes de Dios ni su fun­cionamiento. El conocimiento del científico más eminen­te o del maestro espiritual más importante es como una partícula de polvo. Dios no es para mí un ser personal co­mo mi padre terreno, sino que es infinitamente más. Él go­bierna mi vida hasta en los detalles más minúsculos. Creo literalmente que ni una sola hoja se mueve sin que Él lo quiera. No podría respirar ni una sola vez más si Él no lo permitiera. - Harijan, 16 de febrero de 1934 Él y su Ley son una sola cosa. La ley es Dios. Todo cuan­to se atribuye a Él no es un mero atributo. Él es el atribu­to. Él es Verdad, Amor y Ley y un millón de cosas más que la inteligencia humana podría nombrar. - Harijan, 16 de febrero de 1934 Las leyes de la Naturaleza son inmutables, invariables, y no hay milagros -entendidos como transgresiones o inte- 39
  • 21. rrupciones de las leyes de la Naturaleza-. Pero nosotros, seres limitados, imaginamos toda clase de cosas e imputa­mos nuestras limitaciones a Dios. Nosotros podemos imi­tar a Dios, pero Él no puede imitarnos. Nosotros no pode­mos dividir el Tiempo de Dios. El tiempo es para Él eter­nidad. Para nosotros hay pasado, presente y futuro. ¿Y qué es una vida humana de cien años sino una simple mota en la eternidad del Tiempo? - Harijan, 17 de abril de 1937 Dios no se ha reservado el derecho a revisar Sus leyes y, por otro lado, no tiene necesidad alguna de revisarlas. Dios es omnipotente y omnisciente. Él conoce al mismo tiempo y sin ningún esfuerzo el pasado, el presente y el fu­turo. Por consiguiente, no tiene nada que reconsiderar, na­da que revisar, nada que alterar y nada que corregir. - Young India, 25 de noviembre de 1926 Nuestra existencia terrena es más frágil que los brazaletes de cristal que llevan las mujeres. Es posible conservar los brazaletes de cristal durante miles de años si se guardan en un arca y no se permite que nadie los toque. Pero esta exis­tencia terrena es tan mudable que puede ser destruida en un abrir y cerrar de ojos. Por lo tanto, mientras sigamos con vi­da, liberémonos de las distinciones entre lo superior y lo in­ferior, purifiquemos nuestros corazones y dispongámonos a encontrarnos cara a cara con nuestro Hacedor si nos sor­prende un terremoto, alguna calamidad natural o la muerte. - Harijan, 2 de febrero de 1934 40 Comparto con todo el mundo -civilizado y no civilizado-la creencia según la cual las calamidades (como, por ejem­plo, el terremoto de Bihar de 1934) golpean a la humani­dad como castigo por sus pecados. Cuando esta convic­ción viene del corazón, las personas oran, se arrepienten y se purifican. [...] Mi conocimiento de los designios de Dios es limitado. Tales calamidades no son un mero ca­pricho de la Divinidad o de la Naturaleza. Obedecen a le­yes inmutables, del mismo modo que los planetas se des­plazan obedeciendo a las leyes que gobiernan su movi­miento. Ahora bien, nosotros no conocemos las leyes que gobiernan esos acontecimientos, y por eso los llamamos calamidades o perturbaciones. - Harijan, 2 de febrero de 1934 Detrás de cada calamidad hay un designio divino. Es muy posible que la ciencia perfecta pueda un día predecir de antemano cuándo van a tener lugar los terremotos, del mismo modo que hoy predice los eclipses. Ello constitui­rá otro triunfo de la mente humana. Pero tales triunfos, aun cuando se multipliquen indefinidamente, no pueden producir ninguna purificación de uno mismo, sin la cual nada tiene ningún valor. - Harijan, 8 de junio de 1935 Pido a quienes aprecian la necesidad de la purificación in­terior que se unan en la oración para que podamos inter­pretar el propósito de Dios en tales acontecimientos, para que éstos nos hagan humildes y nos preparen para el en- 41
  • 22. cuentro con nuestro Hacedor cuando nos llame, y para que siempre estemos dispuestos a compartir los sufrimientos de nuestro prójimo, quienquiera que sea. - Harijan, 8 de junio de 1935 Tal vez no resulte agradable oír que Dios permite el mal en este mundo. Pero si El es considerado responsable del bien, se sigue que también tiene que ser responsable del mal. ¿Acaso no permitió Dios a Ravana* exhibir una fuer­za sin igual? Quizá la causa raíz de la perplejidad brote de la falta de comprensión real de lo que Dios es. Dios no es una persona. Dios trasciende toda descripción. Es el Le­gislador, la Ley y el Ejecutor. Ningún ser humano puede arrogarse estos poderes. Si lo hiciera, sería considerado un dictador puro y duro. - Harijan, 24 de febrero de 1946 En un sentido estrictamente científico, Dios está en la ba­se del bien y del mal. El dirige el puñal del asesino lo mis­mo que el bisturí del cirujano. Ahora bien, por razones hu­manas, decimos que el bien y el mal son distintos e in­compatibles entre sí, como Dios y Satanás, y que sus sím­bolos son las tinieblas y la luz. - Harijan, 20 de febrero de 1937 No veo a Dios como una persona. Para mí la Verdad es Dios, y la Ley de Dios y Dios no son cosas o hechos dife­rentes -en el sentido en que lo son un rey terrenal y su 42 ley-. Porque Dios es una Idea; El mismo es la Ley. Por consiguiente, es imposible concebir la idea de que Dios transgrede la Ley. El no gobierna nuestras acciones y se retira. Cuando decimos que El gobierna nuestras acciones, simplemente estamos usando el lenguaje humano y tratan­do de limitar a Dios. Por lo demás, Él y su Ley moran en todas partes y lo gobiernan todo. Así pues, no pienso que El responda con todo detalle a todas nuestras peticiones, pero es indudable que gobierna nuestra acción, y yo creo literalmente que ni una brizna de hierba crece o se mueve sin que El lo quiera. El libre albedrío de que disfrutamos es menor que el de un pasajero en la cubierta de un barco atestada de gente. «¿Experimenta usted un sentido de libertad en su co­munión con Dios?». Sí. No me siento apretujado como lo estaría en un bar­co repleto de pasajeros. Aunque sé que mi libertad es me­nor que la de uno de esos pasajeros, aprecio esa libertad, porque he asimilado por completo la enseñanza central del Gita*, según la cual la persona es autora de su propio des­tino, es decir, tiene la libertad de elegir la manera de usar tal libertad. Pero no controla los resultados. En el momen­to en que piensa que lo hace, fracasa. - Harijan, 23 de marzo de 1940 43
  • 23. 8 Dios como Daridranarayana* <^> Daridranarayana es uno de los millones de nombres que la humanidad emplea para llamar a Dios -que es innom­brable e insondable para el conocimiento humano- y sig­nifica Dios de los pobres, Dios que se aparece en los co­razones de los pobres. - Young India, 4 de abril de 1929 Para los pobres lo económico es lo espiritual. No se pue­de hacer ningún otro llamamiento a los millones de indi­gentes que pasan hambre. Caería sobre ellos como un ja­rro de agua fría. Pero si una persona les da comida, verán en ella a su dios. Son incapaces de pensar de otra manera. - Young India, 5 de mayo de 1927 He tocado con mis propias manos la suciedad incrustada en sus harapos. No tiene sentido hablarles del progreso moderno. Es un insulto tomar el nombre de Dios en vano ante ellos. Sin embargo, a ti y a mí nos llamarán amigos si les hablamos de Dios. Pues el Dios al que conocen, si es 44 que tienen conocimiento de él, es un Dios de terror, de venganza, un tirano inmisericorde. - Young India, 15 de septiembre de 1927 No me atrevo a presentarles el mensaje de Dios. Da igual anunciar el mensaje de Dios a un perro que a esos millo­nes de hambrientos que no tienen brillo en sus ojos y cu­yo único Dios es el pan que ansian. El único modo de lle­varles un mensaje de Dios es ofrecerles el mensaje del tra­bajo, que para ellos es sagrado. Es muy fácil hablar de Dios mientras estamos aquí cómodamente sentados, des­pués de un buen desayuno y sabiendo que nos aguarda una buena comida. Pero ¿cómo puedo hablar de Dios a millo­nes de personas que ni siquiera comen dos veces al día? - Young India, 15 de octubre de 1931 Afirmo que conozco a millones de indios hambrientos. Estoy con ellos todas las horas del día. Ellos son mi pri­mera y última preocupación, porque el único Dios al que reconozco es el que se encuentra en los corazones de esos millones sin voz. Ellos no reconocen Su presencia, pero yo sí. Y adoro al Dios que es Verdad, o a la Verdad que es Dios, a través del servicio a ellos. - Young India, 11 de marzo de 1939 Pienso que todos somos ladrones en cierto sentido. Si me apropio de algo que no necesito para usarlo de inmediato, y lo retengo, estoy robándoselo a alguien. Me atrevo a su- 45
  • 24. gerir que hay una ley fundamental de la Naturaleza que no tiene excepción, a saber: que la Naturaleza produce lo su­ficiente para nuestras necesidades de cada día y que, si ca­da cual se conformara con lo que necesita, y nada más, no habría pobreza, y nadie moriría de hambre en este mundo. - Mahatma Gandhi (1918), p. 189 En la India hay muchos millones de personas que tienen que conformarse con una comida al día, que consiste en un chapad* sin grasa y una pizca de sal. Ni vosotros ni yo te­nemos derecho a nada de lo que poseemos mientras esos millones de seres humanos no estén vestidos y mejor ali­mentados. Vosotros y yo deberíamos conocer mejor nues­tras necesidades, reducirlas e incluso estar dispuestos a pa­sar hambre voluntariamente para que ellos pudieran cui­darse, alimentarse y vestirse. - Mahatma Gandhi (1918), p. 189 46 9 La voz de Dios «& Cuando afirmo que he escuchado la voz de Dios, no estoy diciendo nada nuevo. Lamentablemente, sólo conozco una manera de demostrar esta afirmación: a través de los re­sultados. Dios dejará de ser Dios si permite que Sus cria­turas lo conviertan en un objeto de demostración. Mas Él da a Su esclavo voluntario el poder de pasar las pruebas más difíciles. He sido un esclavo voluntario del Amo más exigente durante más de medio siglo. La voz de Dios se ha hecho cada vez más audible, a medida que los años han ido pasando. Dios nunca me ha abandonado, ni siquiera en los momentos más oscuros. Dios me ha salvado muchas veces de mí mismo y no me ha dejado ni una pizca de in­dependencia. Cuanto mayor ha sido mi entrega a Dios, tanto mayor ha sido mi alegría. - Harijan, 6 de mayo de 1933 Por lo que yo sé, nadie ha puesto en tela de juicio la posi­bilidad de que la Voz Interior hable a algunas personas, y es beneficioso para el mundo que se pueda sostener real­mente la afirmación de una persona que dice hablar bajo 47
  • 25. la autoridad de la Voz Interior. Muchos hombres lo afir­man, pero no todos son capaces de justificarlo. No obs­tante, esa afirmación no puede ni debe ser suprimida para evitar las falsas pretensiones de algunos. No hay ningún peligro en el hecho de que muchas personas puedan hablar realmente en nombre de la Voz Interior. Lamentablemente, no hay ningún remedio contra la hipocresía. La virtud no debe ser suprimida porque muchos finjan ser virtuosos. En el mundo ha habido siempre seres humanos que han afir­mado que hablaban en nombre de la Voz Interior. Y sus efímeras actividades no han hecho ningún daño al mundo. Antes de ser capaces de escuchar esa Voz, hay que pasar por un largo y muy severo proceso de aprendizaje, y cuan­do es la Voz Interior la que habla, es inconfundible. Al mundo no se le puede engañar siempre con éxito. Así pues, no hay peligro de que se establezca la anarquía por el hecho de que un hombre humilde como yo no sea eli­minado y se atreva a invocar la autoridad de la Voz Interior, cuando cree que la ha escuchado. - Harijan, 18 de marzo de 1933 Para mí la Voz de Dios, de la Conciencia, de la Verdad, la Voz Interior o «la silenciosa y suave Voz» significan una misma y única cosa. No he visto ninguna forma. Y nunca lo he intentado, pues siempre he creído que Dios no tiene forma alguna. Pero una vez oí algo así como una Voz leja­na y, sin embargo, bastante cercana. Era tan inconfundible como una voz humana; me hablaba claramente y era irre­sistible. En el momento en que escuché la Voz no estaba soñando. La escucha de la Voz estuvo precedida por una 48 terrible lucha dentro de mí. De pronto la Voz me habló. Escuché, me cercioré de que era la Voz, y la lucha cesó. Me quedé tranquilo. Y tomé la determinación de ayunar periódicamente en recuerdo de aquel día y de aquella ho­ra. La alegría me invadió. Sucedió entre las 11 y las 12 de la noche. Me sentí renovado y empecé a escribir acerca de esta experiencia la nota que el lector ha debido ver. - Harijan, 8 de julio de 1933 Me han preguntado si podría aportar alguna prueba de que aquello que escuché era realmente la Voz y no un eco de mi imaginación desbordada. No tengo ninguna prueba más para convencer al escéptico, que es libre de pensar que todo ello fue un autoengaño o alucinación. Quizá fue así. No puedo demostrar lo contrario. Pero sí puedo decir que ni siquiera el veredicto unánime de todo el mundo contra mí podría apartarme de la creencia según la cual lo que oí fue la verdadera Voz de Dios. - Harijan, 8 de julio de 1933 Ahora bien, algunos piensan que Dios mismo es una crea­ción de nuestra imaginación. Si esta visión es correcta, en­tonces nada es real, todo es producto de nuestra imagina­ción; y mientras mi imaginación me domine, sólo puedo actuar bajo su hechizo. Las cosas más reales son sólo re­lativamente reales. Sin embargo, para mí la Voz es más re­al que mi propia existencia. Nunca me ha fallado a mí ni a ninguna otra persona. - Harijan, 8 de julio de 1933 49
  • 26. Y quien lo desee puede escuchar la Voz. Ella está dentro de cada persona. Pero, como todo lo demás, requiere una preparación previa y determinada. - Harijan, 8 de julio de 1933 No sufro ninguna alucinación. He afirmado una sencilla verdad científica, que debe ser probada por todas aquellas personas que tienen voluntad y paciencia para adquirir las competencias necesarias, increíblemente sencillas de comprender y suficientemente fáciles de adquirir cuando hay determinación. Lo único que puedo decir es lo si­guiente: «Tenéis que creer en vosotros mismos. Tenéis que tratar de escuchar la Voz Interior; y si no os gusta la ex­presión "Voz Interior", podéis usar la expresión "dictados de la razón", a la que tendríais que obedecer; y si no que­réis hacer alarde de Dios, no me cabe duda de que haréis alarde de alguna otra cosa que finalmente se demostrará que es Dios, pues afortunadamente no hay nadie más, no hay nada más que Dios en este universo». Desearía tam­bién sugerir que no todos los que pretenden actuar apre­miados por la Voz Interior son inspirados por ella. Después de todo, como sucede con todas las demás facul­tades, esta facultad de escuchar la silenciosa y suave Voz Interior exige un esfuerzo y un adiestramiento previos, quizá mucho mayores que los que se requieren para la ad­quisición de cualquier otra facultad; y aun cuando entre los miles de personas que afirman escuchar esa Voz, sólo unas pocas consigan demostrar su afirmación, merece re­almente la pena correr el riesgo de que haya algunas que afirmen falsamente que actúan bajo la inspiración divina o 50 los impulsos de la Voz Interior sin que ello sea cierto. A éstas les irá peor que a quienes afirman falsamente que ac­túan bajo la autoridad de un soberano terreno. Éstos, cuan­do sean atacados, escaparán con algún daño físico, pero en el caso de aquéllas tanto el cuerpo como el alma podrían perecer juntos. Algunos críticos benévolos no me ven co­mo impostor, pero sugieren que es muy probable que yo actúe bajo el efecto de alguna alucinación. Aunque así fue­ra, para mí el resultado no sería muy diferente del que se obtendría si mi pretensión fuera falsa. Un humilde busca­dor -y esto es lo que yo creo ser- necesita ser sobremane­ra cauto y, para preservar el equilibrio de la mente, tiene que reducirse a la nada antes de que Dios pueda guiarlo. Ahora bien, en este camino no puedo avanzar más. - The Bombay Chronicle, 18 de noviembre de 1933 51
  • 27. 10 Experiencia de Dios <^> La Verdad es para mí el principio soberano que incluye otros muchos principios. Esta Verdad no es sólo la veraci­dad de palabra, sino también la de pensamiento; ni es só­lo la verdad relativa de nuestra concepción, sino la Verdad Absoluta, el Principio Eterno, que es Dios. Hay innume­rables definiciones de Dios, porque Sus manifestaciones son igualmente innumerables. Ellas me hacen sobrecoger­me de asombro y reverencia, y por un momento me dejan perplejo. Pero yo adoro a Dios sólo como Verdad. Todavía no lo he encontrado, pero lo estoy buscando, y estoy dis­puesto a sacrificar las cosas que más quiero con el fin de continuar esta búsqueda. Incluso si el sacrificio exigiera mi propia vida, espero estar dispuesto a entregarla. Pero como aún no he experimentado esta Verdad Absoluta, ten­go que apoyarme en la verdad relativa tal como la he con­cebido. Mientras tanto, esa verdad relativa tiene que ser mi faro, mi escudo y mi protección. Aun cuando este camino es recto, estrecho y afilado como el filo de una navaja, pa­ra mí ha sido el más rápido y fácil. Incluso mis errores, enormes como el Himalaya, me han parecido insignifican­tes, porque nunca me he desviado de ese camino, el cual 52 me ha salvado de la amargura, y he podido avanzar por él orientado por mi luz. Muchas veces he vislumbrado en mi caminar leves destellos de la Verdad Absoluta, que es Dios, y todos los días crece en mí la convicción de que só­lo Él es real, y todo lo demás irreal. -Autobiography (1948), pp. 6-7 Al mismo tiempo, ha ido creciendo en mí el convenci­miento de que todo lo que es posible para mí es también posible incluso para un niño, y tengo razones de peso pa­ra afirmarlo. Los instrumentos para buscar la Verdad tie­nen tanto de simples como de difíciles. Pueden parecer imposibles para una persona arrogante y, a la vez, perfec­tamente posibles para un niño inocente. Quienes buscan la Verdad tienen que ser más humildes que el polvo. El mun­do aplasta el polvo bajo sus pies, pero los buscadores de la Verdad tienen que humillarse tanto que hasta el polvo pue­da aplastarlos. Sólo entonces, y únicamente a partir de en­tonces, obtendrán un atisbo de la Verdad. -Autobiography (1948), p. 7 Esta creencia en Dios tiene que basarse en la fe que tras­ciende la razón. De hecho, incluso la llamada visión de Dios tiene en su base un elemento de fe sin el cual no pue­de sostenerse. Tiene que ser así por la misma naturaleza de las cosas. ¿Quién puede traspasar los límites de su propio ser? Estoy convencido de que la clara y completa visión de Dios es imposible en esta vida encarnada. Tampoco es ne­cesaria. Una fe viva e inamovible es todo lo que se exige 53
  • 28. para alcanzar la mayor altura espiritual que pueden lograr los seres humanos. Dios no está fuera de nuestra condición terrena. Por tanto, la prueba exterior no sirve de mucho, si es que tiene alguna utilidad. Tenemos incluso que dejar de percibir a Dios a través de los sentidos, porque Dios está más allá de ellos. Podemos sentir a Dios, si lo deseamos, pero tenemos que prescindir de los sentidos. Dentro de no­sotros suena incesantemente la música divina, pero los rui­dosos sentidos ahogan la delicada música, que es diferen­te e infinitamente superior a todo cuanto podemos percibir o escuchar con nuestros sentidos. - Harijan, 13 de junio de 1936 He visto y creo que Dios nunca se nos aparece en perso­na, sino en la acción, que es lo único que puede explicar nuestra liberación en el momento más difícil. - Harijan, 10 de diciembre de 1938 Mi experiencia constante me ha llevado al convencimien­to de que no hay más Dios que la Verdad. [...] Los peque­ños y fugaces vislumbres [...] que he podido tener de la Verdad apenas pueden dar una idea del indescriptible es­plendor de la Verdad, que es un millón de veces más in­tenso que el del sol que vemos cada día con nuestros ojos. De hecho, lo que he percibido no es sino un débilísimo atisbo de ese poderoso resplandor. Pero puedo decir con seguridad, como resultado de todos mis experimentos, que una visión perfecta de la Verdad sólo puede ser conse­cuencia de una realización completa de la no violencia. - Young India, 7 de febrero de 1929 54 No tengo una revelación especial de la voluntad de Dios. Creo firmemente que Dios se revela diariamente a todos los seres humanos, aunque cerramos nuestros oídos a esa silenciosa y suave Voz. Cerramos nuestros ojos para no ver la Columna de Fuego que está delante de nosotros. Ahora bien, yo experimento Su omnipresencia. - Young India, 25 de mayo de 1921 El fin último de la humanidad es la visión de Dios, y todas nuestras actividades -políticas, sociales y religiosas- tie­nen que estar guiadas por el fin último de la visión de Dios. El servicio inmediato a todos los seres humanos se convierte en una parte necesaria de este esfuerzo, sencilla­mente porque la única manera de encontrar a Dios es ver a Dios en Su creación y ser uno con Él. Y esto sólo puede hacerse sirviendo a todos. Soy una parte integrante del to­do, y no puedo encontrar a Dios separado del resto de la humanidad. Mis compatriotas son mis vecinos más próxi­mos. Se han vuelto tan desvalidos, tan carentes de recur­sos, tan inertes, que tengo que concentrarme en servirles. Si llegara a persuadirme de que tengo que encontrar a Dios en una cueva del Himalaya, iría allí inmediatamente. Pero sé que no puedo encontrar a Dios si no es a través de la humanidad. - Harijan, 29 de agosto de 1936 La impenetrable oscuridad que nos rodea no es una mal­dición, sino una bendición. Dios nos ha hecho capaces de ver qué paso tenemos que dar, y bastará con que la Luz 55
  • 29. Celestial nos revele ese paso. Entonces podremos cantar con el cardenal Newman: «Un paso es suficiente para mí». Y gracias a nuestra experiencia del pasado podemos tener la seguridad de que el paso siguiente siempre estará a la vista. En otras palabras, la impenetrable oscuridad no es tan impenetrable como imaginamos. Pero lo parece cuan­do, por nuestra impaciencia, queremos ver más allá del si­guiente paso. - Harijan, 20 de abril de 1934 Estoy más seguro de la existencia de Dios que del hecho de que tú y yo estamos sentados en esta habitación. Y pue­do atestiguar también que soy capaz de vivir sin aire y sin agua, pero no sin Él. Podrías arrancarme los ojos, pero ello no me causaría la muerte. Podrías cortarme la nariz, pero ello no me causaría la muerte. Pero si destruyes mi fe en Dios, moriré sin remedio. Podrás pensar que esto es una superstición, pero yo confieso que es la superstición a la que me aferró, del mismo modo que en mi infancia solía pronunciar el nombre de Rama* cuando había alguna cau­sa de peligro o de alarma. Esto fue lo que me enseñó una anciana nodriza en mi infancia. - Harijan, 14 de mayo de 1938 Dios es el capataz más severo que he conocido jamás en este mundo, y nos pone a prueba una y otra vez. Y cuando descubrimos que nuestra fe se debilita o que nuestro cuer­po flaquea y nos hundimos, Dios viene a ayudarnos de al- 56 gún modo y nos demuestra que no tenemos que perder nuestra fe y que Él está siempre a nuestra disposición, pe­ro a Su manera, no a la nuestra. Esto es lo que he descu­bierto. En verdad, no puedo recordar ni un solo caso en que, en el último momento, Él me haya abandonado. - Speeches and Writings of Mahatma Gandhi (1933), p. 1069 57
  • 30. 11 El camino de la no violencia El camino de la Verdad es tan estrecho como directo. Lo mismo sucede con el de la no violencia. Es como mante­nerse en equilibrio en el filo de una espada. Gracias a la concentración, el acróbata puede caminar sobre la cuerda floja. Pero la concentración exigida para avanzar por el ca­mino de la Verdad y la no violencia es mucho mayor. La menor falta de atención nos hace caer por tierra. Sólo po­demos tener experiencia de la Verdad y de la no violencia si nos esforzamos incesantemente. [...] La no violencia no es tan ruda como la han presenta­do. Es indudable que no herir a ningún ser vivo es una par­te de la no violencia, pero es sólo su expresión menos im­portante. Cualquier pensamiento perverso, la prisa excesi­va, la mentira, el odio o el simple hecho de desear mal a alguien significa transgredir el principio de la no violen­cia. También lo transgredimos cuando retenemos para no­sotros lo que el mundo necesita. Ahora bien, el mundo ne­cesita incluso lo que comemos cada día. En el lugar que ocupamos hay millones de microorganismos a los que per­tenece ese lugar y que sufren daño por nuestra presencia. Entonces, ¿qué hemos de hacer? ¿Tenemos que suicidar­nos? Ni siquiera eso sería una solución, puesto que cree­mos que, mientras el espíritu está unido a la carne, cada 58 vez que el cuerpo es destruido, el espíritu se teje un cuer­po nuevo. El cuerpo sólo dejará de existir cuando no ten­gamos ningún apego a él. Esta liberación de todo apego es la experiencia de Dios como Verdad. Esta experiencia no se puede tener de un modo precipitado. El cuerpo no nos pertenece. Mientras dure, tenemos que servirnos de él co­mo algo que se nos ha confiado y de lo que somos res­ponsables. Si tratamos de este modo lo que pertenece a la carne, podemos esperar liberarnos un día del peso del cuerpo. Si comprendemos las limitaciones a que está suje­ta la carne, tenemos que esforzarnos diariamente por al­canzar ese ideal con todas nuestras fuerzas. Quizás ahora resulte claro, gracias a lo que acabamos de decir, que sin la no violencia no es posible buscar y en­contrar la Verdad. La no violencia y la Verdad están tan estrechamente unidas que es prácticamente imposible desunirlas y sepa­rarlas. Son como las dos caras de una misma moneda o, mejor aún, como un disco metálico aún no acuñado: toda­vía no se puede decir cuál de los dos lados será el anverso y cuál el reverso. Del mismo modo, la no violencia es só­lo un medio; el fin es la Verdad. Para que los medios sigan siendo medios tienen que estar siempre a nuestro alcance. Por eso la no violencia es nuestro deber supremo. Si cui­damos los medios, antes o después alcanzaremos el fin. Una vez comprendido este punto, la victoria final es in­cuestionable. Cualesquiera que sean las dificultades con que nos encontremos o los aparentes reveses que soporte­mos, no podremos renunciar a la búsqueda de la Verdad, la cual es única, porque se identifica con el mismo Dios. - From Yeravda Mandir, cap. 2 59
  • 31. La no violencia es una fuerza activa del orden más eleva­do. Es la fuerza del alma o el poder de la Divinidad den­tro de nosotros. El ser humano imperfecto no puede cap­tar la totalidad de esa esencia -pues no puede soportar to­do su resplandor-; pero una sola fracción infinitesimal de ella, cuando llega a actuar dentro de nosotros, puede hacer milagros. El sol que brilla en el cielo llena todo el univer­so con su calor vivificante. Pero si alguien se acercara de­masiado a él, quedaría reducido a cenizas. Lo mismo su­cede con la Divinidad. Nos hacemos semejantes a Dios en la medida en que vivimos la no violencia; pero nunca po­dremos llegar a ser del todo iguales a Dios. La acción de la no violencia es como la del radio: una cantidad infinite­simal de radio introducida en un tejido maligno actúa con­tinuamente, en silencio y sin cesar, hasta que transforma toda la masa del tejido enfermo en tejido sano. Del mismo modo, un poco de verdadera no violencia actúa de un mo­do silencioso, sutil e invisible y fermenta toda la sociedad. - Harijan, 12 de noviembre de 1938 La verdad sin humildad sería una caricatura arrogante. Quien pretende practicar la verdad sabe cuan difícil resul­ta. El mundo podría aplaudir los supuestos triunfos de esa persona, porque apenas conoce sus fallos. Una persona ve­raz es disciplinada. Y tiene que ser humilde. Quien desea amar a todo el mundo, incluso a quienes se consideran sus enemigos, sabe hasta qué punto es imposible conseguirlo sólo con las propias fuerzas. Tiene que hacerse como el polvo antes de poder comprender los elementos de la no violencia. No es nada si cada día no crece en humildad al 60 mismo tiempo que crece en amor. [...] Nadie puede ver a Dios cara a cara si no ha reducido a la nada el yo que hay en él. Quien quiera ver a Dios tiene que anonadarse. En es­te universo tempestuoso, ¿quién se atreverá a decir: «He vencido»? Nosotros nunca triunfamos; es Dios quien triunfa en nosotros. [...] Lo que vale en el mundo material, es válido también en el mundo espiritual. Si, para ganar una batalla mundana, Europa sacrificó varios millones de vidas en la última guerra, que fue un acontecimiento tran­sitorio, ¿qué tiene de asombroso que en la batalla espiri­tual tengan que perecer millones de personas en el intento de dejar al mundo un ejemplo consumado? - Young india, 25 de junio de 1925 La no violencia es la fuerza suprema a de que dispone la humanidad. Es más poderosa que el arma de destrucción más potente concebida por la inteligencia humana. La des­trucción no es la ley de los humanos. El ser humano sólo vive libremente si está dispuesto a morir, si es preciso, a manos de su hermano, sin cometer nunca un asesinato. Todo asesinato o cualquier otro daño perpetrado o infligi­do contra otro es, cualquiera que sea su causa, un crimen contra la humanidad. - Harijan, 20 de julio de 1935 Las virtudes de la misericordia, la no violencia, el amor y la verdad en cualquier persona sólo se pueden poner a prueba realmente cuando se oponen a la crueldad, la vio­lencia, el odio y la mentira. 61
  • 32. Si esto es así, entonces es incorrecto decir que la no violencia no sirve de nada ante un asesino. Ciertamente, se puede decir que experimentar con la no violencia frente a un asesino es buscar la autodestrucción. Pero ésta es la prueba real de la no violencia. En modo alguno se puede decir que hayan superado la prueba quienes se dejan ma­tar por pura impotencia. En cambio, son realmente no vio­lentos quienes no sienten odio contra sus asesinos e inclu­so piden a Dios que los perdone. Esto es lo que la historia nos cuenta de Jesucristo, que dijo al morir en la cruz: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». Pode­mos poner ejemplos parecidos de otras religiones, pero ci­tamos esta frase porque es conocida en todo el mundo. Otra cosa es que nuestra no violencia no haya llegado a ese nivel. Nos engañaríamos absolutamente si redujéra­mos el nivel de la no violencia por razón de nuestra fragi­lidad o falta de experiencia. Si no comprendemos de ver­dad el ideal, nunca podremos tener la esperanza de alcan­zarlo. Es preciso, por tanto, que apliquemos nuestra razón a la comprensión del poder de la no violencia. - Harijan, 28 de abril de 1946 La no violencia [ahimsaÁ' es un principio comprehensivo. Somos seres mortales desvalidos, atrapados en el conflic­to de la violencia [himsa' ]. Decir que la vida vive de la vi­da tiene un profundo significado. El ser humano no puede vivir sin cometer, consciente o inconscientemente, violen­cia exterior. El mero hecho de vivir -comer, beber y mo­verse- implica necesariamente algo de violencia -destruc­ción de vida-, aunque sea mínima. Por consiguiente, el se- 62 guidor de la no violencia permanece fiel a su fe si la fuen­te de todas sus acciones es la compasión, si evita del me­jor modo posible la destrucción de la más pequeña de las criaturas, si trata de salvarla y, de ese modo, se esfuerza in­cesantemente por liberarse de la espiral mortal de la vio­lencia. Crecerá constantemente en su autocontrol y com­pasión, pero nunca llegará a verse completamente libre de la violencia exterior. - Autobiography (1948), pp. 427-428 Dado que el fundamento de la no violencia [ahimsa] es la unidad de todas las vidas, el error de una de ellas afecta necesariamente a todas y, por lo tanto, el ser humano no puede ser totalmente libre de la violencia [himsa]. Mien­tras siga siendo un ser social, no puede dejar de participar en la violencia que implica la existencia misma de la so­ciedad. Cuando dos naciones están enfrentadas, el deber de un seguidor de la no violencia es detener la guerra. Quien no está a la altura de este deber, quien no tiene po­der para resistirse a la guerra, quien no está en condicio­nes de oponerse a ella, podría tomar parte en ella y, no obstante, tratar de todo corazón de liberarse a sí mismo, a su nación y al mundo, de la guerra. - Autobiography (1948), pp. 427-428 63
  • 33. 12 Oración: la esencia de la religión <*& Creo que la oración es el alma y la esencia misma de la re­ligión y que, por lo tanto, tiene que ser el centro mismo de la vida del ser humano, pues nadie puede vivir sin religión. Hay quienes, llevados del egoísmo de su razón, declaran que no tienen nada que ver con la religión. Mas eso es co­mo si alguien dijera que respira, pero no tiene nariz. Ya sea por razón, por instinto o por superstición, el ser humano reconoce alguna forma de relación con lo divino. El ag­nóstico más radical reconoce la necesidad de un principio moral y asocia algo bueno con el cumplimiento de tal prin­cipio, y algo malo con su incumplimiento. Bradlaugh, cu­yo ateísmo es bien conocido, insistió siempre en procla­mar su más íntima convicción. Tuvo que sufrir mucho por decir de este modo la verdad, pero se alegró por ello y di­jo que la verdad era su recompensa. Lo cual no significa que fuera insensible a la alegría que resulta de la obser­vancia de la verdad. Ahora bien, esta alegría no es com­pletamente mundana, sino que brota de la comunión con lo divino. Por esta razón he dicho que incluso quien re­chaza la religión no puede vivir y no vive, de hecho, sin religión. 64 Pasemos ahora al siguiente punto, a saber: que la ora­ción es el centro mismo de la vida del ser humano, al igual que es la parte más vital de la religión. La oración es de pe­tición o, en su sentido más amplio, es comunión interior. En ambos casos, el resultado último es el mismo. Incluso cuando es de petición, ésta debe ser hecha para limpiar y purificar el alma, para liberarla de las capas de ignorancia y oscuridad que la rodean. Quien tiene el ansia de que lo divino despierte en su interior tiene que volver a la oración. Pero ésta no es un mero ejercicio consistente en hablar o en escuchar; no es una mera repetición de una fórmula vacía. Repetir el nombre de Dios [Ramanama*], por muchas ve­ces que se haga, es inútil si ello no conmueve el alma. En la oración es mejor tener un corazón sin palabras que pala­bras sin corazón. La oración tiene que ser una clara res­puesta al espíritu que tiene hambre de lo divino. Y del mis­mo modo que una persona hambrienta sabe apreciar una comida saludable, así también un alma hambrienta se de­leitará con una oración sincera. Gracias a mi experiencia y a la de mis compañeros, puedo afirmar que quien ha expe­rimentado la magia de la oración puede estar sin comer va­rios días seguidos, pero no puede vivir ni un solo momen­to sin la oración, pues sin oración no hay paz interior. Alguien podría decir que, si las cosas son así, debería­mos ofrecer nuestras oraciones en cada minuto de nuestra vida. Así es, indudablemente; pero nosotros, que somos mortales y falibles y tenemos dificultades para entrar en nuestro interior a fin de experimentar la comunión interna siquiera por un momento, consideraremos imposible per­manecer perpetuamente en comunión con lo divino. Por eso establecemos algunas horas en las que nos esforzamos 65
  • 34. decididamente por liberarnos de los apegos del mundo du­rante algún tiempo, y nos proponemos firmemente perma­necer fuera de la carne, por así decirlo. Ya conocéis el him­no de Surdas*: es el grito apasionado de un alma que an­sia la comunión con lo divino. En nuestra opinión, fue un santo; pero el se consideraba un pecador manifiesto. Espiritualmente iba muy por delante de nosotros, pero sin­tió la separación de lo divino tan intensamente que lanzó un grito de angustia nacido de la desesperación y el abo­rrecimiento: «¿Quién es tan corrupto, malvado y lascivo como yo?». He hablado de la necesidad de la oración y, como con­secuencia de ello, he tratado sobre la esencia de la oración. Hemos nacido para servir a nuestros semejantes, y no po­demos hacerlo si no estamos bien despiertos. Hay una lu­cha eterna que tiene lugar en el corazón humano entre los poderes de las tinieblas y los de la luz, y quien no tiene el ancla de la oración para aferrarse a ella será víctima de los poderes de las tinieblas. Las personas de oración estarán en paz consigo mismas y con todo el mundo. Quienes se ocupan de los asuntos del mundo sin un corazón entrega­do a la oración serán miserables y llenarán también el mundo de miseria. Así pues, la oración, además de estar vinculada a la condición de la humanidad después de la muerte, tiene un incalculable valor para la humanidad en el mundo de los vivos. La oración es el único medio para poner orden, paz y reposo en nuestros actos diarios. Preo­cupémonos de lo más vital, y lo demás vendrá por sí solo. Tracemos correctamente un ángulo del cuadrado, y los otros ángulos serán automáticamente rectos. 66 Empezad el día, pues, orando, y hacedlo con tanto sen­timiento que la oración pueda acompañaros hasta la no­che. Y terminad el día orando también, para que paséis la noche en paz, libres de sueños y pesadillas. No os preocu­péis por la forma de la oración. Cualquiera que sea nues­tro modo de orar, lo importante es que nos lleve a la co­munión con lo divino. Ahora bien, sea cual sea ese modo, no permitáis que el espíritu ande vagando mientras las pa­labras de la oración siguen saliendo de vuestra boca. Todas las cosas en el universo, incluidos el sol, la luna y las estrellas, obedecen a ciertas leyes. Sin la influencia limitadora de esas leyes, el mundo no seguiría existiendo ni un solo momento. Vosotros, cuya misión en la vida es el servicio a los demás, os destrozaréis si no os imponéis al­guna forma de disciplina, y la oración es una disciplina es­piritual necesaria. Es la disciplina y la moderación lo que nos separa de los animales. Si queremos ser hombres y mujeres que caminan con la cabeza erguida y no a cuatro patas, comprendamos y sometámonos voluntariamente a la disciplina y la moderación. - Young India, 23 de enero de 1930 67
  • 35. 13 ¿Por qué orar? *& ¿Por qué orar? ¿Acaso Dios, si es que existe, no sabe lo que ha sucedido? ¿Necesita la oración para poder cumplir con Su deber? No, Dios no necesita que le recordemos nuestras nece­sidades. Dios está dentro de todas las personas. Nada su­cede si Él no lo permite. Nuestra oración es una búsqueda del corazón. Es un recordatorio de que nada podemos sin la ayuda de Dios. Ningún esfuerzo es completo sin la ora­ción, sin un reconocimiento explícito de que el mejor es­fuerzo humano no surte efecto alguno si no es bendecido por Dios. La oración es una llamada a la humildad. Es una llamada a la purificación de nosotros mismos, a la bús­queda interior. - Harijan, 8 de junio de 1935 En mi opinión, Rama*, Rahamán*, Ahuramazda*, Dios o Krishna* significan otros tantos intentos humanos de dar nombre a esa fuerza invencible que es la mayor de todas las fuerzas. Aun cuando el ser humano sea imperfecto, hay en él un deseo innato de esforzarse por lograr la perfec- 68 ción. Al intentarlo, se hace falsas ilusiones. Y del mismo modo que un bebé que trata de mantenerse en pie, cae una y otra vez y, finalmente, aprende a caminar, así también un hombre, a pesar de toda su inteligencia, no es más que un niño en comparación con el Dios infinito y eterno. Esto podría parecer una exageración, pero no lo es. El hombre sólo puede describir a Dios con su pobre lenguaje. El po­der que llamamos «Dios» está por encima de toda des­cripción. Por otro lado, ese poder no tiene necesidad de ningún esfuerzo humano que lo describa. Es el ser huma­no el que necesita los medios para poder describir ese po­der, que es más inmenso que el océano. Si se acepta esta premisa, no hay necesidad de preguntar por qué oramos. El ser humano sólo puede concebir a Dios dentro de las li­mitaciones de su mente. Si Dios es inmenso e ilimitado como el océano, ¿cómo va a poder una minúscula gota, como el hombre, imaginar lo que El es? El ser humano só­lo puede experimentar lo que es el océano si se sumerge y se funde en él. Esta experiencia escapa a toda descripción. Según Madame Blavatsky, el hombre, cuando ora, da cul­to a su propio yo glorificado. Sólo puede orar verdadera­mente quien está convencido de que Dios está dentro de él. Quien no lo está, no necesita orar. Dios no se sentirá ofen­dido, pero yo puedo decir por propia experiencia que quien no ora es ciertamente un perdedor. ¿Qué importa, pues, si una persona adora a Dios como Persona, y otra lo adora como Fuerza? Ambas actúan correctamente según sus capacidades. Ninguna de ellas sabe, y quizá nunca sa­brá, cuál es el modo absolutamente apropiado de orar. El ideal tiene que seguir siendo siempre el ideal. Sólo nece­sitamos recordar que Dios es la Fuerza entre todas las 69
  • 36. fuerzas. Todas las demás fuerzas son materiales, pero Dios es la fuerza o espíritu vital omnipresente y omnicompre-hensivo, y por eso está por encima del saber humano. - Haríjan, 18 de agosto de 1946 Un diálogo con un budista El doctor Fabri, seguidor de Buda, visitó a Gandhi en Abbottabad y le preguntó: «¿Se puede cambiar la Mente Divina por medio de la oración? ¿Se puede llegar a cono­cer esa Mente por medio de la oración?». «Me resulta difícil explicar debidamente lo que hago cuando oro», dijo Gandhi. «Pero tengo que tratar de res­ponder a su pregunta. La Mente Divina es inmutable, pero la Divinidad está en todas las personas y en todas las cosas -en los seres animados y en los inanimados-. Si oro, es porque quiero tener experiencia de esa Divinidad. Ahora bien, aun teniendo esta convicción intelectual, podría care­cer de dicha experiencia. Y cuando oro por el swaraf (in­dependencia) para la India, oro o deseo el poder adecuado para conseguir ese swaraj o para que mi contribución sea la mejor posible en esta causa; y sostengo que puedo reci­bir ese poder como respuesta a mi oración». «Entonces no está usted justificado para llamar oración a su experiencia; orar significa pedir o suplicar», dijo el doctor Fabri. «Sí, ciertamente. Usted podría decir que yo pido desde mí, desde mi yo Superior, desde el yo Real con el que aún no me he identificado completamente. Y podría describir 70 mi oración como un deseo continuo de perderme en la Divinidad que lo abarca todo». «¿Y las personas que no pueden orar?», preguntó el doctor Fabri. «Yo les diría que sean humildes», dijo Gandhi, «y que no limiten al Buda real según su concepción de Buda. Él no habría podido gobernar las vidas de millones de seres humanos, como lo hizo entonces y lo hace hoy, si no hu­biera tenido humildad suficiente para orar. Hay algo infi­nitamente superior al entendimiento que nos gobierna a nosotros y también a los escépticos. El escepticismo y la filosofía no sirven de ayuda a los escépticos en los perio­dos más difíciles de sus vidas. Ellos necesitan algo mejor, algo que esté fuera de su persona y pueda sostenerlos. Y así, si alguien me plantea un enigma, yo le digo: "No po­drá usted conocer el significado de Dios o de la oración mientras no se reduzca a la nada. Tiene que humillarse hasta que vea que, a pesar de su grandeza y de su magní­fico entendimiento, no es más que una mota de polvo en el universo. Una concepción meramente intelectual de las cosas de la vida no es suficiente. La concepción espiritual supera al entendimiento y es lo único que puede satisfacer nuestros anhelos. Hasta las personas adineradas pasan por periodos críticos en su vida. Aunque estén rodeadas de to­do lo que el dinero puede comprar y todo lo que el afecto puede dar, en ciertos momentos de su vida se encuentran completamente confundidas. Es en esos momentos cuan­do vislumbramos a Dios, cuando tenemos una visión de Aquel que guía cada uno de nuestros pasos en la vida. Esto es la oración"». 71
  • 37. «Se está refiriendo a lo que podríamos llamar una ver­dadera experiencia religiosa, que es más fuerte que la con­cepción intelectual», dijo el doctor Fabri. «En mi vida he tenido dos veces esa experiencia, pero después la he per­dido. Mas ahora encuentro gran consuelo en uno o dos di­chos de Buda: "El egoísmo es la causa del sufrimiento" y "Recordad, monjes, que todo es pasajero". Pensar en esto casi equivale a creer». «Eso es la oración», repitió Gandhi con una insistencia perfectamente convincente. - Harijan, 19 de agosto de 1939 72 14 Cómo, a quién y cuándo orar <*& «Muchas veces nos pide usted que demos culto a Dios y que oremos, pero nunca nos dice cómo orar y a quién orar. ¿Podría iluminarme acerca de este punto, por favor?», pre­gunta un lector de Navajivan. Dar culto a Dios es cantar las alabanzas de Dios. La oración es la confesión de la in­dignidad y la debilidad de la persona. Dios tiene mil nom­bres o, mejor dicho, es Innombrable. Damos culto o reza­mos a Dios con el nombre que más nos agrada. Unos lo llaman Rama*; otros, Krishna*; otros, Rahim*; y otros, Dios. Todos dan culto al mismo espíritu; pero del mismo modo que no todas las comidas sientan bien a todo el mundo, tampoco todos los nombres atraen a todas las per­sonas. Cada una escoge el nombre que más le agrada, y El, que es el In-habitador, Todopoderoso y Omnisciente, co­noce nuestros sentimientos más íntimos y nos responde según nuestros deseos. La oración no hay que hacerla con los labios, sino con el corazón. Por eso pueden hacerla igualmente el mudo y el tartamudo, el ignorante y el estúpido. Y las oraciones de aquellos cuyas lenguas destilan néctar, pero cuyos corazo­nes están llenos de veneno, nunca son escuchadas. Así 73
  • 38. pues, quien quiera orar a Dios tiene que purificar su co­razón. Rama no estaba sólo en los labios de Hánuman*, sino que estaba entronizado en su corazón. Él dio a Hánuman una fuerza inagotable. Con Su fuerza subió a la montaña y cruzó el océano. La fe nos conduce a través de mares tempestuosos, la fe mueve montañas y atraviesa los océanos. Esta fe no es sino la conciencia viva y completa­mente despierta de Dios dentro de nosotros. Quien ha al­canzado esta fe no desea nada. Aunque su cuerpo esté en­fermo, él está espiritualmente sano, es físicamente puro y abunda en riquezas espirituales. Con todo, alguien podría preguntar: «¿Cómo se puede limpiar el corazón hasta este punto?». El lenguaje de los labios se enseña fácilmente; pero ¿quién puede enseñar el lenguaje del corazón? Sólo el bhakta* -el verdadero devo­to- lo conoce y puede enseñarlo. El Gita definió el senti­do del bhakta en tres lugares y habló de él de forma gene­ral en todas partes. Pero el conocimiento de la definición de un bhakta no es una guía suficiente, pues son raros en nuestro mundo. Por eso he sugerido que el medio es la Religión del Servicio. Dios quiere que Su sede sea el co­razón de quien sirve a su prójimo. Por esta razón Nara-simha Mehta*, que «vio y conoció», cantó: «El verdadero vaishnava* es el que sabe ablandarse ante el dolor del otro». Así fue Abu Ben Adhem*. El sirvió a su prójimo, y por eso su nombre ocupa el lugar más alto en la lista de los servidores de Dios. Pero ¿quiénes son los que sufren y los angustiados? Los oprimidos y los indigentes. Así pues, quien quiera ser un bhakta tiene que servirles con el cuerpo, con el alma y con la mente. ¿Cómo puede servir con el cuerpo a las cla- 74 scs «oprimidas» quien las ve como intocables? Quien ni siquiera se digna emplear su cuerpo para hilar por los po­bres y alega excusas poco convincentes, no conoce el sig­nificado del servicio. Una persona pobre pero sana no me­rece limosnas, sino una exhortación a que trabaje para ga­narse el pan. Las limosnas la envilecerían. Quien hila an­te los pobres invitándoles a hilar también ellos sirve a Dios más que cualquier otra persona. «Quien Me dé una insig­nificancia, como un fruto, una flor y hasta una hoja, con el espíritu de bhakti* [devoción] es Mi siervo», dice el Señor en el Bhagavad Gita. Y Él tiene Su escabel donde viven «los humildes, los pobres y los descarriados». Así pues, hilar por estas personas es la oración más grande, el culto más grande, el sacrificio más grande. La oración, pues, se puede hacer invocando cualquiera de los nombres de Dios. Un corazón piadoso es el vehícu­lo de la oración, y el servicio hace que el corazón sea pia­doso. Los hindúes que en nuestro tiempo sirven de todo corazón a los intocables hacen verdadera oración; los hin­dúes y todos aquellos que hilan piadosamente por los po­bres y los indigentes hacen verdadera oración. - Young India, 24 de septiembre de 1925 No se puede establecer ninguna regla fija relativa a los tiempos de los actos de devoción, pues éstos dependen del temperamento individual. Los actos de devoción son mo­mentos preciosos de la vida diaria. Tales ejercicios están previstos para que nos serenemos, nos humillemos y com­prendamos que nada sucede si Él no lo quiere, y que no somos más que «arcilla en manos del Alfarero». Son mo- 75
  • 39. mentos en los que revisamos nuestro pasado inmediato, confesamos nuestra debilidad y pedimos perdón y fuerza para ser mejores y actuar mejor. Un minuto podría ser su­ficiente para algunos, mientras que para otros veinticuatro horas podrían ser muy pocas. Para las personas que están llenas de la presencia de Dios en ellas, trabajar es orar. Su vida es una oración o un acto de adoración continuo. En cambio, quienes actúan sólo para pecar, para autocompla-cerse, y viven para sí mismos, tendrían que orar continua­mente. Si tuvieran paciencia, fe y voluntad de ser puros, harían oración hasta sentir la presencia purificadora y con­creta de Dios dentro de sí. Para nosotros, seres mortales comunes, tiene que haber un término medio entre ambos extremos. No somos tan perfectos como para poder decir que todos nuestros actos son fruto de nuestra entrega a Dios, y tal vez no hayamos llegado al extremo de vivir únicamente para nosotros mismos. Por esta razón todas las religiones establecen tiempos especiales para la devoción general. Lamentablemente, estas devociones se han con­vertido en actos meramente mecánicos y formales, cuando no hipócritas. Lo que hace falta es que tales devociones se realicen con la actitud correcta. La oración personal, es decir, la oración en la que pe­dimos algo a Dios, hemos de hacerla ciertamente en nues­tra lengua materna. No puede haber nada más grande que pedir a Dios que nos haga ser justos para con todos los se­res vivos. - Young India, 10 de junio de 1926 76 15 Ayunos Un ayuno auténtico purifica el cuerpo, la mente y el alma. En la medida en que crucifica la carne, da la libertad al al­ma. Una oración sincera puede hacer milagros. Es un in­tenso anhelo del alma que desea ser aún más pura. La pu­reza alcanzada de este modo se convierte en oración cuan­do se utiliza para un fin noble. El uso mundano del gaya-tri*, su repetición para sanar a los enfermos, ilustra el sen­tido que hemos dado a la oración. Cuando el mismo gaya­ta japa* es realizado con una mente humilde y concentra­da de un modo inteligente en momentos de dificultades y calamidades nacionales, se convierte en el instrumento más poderoso para evitar el peligro. No puede haber error más grande que suponer que la recitación del gayatri, el namaz* o la oración cristiana son supersticiones que pue­den ser practicadas por el ignorante y el crédulo. El ayuno y la oración, por consiguiente, son un proceso muy pode­roso de purificación, y lo que nos purifica nos capacita del mejor modo posible para cumplir nuestro deber y alcanzar nuestra meta. Si a veces parece que el ayuno y la oración no responden, no es porque no haya nada en ellos, sino porque no se hacen con el espíritu correcto. 77