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Piedra aguila
1. EXPERIENCIAS QUE FORMAN
Julio Montero Castro
Médico de Familia
Hoy quisiera invitar a la reflexión acerca del origen del saber que nos trans-forma en Médicos
de Familia.
Frecuentemente escucho experiencias de médicos que refieren haber vivido una
“transformación” a partir de una experiencia, que no siempre es clínica, pero determina su
forma de hacer clínica.
En mi caso, he tenido algunas experiencias transformadoras, pero la que pienso, ha influído
más en mi desempeño profesional, fue volver a trabajar y vivir a mi ciudad natal, Angol.
Centro de Salud Familiar “Piedra del Aguila”, Angol.
En esta ciudad viví hasta los 12 años, estudié en 2 colegios distintos, y viví en 4 casas
distintas, de 3 barrios también distintos, por lo que conocí realidades y gente muy diversa aún
dentro de la ciudad. Mi pregrado lo realicé en la Provincia de Concepción y Ñuble, y trabajé 5
años en esta última. Hací que no tuve experiencia formativa en mi “nicho social” de origen, lo
que me generó una “distancia cultural” importante con las personas a las que atendía en otras
ciudades y entornos. En especial, me fue muy duro observar la dinámica de la marginalidad
urbana, y de los sectores rurales en proceso de disolución económica.
Posterior al seísmo de 2010, volví a mi querido Angol y descubrí algo que se hace muy difícil
para el profesional sanitario universitario, y que es reconocerse así mismo en el otro. Puede
2. sonar muy simple al leerlo pero no me refiero al simple respeto por el otro, o la estimación
altruista por el otro, sino un reconocer que yo soy igual que aquella persona que categorizo
como “paciente”.
En esta ciudad, he atendido antiguos vecinos, profesores, asesoras de hogar, amigos de la
familia y hasta familiares que no conocía. Al relacionarme con ellos pude “realizar en mi
conciencia” que LOS PACIENTES NO EXISTEN, los inventamos como concepto para poder
tomar una “distancia terapéutica”, para que no nos duela su dolor, y para no frustrarnos cuando
traicionan nuestro consejo. Los que existen son PERSONAS, “ciudadanos de a pie”, como tú,
como yo, que buscan en el médico un apoyo para palear dificultades de salud que alteran sus
proyectos biográficos, y que tienen sus propios valores, prioridades, recursos, defectos,
personalidades, e historia, … y muchas de esas historias yo ya las conocía. Y es esta
longuitudinalidad que me permite comprender más cercanamente aquellos “por qué” que todos
los médicos nos preguntamos cuando atendemos personas y no comprendemos su
comportamiento.
La medicina de familia, en gran medida es el “arte del comportamiento”. Y es muy difícil
siquiera empatizar con el comportamiento de alguien cuando no se le conoce, por tanto mucho
menos influenciarlo. Al haberme criado en esta ciudad, llevo en mí las claves culturales, las
historias, las explicaciones y creencias de al menos la población del casco histórico, del medio
donde me crié y recordé uno s los principios de la medicina familiar:
6. Idealmente, el médico de familia debe compartir el mismo hábitat de sus pacientes.
Esto le da un conocimiento de primera mano de las condiciones de vida y trabajo de sus
pacientes. En años recientes esto se ha vuelto menos común excepto en áreas rurales.
Dr Ian McWhinney
Puedo dar fé que que el vivir en la comunidad que uno atiende, permite una cercanía y un
respeto bilateral, difícil de conseguir cuando uno solo hace contactos breves esporádicos, a
una cultura muy lejana a la propia. Esto permite mejorar la “Pertinencia” de los prescrito, así
como facilita problematizar lo que realmente es un problema desde la prespectiva de la
persona que busca ayuda, y no sólo “lo que vé” el profesional.
Personalmente me ha sido muy formador reconocer en personas conocidas y queridas, los
mismos pensamientos y creencias que me habían parecido tan irracionales por tantos años en
el pregrado y en los primeros años de trabajo. Con los años uno se acostumbra a un modo de
trabajar y no es raro que empiece a predominar la “agenda del médico” por sobre la “agenda
del paciente”.
El hecho de no tener acceso a la experiencia de ser ayudado por un “paciente”, puede hacer
caer en la visión de que uno está sólo para ayudar, y que las personas atendidas no pueden
cuidarse, pero al relacionarme con personas que atiendo, pero siendo yo el que busca ayuda
en otros espacios, puedo reconocer una relación simétrica, colaborativa, que “aterriza” a la
3. realidad que todos somos personas que vivimos y sufrimos bajo el mismo sol, y que cada uno
de nosostros tiene competencias distintas para vivir. Que tenemos creencias y conductas que
nos sanan o enferman, que consideramos legítimas o no pero que nos cuesta cambiar. Que
vivimos en una sociedad no tan sana y estamos condicionados por ello, y que “sólo informar
acerca de un riesgo de salud” no necesariamente traerá la sanidad a la vida de esa persona.
“Piedra del Aguila”: Antiguo centro ceremonial ubicado en la cordillera de Nahuelbuta, y cuyo
nombre fue adoptado por la comunidad para el nuevo Centro de Salud Familiar.
En fin, trabajar en la comunidad que nací, me permite creer en el otro y en sus capacidades, y
me impone un gran desafío de lograr transferir mis saberes a las personas que atiendo, para
que ellos construyan sus propias realidades de las que yo también soy parte.