Edgar Arroyo dedicó nueve años a encontrar la cura para una enfermedad incurable de su hijo Andy. Logró desarrollar un nutriente que curó a Andy y a otros 800 pacientes. Esto atrajo el interés de empresas farmacéuticas y el presidente lo invitó, pero luego el hermano del presidente, Juan Pablo Fox Quesada, conspiró contra Edgar para apoderarse de la patente y las empresas de Edgar, enviándolo incluso a la cárcel.