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Alejandro venegas carus._critica_social

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Alejandro Venegas Carús:
Crítica Social en el Centenario de la República de Chile1
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Introducción
El panorama político-económico y social del Chile republicano a finales del siglo XIX e
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Alejandro Venegas Carús vociferó la insuficiencia de la élite gobernante para organizar y administrar los recursos de Chile a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX. El profesor Venegas no tan sólo era un crítico de la gradería, sino que sugería ideas “modernistas” para sus aplicaciones. Con los años el “maestro de las masas” pasaría a la historia local como un examinador de una sociedad chilena extraviada en el olvido, y que en algún momento sólo se dejó seducir por la moda y la socaliña del Viejo Continente.

Alejandro Venegas Carús vociferó la insuficiencia de la élite gobernante para organizar y administrar los recursos de Chile a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX. El profesor Venegas no tan sólo era un crítico de la gradería, sino que sugería ideas “modernistas” para sus aplicaciones. Con los años el “maestro de las masas” pasaría a la historia local como un examinador de una sociedad chilena extraviada en el olvido, y que en algún momento sólo se dejó seducir por la moda y la socaliña del Viejo Continente.

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  1. 1. 1 Alejandro Venegas Carús: Crítica Social en el Centenario de la República de Chile1 “El negro abismo, la insondable esfera. Lo invisible, lo incógnito, lo arcano. Todo está abierto al pensamiento humano.” (Alejandro Venegas, Discurso de Despedida, 1905.) Por Francisco Díaz Céspedes.2 Santiago de Chile, 29 de enero de 2019 1 Artículo publicado por la Revista Critica.cl. Véase en: http://critica.cl/historia/alejandro-venegas-carus-critica-social-en-el-centenario-de-la-republica-de-chile 2 Magíster en Filosofía de las Ciencias. Universidad de Santiago de Chile. Magíster en Ciencia Política. Universidad Tecnológica Metropolitana. Diplomado en Participación y Gestión Municipal para el Desarrollo Local. Universidad Central. Profesor de educación General Básica con Mención en Educación Tecnológica y Lenguaje y Comunicación. Licenciado en Educación. Universidad Tecnológica Metropolitana.
  2. 2. 2 Resumen: Alejandro Venegas Carús vociferó la insuficiencia de la élite gobernante para organizar y administrar los recursos de Chile a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX. El profesor Venegas no tan sólo era un crítico de la gradería, sino que sugería ideas “modernistas” para sus aplicaciones. Con los años el “maestro de las masas” pasaría a la historia local como un examinador de una sociedad chilena extraviada en el olvido, y que en algún momento sólo se dejó seducir por la moda y la socaliña del Viejo Continente. Palabras Claves: Educación, Colectivismo, Ciencia y Revolución.
  3. 3. 3 Introducción El panorama político-económico y social del Chile republicano a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX condujo a un proceso de transformación ideológica muy similar a otros países latinoamericanos y europeos. Los nuevos postulados económicos e industriales causaron el surgimiento del proletariado, y en el contexto chilensis, éste estuvo constituido por los obreros de fábricas urbanas, trabajadores de minas y oficinas salitreras. Frente a esto, aparecieron problemáticas complejas tales como la migración del campo a la ciudad, tanto en Santiago, Valparaíso y las provincias del Norte Grande; además de un explosivo proceso de urbanización, en donde los nuevos habitantes de las ciudades se instalaron en las periferias, cuyos servicios básicos como el alcantarillado y el agua potable no existían, lo que generó rápidamente complicaciones en el higiene; a su vez, la inexistencia de regulaciones laborales, lo que provocaba la explotación del proletariado mediante jornadas extensas, sin días de descanso y salarios bajísimos, tal como lo manifestaban los escritores chilenos: Baldomero Lillo Figueroa (1867—1923) en Subterra (1904) y/o Volodia Teitelboim Volosky (1916-2008) en Hijo del salitre (1952). Cabe destacar que los campesinos, mineros y obreros, trabajadores todos, pasaban por una difícil situación de sobrevivencia, y por ende el descontento comenzó a manifestarse en una serie de huelgas, en gran parte del país, entre las que destacan: "la huelga de portuarios en Valparaíso" (1903), quienes elevaron demandas por mejorar las condiciones laborales. Luego de casi un mes de espera, las empresas contrataron a un nuevo y completo personal de trabajo, lo que proliferó una violencia extrema en las calles y avenidas de la ciudad; "la huelga de la carne" (Santiago, 1905), que se produjo por el impuesto a la importación del ganado argentino que encarecía su valor, comenzando el saqueo de almacenes y establecimientos de abastecimiento; "la huelga de los gremios" (Antofagasta, 1906), que reclamaron por la extensión de treinta minutos para la hora de colación; y "la matanza en la Escuela Santa María" (Iquique, 1907), en que los trabajadores y familias demandaban mejores remuneraciones y finalizar con el sistema de fichas en las Oficinas Salitreras. Así entre 1902 y 1908 a lo largo y ancho del territorio nacional hubo alrededor de doscientas
  4. 4. 4 huelgas, muchas de ellas terminaban con una violenta coacción por parte de las Fuerzas Armadas del Estado de Chile. "Una voz que clama en el desierto chileno", el profesor y escritor Alejandro Venegas Carús publicó una serie de misivas dirigidas al Presidente Pedro Montt Montt (1849-1910) y al posterior candidato presidencial Ramón Barros Luco (1835-1919) con la intención de dar a conocer los padecimientos que sufría el “bajo pueblo”. Su relato se caracterizó por explicar las causas que originaban la insatisfacción de las familias, expresando en sus escritos, descarnadamente, el análisis de la crisis de la sociedad chilena. De hecho, entre sus primeros escritos a Barros Luco, manifestó: "Me he resuelto a estampar la verdad desnuda en este libro, en que bajo la forma de cartas dirijidas al que dentro de poco será el primer magistrado de la República, estudio las causas, el desarrollo i las consecuencias de la ruina económica i moral de nuestro país."3 Un intelectual como Venegas, no tan sólo orientaba la crítica reflexiva a los acontecimientos del periodo, sino que también sugirió ciertas propuestas políticas a un Chile que recientemente estaba modernizándose en comparación a los Estados europeos. A su vez, el pedagogo principiaba el cómo generar políticas públicas a una patria que aún desconocía completamente las nuevas modalidades de organización administrativa, tanto en el plano económico como político. Así, la capacidad de Venegas para describir la incompetencia de los liderazgos morales de la élite, lo caracterizaron sus contemporáneo como un Vox populis similar a la figura del político Luis Emilio Recabarren Serrano (1876- 1924), quienes conjuntamente representaron a una fracción importante de las masas proletarias ante un Centenario que no tenían nada que celebrar,4 y que evitó el debate del abuso y el sometimiento por los discursos del heroísmo y el patriotismo. 3 Alejandro Venegas, Sinceridad. Chile Íntimo en 1910 por el Dr. J. Valdés Cange. (Santiago de Chile: Imprenta Universitaria, 1910), xiii. 4 Rafael Gumucio, “Utopías libertarias en Chile, siglo XIX y XX” Polis Revista Latinoamericana. (2003): 3.
  5. 5. 5 Pasión y deseo social de Venegas Carús Alejandro Venegas Carús, el quinto hijo, nació en Melipilla el 29 de mayo de 1871. Su familia pertenecía a las primeras clases medias del Chile republicano. Hijo de José María Venegas, quien era dueño de un modesto "almacén" dedicado a la venta de abarrotes, vinos, licores, artículos de ferretería, elementos para la labranza e inclusive libros5 mantendrían económicamente el hogar del pequeño Venegas. No obstante el comercio no lo era del todo para su padre, ya que éste participaba activamente en un diario de tendencia progresista, dirigido por el político chileno Enrique Cood (1826-1888), y de conocer socialmente al revolucionario Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886). Desde la mirada del historiador chileno Cristián Gazmuri: "(...) los progenitores de Alejandro Venegas eran personas que todavía aceptaban como algo natural el predominio, en todos los ámbitos, el sector social alto." Frente a esto, es posible interpretar que la familia de Alejandro Venegas aceptaba y coparticipaba de las nociones progresistas y utilitaristas, tanto de la vida pública como privada, mezclándose con las costumbres y tradiciones conservadoras. Con los años Venegas Carús ingresaría al Colegio Católico de Melipilla y le tocaría vivir desde la distancia las novedades de la Guerra del Pacífico (1879-1884). Posteriormente, su padre decidió matricularlo en el Instituto Nacional –calidad interno- bajo la dirección del Rector Diego Barros Arana (1830-1907). Sin embargo, Venegas no logró continuar sus estudios por problemas serios de conducta. Durante el mismo año volvió a su provincia natal y se dedicó al trabajo familiar. Según el profesor y escritor Martín Pino Batory: "No sintió dejar el colegio y si lloraba el día de su partida era por temor al castigo paterno que le esperaba"6 ; dada a las condiciones económicas que había invertido su padre por el carísimo pago educacional. En 1887 la epidemia de cólera azotó a Chile, Venegas junto a su hermano mayor José María Segundo lograron aprender a administrar el centro médico de urgencia, en donde 5 Martín Pino Batory, Alejandro Venegas y su legado de sinceridad para Chile, 67. En Estudio Preliminar de Cristián Gazmuri, Alejandro Venegas y Sinceridad. (Santiago de Chile: Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, 2009), 10. 6 Martín Pino, Alejandro Venegas y su legado de sinceridad para Chile, 11.
  6. 6. 6 diferentes comunidades aledañas de Melipilla asistían periódicamente; quizás este hito provocó un cambio rotundo en la formación académica de Alejandro Venegas, por lo cual decidió retomar los estudios, mediante un examen de admisión y obtener el bachillerato en el Instituto Nacional. Según Gazmuri: "Por esos mismos meses presentó en la "Academia literaria Diego Barros Arana" un análisis introspectivo de su vida hasta entonces; se manifestaba también el Venegas auto-analítico y angustiado. El recuerdo de su madre, fallecida en 1889, consolidaba esa tendencia sicológica."7 En el mismo año, el presidente José Manuel Balmaceda (1840-1891) fundó el Instituto Pedagógico con el objetivo de aplicar un plan de cobertura educacional, lo que consolidaría una política pública de acuerdo a las necesidades de alfabetización. Venegas Carús no dudó en inscribirse para estudiar Pedagogía en Francés, aunque su padre le recomendó con suma urgencia estudiar Derecho en la gloriosa Universidad de Chile. En este proceso de vida, Venegas conoció a sus pares: Enrique Molina Garmendia (1871-1964), con quien consolidó una amistad muy fraterna tanto en el plano profesional como familiar, a los hermanos Fidel y José Le-Brun, y al poeta Antonio Bórquez Solar (1874-1938). Entre sus formadores en la primera hornada del Instituto Pedagógico destacan: Hans Steffen (Historia y Geografía), Dr. Jorge Schneider (Filosofía y Pedagogía), Domingo Amunategui (Director del Instituto Pedagógico, 1892- 1922), Dr. Federico Johow (1° Director Ciencias Naturales), Dr. Albert Beutel (Ciencias Físicas), Enrique Nercasseaux (Literatura española y americana), Dr. Federico Hansen (Filología), Dr. Rudolf Lenz (Lingüística), Dr. August Tafelmacher (Matemáticas).8 Parafraseando al historiador e investigador Santiago Peña y Lillo, la apertura del Instituto Pedagógico permitió colocar en práctica nuevos principios didácticos: primero, crear una prestigiosa profesión basada en estudios científicos; segundo, preparar a los profesores secundarios en el conocimiento de ciertas técnicas pedagógicas que iban adquiriendo, gradualmente, mediante un plan de estudios “concéntrico”, es decir, asignaturas por 7 Estudio Preliminar de Cristián Gazmuri. Alejandro Venegas y Sinceridad, xi. 8 Cabe destacar que el político Julio Bañados Espinosa es quien dictó definitivamente el decreto de creación del Instituto Pedagógico el 29 de abril de 1889. A pesar de las resistencias administrativas de la Universidad de Chile, el Instituto Pedagógico inició sus funciones recién el 01 de agosto de 1889, (Transcripción del Decreto N° 1113 del 29 de abril 1889). Julio Bañados Espinosa. Biblioteca del Congreso Nacional. Reseña Biográficas.
  7. 7. 7 separadas, que exigía al alumno un gran esfuerzo de memoria y dosificación de las disciplinas, todas éstas distribuidas en seis años de humanidades.9 Luego de la Guerra Civil de 1891, y con la derrota del presidente Balmaceda, dos años más tarde, Venegas fue contratado como docente e inspector de segunda clase por el Liceo de Valdivia, su carisma de maestro lo convirtió en un personaje muy particular para la comunidad escolar, ya que la ausencia insostenible de los estudiantes a clases era prácticamente cotidiana, y por ello, Venegas Carús comenzó a dictar conferencias abiertas en distinto puntos de la ciudad para fomentar y estimular el quehacer educacional de los niños frente a sus padres. Después de un par de años, Enrique Molina invitó a Venegas a formar parte del cuerpo docente del liceo de Chillán, y en este nuevo ámbito laboral tradujo obras griegas y latinas, especialmente las lecturas clásicas,10 y tuvo como alumno al célebre escritor Fernando Santiván (1886-1973). De hecho, el maestro Molina lo consideró a Venegas como un gran amigo que selló una fraternidad perentoria, y lo expresó de la siguiente manera en sus memorias: “¡Qué de cosas hacíamos continuamente juntos! Fuera de las labores del Liceo trabajamos en la Sociedad de Instrucción Primaria. Para interrumpir la monotonía de la vida del pueblo organizábamos en casos bien señalados fiestas sociales, bailes, paseos campestres, comidas. ¡Qué gran compañero era en todas estas circunstancias Venegas!: activo, abnegado, infatigable y siempre de buen humor.”11 Por otra parte, Venegas participó activamente en el partido de la Alianza Liberal y, como miembro activo del grupo político, realizó algunos discursos nocturnos en la Plaza de Chillán a favor de la candidatura de Pedro Vicente Reyes Palazuelos (1835-1918) en 1896, en la cual clamaba un “liberalismo avanzado”, nada revolucionario y con ciertas alusiones 9 Santiago Peña y Lillo, “La influencia de don Jorge Enrique Schneider en la enseñanza secundaria y en el Liceo de Aplicación.” Revista Anales. Séptima Serie. N° 7 (noviembre de 2014): 341. 10 Es necesario mencionar que Venegas Carús había estudiado idiomas: griego, latín, italiano, portugués y dialectos de la península española (gallego y catalán), demostrando una elocuencia escrita y verbal, y realizó algunas traducciones de poetas italianos como Olindo Guerrino (Lorenzo Stecchetti) (1845-1916) y Annie Vivanti (1866-1942), del poeta brasileño Antônio Gonçalves Dias (1823-1864), del gallego Edmundo de Pondal y de la célebre poesía catalana Lo Pin de Fernantor de H. Solaguren (-). Véase en Enrique Molina, Alejandro Venegas. (Dr. Valdés Cange). Estudios y Recuerdos. (Santiago de Chile: Editorial Nascimento, 1939), 16-17. 11 Enrique Molina, Alejandro Venegas, 17.
  8. 8. 8 negativas a los “eclesiásticos politiqueros."12 Es muy probable que la predominancia de los escritos y discursos de Venegas Carús se hayan originado por los numerosos viajes que realizó en el territorio nacional,13 y observaba las paupérrimas condiciones de vida de las comunidades. Molina Garmendia comentó en sus memorias que: “Venegas hacía estos viajes, que no eran de recreo sino de esfuerzo, en vacaciones, sin sustraerle un solo día al cumplimiento de sus vacaciones del Liceo. Los hacía por su propia cuenta, a costa del miserable sueldo que percibía. Tenía que viajar con pasaje de segunda o tercera clase y hasta cubierta de los vapores (…). Estaba preparado nuestro amigo para soportar las incomodidades de los malos alojamientos, la ruda comida de los trabajadores y las penurias de una travesía casi sobre duras tablas, sin el confort de una cabina.”14 Como se puede apreciar, los maestros tenían una remuneración bajísima en relación a otras profesiones como abogacía y medicina. Empero, para el educador éste no le fue impedimento para empatizar con las personas más menesterosas, quizás es por este motivo que sus colegas más cercano lo admiraban. En su contraparte, era necesario “guardar las apariencias”: ¿Cómo un funcionario público se exponía a semejante ignominias? Molina manifestó que las autoridades del Liceo de Talca lo aprehendían a Venegas por exponerse a estas andanzas, ya que podía perder su respetabilidad social. En consecuencia, a esta actitud moralista, Venegas Carús se teñía de rubio el pelo, el bigote, la barbilla y con su tez morena resultaba ser un tipo raro, una mezcla entre inglés y mongol que en sus recorridos vendía sus propios libros.15 Al regreso de sus viajes, Venegas presentaba, paulatinamente, las Cartas al Excelentísimo Señor don Pedro Montt sobre la crisis moral de Chile. La primera de ella, explica 12 Enrique Molina, Alejandro Venegas, 23. 13 Alejandro Venegas describiría que “inclinado por naturaleza al estudio de los problemas sociales, traté de conocer en primer lugar los de mi patria y dediqué los días de vacaciones a estudiar la situación de sus pobladores (…). Más tarde, cuando hube estudiado mi propio país, quise extender mi observación a los que me rodean, para lo cual hice un viaje a la República Argentina en 1911, y adquirí conocimientos sobre su organización política, económica y social, y particularmente sobre su instrucción pública. En 1912 visité la República de Bolivia y parte de la del Perú, haciendo análogos estudios; y en el año 14 recorrí lo que me quedaba por conocer en el Perú; pasé por Ecuador y me detuve principalmente en la República de Panamá. Todos estos viajes fueron hechos sin ayuda alguna del Estado, con sólo las modestas economías que los escasos sueldos de aquella época permitían hacer.” Véase en Alejandro Venegas, “Página Autobiográfica y dos biografías”, (Edición y noticia de Álvaro García San Martín), La Cañada N°3 (2012): 422. 14 Alejandro Venegas, “Página Autobiográfica y dos biografías”, 53. 15 Alejandro Venegas, “Página Autobiográfica y dos biografías”, 54.
  9. 9. 9 tácitamente las causas y sugerencias a los problemáticos temas económicos, específicamente la conversión metálica. Éstas fueron apareciendo en el año 1909, firmadas con el seudónimo Dr. J. Valdés Cange, y con un prólogo de un señor Enrique Concha Huidobro (que no puede ser otro que el mismo Venegas). Los argumentos posteriores fueron expuestos en cada una de las misivas presentadas a las figuras presidenciales, y éstas señalaban un progresivo distanciamiento entre los ricos y los trabajadores. A reflexión del investigador Manuel Álvarez Pastene, el rol del papel moneda, generó beneficios incontables a las élites y sobre todo a los especuladores.16 Este hito, gestó en la clase política dominante un “miedo paranoico”, debido a las revueltas sociales y a la organización obrera. No obstante, los oligarcas, probablemente subvencionaron y apoyaron económicamente a las fuerzas armadas con la finalidad de proteger las inversiones y el patrimonio.17 En este sentido, la solución tenía que originarse desde la administración del Estado, solventando a los más desposeídos y germinar la confianza y el respeto en los poderes públicos. Lamentablemente esto jamás se llevó acabo. La obra de Alejandro Venegas Carús, sigue siendo reconocida por algunos intelectuales y políticos contemporáneos, como por ejemplo el Concejal PDI de Punta Arenas, Luis Godoy Gómez, quien manifestó en una de las columnas de opinión de La Prensa Austral: "Alejandro Venegas, profesor adscrito a la pléyade fundadora del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile en 1886. Este ilustra y anima a acompañarlo en su faena de rescate de la figura de Venegas de la "conspiración del silencio" a que se le condenó. Así lo expresa en el prólogo de la obra Roberto Munizaga18 paradigma maestro, formador de legiones docentes en el Instituto Pedagógico y en la Escuela Normal Superior, establecimientos desaparecidos bajo las ráfagas del apagón cultural entre los años 1973 a 1989 (…). En 1915 Venegas jubiló por razones de salud, estableciéndose en Maipú, de la cual comuna llegó a ser elegido Alcalde.”19 16 Manuel Álvarez Pastene, “Centenario en Chile: Una época escrita desde la modernidad”, Revista Sociedad & Equidad, N° 2 (julio de 2011): 237. 17 Francisco Díaz Céspedes, “Manifiesto contra la clase oligárquica chilena”, Revista Latinoamericana de Ensayo (20 de enero de 2018): 3-4. 18 Roberto Munizaga Aguirre (1905-1999) fue el primero en obtener el Premio Nacional de Ciencias de la Educación de Chile en 1979. 19 “Alejandro Venegas o el Dr. Valdés Canje”, La Prensa Austral, miércoles 8 de marzo de 1995, en Biblioteca Nacional Digital: 3.
  10. 10. 10 A nuestra fecha, aún sigue cuestionándose si Venegas Carús fue alcalde de la comuna de Maipú.20 De hecho en los registros históricos de los ediles de la Ilustre “Cuna de la Patria”, en el año 1921, aparece como alcalde Alejandro Venegas Rojas.21 Cabe destacar que actualmente existe un reconocimiento a la persona de Alejandro Venegas con el nombre de una calle, ubicada en la villa Patrona de Chile, llamada “Alcalde Venegas.” Sin embargo, algunos doctos interpretan que este reconocimiento sí pertenece al noble profesor y no a la figura política de Venegas Rojas.22 Frente a esta conjetura, se logró encontrar un documento escrito por el mismo Venegas Carús, quien afirmó, a modo de testimonio, que: “En Maipú como Alcalde23 he tenido la supervigilancia de una escuela nocturna municipal que ha entrado a su tercer año de existencia. Por las funciones de este puesto municipal he tenido que estar en relación constante con las diversas escuelas de la comuna. En efecto, durante mi administración, la alcaldía ha puesto en práctica la obligación escolar, fundándose en el inciso 15 del art. 494 del Código Penal que castiga a los padres que no dan educación a sus hijos y en el art. 115 de Ley Orgánica de Municipalidades que pone en mano de los alcaldes el castigo de esa falta.”24 Documento que afirmaría, sin duda alguna, que el educador Alejandro Venegas Carús fue alcalde la comuna de Maipú. 20 Según Gazmuri: “(…) induciría a Venegas a navegar nuevamente por aguas del quehacer público y una gran cantidad de personas pensaron que era un candidato ideal para llevar adelante las reformas municipales que había planteado como necesarias en Sinceridad (…). Y así en 1918 (creemos) fue elegido Alcalde de Maipú. Se le recordó como un excelente funcionario, trabajador y preocupado de las funciones de su cargo, instaló alumbrado público, creó jardines, organizó veladas llegando a llevar de Santiago una orquesta de ciegos. Véase en Martín Pino Batory Alejandro Venegas y su legado de sinceridad para Chile preámbulo, 336. En Estudio Preliminar de Cristián Gazmuri. Alejandro Venegas y Sinceridad, xix. Con respecto al año 1918, los registros de la Memoria de Gestión Municipal, aparecen como alcaldes entre los años 1916-1921: Víctor Infante Cerda, Joaquín Walker Larraín, Juan Errázuriz (1916-1918); Paul Infante Valdés (1919-1920); Alejandro Venegas Rojas, Luis Emiliano Rojas y Alejandro Venegas Rojas (1920-1921). Véase en Camilo Montalbán, Historia y Geografía de Maipú. (Santiago de Chile: Fondo de cultura y desarrollo educativo (FOCDE), dependiente de la Corporación Municipal de Servicios y Desarrollo de Maipú (CODEDUC) y la Ilustre Municipalidad de Maipú, 2000), 94. En I. Municipalidad de Maipú de Gestión Municipal. 1998-1999. 21 Camilo Montalbán, Historia y Geografía de Maipú, 94. 22 Raúl Téllez, Historia de Maipú. (Santiago de Chile: Editorial Antártica, 1981), 81. 23 Es necesario mencionar que las autoridades políticas de la época no recibían remuneración alguna por sus quehaceres, sino que a partir de la Constitución de 1925, aparecería por primera vez la dieta Parlamentaria descrita en el artículo44 N°6 de dicha carta magna. Posteriormente, probablemente los altos cargos municipales y otros tendrían el mismo beneficio. Véase en Alejandro Gacitúa, “Dieta Parlamentaria en Chile –Estado de la situación y propuestas de modificación” (Serie Estudios N°01-16. 8 de marzo de 2016), en Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 4. 24 Alejandro Venegas, “Página Autobiográfica y dos biografías”, 423.
  11. 11. 11 La pasión y el deseo social del maestro chileno fueron debilitándose producto de inquietantes críticas de la clase política, particularmente por el ninguneo del político Gonzalo Bulnes Pinto (1851-1936),25 y de ser considerado como un depresivo,26 además de no tratar una antigua diabetes, que no había sido descubierta por los médicos, y que lo curaban sólo con neurasténico, lo que desarrolló caracteres muy graves.27 Por salud mental y fisiológica, los médicos de la época le suspendieron todo trabajo intelectual, y esto lo llevó a jubilarse en 1915 con una mezquina pensión, y junto con sus hermanas logró abrir un pequeño almacén en la comuna de Maipú. Según Molina Garmendia: “Ahí acudían frecuentemente en peregrinación sus ex discípulos y amigos. Venía con frecuencia a Santiago; aquí solíamos encontrarnos, y más de una vez atizamos nuestros recuerdos y nos comunicamos recientes vivencias almorzando juntos (…). Alejandro Venegas Carús falleció casi repentinamente en Santiago en marzo de 1922.”28 25 Según Molina Garmendia: el Senador Gonzalo Bulnes Pinto (1851-1936), a mediados de 1913, llamó la atención que en el Liceo de Talca había un vice-rector que era causante de desórdenes y profesor antipatriota. (En referencia a Venegas Carús), en Enrique Molina, Alejandro Venegas, 88. 26 En Estudio Preliminar de Cristián Gazmuri. Alejandro Venegas y Sinceridad, xxxiii. 27 Alejandro Venegas, “Página Autobiográfica y dos biografías”, 421. 28 Enrique Molina, Alejandro Venegas, 90-91.
  12. 12. 12 Crítica al orden moral de la sociedad chilena (1910) En Chile, a finales del siglo XIX y a partir de la primera década del siglo XX, el contexto social era muy fructífero en las artes: El 26 de agosto de 1896, se realizó en Santiago la primera proyección pública de cine, este hito muestra al “Cinematógrafo Lumière”; el 26 de mayo de 1902, se estrena en el Teatro Odeón de Valparaíso, lo que se considera, la primera película nacional “Un ejercicio general de bomberos”; en septiembre de 1910 se estrenó en el Teatro Unión Central de Santiago, la primera película argumental rodada en la nación: “Manuel Rodríguez”. Desde 1915, el cine silente, sobresalía con el cineasta italiano Salvador Giambastiani (1889-1921), quien filmó inmediatamente “Santiago Antiguo”, obra que recrea las tradiciones de las principales familias de la época de la Independencia; también noticiarios como: “Actualidades santiaguinas” (1916), “Carreras de automóviles de Santiago a Peñaflor” (1916); el primer largometraje de ficción de que se tenga registro en la filmografía chilena: “La Baraja de la Muerte” (1916), con argumento del poeta Claudio de Alas (1886-1919), quien se basó en el relato de un asesinato de una mujer cometido en aquellos años.29 Posteriormente, aparecería la actriz, guionista y directora santiaguina Gabriela Bussenius (1899-1975), compañera sentimental del director itálico y primera mujer chilena en participar en la cinematografía, realizaría la película “La Agonía de Arauco” (1917). Según en El Diario Ilustrado: “El público aplaude cuando ve aparecer en la pantalla imágenes de “Valdivia y sus pálidas islas sembradas de helechos”, “Puerto Montt con su silencio de colonia aislada, Llanquihue y sus paisajes soñados.”30 No tan solo la cinematografía despertaría al Chile intelectual, sino también la ciencia y la técnica, ambas focalizadas en mujeres doctas en materias de educación, literatura y medicina, como la novelista Inés Echeverría Bello (1868-1949), la profesora Amanda Labarca (1886-1975) y la primera médica cirujana de Latinoamérica Eloísa Díaz Inzunza (1866-1950). Igualmente surge la rebeldía de la prosa del poeta Vicente Huidobro (1893- 1948) y del ex-alumno de Venegas Carús, el intelectual iconoclasta Pablo de Rokha (1894- 29 “Cronología: claves del cine chileno.” (Otoño-Invierno de 2002), Patrimonio Cultural, en Memoria Chilena, 27. 30 Paula Molina, “La Olvidada Primera Directora Chilena”, Revista sábado. El Mercurio, Capítulo 12. (9 de junio de 2017): 4.
  13. 13. 13 1968).31 Asimismo emergieron los primeros clubes de señoras, tal como lo expresó el periodista y escritor Joaquín Díaz Garcés (Ángel Pino) (1877-1921) en “Actividades femeninas” en Páginas Chilenas (1916). Del mismo modo, se originó un periodismo de efervescencia por la Cuestión Social y la belle époque, entre los que destacaron: Carlos Pezoa Véliz (1879-1908), Víctor Domingo Silva (1882-1960), José Domingo Gómez Rojas (1896-1920), Recabarren y el propio Venegas Carús.32 En palabras del historiador chileno, Bernardo Subercaseaux: “No cabe duda que en las primeras décadas se dio un acelerado proceso de modernización en distintos planos (con excepción tal vez de la institucionalidad política), y que este proceso trajo consigo un nuevo escenario cultural. No en balde el año veinte fue percibido en el imaginario de entonces como un año emblemático de la modernidad (…). Cuando hablamos de modernidad nos referimos tanto a la modernización económico-social como a la experiencia vital de quienes viven estos procesos. Se trata de una experiencia vital contradictoria, puesto que la modernización y el cambio ofrecen para los individuos oportunidades nuevas, pero conllevan también, sobre todo para la comunidades más tradicionales y para los sectores más postergados, grandes peligros y desafíos.”33 Ante un contexto social, artístico e intelectual, la figura de Alejandro Venegas al escribir su obra celebre Sinceridad, compilados de cartas destinadas al Presidente de la República Pedro Montt Montt y al candidato presidencial Ramón Barros Luco, sobredimensionaría más allá de los prejuicios morales que se tenían en torno al Estado chileno, es decir, el educador estaba prácticamente colocándose una soga a su cabeza, al denunciar públicamente las innumerables actividades de dominación y afrenta de la clase oligárquica al “bajo pueblo”. Si bien es cierto, Venegas Carús firmaba con un seudónimo que fue muy atingente para el contexto socio-moral del Centenario, quizás en primera instancia para 31 Martín Pino, Alejandro Venegas y su legado de sinceridad para Chile, 219. En Estudio Preliminar de Cristián Gazmuri. Alejandro Venegas y Sinceridad, xv. 32 Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas y de la cultura en Chile. El centenario y las vanguardias. (Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 2004), 117-118. 33 Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas y de la cultura en Chile. El centenario y las vanguardias, 118.
  14. 14. 14 ocultar su verdadera identidad o por necesidad de pertenecer, implícitamente, a los minuciosos círculos de la élite. De acuerdo con Gazmuri, el mundo de la docencia y los artificios superficiales de la moda, la "élite moderna" no estimaba a la figura de Venegas, puesto que su descripción física no cumplía con los estereotipos de la época, era bajo, gordito y moreno, y además profesor.34 En este sentido, Molina describió que una vez recibieron por parte de la prensa un ataque inminente a los rasgos físico de Venegas: “Porque Molina Garmendia y Venegas creen que descienden del mono, sobre todo el tal Venegas”; y agrega el periodista Armando Donoso (1886-1946) que Venegas era “feísimo”.35 En efecto, parafraseando a Pino Batory, cada cierto tiempo la barbarie inquisidora de la clase ataca y destruye sin compasión a los monumentos vivos de la cultura.36 La cultura, cuyos conocimientos trascienden los arquetipos de las clases, sustenta y difunde las facultades humanas que son propias de la memoria colectiva, y que se acreditan en la reflexión de los subyugados y de otros que intentan liberar la realidad social. Subercaseaux, resalta la figura de Inés Echeverría37 quien cuestionándose el escenario social enunciaría que: “(…) si mis amigos intelectuales impugnan este derroche excesivo e inútil del Centenario: ¿Qué hemos hecho realmente en este siglo por el desarrollo y bienestar de todos los habitantes de nuestro país? Tancredo Pinochet, Nicolás Palacios, Francisco Encina, Luis Galdames, Alejandro Venegas (…) critican ácidamente a la sociedad gobernante; la necesidad de una industria nacional; los vicios de la educación; la amarga e injusta situación popular. En general el arte y la ´inteligencia´ hacen un profundo auto-análisis que entrega una visión muy distinta a la de los discursos oficiales, inauguraciones, primeras piedra y fuegos artificiales.”38 De modo que el descontento hacia las autoridades políticas del “siglo independentista” era bastante arduo para una minoría 34 Dr. J. Valdés Canje, Sinceridad. Chile Íntimo en 1910. (Santiago de Chile: Cámara Chilena de la Construcción, 2009), en Estudio preliminar de Cristián Gazmuri, Alejandro Venegas y Sinceridad, 11. 35 Enrique Molina, Alejandro Venegas, 25. 36 “Martín Pino Batory: Alejandro Venegas y su Legado de Sinceridad para Chile” (4 de Mayo de 1986), en El Rincón de los libros, Colecciones Digitales, 20. 37 Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas y de la cultura en Chile. El centenario y las vanguardias, 53. 38 Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas y de la cultura en Chile. El centenario y las vanguardias, 53.
  15. 15. 15 popular que se destacó por promover e inculcar ideales de progreso en un anverso de la modernidad dominada por las familias oligarcas. De los intelectuales mencionados por Echeverría, Venegas Carús remeció al Chile del Centenario mediante su vehemencia escrita, respaldada por los conocimientos del cuerpo físico del país y las innumerables necesidades básicas de las comunidades. El profesor se disfrazó de campesino, de mercader o de simple viajero despreocupado para recorrer desde la Araucanía hasta las salitreras, y por medio de las experiencias interpretó el “retrato” del Chile Intimo, el Chile del Sufrimiento, ese, el que está más allá de la periferia de las “urbes modernas”, “de los puertos ostentosos de alimentos y almacenamiento”, “el Chile carente”, “el Chile que se desconoce.” En este sentido, según Enrique Molina: “Venegas procede guiado por un buen criterio nacional. Nada de copias de modelos extranjeros que pueden no cuadrar a nuestra naturaleza. No es bolchevique o marxista ni aun socialista. No preconiza la lucha de clases, sino que al contrario la prevé, la teme y quiere evitarla. Su ideología es la de un avanzado liberalismo adaptado a nuestra idiosincrasia.”39 Es posible interpretar que Venegas Carús postulaba que los rasgos de una cultura inteligente, tanto de su cosmovisión y el modelo de enseñanza de sus habitantes,40 acceden a conseguir la felicidad, y ésta no se alcanza sino libertando a todos los ciudadanos de la esclavitud económica y de la servidumbre moral que los procede a la ignorancia.41 Es decir, el oriundo de Melipilla proyectaba a un Chile democrático encabezado por gobiernos progresistas y responsables de los aconteceres políticos y económicos. De modo que el primer compromiso de Venegas fue por la educación, y lo demostró entre uno de sus discursos, cuyo testimonio se refirió particularmente al buen trato y al respeto incondicional que debe tener un maestro con sus educandos; además de influir, día a día, en el desarrollo de sentimientos nobles e ideales que asienten una moral positiva para gestar una civilidad solidaria entre el individuo y la masa.42 Así, se constituiría un nuevo “tejido 39 Enrique Molina, Alejandro Venegas, 79. 40 Francisco Díaz Céspedes, “Jean Piaget y la teoría de la evolución de la inteligencia en los niños de Latinoamérica”, Revista Latinoamericana de Ensayo (13 de julio de 2016): 5. 41 Dr. J. Valdés Canje, Sinceridad. Chile Íntimo en 1910, 247. 42 Alejandro Venegas, Discurso de despedida. (En presencia de los alumnos de los cursos superiores del Liceo de Chillán: Imprenta Talca 22 de mayo de 1905).
  16. 16. 16 social” a través del recambio generacional, que no esté infectado por las tradiciones dominantes de la clase oligarca. Es por ello, que el crítico educador depositaría todos sus anhelos en la Escuela, organismo encargado de la salvación social y propulsora de innovadores pensamientos y conocimientos que responderían a las necesidades de los tiempos, tanto en las materias políticas, económicas, sociales y culturales. Venegas Carús propuso que las reformas en educación deben comenzar en la práctica misma y no en el actuar político, y lo sugirió de la siguiente forma: "dad al actual inspector general un puesto más en armonía con sus méritos y cualidades, y colocad en su lugar a un hombre, que a la laboriosidad y a la inteligencia, una los conocimientos pedagógicos y una gran dosis de amor al pueblo, de sentimientos humanitarios; porque sólo un jefe así podrá operar la transformación de las escuelas normales, influyéndoles su espíritu y entusiasmo hasta convertirlas en centros de cultura capaces de formar, no esas parodias de maestros que hoy fabrican, sino verdaderos educadores, llenos de entusiasmo por su profesión, de cariño por la niñez y de su fe en los patriotas y humanitarios resultados que su labor tendrá que producir."43 Este argumento responde a la mirada filosófica del estadounidense John Dewey (1859-1952), en que el conocer y actuar, teoría y praxis, son inseparables, ya que las aseveraciones deben ser entendidas como instrumentos adecuados para la solución de problemas.44 Dicho pensamiento, también se vio reflejado en los escritos de Gabriela Mistral (1889-1957), específicamente, en vincular los conocimientos pedagógicos con la enseñanza del amor, en cada miembro de la comunidad educativa, tal como lo señaló en Magisterio y Niño: “Enseñar siempre: en el patio y en la calle como en la sala de clase. Enseñar con actitud, el gesto y la palabra.”45 La poetisa al igual que Venegas, fueron duramente criticados por la clase política, ya que el intento de forjar una sección universitaria análoga al Instituto Pedagógico permitiría formar profesores de instrucción primaria y de servir junto a los directores y maestros de las escuelas normales. De hecho, el propio Venegas Carús aludió esta innovación curricular a 43 Dr. J. Valdés Canje, Sinceridad. Chile Íntimo en 1910. (Santiago de Chile: Cámara Chilena de la Construcción, 2009), 207-208. 44 Christoph Delius, et al., Historia de la filosofía. Desde la Antigüedad hasta nuestros días. (Reino Unido: Editorial KONEMAN, 2000), 95. 45 Gabriela Mistral, Magisterio y niño. (Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello, 1979), 39.
  17. 17. 17 Barros Luco, explicándole en una de las misivas que: "tal sección bien pudiera llamarse Escuela Superior de Instrucción Primaria; su director sería el Inspector General de esta rama de la instrucción, y para incorporarse a ella como alumno, se necesitaría tener el título de preceptor. Tanto el director como los profesores de este instituto serían miembros docentes de la facultad de humanidades de la Universidad del Estado."46 La realidad chilena del Centenario, como Estado, estaba muy desligada a querer educar al pueblo, puesto que la tasa de analfabetismo en el año 1907 superaba el 48,4%,47 lo que dificultaba las posibilidades de desarrollo profesional y material. Es por este dato y otros, que algunos doctos revolucionarios, manifestaron el lado oscuro de la pobreza chilena, en la llamada Cuestión Social (1880-1920): concepto utilizado por primera vez en Chile por el psiquiatra chileno Augusto Orrego Luco (1848-1933), que tenía por propósito erradicar, profundamente, la carencia habitacional, la prostitución, el alcoholismo y la extrema desigualdad social. Asimismo, el contemporáneo historiador chileno, Sergio Grez Toso explica que este proceso se llevó a cabo por las “consecuencias sociales, laborales e ideológicas de la industrialización y urbanización nacientes: una nueva forma dependiente del sistema de salarios, la aparición de problemas cada vez más complejos pertinentes a vivienda obrera, atención médica y salubridad; la constitución de organizaciones destinadas a defender los intereses de la nueva “clase trabajadora”; huelgas y demostraciones callejeras, tal vez choques armados entre los trabajadores y la policía o los militares, y cierta popularidad de las ideas extremistas, con una consiguiente influencia sobre los dirigentes de los trabajadores.”48 46 Dr. J. Valdés Canje, Sinceridad. Chile Íntimo en 1910, 208. 47 Un dato que antecede a 1907, es el censo realizado en 1854 por cada 7,4 habitantes había uno que sabía leer y por cada 9,4 uno que sabía escribir. Véase en “XII Censo General de Población y I de Vivienda)” (24 de abril de 1952), en Memoria Chilena. Biblioteca Nacional de Chile, 160-174. 48 Sergio Grez, “La “Cuestión Social” en Chile. Ideas y Debates precursores. (1804-1902)” Recopilación y estudio crítico. Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Orígenes del concepto en James O. Morris, Las élites, los intelectuales y el consenso. Estudio de la cuestión social y el sistema de relaciones industriales en Chile (Santiago de Chile: Editorial del Pacífico, 1967), 80; Ximena Cruzat y Ana Tironi, “El pensamiento frente a la cuestión social en Chile”, en Mario Berríos et al., El pensamiento en Chile 1830-1910 (Santiago de Chile: Nuestra América Ediciones, 1987), 130 - 131. (N. del E.), 79.
  18. 18. 18 Alejandro Venegas fundamentó que para superar este conflicto moral era necesario aplicar un contrato social entre: la diligente administración del Estado –encabeza por el Primer Mandatario-, la generosidad económica de la clase política y la voluntad del pueblo. Así, todos los roles estarían representados de alguna manera para crear un proyecto de país más liberal y progresista. Por consiguiente, la ciencia de la educación sustentaría las bases para concretar dicha idea, y el primer paso para ello, era crear la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria. Aunque Enrique Molina explicó que Venegas Carús no era partidario de una implementación inmediata de la ley, hasta que el Estado dispusiera de un suficiente número de maestros bien preparados para efectuarla.49 La erudición del profesor no tan sólo abarcaría la articulación jurídica y curricular para el desempeño del proceso escolar, sino que reafirmaría las cualidades esenciales del Positivismo a través de la cultura del espíritu; y de esta forma, motivaría a los educandos, padres y tutores a la intensificación de la disciplina ética. Es por esto, que Venegas Carús enfatizó que “enseñar humanidades como: literatura y arte pueden despertar la admiración y los goces más exquisitos y bonancibles de la vida, y en su contrario, sirven para dar un dulce consuelo a la adversidad que les con que éstas son compañeras inseparables.”50 Comprendiendo que las disciplinas abrirían las puertas a la imaginación y a nuevas ideas con el objetivo de transformar a la sociedad sin una plataforma teológica. De hecho el propio Dr. J. Valdés Cange, a juicio de Vial Correa, agrediría al rol de la Iglesia Católica en las esferas de la educación, afirmando claramente que: “esa dichosa Facultad (Teología), y que no sigan enseñando en sus aulas ramos que ya no tienen razón de ser, ni paparruchas como (el) origen divino del Derecho.”51 Desde esta mirada, es posible interpretar que Venegas Carús estaba instruido en las ideas ilustradas del filósofo francés François-Marie Arouet (1694-1778), en afinidad a las premisas celebres de la obra Tratado sobre la tolerancia (1764), quien retoma los conceptos de tolerancia y libertad frente a los dogmatismos y fanatismos. Así, el maestro chileno manifestaría que “en las escuelas industriales, las monjas explotan el trabajo manual de las alumnas. Cosa parecida son los 49 Enrique Molina, Alejandro Venegas, 82. 50 Alejandro Venegas, Discurso de despedida, 4. 51 Gonzalo Vial Correa, Historia de Chile (1891-1973), Volumen I. Tomo II. (Santiago de Chile: Editorial Santillana, 1981), 90.
  19. 19. 19 colegios religiosos para hombres. No dan preparación científica, sino una “parodia ridícula”: imposible otra cosa, pues la Iglesia considera “impía” toda verdadera ciencia, “la teme y la aborrece”, y siempre ha deseado tener bajo su férula la educación, buscando precisamente alejar de la juventud “aquel elíxir funesto.” Luego, los niños educados por el clero sólo trabajan mediando castigos que los “humillan y degradan”, o bien premios externos que los “envanecen e infatúan” (…): los colegios religiosos masculinos –como los femeninos- conocen “delitos abominables… monstruosidades… anejas al celibato forzado.”52 En rigor, el discurso moral educativo de Alejandro Venegas persigue “sacar a luz” toda índole de explotación “política mental”, iniciada en la niñez, debido a que desde pequeños son instruidos para la competencia productiva, tanto en la industria como en lo agropecuario, mediante el mando y la obediencia, siendo contratados como proletariados – para los más desfavorecidos- y como un ente electoral sumiso. Con respecto a este último, el maestro explicitaría en las misivas dirigidas al Presidente Pedro Montt Montt: “El pueblo ha comprendido su situación miserable; en un principio creía, como nosotros, en la política y esperaba en cada elección que el triunfo del partido tal o del partido cual había de traerle el remedio de sus males; pero la experiencia le ha hecho ver que en las diversas agrupaciones políticas predominan variedades de unos explotadores, y el pueblo está hoy dominado por el más negro pesimismo; el gobierno, en su opinión es la cifra de la inepcia, del egoísmo y de la falta de honradez.”53 De común acuerdo con el investigador Álvarez Pastene, el discurso moral de Venegas se centra, en una perspectiva basada en los presupuestos del proyecto de la modernidad, reconciliando a la clase oligárquica y los trabajadores.54 Sin embargo, esta dialéctica sólo acentúa en que los primero no quieren perder su posición privilegiada -tanto en la fortuna 52 Gonzalo Vial Correa, Historia de Chile (1891-1973), 90-91. 53 Dr. Valdés Cange (Alejandro Venegas), Por Propias y Extrañas Tierras, Introducción de Armando Donoso. (Santiago de Chile: Nascimento. Imprenta Universitaria, 1922), 116. Según Guillermo Feliú Cruz, la muerte de Venegas "(…) conmovió a Donoso (ex alumno de Venegas). Llegó hasta el pueblo de Melipilla, asistió al entierro del maestro y, en seguida, hurgó en sus papeles. Bien poco era lo que quedaba. El alma atribulada de Venegas había ido destruyendo todo lo suyo. Apenas si existían unos apuntes, unas notas de viaje, una breve autobiografía." Véase en Guillermo Feliú Cruz, Armando Donoso y su tiempo. 1886-1946. (Santiago de Chile: Nascimento, 1969), 186. 54 Manuel Álvarez Pastene, “Centenario en Chile: Una época escrita desde la modernidad”, 238.
  20. 20. 20 como en el poder-, lo que les permite aún más consagrarse en una actitud conservadora y moralista; mientras que los segundos, aspiran a un “algo” que les reproduzca una entidad material, y de ostentar utilidades acumulativas. En síntesis a este apartado, si el progreso moral y material hubiese sido desarrollado en todas las áreas de la vida social a finales del siglo XIX, la pobreza y la carencia no serían parte del relato histórico del Centenario. Penosamente, la clase oligárquica sometió y oprimió religiosamente y militarmente a los trabajadores. Estos sucesos y otros venideros a inicios del siglo XX, determinó la condición social, cultural, económica y política del proletariado chileno, despojándolos incluso de algunos derechos como la libertad, la expresión y la educación. Para Venegas Carús, el acceso a una educación de calidad sería un paso sustancial para alcanzar una transitoriedad social de la historia republicana, cuyo primer escalón sería trabajar el alfabetismo, con el propósito de que las personas tuviesen las competencias necesarias para entender el mundo que los determina. Así, la clase de los explotados tendrían la posibilidad de discriminar entre lo bueno y lo malo de la clase política que los gobierna. Además las comunidades responderían a la interacción entre el trabajo y la responsabilidad, respetando el mérito de cada persona, y fortaleciéndose colectivamente por medio del reconocimiento de sus pares y autoridades. Es decir, una certera praxis de la ética-moral, tanto en el hogar, la escuela y el ámbito laboral, y que considere los cambios generacionales.
  21. 21. 21 Crítica al desarrollo científico del Chile Republicano Venegas Carús no tardaría en demostrarle a la clase oligárquica, la negligente organización socio-política y socio-cultural del país. Y lo manifestó en sus misivas al Presidente Montt Montt, en el campo de la educación como fuente inicial del angustioso y desagrado desarrollo científico. Escribiría: “A los padres poco o nada les importa que las unas pierdan lastimosamente los años y la salud sin aprender otra cosa que unas cuantas labores de manos y muchos rezos, y que a los otros se les dé una instrucción sectaria e incompleta, de muchos relumbrones y nada de ciencia, maleándoles el carácter y haciendo de ellos individuos solapados y serviles.”55 Para el profesor chileno Rafael Gumucio, el contexto social durante el Centenario, la administración gubernamental no delineaba la directrices correspondientes de un Estado moderno, puesto que “los cargos principales se repartían por cuña, los jueces eran nombrados por los partidos políticos, había que ser muy tonto para ser un empleado honesto que, generalmente, moría pobre y olvidado; los tinterillos dominaban las provincias extremas del país; la educación pública era un negocio y la privada era aún peor; los sacerdotes salesianos explotaban a los alumnos trabajadores, en la Isla Dawson y las religiosas comercializaban los alfajores, hechos por las alumnas pobres, negándoles la fórmula para que ellas los pudieran vender independientemente; existía un seminario para ricos y otro para pobres, un colegio para ricos y otro para pobres, incluso, el Instituto Nacional se dividía en dos secciones, una para ricos y la otra para pobres.”56 Venegas Carús no fue indiferente a los hechos mencionados, y criticó duramente a la élite, pero no desde las graderías, sino por medio de argumentos que demandaba el “bajo pueblo”. Por ejemplo, entre uno de muchos casos, Venegas postulaba que la educación en Chile debía estar en la formación reconciliadora por medio de los cambios generacionales. 55 Dr. Valdés Cange (Alejandro Venegas) Cartas al Excelentísimo Señor Don Pedro Montt. Sobre la crisis moral de Chile en sus relaciones con el problema económico de la Conversión Metálica. Primera Parte. Valparaíso, Chile: Soc. Imprenta y Litografía “Universo”, 1909), 29. 56 Rafael Gumucio. Hace casi cien años, Alejandro Venegas, [Julio Valdés Canje], anunció la rebelión de los pingüi. http://piensachile.com/2007/01/hace-casi-cien-anos-alejandro-venegas-julio-valdacs-canje-anuncias- la-rebeliasn-de-los-pingafi/ (Consultado el 12 de octubre de 2018).
  22. 22. 22 El profesor, creía que la juventud aún no estaba inficionada por completo de las estrategias oligarcas, y manifestó que “es preciso apoderarse de esos corazones tiernos, limpiarles las suciedades heredadas y depositar en ellos la simiente que, fructificando, los convierta en vaso de virtudes: la salvación está en la escuela.”57 Por consiguiente, Venegas Carús proponía una escuela que propugne una buena instrucción, que emprenda valientemente la reforma sin contemplaciones de ningún género, y sustente la calidad de vida de los maestros en el sistema de remuneraciones mixtas, de modo que los pedagogos no estén huyendo de las escuelas rurales o de pueblos chicos “pechando” por otras en que se obtiene un mejor pago.58 La mejor escuela, según Venegas, impera depositar la fe en la ciencia, y que destruya los prejuicios moralistas y religiosos, para dar cabida a la inteligencia humana, y que ésta sea capaz de evitar los terrores de la superstición y el miedo a la tiranía.59 Por esta razón, el educador planteaba una reforma educacional que debía ser gradualmente aplicada a la nación. Entre algunas sugerencias propias: “A medida que las escuelas normales vayan dando preceptores bien preparados, se irán transformando las escuelas primarias actuales en establecimientos verdaderamente educadores, en los cuales, juntamente con dar los conocimientos, se desarrolle armónicamente la personalidad del niño por sus tres aspectos: físico, intelectual y moral. La enseñanza primaria se daría en dos grados: la elemental y la integral (…). A las escuelas elementales irían los niños a la edad de 7 a 8 años a aprender a leer y a prepararse para seguir en las integrales o en las agrícolas, o en las de minería, o en las de artesanos, o en las profesionales, si se trata de niñas. En las escuelas elementales se dará, pues, la enseñanza que debemos considerar como el mínimo de lo que debe saber un ciudadano.”60 La visión de Alejandro Venegas superaba las esperanzas del modelo político impartido desde la Revolución de 1829, puesto que la escaza preparación de las humanidades de los ciudadanos no se reflejaban en los hábitos cotidianos de una civilización moderna, dicho de otra forma, los habitantes continuaban interactuando como en el periodo colonial. Y por otra parte, el desarrollo científico estaba totalmente paralizado, dado a la incapacidad de las 57 Dr. J. Valdés Canje, Sinceridad. Chile Íntimo en 1910, 207. 58 Dr. J. Valdés Canje, Sinceridad. Chile Íntimo en 1910, 207-208. 59 Nicolás Condorcet, Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano (Traducción de González, F.). (México: Fondo de cultura Económica, 1997), 178. 60 Dr. J. Valdés Canje, Sinceridad. Chile Íntimo en 1910, 210-211.
  23. 23. 23 autoridades políticas de no invertir ampliamente en la juventud para la formación de un capital humano especializado en las diferentes áreas del saber, y que muchas de ellas estaban vinculadas directamente con los campos laborales. Por ejemplo, Venegas interpretó que la agricultura carecía de producción, y lo describió de la siguiente manera: “De los 10.000 propietarios de fundos de más de 1.000 hectáreas que habrá en Chile, tal vez no hay cincuenta que tengan conocimientos de la ciencia agrícola, y tal vez no hay diez que hayan hecho estudios sistemáticos de agronomía; porque el magnate, en el fondo de su alma, desprecia la agricultura, y aunque tenga resuelto entregar uno de sus fundos a su hijo, no lo hace estudiar en una escuela agrícola o en un instituto agronómico sino lo deja completamente ignorante y sólo con un barniz de cultura aparente recibido en un colegio de jesuitas lo hace estudiar leyes, carrera descansada y accesible hasta a las inteligencias más obtusas, porque va siendo de buen tono entre los aristócratas el pavonearse con algún título universitario. No sería tan grave que el futuro hacendado no estudiase de antemano, si después dedicara su atención a sus nuevos quehaceres y se proporcionase libros y revistas que le sirvieran de guía. Mas, ¡cómo habrá de dedicarse a trabajos serios el que nunca tuvo ocupación más importante que pasear los portales y pernoctar en los clubes y burdeles!”61 En estricto rigor, el profesor apelaba que el organismo social es análogo al organismo humano, puesto que si se presta una ayuda inconsiderada al progreso de formación de estudio de los jóvenes, éstos no tardarían en decaer y manifestar los síntomas de la desorganización. Es decir, cuando los órganos del cuerpo comienzan a deteriorarse y dejan de ser funcionales, en muchas ocasiones, tienden a perjudicar a la vitalidad. Otro ejemplo que ilustra Venegas en torno a la agricultura, narra de un “viejo general, gloria de nuestro Ejército, que, accediendo a las reiteradas insinuaciones de un encumbrado amigo suyo, tomó como administrador de su hacienda, en la región fronteriza, a un inteligente ingeniero agrónomo; le fijo un sueldo, lo interesó en las ganancias y le dio amplias facultades para obrar. Cuatro años más tarde volvió el General y quiso ver el estado de sus negocios, esperando encontrar algunas decenas de miles disponibles. El agrónomo 61 Dr. J. Valdés Canje, Sinceridad. Chile Íntimo en 1910, 18-19.
  24. 24. 24 no le tenía dinero sonante, pero en cambio le mostró una colección completa de excelentes máquinas agrícolas, extensos y abrigados establos, cobertizos llenos de pasto seco para alimento del ganado en el invierno, un gran estanque artificial formado en una quebrada para regar algunas decenas de hectáreas, el fundo dividido en secciones bien cerradas, caminos amplios y orillados de álamos y encinas que separaban unos de otros los campos de cultivos, buen número de hectáreas plantadas de viñedos, nogales, castaños y otros árboles frutales, antiguos pantanos convertidos en dehesas, lomajes, antes estériles e incultos, cubiertos de pinos; y, por otra parte, ganados en formación, vacunos, lanares y caballares, todos de buena raza, y, finalmente, todos los inquilinos con una buena casa de adobes y tejas, viviendo en relativa holgura. Nuestro general lo observó todo sin decir palabra; después examinó los libros, y aunque pudo convencerse de que todas las entradas se habían empleado en beneficio del fundo, no pudo ocultar su descontento: dos meses más tarde quedaba como administrador de la hacienda un antiguo mayordomo (…).”62 Dicho relato, es quizás un tanto inductivo, aunque muy similar en las múltiples faenas de cultivo, debido a que el actuar de los terratenientes -Señores Feudales- era simplemente consolidar los flujos monetarios, sin proyectar competencias que promovía la ingeniería agrónoma. En consecuencia, según la investigación realizada por el historiador chileno Gonzalo Vial Correa (1930-2009), alude que en un contexto entre el periodo finisecular del siglo XIX y comienzos del siglo XX: “(…) la escasez de alimentos fuerza su importación, cada vez en mayor grado. La estadística no es exacta, porque sus rubros “materias animales” y “materias vegetales” incluyen, parece, algunos artículos manufacturados. Pero el sentido general de las cifras es claro. Desde 1891 hasta 1910, cada año deja déficit en la balanza comercial de la agricultura. Es decir, se exportan menos valores agropecuarios que los importados.”63 El problema se puntualizaría aún más, cuando la ganadería se estaba trasladando al sur del Biobío (1910) y la transición fue desfavorable para la oferta de la carne. Molina Garmendia resaltaría que conviene intensificar la preparación científica de los agrónomos y combatir la desmedida extensión de la propiedad rural, expropiando los grandes fundos para dividirlos en fincas y entregarlos a los alumnos titulados de la escuela 62 Dr. J. Valdés Canje, Sinceridad. Chile Íntimo en 1910,19. 63 Gonzalo Vial Correa, Historia de Chile (1891-1973), 457.
  25. 25. 25 agrícola.64 En otras palabras, se proponía una “Reforma Agraria para la intelectualidad agrícola chilena.” De manera análoga, Alejandro Venegas postuló que para el progreso de la industria es de urgencia fomentar el estudio de la química especializada.65 Siguiendo la interpretación de Subercaseaux, Venegas Carús diferenció y plasmó dos corrientes intelectuales que se fueron mezclando, gradualmente, en sus misivas, por un lado se encuentra el ideario laico y positivista, y por otro el cientificismo, darwinismo social, el arielismo y el humanismo cosmopolita.66 Nociones que pudieron haber constituido posibles simbiosis de focos de insurrección por parte de los trabajadores y las familias carentes, tal como lo explicó Venegas en cada uno de sus viajes: “Así conocí la vida de los inquilinos en nuestros campos, visité las minas de Lota, Coronel y Curanilahue, para observar la de los que extraen carbón, penetré al interior de la Araucanía, para conocer la situación de nuestros indígenas, recorrí las provincias de Coquimbo y Atacama para formarme concepto de la de nuestro legendarios mineros, y, por último, en Tarapacá y Antofagasta comí en una misma mesa y dormí bajo un mismo techo con los trabajadores de las salitreras, para poder escribir con conciencia sobre sus necesidades y miserias.”67 Dichas experiencias, constituyen el concepto de coalición y adiestramiento. Según el filósofo alemán Karl Marx, “los economistas quieren que los obreros permanezcan en la sociedad tal como ésta se halla formada y tal como ellos la han consignado y reafirmado en sus manuales.”68 El relato de Venegas Carús fue muy símil a la conferencia dictada en Rengo, la noche del 3 septiembre de 1910, con ocasión del Primer Centenario de la Independencia, por el intelectual Recabarren Serrano.69 Ambos denunciaron las aflicciones del pueblo chileno: las dificultades al acceso de salud y a la vivienda de las familias trabajadoras, y de cómo estas seguían perpetuándose en una inmovilidad social, en que cada nueva generación la pobreza se incorporaba como un ente regulador de la cultura chilensis. 64 Enrique Molina, Alejandro Venegas, 80. 65 Dr. J. Valdés Canje, Sinceridad. Chile Íntimo en 1910, 276. 66 Bernardo Subercaseaux, Historia de las ideas y de la cultura en Chile. El centenario y las vanguardias, 55. 67 De una página autobiográfica escrita por Venegas al optar al cargo de Secretario del Consejo de Instrucción Primaria en 1921. Cargo que no obtuvo. Véase en Enrique Molina, Alejandro Venegas, 52-53. 68 Karl Marx, Miseria de la filosofía. (Buenos Aires: Ediciones Gradifco, 2007), 170. 69 Luis Emilio Recabarren, “Ricos y Pobres”. Memoria Chilena. 1910.
  26. 26. 26 El abandono y la crisis moral de la clase oligárquica al “bajo pueblo”, fomentaron la indignación de los “Revolucionarios Populares”. A juicio del investigador Alvaro Kaempfer, el maestro y el comunista se distinguían, particularmente, en que el primero argumentaba el colapso moral de los liderazgos del Estado; mientras que el segundo, focalizaba el quiebre del relato nacional de emancipación.70 No obstante, la sinergia y comunión por el deseo del buen porvenir del pueblo desamparado, los nobles ilustrados de la plebe esbozaron la crítica social como herramienta para cuestionar el sistema político imperante, y las influencias dirigidas del Positivismo aplicado al imaginario colectivo chileno. Con respecto a este último, el concepto de progreso puede estar relacionado a un proceso acumulativo entre la formación capital y a la movilización de los recursos, tal como lo expone el filósofo contemporáneo alemán Jürgen Habermas: “(…) al desarrollo de las fuerzas productivas y al incremento de la productividad del trabajo; a la implantación de poderes políticos centralizados y al desarrollo de identidades nacionales (…).”71 Asimismo, según Álvarez Pastene, el proceso de desarrollo técnico se vuelve autosuficiente y pierde considerablemente las intenciones del proyecto de modernidad como una forma de conducir hacia la libertad de los individuos.72 A saber, para Venegas y Recabarren los deseos de acabar con los abusos de poder, asentarían un sendero armónico para la reconciliación entre el sujeto y la producción, desplegando la autonomía y la regulación de las relaciones de poder. Estas nociones filosóficas se moldearían en el campo científico, entendiendo que la idea de preparar a los ciudadanos para el progreso se fundamentaría en la razón y la ciencia, con el interés de alejar la ignorancia y la superstición de los miembros de una civilización prometedora, y por supuesto maquinar los progresos industriales. Según Vial Correa, dicha corriente se arraigó tan profundo en los pensamientos del Dr. J. Valdés Cange, quien las definió como: “Las ciencias físicas y naturales, juntamente con la historia, deben formar (…) el criterio positivo de que el hombre ha surgido de lo insignificante, del lodo, y gracias a una lenta transformación progresiva (…) millares de siglos, ha alcanzado el 70 Alvaro Kaempfer, “1910. Balance y perspectivas: Luis Emilio Recabarren y Alejandro Venegas ante el Centenario”, Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades. Vol. 13 N° 25 (2011): 148. 71 Jürgen Habermas, El Discurso filosófico de la modernidad. (España: Ediciones Taurus, 1993), 12. 72 Manuel Álvarez Pastene, “Centenario en Chile: Una época escrita desde la modernidad”, 234.
  27. 27. 27 perfeccionamiento actual, que no es más que uno de los peldaños que en la gloriosa va subiendo.”73 El positivismo, visto como un fenómeno que se extendió por la sociedad “aristócrata” chilena, atravesó los sucesivos estamentos de la pirámide social; cuyas consecuencias fortalecieron las facultades del laicismo y el relativo desamparo de la doctrina católica. Las ideas del Viejo Continente ingresaron al país desde a mediados del siglo XIX en adelante. Entre algunos de los filósofos más sustanciales de la nociones positivistas en Chile, destacan: los literatos del filósofo francés Auguste Comte (1798-1857), Curso de Filosofía Positiva (1830-1842); del médico alemán Ludwig Buchner (1824-1899), Fuerza y Materia (1855) y del discípulo de Comte, el francés Émile Paul Littré (1801-1881), Palabras de Filosofía Positiva (1859). A juicio de Vial Correa: “Lastarria profundizó en 1868 a Comte y Littré. Poco después –y hasta más o menos 1875- funcionaba un círculo santiaguino de lecturas positivistas. Aquí surgieron los primeros comtistas chilenos, empezando por el propio Lastarria y siguiendo por Guillermo Puelma, Valentín Letelier, el doctor Luis, Jorge y Juan Enrique Lagarrigue, etc. La mayor parte, hallando eran afines las doctrinas positivistas y la masonería (el filósofo no había sido masón, pero sí Émile Littré), ingresó también a las logias. Muchas entre éstas fueron activas difusoras del pensamiento comtiano.”74 Venegas Carús influenciado por las ideas de los positivistas, sugirió desde una mirada posteriori que la reforma educacional debe comenzar por la cúspide, “colocando a un hombre que, a la laboriosidad y a la inteligencia, una los conocimientos pedagógicos y una gran dosis de amor al pueblo, de sentimiento humanitarios; porque sólo un jefe así podrá operar la transformación de las escuelas normales, influyéndoles su espíritu y entusiasmo hasta convertirlas en centros de cultura capaces de formar, no esas parodias de maestros que hoy fabrican, sino verdaderos educadores, llenos de entusiasmo por su profesión, de cariño por la niñez y de su fe en los patriotas y humanitarios resultados que su labor tendrá que producir.”75 Y además comentó, que la estructura de los planes y programas de estudios 73 Gonzalo Vial Correa, Historia de Chile (1891-1973), 115. 74 Gonzalo Vial Correa, Historia de Chile (1891-1973), 109. 75 Dr. J. Valdés Canje, Sinceridad. Chile Íntimo en 1910, 207- 208.
  28. 28. 28 deben ser modificados en la Instrucción Superior, “como la de leyes, hay algunos ramos inútiles (el Derecho Canónico, verbi gratia) y se dan nociones añejas rechazadas por la ciencia moderna, particularmente en economía política y en el llamado derecho natural, ramo en que, con el nombre nuevo y bombástico de Filosofía del Derecho, se siguen enseñando añejeces y paparruchas (…), y ha olvidado que a ella le corresponde hacer despertar en la juventud anhelos por la ciencia desinteresada, que es el verdadero manantial de los grandes progresos sociales e industriales.”76 Dado lo anterior, el educador Venegas cumplió con las características de un “Santo Laico”, ya que proponía elementos que eran propios del cristianismo católico, al utilizar conceptos como: “amor humanitario”, “amor al pueblo”, “fe en el patriotismo” y otras; pero todas éstas, no deben estar situadas en el desarrollo convencional de los estudios teológicos, sino en los conocimientos de civismo y moral. Entonces el objetivo trascendental sería el hábito de la consistencia, un hábito socialmente benéfico para ostentar y practicar conocimientos científicos y de buenos modales a través de un curriculum educacional altamente especializado en la técnica y la ética-moral. Parafraseando a Vial Correa, los positivistas mencionados más las premisas de Venegas Carús, Chile hubiese sido forjado como imago mundi (representación del mundo), la que exhibía el progreso de una ciencia más contemporánea a su época, tanto en los rasgos axiológicos y a las estructuras relativizadas a los conocimientos científicos, impartiéndose primeramente en la escuela por medio de maestros críticos y laicos que sustituiría el poder eclesiástico. Tristemente, Vengas no tuvo la oportunidad de ver materializada estos pensamientos en la realidad chilensis. En síntesis a este apartado, Alejandro Venegas argumentó que la crítica al desarrollo científico de Chile estuvo influenciada por la ausencia de preocupación de la clase política durante finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Y lo manifiesta como un idealismo de cobardía que somete e instruye la conciencia pública de los ciudadanos. En rigor, la ciencia está lejos de ser pionera en la civilización chilena, debido a que la práctica de la moral de los individuos está contaminada por la humillación y el egoísmo de los grupos minoritarios opresores. Es decir existe una ideología moralista rezagada de la idea de 76 Dr. J. Valdés Canje, Sinceridad. Chile Íntimo en 1910, 91.
  29. 29. 29 progreso, que no acude a desplegar la razón y de materializar los deseos del bien común, siendo éste la innovación misma del auxilio científico.
  30. 30. 30 Palabras Finales Desde la derrota del Presidente José Manuel Balmaceda (1891) hasta la elección presidencial de Arturo Alessandri Palma (1920), el poder residía en el Parlamento. Este periodo conocido como parlamentarismo o república oligárquica fue duramente criticado por la intelectualidad popular chilena, debido a que el contexto socio-político generó una situación estructural muy preferente para el desarrollo de la riqueza de la élite; evidenciándose cohechos e intereses privados para el beneficio único del partidismo político. En consecuencia, estos factores provocaron una crisis socio-económica, afectando a miles de trabajadores y familias del “bajo pueblo”, cuestionándose de manera inmediata a las autoridades del Estado. Alejandro Venegas Carús vociferó, junto a otros eruditos, la mediocridad de la clase gobernante para organizar y administrar el territorio nacional, tanto en las temáticas del Régimen al Papel Moneda; Males del Orden Político, Administrativo, Instrucción, Instituciones Armadas, Orden Social; algunos Servicios Públicos; Reformas Generales: Político, Económico, Administrativo, Enseñanza, Orden Social; entre otras. Asimismo, el profesor no tan sólo era un crítico de la gradería, sino que elaboraba fórmulas modernistas para sus aplicaciones. En este este proceso de renovación, trasciende las razones ideológicas y estéticas del modernismo clásico, y lo concibe como un examinador de una sociedad chilena extraviada y que se ha dejado seducir por la moda, la socaliña y la fascinación del Viejo Continente. Compartiendo con los pensamientos de Molina Garmendia, Venegas escribió con honradez, sin esperar mercedes por parte de la clase política y popular, no tuvo reconocimientos ni ascensos laborales, sino por el contrario, sólo consiguió insatisfacciones morales que le trajeron persecuciones y angustias hasta agotar su inhóspita salud. Sus estudios fueron rigurosos en cada una de sus materias, fundamentándolas mediante el racionalismo y empirismo. Sin embargo, con las décadas venideras las problemáticas serían analizadas en los círculos de debate y universidades.
  31. 31. 31 La obra Sinceridad se suele citar como una ilustración “equilibrada” de la sociedad chilena del Centenario, y se considera a Venegas como un intelectual distinguido muy similar a uno de los precursores del Marxismo Latinoamericano, Luis Emilio Recabarren77 . Entrambos enunciaron que los males morales se deben particularmente a la permanencia y reproducción de una educación religiosa y fanática que no presenta hábitos virtuosos, y por ende carece de una práctica moral y política por parte de sus feligreses. Junto a las interpretaciones de Kaempfer, tanto Venegas como Recabarren, teorizaron la posibilidad de reformular planteamientos políticos para el bienestar de la clase trabajadora, y fomentar futuros cambios estructurales de un moralismo conservador a una moral práctica ilustrada en el ejercicio público. Todas éstas se lograrían a través de la educación y el buen desempeño social. A su vez, enfatizaron la prolijidad del “deber ser” de la clase política y de cómo debe actuar frente a las demandas de las masas, orientándolas a una justicia social equilibrada entre quien manda y quien obedece. Venegas Carús creía que la clase política era la única capacitada para superar la crisis moral del país, razón por la cual escribe misivas al Presidente Pedro Montt Montt y al candidato Ramón Barros Luco. En ellas, manifestó el abuso y distanciamiento de la élite y su despreocupación por el “bajo pueblo”, segregándolo prácticamente de los derechos fundamentales de una república, y acentuándose la incompetencia, la corrupción, la especulación y el oportunismo para el beneficio de una minoría eclesiástica-laica. Por esta razón, el educador observaba con profundo sentido a la ciencia universal, y postulaba que ésta podría ser utilizada como un instrumento que promueve, paulatinamente, el modernismo a las comunidades a través de la internalización del racionalismo crítico de los estudiantes frente a los fenómenos sociales y naturales. Es por ello, según Pino Batory, que algunos ex alumnos de Venegas se destacarían en diferentes áreas del saber, hombres con una capacidad de elaboración crítica, progresista e incluso dialéctica, entre ellos: Domingo Melfi, Armando Donoso, Ricardo Donoso, Roberto Meza Fuentes, Aníbal Jara, Armando Rojas, Ernesto Barros Jarpa, Mariano Latorre y Pedro Sienna. 77 Luis Vitale, Interpretación Marxista de la Historia de Chile. De la República Parlamentaria a la república Socialista (1891-1932) de la independencia inglesa a la norteamericana. (Santiago de Chile: Centro de Estudios Miguel Enríquez, Archivo Chile), 16.
  32. 32. 32 Por consiguiente las futuras generaciones realizarían el cambio formativo del Chile del Centenario, mediante la reconciliación entre los oprimidos y los opresores, puesto que la causa común era de vigorizar y mejorar las condiciones de vida de los habitantes del territorio nacional. Para ello, era necesario re-estructurar técnicamente cada aparato y mecanismo administrativo institucional, dirigiendo a que la humanidad se humanice espiritualmente y materialmente por medio del convivir ético-moral, y de no dejar que convulsione la decadencia del sentimentalismo y el paternalismo como una costumbre y tradición eviterna.
  33. 33. 33 Bibliografía “XII Censo General de Población y I de Vivienda)” (24 de abril de 1952), en Memoria Chilena. Biblioteca Nacional de Chile. “Alejandro Venegas o el Dr. Valdés Canje”, La Prensa Austral, miércoles 8 de marzo de 1995, en Biblioteca Nacional Digital. Álvarez Pastene, Manuel. “Centenario en Chile: Una época escrita desde la modernidad”, Revista Sociedad & Equidad, N° 2 (julio de 2011): 237. Condorcet, Nicolás. Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano (Traducción de González, F.). México: Fondo de cultura Económica, 1997. “Cronología: claves del cine chileno.” (Otoño-Invierno de 2002), Patrimonio Cultural, en Memoria Chilena. Delius, Christoph, Gatzemeier, Matthias, Sertcan, Deniz y Wünscher, Kathleen. Historia de la filosofía. Desde la Antigüedad hasta nuestros días. Reino Unido: Editorial KONEMAN, 2000). Díaz Céspedes, Francisco. “Jean Piaget y la teoría de la evolución de la inteligencia en los niños de Latinoamérica”, Revista Latinoamericana de Ensayo (13 de julio de 2016): 5. Díaz Céspedes, Francisco. “Manifiesto contra la clase oligárquica chilena”, Revista Latinoamericana de Ensayo (20 de enero de 2018): 3-4. Dr. Valdés Cange (Alejandro Venegas). Cartas al Excelentísimo Señor Don Pedro Montt. Sobre la crisis moral de Chile en sus relaciones con el problema económico de la Conversión Metálica. Primera Parte. Valparaíso, Chile: Soc. Imprenta y Litografía “Universo”, 1909. Dr. J. Valdés Cange (Alejandro Venegas). Por Propias y Extrañas Tierras, Introducción de Armando Donoso. Santiago de Chile: Nascimento, Imprenta Universitaria, 1922. Dr. J. Valdés Canje, Sinceridad. Chile Íntimo en 1910. Santiago de Chile: Cámara Chilena de la Construcción, 2009). Feliú Cruz, Guillermo. Armando Donoso y su tiempo. 1886-1946. Santiago de Chile: Nascimento, 1969. Gacitúa, Alejandro. “Dieta Parlamentaria en Chile –Estado de la situación y propuestas de modificación” (Serie Estudios N°01-16. 8 de marzo de 2016), en Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 4. Gazmuri, Cristián. Alejandro Venegas y Sinceridad. Santiago de Chile: Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, 2009. Grez, Sergio. “La “Cuestión Social” en Chile. Ideas y Debates precursores. (1804-1902)” Recopilación y estudio crítico. Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Gumucio, Rafael. Hace casi cien años, Alejandro Venegas, [Julio Valdés Canje], anunció la rebelión de los pingüi. piensachile.com. Chile. http://piensachile.com/2007/01/hace-casi-cien-anos-alejandro-venegas-julio- valdacs-canje-anuncias-la-rebeliasn-de-los-pingafi/ Gumucio, Rafael. “Utopías libertarias en Chile, siglo XIX y XX” Polis Revista Latinoamericana. (2003): 3. Habermas, Jürgen. El Discurso filosófico de la modernidad. Ediciones Taurus. España. 1993.
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