Durante la Guerra Civil en Castilla-La Mancha, la mayor parte de la región estuvo bajo control republicano excepto algunas áreas como Toledo y Albacete. En Campo de Criptana hubo violencia significativa contra aquellos asociados con partidos de derecha y la iglesia católica, resultando en el asesinato de 82 personas. La iglesia local fue destruida. Tras la guerra, el nuevo régimen franquista también perpetró ejecuciones contra republicanos.