1. UNIVERSIDAD TÉCNICA DE MACHALA
UNIDAD ACADÉMICA DE CIENCIAS QUÍMICAS Y DE LA
SALUD
ESCUELA DE BIOQUÍMICA Y FARMACIA
BIOQUÍMICA Y FARMACIA
PRIMER SEMESTRE
PROYECTO DE AULA
EXPRESIÓN ORAL Y ESCRITA
TEMA:
Don Quijote de la Mancha
ESTUDIANTE:
PetherAndrésLeónBorbor
DOCENTE:
Ing. Ramiro Quezada
ÁREA: PARALELO:
SALUD “A”
PERÍODO:
2. Octubre 2015 - Febrero 2016
INTRODUCCIÓN.
Para el humilde Don Quijote de la Mancha el leer demasiados libros de
caballerías lo volvió loco convenciéndolo que dichos sucesos de aquellos libros
y dicha vida de caballero son más emocionantes que su propia vida, tomando la
decisión de partir y hacer realidad las fantásticas aventuras de sus libros,
construyendo así una vida totalmente válida y coherente para él.
Sin importar lo que sucede a su alrededor él actúa bajo su forma de ver la
realidad siendo tachado de loco por quienes lo rodean, sufriendo así de maltratos
y burlas.
Pero aun así Don Quijote no se deja menospreciar, viviendo así un sinnúmero
de aventuras, pudiendo observar en los sucesos de cada una de sus aventuras
como él vive su propia realidad y fantasías.
OBJETIVO.
Leer y reflexionar una novela de caballería titulada: Don Quijote de la Mancha,
escrita por Miguel de Cervantes, aplicando los pasos dentro del proceso de la
lectura, leyendo un estimado de hora y media al día, para de esta manera auto
fomentar el buen hábito de la lectura y así mejorar mi nivel cultural, desarrollar
mi creatividad y mi pensamiento crítico.
4. RESUMEN.
I
De la condición y ejercicio del famoso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
En un lugar de la Mancha, vivía un hidalgo de rocín flaco y galgo corredor. Tenía
en su casa un ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a
los veinte, un mozo de campo y plaza con cincuenta años. Era de complexión
recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza.
Es pues de saber, que este hidalgo, los ratos de ocio se daba a leer libros de
caballerías con tanta afición y gusto. Llegó a tanto su desatino, que vendió
muchas fanegas de tierra para comprar los mentados libros, llenando su casa de
cuantos pudo.
Se enfrascó tanto en su lectura, que del poco dormir y del mucho leer, se le secó
el cerebro, de manera que vino a perder el juicio.
Rematado ya su juicio, le pareció convenible y necesario, hacerse caballero
andante e irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar aventuras y
ejercitarse en todo aquello que él había leído de los caballeros andantes.
Así, con estos agradables pensamientos, se dio prisa a poner en efecto lo que
deseaba. Cuatro días se le pasaron en imaginar que nombre le pondría a su
caballo, después de tantos, al fin le vino a llamar Rocinante.
Puesto nombre a su caballo, quiso ponérselo a sí mismo. Al cabo de ocho días
se vino a llamar Don Quijote de la Mancha, en honor al nombre de su reino y
patria para hacerla famosa.
No le faltaba sino buscar una dama de quien enamorarse; en un lugar muy
cercano había una moza de bien parecer, de quien él un tiempo anduvo
enamorado. Vino a llamarla Dulcinea del Toboso, señora de sus pensamientos.
II
De la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso Don Quijote.
Una mañana se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante y por la puerta
falsa de un corral salió al campo con grandísimo contento. Mas apenas se vio en
5. el campo, le vino a la memoria que no había sido armado caballero. Pudo más
su locura que razón alguna y propuso hacerse armar caballero del primero que
topase.
Caminando nuestro flamante aventurero, hablaba consigo mismo, como si
verdaderamente fuera enamorado: “¡Oh princesa Dulcinea, señora de este
cautivo corazón!. Acuérdate de este corazón, que tantas cuitas por vuestro amor
padece”.
Con éstos, iba pensando otros disparates, al anochecer su rocín y él se hallaron
cansados y muertos de hambre. No lejos del camino por donde iba, vio una
venta, en donde estaban a la puerta dos mujeres mozas.
A nuestro aventurero se le pareció que era un castillo con sus cuatro torres y
chapiteles de reluciente plata, se acercó y detuvo las riendas a Rocinante.
Se llegó a la puerta de la venta y vio a las dos distraídas mozas, que a él le
parecieron dos hermosas doncellas que delante del castillo estaban
divirtiéndose.
Llegó a la venta diciendo:
- Non fuyan vuestras mercedes, ni tomen desaguisado alguno, ca a la Orden de
caballería que profeso, non toca facerle ninguno, cuanto más a tan altas
doncellas.
El lenguaje que no fue entendido por las señoras, aumentaba en ellas la risa y
en él el enojo. Felizmente salió el ventero y al mirar aquella figura contrahecha,
armada con tantos pertrechos, comedidamente le dijo:
- Si vuestra merced, busca posada, amén del lecho, porque en esta posada no
hay ninguno, todo lo demás hallará en abundancia.
- Para mí, señor castellano, cualquier cosa basta, porque mis amarreos son las
armas, mi descanso el pelear, etc.
- Siendo así se puede apear con seguridad de hallar en esta choza ocasión para
no dormir en todo un año.
6. Mientras se le preguntaba qué comer pusiéronle la mesa a la puerta de la venta
y se le trajo una porción de mal remojado y peor cocido bacalao y un pan tan
negro y mugriento como sus armas, era materia de risa verle comer.
III
Cuenta la graciosa manera que tuvo Don Quijote en armarse caballero.
Hospedado en dicha posada, Don Quijote le dijo al ventero:
- No me levantaré jamás de donde estoy, hasta que vuestra cortesía me otorgue
un don que redundará en alabanza vuestra; os digo que el don que os pedido,
es que mañana me habéis de armar caballero y esta noche, en la capilla deste
vuestro castillo, velaré las armas y mañana podré ir por las cuatro partes del
mundo buscando aventuras.
El ventero ya tenía algunos indicios de la falta de juicio de su huésped, decidió
seguirle el humor y cuando comenzaba a cerrar la noche, el ventero contó a
todos la locura del huésped, la vela de armas y la armazón de caballería que
esperaba.
El ventero determinó darle la negra Orden de Caballería pronto, trajo un libro, un
cabo de vela y llamó a las dos doncella, se acercó a DonQuijote, le mandó hincar
de rodillas, empezó a leer el libro, alzó la mano y dióle sobre el cuello un buen
golpe, y tras él, con su misma espada, un gentil espaldarazo, siempre
murmurando entre dientes como que rezaba. Hecho esto, mandó a una de
aquellas damas que le ciñese la espada, diciendo:
- Dios haga a vuestra merced muy venturoso caballero y le dé ventura en lides.
Terminadas las ceremonias, Don Quijote ensilló a Rocinante, subió en él, y
abrazando a sus huéspedes agradeció a la merced de haberlo armado caballero.
El ventero, por verle ya fuera de la venta, con importantes palabras y sin pedirle
el costo de la posada, le dejo ir.
7. IV
Lo que le sucedió a nuestro caballero cuando salió de la venta.
Era el alba cuando Don Quijote salió de la venta, tan contento por verse ya
armado caballero, determinó volver a su casa y proveerse de todo lo necesario
y de un escudero.
No habría andado mucho, cuando le pareció pertinente adentrarse en la
espesura del bosque, iba caminando hacia la aldea; llegó a un camino que se
dividía en cuatro y le vino a la imaginación las encrucijadas donde los caballeros
pensaban cuál camino tomarían.
Soltó la rienda a Rocinante, habiendo andado dos millas, descubrió Don Quijote
unos mercaderes toledanos que iban a comprar seda a Murcia, Don Quijote los
divisó y esperó que se acercaran, levantó la voz y con ademán arrogante dijo:
- Todo el mundo confiese que no hay en el mundo doncella más hermosa que la
emperatriz de La Mancha, la sin par Dulcinea del Toboso.
Parándose los mercaderes y al ver la extraña figura y sus aires de locura, uno
de ellos, con picardía, solicitó que les enseñara el retrato de la dama para poder
juzgar.
Furibundo arremetió con la lanza contra el que había hablado, con tal suerte que
Rocinante cayó en la mitad del camino y su amo fue rodando por el campo;
pugnaba por levantarse y no pudo.
V
Prosigue la narración de la desgracia de nuestro caballero.
Viendo que no podía levantarse, trató de recordar uno de los pasajes de sus
libros y prosiguió con sus versos.
Y quiso la suerte que acertara a pasar por allí un labrador, se llegó a él y le
preguntó quién era y por qué se quejaba, dicho labrador le quitó la visera que
estaba hecha pedazos, le limpió el rostro, le quitó el peto y el espaldar, para ver
si tenía alguna herida.
8. Procuró levantarle del suelo, le subió sobre su jumento, recogió sus armas, las
puso sobre Rocinante y tomándolo de la rienda y del cabestro del asno, se
encaminó hacia el pueblo bien pensativo de oír los disparates que Don Quijote
decía.
Llegaron al lugar cuando anochecía, entró en el pueblo y en la casa de Don
Quijote, donde le esperaban sus grandes amigos. Anunciando su llegada,
salieron todos de casa y al reconocer a Don Quijote, corrieron a abrazarle.
Lleváronle a la cama y observando sus heridas vieron que no tenía ninguna, él
dijo que se había batido con diez gigantes.
Hiciéronle a Don Quijote mil preguntas y a ninguna quiso responder, sino que le
diesen de comer y le dejasen dormir. Hízose así; y luego el labrador les informó
de lo sucedido.
VI
La segunda salida de nuestro buen caballero Don Quijote de la Mancha.
Diéronle de comer y quédose otra vez dormido, admirados todos de su locura.
De allí a dos días se levantó Don Quijote y lo primero que hizo fue ir a ver sus
libros; y como no los hallaba, andaba de una a otra parte; al cabo de un rato
preguntó a su ama hacia qué parte estaba el aposento de sus libros. El ama,
advertida de lo que había que responder, le dijo:
- ¡Qué aposento ni qué libros! Ya no hay nada, porque todo se lo llevó el mismo
diablo.
Don Quijote estuvo quince días en casa muy sosegado. En este tiempo solicitó
a un labrador vecino suyo, hombre pobre y de bien, que le sirviera de escudero.
Sancho Panza, que así se llamaba.
Luego Don Quijote dio orden de buscar dinero y vendiendo una casa y
empeñando otra, reunió una razonable cantidad, avisó a su escudero Sancho
del día y la hora que pensaba ponerse en camino, para que acomodase lo que
fuese necesario; sobre todo le encargó que llevase alforjas. Él dijo que sí, que
además llevaría su asno, porque él no estaba hecho a andar mucho a pie.
9. Una noche sin despedirse de nadie, Don Quijote y Panza salieron del lugar sin
que nadie los viese. Caminaron tanto, que al amanecer se tuvieron por seguros
de que nadie los hallaría, aunque los buscasen.
Iba Sancho Panza sobre su jumento, con mucho deseo de verse ya gobernador
de la ínsula que su amo le había prometido.
VII
Buen suceso que el valeroso Don Quijote tuvo en la espantable y jamás
imaginada aventura de los molinos de viento, y otros sucesos.
Don Quijote y Sancho descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que
había en un campo; cuando Don Quijote los vio dijo a su escudero:
- La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear;
ves allí, amigo Sancho, dónde se descubren treinta o más desaforados gigantes
con quien pienso hacer batalla y quitarles la vida, y con cuyos despojos
comenzaremos a enriquecer.
Y diciendo esto, dio espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces
que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que eran molinos de viento y no
gigantes.
Levantóse en esto un poco de viento y las grandes aspas comenzaron a
moverse, y encomendándose a su señora Dulcinea, embistió al primer molino
que estaba delante, dándole una lanzada en el aspa; el viento volvió el aspa con
tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero,
que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle
a todo el correr de su asno, y le ayudó a levantarse.
Luego siguieron el camino de Puerto Lápice.
Aquella noche la pasaron entre unos árboles. De uno de ellos desgajó Don
Quijote un ramo seco, que le podría servir de lanza, y puso en él el hierro que
quitó de la que se le había quebrado.
Toda aquella noche no durmió Don Quijote pensando en su señora Dulcinea,
Don Quijote no quiso desayunarse, porque dio en alimentarse de dulces
recuerdos. Tornaron a su camino hacia Puerto Lápice.
10. VIII
La aventura que más pesadumbre dio a Don Quijote de cuantas hasta
entonces le habían sucedido.
Don Quijote, deseoso de continuar el viaje junto con Sancho se dirigieron hacia
Barcelona. Una mañana saliendo Don Quijote a pasearse por la playa, armado
de todas sus armas, vio venir hacia él un caballero armado llamado el caballero
de la Blanca Luna, el cuál le retó a duelo.
En dicho duelo Don Quijote pegó contra el suelo una peligrosa caída, quedando
molido y aturdido. Pero el caballero Blanca Luna, le perdonó la vida pidiéndole
que regrese a su lugar de origen por el tiempo que ordenas, ya que así pactaron
antes del duelo.
Respondiendo Don Quijote que cumpliría como caballero puntual y verdadero.
Todos quedaron con el deseo de saber quién era aquel misterioso caballero.
IX
Se da noticia de quién era el de la Blanca Luna.
Más tarde en dicha ciudad encontraron al caballero de la Blanca Luna sentado
en un mesón, el cuál confesó su identidad y díjose llamar Sansón Carrasco y
que provenía del mismo lugar de Don Quijote de la Mancha, cuya locura movía
a que le tengan lástima a cuantos le conocían.
El cual elaboró un plan para que Don Quijote regresase a su tierra, seis días
estuvo Don Quijote en el lecho, afligido, triste, pensativo y mal acondicionado
debido a su derrota en el campo de batalla y consolándole Sancho le decía y
persuadía para que regresaran a casa, dejando atrás la vida de andar buscando
aventuras.
X
Los agüeros que tuvo Don Quijote al entrar a su aldea con otros sucesos
que adornan esta historia.
11. A la entrada del pueblo se toparon al cura y al bachiller Carrasco, que vinieron a
ellos con los brazos abiertos, divisaron la coroza del jumento y acudieron a verle,
diciendo:
- Venid muchachos y veréis el asno de Sancho Panza más galán y la bestia de
Don Quijote, más flaca que el primer día.
Finalmente, entraron al pueblo y se fueron a casa de Don Quijote en donde se
hallaban la empleada y la sobrina de Don Quijote, Teresa Panza y Sanchica hija
de Sancho; el cuál dijo:
- Teresa vámonos a nuestra casa que allá oirás maravillas. Dineros traigo, que
es lo que importa, ganados por mí y sin daño de nadie.
Abrazó Sanchica a su padre, agarró a su mujer de la mano y se fueron a su casa,
dejando a Don Quijote en la suya en poder de su sobrina y de su ama.
XI
Cómo Don Quijote cayó malo y del testamento que hizo y su muerte.
Como las cosas humanas no son eternas, llegó a su fin la vida de Don Quijote.
Sele arraigó una calentura, que le tuvo seis días en cama.
Rogó Don Quijote que le dejasen solo, porque quería dormir un poco y durmió
de un tirón, como dicen, más de seis horas.
Despertó al cabo de un tiempo haciéndose llamar Alonso Quijano, su verdadero
nombre; como si hubiese recuperado la razón.
Mandó a llamar a su ama, a su sobrina, al bachiller Carrasco y a un escribano
para formular su testamento.
Se cerró entonces el testamento, tomándole un desmayo a Don Quijote, se
tendió de largo a largo en la cama. Tres días después de recibirlos todos los
sacramentos, entre compasiones y lágrimas de cuantos allí se hallaban, dio su
espíritu el último respiro.
Este fin tuvo el ingenioso Hidalgo de la Mancha.
FIN
12. COMENTARIO PERSONAL.
Esta obra titulada Don Quijote de la Mancha me ha dejado muchas enseñanzas,
así como también, al cómo superar y vivir diferentes circunstancias como las que
vivió Don Quijote acompañado de su fiel escudero Sancho Panza, recordando
siempre tanto en su mente como en su corazón, al gran amor de su vida,
mostrándose así como una grata figura de la condición humana.
Tanto Don Quijote como Sancho Panza nos enseñan los más importantes y
fundamentales valores que una persona puede tener, como lo son: la fidelidad,
la sinceridad, el amor, la comprensión, así como la persistencia que mostraban
ambos frente a cada aventura.
Dicha obra literaria nos brinda un importante mensaje, que como obra universal
ha pasado de generación en generación, quedando así una ventana abierta para
dichas personas que quieran conocer y nutrirse de esta valiosa y muy linda
historia.