2. I. ANTECEDENTES: LA NARRATIVA DE LA DÉCADA
DE 1930 Y LA NOVELA DEL EXILIO
La tendencia general de la
literatura en todos los géneros
es hacia la rehumanización y el
compromiso social.
Autores: Ramón J. Sender, Max
Aub, Francisco Ayala, Rosa
Chacel, etc. La mayor parte de
ellos marcha al exilio por su
apoyo a la República.
3. II. LA NOVELA DE LOS CUARENTA
Ruptura clara con la
literatura social de los años
treinta. Abundan tres tipos de
narraciones tradicionales:
a) Novela ideológica: siempre
desde la perspectiva del
bando vencedor, y muy a
menudo sobre la guerra.
Autores: Agustín de Foxá y
Rafael García Serrano.
b) Novela realista: al estilo
de Galdós o Baroja. Autor:
Juan Antonio de Zunzunegui.
c) Novela humorística:
especialmente destacan los
hermanos Wenceslao y Darío
Fernández Flórez.
Tres casos excepcionales de
renovación en los cuarenta:
Camilo José Cela, Carmen
Laforet y Miguel Delibes.
4. A) CAMILO JOSÉ CELA
La familia de Pascual
Duarte (1942), inaugura el
TREMENDISMO en España.
Este estilo se caracteriza por
deformar la realidad y
subrayar lo más
desagradable de ella. Los
personajes son
frecuentemente seres
marginados, con taras físicas
o psíquicas, criminales,
prostitutas, etc. El lenguaje
es bronco y desgarrado.
Esta visión negativa y
desolada del mundo
contrastaba con toda la
literatura triunfalista que se
estaba cultivando en 1942 en
nuestro país.
Esta obra refleja un
radical pesimismo
cercano al
existencialismo. Esto
será lo que caracterice
también a Pabellón de
reposo. Otras obras de
esta época: Nuevas
andanzas y desventuras
de Lazarillo de Tormes o
Viaje a la Alcarria.
5. LA FAMILIA DE PASCUAL DUARTE
(FRAGMENTO)
Si Mario hubiera tenido sentido cuando dejó este valle de lágrimas, a buen seguro
que no se hubiera marchado muy satisfecho de él. Poco vivió entre nosotros; parecía
que hubiera olido el parentesco que le esperaba y hubiera preferido sacrificarlo a la
compañía de los inocentes en el limbo. ¡Bien sabe Dios que acertó con el camino, y
cuántos fueron los sufrimientos que se ahorró al ahorrarse años! Cuando nos
abandonó no había cumplido todavía los diez años, que si pocos fueron para lo
demasiado que había de sufrir, suficientes debieran de haber sido para llegar a hablar
y a andar, cosas ambas que no llegó a conocer; el pobre no pasó de arrastrarse por el
suelo como si fuese una culebra y de hacer unos ruiditos con la garganta y con la
nariz como si fuese una rata: fue lo único que aprendió. En los primeros años de su
vida ya a todos nosotros nos fue dado el conocer que el infeliz, que tonto había
nacido, tonto había de morir; tardó año y medio en echar el primer hueso de la boca y
cuando lo hizo, tan fuera de su sitio le fue a nacer, que la señora Engracia, que tantas
veces fuera nuestra providencia, hubo de tirárselo con un cordel para ver de que no se
clavara en la lengua. Hacia los mismos días, y vaya usted a saber si como resultas de
la mucha sangre que tragó por lo del diente, le salió un sarampión o sarpullido por el
trasero (con perdón) que llegó a ponerle las nalguitas como desolladas y en la carne
viva por habérsele mezclado la orina con la pus de las bubas; cuando hubo que
curarle lo dolido con vinagre y con sal, la criatura tales lloros se dejaba arrancar que
hasta al más duro de corazón hubiera enternecido.
6. Pasó algún tiempo que otro de cierto sosiego, jugando con una botella, que era lo
que más le llamaba la atención, o echadito al sol, para que reviviese, en el corral o
en la puerta de la calle, y así fue tirando el inocente, unas veces mejor y otras peor,
pero ya más tranquilo, hasta que un día -teniendo la criatura cuatro años- la suerte
se volvió tan de su contra que, sin haberlo buscado ni deseado, sin a nadie haber
molestado y sin haber tentado a Dios, un guarro (con perdón) le comió las dos
orejas. Don Raimundo, el boticario, le puso unos polvos amarillitos, de seroformo,
y tanta dolor daba el verlo amarillado y sin orejas que todas las vecinas, por llevarle
consuelo, le llevaban, las más, un tejeringo los domingos; otras, unas almendras;
otras, unas aceitunas en aceite o un poco de chorizo... ¡Pobre Mario, y cómo
agradecía, con sus ojos negrillos, los consuelos! Si mal había estado hasta entonces,
mucho más mal le aguardaba después de lo del guarro (con perdón); pasábase los
días y las noches llorando y aullando como un abandonado, y como la poca
paciencia de la madre la agotó cuando más falta le hacía, se pasaba los meses tirado
por los suelos, comiendo lo que le echaban, y tan sucio que aun a mí que, ¿para qué
mentir?, nunca me lavé demasiado, llegaba a darme repugnancia. Cuando un
guarro (con perdón) se le ponía a la vista, cosa que en la provincia pasaba tantas
veces al día como no se quisiese, le entraban al hermano unos corajes que se ponía
como loco: gritaba con más fuerzas aún que la costumbre, se atosigaba por
esconderse detrás de algo, y en la cara y en los ojos un temor se le acusaba que
dudo que no lograse parar al mismo Lucifer que a la Tierra subiese.
7. Me acuerdo que un día -era un domingo- en una de esas temblequeras tanto espanto
llevaba y tanta rabia dentro, que en su huida le dio por atacar -Dios sabría por qué- al
señor Rafael que en casa estaba porque, desde la muerte de mi padre, por ella entraba y
salía como por terreno conquistado; no se le ocurriera peor cosa al pobre que morderle
en una pierna al viejo, y nunca lo hubiera hecho, porque éste con la otra pierna le arreó
tal patada en una de las cicatrices que lo dejó como muerto y sin sentido, manándole una
agüilla que me dio por pensar que agotara la sangre. El vejete se reía como si hubiera
hecho una hazaña y tal odio le tomé desde aquel día que, por mi gloria le juro, que de no
habérselo llevado Dios de mis alcances, me lo hubiera endiñado en cuanto hubiera
tenido ocasión para ello.
La criatura se quedó tirada todo lo larga que era, y mi madre -le aseguro que me
asusté en aquel momento que la vi tan ruin- no lo cogía y se reía haciéndole el coro al
señor Rafael; a mí, bien lo sabe Dios, no me faltaron voluntades para levantarlo, pero
preferí no hacerlo... ¡Si el señor Rafael, en el momento, me hubiera llamado blando, por
Dios que lo machaco delante de mí madre!
Me marché hasta las casas por tratar de olvidar; en el camino me encontré a mi
hermana -que por entonces andaba por el pueblo-, le conté lo que pasó y tal odio hube
de ver en sus ojos que me dio por cavilar en que había de ser mal enemigo; me acordé,
no sé por qué sería, del Estirao, y me reía de pensar que alguna vez mi hermana pudiera
ponerle aquellos ojos.
8. Cuando volvimos hasta la casa, pasadas dos horas largas del suceso, el señor Rafael se
despedía; Mario seguía tirado en el mismo sitio donde lo dejé, gimiendo por lo bajo, con
la boca en la tierra y con la cicatriz más morada y miserable que cómico en cuaresma; mi
hermana, que creí que iba a armar el zafarrancho, lo levantó del suelo por ponerlo
recostado en la artesa. Aquel día me pareció más hermosa que nunca, con su traje de
color azul como el del cielo, y sus aires de madre montaraz ella, que ni lo fuera, ni lo
había de ser...
Cuando el señor Rafael acabó por marcharse, mi madre recogió a Mario, lo acunó en
el regazo y le estuvo lamiendo la herida toda la noche, como una perra parida a los
cachorros; el chiquillo se dejaba querer y sonreía... Se quedó dormidito y en sus labios
quedaba aún la señal de que había sonreído. Fue aquella noche, seguramente, la única
vez en su vida que le vi sonreír...
La familia de Pascual Duarte, Camilo José Cela, 1942
Facsímil
Fotograma de la
películaCamilo José Cela
9. B) CARMEN LAFORET
Escribe Nada, (premio
Nadal de 1944). Es quizás la
primera novela
generacional de
posguerra. Comparte con
La familia de Pascual
Duarte el tono sombrío y
existencial. La
protagonista es una joven
estudiante que rechaza la
sordidez de la posguerra, en
este caso el ambiente
familiar y estudiantil de
la Barcelona de la época. Carmen Laforet
10. C) MIGUEL DELIBES
Por encima de las
modas y las escuelas.
Toda su obra tiene un tono
ético y humanista de
base cristiana que
combina con el amor a la
naturaleza y el rechazo
a la deshumanización y
al consumismo. Abundan
en sus novelas los niños,
los viejos, la vida del
campo, la pobreza, el
paisaje de Castilla. Su
estilo es sencillo, pero
no poco elaborado.
Carmen Laforet
Primera obra, La sombra
del ciprés es alargada,
premio Nadal de 1947.
Aparecen dos temas aquí
que serán recurrentes en
sus novelas: la infancia y la
muerte.
Miguel
Delibes
11. III. LA NOVELA DE LOS CINCUENTA
El realismo social: se
inicia con la publicación de La
colmena de Camilo José Cela,
en 1951. Fue publicada en
Buenos Aires, porque la
censura consideró inmorales sus
referencias eróticas. Lo más
original:
Personaje colectivo (más
de trescientos personajes,
mediocres, vulgares,
despreciables algunos y
conmovedores otros que
deambulan por Madrid en el
invierno de 1942).
Condensación temporal
(dos días).
Carácter de novela abierta
(sin argumento final, como la
vida real, que intensifica el tema,
pues refleja la incertidumbre de
los destinos humanos). Estas
tres características se repetirán
en las novelas del periodo.
Se intensificará sobre todo a
partir de 1954, con la publicación
de obras como Los bravos, de
Jesús Fernández Santos, o
El fulgor y la sangre, de
Ignacio Aldecoa, a las que
seguirán muchas otras en años
posteriores.
12. LA COLMENA
(FRAGMENTOS)
Don Roque se queda preocupado.
—A mí que no me digan; esto no es serio.
Doña Visi se siente un poco en la obligación de disculparse ante su amiga.
—¿No tiene usted frío, Montserrat? ¡Esta casa está algunos días heladora!
—No, por Dios, Visitación; aquí se está muy bien. Tienen ustedes una casa muy grata,
con mucho confort, como dicen los ingleses.
—Gracias, Montserrat. Usted siempre tan amable.
Doña Visi sonrió y empezó a buscar su nombre en la lista. Doña Montserrat, alta,
hombruna, huesuda, desgarbada, bigotuda, algo premiosa en el hablar y miope, se
caló los impertinentes.
Efectivamente, como aseguraba doña Visi, en la última página de "El querubín
misionero", aparecía su nombre y el de sus tres hijas.
"Doña Visitación Leclerc de Moisés, por bautizar dos chinitos con los nombres de
Ignacio y Francisco Javier, 10 pesetas. La señorita Julita Moisés Leclerc, por bautizar
un chinito con el nombre de Ventura, 5 pesetas. La señorita Visitación Moisés
Leclerc, por bautizar un chinito con el nombre de Manuel, 5 pesetas. La señorita
Esperanza Moisés Leclerc, por bautizar un chinito con el nombre de Agustín, 5
pesetas."
—¿Eh? ¿Qué te parece?
13. Doña Montserrat asiente, obsequiosa.
—Pues que muy bien me parece a mí todo esto, pero que muy bien. ¡Hay que hacer
tanta labor! Asusta pensar los millones de infieles que hay todavía que convertir. Los
países de los infieles, deben estar llenos como hormigueros.
—¡Ya lo creo! ¡Con lo monos que son los chinitos chiquitines! Si nosotras no nos
privásemos de alguna cosilla, se iban todos al limbo de cabeza. A pesar de nuestros
pobres esfuerzos, el limbo tiene que estar abarrotado de chinos, ¿no cree usted?
-¡Ya, ya!
—Da grima sólo pensarlo. ¡Mire usted que es maldición la que pesa sobre los chinos!
Todos paseando por allí, encerrados sin saber qué hacer...
—¡Es espantoso!
—¿Y los pequeñitos, mujer, los que no saben andar, que estarán siempre parados
como gusanines en el mismo sitio?
—Verdaderamente.
—Muchas gracias tenemos que dar a Dios por haber nacido españolas. Si hubiéramos
nacido en China, a lo mejor nuestros hijos se iban al limbo sin remisión. ¡Tener hijos
para eso! ¡Con lo que una sufre para tenerlos y con la guerra que dan de chicos!
Doña Visi suspira con ternura.
—¡Pobres hijas, qué ajenas están al peligro que corrieron! Menos mal que nacieron en
España, ¡pero mire usted que si llegan a nacer en China! Igual les pudo pasar, ¿verdad,
usted?
14. ....
Algún hombre ya metido en años cuenta a gritos la broma que le gastó, va ya para el
medio siglo, a Madame Pimentón.
—La muy imbécil se creía que me la iba a dar. Sí, sí... ¡Estaba lista! La invité a unos
blancos y al salir se rompió la cara contra la puerta. ¡Ja, ja! Echaba sangre como un
becerro. Decía: "Oh, la, la; oh, la, la", y se marchó escupiendo las tripas. ¡Pobre
desgraciada, andaba siempre bebida! ¡Bien mirado, hasta daba risa!
Algunas caras, desde las próximas mesas, lo miran casi con envidia. Son las caras de las
gentes que sonreían en paz, con beatitud, en esos instantes en que, casi sin darse cuenta,
llegan a no pensar en nada. La gente es cobista por estupidez y, a veces, sonríen aunque
en el fondo de su alma sientan una repugnancia inmensa, una repugnancia que casi no
pueden contener. Por coba se puede llegar hasta el asesinato; seguramente que ha
habido más de un crimen que se haya hecho por quedar bien, por dar coba a alguien.
—A todos estos mangantes hay que tratarlos asi; las personas decentes no podemos
dejar que se nos suban a las barbas. ¡Ya lo decía mi padre! ¿Quieres uvas? Pues entra por
uvas. ¡Ja, ja! ¡La muy zorrupia no volvió a arrimar por allí!
Corre por entre las mesas un gato gordo, reluciente; un gato lleno de salud y de
bienestar; un gato orondo y presuntuoso. Se mete entre las piernas de una señora, y la
señora se sobresalta.
—¡Gato del diablo! ¡Largo de aquí!
El hombre de la historia le sonríe con dulzura.
—Pero, señora, ¡pobre gato! ¡Qué mal le hacía a usted?
15. DOS TENDENCIAS BÁSICAS
DENTRO DEL REALISMO SOCIAL
Entiende la novela como un testimonio
de la época. Debe recoger sólo acciones y
palabras de los personajes y los
ambientes, como una cámara de
cine.
Rasgos:
El narrador-autor no aparece en
la obra.
Se limita la importancia del
protagonista o aparece un
protagonista colectivo.
Se concentra el tiempo y el
espacio .
Estructura sencilla al igual que
el estilo.
Representante: Sánchez Ferlosio y
su novela El Jarama (1956), Ignacio
Aldecoa, Jesús Fernández Santos,
Carmen Martín Gaite, García
Hortelano
Una evolución del objetivismo.
Pretende denunciar de forma más
explícita las injusticias sociales. El
escritor asume un compromiso con la
realidad, pues la literatura
comprometida intenta transformarla (es
lo que defienden Jean-Paul Sartre en
Francia y el neorrealismo italiano).
Rasgo fundamental:
Personajes-tipo, es decir,
representativos de su clase, antes
que individualizados.
Representantes: Jesús López
Pacheco, Luis Goytisolo, Juan
Goytisolo, José Manuel Caballero
Bonald, Lauro Olmo.
OBJETIVISMO REALISMO CRÍTICO
16. EL JARAMA
(FRAGMENTOS)
-El Santos, ¡cómo le da! ¡Vaya un saque que tiene el sujeto! Qué forma de meter.
-Hay que hacer por la vida, chico. Pues tú tampoco te portas malamente.
-Ni la mitad que tú. Tú es que no paras, te empleas a fondo.
-Se disfruta de verlo comer -dijo Carmen.
-¿Ah, sí? Mira ésta, ¿te has dado cuenta el detalle? Y que disfruta viéndolo comer.
Eso se llama una novia, ¿ves tú?
-Ya lo creo. Luego éste igual no la sabe apreciar. Eso seguro.
-Pues no se encuentra todos los días una muchacha así. Desde luego, es un chollo.
Tiene más suerte de la que se merece.
-Pues se merece eso y mucho más, ya está -protestó Carmen-. Tampoco me lo
hagáis ahora de menos, por ensalzarme a mí. Pobrecito mío.
-¡Huyuyuy!, ¿cómo está la cosa! -se reía Sebastián-. ¿No te lo digo?
-Todos miraban riendo hacia Santos y Carmen. Dijo Santos:
-¡Bueno, hombre!,
17. IV. LA RENOVACIÓN DE LA
NARRATIVA EN LOS SESENTA
Nuevo clima cultural, originado
por factores políticos,
económicos y sociales.
Se relaja la tensión entre los
bloques comunista y capitalista, y se
acaba así con la guerra fría.
En economía, el desarrollo conlleva la
mejora de las condiciones de
vida, se amplía la educación y se
entra de lleno en la sociedad de
consumo.
Surgen también muchos
movimientos críticos que
aspiran a cambiar el sistema en
todos los órdenes, algunos de ellos
muy radicales, como se refleja en el
Mayo del 68 francés. Estas
actitudes de protesta, se encauzaron a
través de múltiples tendencias, como
el movimiento hippy, el
pacifismo, el feminismo o la
contracultura.
En España, todavía bajo
la dictadura de Franco,
este cambio de
sensibilidad incidió
sobre todo en los
ambientes juveniles e
intelectuales.
18. Foto1.
•Mayo en Francia
•El mundo
convulsionado
•España en el 1968
Foto 2.
•Raimon en la
Facultad de
Económicas de
Madrid.
19. RENOVACIÓN DE LAS TÉCNICAS
NARRATIVAS
Agotamiento del realismo social. Críticas sobre
la pobreza del estilo realista.
Búsqueda de nuevas formas narrativas: el
novelista debe superar el relato realista
tradicional, que había sustituido al periodismo
testimonial, inexistente en nuestro país por
razones políticas en las décadas anteriores. Se
adoptan técnicas que ya se estaban
experimentando en Europa y América desde
los años veinte (James Joyce, Kafka, Faulkner,
Dos Passos). Después tendrán en cuenta los
modelos hispanoamericanos (La ciudad y los
perros, de Vargas Llosa; Rayuela, de Julio
Cortázar; Cien años de soledad, de García
Márquez).
20. Características de la nueva novela:
Punto de vista narrativo múltiple, bien a través del
perspectivismo (aparición de varios narradores) o del
contrapunto (explicación de varias historias a la vez).
Monólogo interior (por influencia del Ulises de Joyce, de
1922) y el estilo indirecto libre.
Ruptura de la linealidad del tiempo del relato.
Desaparición de la división tradicional en capítulos,
así como de los límites entre los géneros, de modo que
en un relato experimental podemos encontrar ensayos,
anuncios, estadísticas, gráficos,…
Protagonismo de la técnica y la estructura, en
detrimento del argumento.
Pérdida de la definición de los personajes;
Se busca un estilo innovador, a través de la invención de
palabras, la supresión de los signos de puntuación o el
uso arbitrario de la tipografía, además del empleo de los
más variados registros. La novela experimental mezcla
con absoluta libertad estilos y tonos.
21. TIEMPODESILENCIO
Todo esto se
refleja en la
obra que
revolucionó
el ambiente
literario en
1962 y que
inicia una
nueva etapa
narrativa:
Tiempo de
silencio, de
Luis Martín
Santos.
Póstumos son
Tiempo de
destrucción
(1975), novela
inconclusa, y
sus cuentos
publicados
bajo el título de
Apólogos
(1970).
La realidad está sometida a una visión metafórica y
simbólica, así como a un tratamiento irónico y sarcástico.
También aparece una concepción mítica de esa realidad
cotidiana (las personas y las cosas se transforman en remedos
de mitos clásicos). Se emplean distintos tonos.
Abundan las digresiones que tienen la función de apoyar un
aspecto de la historia y, al mismo tiempo, trascenderlo
(tienen interés por sí mismas). Por ejemplo, destacan una sobre
los toros, otra sobre Cervantes,…
Se pasa revista a todas las clases sociales: las gentes que
pueblan el universo contradictorio de la novela son distintas
económica, social y culturalmente, pero todas participan en la
“danza”.
No está dividida en capítulos, sino en unidades separadas por
espacios en blanco, que pueden denominarse “secuencias”. Hay
sesenta y tres.
A veces aparece un narrador omnisciente; otras, éste cede la
palabra a los personajes; abundan los monólogos interiores,
que sirven para caracterizar a los personajes, para mostrar sus
frustraciones, dudas, contradicciones, su catadura moral,…
El lenguaje y estilo de esta novela son muy complicados,
rebuscados y barrocos, en consonancia con la ironía. A veces
se imita (irónicamente) la retórica clásica que demuestra las
múltiples y variadas lecturas de su autor.
22. TIEMPO DE SILENCIO
(FRAGMENTOS)
" El sol sigue tan tranquilo entrando en el departamento y allí se
dibuja el Monasterio. Tiene todas sus cinco torres apuntando para
arriba y ahí se las den todas. No se mueve. Tiene piedras
alumbradas por el sol o aplastadas por la nieve y ahí se las den
todas. Está ahí aplastadito, achaparradete, imitando a la parrilla
que dicen, donde se hizo vivisección a ese sanlorenzo de nuestros
pecados, a ese sanlorenzaccio que sabes, a ese sanlorenzón a ése
que soy yo, a ese lorenzo, lorenzo que me des la vuelta que ya estoy
tostado por este lado, como las sardinas, lorenzo, como sardinitas
pobres, humildes, ya me he tostado, el sol tuesta, va tostando, va
amojamando, sanlorenzo era un macho, no gritaba, no gritaba,
estaba en silencio mientras lo tostaban torquemadas paganos,
estaba en silencio y sólo dijo -la historia sólo recuerda que dijo-
dame la vuelta que por este lado ya estoy tostado... y el verdugo le
dio la vuelta por una simple cuestión de simetría.”
(…)
24. Solo aquí, qué bien, me parece que estoy encima de todo. No me puede pasar
nada. Yo soy el que paso. Vivo. Vivo. Fuera de tantas preocupaciones, fuera del
dinero que tenía que ganar, fuera de la mujer con la que me tenía que casar,
fuera de la clientela que tenía que conquistar, fuera de los amigos que me tenían
que estimar, fuera del placer que tenía que perseguir, fuera del alcohol que tenía
que beber. Si estuvieras así. Mantente ahí. Ahí tienes que estar. Tengo que estar
aquí, en esta altura, viendo cómo estoy solo, pero así, en lo alto, mejor que antes,
más tranquilo, mucho más tranquilo. No caigas. No tengo que caer. Estoy así
bien, tranquilo, no me puede pasar nada, porque lo más que me puede para es
seguir así, estando donde quiero estar, tranquilo, viendo todo, tranquilo, estoy
bien, estoy bien, estoy muy bien así, no tengo nada que desear.
Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo la maté. ¿Por qué? ¿Por qué? Tú no la
mataste. Estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no la maté. Ya
estaba muerta. Yo no fui. No pensar. No pensar. No pienses. No pienses en nada.
Tranquilo, estoy tranquilo. No me pasa nada. Estoy tranquilo así. Me quedo así
quieto. Estoy esperando. No tengo que pensar. No me pasa nada. Estoy tranquilo,
el tiempo pasa y yo estoy tranquilo porque no pienso en nada. Es cuestión de
aprender a no pensar en nada, de fijar la mirada en la pared, de hacer que tú
quieras hacer porque tu libertad sigue existiendo también ahora. Eres un ser libre
para dibujar cualquier dibujo o bien para hacer una raya cada día que vaya
pasando como han hecho otros, y cada siete días una raya más larga, porque eres
libre de hacer las rayas todo lo largas que quieras y nadie te lo puede impedir.
25. VI. DESPUÉS DE TIEMPO DE
SILENCIO (1962).
La tendencia general es
hacia el
experimentalismo. Se
incorporan a él autores ya
conocidos y otros nuevos.
En 1966 aparecen tres
obras que suponen su
asimilación, cuyos
autores pertenecen a tres
generaciones diferentes:
Cinco horas con
Mario, de Miguel
Delibes; Señas de
identidad, de Juan
Goytisolo; y Últimas
tardes con Teresa, de
Juan Marsé.
Conclusión: en la
renovación de las técnicas
narrativas participaron:
a) Novelistas de los
cuarenta: Delibes, Cela
(San Camilo 1936), y
Torrente Ballester (La
saga/fuga de J.B.)
b) Novelistas de los
cincuenta: Juan Goytisolo.
c) Novelistas de los sesenta,
es decir, nuevos en el
panorama literario: Juan
Marsé y Juan Benet
(Volverás a Región).
26. Siguen experimentando autores de los cincuenta que no
lo hicieron en los sesenta: Ana Mª Matute, Carmen Martín
Gaite, Jesús Fernández Santos, José Manuel Caballero
Bonald y Juan García Hortelano.
Aparecen nuevos narradores: Luis Goytisolo (Antagonía,
que reúne cuatro novelas, tituladas Recuento, Los verdes de
mayo hasta el mar, La cólera de Aquiles y Teoría del
conocimiento) y Francisco Umbral (Memorias de un niño de
derechas, Mortal y rosa,...)
En 1975 se publicará una novela clave: La verdad sobre el
caso Savolta, de Eduardo Mendoza, que supone una
vuelta a una novela más tradicional, de estructura
simple, lineal en el tiempo y con una trama y unos
personajes claros. Se huye del experimentalismo que ha
dado como resultado unos textos alejados del interés del
público no intelectual.
28. VII. LA NOVELA DESDE LOS AÑOS
OCHENTA HASTA LA ACTUALIDAD
A partir de esta fecha (1975) se produce una
desorientación estética y la narrativa presentará
gran variedad de tendencias en temas y
técnicas. Todo ello hace muy difícil la clasificación,
pues lo que destacan son autores y obras.
Entre los autores más importantes destacamos:
Eduardo Mendoza, Manuel Vázquez
Montalbán, Antonio Muñoz Molina, Almudena
Grandes, Julio Llamazares, Javier Marías, Juan
José Millás, Rafael Chirbes, Luis Landero, Isaac
Rosa …