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Autor: Rodrigo Pereira González
Profesor: Cristian Molina Gallardo
21/11/2012
La idea de Cruzada y Yihad entre
1095 y 1099:
Una aproximación historiográfica a
la aplicación del concepto de
Guerra Santa.
PEDAGOGÍA EN HISTORIA, GEOGRAFÍA Y EDUCACIÓN CÍVICA
FACULTAD DE EDUCACIÓN – SEDE VIÑA DEL MAR
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Mis agradecimientos al Profesor Patricio Zamora Navia, quien, en
nuestras conversaciones y cafés, me acercó a la Historia Medieval,
y gracias a sus aportes teóricos y bibliográficos, comienzo a
descubrir (y espero no terminar de hacerlo) el mundo de la Guerra
Santa, La Cruzada y el Yihad.
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ÍNDICE
Índice………………………………………………………………………………….....
Prólogo………………………………………………………………………………….
2
3
Introducción………………………………………...…………………………………. 4
Primera Parte: Guerra Santa y Cruzada…………………………………………..
I.I : Hacia una construcción del concepto de Guerra Santa en Occidente….
I.II : La Cruzada entre los años 1095 y 1099…………………………………...
I.III : Aplicación del concepto de Guerra Santa a la primera campaña Cruzada entre
1095 y 1099…………………………………………………...
7
8
15
21
Segunda Parte: Guerra Santa y Yihad……………………………………………. 25
II.I : Hacia una construcción del concepto de Guerra Santa en Oriente……..
II.I : El Yihad entre los años 1095 y 1099………………………………………..
II.II : Aplicación del Concepto de Guerra Santa al Yihad……………………….
26
31
36
Conclusión……………………………………………………………………………...
Bibliografía……………………………………………………………………………..
38
42
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PRÓLOGO
Si queremos reducir la Edad Media a una sola palabra, podremos definirla con Iglesia. Pero
no solo en el ámbito puramente eclesiástico, pues en esta investigación se presenta la visión
de la Iglesia Occidental frente a la amenaza del Infiel musulmán que conquistó y profanó el
lugar donde Cristo se sacrificó por todos los hombres.
Para Oriente, vemos la defensa del lugar donde Mahoma realizó el vuelo nocturno y
ascendió a los siete cielos. Donde se codificó gran parte de la base de su doctrina.
La Edad Media es un mundo épico, que atrae al lector a los conflictos religiosos, a las mal
llamadas “Guerras Santas”, a los hidalgos y valerosos caballeros medievales, o a los
cuentos que generalmente se ambientan dentro de estos mil años de historia.
Pero más allá de eso, la Edad Media y sus procesos presentan un problema de
conceptualización que durante esta investigación han sido desarrollados para intentar
aproximarnos a una nueva y acertada interpretación historiográfica.
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INTRODUCCIÓN
La presente investigación busca entregar una aproximación a una problemática conceptual
constante en la historiografía Medieval. Nos referimos a la conceptualización de Guerra
Santa, en sus ideas occidentales y orientales respecto al conflicto, y cómo esta idea se
asocia, o incluso aplica indebidamente, a los conceptos de Cruzada y de Yihad.
Muchas veces se asocia o se utiliza el término de Guerra Santa para referirse al Yihad y a la
Cruzada, y muchas de esas veces de mala manera. Siendo esta problematización de
conceptos la idea central de la presente investigación, se busca realizar la aproximación del
concepto Guerra Santa de Occidente a la Primera Cruzada, y el concepto de Guerra Santa
de Oriente al Yihad.
Para realizar la investigación y formular nuestra tesis de manera de llegar al resultado
esperado, y a la problemática de la investigación, es que la investigación se ha divido en
dos partes, enfocándose la primera en el Occidente Cristiano y la segunda en el Oriente
Islámico:
PARTE I:
I) Se trata del punto de vista y conceptualización cristiana occidental del concepto de
Guerra Santa y su evolución desde una Guerra Justa a una sacralización de la idea de guerra
para llegar a la definición del concepto de Guerra Santa como tal.
II) En la primera parte de la investigación se realiza un análisis historiográfico a la
Cruzada, examinando principalmente el llamamiento en el año 1095 y las ideas que tiene
Occidente de Oriente de acuerdo a las fuentes.
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III) Finalmente, se realiza un análisis de la conceptualización de la Guerra Santa y se
entrega una forma de aplicar el concepto de Guerra Santa a la Primera Cruzada de acuerdo
a lo que las fuentes y la bibliografía especializada nos ofrece.
PARTE II:
I) En esta etapa, se investiga la noción del Oriente islámico respecto al concepto de Guerra
Santa. Al igual que en la primera parte, se realiza un análisis a las fuentes historiográficas
de Oriente para comprender lo que el Islam presenta como una Guerra Santa.
II) Se investiga la problemática y conceptualización del Yihad y sus etapas de aplicación
desde el siglo VIII al XI, siendo éste último siglo el que nos concierne en esta
investigación. Se tratan los principales tipos de Yihad y sus características.
III) De acuerdo a los conceptos obtenidos de Guerra Santa y Yihad, se intenta realizar una
aproximación de la idea de Guerra Santa Oriental a las distintas etapas y tipos del Yihad
que son estudiados en la parte II.
Como ya se mencionó, nuestro objeto de estudio es la problemática de la conceptualización
de Guerra Santa que se obtiene en la historiografía, tanto especializada como no
especializada de le Edad Media.
El objetivo general de esta investigación radica en analizar las ideas de Guerra Santa y
construir el concepto adecuado para Occidente y para Oriente y aplicarlo a la idea de
Cruzada y de Yihad, según corresponda.
Para cumplir este objetivo, primero deberemos conocer, comprender y analizar las
diferentes teorías existentes respecto a las Guerras Santas de Occidente y Oriente, y así
también teorías respecto a la Cruzada y al Yihad.
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Los objetivos tienen como enfoque responder a la problemática que genera el titulo de la
investigación: “La idea de Cruzada y Yihad entre 1095 y 1099: Una aproximación
historiográfica a la aplicación del concepto de Guerra Santa”. Es decir, responder si es
posible o no aplicar el concepto de Guerra Santa a la Primera Cruzada y al Yihad.
Para llegar a este objetivo, se ha recurrido a bibliografía especializada, destacándose a M.
Canard, Jean Flori, Paul Alphandéry, José Marín, Diego Melo, entre otros, quienes se
dedican al estudio de la Guerra Santa, la Cruzada y el Yihad a través de las ideas y la
conceptualización de los diferentes procesos.
También se recurrió al análisis de fuentes historiográficas, principalmente a las del Concilio
de Clermont de 1095 para comprender la visión occidental de las Cruzadas, y a
codificaciones del Yihad entre los siglos VIII y XII para acercarnos a la idea del Yihad en
Oriente.
Para concluir con esta introducción, es necesario agregar que esta investigación se realiza
en torno al examen de Seminario de Especialidad, HIS-801, a cargo del Profesor Cristian
Molina Gallardo de la Universidad de las Américas, sede Viña del Mar, con fecha 21 de
noviembre de 2012.
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PRIMERA PARTE:
GUERRA SANTA Y CRUZADA
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I.I - HACIA UNA CONSTRUCCIÓN DEL CONCEPTO DE GUERRA
SANTA EN OCCIDENTE:
Tomando la tesis de M. Canard1
, encontramos tres elementos que condicionan la idea de
una Guerra Santa. Primero, debe realizarse por una causa justa, tal como la defensa del
territorio o las leyes, o la recuperación de bienes; Segundo, como una necesidad mayor y
única forma de corregir una injusticia; y Tercero, debe ser guiada por una autoridad
representativa. Para sostener la tesis de Canard solo necesitamos un ejemplo claro que
aplique a Occidente y Oriente, y éste radica en la importancia de la ciudad de Jerusalén
tanto para cristianos como para musulmanes durante el siglo XI.
1°- Para los cristianos la causa justa es recuperar el lugar donde Jesús dio la vida por todos
los cristianos, mientras que para los musulmanes es el lugar donde el Profeta Mahoma
ascendió a los siete cielos.
2°- La forma de corregir la injusticia para cristianos y musulmanes se trata de liberar la
ciudad del infiel, del enemigo de la religión propia.
3°- Urbano II, en Occidente, realizó el llamamiento a la Cruzada en el concilio de Clermont
el año 1095. Mientras que en Oriente, el Yihad pudo ser llamado por los Califas, pero no se
concretó hasta después de la conquista de Jerusalén por los Cruzados2
.
1
CANARD, M., La guerre sainte dans le monde islamique en dans le monde chrétien, en Revue
Africane, N° 79, Parte II, Paris, 1936, pp. 611.
2
MELO, Diego, El Islam de Frente a las Cruzadas: La visión Oriental, desde la escisión interna
hasta la reunificación de Saladino, en Intus Legere, Vol 1, N° 1-2, Santiago, 2007, pp. 140 y suc.
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Para Paul Alphandéry3
la Guerra Santa conlleva a la remisión de los pecados, a la
indulgencia, a través de la sangre vertida en la propia guerra. José Marín4
destaca que existe
un elemento que define y caracteriza a la Guerra Santa, el cual se relaciona directa y
estrechamente con la idea de Guerra Santa de Paul Alphandéry. Para Marín una Guerra
Santa es aquella en la que, junto a la remisión de los pecados, existe la recompensa del
martirio a aquellos que, retomando los postulados de Canard, mueran en el campo de
batalla defendiendo una causa que debe ser justa y legítima5
. De acuerdo a diversos
cronistas presentes en el Concilio de Clermont en noviembre de 1095, sí existió una
promesa celestial a los peregrinos que dirigieron su rumbo a la ciudad de Jerusalén para
liberar a los cristianos de Oriente y los Lugares Sagrados de la cristiandad. Podemos
encontrar en el relato de Foucher de Chartres el siguiente fragmento sobre las recompensas
celestiales que son ofrecidas y destacas por Paul Alphandéry y José Marín:
En cuanto a aquellos que partirán, si pierden la vida, sea durante la ruta
por tierra, sea atravesando los mares, sea combatiendo a los idólatras,
todos los pecados les serán remitidos en ese momento; este favor tan
precioso yo lo concedo en virtud de la autoridad por la cual he sido
investido por Dios mismo6
.
3
ALPHANDÉRY, Paul, La cristiandad y el concepto de Cruzada. Las primeras Cruzadas, Unión
Tipográfica Editorial Hispano Americana (UTEHA), México D.F., 1959, pp.
4
MARÍN, José, Cruzada, Guerra Santa y Yihad. La Edad Media y Nosotros, Ediciones
Universitarias de Valparaíso Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, 2003, pp.
77.
5
Ídem.
6
FOUCHER DE CHARTRES, Histoire des Croisades, Chap. 1, Ed. Guizot, 1825, Paris, pp. 7-10.
Trad del francés por José Marín R.
Página10
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De la crónica de Guillermo de Tyro podemos encontrar fragmentos que sustentan aún más
la tesis de Alphandéry y Marín. Siempre destacando la importancia de las recompensas
celestiales a quienes mueran por la causa justa.
Que quienes mueran en esos lugares con verdadero arrepentimiento, no
duden ni un momento que obtendrán indulgencia por sus pecados, y que
alcanzarán los frutos de las recompensas eternas7
.
Carl Erdmann propone que una Guerra Santa en Occidente se debe entender como un
servicio armado a favor de la Iglesia8
. Existen diversos autores que se basan en la tesis de
Erdmann. Uno de ellos Steven Runcimann, quien afirma que la Guerra Santa aparte de ser
un servicio armado a favor de la Iglesia, se hace por los intereses de la misma9
.
Otro importante y destacado estudioso de la Guerra Santa es Jean Flori10
, quien descarta la
tesis de Jonathan Riley-Smith11
. Tesis que sostiene que no existió martirio en la Primera
Cruzada, y que sería una noción creada por los mismos guerreros en combate. Esta tesis
puede ser descartada con las crónicas del llamamiento a la Cruzada de Urbano escritos por
7
GUILLAUME DE TYR, Histoire des Croisades, I, Éd. Guizot, 1824, Paris, vol. I, pp. 38-45. Trad.
del francés por José Marín R.
8
ERDMANN, Carl, Alle Origine dell’idea di Crociata, Stuttgard, 1935, en MARÍN, José, Cruzada,
Guerra Santa y Yihad…, Op. Cit., pp. 76.
9
RUNCIMAN, Steven, Historia de las Cruzadas, Cambridge, 1954, en MARÍN, José, Cruzada,
Guerra Santa y Yihad…, Ídem.
10
FLORI, Jean, La Guerra Santa. La formación de la idea de Cruzada en el Occidente cristiano,
Trotta, Madrid, 2003, pp. 327 y suc.
11
RILEY-SMTIH, Jonathan, The First Crusade and the Idea of Crusading, Londres, 1993,
Página11
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Foucher de Chartres y Guillermo de Tyro, entre otros12
, los que destacan el martirio de
aquellos que mueran en peregrinación o combate por la causa justa de la Iglesia.
Flori basándose principalmente en la tesis de Carl Erdmann, sostiene que la Guerra Santa,
en Occidente, es una derivación de la idea de la Guerra Justa13
de San Agustín de Hipona.
12
Es posible encontrar una serie de cronistas que nos permiten avalar que sí existieron
recompensas celestiales, como la remisión de los pecados y el martirio para los que siguieran el
llamamiento de Urbano II. Tales ejemplos son:
 FOUCHER DE CHARTRES, Histoire des Croisades…, Op. Cit., “En cuanto a aquellos que
partirán, si pierden la vida, sea durante la ruta por tierra, sea atravesando los mares, sea
combatiendo a los idólatras, todos los pecados les serán remitidos en ese momento; este favor
tan precioso yo lo concedo en virtud de la autoridad por la cual he sido investido por Dios
mismo.”
 GUIBERT DE NOGENT, Histoire des Croisades, II, Éd. Guizot, 1825, Paris, pp. 46-52. Trad. al
francés por José Marín R. “Ahora os proponemos guerras que tienen en sí mismas la gloriosa
recompensa del martirio, que serán por siempre objeto de elogio, para los tiempos presentes y
para la posteridad.”
 GUILLAUME DE TYR, Histoire des Croisades…, Op. Cit., “[…] remitimos a los cristianos fieles
que tomen las armas contra esos enemigos, y emprendan la tarea de esa peregrinación, las
penitencias que les han sido impuestas por sus pecados. Que quienes mueran en esos lugares
con verdadero arrepentimiento, no duden ni un momento que obtendrán indulgencia por sus
pecados, y que alcanzarán los frutos de las recompensas eternas.”
 ORDERIC VITAL, Histoire de Normandie, Libro IX, Ed. Guizot, 1826, Paris, vol. III, pp. 410-
413. Trad. del francés por José Marín R. “El prudente Papa incitó a la guerra contra los
enemigos a todos aquellos que convenientemente podían llevar las armas, y dio, en virtud de
la autoridad divina, la absolución de todos los pecados a todos los penitentes, a partir del
momento en que tomaran la Cruz del Señor.”
 ROBERT LE MOINE, Histoire de la Première Croisade, Ed. Guizot, 1825, Paris, pp. 301-306.
Trad. del francés por José Marín R. “[…] recordad lo que el Señor dice en su Evangelio: "Quien
ama a su padre y a su madre más que a mí, no es digno de mí" (Mt 10,37). "Aquel que por
causa de mi nombre abandone su casa, o sus hermanos o hermanas, o su padre o su madre,
o su esposa o sus hijos, o sus tierras, recibirá el céntuplo y tendrá por herencia la vida eterna"
(Mt 19,29).”
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Su teoría se basa en que Dios no ha descartado el uso de la guerra, incluso la ordenó en
antaño14
. Para Flori, una de las principales ideas que sustentan la Guerra Santa, es la
legitimación directa de Dios y sus lugartenientes15
.
Para Vicente Cantarino la Guerra Santa es un concepto propio del mundo islámico que el
cristianismo debió utilizar como respuesta a la agresividad musulmana hacia Tierra Santa.
Es decir, una acción en defensa propia o una agresión protectora de los intereses de Dios en
la tierra y de la cristiandad contra la amenaza musulmana16
. Nuevamente es posible
apreciar que la Guerra Santa en Occidente nace por, tal como ya propuso M. Canard en
1936, la idea de una causa justa, como recuperar Jerusalén. Por su parte J. Riley-Smith
propone que la idea de Guerra Santa en Occidente apareció y desarrolló por motivos que no
eran islámicos17
.
James A. Brundage18
sostiene que una Guerra Santa es aquella en que existe un beneficio
espiritual para aquellos que participen de la guerra. Además propone que de acuerdo al
13
La Guerra Justa de San Agustín es una doctrina que para Jean Flori, basándose en Carl
Erdmann, se origina y ejecuta a través del poder laico. Según San Agustín «El orden natural,
acomodado a la paz de los mortales, postula que la autoridad y la deliberación de aceptar la guerra
pertenezca al príncipe» (Contra Faustum, siglo IV), por lo que no existe una intervención directa de
Dios dentro de la proclamación de la guerra, pasando ésta a ser una guerra laica, a veces
interpretada como una guerra defensiva.
14
En el Antiguo Testamento podemos encontrar los primeros vestigios de una idea de guerra
ordenada por Dios. Un ejemplo claro es el Éxodo y los rasgos que acercan a la idea de una guerra
en Israel.
15
FLORI, Jean, La Guerra Santa…, Op. Cit., pp. 263
16
CANTARINO, Vicente, "The Spanish Reconquest: A Holy War Against Islam?," en Khalil I.
Semaan, ana the Medieval West. Aspects of Intercultural, University of New York Press, 1980, pp.
82 y suc.
17
RILEY-SMTIH, Jonathan, The First Crusade… Op. Cit
18
BRUNDAGE, James A., Holy War and the Medieval Lawyers, en MURPHY, Thomas, The Holy
War, Ohio State University Press, 1976, pp. 100
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pensamiento de los siglos XI al XIII, existían cuatro puntos19
que se debían tomar en
consideración al momento de iniciar o llamar a una Guerra Santa. Estos puntos son 1) La
autoridad para iniciar la guerra; 2) El poder para hacer la guerra; 3) Las limitaciones en
materia de conflictos armados; 4) Los derechos de propiedad y de responsabilidad por
daños y perjuicios sufridos como consecuencia de las hostilidades.
Un análisis más extenso sobre la conceptualización de Guerra Santa es el que realiza James
Turner Johnson20
. Se basa en al menos diez características que debe cumplir una guerra
para ser considerada como Santa. Muchos de los elementos que Johnson propone ya han
sido mencionados en otros autores, como por ejemplo Canard, pero aun así se destaca esta
tesis debido al grado de análisis realizado por el autor para comprender y aproximar al
lector a una idea de Guerra Santa vista desde la tradición Occidental. José Marín realizó un
completo análisis a la tesis de Johnson, destacando los siguientes elementos21
que éste
considera fundamentales para realizar una aproximación al concepto de Guerra Santa en
Occidente. 1) La Guerra Santa debe realizarse bajo la guía divina; 2) Se combate por la fe
en Dios a partir de la convocatoria de una autoridad representativa; 3) Dios mismo combate
en la guerra; 4) Es una guerra emprendida contra los enemigos de la religión; 5) El fin de la
guerra es imponer la verdadera religión; 6) Imponer la recta doctrina y castigar las herejías;
7) Los participantes son “santos”22
; 8) Existe un progresión de la fe por medios no
19
Ibídem, pp. 110.
20
JOHNSON, James Turner, The Holy War Idea in Western and Islamic Traditions, The
Pennsylvania State University Press, Pennsylvania, 1997.
21
MARÍN, José, Cruzada, Guerra Santa y Yihad…, Op. Cit., pp. 74-76.
22
FLORI, Jean, Guerra Santa, Yihad, Cruzada…, Op. Cit., pp. 197, “Muchos guerreros cristianos
afirmaron haber visto surgir, para combatir a su lado, legiones celestiales de santos, revestidos de
armaduras refulgentes, que enrolaban banderas blancas y montaban sobre caballos blancos.
Aquellos caballeros del cielo, según dijeron algunos, estaban guiados por los santos militares y
venían acompañados de los cruzados que, matados antes por los infieles turcos, regresaban a la
tierra con los santos del paraíso para socorrer a sus antiguos compañeros que seguían vivos.”
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violentos; 9) Se realiza bajo la guía de un líder inspirado religiosamente; y 10) Es un
fenómeno reconocido como un absoluto milagro antes o durante el conflicto.
De acuerdo a las principales tesis revisadas durante este capítulo, es posible realizar una
aproximación al concepto de Guerra Santa en Occidente y entenderla como aquella guerra
que se realiza por una causa justa, la cual debe ser proclamada por un líder representativo e
inspirado religiosamente, con la legitimación divina y directa de Dios para ofrecer
recompensas celestiales, esencialmente la redención de los pecados y el martirio23
como
compensación escatológica24
, a aquellos que a través del servicio armado combatan por la
fe y en nombre de Dios a los enemigos de la religión, con el objetivo de defender a la
religión y los intereses de la Iglesia, y así imponer la recta doctrina y castigar las herejías.
23
El martirio se entiende como la recompensa celestial que se recibe al morir en el campo de
batalla por una causa justa que se liga al sentido religioso. Existe tanto para el Occidente cristiano
como para el Oriente islámico. En el caso de Occidente se pueden tomar los siguientes ejemplos:
 LEON IX, PL, en FLORI, Jean, Guerra Santa, Yihad, Cruzada…, Op. Cit., pp. 311. “Siento un
gran regocijo por nuestros hermanos que han sido matados combatiendo por Dios en Apulia.
Los he visto, en efecto, entre los mártires, y sus vestidos tenían el esplendor del oro. Todos
portaban en la mano palmas con flores imperecederas, y me decían: “Ven, mora con nosotros,
pues gracias a ti poseemos ahora esta gloria”
 RAÚL GLABER, Historiarum libri quinque, Ibídem, pp. 314. “Cómo unos monjes que fueron
matados con las armas en la mano combatiendo a los musulmanes obtuvieron la corona de los
mártires.”
24
Existe una idea escatológica sobre la Cruzada, la que se debe a su contexto de milenarismo y cercanía al
año mil. Ya se especulaba un fin de los tiempos y ahí radica la importancia de la liberación de los Lugares
Santos de la cristiandad.
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I.II - LA CRUZADA ENTRE LOS AÑOS 1095 Y 1099:
En la ciudad de Clermont, Francia, el 27 de noviembre del año 1095, finalizaba el Concilio
de Clermont, presidido por el Papa Urbano II. El objetivo principal del concilio era tratar
temas eclesiásticos, como la simonía, es decir, la compra y venta de cargos eclesiásticos25
.
La gente que se reunía allí esperaba las palabras del Papa Urbano II, quién una vez
finalizado el concilio de paz, lanzó su llamamiento a la cruzada26
, la muchedumbre
unánime –según los cronistas– le respondió con este grito: “Dios lo quiere”27
. Existen
diversos cronistas que relatan el llamado de Urbano II, además de exponer las causas y
también las recompensas que recibiría el peregrino. Según Foucher de Chartres, el Papa
Urbano II en su discurso propone que:
Es urgente, es preciso que os apuréis en marchar en socorro de vuestros
hermanos que habitan en Oriente […] Los turcos y los árabes se han
precipitado sobre ellos […] extendiendo cada vez más sus conquistas
sobre tierras de cristianos, […] han trastornado completamente las
iglesias, y saqueado todo el país sometido a la dominación cristiana. […]
Es por ello que os advierto y conjuro, no en mi nombre, sino en nombre
del Señor […] a socorrer con diligencia a los adoradores de Cristo […] y
25
MARIN, José, Cruzada, Guerra Santa y Yihad…, Op. Cit., pp. 15
26
La palabra “Cruzada” se comienza a utilizar posteriormente, ya que no existía en la época, pero
si existe el Cruzado que es el “marcado con el signo de la cruz” (Crucesignatus). Al utilizar la
palabra Cruzada, nos referimos al llamamiento de Urbano II a peregrinar hacia Jerusalén y
combatir por la liberación de los cristianos de Oriente y los Lugares Sagrados de la cristiandad.
27
FLORI, Jean, La Guerra Santa…, Op.Cit., pp. 15
Página16
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de expulsar lejos de las regiones sometidas a nuestra fe a la raza impía
de los devastadores. […] Que marchen, dijo el papa finalizando, contra
los infieles y concluyan victoriosamente una lucha que ya desde hace
mucho tiempo debería haberse comenzado28
.
El cronista Foucher de Chartres destaca claramente los objetivos de la peregrinación hacia
Oriente, proponiendo una ayuda a los cristianos sometidos y sitiados por la amenaza
musulmana. Esta amenaza en oriente, y la actitud de los sarracenos frente a los cristianos de
oriente, es descrita por Guillermo de Tiro de la siguiente manera:
La raza impía de los sarracenos, sectarios de tradiciones mundanas,
agobian con una cruel tiranía, y desde hace ya muchos años, los lugares
santos, donde se posaron los pies de Nuestro Señor. Ella subyugó a los
fieles y los condenó a la esclavitud. Los perros han entrado en los lugares
sagrados, el santuario ha sido profanado, el pueblo adorador de Dios ha
sido humillado; la raza de los elegidos padece persecuciones indignas, el
colegio real de los sacerdotes sirve en el fango; la ciudad de Dios, la
reina de las naciones ha sido sometida a un tributo. ¿Qué alma no se
sentirá conmovida, qué corazón no se ablandará, considerando todas
estas cosas?29
.
28
FOUCHER DE CHARTRES, Histoire des Croisades, Chap. 1, Ed. Guizot, 1825, Paris, pp. 7-10.
Trad del francés por José Marín R.
29
GUILLAUME DE TYR, Histoire des Croisades, I, Éd. Guizot, 1824, Paris, vol. I, pp. 38-45. Trad.
del francés por José Marín R.
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En occidente se tenía una visión, quizás un poco excesiva, sobre las calamidades a las que
fueron sometidos los cristianos de Oriente por los sarracenos, es por eso que Urbano II,
según Foucher de Chartres y Guillermo de Tiro, pidió la ayuda de los francos para otorgar
auxilio y protección a los desposeídos de oriente, buscando la liberación y el
establecimiento de los cruzados en Jerusalén y también en Constantinopla.
En diversas crónicas se representa el calvario del que fueron victimas los cristianos de
Oriente. Según Roberto el Monje, la amenaza de los sarracenos se presentaba desde
Constantinopla y Jerusalén, donde sarracenos sitiaban, profanaban, arrasaban y destruían
los templos cristianos, exponiendo y sometiendo a cristianos a la misma suerte de sus
templos, lo que conllevó al Papa Urbano II a darle un aliento de urgencia a su llamado de
auxilio y recuperación de las tierras donde Jesús se sacrificó por los hombres. En su
crónica, Roberto el monje expone el discurso de Urbano II y las penas e injustos castigos a
los que son sometidos los cristianos de oriente, siendo una de las crónicas del Concilio de
Clermont en las que se describe mayormente el cruel escenario que se vivía en los años
previos el Oriente cristiano frente a los sarracenos. Roberto el Monje, deja plasmada en su
crónica que:
De los confines de Jerusalén y de la ciudad de Constantinopla nos han
llegado tristes noticias, […] pueblos del reino de los persas, nación
maldita, nación completamente extraña a Dios, […] ha invadido en esos
lugares las tierras de los cristianos, devastándolas por el hierro, el
pillaje, el fuego, se ha llevado una parte de los cautivos a su país, y a
otros ha dado una muerte miserable, ha derribado completamente las
iglesias de Dios, o las utiliza para el servicio de su culto; esos hombres
derriban los altares, después de haberlos mancillado con sus impurezas;
circuncidan a los cristianos y derraman la sangre de los circuncisos, sea
en los altares o en los vasos bautismales; aquellos que quieren hacer
Página18
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morir de una muerte vergonzosa, les perforan el ombligo, hacen salir la
extremidad de los intestinos, amarrándola a una estaca; después, a
golpes de látigo, los obligan a correr alrededor hasta que, saliendo las
entrañas de sus cuerpos, caen muertos. Otros, amarrados a un poste, son
atravesados por flechas; a algunos otros, los hacen exponer el cuello y,
abalanzándose sobre ellos, espada en mano, se ejercitan en cortárselo de
un solo golpe. ¿Qué puedo decir de la abominable profanación de las
mujeres? Sería más penoso decirlo que callarlo30
.
Con las crónicas de Foucher de Chartres, Guillermo de Tiro y Roberto el Monje, entre otras
referentes al Concilio de Clermont, podemos formarnos una idea de la real motivación y
problemática que enfrentaba Urbano II respecto a los cristianos de Oriente en
Constantinopla y Jerusalén. También es posible entender el por qué es urgente y necesario
marchar a Jerusalén, ya que era necesario que los guerreros de Occidente fueran a socorrer
a sus hermanos de Oriente, que según él estaban en gran peligro, masacrados por los
turcos31
.
Pero parte importante de la peregrinación consistía en la recuperación y liberación de los
lugares sagrados de la cristiandad. Guibert de Nogent en su crónica se encarga de dar a
conocer la importancia que tenía Jerusalén dentro de este proyecto de peregrinación
clamado por Urbano II y por el cual se llamó a la lucha, ya que Jerusalén para el hombre
medieval, es la tierra donde Jesús murió por los hombres. Según Guibert de Nogent, el
llamado a la cruzada proponía que:
30
ROBERT LE MOINE, Histoire de la Première Croisade, Ed. Guizot, 1825, Paris, pp. 301-306.
Trad. del francés por José Marín R.
31
FLORI, Jean, Guerra Santa, Yihad, Cruzada…, Op. Cit., pp. 245.
Página19
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[…] si es verdad que aspiráis al autor de esa santidad y esa gloria, si
queréis ardientemente conocer los lugares de aquella tierra donde se
encuentran sus huellas, es a vosotros a quienes corresponde hacer
grandes esfuerzos, con la ayuda de Dios, que marchará delante de
vosotros, y combatirá por vosotros, a fin de purgar aquella ciudad santa
y aquel glorioso sepulcro, de las humillaciones que allí acumulan los
gentiles con su presencia, tanto más cuanto que está en su poder32
.
En sus cartas, el Papa Urbano II deja ver también su postura, invitando incluso a españoles
a combatir con los sarracenos en España de igual modo que lo hacen los francos a Oriente,
motivándolos a la lucha contra los que invadieron sus tierras:
Al igual que los milities de otras tierras han decidido unánimemente
partir para ayudar a la Iglesia de Asia y liberar a sus hermanos de la
tiranía de los sarracenos, así vosotros también, conforme a nuestras
exhortaciones, debéis esforzaros para ir a socorrer a la Iglesia que queda
cerca de vosotros33
.
No queda dudas de que el musulmán era la gran amenaza que enfrentó el cristianismo
durante la Edad Media, amenaza que estuvo presente desde la Batalla de Poitiers en el 732
liderada por Carlos Martel, y que se hizo mayor con la invasión y conquista de la península
Ibérica por parte de los musulmanes. Pero no es hasta el siglo XI, cuando las relaciones
32
GUIBERT DE NOGENT, Histoire des Croisades, II, Éd. Guizot, 1825, Paris, pp. 46-52. Trad. al
francés por José Marín R.
33
URBANO II, Carta 20, Epistolae et privilegia, en FLORI, Jean, Guerra Santa, Yihad… Op. Cit, pp.
315.
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entre el mundo musulmán y el mundo cristiano no eran más pacíficas en Oriente que en
occidente34
, que surge el gran llamado. Es entonces, cuando nace junto con el llamado a la
peregrinación, la gran promesa y recompensa; el Martirio.
El Papa Urbano II en su llamado ofrece al peregrino una recompensa eterna, la que no es de
esta tierra, sino que celestial. Se ofrece el martirio y la redención de los pecados a quienes
mueran en el campo de batalla defendiendo una causa que debe ser justa y legítima35
.
Con estas promesas celestiales y los motivos que propone el Papa Urbano II, es que el
franco se atreve a emprender el viaje de peregrinación y liberación de Jerusalén y de los
cristianos de Oriente, ya que en caso de recibir la muerte en el viaje o por la espada del
infiel, recibirá la redención de todos sus pecados, pero aún más importante, no sólo morirá
por una causa justa, sino que recibirá el martirio al morir por una causa justa. Ya no existe
el miedo de la muerte y las torturas a las que fueron sometidos los cristianos de Oriente,
para el hombre medieval del siglo XI está presente la idea agustiniana de la recompensa
celestial, la que es buscada por todos pero difícil de alcanzar, pero que con el ofrecimiento
del martirio por el Papa Urbano II, será posible.
La primera campaña Cruzada se extiende entre el 1096, hasta el año 1099, y al ser ésta una
guerra de proporciones magnas, con emboscadas y trampas de parte del Emperador de
Constantinopla hacia los francos, con largos viajes desde la Galia hasta Jerusalén, con
enfrentamientos directos entre sarracenos y cruzados por la Tierra Santa y el Santo
Sepulcro, es que hubo gran cantidad de muertos por bandos. Pero al ser una Guerra
Sacralizada, que condujo a la Iglesia desde la no-violencia inicial al uso meritorio y
sacralizado de las armas36
, es que importa y es necesario destacar la importancia de la
recompensa del martirio. Una recompensa, que como se ha mencionado muchas veces, es
celestial y ahora, sacralizada.
34
FLORI, Jean, La Guerra Santa…, Op. Cit., pp. 293
35
MARIN, José, Cruzada, Guerra Santa y Yihad…, Op. Cit., pp. 67.
36
FLORI, Jean, La Guerra Santa…, Op. Cit., pp.12
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I.III - APLICACIÓN DEL CONCEPTO DE GUERRA SANTA A LA
PRIMERA CAMPAÑA CRUZADA ENTRE 1095 Y 1099
Si tomamos la definición de Cruzada de Paul Lemerle analizada por José Marín,
entendemos que una Cruzada es una peregrinación militar, cuyo objetivo es la liberación de
los Santos Lugares y de los cristianos de Oriente, situada bajo la autoridad de la Iglesia,
iniciada con una bula pontificia, por la cual los participantes se reconocen en ciertos signos
exteriores, beneficiándose de ventajas espirituales, y, en el plano temporal, son protegidos
por un régimen de excepción que los sustrae a las obligaciones y a las jurisdicciones
normales37
.
Por su parte, Flori propone que la Cruzada era un operación militar eminentemente
sacralizada, llevada a cabo por los cristianos en defensa de su señor Jesucristo, quien es
capaz de recompensar a sus fieles caballeros mucho mejor que señores y príncipes de este
mundo. Añade que los peregrinos que acudían a Jerusalén a la tumba del Salvador, recibían
la promesa de la indulgencia de sus pecados confesados, y que aquella expedición bajo el
signo de la cruz, estaba acompañada de los privilegios espirituales que la Iglesia le
atribuía38
.
Para Alphandéry la Cruzada es el alma religiosa del Occidente del siglo XI, mucho más que
una decisión pontifical. Pero en el movimiento que la suscita hay ya relaciones expresivas
de una religión de Cruzada. Una de ella es la aceptación necesaria del sacrificio.39
37
MARÍN, José, Las Cruzadas como Guerra Santa: Un problema historiográfico de definiciones
conceptuales (1095-1204), en Intus-Legere, N° 4, 2001, pp. 152.
38
FLORI, Jean, La Guerra Santa…, Op. Cit., pp. 17
39
ALPHANDÉRY, Paul, Op. Cit.
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Tomando nuevamente el concepto de Guerra Santa establecido en el primer capítulo, es
decir “aquella guerra que se realiza por una causa justa, la cual debe ser proclamada por un
líder representativo e inspirado religiosamente, con la legitimación divina y directa de Dios
para ofrecer recompensas celestiales, esencialmente la redención de los pecados y el
martirio como compensación escatológica, a aquellos que a través del servicio armado
combatan por la fe y en nombre de Dios a los enemigos de la religión, con el objetivo de
defender a la religión y los intereses de la Iglesia, y así imponer la recta doctrina y castigar
las herejías.”, es que podemos realizar un análisis que nos permite comprender la posible
aplicación del concepto a la idea de Cruzada entre los años 1095 y 1099.
1) Aquella guerra que se realiza por una causa justa, la cual debe ser proclamada por un
líder representativo e inspirado religiosamente: En el caso de la Primera Cruzada
encentramos no solamente a un líder que cumple esas características, sino que a dos. El
primero es Urbano II, quien ya ha sido estudiado durante el capítulo, y el segundo es Pedro
el Ermitaño40
, quien organizó la llamada “Cruzada popular”. Ambos buscan realizar la
Cruzada para la liberación de Jerusalén y la defensa de los cristianos de Oriente,
destacándolo como una causa justa e inspirada por la religión.
2) Legitimación divina y directa de Dios para ofrecer recompensas celestiales: Urbano II lo
propuso en discurso, y es probado con fuentes la relevancia que se le da a la remisión de los
pecados y el martirio41
. Los principales autores estudiados destacan el papel del papado y la
40
FLORI, Jean, La Guerra Santa…, Op. Cit., pp. 17 y suc. “El Papa no podía llegar a todo el mundo.
Tampoco podía predicar en el Imperio Germánico como consecuencia del conflicto que, bajo el nombre hoy
tradicional de «Querella de las Investiduras», oponía desde hacía más de un cuarto de siglo el Papado a los
Príncipes laicos. Pedro el Ermitaño era un personaje fascinante y carismático, cuya influencia sobre las
muchedumbres era considerable, inaudita para hablar con propiedad. Guibert de Nogent decía que emanaba
de sí mismo algo casi divino. ¡Tal era ese fervor religioso que las gentes llegaban a arrancar los pelos de su
muslo para hacer reliquias”.
41
Existió el martirio en la Primera Cruzada. La principal fuente del campo de batalla destaca esta
característica y proponen que no solo fue uno, sino incontables cristianos que alcanzaron el martirio en la
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motivación del cruzado para lograr las recompensas celestes. Podemos de esta manera
coincidir nuevamente con las propuestas principales de los estudiosos de la Cruzada.
3) A través del servicio armado se combate por la fe y en nombre de Dios a los enemigos
de la religión: Flori, Lemerle, Alphandéry y Marín ya lo propusieron. La Cruzada es una
peregrinación militar sacralizada, en la que los que se dirigen a Jerusalén lo hacen por la fe
y en nombre de Dios. No temen enfrentar al musulmán, el enemigo de la religión, por
cumplir su rol de liberación de los cristianos de Oriente y los Lugares Santos de la
cristiandad.
4) Defender a la religión y los intereses de la Iglesia, y así imponer la recta doctrina y
castigar las herejías: La religión se defiende, como ya se mencionó, en la defensa del
cristiano de Oriente y de la Tierra Santa. Los intereses de la Iglesia son claros, la
recuperación de los Lugares Santos, y la restauración de las rutas comerciales con Oriente.
Primera Cruzada. A continuación se exponen algunos fragmentos destacados de los cruzados que alcanzaron
aquella recompensa. Se encuentran disponibles en: Histoire Anonyme de la Première Crisade (Gesta
Francorum et aliorum Hierosolimitanum, c. 1099), Editée et Traduite par L. Bréhier, "Les Classiques de
l'Histoire de France au Moyen Age", Les Belles Lettres, 1964, Paris (Versión bilingüe latín-francés), pp. 3-
205. Trad. del francés por José Marín R.
 “Muchos de los nuestros recibieron allí el martirio y, en la alegría y el júbilo, rindieron a Dios sus
almas bienaventuradas. Entre los pobres muchos murieron de hambre por el nombre de Cristo. Elevados
triunfalmente al cielo, vistieron la ropa del martirio diciendo en una sola voz: "¡Venga, Señor, nuestra
sangre derramada por ti, que está bendecida y digna de alabanzas por los siglos de los siglos. Amén!"
 “Ese día, más de mil de nuestros caballeros y de nuestros infantes sufrieron el martirio y, como lo
creemos, se elevaron al cielo donde reciben la blanca ropa del martirio.”
 (X,35) [Sitio de Archas, 14 de Febrero a 13 de Junio de 1099:] “Durante ese sitio, muchos de los
nuestros recibieron un feliz martirio, entre otros Anselmo de Ribemont, Guillermo el Picardo y muchos
otros que desconozco.”
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Sobre imponer la recta doctrina y castigar las herejías, los cristianos que se establecieron en
Jerusalén lograron establecer sus costumbres y tradiciones42
.
Es posible establecer que la Primera Cruzada entre los años 1095 y 1099 sí cumplió con la
mayoría de las características de una Guerra Santa. Pero tacharla como tal no es apropiado,
puesto que no cumple con todos los elementos estudiados de una Guerra Santa. Decir que
no lo es tampoco es lo acertado, debido a que si enfocamos el origen de la Guerra Santa en
Occidente, vemos la evolución de la Guerra justa de San Agustín a una guerra sacralizada,
y como esa sacralización llega a su punto máximo en el siglo XI, primero con el llamado de
Gregorio VII y finalmente con la peregrinación acompañada de recompensas que ofreció
Urbano II.
Ahora si tomamos nuestra idea del concepto de Guerra Santa, La Cruzada, específicamente
la Primera, puede ser considerada como la Guerra Santa por excelencia en Occidente,
puesto que adopta todos los elementos de nuestra descripción de Guerra Santa y los aplica
de manera de no dejar elementos al aire. No sucede así con las demás campañas, como por
ejemplo la Cuarta Cruzada, que más que una causa justa busca una recompensa
mercantilista que se materializa con el saqueo de la ciudad de Constantinopla en 1204.
De acuerdo a Marín, sólo se puede hablar de Guerra Santa cuando se incorpora una
recompensa celestial a quienes mueran en el campo de batalla defendiendo una causa que
debe ser justa43
, y esto es precisamente lo que sucedió entre 1096 y 1099 en los sitios de
Antioquía y Jerusalén, y que puede ser demostrado a través de la Historia Anónima de la
Primera Cruzada. La recompensa celestial existió en aquellos que defendieron la causa
42
FOUCHER DE CHARTRES, Histoire des Croisades, LVII (éd. Guizot, J.L.J. Brière, 1825, Paris), pp. 241-
242. Paris, 1866, Vol. III, p. 468. Trad. del francés por José Marín R.: “Algunos ya poseen en esta tierra casa
y sirvientes, que les pertenecen como por derecho hereditario; aquel otro se ha casado con una mujer que no
es de su mismo origen, una siria o una armenia, o incluso una sarracena que ha recibido la gracia del
bautismo; otro tiene aquí yerno o nuera, suegro y descendencia; uno cultiva viñas y otro ara sus campos;
hablan lenguas diferentes y todos han llegado ya a entenderse.”
43
MARÍN, José, Las Cruzadas como Guerra Santa…, Op. Cit., pp. 152
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justa, y por ende, se puede hablar de la Primera Cruzada como la Guerra Santa de
Occidente.
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SEGUNDA PARTE:
GUERRA SANTA Y YIHAD
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II.I - HACIA UNA CONSTRUCCIÓN DEL CONCEPTO DE GUERRA
SANTA EN ORIENTE:
Si analizamos fuentes del Islam, podemos encontrar en ellas un claro ejemplo de lo que la
Guerra Santa significa para el musulmán. Era una obligación y deber colectivo para
expandir, en cierto modo, la religión que ellos consideraban como la auténtica. A través de
los pasajes de La Risala se puede apreciar que la Guerra Santa para el mundo islámico va
desde una posición pacífica hasta que el enemigo incita las hostilidades:
La guerra santa es una obligación de derecho divino que cumplen unas
gentes por lo demás, siendo para nosotros preferible no combatir al
enemigo sin haberle exhortado a abrazar la religión de Dios, a menos
que éste haya iniciado las hostilidades. Entonces deberán elegir entre
abrazar el Islam o pagar la capitación (yiziya). Si no lo hacen, se les
combatirá44
.
Retomando la tesis de Canard, pero esta vez enfocándola en oriente, éste considera que la
Guerra Santa para el mundo Islámico es un deber religioso que se impone a todos los
musulmanes, generalmente no a modo individual, para difundir el Islam por la fuerza de las
armas, y, hasta que el mundo se ha convertido en al Islam o sometido a su ley45
. También
44
AL-QAYRAWANI, Ibn Abi Zayd, La Risala (Compendio de Derecho Islámico), en FLORI, Jean,
Guerra Santa, Yihad, Cruzada…, Op. Cit., pp. 334
45
CANARD, M., Op.cit., pp. 605 y suc.
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considera que la doctrina de la Guerra Santa está ligada estrechamente a la teoría del
martirio, puesto que cualquier combatiente, muerto en la guerra contra los infieles, está
seguro de ganar el paraíso46
. Gran parte de la Tesis de Canard se puedo afirmar con la
historia del martirio de Umar quien busca ese paraíso ofrecido por la muerte de la espada
del infiel.
El Profeta [Mahoma] excitaba siempre a sus soldados. […] Éste, para
exhortar a los soldados dijo: “para conseguir el paraíso sólo tenéis que
encontrar el martirio”. Umar, al oír estas palabras, arrojó sus dátiles
diciendo: “Si así es, me basta con un dátil hasta que entre en el paraíso”.
Sacó su sable, se lanzó contra las filas de los enemigos, hiriendo y
matando a muchos, y él mismo fue matado47
.
Rafael Gómez Pérez sostiene que la primera Guerra Santa islámica la hace Mahoma contra
La Meca, poblada entonces por paganos politeístas48
. Por ende la Guerra Santa puede ser
considerada como una forma de expandir la religión, ya que al referirse a “paganos
46
Para comprender el “Paraíso” al que se refiere M. Canard y, en general, la mayoría de los
estudiosos del mundo Islámico, se hace alusión a la siguiente cita: TEÓFANES EL CONFESOR,
Cronografía, Patrología Griega, en Jean Flori, Guerra Santa, Yihad, Cruzada. Violencia y religión
en el Cristianismo y el Islam, Universidad de Granada, Granada, 2004, pp 299., “Enseñaba a sus
gentes que quien mata a un enemigo, o quien es matado por un enemigo, va al Paraíso; y decía
que ese Paraíso material consistía en comer y en beber, y en tener relaciones sexuales con
mujeres; que había en él un río de vino, leche y miel, y que sus mujeres no eran iguales a las de
este mundo; eran muy diferentes, pues las relaciones sexuales con ellas duraban muchísimo
tiempo, y el placer que proporcionaban era continuo”
47
TABARI, Crónica, en FLORI, Jean, Guerra Santa, Yihad, Cruzada..., Op. Cit., pp. 291.
48
GÓMEZ PÉREZ, Rafael, Convivir con el Islam, EIUNSA, Madrid, 2009, pp. 65.
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politeístas”, hace alusión a la etapa preislámica, la Yahiliyya49
, que luego de las
revelaciones del profeta Mahoma dejaría de serlo y adoptaría el monoteísmo y
posteriormente la doctrina del Yihad.
Mauro Armas afirma que después de la conquista de Arabia, los musulmanes se lanzaron a
la guerra santa que Mahoma había predicado como medio de extender la nueva religión50
,
pudiendo de esta manera extender su dominio en Oriente, el norte de África y así penetrar
en la Península Ibérica en 711 e intentar hacer lo mismo en Poitiers en 732 siendo detenidos
por Carlos Martel, Mayordomo de Palacio de Childerico III. Giorgio Perissinnotto agrega,
además, que una Guerra Santa es aquella en la que caben tanto la conquista territorial como
el afán religioso51
, el que puede asociarse de alguna manera a la idea de Imperio Islámico
que surge durante la Edad Media.
Jean Flori ve la Guerra Santa en el Islam como una combinación de elementos políticos y
religiosos. En cuanto a lo político era una vía para defenderse de diversos enemigos, para
posteriormente islamizar a todo el mundo por la fuerza de las armas y que de esa manera se
adquieren tintes religiosos e incluso sagrados a medida que fue conducida contra los
infieles, bajo la dirección de Mahoma y con la garantía de Alá52
. J. T. Johnson53
reafirma la
49
Comúnmente se designa a la Yahiliyya como la época de la “ignorancia” de la religión islámica, o
un periodo anterior a la predicación del Islam. Suele asociarse al politeísmo o “paganismo” común
de los beduinos por su constante conexión comercial entre Occidente y Oriente. Algunos autores la
designan como la “época oscura”, y otros autores se refieren a ella como la “época de las
libertades no sometidas a la imposición del Islam”, muchas veces entendiéndose como un
elemento netamente temporal que comprende el “antes de” del Islam. Véase: ABUMALHAM,
Montserrat, De la ignorancia al conocimiento y la sumisión. De la Yahiliyya al Islam; MELO, Diego,
La Yahiliyya: Oscuridad y luces en la Arabia preislámica.
50
ARMAS, Mauro, Historia Universal: Oriente Medio, Firmas Press, Miami, pp. 77
51
PERISSINNOTTO, Giorgio, Reconquista y literatura medieval: cuatro ensayos, Digitalia - Scripta
Humanistica, Maryland, 2008, pp. 42-43.
52
FLORI, Jean, Guerra Santa, Yihad, Cruzada..., Op. Cit., pp. 104
53
JOHNSON, James Turner, Op. Cit.
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tesis de Flori al proponer que a través de la unión de estos elementos que se encuentran
confundidos y al encontrarse, se puede conceptualizar la idea de Guerra Santa. Flori hace
referencia a la idea del martirio dentro de la Guerra Santa en el Islam, al referirse que
Mahoma afirmó que Alá haría entrar en el paraíso a aquellos que muriesen en la guerra54
.
José Marín se refiere también a la incorporación en el Islam de la noción de martirio como
una recompensa celestial55
.
Marín propone que la Guerra Santa en el Islam se totaliza, transitando desde la antigua
razzia, a una guerra total dado su carácter religioso56
. También responde al espíritu de
conquista universal que busca una conversión y dominación, también universales57
.
Otra propuesta sobre la Guerra Santa en el Islam es la de Rafael Barquín Gil, quien
propone que la Guerra Santa debe hacerse por devoción hacia Alá y en sentido del deber
hacia la comunidad islámica. Pero, sobre todo, debe asegurarse de que la misma esté
justificada; es decir, haya sido declarada por motivos justos58
.
En general, la diversidad de autores estudiados, proponen que la Guerra Santa en el Islam
se trata de una guerra que se hace a través de motivos justos, y a su vez por la expansión del
Islam. Pero más concreto aún, podemos definir la Guerra Santa en el Islam como aquella
guerra que presenta la dualidad y la complementación de las leyes políticas y religiosas del
Islam. Es un deber de la colectividad musulmana para la lograr expansión del Islam y lograr
la sumisión del infiel, primero con la posibilidad del infiel de someterse a las leyes de Alá,
y luego, en caso de no aceptarse su ley, a través de la vía armada. A los combatientes y
caídos dentro de la guerra se les reconoce como mártires y se les ofrece un paraíso en el que
54
FLORI, Jean, Guerra Santa, Yihad, Cruzada..., Op. Cit., pp. 102-105
55
MARÍN, José, Cruzada, Guerra Santa y Yihad…, Op. Cit., pp. 129
56
MARÍN, José, Islam, Guerra y Jihad, en Revista Archivum, Año III, N° 4, Viña del Mar, 2002 pp.
232
57
Ibídem, pp. 235
58
BARQUÍN GIL, Rafael, El Islam (622-1800): un ensayo desde la historia económica, UNED,
España, 2012, pp. 23.
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podrán obtener los beneficios que se buscaron en vida. Es una guerra que se totaliza debido
al afán de expansión y dominación musulmana. Siendo uno de los ejemplos más claros de
la Guerra Santa en el Islam la expansión por África y luego la conquista de España.
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II.II - EL YIHAD ENTRE LOS AÑOS 1095 Y 1099
El Yihad según Diego Melo, etimológicamente significa esfuerzo59
, pero es comprendido
como un esfuerzo en la vía Alá. Es la razón por la cual el musulmán es muchas veces
considerado, desde la visión occidental, como un fanático religioso, siendo que la realidad
proviene del cumplimiento de las leyes de Alá tal como lo hace un cristiano con los
mandamientos.
El Yihad tiene como objetivo el establecimiento de la ley de Dios y también de la
expansión de la creencia en Dios y la adhesión a sus mandatos y poner fin a la persecución
del Islam60
. La expansión musulmana, o la idea universalista de la religión, cumple con ese
aspecto, ya que el musulmán busca la conversión de todo aquel que no haya abrazado el
Islam. Tal como se explicó en el apartado de la Guerra Santa en Oriente, es parte
fundamental de su doctrina buscar que el mundo se someta a la voluntad y leyes de Alá.
Para José Marín se trata del combate por el triunfo de la fe, un esfuerzo físico y moral del
creyente, con la idea de hacer lo posible, esfuerzo dirigido a un fin preciso y difícilmente
accesible, con valor de prueba y sufrimiento. El Yihad tiene como recompensa, a este
esfuerzo físico y moral, promesas celestes, las que son principalmente el martirio y el
paraíso a aquellos que por cumplir la ley de Alá maten o sean muertos por la espada del
infiel. Se entiende como una acción piadosa que trae nuevos adeptos al Islam y, según
algunos tratadistas, como un deber colectivo de defender y expandir el islam61
. Es
59
MELO, Diego, El concepto de Yihad en el Islam clásico y sus etapas de aplicación, en Temas Medievales
N° 13, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Instituto Multidisciplinario de Historia y
Ciencias Humanas, Departamento de Investigaciones Medievales, Buenos Aires, 2005, pp. 161.
60
Ibídem, pp. 168-169.
61
MARÍN, José, Islam, Guerra y Jihad, Op. Cit., pp. 233.
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importante destacar que el Yihad es un deber colectivo y no individual. Si el Islam se
encuentra dividido no podrá establecer un Yihad contra los enemigos de la religión, y
menos aún continuar con el afán universalista de expansión de las leyes de Alá más allá de
las fronteras establecidas durante el siglo X.
Según Jean Flori, el Yihad reviste un sentido general y puede aplicarse a toda iniciativa
loable que tenga como finalidad el triunfo de la verdadera religión sobre la impiedad, y
puede aplicarse al esfuerzo de purificación moral individual del creyente62
. Nuevamente se
destaca la importancia de la religión y el porqué de la idea de expandir el alcance de la
religión, pues se tiende a una idea de Imperio Islámico, que claramente se logra, pero que
no puede soportar el constante impulso expansionista y termina por frenarse y tener a la
división interna en el siglo XI.
El Yihad no es uno solo, y menos se presenta como una idea única. Existen distintas etapas
de aplicación del Yihad, y también distintos tipos de Yihad.
Si nos queremos referir a las etapas de aplicación del Islam, desde su aparición en el siglo
VII, hasta nuestro punto de interés en el siglo XI, debemos recurrir a los planteamientos
tanto Jean Flori63
como Diego Melo64
, quienes destacan cuatro grandes etapas de aplicación
del Yihad en el Islam entre los siglos previamente mencionados:
1) Antes de la Hégira65
, cuando Mahoma esperaba convertir a los judíos y cristianos a
través de la palabra. En Medina se produce el combate armado entre musulmanes y judíos,
cristianos y paganos.
62
FLORI, Jean, Guerra Santa, Yihad, Cruzada…, Op. Cit., pp. 74.
63
Ibídem, pp. 86
64
MELO, Diego, El concepto de Yihad en…, Op. Cit., pp. 171-172
65
La Hégira corresponde a la emigración de los musulmanes de La Meca a Medina en el año 622, guiados por
Mahoma.
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2) Entre los siglos VIII y IX, donde destaca la conquista y expansión militar del Islam. Se
conquista la península ibérica. Flori destaca que se pensaba que el Islam, al tener vocación
universal, estaba llamado a extenderse por todo el universo, y por esto nace el Yihad
ofensivo, el conquistador66
.
3) Entre los siglos IX y X, fin de la expansión musulmana, lo que conduce a dejar de ser
ofensivo y llagar a ser defensivo. Para Flori sigue soñándose con el periodo glorioso de la
expansión armada67
.
4) Siglos X y XI, se elabora una doble reacción: la de Yihad con el significado de lucha
contra todo lo que perjudica a la comunidad, y la de una interiorización de ese Yihad hacia
el significado más espiritual de combate moral68
.
Además de las etapas de aplicación del Yihad, y como bien lo propone la cuarta etapa de
aplicación, podemos encontrar al menos dos tipos de Yihad, el Yihad menor, y el Yihad
mayor.
1) Yihad menor: se relaciona con la defensa de la fe por la fuerza contra un enemigo
exterior que la amenaza o la persigue69
. El Yihad menor hace referencia al uso meritorio de
las armas y de la fuerza para la defensa de la fe y las leyes de Alá. Es, probablemente, la
visión que se totaliza sobre el islam en el Occidente cristiano, siendo de esta manera el
musulmán considerado como la amenaza que enfrenta la cristiandad entre los siglos VIII y
66
FLORI, Jean, Guerra Santa, Yihad, Cruzada…, Op. Cit., pp. 86.
67
Ídem.
68
Ídem.
69
MELO, Diego, Algunas consideraciones en torno al concepto de Djihad y su aplicación en la época de las
Cruzadas, en Intus Legere N° 6 – Vol. 2, 2003, pp. 66.
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XII. Se puede apreciar en la segunda y tercera etapa de aplicación del Yihad, siendo la
segunda el punto más alto de su expresión y grandeza.
2) Yihad mayor: es la lucha contra sí mismo, contra las tendencias que arrastran al hombre
fuera de su centro, lo que, llevándolo hacia deseos parciales le conduce a fabricarse ídolos
y, por consiguiente, le impide reconocer la unidad de Alá70
. No se vive de una forma bélica
como el Yihad menor, sino que se vive a través de una visión espiritual y filosófica del
asunto. Este Yihad se puede apreciar principalmente en la primera etapa de aplicación del
Yihad, cuando Mahoma realiza y guía la Hégira. O cuando se les ofrece la posibilidad de
abrazar la verdadera religión a los beduinos que vivían bajo una etapa de “oscuridad” o
“ignorancia”, como se le conoce a la Yahiliyya.
A pesar de que existe una etapa del Yihad en el siglo XI, es precisamente en esa centuria
donde se vive una de los principales problemas para el Islam. El avance cristiano se siente
con más fuerza, principalmente por su internación en territorio musulmán, en occidente a
través de la Península Ibérica y en Oriente por Palestina71
. Y más fuerte se siente aun
debido a la división interna por las constantes amenazas que enfrentó el Islam en el siglo
XI, tal como la amenaza Turca. Ninguno de los dirigentes musulmanes dio el paso para
proclamar el Yihad contra los infieles cristianos72
.
Como ya es expuesto, el Yihad es un esfuerzo colectivo que necesita la unión de los
musulmanes para subsistir, y en la época de la Primera Cruzada los musulmanes se
encontraban desunidos debido a las invasiones constantes y principalmente por la Cruzada
misma en todos sus ámbitos, por lo que es imposible llevar a cabo el Yihad73
contra la
70
Ídem.
71
MELO, Diego, El Islam de Frente a las Cruzadas…, Op. Cit., pp. 140.
72
Íbidem, pp. 141.
73
MELO, Diego, Algunas consideraciones…, Op. Cit., pp. 70.
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amenaza cristiana. Descartándose de esta manera la posible existencia de un Yihad durante
la Primera Cruzada.
Sin duda para el Islam y la colectividad musulmana, el hecho más significativo de la
Primera Cruzada, fue la toma de Jerusalén, ya que es la ciudad sagrada del Islam, donde
Mahoma realizó el vuelo nocturno y ascendió a los siete cielos. El musulmán comprendía la
importancia del Jerusalén para los judíos y para los cristianos, pero no entendían la
violencia de las Cruzadas y del Cruzado74
, puesto que existieron peregrinaciones cristianas
a Jerusalén antes del siglo XI, pero no tenían el tinte escatológico que presentó la Primera
Cruzada.
74
Ídem.
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II.III – APLICACIÓN DEL CONCEPTO DE GUERRA SANTA AL
YIHAD
Etimológicamente no es correcto aplicar el concepto de Guerra Santa al Yihad, puesto que
Yihad significa un esfuerzo en la vía de Alá, en cambio para la Guerra Santa de debería
utilizar su expresión en árabe, que se traduciría como al-harbual-muqaddasatu75
.
Analizando nuestra definición del concepto de Guerra Santa en Oriente, la que,
recapitulando, es “aquella guerra que presenta la dualidad y la complementación de las
leyes políticas y religiosas del Islam. Es un deber de la colectividad musulmana para la
lograr expansión del Islam y lograr la sumisión del infiel, primero con la posibilidad del
infiel de someterse a las leyes de Alá, y luego, en caso de no aceptarse su ley, a través de la
vía armada. A los combatientes y caídos dentro de la guerra se les reconoce como mártires
y se les ofrece un paraíso en el que podrán obtener los beneficios que se buscaron en vida.
Es una guerra que se totaliza debido al afán de expansión y dominación musulmana.”, y la
aplicamos al Yihad de acuerdo a las propuestas de Jean Flori, José Marín y Diego Melo,
podemos asociar la idea del Yihad a una Guerra Santa, pero no hablar propiamente de ella
como se puede aplicar la Guerra Santa de Occidente a la Primera Cruzada.
El Yihad es un término complejo de analizar, puesto que tiene diferentes concepciones y
etapas de aplicación. Si nos guiamos solamente por el Yihad Menor y su auge entre los
siglos VIII y IX, claramente podemos referirnos a una Guerra Santa en Oriente, pues el
musulmán busca la expansión de la fe y las leyes de Alá, primero por la ofrenda de la
sumisión, y luego por la vía armada, de los infieles. Todo aquel muerto en el Yihad menor
obtiene el martirio, ya que se realiza a través de la vía armada.
75
MARÍN, José, Islam, Guerra y Yihad, Op. Cit., pp. 235.
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Pero no sucede lo mismo en un Yihad mayor, donde el enemigo es el propio musulmán que
debe evitar caer en la premisa de los falsos ídolos que se contemplan, para ellos, en
Occidente. No es posible aplicar el concepto de Guerra Santa en el Yihad menor, porque
falta sus principales elemento, el conflicto armado y la idea de expansión de la religión al
mundo.
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CONCLUSIÓN
Hemos analizado las ideas de Guerra Santa que el cristiano y el musulmán desarrollaron
durante la Edad Media, y que la historiografía actual se ha encargado de teorizar de una
manera acertada respecto a la conceptualización. Los anacronismos históricos
probablemente sean difíciles, o casi imposibles, de corregir. Desde hace siglos hablamos de
Cruzadas, de Yihad y de Guerras Santas comprendidos como un solo concepto, pero la
historiografía del siglo XX y XXI se han encargado de desmitificarlo, tal como han
desmitificado que la Guerra Santa cristiana nace de la idea de Guerra Santa islámica, o
viceversa, o que le Yihad es la respuesta a la Cruzada, o que la Cruzada es la respuesta al
Yihad.
Pudimos establecer una clara conceptualización teórica de las ideas de Guerra Santa en
Occidente y en Oriente. Examinamos sus elementos, sus bases, sus ideas y sus
características. Revisamos bases teóricas de las ideas, y con propiedad se pudo construir
una aproximación historiográfica del concepto.
En el caso de Occidente, pudimos determinar que la Primera Cruzada vienen a ser la Guerra
Santa por excelencia de Occidente, pues cumple con todas (o al menos gran parte) de las
ideas de los diferentes teóricos de la Guerra Santa, y pudimos aproximarla a nuestra idea de
Guerra Santa.
Para el Oriente el caso es distinto, pues no nos encontramos solo frente a un Yihad, sino
que a dos, y al ser su principal característica la colectividad, descartamos que el Yihad se
haya producido entre 1095 y 1099. Pero no significa que el Yihad acabó y sucumbió luego
de la conquista de Jerusalén, ya que en siglo XII nos volveremos a encontrar con una nueva
codificación del Yihad como respuesta a la Primera Cruzada, y veremos como a través de
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la Historia, la ciudad santa de Jerusalén es perdida por los Cruzados y no vuelve a ser
recuperada.
Las peregrinaciones continuaron, al igual que las Cruzadas y los Yihad, pero con distintas
motivaciones. La Cuarta Cruzada por ejemplo, presenta un toque mercantilista que no es
comparable con el ideal y el afán religioso que destacó en la Primera campaña.
Pero aun así se pudo lograr un elemento, a nuestro juicio, innovador. Pudimos determinar
con pruebas que la Primera Cruzada se trató de una Guerra Santa y que el Yihad menor, el
de expansión, también lo fue.
Siempre queda la puerta abierta a la discusión de esta tesis, ya que solo constituye una
teoría de las tantas que se escriben y que se continuarán escribiendo respecto a estos épicos
mil años de historia, que nunca fueron de oscuridad, sino de luces que se comienzan de a
poco a encender.
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ANEXOS
Anexo 1 - LA CODIFICACIÓN DEL YIHAD A MEDIADOS DELSIGLO X
La Guerra Santa (yihad) es una obligación de Derecho divino que cumplen unas gentes por
los demás, siendo para nosotros (los seguidores de Malik) preferible no combatir al
enemigo sin haberle exhortado a abrazar la religión de Dios, a menos que éste haya iniciado
las hostilidades. Entonces deberán elegir entre abrazar el Islam o pagar la capitación
(yiziya).
Si no lo hacen, se les combatirá. No se aceptará capitación de ellos más que si están en
lugar al que alcancen nuestras leyes. Si están lejos de nosotros no se les cobrará capitación
a no ser que vengan a nuestra tierra, y, en caso contrario, se les hará la guerra. Huir ante el
enemigo es un pecado grave si su número es del doble de los musulmanes o menos. Si es
más, la huida está justificada. Se combatirá al enemigo con todo jefe, sea éste bueno o
malo. Se permite matar a los prisioneros bárbaros, pero nadie será muerto después de haber
obtenido el perdón (amán), sin violar los acuerdos que se hayan adoptado a su respecto. No
se matará a las mujeres ni a los niños y se evitará matar a monjes y a rabinos amenos que
hayan combatido. También podrá matarse a las mujeres que hayan guerreado.
Ibn Abli Zayd al-Qayrawani, La Risala, cap. 30, ed. L. Bercher, Argel, 1952,pág. 163; texto
traducido en P. Riché y G. Tate, Textes et documents d'histoiredu Moyen Age (V'-X'
siecle), 1. 11, París, 1974, pág. 549
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Anexo 2 - EL LLAMADO A LA PRIMERA CRUZADA SEGÚN FOUCHER DE
CHARTRES
No obstante, el Papa agregó sobre la marcha otras tribulaciones, no menores que las que ya
había señalado [en el mismo Concilio de Clermont], sino más grandes y las peores de todas,
y que surgidas en otra parte del mundo, asediaban la Cristiandad. "Acabáis, dijo, hijos del
Señor, de jurar fielmente, y con una firmeza con que no lo habíais hecho hasta ahora,
mantener la paz entre vosotros, y la preservación de los derechos de la Iglesia. Pero no es
todavía suficiente; una obra útil debe aún hacerse; ahora que sois fortificados por la
corrección del Señor, debéis consagrar todos los esfuerzos de vuestro celo a otro asunto,
que no es menos vuestro que de Dios. Es urgente, es preciso que os apuréis en marchar en
socorro de vuestros hermanos que habitan en Oriente, y que tienen gran necesidad de la
ayuda que habéis, tantas veces ya, prometido. Los turcos y los árabes se han precipitado
sobre ellos, cosa que muchos de entre vosotros han ciertamente escuchado narrar, y han
invadido las fronteras de la Romania, hasta ese rincón del Mar Mediterráneo que se llama el
Brazo de San Jorge, extendiendo cada vez más sus conquistas sobre tierras de cristianos, a
quienes en siete oportunidades han vencido ya en batalla, capturando o matando a un gran
número, han trastornado completamente las iglesias, y saqueado todo el país sometido a la
dominación cristiana. Si soportáis que cometan durante todavía más tiempo e impunemente
parecidos excesos, llevarán sus ataques más lejos, masacrando una multitud de fieles
servidores de Dios. Es por ello que os advierto y conjuro, no en mi nombre, sino en nombre
del Señor, a vosotros los heraldos de Cristo, a comprometer por frecuentes proclamaciones
a los francos de todo rango, gente de a pie y caballeros, pobres y ricos, a socorrer con
diligencia a los adoradores de Cristo, pensando que todavía es tiempo, y de expulsar lejos
de las regiones sometidas a nuestra fe a la raza impía de los devastadores. Ello, y lo digo a
aquellos de vosotros que están presentes aquí, lo mando también a los ausentes; aun más, es
Cristo quien lo ordena. En cuanto a aquellos que partirán, si pierden la vida, sea durante la
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ruta por tierra, sea atravesando los mares, sea combatiendo a los idólatras, todos los
pecados les serán remitidos en ese momento; este favor tan precioso yo lo concedo en
virtud de la autoridad por la cual he sido investido por Dios mismo. ¡Qué vergüenza no
sería para nosotros si aquella raza infiel tan justamente despreciada, degenerada de la
dignidad de hombre, y vil esclava del demonio, cargara sobre el pueblo elegido de Dios
Todopoderoso, ese pueblo que ha recibido la luz de la verdadera fe, y sobre el cual el
nombre de Cristo despliega un esplendor tan grande! ¿Cuántos crueles reproches nos haría
el Señor, si no ayudarais a aquellos que, como nosotros, tienen la gloria de profesar la fe de
Cristo? Que marchen, dijo el papa finalizando, contra los infieles y concluyan
victoriosamente una lucha que ya desde hace mucho tiempo debería haberse comenzado,
esos hombres que hasta ahora han tenido la criminal costumbre de librarse a guerras
internas contra los fieles; que lleguen a ser verdaderos caballeros, ésos que por tanto tiempo
no han sido sino bandidos; que combatan ahora, como es justo, contra los bárbaros,
aquellos que en otro tiempo volvían sus armas contra hermanos de su misma sangre; que
busquen las recompensas eternas, esos que durante tantos años han vendido sus servicios
como mercenarios por una miserable paga; que se esfuercen por adquirir una doble gloria
aquellos que hasta hace poco arrostraron tantas fatigas, en detrimento de su cuerpo y de su
alma. ¿Qué más puedo agregar? De una parte estarán los miserables privados de verdaderos
bienes, de la otra, hombres colmados de verdaderas riquezas; por una parte combatirán a los
verdaderos enemigos del Señor, de otra a sus amigos. Que nada retarde la partida de
aquellos que marcharán a esta expedición; que arrienden sus tierras reuniendo todo el
dinero necesario para sus gastos, y que tan pronto como haya terminado el invierno, para
dar lugar a la primavera, se pongan en camino bajo la guía del Señor" Así habló el Papa: en
ese mismo instante todos los auditores se sintieron animados por un santo fervor por
aquella empresa, pensando todos que nada podría ser más glorioso...
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FOULCHER DE CHARTRES, Histoire des Croisades, Chap. 1, Ed. Guizot, 1825, Paris,
pp. 7-10. Trad del francés por José Marín R.
Anexo 3 – EL LLAMADO A LA PRIMERA CRUZADA SEGÚN GUIBERT DE
NOGENT
He aquí la arenga que [el papa Urbano II] pronunció, si no en los mismos términos, al
menos en el mismo espíritu:
"Si entre las iglesias repartidas por el mundo entero, unas ameritan más respeto que las
otras, en razón de las personas o del lugar (en razón de las personas, digo, atendiendo a que
otorgamos más privilegios a las sedes apostólicas; en razón de los lugares, teniendo en
cuenta que a las ciudades reales, como por ejemplo la ciudad de Constantinopla, se deben
conceder las mismas distinciones que a las personas), debemos, pues, testimoniar por sobre
todo un respeto muy particular por aquella Iglesia de donde nos vino la gracia de la
Redención, y que es la cuna de toda la Cristiandad. Si es verdad, como dice el Señor, que la
salvación viene de los judíos (Jn 4,22), y que el Señor de los ejércitos nos ha entregado una
simiente, a fin de que nunca seamos como Sodoma, y que tampoco nos asemejemos a
Gomorra, Cristo es esa simiente en la cual están contenidas la salvación y la bendición de
todas las naciones; y la tierra y la ciudad que Él habitó, y donde sufrió, son llamadas santas,
conforme al testimonio de las Escrituras. En efecto, leemos en las páginas sagradas y
proféticas que esta tierra es la herencia de Dios, y el templo, santo, incluso antes de que el
Señor la hubiese hollado con sus pies y hubiese allí sufrido. ¿Qué acrecentamiento en su
santidad, qué nuevos títulos en lo que a nosotros respecta, ha obtenido desde que Dios, en
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su majestad, allí se encarnó, alimentó, educó, la recorrió en todos los sentidos, viviendo una
vida corporal; cuando, para resumir en una concisión digna de su objeto todo lo que podría
ser dicho en largos discursos, la sangre del Hijo de Dios, más santa que el cielo y la tierra,
fue allí derramada; cuando su cuerpo, en medio de la agitación de los elementos, allí reposó
en paz en un sepulcro? Si, poco después de la muerte de Nuestro Señor, y cuando los judíos
todavía estaban en posesión de ella, esta ciudad fue llamada santa por el evangelista, que
dijo: "Muchos cuerpos de santos que estaban muertos han resucitado; y, habiendo dejado
sus sepulcros, después de su resurrección, entraron en la ciudad santa, y fueron vistos por
muchas personas" (Mt 27,52-53); y si el profeta Isaías ya había dicho: "Su sepulcro será
glorioso" (Is 11,10), ¿cómo esta santidad podría en lo sucesivo ser aniquilada, sean cuales
fueren los males que sobrevengan?, como es igualmente cierto que la gloria del santo
sepulcro no podrá ser destruida. ¡Oh, mis hermanos queridos!, si es verdad que aspiráis al
autor de esa santidad y esa gloria, si queréis ardientemente conocer los lugares de aquella
tierra donde se encuentran sus huellas, es a vosotros a quienes corresponde hacer grandes
esfuerzos, con la ayuda de Dios, que marchará delante de vosotros, y combatirá por
vosotros, a fin de purgar aquella ciudad santa y aquel glorioso sepulcro, de las
humillaciones que allí acumulan los gentiles con su presencia, tanto más cuanto que está en
su poder. Si la piedad de los Macabeos ameritó ya los más grandes elogios, porque
combatían por las ceremonias y por el templo; así como se os permite, caballeros cristianos,
tomar las armas para defender la libertad de la patria, y si estimáis que es un deber realizar
los más grandes esfuerzos para visitar los templos de los apóstoles o de cualquier otro
santo, ¿por qué tardáis en exaltar la Cruz, la sangre, el monumento del Señor, de visitarlo,
de consagraros a tal servicio por la salvación de vuestras almas? Hasta ahora habéis hecho
guerras injustas, en vuestros furores insensatos os habéis lanzado recíprocamente sobre
vuestras casas los dardos de la codicia y de la soberbia, y habéis por ello atraído sobre
vosotros las penas de la muerte eterna y de un daño verdadero. Ahora os proponemos
guerras que tienen en sí mismas la gloriosa recompensa del martirio, que serán por siempre
objeto de elogio, para los tiempos presentes y para la posteridad. Supongamos por un
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momento que Cristo no murió, ni fue enterrado en Jerusalén, y que tampoco vivió allí;
ciertamente, si todo ello nos falta, este solo hecho, que la ley provenga del Libro, y la
Palabra del Señor de Jerusalén, debería ser suficiente para impulsaros a marchar en auxilio
de la tierra y de la ciudad santas. En efecto, si Jerusalén es la fuente desde la cual se
derrama todo lo que se remite a la predicación del cristianismo, los pequeños arroyos que se
han diseminado por todas partes y sobre toda la faz de la tierra, deben remontar dentro de
los corazones de todos los fieles católicos, a fin de que se compenetren correctamente de
todo aquello que deben a tan abundante fuente. Si las corrientes retornan al lugar de donde
han surgido, es a fin de que se derramen igualmente (Ecles 1,7). Según el lenguaje de
Salomón, os debe parecer glorioso esforzaros en purificar el lugar de donde ciertamente os
ha venido el bautismo que purifica y las enseñanzas de la fe. He aquí además otra
consideración a la cual debéis otorgar máxima importancia, y es que Dios, actuando por
vosotros, emplea vuestros esfuerzos para hacer reflorecer el culto cristiano en la iglesia,
madre de todas las iglesias; es posible que eso sea con la intención de restablecer la fe en
algunas porciones del Oriente, para hacerlas resistir en los tiempos del Anticristo, que se
avecinan; pues es claro que no será ni contra los Judíos ni contra los gentiles que el
Anticristo hará la guerra; sino que, conforme a la etimología misma de su nombre, atacará a
los cristianos; y si no encuentra cristianos en esos lugares, como en el presente que no se
encuentra casi ninguno, no habrá quién le resista, o a quien tenga para atacar; así, según el
profeta Daniel, y san Jerónimo, su intérprete, alzará sus tiendas en el monte de los Olivos.
Es cierto, pues el apóstol lo dijo, que tomará asiento en Jerusalén en el templo de Dios,
queriendo pasar por un dios (2Tes 2,4), y el mismo profeta Daniel dijo además que, sin
duda, tres reyes, a saber, los de Egipto, África y Etiopía, serán los primeros asesinados por
él, en razón de su fe en Cristo (Dan 7,2). Y, ciertamente, ello no podrá ocurrir si el
cristianismo está establecido en los lugares donde reina ahora el paganismo. Si, pues, en
vuestro celo por estos píos combates, os esforzáis, después de haber recibido de Jerusalén
los principios del conocimiento de Dios, en restablecerlos en esos mismos lugares, en signo
de reconocimiento, con el fin de trabajar en expandir ampliamente el nombre católico,
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¿quién debe resistir a las pérfidas intenciones del Anticristo y de los anticristianos, quién
podría dudar que Dios, cuyo poder es superior a todas las esperanzas de los hombres,
abrasa esos campos cubiertos con las cañas del paganismo, con la ayuda de la llama
encendida de vuestros corazones, a fin de que Egipto, África y Etiopía, que no están en
comunión con nuestras creencias, sean constreñidas por las reglas de dicha ley, y que el
hombre del pecado, el hijo de la perdición, encuentre nuevos rebeldes? El Evangelio nos
grita que Jerusalén será pisoteada por las naciones, hasta que el tiempo de las naciones sea
consumado (Lc 21,24). Esas palabras, "el tiempo de las naciones", pueden entenderse de
dos maneras. Quiere decir que las naciones han dominado a los cristianos a su amaño y se
han revolcado, según el ardor de las pasiones, en el fango de todas las ignominias sin
encontrar obstáculo alguno; por eso se dice ordinariamente que es a su tiempo que todas las
cosas resultarán según sus votos, como dice este ejemplo: "Mi tiempo no ha llegado
todavía, pero el tiempo está siempre propio a vosotros" (Jn 7,6); y se dice habitualmente a
los voluptuosos: "Tendréis vuestro tiempo". O bien estas palabras, "el tiempo de las
naciones", significan la totalidad de las naciones, que serán llamadas a la fe antes de que
Israel sea salvado; puede ser, oh, hermanos queridos, que ese tiempo se cumpla cuando los
poderes paganos sean expulsados por vosotros, con la ayuda de Dios; porque el fin del siglo
se aproxima, y las naciones cesan de ser convertidas al Señor, ya que hará falta, según las
palabras del apóstol, "que la revuelta llegue previamente" (2Tes 2,3). No obstante, y
conforme a las palabras de los profetas, es necesario que antes de la venida del Anticristo el
Imperio del Cristianismo sea renovado en esos lugares, por vosotros, o por quienes plazca a
Dios que lo hagan, a fin de que el señor de todos los males, aquél que establecerá el trono
de su reino, encuentre algún rastro de fe contra el cual combatir. Pensad que el
Todopoderoso puede haberos destinado para levantar a Jerusalén del estado de
envilecimiento en el cual se encuentra pisoteada; ¿y, os lo demando, juzgad cuántos
corazones gozarían de alegría si vemos la Ciudad santa elevada por vuestra ayuda, y
aquellos oráculos proféticos, o mejor dicho divinos, cumplidos en nuestro tiempo?
Recordad además estas palabras que Dios mismo dijo a la Iglesia: "Yo conduciré vuestros
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hijos del Oriente, y reuniré los de Occidente" (Is 63,5). Dios ha conducido a los hijos del
Oriente, porque aquel territorio del Oriente ha doblemente producido los primeros príncipes
de nuestra Iglesia, y los reúne de Occidente reparando los males de Jerusalén por los brazos
de aquellos que han recibido las últimas enseñanzas de la fe, es decir, por los occidentales,
porque creemos que tales cosas las podéis hacer vosotros, con la ayuda del Señor. Que si
las palabras de las Escrituras no os determinan, si nuestra invitación no llega al fondo de
vuestra alma, que al menos la extrema miseria de todos aquellos que desean visitar los
santos lugares, os toque y conmueva. Tened en cuenta a aquellos que emprenden aquella
peregrinación, y van a aquel país a través de las tierras: si son ricos, a cuántas exacciones y
violencias son sometidos; casi a cada milla de la ruta son obligados a pagar tributos e
impuestos; en cada puerta de la ciudad, a la entrada de iglesias y templos, los hacen pagar
un precio; y cada vez que se transportan de un lugar a otro, por una acusación cualquiera, se
ven forzados a pagar un rescate a precio de plata, y al mismo tiempo, los gobernadores de
los gentiles no cesan de castigar cruelmente con golpes a quien reúse hacerles presentes.
¿Qué decir de aquéllos que, no teniendo nada, confiados en su indigencia absoluta,
emprenden aquel viaje porque les parece no tener nada que perder en su propia persona? Se
les somete a suplicios intolerables para quitarles lo que no tienen; se les despedaza, se les
abren los talones para ver si por azar no tienen algo cosido por debajo, y la crueldad de
estos malvados va todavía más lejos. En el convencimiento de que estos desgraciados
pueden haber tragado oro o plata, los hacen beber escamonea hasta obligarlos al vómito, o
incluso hasta hacer rendirse a sus órganos vitales; o, lo que es más horrible aún, les abren el
vientre a punta de hierro, haciendo salir las envolturas de los intestinos, y pinchando con
afrentosas incisiones hasta en los repliegues más secretos del cuerpo humano. Tened en
consideración, os ruego, a tantos millones de hombres que han muerto de la manera más
deplorable; tomad enseguida partido por los santos lugares, de donde os han llegado los
primeros elementos de la piedad, y creed sin duda que Cristo marchará delante de aquellos
que vayan a hacer la guerra por Él, que Él será vuestro porta estandarte, y servirá de
precursor a cada uno de vosotros".
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Cuando este hombre tan eminente hubo finalizado su discurso, dio la absolución, por el
poder del bienaventurado Pedro, a todos cuantos hicieron voto de partir, y la confirmó en
virtud de su autoridad apostólica.
GUIBERT DE NOGENT, Histoire des Croisades, II, Éd. Guizot, 1825, Paris, pp. 46-52.
Trad. al francés por José Marín R
Anexo 4 – EL LLAMADO A LA PRIMERA CRUZADA SEGÚN GUILLERMO DE
TIRO
...el señor Urbano dirigió una exhortación al Concilio reunido [en Clermont], y habló en
estos términos:
"Sabéis, mis hijos bien amados, y conviene que vuestra caridad no lo olvide nunca, que el
Redentor del género humano se revistió de carne para la salvación de todos, y se hizo
hombre entre los hombres, ilustrando con su presencia la tierra de promisión, que Él había
prometido ya a los patriarcas; la hizo célebre por sobre todo por las obras que allí realizó, y
por la frecuente manifestación de sus milagros. El Antiguo, como el Nuevo Testamento,
nos lo enseñan en cada página, en cada sílaba. Ciertamente Él dio a esta porción
infinitamente pequeña del globo un muy particular privilegio de predilección, dignándose
en llamarla su herencia, a pesar de que toda la tierra y todo lo que ella contiene le
pertenece. Así dijo, por boca de Isaías: "Israel es mi casa y mi herencia" (Is 19,25), y
además: "La casa de Israel es la viña del Señor de los ejércitos" (Is 5,7). Y aunque, desde el
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principio, consagró especialmente toda esta región, no obstante adoptó más particularmente
aún la ciudad santa, como propia pertenencia, según testimonio del profeta, que dice: "El
Señor ama las puertas de Sión más que todas las tiendas de Jacob" (Ps 86,2). Es de ella que
se dicen cosas gloriosas, a saber, que enseñando, sufriendo, resucitando en esta ciudad, el
Salvador obró allí la Salvación en el centro de toda la tierra. Ella fue elegida a través de los
siglos para llegar a ser el testimonio, el teatro habitual de tantos milagros. Elegida sin duda,
ya que quien la eligió lo testimonia por sí mismo, diciendo: "Es de la ciudad de Jerusalén,
que yo he elegido, que les vendrá el Salvador". A pesar de que, para expiación de los
pecados de sus habitantes, Dios permitió por un justo juicio, que fueran frecuentemente
entregados en las manos de los impíos, y que la ciudad sufriese por un tiempo el yugo de un
duro cautiverio, sin embargo, no se puede pensar que la haya rechazado lejos de sí, como
para repudiarla, pues está escrito: "El Señor castiga a quien ama" (Heb 12,16). Al contrario,
a aquellos contra quienes reúne tesoros de cólera, les dice: "Haré cesar mi indignación
contra vosotros; mi celo y mi ira se retirarán de vosotros" (Ez 16,42). Él la ama, pues,
siempre; el fervor de su amor no se extingue nunca hacia quien Él dijo: "Serás una corona
de gloria en la mano del Señor, y una diadema real en la mano de vuestro Dios. Y no se os
llamará más la repudiada, y vuestra tierra no será más llamada tierra desierta; sino que
seréis llamada mi bien amada, y vuestra tierra la tierra habitada, porque el Señor puso sus
afectos en ti" (Is 62,3-4). Esta cuna de nuestra salvación, esta patria del Señor, esta madre
de la religión, un pueblo sin Dios, hijo del Egipto esclavo, la ocupa por la violencia. Los
hijos de la ciudad libre están en cautiverio, sufren la más dura condición de parte de
quienes a justo título habrían de servirles. Pero, ¿qué es lo que está escrito? "Echad a esa
sierva con su hijo" (Gen 21,10). La raza impía de los sarracenos, sectarios de tradiciones
mundanas, agobian con una cruel tiranía, y desde hace ya muchos años, los lugares santos,
donde se posaron los pies de Nuestro Señor. Ella subyugó a los fieles y los condenó a la
esclavitud. Los perros han entrado en los lugares sagrados, el santuario ha sido profanado,
el pueblo adorador de Dios ha sido humillado; la raza de los elegidos padece persecuciones
indignas, el colegio real de los sacerdotes sirve en el fango; la ciudad de Dios, la reina de
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las naciones ha sido sometida a un tributo. ¿Qué alma no se sentirá conmovida, qué corazón
no se ablandará, considerando todas estas cosas? El templo de Dios, de donde el Señor con
gran celo, expulsó a los vendedores y compradores, porque la casa de su Padre no debía ser
una cueva de ladrones, ese templo ha llegado a ser morada de demonios. Un hecho similar
excitó ya un celo digno de admiración en Matatías el Grande, sacerdote, padre de los santos
Macabeos: "El templo de la ciudad santa, decía, es tratado como un hombre infame; los
vasos consagrados a su gloria han sido robados como botín" (1M 2,8-9). La ciudad del rey
de reyes, que transmitió a otros los preceptos de una fe pura, ha sido constreñida, a su
pesar, a servir a las supersticiones de los gentiles. La iglesia de la santa resurrección, lugar
de reposo del Señor dormido, recibe sus leyes y es mancillada con las inmundicias de
aquellos que no participaron de la resurrección, y que están destinados a sostener un
incendio sin fin, a servir de paja al fuego eterno. Los lugares venerables consagrados a los
misterios divinos, que prestaron hospitalidad al Señor revestido de carne, que vieron sus
milagros, que probaron sus beneficios, en los cuales cada fiel reconoce la prueba de la
sinceridad de su fe, se han transformado en corrales para las bestias, establos para los
caballos. El pueblo digno de alabanzas, bendecido por el Señor de los ejércitos, gime y
sucumbe bajo el peso de ultrajes y exacciones de las más vergonzosas. Sus hijos son
arrebatados, prenda preciosa de la Iglesia su madre; se les incita a someterse a las
impurezas de los otros pueblos, a renegar del nombre del Dios vivo, o a blasfemarlo con
boca sacrílega; o bien, si detestan el imperio de la impiedad, perecen bajo el hierro como
borregos, dignos de contarse entre los santos mártires. No hay para aquellos hombres
diferencia alguna, ni de lugares ni de personas: los sacerdotes y los levitas son asesinados
en el santuario, las vírgenes obligadas a prostituirse, o a perecer entre tormentos, ni siquiera
la edad salva a las matronas de semejantes injurias. Desgraciados de nosotros que hemos
llegado al exceso de miseria de esos tiempos llenos de peligros, que el fiel rey David,
elegido del señor, deploraba en su previsión profética, diciendo: "Oh, Dios, las naciones
han entrado en vuestra heredad, han mancillado tu santo templo" (Ps 78,1), y en otra parte:
"Ellos, Señor, han humillado y afligido a vuestro pueblo, han mancillado tu heredad" (Ps
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93,5). "¿Hasta cuándo, Señor, tu cólera, como si tu cólera fuera eterna?" (Ps 78,5). "¿Dónde
está, Señor, tu antigua misericordia?" (Ps 88,48). Aquello que está dicho, ¿no es acaso
verdad? "¿Olvidará Dios su bondad compasiva? ¿Y su cólera detendrá el curso de su
misericordia?" (Ps 76,9). "Acuérdate de lo que nos ha sobrevenido, mira y ve nuestro
oprobio" (Lam 5,1). "¡Desgraciado de mí si he nacido para ver la aflicción de mi pueblo, y
la prosternación de la ciudad santa, y para permanecer en paz, que ella sea entregada en las
manos de sus enemigos!" (1M 2,7).Vosotros, pues, mis hermanos queridos, armaos del celo
de Dios; que cada uno de vosotros ciña su cintura con una poderosa espada. Armaos, y sed
hijos del Todopoderoso. Vale más morir en la guerra, que ver las desgracias de nuestra raza
y de los lugares santos. Si alguno tiene el celo de la ley de Dios, que se una a nosotros;
vamos a socorrer a nuestros hermanos. "Rompamos sus ataduras, y rechacemos lejos de
nosotros su yugo" (Ps 2,3). Marchad, y el Señor estará con vosotros. Volved contra los
enemigos de la fe y de Cristo esas armas que injustamente habéis ensangrentado con la
muerte de vuestros hermanos. Aquellos que cometen latrocinio, incendio, rapto, homicidio,
y otros crímenes, no entrarán al Reino de los Cielos; rescataos mediante buenos servicios
que serán agradables a Dios, a fin de que aquellas obras de piedad, junto con la intercesión
de todos los santos, os lleven a obtener prontamente la indulgencia de todos los pecados
con los cuales habéis suscitado la cólera divina. Es en el nombre del Señor, y por la
remisión de los pecados, que invitamos y exhortamos a todos nuestros hermanos, a tener
compasión de los dolores y fatigas de sus hermanos, coherederos del Reino Celeste (pues
somos todos y cual más cual menos "herederos de Dios y coherederos del Cristo" (Rom
8,17), que viven en Jerusalén y en sus alrededores, y a oponerse, con una ira meritoria, a la
insolencia de los infieles, que se esfuerzan en subyugar reinos, principados y poderíos.
Reunid todas vuestras fuerzas para resistir a aquellos que han resuelto destruir el nombre
cristiano. Si no hacéis así, pronto la Iglesia de Dios sufrirá un yugo que no amerita, la fe
aminorará sensiblemente, y la superstición de los gentiles prevalecerá. Alguien de entre
aquellos de los que hablamos ha visto con sus propios ojos la extrema aflicción de sus
hermanos; esta carta que nos ha sido traída de su parte, por un hombre venerable, llamado
Página53
RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com
Pedro, nos lo enseña todavía mejor. En cuanto a nosotros, confiando en la misericordia del
Señor, y apoyándonos en la autoridad de los bienaventurados apóstoles, Pedro y Pablo,
remitimos a los cristianos fieles que tomen las armas contra esos enemigos, y emprendan la
tarea de esa peregrinación, las penitencias que les han sido impuestas por sus pecados. Que
quienes mueran en esos lugares con verdadero arrepentimiento, no duden ni un momento
que obtendrán indulgencia por sus pecados, y que alcanzarán los frutos de las recompensas
eternas. Durante ese tiempo, a aquellos que, en el ardor de su fe, emprendan esta
expedición, los recibiremos bajo la protección de la Iglesia, de los bienaventurados Pedro y
Pablo, como hijos de la verdadera obediencia, declarando especialmente al abrigo de
cualquier vejación, sea en sus bienes, sea en sus personas. Si, no obstante, alguno osa
temerariamente molestarlos, que tal sea castigado con la excomunión por el obispo de su
diócesis, y que tal sentencia sea observada por todos, hasta que aquello que ha sido robado
sea restituido, y que se haya satisfecho en los daños según una indemnización conveniente.
Que al mismo tiempo, los obispos y los sacerdotes, que no resistan con fuerza ante tales
acometidas, sean castigados con la suspensión de sus funciones, hasta que obtenga a
misericordia de la sede apostólica".
GUILLAUME DE TYR, Histoire des Croisades, I, Éd. Guizot, 1824, Paris, vol. I, pp. 38-
45. Trad. del francés por José Marín R.
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Anexo 5 - HISTORIA ANÓNIMA DE LA PRIMERA CRUZADA (c. 1099)
(FRAGMENTOS)
(I,1) Como se acercaba ya el fin que el Señor Jesús anuncia cada día a sus fieles,
especialmente en el Evangelio, donde Él dice: "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a
sí mismo, tome su cruz y sígame", se formó un gran movimiento por todas las regiones de
las Galias, a fin de que quienquiera que sea, de un corazón y de un espíritu puros, que desee
seguir al Señor con celo y quiera llevar la Cruz consigo, no tarde en tomar con toda
prontitud la ruta del Santo Sepulcro.
Este discurso se fue difundiendo poco a poco en todas las regiones y provincias de las
Galias; los francos, escuchándolo, comenzaron rápidamente a coser cruces sobre el costado
derecho de sus espaldas, diciendo que unánimemente querían seguir las huellas de Cristo,
por las cuales serán liberados del poder del Tártaro.
(I,2) Esos poderosos caballeros y muchos otros que no conozco, siguieron la ruta que
antaño Carlomagno, magnífico rey de Francia (mirificus rex francorum), hizo establecer
hasta Constantinopla.
[A Pedro el Ermitaño, el Emperador, en Constantinopla, le dice:] "No atravieses el Brazo
antes de la llegada del grueso del ejército cristiano, ya que ustedes no son lo
suficientemente numerosos como para combatir a los turcos". Y los cristianos se
comportaban muy mal, ya que destruían e incendiaban el palacio de la ciudad, robaban el
plomo con el cual estaban cubiertas las iglesias y lo vendían a los griegos, tanto así que el
emperador, irritado, dio la orden de hacerlos cruzar el Brazo.
Después que hubieron cruzado, no cesaron de cometer toda suerte de fechorías,
incendiando y devastando las casas y las iglesias.
Página55
RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com
En cuanto a Pedro el Ermitaño, volvió a Constantinopla, incapaz de disciplinar esa tropa
disparatada, que no quería entenderlo ni a él ni a sus palabras.
[Respecto de la desastrosa derrota que sufre la Cruzada Popular a manos turcas:] A la
noticia de que los Turcos habían así dispersado a los nuestros, el emperador manifestó una
gran alegría, y dio órdenes para hacerlos atravesar el Brazo.
(I,3) [El Gobernador de Durazzo) los hizo detener y conducir con precaución a
Constantinopla delante del Emperador, a fin de que le jurasen fidelidad (fidelitatem
facerent).
Finalmente, el duque Godofredo, el primero de todos los señores, llegó a Constantinopla
con un gran ejército, dos días antes de la Natividad de Nuestro Señor, y acampó fuera de la
ciudad hasta que el inicuo emperador (iniquus imperator) hubo dado la orden de alojarlo en
un barrio [Gálata] de la ciudad. Habiendo tomado así sus cuarteles, el duque enviaba cada
día a sus guerreros con toda seguridad, para que consiguieran paja y todo lo que era
necesario a los caballos. Y creían que podían ir con toda confianza a donde quisieran, pero
el inicuo emperador Alexis (iniquos imperator Alexius) ordenó a los Turcoplas y a los
Petchenegues atacarlos y matarlos. Con esta noticia, Balduíno, hermano del duque, les
preparó una emboscada, los sorprendió cuando iban a masacrar a su pueblo, los atacó
valientemente y, con la ayuda de Dios, los venció. Capturó a sesenta, de los cuales mató a
una pequeña parte, y el resto se los presentó al duque, su hermano.
El emperador, instruido sobre estos acontecimientos, manifestó una gran irritación. El
duque, viendo al emperador irritado, salió del barrio con los suyos y formó sus cuarteles
fuera de la ciudad. Llegada la tarde, el miserable emperador (infelix imperator) ordenó a
sus tropas atacar al duque y al pueblo cristiano. El duque los persiguió victoriosamente a la
cabeza de los soldados de Cristo; mató a siete y persiguió a los otros hasta la puerta de la
ciudad. De regreso en su campamento, permaneció allí cinco días, después llegó a un
acuerdo con el emperador que lo obligó a cruzar el Brazo de San Jorge y lo autorizó a
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La idea de Cruzada y Yihad entre 1095 y 1099: Una aproximación historiográfica a la aplicación del concepto de Guerra Santa

  • 1. Autor: Rodrigo Pereira González Profesor: Cristian Molina Gallardo 21/11/2012 La idea de Cruzada y Yihad entre 1095 y 1099: Una aproximación historiográfica a la aplicación del concepto de Guerra Santa. PEDAGOGÍA EN HISTORIA, GEOGRAFÍA Y EDUCACIÓN CÍVICA FACULTAD DE EDUCACIÓN – SEDE VIÑA DEL MAR
  • 2. Página1 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com Mis agradecimientos al Profesor Patricio Zamora Navia, quien, en nuestras conversaciones y cafés, me acercó a la Historia Medieval, y gracias a sus aportes teóricos y bibliográficos, comienzo a descubrir (y espero no terminar de hacerlo) el mundo de la Guerra Santa, La Cruzada y el Yihad.
  • 3. Página2 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com ÍNDICE Índice…………………………………………………………………………………..... Prólogo…………………………………………………………………………………. 2 3 Introducción………………………………………...…………………………………. 4 Primera Parte: Guerra Santa y Cruzada………………………………………….. I.I : Hacia una construcción del concepto de Guerra Santa en Occidente…. I.II : La Cruzada entre los años 1095 y 1099…………………………………... I.III : Aplicación del concepto de Guerra Santa a la primera campaña Cruzada entre 1095 y 1099…………………………………………………... 7 8 15 21 Segunda Parte: Guerra Santa y Yihad……………………………………………. 25 II.I : Hacia una construcción del concepto de Guerra Santa en Oriente…….. II.I : El Yihad entre los años 1095 y 1099……………………………………….. II.II : Aplicación del Concepto de Guerra Santa al Yihad………………………. 26 31 36 Conclusión……………………………………………………………………………... Bibliografía…………………………………………………………………………….. 38 42
  • 4. Página3 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com PRÓLOGO Si queremos reducir la Edad Media a una sola palabra, podremos definirla con Iglesia. Pero no solo en el ámbito puramente eclesiástico, pues en esta investigación se presenta la visión de la Iglesia Occidental frente a la amenaza del Infiel musulmán que conquistó y profanó el lugar donde Cristo se sacrificó por todos los hombres. Para Oriente, vemos la defensa del lugar donde Mahoma realizó el vuelo nocturno y ascendió a los siete cielos. Donde se codificó gran parte de la base de su doctrina. La Edad Media es un mundo épico, que atrae al lector a los conflictos religiosos, a las mal llamadas “Guerras Santas”, a los hidalgos y valerosos caballeros medievales, o a los cuentos que generalmente se ambientan dentro de estos mil años de historia. Pero más allá de eso, la Edad Media y sus procesos presentan un problema de conceptualización que durante esta investigación han sido desarrollados para intentar aproximarnos a una nueva y acertada interpretación historiográfica.
  • 5. Página4 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com INTRODUCCIÓN La presente investigación busca entregar una aproximación a una problemática conceptual constante en la historiografía Medieval. Nos referimos a la conceptualización de Guerra Santa, en sus ideas occidentales y orientales respecto al conflicto, y cómo esta idea se asocia, o incluso aplica indebidamente, a los conceptos de Cruzada y de Yihad. Muchas veces se asocia o se utiliza el término de Guerra Santa para referirse al Yihad y a la Cruzada, y muchas de esas veces de mala manera. Siendo esta problematización de conceptos la idea central de la presente investigación, se busca realizar la aproximación del concepto Guerra Santa de Occidente a la Primera Cruzada, y el concepto de Guerra Santa de Oriente al Yihad. Para realizar la investigación y formular nuestra tesis de manera de llegar al resultado esperado, y a la problemática de la investigación, es que la investigación se ha divido en dos partes, enfocándose la primera en el Occidente Cristiano y la segunda en el Oriente Islámico: PARTE I: I) Se trata del punto de vista y conceptualización cristiana occidental del concepto de Guerra Santa y su evolución desde una Guerra Justa a una sacralización de la idea de guerra para llegar a la definición del concepto de Guerra Santa como tal. II) En la primera parte de la investigación se realiza un análisis historiográfico a la Cruzada, examinando principalmente el llamamiento en el año 1095 y las ideas que tiene Occidente de Oriente de acuerdo a las fuentes.
  • 6. Página5 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com III) Finalmente, se realiza un análisis de la conceptualización de la Guerra Santa y se entrega una forma de aplicar el concepto de Guerra Santa a la Primera Cruzada de acuerdo a lo que las fuentes y la bibliografía especializada nos ofrece. PARTE II: I) En esta etapa, se investiga la noción del Oriente islámico respecto al concepto de Guerra Santa. Al igual que en la primera parte, se realiza un análisis a las fuentes historiográficas de Oriente para comprender lo que el Islam presenta como una Guerra Santa. II) Se investiga la problemática y conceptualización del Yihad y sus etapas de aplicación desde el siglo VIII al XI, siendo éste último siglo el que nos concierne en esta investigación. Se tratan los principales tipos de Yihad y sus características. III) De acuerdo a los conceptos obtenidos de Guerra Santa y Yihad, se intenta realizar una aproximación de la idea de Guerra Santa Oriental a las distintas etapas y tipos del Yihad que son estudiados en la parte II. Como ya se mencionó, nuestro objeto de estudio es la problemática de la conceptualización de Guerra Santa que se obtiene en la historiografía, tanto especializada como no especializada de le Edad Media. El objetivo general de esta investigación radica en analizar las ideas de Guerra Santa y construir el concepto adecuado para Occidente y para Oriente y aplicarlo a la idea de Cruzada y de Yihad, según corresponda. Para cumplir este objetivo, primero deberemos conocer, comprender y analizar las diferentes teorías existentes respecto a las Guerras Santas de Occidente y Oriente, y así también teorías respecto a la Cruzada y al Yihad.
  • 7. Página6 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com Los objetivos tienen como enfoque responder a la problemática que genera el titulo de la investigación: “La idea de Cruzada y Yihad entre 1095 y 1099: Una aproximación historiográfica a la aplicación del concepto de Guerra Santa”. Es decir, responder si es posible o no aplicar el concepto de Guerra Santa a la Primera Cruzada y al Yihad. Para llegar a este objetivo, se ha recurrido a bibliografía especializada, destacándose a M. Canard, Jean Flori, Paul Alphandéry, José Marín, Diego Melo, entre otros, quienes se dedican al estudio de la Guerra Santa, la Cruzada y el Yihad a través de las ideas y la conceptualización de los diferentes procesos. También se recurrió al análisis de fuentes historiográficas, principalmente a las del Concilio de Clermont de 1095 para comprender la visión occidental de las Cruzadas, y a codificaciones del Yihad entre los siglos VIII y XII para acercarnos a la idea del Yihad en Oriente. Para concluir con esta introducción, es necesario agregar que esta investigación se realiza en torno al examen de Seminario de Especialidad, HIS-801, a cargo del Profesor Cristian Molina Gallardo de la Universidad de las Américas, sede Viña del Mar, con fecha 21 de noviembre de 2012.
  • 9. Página8 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com I.I - HACIA UNA CONSTRUCCIÓN DEL CONCEPTO DE GUERRA SANTA EN OCCIDENTE: Tomando la tesis de M. Canard1 , encontramos tres elementos que condicionan la idea de una Guerra Santa. Primero, debe realizarse por una causa justa, tal como la defensa del territorio o las leyes, o la recuperación de bienes; Segundo, como una necesidad mayor y única forma de corregir una injusticia; y Tercero, debe ser guiada por una autoridad representativa. Para sostener la tesis de Canard solo necesitamos un ejemplo claro que aplique a Occidente y Oriente, y éste radica en la importancia de la ciudad de Jerusalén tanto para cristianos como para musulmanes durante el siglo XI. 1°- Para los cristianos la causa justa es recuperar el lugar donde Jesús dio la vida por todos los cristianos, mientras que para los musulmanes es el lugar donde el Profeta Mahoma ascendió a los siete cielos. 2°- La forma de corregir la injusticia para cristianos y musulmanes se trata de liberar la ciudad del infiel, del enemigo de la religión propia. 3°- Urbano II, en Occidente, realizó el llamamiento a la Cruzada en el concilio de Clermont el año 1095. Mientras que en Oriente, el Yihad pudo ser llamado por los Califas, pero no se concretó hasta después de la conquista de Jerusalén por los Cruzados2 . 1 CANARD, M., La guerre sainte dans le monde islamique en dans le monde chrétien, en Revue Africane, N° 79, Parte II, Paris, 1936, pp. 611. 2 MELO, Diego, El Islam de Frente a las Cruzadas: La visión Oriental, desde la escisión interna hasta la reunificación de Saladino, en Intus Legere, Vol 1, N° 1-2, Santiago, 2007, pp. 140 y suc.
  • 10. Página9 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com Para Paul Alphandéry3 la Guerra Santa conlleva a la remisión de los pecados, a la indulgencia, a través de la sangre vertida en la propia guerra. José Marín4 destaca que existe un elemento que define y caracteriza a la Guerra Santa, el cual se relaciona directa y estrechamente con la idea de Guerra Santa de Paul Alphandéry. Para Marín una Guerra Santa es aquella en la que, junto a la remisión de los pecados, existe la recompensa del martirio a aquellos que, retomando los postulados de Canard, mueran en el campo de batalla defendiendo una causa que debe ser justa y legítima5 . De acuerdo a diversos cronistas presentes en el Concilio de Clermont en noviembre de 1095, sí existió una promesa celestial a los peregrinos que dirigieron su rumbo a la ciudad de Jerusalén para liberar a los cristianos de Oriente y los Lugares Sagrados de la cristiandad. Podemos encontrar en el relato de Foucher de Chartres el siguiente fragmento sobre las recompensas celestiales que son ofrecidas y destacas por Paul Alphandéry y José Marín: En cuanto a aquellos que partirán, si pierden la vida, sea durante la ruta por tierra, sea atravesando los mares, sea combatiendo a los idólatras, todos los pecados les serán remitidos en ese momento; este favor tan precioso yo lo concedo en virtud de la autoridad por la cual he sido investido por Dios mismo6 . 3 ALPHANDÉRY, Paul, La cristiandad y el concepto de Cruzada. Las primeras Cruzadas, Unión Tipográfica Editorial Hispano Americana (UTEHA), México D.F., 1959, pp. 4 MARÍN, José, Cruzada, Guerra Santa y Yihad. La Edad Media y Nosotros, Ediciones Universitarias de Valparaíso Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, 2003, pp. 77. 5 Ídem. 6 FOUCHER DE CHARTRES, Histoire des Croisades, Chap. 1, Ed. Guizot, 1825, Paris, pp. 7-10. Trad del francés por José Marín R.
  • 11. Página10 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com De la crónica de Guillermo de Tyro podemos encontrar fragmentos que sustentan aún más la tesis de Alphandéry y Marín. Siempre destacando la importancia de las recompensas celestiales a quienes mueran por la causa justa. Que quienes mueran en esos lugares con verdadero arrepentimiento, no duden ni un momento que obtendrán indulgencia por sus pecados, y que alcanzarán los frutos de las recompensas eternas7 . Carl Erdmann propone que una Guerra Santa en Occidente se debe entender como un servicio armado a favor de la Iglesia8 . Existen diversos autores que se basan en la tesis de Erdmann. Uno de ellos Steven Runcimann, quien afirma que la Guerra Santa aparte de ser un servicio armado a favor de la Iglesia, se hace por los intereses de la misma9 . Otro importante y destacado estudioso de la Guerra Santa es Jean Flori10 , quien descarta la tesis de Jonathan Riley-Smith11 . Tesis que sostiene que no existió martirio en la Primera Cruzada, y que sería una noción creada por los mismos guerreros en combate. Esta tesis puede ser descartada con las crónicas del llamamiento a la Cruzada de Urbano escritos por 7 GUILLAUME DE TYR, Histoire des Croisades, I, Éd. Guizot, 1824, Paris, vol. I, pp. 38-45. Trad. del francés por José Marín R. 8 ERDMANN, Carl, Alle Origine dell’idea di Crociata, Stuttgard, 1935, en MARÍN, José, Cruzada, Guerra Santa y Yihad…, Op. Cit., pp. 76. 9 RUNCIMAN, Steven, Historia de las Cruzadas, Cambridge, 1954, en MARÍN, José, Cruzada, Guerra Santa y Yihad…, Ídem. 10 FLORI, Jean, La Guerra Santa. La formación de la idea de Cruzada en el Occidente cristiano, Trotta, Madrid, 2003, pp. 327 y suc. 11 RILEY-SMTIH, Jonathan, The First Crusade and the Idea of Crusading, Londres, 1993,
  • 12. Página11 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com Foucher de Chartres y Guillermo de Tyro, entre otros12 , los que destacan el martirio de aquellos que mueran en peregrinación o combate por la causa justa de la Iglesia. Flori basándose principalmente en la tesis de Carl Erdmann, sostiene que la Guerra Santa, en Occidente, es una derivación de la idea de la Guerra Justa13 de San Agustín de Hipona. 12 Es posible encontrar una serie de cronistas que nos permiten avalar que sí existieron recompensas celestiales, como la remisión de los pecados y el martirio para los que siguieran el llamamiento de Urbano II. Tales ejemplos son:  FOUCHER DE CHARTRES, Histoire des Croisades…, Op. Cit., “En cuanto a aquellos que partirán, si pierden la vida, sea durante la ruta por tierra, sea atravesando los mares, sea combatiendo a los idólatras, todos los pecados les serán remitidos en ese momento; este favor tan precioso yo lo concedo en virtud de la autoridad por la cual he sido investido por Dios mismo.”  GUIBERT DE NOGENT, Histoire des Croisades, II, Éd. Guizot, 1825, Paris, pp. 46-52. Trad. al francés por José Marín R. “Ahora os proponemos guerras que tienen en sí mismas la gloriosa recompensa del martirio, que serán por siempre objeto de elogio, para los tiempos presentes y para la posteridad.”  GUILLAUME DE TYR, Histoire des Croisades…, Op. Cit., “[…] remitimos a los cristianos fieles que tomen las armas contra esos enemigos, y emprendan la tarea de esa peregrinación, las penitencias que les han sido impuestas por sus pecados. Que quienes mueran en esos lugares con verdadero arrepentimiento, no duden ni un momento que obtendrán indulgencia por sus pecados, y que alcanzarán los frutos de las recompensas eternas.”  ORDERIC VITAL, Histoire de Normandie, Libro IX, Ed. Guizot, 1826, Paris, vol. III, pp. 410- 413. Trad. del francés por José Marín R. “El prudente Papa incitó a la guerra contra los enemigos a todos aquellos que convenientemente podían llevar las armas, y dio, en virtud de la autoridad divina, la absolución de todos los pecados a todos los penitentes, a partir del momento en que tomaran la Cruz del Señor.”  ROBERT LE MOINE, Histoire de la Première Croisade, Ed. Guizot, 1825, Paris, pp. 301-306. Trad. del francés por José Marín R. “[…] recordad lo que el Señor dice en su Evangelio: "Quien ama a su padre y a su madre más que a mí, no es digno de mí" (Mt 10,37). "Aquel que por causa de mi nombre abandone su casa, o sus hermanos o hermanas, o su padre o su madre, o su esposa o sus hijos, o sus tierras, recibirá el céntuplo y tendrá por herencia la vida eterna" (Mt 19,29).”
  • 13. Página12 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com Su teoría se basa en que Dios no ha descartado el uso de la guerra, incluso la ordenó en antaño14 . Para Flori, una de las principales ideas que sustentan la Guerra Santa, es la legitimación directa de Dios y sus lugartenientes15 . Para Vicente Cantarino la Guerra Santa es un concepto propio del mundo islámico que el cristianismo debió utilizar como respuesta a la agresividad musulmana hacia Tierra Santa. Es decir, una acción en defensa propia o una agresión protectora de los intereses de Dios en la tierra y de la cristiandad contra la amenaza musulmana16 . Nuevamente es posible apreciar que la Guerra Santa en Occidente nace por, tal como ya propuso M. Canard en 1936, la idea de una causa justa, como recuperar Jerusalén. Por su parte J. Riley-Smith propone que la idea de Guerra Santa en Occidente apareció y desarrolló por motivos que no eran islámicos17 . James A. Brundage18 sostiene que una Guerra Santa es aquella en que existe un beneficio espiritual para aquellos que participen de la guerra. Además propone que de acuerdo al 13 La Guerra Justa de San Agustín es una doctrina que para Jean Flori, basándose en Carl Erdmann, se origina y ejecuta a través del poder laico. Según San Agustín «El orden natural, acomodado a la paz de los mortales, postula que la autoridad y la deliberación de aceptar la guerra pertenezca al príncipe» (Contra Faustum, siglo IV), por lo que no existe una intervención directa de Dios dentro de la proclamación de la guerra, pasando ésta a ser una guerra laica, a veces interpretada como una guerra defensiva. 14 En el Antiguo Testamento podemos encontrar los primeros vestigios de una idea de guerra ordenada por Dios. Un ejemplo claro es el Éxodo y los rasgos que acercan a la idea de una guerra en Israel. 15 FLORI, Jean, La Guerra Santa…, Op. Cit., pp. 263 16 CANTARINO, Vicente, "The Spanish Reconquest: A Holy War Against Islam?," en Khalil I. Semaan, ana the Medieval West. Aspects of Intercultural, University of New York Press, 1980, pp. 82 y suc. 17 RILEY-SMTIH, Jonathan, The First Crusade… Op. Cit 18 BRUNDAGE, James A., Holy War and the Medieval Lawyers, en MURPHY, Thomas, The Holy War, Ohio State University Press, 1976, pp. 100
  • 14. Página13 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com pensamiento de los siglos XI al XIII, existían cuatro puntos19 que se debían tomar en consideración al momento de iniciar o llamar a una Guerra Santa. Estos puntos son 1) La autoridad para iniciar la guerra; 2) El poder para hacer la guerra; 3) Las limitaciones en materia de conflictos armados; 4) Los derechos de propiedad y de responsabilidad por daños y perjuicios sufridos como consecuencia de las hostilidades. Un análisis más extenso sobre la conceptualización de Guerra Santa es el que realiza James Turner Johnson20 . Se basa en al menos diez características que debe cumplir una guerra para ser considerada como Santa. Muchos de los elementos que Johnson propone ya han sido mencionados en otros autores, como por ejemplo Canard, pero aun así se destaca esta tesis debido al grado de análisis realizado por el autor para comprender y aproximar al lector a una idea de Guerra Santa vista desde la tradición Occidental. José Marín realizó un completo análisis a la tesis de Johnson, destacando los siguientes elementos21 que éste considera fundamentales para realizar una aproximación al concepto de Guerra Santa en Occidente. 1) La Guerra Santa debe realizarse bajo la guía divina; 2) Se combate por la fe en Dios a partir de la convocatoria de una autoridad representativa; 3) Dios mismo combate en la guerra; 4) Es una guerra emprendida contra los enemigos de la religión; 5) El fin de la guerra es imponer la verdadera religión; 6) Imponer la recta doctrina y castigar las herejías; 7) Los participantes son “santos”22 ; 8) Existe un progresión de la fe por medios no 19 Ibídem, pp. 110. 20 JOHNSON, James Turner, The Holy War Idea in Western and Islamic Traditions, The Pennsylvania State University Press, Pennsylvania, 1997. 21 MARÍN, José, Cruzada, Guerra Santa y Yihad…, Op. Cit., pp. 74-76. 22 FLORI, Jean, Guerra Santa, Yihad, Cruzada…, Op. Cit., pp. 197, “Muchos guerreros cristianos afirmaron haber visto surgir, para combatir a su lado, legiones celestiales de santos, revestidos de armaduras refulgentes, que enrolaban banderas blancas y montaban sobre caballos blancos. Aquellos caballeros del cielo, según dijeron algunos, estaban guiados por los santos militares y venían acompañados de los cruzados que, matados antes por los infieles turcos, regresaban a la tierra con los santos del paraíso para socorrer a sus antiguos compañeros que seguían vivos.”
  • 15. Página14 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com violentos; 9) Se realiza bajo la guía de un líder inspirado religiosamente; y 10) Es un fenómeno reconocido como un absoluto milagro antes o durante el conflicto. De acuerdo a las principales tesis revisadas durante este capítulo, es posible realizar una aproximación al concepto de Guerra Santa en Occidente y entenderla como aquella guerra que se realiza por una causa justa, la cual debe ser proclamada por un líder representativo e inspirado religiosamente, con la legitimación divina y directa de Dios para ofrecer recompensas celestiales, esencialmente la redención de los pecados y el martirio23 como compensación escatológica24 , a aquellos que a través del servicio armado combatan por la fe y en nombre de Dios a los enemigos de la religión, con el objetivo de defender a la religión y los intereses de la Iglesia, y así imponer la recta doctrina y castigar las herejías. 23 El martirio se entiende como la recompensa celestial que se recibe al morir en el campo de batalla por una causa justa que se liga al sentido religioso. Existe tanto para el Occidente cristiano como para el Oriente islámico. En el caso de Occidente se pueden tomar los siguientes ejemplos:  LEON IX, PL, en FLORI, Jean, Guerra Santa, Yihad, Cruzada…, Op. Cit., pp. 311. “Siento un gran regocijo por nuestros hermanos que han sido matados combatiendo por Dios en Apulia. Los he visto, en efecto, entre los mártires, y sus vestidos tenían el esplendor del oro. Todos portaban en la mano palmas con flores imperecederas, y me decían: “Ven, mora con nosotros, pues gracias a ti poseemos ahora esta gloria”  RAÚL GLABER, Historiarum libri quinque, Ibídem, pp. 314. “Cómo unos monjes que fueron matados con las armas en la mano combatiendo a los musulmanes obtuvieron la corona de los mártires.” 24 Existe una idea escatológica sobre la Cruzada, la que se debe a su contexto de milenarismo y cercanía al año mil. Ya se especulaba un fin de los tiempos y ahí radica la importancia de la liberación de los Lugares Santos de la cristiandad.
  • 16. Página15 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com I.II - LA CRUZADA ENTRE LOS AÑOS 1095 Y 1099: En la ciudad de Clermont, Francia, el 27 de noviembre del año 1095, finalizaba el Concilio de Clermont, presidido por el Papa Urbano II. El objetivo principal del concilio era tratar temas eclesiásticos, como la simonía, es decir, la compra y venta de cargos eclesiásticos25 . La gente que se reunía allí esperaba las palabras del Papa Urbano II, quién una vez finalizado el concilio de paz, lanzó su llamamiento a la cruzada26 , la muchedumbre unánime –según los cronistas– le respondió con este grito: “Dios lo quiere”27 . Existen diversos cronistas que relatan el llamado de Urbano II, además de exponer las causas y también las recompensas que recibiría el peregrino. Según Foucher de Chartres, el Papa Urbano II en su discurso propone que: Es urgente, es preciso que os apuréis en marchar en socorro de vuestros hermanos que habitan en Oriente […] Los turcos y los árabes se han precipitado sobre ellos […] extendiendo cada vez más sus conquistas sobre tierras de cristianos, […] han trastornado completamente las iglesias, y saqueado todo el país sometido a la dominación cristiana. […] Es por ello que os advierto y conjuro, no en mi nombre, sino en nombre del Señor […] a socorrer con diligencia a los adoradores de Cristo […] y 25 MARIN, José, Cruzada, Guerra Santa y Yihad…, Op. Cit., pp. 15 26 La palabra “Cruzada” se comienza a utilizar posteriormente, ya que no existía en la época, pero si existe el Cruzado que es el “marcado con el signo de la cruz” (Crucesignatus). Al utilizar la palabra Cruzada, nos referimos al llamamiento de Urbano II a peregrinar hacia Jerusalén y combatir por la liberación de los cristianos de Oriente y los Lugares Sagrados de la cristiandad. 27 FLORI, Jean, La Guerra Santa…, Op.Cit., pp. 15
  • 17. Página16 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com de expulsar lejos de las regiones sometidas a nuestra fe a la raza impía de los devastadores. […] Que marchen, dijo el papa finalizando, contra los infieles y concluyan victoriosamente una lucha que ya desde hace mucho tiempo debería haberse comenzado28 . El cronista Foucher de Chartres destaca claramente los objetivos de la peregrinación hacia Oriente, proponiendo una ayuda a los cristianos sometidos y sitiados por la amenaza musulmana. Esta amenaza en oriente, y la actitud de los sarracenos frente a los cristianos de oriente, es descrita por Guillermo de Tiro de la siguiente manera: La raza impía de los sarracenos, sectarios de tradiciones mundanas, agobian con una cruel tiranía, y desde hace ya muchos años, los lugares santos, donde se posaron los pies de Nuestro Señor. Ella subyugó a los fieles y los condenó a la esclavitud. Los perros han entrado en los lugares sagrados, el santuario ha sido profanado, el pueblo adorador de Dios ha sido humillado; la raza de los elegidos padece persecuciones indignas, el colegio real de los sacerdotes sirve en el fango; la ciudad de Dios, la reina de las naciones ha sido sometida a un tributo. ¿Qué alma no se sentirá conmovida, qué corazón no se ablandará, considerando todas estas cosas?29 . 28 FOUCHER DE CHARTRES, Histoire des Croisades, Chap. 1, Ed. Guizot, 1825, Paris, pp. 7-10. Trad del francés por José Marín R. 29 GUILLAUME DE TYR, Histoire des Croisades, I, Éd. Guizot, 1824, Paris, vol. I, pp. 38-45. Trad. del francés por José Marín R.
  • 18. Página17 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com En occidente se tenía una visión, quizás un poco excesiva, sobre las calamidades a las que fueron sometidos los cristianos de Oriente por los sarracenos, es por eso que Urbano II, según Foucher de Chartres y Guillermo de Tiro, pidió la ayuda de los francos para otorgar auxilio y protección a los desposeídos de oriente, buscando la liberación y el establecimiento de los cruzados en Jerusalén y también en Constantinopla. En diversas crónicas se representa el calvario del que fueron victimas los cristianos de Oriente. Según Roberto el Monje, la amenaza de los sarracenos se presentaba desde Constantinopla y Jerusalén, donde sarracenos sitiaban, profanaban, arrasaban y destruían los templos cristianos, exponiendo y sometiendo a cristianos a la misma suerte de sus templos, lo que conllevó al Papa Urbano II a darle un aliento de urgencia a su llamado de auxilio y recuperación de las tierras donde Jesús se sacrificó por los hombres. En su crónica, Roberto el monje expone el discurso de Urbano II y las penas e injustos castigos a los que son sometidos los cristianos de oriente, siendo una de las crónicas del Concilio de Clermont en las que se describe mayormente el cruel escenario que se vivía en los años previos el Oriente cristiano frente a los sarracenos. Roberto el Monje, deja plasmada en su crónica que: De los confines de Jerusalén y de la ciudad de Constantinopla nos han llegado tristes noticias, […] pueblos del reino de los persas, nación maldita, nación completamente extraña a Dios, […] ha invadido en esos lugares las tierras de los cristianos, devastándolas por el hierro, el pillaje, el fuego, se ha llevado una parte de los cautivos a su país, y a otros ha dado una muerte miserable, ha derribado completamente las iglesias de Dios, o las utiliza para el servicio de su culto; esos hombres derriban los altares, después de haberlos mancillado con sus impurezas; circuncidan a los cristianos y derraman la sangre de los circuncisos, sea en los altares o en los vasos bautismales; aquellos que quieren hacer
  • 19. Página18 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com morir de una muerte vergonzosa, les perforan el ombligo, hacen salir la extremidad de los intestinos, amarrándola a una estaca; después, a golpes de látigo, los obligan a correr alrededor hasta que, saliendo las entrañas de sus cuerpos, caen muertos. Otros, amarrados a un poste, son atravesados por flechas; a algunos otros, los hacen exponer el cuello y, abalanzándose sobre ellos, espada en mano, se ejercitan en cortárselo de un solo golpe. ¿Qué puedo decir de la abominable profanación de las mujeres? Sería más penoso decirlo que callarlo30 . Con las crónicas de Foucher de Chartres, Guillermo de Tiro y Roberto el Monje, entre otras referentes al Concilio de Clermont, podemos formarnos una idea de la real motivación y problemática que enfrentaba Urbano II respecto a los cristianos de Oriente en Constantinopla y Jerusalén. También es posible entender el por qué es urgente y necesario marchar a Jerusalén, ya que era necesario que los guerreros de Occidente fueran a socorrer a sus hermanos de Oriente, que según él estaban en gran peligro, masacrados por los turcos31 . Pero parte importante de la peregrinación consistía en la recuperación y liberación de los lugares sagrados de la cristiandad. Guibert de Nogent en su crónica se encarga de dar a conocer la importancia que tenía Jerusalén dentro de este proyecto de peregrinación clamado por Urbano II y por el cual se llamó a la lucha, ya que Jerusalén para el hombre medieval, es la tierra donde Jesús murió por los hombres. Según Guibert de Nogent, el llamado a la cruzada proponía que: 30 ROBERT LE MOINE, Histoire de la Première Croisade, Ed. Guizot, 1825, Paris, pp. 301-306. Trad. del francés por José Marín R. 31 FLORI, Jean, Guerra Santa, Yihad, Cruzada…, Op. Cit., pp. 245.
  • 20. Página19 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com […] si es verdad que aspiráis al autor de esa santidad y esa gloria, si queréis ardientemente conocer los lugares de aquella tierra donde se encuentran sus huellas, es a vosotros a quienes corresponde hacer grandes esfuerzos, con la ayuda de Dios, que marchará delante de vosotros, y combatirá por vosotros, a fin de purgar aquella ciudad santa y aquel glorioso sepulcro, de las humillaciones que allí acumulan los gentiles con su presencia, tanto más cuanto que está en su poder32 . En sus cartas, el Papa Urbano II deja ver también su postura, invitando incluso a españoles a combatir con los sarracenos en España de igual modo que lo hacen los francos a Oriente, motivándolos a la lucha contra los que invadieron sus tierras: Al igual que los milities de otras tierras han decidido unánimemente partir para ayudar a la Iglesia de Asia y liberar a sus hermanos de la tiranía de los sarracenos, así vosotros también, conforme a nuestras exhortaciones, debéis esforzaros para ir a socorrer a la Iglesia que queda cerca de vosotros33 . No queda dudas de que el musulmán era la gran amenaza que enfrentó el cristianismo durante la Edad Media, amenaza que estuvo presente desde la Batalla de Poitiers en el 732 liderada por Carlos Martel, y que se hizo mayor con la invasión y conquista de la península Ibérica por parte de los musulmanes. Pero no es hasta el siglo XI, cuando las relaciones 32 GUIBERT DE NOGENT, Histoire des Croisades, II, Éd. Guizot, 1825, Paris, pp. 46-52. Trad. al francés por José Marín R. 33 URBANO II, Carta 20, Epistolae et privilegia, en FLORI, Jean, Guerra Santa, Yihad… Op. Cit, pp. 315.
  • 21. Página20 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com entre el mundo musulmán y el mundo cristiano no eran más pacíficas en Oriente que en occidente34 , que surge el gran llamado. Es entonces, cuando nace junto con el llamado a la peregrinación, la gran promesa y recompensa; el Martirio. El Papa Urbano II en su llamado ofrece al peregrino una recompensa eterna, la que no es de esta tierra, sino que celestial. Se ofrece el martirio y la redención de los pecados a quienes mueran en el campo de batalla defendiendo una causa que debe ser justa y legítima35 . Con estas promesas celestiales y los motivos que propone el Papa Urbano II, es que el franco se atreve a emprender el viaje de peregrinación y liberación de Jerusalén y de los cristianos de Oriente, ya que en caso de recibir la muerte en el viaje o por la espada del infiel, recibirá la redención de todos sus pecados, pero aún más importante, no sólo morirá por una causa justa, sino que recibirá el martirio al morir por una causa justa. Ya no existe el miedo de la muerte y las torturas a las que fueron sometidos los cristianos de Oriente, para el hombre medieval del siglo XI está presente la idea agustiniana de la recompensa celestial, la que es buscada por todos pero difícil de alcanzar, pero que con el ofrecimiento del martirio por el Papa Urbano II, será posible. La primera campaña Cruzada se extiende entre el 1096, hasta el año 1099, y al ser ésta una guerra de proporciones magnas, con emboscadas y trampas de parte del Emperador de Constantinopla hacia los francos, con largos viajes desde la Galia hasta Jerusalén, con enfrentamientos directos entre sarracenos y cruzados por la Tierra Santa y el Santo Sepulcro, es que hubo gran cantidad de muertos por bandos. Pero al ser una Guerra Sacralizada, que condujo a la Iglesia desde la no-violencia inicial al uso meritorio y sacralizado de las armas36 , es que importa y es necesario destacar la importancia de la recompensa del martirio. Una recompensa, que como se ha mencionado muchas veces, es celestial y ahora, sacralizada. 34 FLORI, Jean, La Guerra Santa…, Op. Cit., pp. 293 35 MARIN, José, Cruzada, Guerra Santa y Yihad…, Op. Cit., pp. 67. 36 FLORI, Jean, La Guerra Santa…, Op. Cit., pp.12
  • 22. Página21 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com I.III - APLICACIÓN DEL CONCEPTO DE GUERRA SANTA A LA PRIMERA CAMPAÑA CRUZADA ENTRE 1095 Y 1099 Si tomamos la definición de Cruzada de Paul Lemerle analizada por José Marín, entendemos que una Cruzada es una peregrinación militar, cuyo objetivo es la liberación de los Santos Lugares y de los cristianos de Oriente, situada bajo la autoridad de la Iglesia, iniciada con una bula pontificia, por la cual los participantes se reconocen en ciertos signos exteriores, beneficiándose de ventajas espirituales, y, en el plano temporal, son protegidos por un régimen de excepción que los sustrae a las obligaciones y a las jurisdicciones normales37 . Por su parte, Flori propone que la Cruzada era un operación militar eminentemente sacralizada, llevada a cabo por los cristianos en defensa de su señor Jesucristo, quien es capaz de recompensar a sus fieles caballeros mucho mejor que señores y príncipes de este mundo. Añade que los peregrinos que acudían a Jerusalén a la tumba del Salvador, recibían la promesa de la indulgencia de sus pecados confesados, y que aquella expedición bajo el signo de la cruz, estaba acompañada de los privilegios espirituales que la Iglesia le atribuía38 . Para Alphandéry la Cruzada es el alma religiosa del Occidente del siglo XI, mucho más que una decisión pontifical. Pero en el movimiento que la suscita hay ya relaciones expresivas de una religión de Cruzada. Una de ella es la aceptación necesaria del sacrificio.39 37 MARÍN, José, Las Cruzadas como Guerra Santa: Un problema historiográfico de definiciones conceptuales (1095-1204), en Intus-Legere, N° 4, 2001, pp. 152. 38 FLORI, Jean, La Guerra Santa…, Op. Cit., pp. 17 39 ALPHANDÉRY, Paul, Op. Cit.
  • 23. Página22 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com Tomando nuevamente el concepto de Guerra Santa establecido en el primer capítulo, es decir “aquella guerra que se realiza por una causa justa, la cual debe ser proclamada por un líder representativo e inspirado religiosamente, con la legitimación divina y directa de Dios para ofrecer recompensas celestiales, esencialmente la redención de los pecados y el martirio como compensación escatológica, a aquellos que a través del servicio armado combatan por la fe y en nombre de Dios a los enemigos de la religión, con el objetivo de defender a la religión y los intereses de la Iglesia, y así imponer la recta doctrina y castigar las herejías.”, es que podemos realizar un análisis que nos permite comprender la posible aplicación del concepto a la idea de Cruzada entre los años 1095 y 1099. 1) Aquella guerra que se realiza por una causa justa, la cual debe ser proclamada por un líder representativo e inspirado religiosamente: En el caso de la Primera Cruzada encentramos no solamente a un líder que cumple esas características, sino que a dos. El primero es Urbano II, quien ya ha sido estudiado durante el capítulo, y el segundo es Pedro el Ermitaño40 , quien organizó la llamada “Cruzada popular”. Ambos buscan realizar la Cruzada para la liberación de Jerusalén y la defensa de los cristianos de Oriente, destacándolo como una causa justa e inspirada por la religión. 2) Legitimación divina y directa de Dios para ofrecer recompensas celestiales: Urbano II lo propuso en discurso, y es probado con fuentes la relevancia que se le da a la remisión de los pecados y el martirio41 . Los principales autores estudiados destacan el papel del papado y la 40 FLORI, Jean, La Guerra Santa…, Op. Cit., pp. 17 y suc. “El Papa no podía llegar a todo el mundo. Tampoco podía predicar en el Imperio Germánico como consecuencia del conflicto que, bajo el nombre hoy tradicional de «Querella de las Investiduras», oponía desde hacía más de un cuarto de siglo el Papado a los Príncipes laicos. Pedro el Ermitaño era un personaje fascinante y carismático, cuya influencia sobre las muchedumbres era considerable, inaudita para hablar con propiedad. Guibert de Nogent decía que emanaba de sí mismo algo casi divino. ¡Tal era ese fervor religioso que las gentes llegaban a arrancar los pelos de su muslo para hacer reliquias”. 41 Existió el martirio en la Primera Cruzada. La principal fuente del campo de batalla destaca esta característica y proponen que no solo fue uno, sino incontables cristianos que alcanzaron el martirio en la
  • 24. Página23 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com motivación del cruzado para lograr las recompensas celestes. Podemos de esta manera coincidir nuevamente con las propuestas principales de los estudiosos de la Cruzada. 3) A través del servicio armado se combate por la fe y en nombre de Dios a los enemigos de la religión: Flori, Lemerle, Alphandéry y Marín ya lo propusieron. La Cruzada es una peregrinación militar sacralizada, en la que los que se dirigen a Jerusalén lo hacen por la fe y en nombre de Dios. No temen enfrentar al musulmán, el enemigo de la religión, por cumplir su rol de liberación de los cristianos de Oriente y los Lugares Santos de la cristiandad. 4) Defender a la religión y los intereses de la Iglesia, y así imponer la recta doctrina y castigar las herejías: La religión se defiende, como ya se mencionó, en la defensa del cristiano de Oriente y de la Tierra Santa. Los intereses de la Iglesia son claros, la recuperación de los Lugares Santos, y la restauración de las rutas comerciales con Oriente. Primera Cruzada. A continuación se exponen algunos fragmentos destacados de los cruzados que alcanzaron aquella recompensa. Se encuentran disponibles en: Histoire Anonyme de la Première Crisade (Gesta Francorum et aliorum Hierosolimitanum, c. 1099), Editée et Traduite par L. Bréhier, "Les Classiques de l'Histoire de France au Moyen Age", Les Belles Lettres, 1964, Paris (Versión bilingüe latín-francés), pp. 3- 205. Trad. del francés por José Marín R.  “Muchos de los nuestros recibieron allí el martirio y, en la alegría y el júbilo, rindieron a Dios sus almas bienaventuradas. Entre los pobres muchos murieron de hambre por el nombre de Cristo. Elevados triunfalmente al cielo, vistieron la ropa del martirio diciendo en una sola voz: "¡Venga, Señor, nuestra sangre derramada por ti, que está bendecida y digna de alabanzas por los siglos de los siglos. Amén!"  “Ese día, más de mil de nuestros caballeros y de nuestros infantes sufrieron el martirio y, como lo creemos, se elevaron al cielo donde reciben la blanca ropa del martirio.”  (X,35) [Sitio de Archas, 14 de Febrero a 13 de Junio de 1099:] “Durante ese sitio, muchos de los nuestros recibieron un feliz martirio, entre otros Anselmo de Ribemont, Guillermo el Picardo y muchos otros que desconozco.”
  • 25. Página24 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com Sobre imponer la recta doctrina y castigar las herejías, los cristianos que se establecieron en Jerusalén lograron establecer sus costumbres y tradiciones42 . Es posible establecer que la Primera Cruzada entre los años 1095 y 1099 sí cumplió con la mayoría de las características de una Guerra Santa. Pero tacharla como tal no es apropiado, puesto que no cumple con todos los elementos estudiados de una Guerra Santa. Decir que no lo es tampoco es lo acertado, debido a que si enfocamos el origen de la Guerra Santa en Occidente, vemos la evolución de la Guerra justa de San Agustín a una guerra sacralizada, y como esa sacralización llega a su punto máximo en el siglo XI, primero con el llamado de Gregorio VII y finalmente con la peregrinación acompañada de recompensas que ofreció Urbano II. Ahora si tomamos nuestra idea del concepto de Guerra Santa, La Cruzada, específicamente la Primera, puede ser considerada como la Guerra Santa por excelencia en Occidente, puesto que adopta todos los elementos de nuestra descripción de Guerra Santa y los aplica de manera de no dejar elementos al aire. No sucede así con las demás campañas, como por ejemplo la Cuarta Cruzada, que más que una causa justa busca una recompensa mercantilista que se materializa con el saqueo de la ciudad de Constantinopla en 1204. De acuerdo a Marín, sólo se puede hablar de Guerra Santa cuando se incorpora una recompensa celestial a quienes mueran en el campo de batalla defendiendo una causa que debe ser justa43 , y esto es precisamente lo que sucedió entre 1096 y 1099 en los sitios de Antioquía y Jerusalén, y que puede ser demostrado a través de la Historia Anónima de la Primera Cruzada. La recompensa celestial existió en aquellos que defendieron la causa 42 FOUCHER DE CHARTRES, Histoire des Croisades, LVII (éd. Guizot, J.L.J. Brière, 1825, Paris), pp. 241- 242. Paris, 1866, Vol. III, p. 468. Trad. del francés por José Marín R.: “Algunos ya poseen en esta tierra casa y sirvientes, que les pertenecen como por derecho hereditario; aquel otro se ha casado con una mujer que no es de su mismo origen, una siria o una armenia, o incluso una sarracena que ha recibido la gracia del bautismo; otro tiene aquí yerno o nuera, suegro y descendencia; uno cultiva viñas y otro ara sus campos; hablan lenguas diferentes y todos han llegado ya a entenderse.” 43 MARÍN, José, Las Cruzadas como Guerra Santa…, Op. Cit., pp. 152
  • 26. Página25 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com justa, y por ende, se puede hablar de la Primera Cruzada como la Guerra Santa de Occidente.
  • 28. Página27 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com II.I - HACIA UNA CONSTRUCCIÓN DEL CONCEPTO DE GUERRA SANTA EN ORIENTE: Si analizamos fuentes del Islam, podemos encontrar en ellas un claro ejemplo de lo que la Guerra Santa significa para el musulmán. Era una obligación y deber colectivo para expandir, en cierto modo, la religión que ellos consideraban como la auténtica. A través de los pasajes de La Risala se puede apreciar que la Guerra Santa para el mundo islámico va desde una posición pacífica hasta que el enemigo incita las hostilidades: La guerra santa es una obligación de derecho divino que cumplen unas gentes por lo demás, siendo para nosotros preferible no combatir al enemigo sin haberle exhortado a abrazar la religión de Dios, a menos que éste haya iniciado las hostilidades. Entonces deberán elegir entre abrazar el Islam o pagar la capitación (yiziya). Si no lo hacen, se les combatirá44 . Retomando la tesis de Canard, pero esta vez enfocándola en oriente, éste considera que la Guerra Santa para el mundo Islámico es un deber religioso que se impone a todos los musulmanes, generalmente no a modo individual, para difundir el Islam por la fuerza de las armas, y, hasta que el mundo se ha convertido en al Islam o sometido a su ley45 . También 44 AL-QAYRAWANI, Ibn Abi Zayd, La Risala (Compendio de Derecho Islámico), en FLORI, Jean, Guerra Santa, Yihad, Cruzada…, Op. Cit., pp. 334 45 CANARD, M., Op.cit., pp. 605 y suc.
  • 29. Página28 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com considera que la doctrina de la Guerra Santa está ligada estrechamente a la teoría del martirio, puesto que cualquier combatiente, muerto en la guerra contra los infieles, está seguro de ganar el paraíso46 . Gran parte de la Tesis de Canard se puedo afirmar con la historia del martirio de Umar quien busca ese paraíso ofrecido por la muerte de la espada del infiel. El Profeta [Mahoma] excitaba siempre a sus soldados. […] Éste, para exhortar a los soldados dijo: “para conseguir el paraíso sólo tenéis que encontrar el martirio”. Umar, al oír estas palabras, arrojó sus dátiles diciendo: “Si así es, me basta con un dátil hasta que entre en el paraíso”. Sacó su sable, se lanzó contra las filas de los enemigos, hiriendo y matando a muchos, y él mismo fue matado47 . Rafael Gómez Pérez sostiene que la primera Guerra Santa islámica la hace Mahoma contra La Meca, poblada entonces por paganos politeístas48 . Por ende la Guerra Santa puede ser considerada como una forma de expandir la religión, ya que al referirse a “paganos 46 Para comprender el “Paraíso” al que se refiere M. Canard y, en general, la mayoría de los estudiosos del mundo Islámico, se hace alusión a la siguiente cita: TEÓFANES EL CONFESOR, Cronografía, Patrología Griega, en Jean Flori, Guerra Santa, Yihad, Cruzada. Violencia y religión en el Cristianismo y el Islam, Universidad de Granada, Granada, 2004, pp 299., “Enseñaba a sus gentes que quien mata a un enemigo, o quien es matado por un enemigo, va al Paraíso; y decía que ese Paraíso material consistía en comer y en beber, y en tener relaciones sexuales con mujeres; que había en él un río de vino, leche y miel, y que sus mujeres no eran iguales a las de este mundo; eran muy diferentes, pues las relaciones sexuales con ellas duraban muchísimo tiempo, y el placer que proporcionaban era continuo” 47 TABARI, Crónica, en FLORI, Jean, Guerra Santa, Yihad, Cruzada..., Op. Cit., pp. 291. 48 GÓMEZ PÉREZ, Rafael, Convivir con el Islam, EIUNSA, Madrid, 2009, pp. 65.
  • 30. Página29 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com politeístas”, hace alusión a la etapa preislámica, la Yahiliyya49 , que luego de las revelaciones del profeta Mahoma dejaría de serlo y adoptaría el monoteísmo y posteriormente la doctrina del Yihad. Mauro Armas afirma que después de la conquista de Arabia, los musulmanes se lanzaron a la guerra santa que Mahoma había predicado como medio de extender la nueva religión50 , pudiendo de esta manera extender su dominio en Oriente, el norte de África y así penetrar en la Península Ibérica en 711 e intentar hacer lo mismo en Poitiers en 732 siendo detenidos por Carlos Martel, Mayordomo de Palacio de Childerico III. Giorgio Perissinnotto agrega, además, que una Guerra Santa es aquella en la que caben tanto la conquista territorial como el afán religioso51 , el que puede asociarse de alguna manera a la idea de Imperio Islámico que surge durante la Edad Media. Jean Flori ve la Guerra Santa en el Islam como una combinación de elementos políticos y religiosos. En cuanto a lo político era una vía para defenderse de diversos enemigos, para posteriormente islamizar a todo el mundo por la fuerza de las armas y que de esa manera se adquieren tintes religiosos e incluso sagrados a medida que fue conducida contra los infieles, bajo la dirección de Mahoma y con la garantía de Alá52 . J. T. Johnson53 reafirma la 49 Comúnmente se designa a la Yahiliyya como la época de la “ignorancia” de la religión islámica, o un periodo anterior a la predicación del Islam. Suele asociarse al politeísmo o “paganismo” común de los beduinos por su constante conexión comercial entre Occidente y Oriente. Algunos autores la designan como la “época oscura”, y otros autores se refieren a ella como la “época de las libertades no sometidas a la imposición del Islam”, muchas veces entendiéndose como un elemento netamente temporal que comprende el “antes de” del Islam. Véase: ABUMALHAM, Montserrat, De la ignorancia al conocimiento y la sumisión. De la Yahiliyya al Islam; MELO, Diego, La Yahiliyya: Oscuridad y luces en la Arabia preislámica. 50 ARMAS, Mauro, Historia Universal: Oriente Medio, Firmas Press, Miami, pp. 77 51 PERISSINNOTTO, Giorgio, Reconquista y literatura medieval: cuatro ensayos, Digitalia - Scripta Humanistica, Maryland, 2008, pp. 42-43. 52 FLORI, Jean, Guerra Santa, Yihad, Cruzada..., Op. Cit., pp. 104 53 JOHNSON, James Turner, Op. Cit.
  • 31. Página30 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com tesis de Flori al proponer que a través de la unión de estos elementos que se encuentran confundidos y al encontrarse, se puede conceptualizar la idea de Guerra Santa. Flori hace referencia a la idea del martirio dentro de la Guerra Santa en el Islam, al referirse que Mahoma afirmó que Alá haría entrar en el paraíso a aquellos que muriesen en la guerra54 . José Marín se refiere también a la incorporación en el Islam de la noción de martirio como una recompensa celestial55 . Marín propone que la Guerra Santa en el Islam se totaliza, transitando desde la antigua razzia, a una guerra total dado su carácter religioso56 . También responde al espíritu de conquista universal que busca una conversión y dominación, también universales57 . Otra propuesta sobre la Guerra Santa en el Islam es la de Rafael Barquín Gil, quien propone que la Guerra Santa debe hacerse por devoción hacia Alá y en sentido del deber hacia la comunidad islámica. Pero, sobre todo, debe asegurarse de que la misma esté justificada; es decir, haya sido declarada por motivos justos58 . En general, la diversidad de autores estudiados, proponen que la Guerra Santa en el Islam se trata de una guerra que se hace a través de motivos justos, y a su vez por la expansión del Islam. Pero más concreto aún, podemos definir la Guerra Santa en el Islam como aquella guerra que presenta la dualidad y la complementación de las leyes políticas y religiosas del Islam. Es un deber de la colectividad musulmana para la lograr expansión del Islam y lograr la sumisión del infiel, primero con la posibilidad del infiel de someterse a las leyes de Alá, y luego, en caso de no aceptarse su ley, a través de la vía armada. A los combatientes y caídos dentro de la guerra se les reconoce como mártires y se les ofrece un paraíso en el que 54 FLORI, Jean, Guerra Santa, Yihad, Cruzada..., Op. Cit., pp. 102-105 55 MARÍN, José, Cruzada, Guerra Santa y Yihad…, Op. Cit., pp. 129 56 MARÍN, José, Islam, Guerra y Jihad, en Revista Archivum, Año III, N° 4, Viña del Mar, 2002 pp. 232 57 Ibídem, pp. 235 58 BARQUÍN GIL, Rafael, El Islam (622-1800): un ensayo desde la historia económica, UNED, España, 2012, pp. 23.
  • 32. Página31 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com podrán obtener los beneficios que se buscaron en vida. Es una guerra que se totaliza debido al afán de expansión y dominación musulmana. Siendo uno de los ejemplos más claros de la Guerra Santa en el Islam la expansión por África y luego la conquista de España.
  • 33. Página32 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com II.II - EL YIHAD ENTRE LOS AÑOS 1095 Y 1099 El Yihad según Diego Melo, etimológicamente significa esfuerzo59 , pero es comprendido como un esfuerzo en la vía Alá. Es la razón por la cual el musulmán es muchas veces considerado, desde la visión occidental, como un fanático religioso, siendo que la realidad proviene del cumplimiento de las leyes de Alá tal como lo hace un cristiano con los mandamientos. El Yihad tiene como objetivo el establecimiento de la ley de Dios y también de la expansión de la creencia en Dios y la adhesión a sus mandatos y poner fin a la persecución del Islam60 . La expansión musulmana, o la idea universalista de la religión, cumple con ese aspecto, ya que el musulmán busca la conversión de todo aquel que no haya abrazado el Islam. Tal como se explicó en el apartado de la Guerra Santa en Oriente, es parte fundamental de su doctrina buscar que el mundo se someta a la voluntad y leyes de Alá. Para José Marín se trata del combate por el triunfo de la fe, un esfuerzo físico y moral del creyente, con la idea de hacer lo posible, esfuerzo dirigido a un fin preciso y difícilmente accesible, con valor de prueba y sufrimiento. El Yihad tiene como recompensa, a este esfuerzo físico y moral, promesas celestes, las que son principalmente el martirio y el paraíso a aquellos que por cumplir la ley de Alá maten o sean muertos por la espada del infiel. Se entiende como una acción piadosa que trae nuevos adeptos al Islam y, según algunos tratadistas, como un deber colectivo de defender y expandir el islam61 . Es 59 MELO, Diego, El concepto de Yihad en el Islam clásico y sus etapas de aplicación, en Temas Medievales N° 13, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas, Departamento de Investigaciones Medievales, Buenos Aires, 2005, pp. 161. 60 Ibídem, pp. 168-169. 61 MARÍN, José, Islam, Guerra y Jihad, Op. Cit., pp. 233.
  • 34. Página33 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com importante destacar que el Yihad es un deber colectivo y no individual. Si el Islam se encuentra dividido no podrá establecer un Yihad contra los enemigos de la religión, y menos aún continuar con el afán universalista de expansión de las leyes de Alá más allá de las fronteras establecidas durante el siglo X. Según Jean Flori, el Yihad reviste un sentido general y puede aplicarse a toda iniciativa loable que tenga como finalidad el triunfo de la verdadera religión sobre la impiedad, y puede aplicarse al esfuerzo de purificación moral individual del creyente62 . Nuevamente se destaca la importancia de la religión y el porqué de la idea de expandir el alcance de la religión, pues se tiende a una idea de Imperio Islámico, que claramente se logra, pero que no puede soportar el constante impulso expansionista y termina por frenarse y tener a la división interna en el siglo XI. El Yihad no es uno solo, y menos se presenta como una idea única. Existen distintas etapas de aplicación del Yihad, y también distintos tipos de Yihad. Si nos queremos referir a las etapas de aplicación del Islam, desde su aparición en el siglo VII, hasta nuestro punto de interés en el siglo XI, debemos recurrir a los planteamientos tanto Jean Flori63 como Diego Melo64 , quienes destacan cuatro grandes etapas de aplicación del Yihad en el Islam entre los siglos previamente mencionados: 1) Antes de la Hégira65 , cuando Mahoma esperaba convertir a los judíos y cristianos a través de la palabra. En Medina se produce el combate armado entre musulmanes y judíos, cristianos y paganos. 62 FLORI, Jean, Guerra Santa, Yihad, Cruzada…, Op. Cit., pp. 74. 63 Ibídem, pp. 86 64 MELO, Diego, El concepto de Yihad en…, Op. Cit., pp. 171-172 65 La Hégira corresponde a la emigración de los musulmanes de La Meca a Medina en el año 622, guiados por Mahoma.
  • 35. Página34 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com 2) Entre los siglos VIII y IX, donde destaca la conquista y expansión militar del Islam. Se conquista la península ibérica. Flori destaca que se pensaba que el Islam, al tener vocación universal, estaba llamado a extenderse por todo el universo, y por esto nace el Yihad ofensivo, el conquistador66 . 3) Entre los siglos IX y X, fin de la expansión musulmana, lo que conduce a dejar de ser ofensivo y llagar a ser defensivo. Para Flori sigue soñándose con el periodo glorioso de la expansión armada67 . 4) Siglos X y XI, se elabora una doble reacción: la de Yihad con el significado de lucha contra todo lo que perjudica a la comunidad, y la de una interiorización de ese Yihad hacia el significado más espiritual de combate moral68 . Además de las etapas de aplicación del Yihad, y como bien lo propone la cuarta etapa de aplicación, podemos encontrar al menos dos tipos de Yihad, el Yihad menor, y el Yihad mayor. 1) Yihad menor: se relaciona con la defensa de la fe por la fuerza contra un enemigo exterior que la amenaza o la persigue69 . El Yihad menor hace referencia al uso meritorio de las armas y de la fuerza para la defensa de la fe y las leyes de Alá. Es, probablemente, la visión que se totaliza sobre el islam en el Occidente cristiano, siendo de esta manera el musulmán considerado como la amenaza que enfrenta la cristiandad entre los siglos VIII y 66 FLORI, Jean, Guerra Santa, Yihad, Cruzada…, Op. Cit., pp. 86. 67 Ídem. 68 Ídem. 69 MELO, Diego, Algunas consideraciones en torno al concepto de Djihad y su aplicación en la época de las Cruzadas, en Intus Legere N° 6 – Vol. 2, 2003, pp. 66.
  • 36. Página35 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com XII. Se puede apreciar en la segunda y tercera etapa de aplicación del Yihad, siendo la segunda el punto más alto de su expresión y grandeza. 2) Yihad mayor: es la lucha contra sí mismo, contra las tendencias que arrastran al hombre fuera de su centro, lo que, llevándolo hacia deseos parciales le conduce a fabricarse ídolos y, por consiguiente, le impide reconocer la unidad de Alá70 . No se vive de una forma bélica como el Yihad menor, sino que se vive a través de una visión espiritual y filosófica del asunto. Este Yihad se puede apreciar principalmente en la primera etapa de aplicación del Yihad, cuando Mahoma realiza y guía la Hégira. O cuando se les ofrece la posibilidad de abrazar la verdadera religión a los beduinos que vivían bajo una etapa de “oscuridad” o “ignorancia”, como se le conoce a la Yahiliyya. A pesar de que existe una etapa del Yihad en el siglo XI, es precisamente en esa centuria donde se vive una de los principales problemas para el Islam. El avance cristiano se siente con más fuerza, principalmente por su internación en territorio musulmán, en occidente a través de la Península Ibérica y en Oriente por Palestina71 . Y más fuerte se siente aun debido a la división interna por las constantes amenazas que enfrentó el Islam en el siglo XI, tal como la amenaza Turca. Ninguno de los dirigentes musulmanes dio el paso para proclamar el Yihad contra los infieles cristianos72 . Como ya es expuesto, el Yihad es un esfuerzo colectivo que necesita la unión de los musulmanes para subsistir, y en la época de la Primera Cruzada los musulmanes se encontraban desunidos debido a las invasiones constantes y principalmente por la Cruzada misma en todos sus ámbitos, por lo que es imposible llevar a cabo el Yihad73 contra la 70 Ídem. 71 MELO, Diego, El Islam de Frente a las Cruzadas…, Op. Cit., pp. 140. 72 Íbidem, pp. 141. 73 MELO, Diego, Algunas consideraciones…, Op. Cit., pp. 70.
  • 37. Página36 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com amenaza cristiana. Descartándose de esta manera la posible existencia de un Yihad durante la Primera Cruzada. Sin duda para el Islam y la colectividad musulmana, el hecho más significativo de la Primera Cruzada, fue la toma de Jerusalén, ya que es la ciudad sagrada del Islam, donde Mahoma realizó el vuelo nocturno y ascendió a los siete cielos. El musulmán comprendía la importancia del Jerusalén para los judíos y para los cristianos, pero no entendían la violencia de las Cruzadas y del Cruzado74 , puesto que existieron peregrinaciones cristianas a Jerusalén antes del siglo XI, pero no tenían el tinte escatológico que presentó la Primera Cruzada. 74 Ídem.
  • 38. Página37 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com II.III – APLICACIÓN DEL CONCEPTO DE GUERRA SANTA AL YIHAD Etimológicamente no es correcto aplicar el concepto de Guerra Santa al Yihad, puesto que Yihad significa un esfuerzo en la vía de Alá, en cambio para la Guerra Santa de debería utilizar su expresión en árabe, que se traduciría como al-harbual-muqaddasatu75 . Analizando nuestra definición del concepto de Guerra Santa en Oriente, la que, recapitulando, es “aquella guerra que presenta la dualidad y la complementación de las leyes políticas y religiosas del Islam. Es un deber de la colectividad musulmana para la lograr expansión del Islam y lograr la sumisión del infiel, primero con la posibilidad del infiel de someterse a las leyes de Alá, y luego, en caso de no aceptarse su ley, a través de la vía armada. A los combatientes y caídos dentro de la guerra se les reconoce como mártires y se les ofrece un paraíso en el que podrán obtener los beneficios que se buscaron en vida. Es una guerra que se totaliza debido al afán de expansión y dominación musulmana.”, y la aplicamos al Yihad de acuerdo a las propuestas de Jean Flori, José Marín y Diego Melo, podemos asociar la idea del Yihad a una Guerra Santa, pero no hablar propiamente de ella como se puede aplicar la Guerra Santa de Occidente a la Primera Cruzada. El Yihad es un término complejo de analizar, puesto que tiene diferentes concepciones y etapas de aplicación. Si nos guiamos solamente por el Yihad Menor y su auge entre los siglos VIII y IX, claramente podemos referirnos a una Guerra Santa en Oriente, pues el musulmán busca la expansión de la fe y las leyes de Alá, primero por la ofrenda de la sumisión, y luego por la vía armada, de los infieles. Todo aquel muerto en el Yihad menor obtiene el martirio, ya que se realiza a través de la vía armada. 75 MARÍN, José, Islam, Guerra y Yihad, Op. Cit., pp. 235.
  • 39. Página38 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com Pero no sucede lo mismo en un Yihad mayor, donde el enemigo es el propio musulmán que debe evitar caer en la premisa de los falsos ídolos que se contemplan, para ellos, en Occidente. No es posible aplicar el concepto de Guerra Santa en el Yihad menor, porque falta sus principales elemento, el conflicto armado y la idea de expansión de la religión al mundo.
  • 40. Página39 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com CONCLUSIÓN Hemos analizado las ideas de Guerra Santa que el cristiano y el musulmán desarrollaron durante la Edad Media, y que la historiografía actual se ha encargado de teorizar de una manera acertada respecto a la conceptualización. Los anacronismos históricos probablemente sean difíciles, o casi imposibles, de corregir. Desde hace siglos hablamos de Cruzadas, de Yihad y de Guerras Santas comprendidos como un solo concepto, pero la historiografía del siglo XX y XXI se han encargado de desmitificarlo, tal como han desmitificado que la Guerra Santa cristiana nace de la idea de Guerra Santa islámica, o viceversa, o que le Yihad es la respuesta a la Cruzada, o que la Cruzada es la respuesta al Yihad. Pudimos establecer una clara conceptualización teórica de las ideas de Guerra Santa en Occidente y en Oriente. Examinamos sus elementos, sus bases, sus ideas y sus características. Revisamos bases teóricas de las ideas, y con propiedad se pudo construir una aproximación historiográfica del concepto. En el caso de Occidente, pudimos determinar que la Primera Cruzada vienen a ser la Guerra Santa por excelencia de Occidente, pues cumple con todas (o al menos gran parte) de las ideas de los diferentes teóricos de la Guerra Santa, y pudimos aproximarla a nuestra idea de Guerra Santa. Para el Oriente el caso es distinto, pues no nos encontramos solo frente a un Yihad, sino que a dos, y al ser su principal característica la colectividad, descartamos que el Yihad se haya producido entre 1095 y 1099. Pero no significa que el Yihad acabó y sucumbió luego de la conquista de Jerusalén, ya que en siglo XII nos volveremos a encontrar con una nueva codificación del Yihad como respuesta a la Primera Cruzada, y veremos como a través de
  • 41. Página40 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com la Historia, la ciudad santa de Jerusalén es perdida por los Cruzados y no vuelve a ser recuperada. Las peregrinaciones continuaron, al igual que las Cruzadas y los Yihad, pero con distintas motivaciones. La Cuarta Cruzada por ejemplo, presenta un toque mercantilista que no es comparable con el ideal y el afán religioso que destacó en la Primera campaña. Pero aun así se pudo lograr un elemento, a nuestro juicio, innovador. Pudimos determinar con pruebas que la Primera Cruzada se trató de una Guerra Santa y que el Yihad menor, el de expansión, también lo fue. Siempre queda la puerta abierta a la discusión de esta tesis, ya que solo constituye una teoría de las tantas que se escriben y que se continuarán escribiendo respecto a estos épicos mil años de historia, que nunca fueron de oscuridad, sino de luces que se comienzan de a poco a encender.
  • 42. Página41 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com ANEXOS Anexo 1 - LA CODIFICACIÓN DEL YIHAD A MEDIADOS DELSIGLO X La Guerra Santa (yihad) es una obligación de Derecho divino que cumplen unas gentes por los demás, siendo para nosotros (los seguidores de Malik) preferible no combatir al enemigo sin haberle exhortado a abrazar la religión de Dios, a menos que éste haya iniciado las hostilidades. Entonces deberán elegir entre abrazar el Islam o pagar la capitación (yiziya). Si no lo hacen, se les combatirá. No se aceptará capitación de ellos más que si están en lugar al que alcancen nuestras leyes. Si están lejos de nosotros no se les cobrará capitación a no ser que vengan a nuestra tierra, y, en caso contrario, se les hará la guerra. Huir ante el enemigo es un pecado grave si su número es del doble de los musulmanes o menos. Si es más, la huida está justificada. Se combatirá al enemigo con todo jefe, sea éste bueno o malo. Se permite matar a los prisioneros bárbaros, pero nadie será muerto después de haber obtenido el perdón (amán), sin violar los acuerdos que se hayan adoptado a su respecto. No se matará a las mujeres ni a los niños y se evitará matar a monjes y a rabinos amenos que hayan combatido. También podrá matarse a las mujeres que hayan guerreado. Ibn Abli Zayd al-Qayrawani, La Risala, cap. 30, ed. L. Bercher, Argel, 1952,pág. 163; texto traducido en P. Riché y G. Tate, Textes et documents d'histoiredu Moyen Age (V'-X' siecle), 1. 11, París, 1974, pág. 549
  • 43. Página42 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com Anexo 2 - EL LLAMADO A LA PRIMERA CRUZADA SEGÚN FOUCHER DE CHARTRES No obstante, el Papa agregó sobre la marcha otras tribulaciones, no menores que las que ya había señalado [en el mismo Concilio de Clermont], sino más grandes y las peores de todas, y que surgidas en otra parte del mundo, asediaban la Cristiandad. "Acabáis, dijo, hijos del Señor, de jurar fielmente, y con una firmeza con que no lo habíais hecho hasta ahora, mantener la paz entre vosotros, y la preservación de los derechos de la Iglesia. Pero no es todavía suficiente; una obra útil debe aún hacerse; ahora que sois fortificados por la corrección del Señor, debéis consagrar todos los esfuerzos de vuestro celo a otro asunto, que no es menos vuestro que de Dios. Es urgente, es preciso que os apuréis en marchar en socorro de vuestros hermanos que habitan en Oriente, y que tienen gran necesidad de la ayuda que habéis, tantas veces ya, prometido. Los turcos y los árabes se han precipitado sobre ellos, cosa que muchos de entre vosotros han ciertamente escuchado narrar, y han invadido las fronteras de la Romania, hasta ese rincón del Mar Mediterráneo que se llama el Brazo de San Jorge, extendiendo cada vez más sus conquistas sobre tierras de cristianos, a quienes en siete oportunidades han vencido ya en batalla, capturando o matando a un gran número, han trastornado completamente las iglesias, y saqueado todo el país sometido a la dominación cristiana. Si soportáis que cometan durante todavía más tiempo e impunemente parecidos excesos, llevarán sus ataques más lejos, masacrando una multitud de fieles servidores de Dios. Es por ello que os advierto y conjuro, no en mi nombre, sino en nombre del Señor, a vosotros los heraldos de Cristo, a comprometer por frecuentes proclamaciones a los francos de todo rango, gente de a pie y caballeros, pobres y ricos, a socorrer con diligencia a los adoradores de Cristo, pensando que todavía es tiempo, y de expulsar lejos de las regiones sometidas a nuestra fe a la raza impía de los devastadores. Ello, y lo digo a aquellos de vosotros que están presentes aquí, lo mando también a los ausentes; aun más, es Cristo quien lo ordena. En cuanto a aquellos que partirán, si pierden la vida, sea durante la
  • 44. Página43 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com ruta por tierra, sea atravesando los mares, sea combatiendo a los idólatras, todos los pecados les serán remitidos en ese momento; este favor tan precioso yo lo concedo en virtud de la autoridad por la cual he sido investido por Dios mismo. ¡Qué vergüenza no sería para nosotros si aquella raza infiel tan justamente despreciada, degenerada de la dignidad de hombre, y vil esclava del demonio, cargara sobre el pueblo elegido de Dios Todopoderoso, ese pueblo que ha recibido la luz de la verdadera fe, y sobre el cual el nombre de Cristo despliega un esplendor tan grande! ¿Cuántos crueles reproches nos haría el Señor, si no ayudarais a aquellos que, como nosotros, tienen la gloria de profesar la fe de Cristo? Que marchen, dijo el papa finalizando, contra los infieles y concluyan victoriosamente una lucha que ya desde hace mucho tiempo debería haberse comenzado, esos hombres que hasta ahora han tenido la criminal costumbre de librarse a guerras internas contra los fieles; que lleguen a ser verdaderos caballeros, ésos que por tanto tiempo no han sido sino bandidos; que combatan ahora, como es justo, contra los bárbaros, aquellos que en otro tiempo volvían sus armas contra hermanos de su misma sangre; que busquen las recompensas eternas, esos que durante tantos años han vendido sus servicios como mercenarios por una miserable paga; que se esfuercen por adquirir una doble gloria aquellos que hasta hace poco arrostraron tantas fatigas, en detrimento de su cuerpo y de su alma. ¿Qué más puedo agregar? De una parte estarán los miserables privados de verdaderos bienes, de la otra, hombres colmados de verdaderas riquezas; por una parte combatirán a los verdaderos enemigos del Señor, de otra a sus amigos. Que nada retarde la partida de aquellos que marcharán a esta expedición; que arrienden sus tierras reuniendo todo el dinero necesario para sus gastos, y que tan pronto como haya terminado el invierno, para dar lugar a la primavera, se pongan en camino bajo la guía del Señor" Así habló el Papa: en ese mismo instante todos los auditores se sintieron animados por un santo fervor por aquella empresa, pensando todos que nada podría ser más glorioso...
  • 45. Página44 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com FOULCHER DE CHARTRES, Histoire des Croisades, Chap. 1, Ed. Guizot, 1825, Paris, pp. 7-10. Trad del francés por José Marín R. Anexo 3 – EL LLAMADO A LA PRIMERA CRUZADA SEGÚN GUIBERT DE NOGENT He aquí la arenga que [el papa Urbano II] pronunció, si no en los mismos términos, al menos en el mismo espíritu: "Si entre las iglesias repartidas por el mundo entero, unas ameritan más respeto que las otras, en razón de las personas o del lugar (en razón de las personas, digo, atendiendo a que otorgamos más privilegios a las sedes apostólicas; en razón de los lugares, teniendo en cuenta que a las ciudades reales, como por ejemplo la ciudad de Constantinopla, se deben conceder las mismas distinciones que a las personas), debemos, pues, testimoniar por sobre todo un respeto muy particular por aquella Iglesia de donde nos vino la gracia de la Redención, y que es la cuna de toda la Cristiandad. Si es verdad, como dice el Señor, que la salvación viene de los judíos (Jn 4,22), y que el Señor de los ejércitos nos ha entregado una simiente, a fin de que nunca seamos como Sodoma, y que tampoco nos asemejemos a Gomorra, Cristo es esa simiente en la cual están contenidas la salvación y la bendición de todas las naciones; y la tierra y la ciudad que Él habitó, y donde sufrió, son llamadas santas, conforme al testimonio de las Escrituras. En efecto, leemos en las páginas sagradas y proféticas que esta tierra es la herencia de Dios, y el templo, santo, incluso antes de que el Señor la hubiese hollado con sus pies y hubiese allí sufrido. ¿Qué acrecentamiento en su santidad, qué nuevos títulos en lo que a nosotros respecta, ha obtenido desde que Dios, en
  • 46. Página45 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com su majestad, allí se encarnó, alimentó, educó, la recorrió en todos los sentidos, viviendo una vida corporal; cuando, para resumir en una concisión digna de su objeto todo lo que podría ser dicho en largos discursos, la sangre del Hijo de Dios, más santa que el cielo y la tierra, fue allí derramada; cuando su cuerpo, en medio de la agitación de los elementos, allí reposó en paz en un sepulcro? Si, poco después de la muerte de Nuestro Señor, y cuando los judíos todavía estaban en posesión de ella, esta ciudad fue llamada santa por el evangelista, que dijo: "Muchos cuerpos de santos que estaban muertos han resucitado; y, habiendo dejado sus sepulcros, después de su resurrección, entraron en la ciudad santa, y fueron vistos por muchas personas" (Mt 27,52-53); y si el profeta Isaías ya había dicho: "Su sepulcro será glorioso" (Is 11,10), ¿cómo esta santidad podría en lo sucesivo ser aniquilada, sean cuales fueren los males que sobrevengan?, como es igualmente cierto que la gloria del santo sepulcro no podrá ser destruida. ¡Oh, mis hermanos queridos!, si es verdad que aspiráis al autor de esa santidad y esa gloria, si queréis ardientemente conocer los lugares de aquella tierra donde se encuentran sus huellas, es a vosotros a quienes corresponde hacer grandes esfuerzos, con la ayuda de Dios, que marchará delante de vosotros, y combatirá por vosotros, a fin de purgar aquella ciudad santa y aquel glorioso sepulcro, de las humillaciones que allí acumulan los gentiles con su presencia, tanto más cuanto que está en su poder. Si la piedad de los Macabeos ameritó ya los más grandes elogios, porque combatían por las ceremonias y por el templo; así como se os permite, caballeros cristianos, tomar las armas para defender la libertad de la patria, y si estimáis que es un deber realizar los más grandes esfuerzos para visitar los templos de los apóstoles o de cualquier otro santo, ¿por qué tardáis en exaltar la Cruz, la sangre, el monumento del Señor, de visitarlo, de consagraros a tal servicio por la salvación de vuestras almas? Hasta ahora habéis hecho guerras injustas, en vuestros furores insensatos os habéis lanzado recíprocamente sobre vuestras casas los dardos de la codicia y de la soberbia, y habéis por ello atraído sobre vosotros las penas de la muerte eterna y de un daño verdadero. Ahora os proponemos guerras que tienen en sí mismas la gloriosa recompensa del martirio, que serán por siempre objeto de elogio, para los tiempos presentes y para la posteridad. Supongamos por un
  • 47. Página46 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com momento que Cristo no murió, ni fue enterrado en Jerusalén, y que tampoco vivió allí; ciertamente, si todo ello nos falta, este solo hecho, que la ley provenga del Libro, y la Palabra del Señor de Jerusalén, debería ser suficiente para impulsaros a marchar en auxilio de la tierra y de la ciudad santas. En efecto, si Jerusalén es la fuente desde la cual se derrama todo lo que se remite a la predicación del cristianismo, los pequeños arroyos que se han diseminado por todas partes y sobre toda la faz de la tierra, deben remontar dentro de los corazones de todos los fieles católicos, a fin de que se compenetren correctamente de todo aquello que deben a tan abundante fuente. Si las corrientes retornan al lugar de donde han surgido, es a fin de que se derramen igualmente (Ecles 1,7). Según el lenguaje de Salomón, os debe parecer glorioso esforzaros en purificar el lugar de donde ciertamente os ha venido el bautismo que purifica y las enseñanzas de la fe. He aquí además otra consideración a la cual debéis otorgar máxima importancia, y es que Dios, actuando por vosotros, emplea vuestros esfuerzos para hacer reflorecer el culto cristiano en la iglesia, madre de todas las iglesias; es posible que eso sea con la intención de restablecer la fe en algunas porciones del Oriente, para hacerlas resistir en los tiempos del Anticristo, que se avecinan; pues es claro que no será ni contra los Judíos ni contra los gentiles que el Anticristo hará la guerra; sino que, conforme a la etimología misma de su nombre, atacará a los cristianos; y si no encuentra cristianos en esos lugares, como en el presente que no se encuentra casi ninguno, no habrá quién le resista, o a quien tenga para atacar; así, según el profeta Daniel, y san Jerónimo, su intérprete, alzará sus tiendas en el monte de los Olivos. Es cierto, pues el apóstol lo dijo, que tomará asiento en Jerusalén en el templo de Dios, queriendo pasar por un dios (2Tes 2,4), y el mismo profeta Daniel dijo además que, sin duda, tres reyes, a saber, los de Egipto, África y Etiopía, serán los primeros asesinados por él, en razón de su fe en Cristo (Dan 7,2). Y, ciertamente, ello no podrá ocurrir si el cristianismo está establecido en los lugares donde reina ahora el paganismo. Si, pues, en vuestro celo por estos píos combates, os esforzáis, después de haber recibido de Jerusalén los principios del conocimiento de Dios, en restablecerlos en esos mismos lugares, en signo de reconocimiento, con el fin de trabajar en expandir ampliamente el nombre católico,
  • 48. Página47 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com ¿quién debe resistir a las pérfidas intenciones del Anticristo y de los anticristianos, quién podría dudar que Dios, cuyo poder es superior a todas las esperanzas de los hombres, abrasa esos campos cubiertos con las cañas del paganismo, con la ayuda de la llama encendida de vuestros corazones, a fin de que Egipto, África y Etiopía, que no están en comunión con nuestras creencias, sean constreñidas por las reglas de dicha ley, y que el hombre del pecado, el hijo de la perdición, encuentre nuevos rebeldes? El Evangelio nos grita que Jerusalén será pisoteada por las naciones, hasta que el tiempo de las naciones sea consumado (Lc 21,24). Esas palabras, "el tiempo de las naciones", pueden entenderse de dos maneras. Quiere decir que las naciones han dominado a los cristianos a su amaño y se han revolcado, según el ardor de las pasiones, en el fango de todas las ignominias sin encontrar obstáculo alguno; por eso se dice ordinariamente que es a su tiempo que todas las cosas resultarán según sus votos, como dice este ejemplo: "Mi tiempo no ha llegado todavía, pero el tiempo está siempre propio a vosotros" (Jn 7,6); y se dice habitualmente a los voluptuosos: "Tendréis vuestro tiempo". O bien estas palabras, "el tiempo de las naciones", significan la totalidad de las naciones, que serán llamadas a la fe antes de que Israel sea salvado; puede ser, oh, hermanos queridos, que ese tiempo se cumpla cuando los poderes paganos sean expulsados por vosotros, con la ayuda de Dios; porque el fin del siglo se aproxima, y las naciones cesan de ser convertidas al Señor, ya que hará falta, según las palabras del apóstol, "que la revuelta llegue previamente" (2Tes 2,3). No obstante, y conforme a las palabras de los profetas, es necesario que antes de la venida del Anticristo el Imperio del Cristianismo sea renovado en esos lugares, por vosotros, o por quienes plazca a Dios que lo hagan, a fin de que el señor de todos los males, aquél que establecerá el trono de su reino, encuentre algún rastro de fe contra el cual combatir. Pensad que el Todopoderoso puede haberos destinado para levantar a Jerusalén del estado de envilecimiento en el cual se encuentra pisoteada; ¿y, os lo demando, juzgad cuántos corazones gozarían de alegría si vemos la Ciudad santa elevada por vuestra ayuda, y aquellos oráculos proféticos, o mejor dicho divinos, cumplidos en nuestro tiempo? Recordad además estas palabras que Dios mismo dijo a la Iglesia: "Yo conduciré vuestros
  • 49. Página48 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com hijos del Oriente, y reuniré los de Occidente" (Is 63,5). Dios ha conducido a los hijos del Oriente, porque aquel territorio del Oriente ha doblemente producido los primeros príncipes de nuestra Iglesia, y los reúne de Occidente reparando los males de Jerusalén por los brazos de aquellos que han recibido las últimas enseñanzas de la fe, es decir, por los occidentales, porque creemos que tales cosas las podéis hacer vosotros, con la ayuda del Señor. Que si las palabras de las Escrituras no os determinan, si nuestra invitación no llega al fondo de vuestra alma, que al menos la extrema miseria de todos aquellos que desean visitar los santos lugares, os toque y conmueva. Tened en cuenta a aquellos que emprenden aquella peregrinación, y van a aquel país a través de las tierras: si son ricos, a cuántas exacciones y violencias son sometidos; casi a cada milla de la ruta son obligados a pagar tributos e impuestos; en cada puerta de la ciudad, a la entrada de iglesias y templos, los hacen pagar un precio; y cada vez que se transportan de un lugar a otro, por una acusación cualquiera, se ven forzados a pagar un rescate a precio de plata, y al mismo tiempo, los gobernadores de los gentiles no cesan de castigar cruelmente con golpes a quien reúse hacerles presentes. ¿Qué decir de aquéllos que, no teniendo nada, confiados en su indigencia absoluta, emprenden aquel viaje porque les parece no tener nada que perder en su propia persona? Se les somete a suplicios intolerables para quitarles lo que no tienen; se les despedaza, se les abren los talones para ver si por azar no tienen algo cosido por debajo, y la crueldad de estos malvados va todavía más lejos. En el convencimiento de que estos desgraciados pueden haber tragado oro o plata, los hacen beber escamonea hasta obligarlos al vómito, o incluso hasta hacer rendirse a sus órganos vitales; o, lo que es más horrible aún, les abren el vientre a punta de hierro, haciendo salir las envolturas de los intestinos, y pinchando con afrentosas incisiones hasta en los repliegues más secretos del cuerpo humano. Tened en consideración, os ruego, a tantos millones de hombres que han muerto de la manera más deplorable; tomad enseguida partido por los santos lugares, de donde os han llegado los primeros elementos de la piedad, y creed sin duda que Cristo marchará delante de aquellos que vayan a hacer la guerra por Él, que Él será vuestro porta estandarte, y servirá de precursor a cada uno de vosotros".
  • 50. Página49 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com Cuando este hombre tan eminente hubo finalizado su discurso, dio la absolución, por el poder del bienaventurado Pedro, a todos cuantos hicieron voto de partir, y la confirmó en virtud de su autoridad apostólica. GUIBERT DE NOGENT, Histoire des Croisades, II, Éd. Guizot, 1825, Paris, pp. 46-52. Trad. al francés por José Marín R Anexo 4 – EL LLAMADO A LA PRIMERA CRUZADA SEGÚN GUILLERMO DE TIRO ...el señor Urbano dirigió una exhortación al Concilio reunido [en Clermont], y habló en estos términos: "Sabéis, mis hijos bien amados, y conviene que vuestra caridad no lo olvide nunca, que el Redentor del género humano se revistió de carne para la salvación de todos, y se hizo hombre entre los hombres, ilustrando con su presencia la tierra de promisión, que Él había prometido ya a los patriarcas; la hizo célebre por sobre todo por las obras que allí realizó, y por la frecuente manifestación de sus milagros. El Antiguo, como el Nuevo Testamento, nos lo enseñan en cada página, en cada sílaba. Ciertamente Él dio a esta porción infinitamente pequeña del globo un muy particular privilegio de predilección, dignándose en llamarla su herencia, a pesar de que toda la tierra y todo lo que ella contiene le pertenece. Así dijo, por boca de Isaías: "Israel es mi casa y mi herencia" (Is 19,25), y además: "La casa de Israel es la viña del Señor de los ejércitos" (Is 5,7). Y aunque, desde el
  • 51. Página50 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com principio, consagró especialmente toda esta región, no obstante adoptó más particularmente aún la ciudad santa, como propia pertenencia, según testimonio del profeta, que dice: "El Señor ama las puertas de Sión más que todas las tiendas de Jacob" (Ps 86,2). Es de ella que se dicen cosas gloriosas, a saber, que enseñando, sufriendo, resucitando en esta ciudad, el Salvador obró allí la Salvación en el centro de toda la tierra. Ella fue elegida a través de los siglos para llegar a ser el testimonio, el teatro habitual de tantos milagros. Elegida sin duda, ya que quien la eligió lo testimonia por sí mismo, diciendo: "Es de la ciudad de Jerusalén, que yo he elegido, que les vendrá el Salvador". A pesar de que, para expiación de los pecados de sus habitantes, Dios permitió por un justo juicio, que fueran frecuentemente entregados en las manos de los impíos, y que la ciudad sufriese por un tiempo el yugo de un duro cautiverio, sin embargo, no se puede pensar que la haya rechazado lejos de sí, como para repudiarla, pues está escrito: "El Señor castiga a quien ama" (Heb 12,16). Al contrario, a aquellos contra quienes reúne tesoros de cólera, les dice: "Haré cesar mi indignación contra vosotros; mi celo y mi ira se retirarán de vosotros" (Ez 16,42). Él la ama, pues, siempre; el fervor de su amor no se extingue nunca hacia quien Él dijo: "Serás una corona de gloria en la mano del Señor, y una diadema real en la mano de vuestro Dios. Y no se os llamará más la repudiada, y vuestra tierra no será más llamada tierra desierta; sino que seréis llamada mi bien amada, y vuestra tierra la tierra habitada, porque el Señor puso sus afectos en ti" (Is 62,3-4). Esta cuna de nuestra salvación, esta patria del Señor, esta madre de la religión, un pueblo sin Dios, hijo del Egipto esclavo, la ocupa por la violencia. Los hijos de la ciudad libre están en cautiverio, sufren la más dura condición de parte de quienes a justo título habrían de servirles. Pero, ¿qué es lo que está escrito? "Echad a esa sierva con su hijo" (Gen 21,10). La raza impía de los sarracenos, sectarios de tradiciones mundanas, agobian con una cruel tiranía, y desde hace ya muchos años, los lugares santos, donde se posaron los pies de Nuestro Señor. Ella subyugó a los fieles y los condenó a la esclavitud. Los perros han entrado en los lugares sagrados, el santuario ha sido profanado, el pueblo adorador de Dios ha sido humillado; la raza de los elegidos padece persecuciones indignas, el colegio real de los sacerdotes sirve en el fango; la ciudad de Dios, la reina de
  • 52. Página51 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com las naciones ha sido sometida a un tributo. ¿Qué alma no se sentirá conmovida, qué corazón no se ablandará, considerando todas estas cosas? El templo de Dios, de donde el Señor con gran celo, expulsó a los vendedores y compradores, porque la casa de su Padre no debía ser una cueva de ladrones, ese templo ha llegado a ser morada de demonios. Un hecho similar excitó ya un celo digno de admiración en Matatías el Grande, sacerdote, padre de los santos Macabeos: "El templo de la ciudad santa, decía, es tratado como un hombre infame; los vasos consagrados a su gloria han sido robados como botín" (1M 2,8-9). La ciudad del rey de reyes, que transmitió a otros los preceptos de una fe pura, ha sido constreñida, a su pesar, a servir a las supersticiones de los gentiles. La iglesia de la santa resurrección, lugar de reposo del Señor dormido, recibe sus leyes y es mancillada con las inmundicias de aquellos que no participaron de la resurrección, y que están destinados a sostener un incendio sin fin, a servir de paja al fuego eterno. Los lugares venerables consagrados a los misterios divinos, que prestaron hospitalidad al Señor revestido de carne, que vieron sus milagros, que probaron sus beneficios, en los cuales cada fiel reconoce la prueba de la sinceridad de su fe, se han transformado en corrales para las bestias, establos para los caballos. El pueblo digno de alabanzas, bendecido por el Señor de los ejércitos, gime y sucumbe bajo el peso de ultrajes y exacciones de las más vergonzosas. Sus hijos son arrebatados, prenda preciosa de la Iglesia su madre; se les incita a someterse a las impurezas de los otros pueblos, a renegar del nombre del Dios vivo, o a blasfemarlo con boca sacrílega; o bien, si detestan el imperio de la impiedad, perecen bajo el hierro como borregos, dignos de contarse entre los santos mártires. No hay para aquellos hombres diferencia alguna, ni de lugares ni de personas: los sacerdotes y los levitas son asesinados en el santuario, las vírgenes obligadas a prostituirse, o a perecer entre tormentos, ni siquiera la edad salva a las matronas de semejantes injurias. Desgraciados de nosotros que hemos llegado al exceso de miseria de esos tiempos llenos de peligros, que el fiel rey David, elegido del señor, deploraba en su previsión profética, diciendo: "Oh, Dios, las naciones han entrado en vuestra heredad, han mancillado tu santo templo" (Ps 78,1), y en otra parte: "Ellos, Señor, han humillado y afligido a vuestro pueblo, han mancillado tu heredad" (Ps
  • 53. Página52 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com 93,5). "¿Hasta cuándo, Señor, tu cólera, como si tu cólera fuera eterna?" (Ps 78,5). "¿Dónde está, Señor, tu antigua misericordia?" (Ps 88,48). Aquello que está dicho, ¿no es acaso verdad? "¿Olvidará Dios su bondad compasiva? ¿Y su cólera detendrá el curso de su misericordia?" (Ps 76,9). "Acuérdate de lo que nos ha sobrevenido, mira y ve nuestro oprobio" (Lam 5,1). "¡Desgraciado de mí si he nacido para ver la aflicción de mi pueblo, y la prosternación de la ciudad santa, y para permanecer en paz, que ella sea entregada en las manos de sus enemigos!" (1M 2,7).Vosotros, pues, mis hermanos queridos, armaos del celo de Dios; que cada uno de vosotros ciña su cintura con una poderosa espada. Armaos, y sed hijos del Todopoderoso. Vale más morir en la guerra, que ver las desgracias de nuestra raza y de los lugares santos. Si alguno tiene el celo de la ley de Dios, que se una a nosotros; vamos a socorrer a nuestros hermanos. "Rompamos sus ataduras, y rechacemos lejos de nosotros su yugo" (Ps 2,3). Marchad, y el Señor estará con vosotros. Volved contra los enemigos de la fe y de Cristo esas armas que injustamente habéis ensangrentado con la muerte de vuestros hermanos. Aquellos que cometen latrocinio, incendio, rapto, homicidio, y otros crímenes, no entrarán al Reino de los Cielos; rescataos mediante buenos servicios que serán agradables a Dios, a fin de que aquellas obras de piedad, junto con la intercesión de todos los santos, os lleven a obtener prontamente la indulgencia de todos los pecados con los cuales habéis suscitado la cólera divina. Es en el nombre del Señor, y por la remisión de los pecados, que invitamos y exhortamos a todos nuestros hermanos, a tener compasión de los dolores y fatigas de sus hermanos, coherederos del Reino Celeste (pues somos todos y cual más cual menos "herederos de Dios y coherederos del Cristo" (Rom 8,17), que viven en Jerusalén y en sus alrededores, y a oponerse, con una ira meritoria, a la insolencia de los infieles, que se esfuerzan en subyugar reinos, principados y poderíos. Reunid todas vuestras fuerzas para resistir a aquellos que han resuelto destruir el nombre cristiano. Si no hacéis así, pronto la Iglesia de Dios sufrirá un yugo que no amerita, la fe aminorará sensiblemente, y la superstición de los gentiles prevalecerá. Alguien de entre aquellos de los que hablamos ha visto con sus propios ojos la extrema aflicción de sus hermanos; esta carta que nos ha sido traída de su parte, por un hombre venerable, llamado
  • 54. Página53 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com Pedro, nos lo enseña todavía mejor. En cuanto a nosotros, confiando en la misericordia del Señor, y apoyándonos en la autoridad de los bienaventurados apóstoles, Pedro y Pablo, remitimos a los cristianos fieles que tomen las armas contra esos enemigos, y emprendan la tarea de esa peregrinación, las penitencias que les han sido impuestas por sus pecados. Que quienes mueran en esos lugares con verdadero arrepentimiento, no duden ni un momento que obtendrán indulgencia por sus pecados, y que alcanzarán los frutos de las recompensas eternas. Durante ese tiempo, a aquellos que, en el ardor de su fe, emprendan esta expedición, los recibiremos bajo la protección de la Iglesia, de los bienaventurados Pedro y Pablo, como hijos de la verdadera obediencia, declarando especialmente al abrigo de cualquier vejación, sea en sus bienes, sea en sus personas. Si, no obstante, alguno osa temerariamente molestarlos, que tal sea castigado con la excomunión por el obispo de su diócesis, y que tal sentencia sea observada por todos, hasta que aquello que ha sido robado sea restituido, y que se haya satisfecho en los daños según una indemnización conveniente. Que al mismo tiempo, los obispos y los sacerdotes, que no resistan con fuerza ante tales acometidas, sean castigados con la suspensión de sus funciones, hasta que obtenga a misericordia de la sede apostólica". GUILLAUME DE TYR, Histoire des Croisades, I, Éd. Guizot, 1824, Paris, vol. I, pp. 38- 45. Trad. del francés por José Marín R.
  • 55. Página54 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com Anexo 5 - HISTORIA ANÓNIMA DE LA PRIMERA CRUZADA (c. 1099) (FRAGMENTOS) (I,1) Como se acercaba ya el fin que el Señor Jesús anuncia cada día a sus fieles, especialmente en el Evangelio, donde Él dice: "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame", se formó un gran movimiento por todas las regiones de las Galias, a fin de que quienquiera que sea, de un corazón y de un espíritu puros, que desee seguir al Señor con celo y quiera llevar la Cruz consigo, no tarde en tomar con toda prontitud la ruta del Santo Sepulcro. Este discurso se fue difundiendo poco a poco en todas las regiones y provincias de las Galias; los francos, escuchándolo, comenzaron rápidamente a coser cruces sobre el costado derecho de sus espaldas, diciendo que unánimemente querían seguir las huellas de Cristo, por las cuales serán liberados del poder del Tártaro. (I,2) Esos poderosos caballeros y muchos otros que no conozco, siguieron la ruta que antaño Carlomagno, magnífico rey de Francia (mirificus rex francorum), hizo establecer hasta Constantinopla. [A Pedro el Ermitaño, el Emperador, en Constantinopla, le dice:] "No atravieses el Brazo antes de la llegada del grueso del ejército cristiano, ya que ustedes no son lo suficientemente numerosos como para combatir a los turcos". Y los cristianos se comportaban muy mal, ya que destruían e incendiaban el palacio de la ciudad, robaban el plomo con el cual estaban cubiertas las iglesias y lo vendían a los griegos, tanto así que el emperador, irritado, dio la orden de hacerlos cruzar el Brazo. Después que hubieron cruzado, no cesaron de cometer toda suerte de fechorías, incendiando y devastando las casas y las iglesias.
  • 56. Página55 RodrigoPereiraGonzález–http://rapg.wordpress.com En cuanto a Pedro el Ermitaño, volvió a Constantinopla, incapaz de disciplinar esa tropa disparatada, que no quería entenderlo ni a él ni a sus palabras. [Respecto de la desastrosa derrota que sufre la Cruzada Popular a manos turcas:] A la noticia de que los Turcos habían así dispersado a los nuestros, el emperador manifestó una gran alegría, y dio órdenes para hacerlos atravesar el Brazo. (I,3) [El Gobernador de Durazzo) los hizo detener y conducir con precaución a Constantinopla delante del Emperador, a fin de que le jurasen fidelidad (fidelitatem facerent). Finalmente, el duque Godofredo, el primero de todos los señores, llegó a Constantinopla con un gran ejército, dos días antes de la Natividad de Nuestro Señor, y acampó fuera de la ciudad hasta que el inicuo emperador (iniquus imperator) hubo dado la orden de alojarlo en un barrio [Gálata] de la ciudad. Habiendo tomado así sus cuarteles, el duque enviaba cada día a sus guerreros con toda seguridad, para que consiguieran paja y todo lo que era necesario a los caballos. Y creían que podían ir con toda confianza a donde quisieran, pero el inicuo emperador Alexis (iniquos imperator Alexius) ordenó a los Turcoplas y a los Petchenegues atacarlos y matarlos. Con esta noticia, Balduíno, hermano del duque, les preparó una emboscada, los sorprendió cuando iban a masacrar a su pueblo, los atacó valientemente y, con la ayuda de Dios, los venció. Capturó a sesenta, de los cuales mató a una pequeña parte, y el resto se los presentó al duque, su hermano. El emperador, instruido sobre estos acontecimientos, manifestó una gran irritación. El duque, viendo al emperador irritado, salió del barrio con los suyos y formó sus cuarteles fuera de la ciudad. Llegada la tarde, el miserable emperador (infelix imperator) ordenó a sus tropas atacar al duque y al pueblo cristiano. El duque los persiguió victoriosamente a la cabeza de los soldados de Cristo; mató a siete y persiguió a los otros hasta la puerta de la ciudad. De regreso en su campamento, permaneció allí cinco días, después llegó a un acuerdo con el emperador que lo obligó a cruzar el Brazo de San Jorge y lo autorizó a