Génova ha crecido siempre entre la montaña y el mar. Aunque de vocación marítima, toda su fisonomía urbana está relacionada con las colinas que caen sobre el golfo de Liguria. Desde los años 90 la estrategia urbana ha estado volcada en recuperar el frente marítimo. No obstante las actividades portuarias siguen en activo y mantienen cierta frontera; la montaña por el contrario sigue estando desvinculada y desaprovechada, las posibilidades de esa Génova verde son múltiples. Al mismo tiempo los valles han ido perdiendo poco a poco su denso carácter industrial, aceptando nuevas funciones urbanas en los espacios vacantes. Potenciar la relación entre los valles y la montaña con el resto de la ciudad es clave en el futuro del espacio metropolitano de la ciudad. Val de Polcevera. Génova transforma su linealidad del frente marítimo en torrentes a lo largo de los ríos que vierten al mar. Sin embargo la ciudad se vuelve dual, por un lado el proceso industrial desarrollado en torno al espacio plano de los lechos fluviales y las vías de comunicación hacia el resto de Italia; el desarrollo residencial fue trepando por la montaña. Vía verde trata de rescatar el contacto con la montaña y con la naturaleza. Recuperando los antiguos caminos entre los núcleos rurales y relacionándolos con la nueva red de transporte del valle, se integra la zona en la red metropolitana de Génova, permitiendo un flujo en ambos sentidos, acercando el centro a la periferia, pero también tratando de aportar nuevos atractivos en la periferia a la población del centro. La instalación de un equipamiento de escala regional, acorde a la escala del lugar, se trata también de conseguir un nuevo revulsivo urbano para los visitantes.