1. Para mi reflexión aparte de ver el documental en la escuela, vi otro en el canal 11
sobre el movimiento estudiantil de 1968, donde los estudiantes marchaban en la plaza
de las tres culturas en Tlatelolco, ¿Qué exigían? Libertad a los presos políticos, sanción
a represores, entre otros, en pocas palabras, querían hacer valer sus derechos. Estos
documentales contenían experiencias narradas sobre ese horrible día donde murieron
miles de personas, tan solo eran estudiantes que pedían justicia ante los
acontecimientos de violencia de los meses anteriores a la fecha de la matanza. El
culpable: GUSTAVO DIAZ ORDAZ, el que fuera presidente de México en ese entonces.
Esto me hace la misma gran pregunta que a todos, ¿por qué?, ¿Por qué asesinar a
sangre fría a estudiantes? ¿Por qué manchar de sangre de la manera más cruel la
soberania de México?, hasta ahora se desconocen las respuestas. Dicen que nosotros
los jóvenes somos el futuro de nuestro país, que debemos ser mejores cada día para
lograr un futuro exitoso y gratificante para la sociedad, que tenemos una vida por
delante, muchas cosas por las cuales seguir luchando, ¿acaso eso no le negó el
gobierno de Ordaz a los estudiantes que mando a asesinar?
Tal vez en la constitución este escrito que tenemos derechos a expresarnos, a exigir
nuestros derechos, pero, en la vida real, esto es reprimido a balazos, cada vez que un
estudiante, o cualquier otra asociación quiera alzar la voz para denunciar injusticias o
reclamar derechos, serán callados bajo la opresión de un gobierno que lo único que
sabe hacer es ordenar matar.
El 2 de octubre de 1968, no solo murieron estudiantes y maestros, también murieron
personas las que tal vez el movimiento no les afectaba, personas que se encontraban
ahí el día equivocado.
Como estudiante, la represión del gobierno hacia los estudiantes del 1968 me
indigna, es totalmente repugnante, que a esas alturas de la historia, un ser humano
haya sido capaz de matar a tantas personas con una sola orden y después aparentar
que no paso nada. Las calles se llevaron de gritos que pedían auxilio, voces que fueron
apagadas ante los estallidos de las balas, el suelo se cubrió de sangre, sangre que fue
lavada cuidadosamente esa madrugada, pero que quedo en las manos del presidente.
Este hecho solo nos hace pensar, ¿valió la pena que a tantas personas se le arrebatara
la vida?, tal vez no, las cosas siguen igual, se sigue reprimiendo de una manera
inhumana las exigencias de la sociedad.
Los jóvenes casi siempre hemos sido vistos como vándalos, aunque seamos
estudiantes, aunque seamos el futuro de México y del mundo, pero ¿hasta cuando el
gobierno dejara de utilizar a la fuerza que, en vez de asesinar, debería ayudar? Seria
incierto decir cuando, aun más, decir como lo lograremos, ¿alzando la voz?, ya
sabemos que sería reprimida, también sabemos que el cambio no se logra sino viene
acompañada de una ola de horror y violencia, y que nuestros derechos no existen si no
los exigimos.