Un joven rico se acercó a Jesús para pedirle consejo sobre cómo servirle mejor. Jesús le dijo que vendiera todas sus posesiones y le siguiera. Aunque el joven quería seguir a Jesús, se marchó triste porque era demasiado apegado a sus riquezas. La lección es que a veces ofrecemos seguir a Jesús con palabras pero no estamos dispuestos a renunciar a lo material para dedicarnos plenamente a Él.