SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 8
Descargar para leer sin conexión
Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora   21/4/10   14:08   Página 5




                  APRENDIZ DE SEDUCTORA

                                 Michelle Marcos


                           Traducción de Scheherezade Surià
Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora                       21/4/10       14:08      Página 4




           Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la
           cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún
           medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin la autori-
           zación escrita de los titulares de los derechos de la propiedad intelectual.




           Título original: Wickedly Ever After
           Traducción: Scheherezade Surià López

           © 2009 Michelle Marcos. Reservados todos los derechos
           © 2010 ViaMagna 2004 S.L. Editorial ViaMagna. Reservados todos los derechos.
           © 2010 por la traducción Scheherezade Surià López. Reservados todos los derechos.



           Primera edición: Mayo 2010

           ISBN: 978-84-92967-19-3

           Depósito Legal: M-19738-2010

           Impreso en España / Printed in Spain


           Impresión: Brosmac S.L.

           © Valery
           www.valery.es
           editorial@valery.es




           Editorial ViaMagna
           Gran Vía de Carlos III, 84
           Entresuelo 3ª
           Barcelona, 08028
           www.editorialviamagna.com
           email: editorial@editorialviamagna.com
Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora    21/4/10   14:08   Página 9




                                       Prólogo


                     No tenía aún veinte años y se estaba muriendo.
                     Yacía en una calle de Londres cuyos adoquines mojados
             estaban impregnados del perfume del tiempo. Vacía e inhós-
             pita, la fría noche se hacía eco de su soledad.
                     No todo el mundo lo echaría de menos. Al menos, no
             la mayoría de mujeres y algunos hombres respetables.
                     Pero en su día lo amaron hombres de riqueza e influencia,
             hombres de alta cuna y bajas pasiones. Y él les había correspon-
             dido… por un precio adecuado.
                     Se hallaba en un lugar que había exhalado el aliento
             del placer. En sus salones, las reinas del ocio se reunían,
             dispuestas a hacer realidad las fantasías de los hombres. En
             sus habitaciones, el placer se buscaba y se obtenía. Entre sus
             muros, las mujeres dominaban a los hombres.
                     Pero le había llegado la hora. El cartel de «SE VENDE»
             estaba clavado sobre la puerta.
                     El Imperio del Placer había disfrutado de su último cliente.
                     Como una cama sin hacer después de una noche de
             pasión, el burdel yacía ahora desolado y olvidado. Sábanas
             blancas cubrían los muebles, las ventanas estaban cerradas y
             la puerta, antaño siempre abierta, tenía la llave echada. Las
             cortesanas hacía tiempo que se habían ido; los clientes se
             habían esfumado. Habían desaparecido todas las personas
             alegres de vida disoluta…

                                                                               9
Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora   21/4/10   14:08   Página 10




                  Pero él se negaba a marcharse. Como el cartel de madera
           que se balanceaba en un clavo oxidado, también en su vida
           sentía esa oscilación típica de un péndulo. Como sucedía con
           las mujeres despechadas, el Imperio del Placer no permanecería
           callado por mucho tiempo.
Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora   21/4/10   14:08   Página 11




                                         Uno


                     En dos ocasiones, Athena McAllister pensó que había
             encontrado al hombre de su vida.
                     La primera vez que ocurrió tenía quince años. Él tenía
             dieciséis, el pelo rubio y era muy apuesto. Era el hijo de un
             vizconde que estaba de vacaciones de un internado en el ex-
             tranjero. Estuvo hablando con ella con educación, como debe
             ser en un joven caballero pero, por encima de su melena peli-
             rroja, miraba a una jovencita más hermosa en el baile.
                     A los diecinueve conoció a otro hombre, un vizconde
             hecho y derecho. Tenía veinte años, era rubio y atractivo y no
             tuvo más que palabras de admiración por el intenso color de
             su pelo. Le habló de sus viajes a Italia y a América, y cuando
             empezó a sonar la música, rodeó sus generosas curvas y se fue
             a bailar con una muchacha más linda en el baile.
                     Por lo tanto observaba, no sin cierta inquietud, al rubio
             y atractivo Calvin Bretherton, cuyas maneras y atuendo indi-
             caban generaciones de la riqueza de la que ella ahora carecía.
             A los veintiocho, a Athena ya se le había pasado la edad casa-
             dera y todo el mundo esperaba que viviera su vida en una
             cierta penuria aristocrática. Pero el conde iba buscando una
             esposa y Athena sucumbió a esa esperanza frustrante a la vez
             que persistente de que quizá él fuera su última oportunidad
             de casarse bien o de casarse a fin de cuentas.


                                                                            11
Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora    21/4/10   14:08   Página 12




           MICHELLE MARCOS


                   Hester miró a su amiga mientras le daba una copa
           de vino.
                   —Tienes la mirada de un gato que acaba de ver a un
           pajarillo confiado. ¿A quién miras?
                   Athena le dio un sorbo y el vino le dejó en la boca, que
           notaba algo seca, un estallido de dulzor.
                   —A nadie.
                   Hester frunció los labios mientras echaba un vistazo al
           grupo de hombres que había en la sala de baile.
                   —Ahí está el general Thomason, lord Ryebrook, el
           obispo… no puede ser el obispo.
                   Athena sonrió y puso los ojos en blanco.
                   —Detrás de él.
                   Hester entrecerró los ojos.
                   —Mmm. Lord Stockdale. Muy apuesto, sí señor.
           Conozco mucho a su familia. Es el ojito derecho de su ma-
           dre, ¿sabes?
                   Athena sonrió, satisfecha.
                   —Seguro que es el ojito derecho de muchas mujeres.
                   Hester soltó una carcajada.
                   —Siempre he tenido debilidad por los hombres de ojos
           azules. Sentémonos. Quizá se acerque y se presente.
                   Athena tomó asiento al lado de su amiga en el conjunto
           de butacas dispuestas junto a la chimenea —el rincón del
           popurrí, como lo llamaba ella— donde se reunían viudas,
           solteronas y otras mujeres marchitas. Sonrió sin mucho afán
           al escuchar la conversación entre la baronesa Basinghall, una
           mujer rotunda, y su última hija soltera, una muchacha igual
           de aburrida que su madre, que versaba sobre qué tés eran la
           mejor cura para los dolores de cabeza y cómo hacer cataplasmas
           para los juanetes.
                   Pero ella seguía mirando al objeto de su cada vez
           mayor anhelo. Entonces Calvin echó la cabeza hacia atrás y se
           rió por algo que había dicho el general. Ella sonrió. Las mejillas
           se levantaban sobre una hilera de dientes blancos y perfectos

           12
Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora   21/4/10   14:08   Página 13




                                              APRENDIZ DE SEDUCTORA


             y, por un instante, Athena imaginó que era a ella a quien
             sonreía. El abrigo Burdeos se le ajustaba al cuerpo como una
             segunda piel y dejaba prácticamente al descubierto unos bra-
             zos largos y musculosos que la harían sentir en el séptimo
             cielo si la abrazasen. Y esos ojos azul celeste, tan carismáticos
             y hermosos, mirándola con deseo… Athena espiró, gozando
             de ese placer que imaginaba.
                     De repente, Calvin miró en su dirección y el corazón le
             dio un vuelco. El sueño se hizo realidad cuando se separó del
             grupo de hombres y empezó a acercarse a ella. Al verle andar
             le pareció que el tiempo discurría con mayor lentitud y se le
             aceleraba el pulso. Nerviosa, respiraba entrecortadamente.
                     Él sonrió aún más al acercarse y Athena parpadeó tímida-
             mente. Era increíblemente delicioso… como una porción de
             pastel de mazapán. Toda la seguridad se hacía añicos bajo esa
             hermosa mirada. Su habitual presunción de que no necesitaba
             a ningún hombre, sobre todo dirigida a las matronas más pe-
             sadas, se evaporaba con la llama de la expectativa a medida
             que el cuerpo perfecto de Calvin se le iba acercando.
                     Y en un abrir y cerrar de sus tímidos ojos verdes, el
             cuerpo perfecto de Calvin pasó de largo. Se detuvo frente a dos
             muchachas, francesas y esbeltas, que había al otro extremo de
             la sala de baile y les hizo una reverencia.
                     A Athena se le partió el corazón. De adolescente, que
             la ignoraran de esa forma habría destruido su frágil confianza
             durante meses. Pero ahora era una mujer. Su confianza ya no
             se basaba en la belleza. Al fin y al cabo era una mujer culta e
             inteligente. Si Calvin Bretheton se dignara a hablar con ella,
             quizá pudiera convencerle de que era digna de su atención.
                     —Por favor, excúsenme, señoras. —Athena dejó la
             copa en una mesa y se levantó.
                     —¿Dónde vas? —susurró Hester.
                     —Como él no viene hacia mí, yo iré hasta él.
                     Hester se le plantó en frente y le bloqueó la salida.

                                                                            13
Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora   21/4/10   14:08   Página 14




                   —¿Estás loca? ¡No puedes ir hasta un hombre y pre-
           sentarte! ¡No deberías ser tan atrevida!
                   —No tengo esperanzas de pescar un marido si me quedo
           pegada a la pared como una fregona vieja.
                   —Athena, hace mucho que no asistes a un baile en
           Londres. Existen ciertas reglas de conducta a las que debes ce-
           ñirte. Tienes que comportarte con el decoro que corresponde a tu
           edad y a tus estrecheces.
                   —Oye, con ese comentario me haces parecer una mula
           de carga. Aún queda vida en mi interior, Hester.
                   Hester frunció el ceño y sus delicadas cejas negras
           mientras miraba alrededor, nerviosa.
                   —Solamente te pido que pienses en lo que pueda decir
           luego la gente. Para alguien como tú, la línea que separa la
           solterona de la prostituta es muy borrosa.
                   Athena suspiró. Hester tenía razón: la reputación era
           algo importantísimo. Como solterona, al menos la invitaban a
           fiestas como ésa. Si perdía la baza de la respetabilidad, la vida
           sería mucho más solitaria. Las buenas maneras dictaban que
           se sentara en silencio, en compañía de otras damas viudas,
           solteras y sin compañía hasta que un caballero se le acercara.
           Ocurría muy pocas veces y nunca era el hombre al que quería
           conocer de verdad. Y ésa había sido su suerte en la vida…
           condenada por la decencia y la falta de experiencia.
                   Observó a las dos hermanas morenas que hechizaban a
           Calvin con su sonsonete de acento francés. Mientras las da-
           miselas parpadeaban y se reían con coquetería tras sus abanicos
           de madreperla, ella estaba sentada en el grupo de mujeres
           vestidas de negro y con los pies llenos de juanetes.
                   Prostituta sería, pues.
                   Ojalá.

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

Woolf, Virginia La Señora Dalloway
Woolf, Virginia   La Señora DallowayWoolf, Virginia   La Señora Dalloway
Woolf, Virginia La Señora DallowayKelita Vanegas
 
La gran casquivana
La gran casquivanaLa gran casquivana
La gran casquivanaJose Ramos
 
Mujeres Libres - Spanish writers women REALIZADO POR: INÉS CALVO
Mujeres Libres -  Spanish writers women             REALIZADO POR: INÉS CALVOMujeres Libres -  Spanish writers women             REALIZADO POR: INÉS CALVO
Mujeres Libres - Spanish writers women REALIZADO POR: INÉS CALVOmich
 
El viejo chocho
El viejo chochoEl viejo chocho
El viejo chochoJose Ramos
 
La virgen del arroyo
La virgen del arroyoLa virgen del arroyo
La virgen del arroyoJose Ramos
 
Cuentos para monstruos.pdf · versión 1
Cuentos para monstruos.pdf · versión 1Cuentos para monstruos.pdf · versión 1
Cuentos para monstruos.pdf · versión 1arturo
 
La sátira romana y su recepción. Textos y bibliografía.
La sátira romana y su recepción. Textos y bibliografía.La sátira romana y su recepción. Textos y bibliografía.
La sátira romana y su recepción. Textos y bibliografía.UPV/EHU
 
Red queen (red queen #1) victoria aveyard
Red queen (red queen #1)   victoria aveyardRed queen (red queen #1)   victoria aveyard
Red queen (red queen #1) victoria aveyardesperanza luna
 
La señorita de Marbeuf
La señorita de MarbeufLa señorita de Marbeuf
La señorita de MarbeufJose Ramos
 
Annimo Romancero (Seleccion)
Annimo   Romancero (Seleccion)Annimo   Romancero (Seleccion)
Annimo Romancero (Seleccion)Palau Lax
 

La actualidad más candente (18)

Woolf, Virginia La Señora Dalloway
Woolf, Virginia   La Señora DallowayWoolf, Virginia   La Señora Dalloway
Woolf, Virginia La Señora Dalloway
 
Aulas en verso
Aulas en versoAulas en verso
Aulas en verso
 
La gran casquivana
La gran casquivanaLa gran casquivana
La gran casquivana
 
Extracto de traición
Extracto de traiciónExtracto de traición
Extracto de traición
 
130864
130864130864
130864
 
Mujeres Libres - Spanish writers women REALIZADO POR: INÉS CALVO
Mujeres Libres -  Spanish writers women             REALIZADO POR: INÉS CALVOMujeres Libres -  Spanish writers women             REALIZADO POR: INÉS CALVO
Mujeres Libres - Spanish writers women REALIZADO POR: INÉS CALVO
 
El viejo chocho
El viejo chochoEl viejo chocho
El viejo chocho
 
Cabecita loca
Cabecita locaCabecita loca
Cabecita loca
 
Capitulo 3
Capitulo 3Capitulo 3
Capitulo 3
 
La virgen del arroyo
La virgen del arroyoLa virgen del arroyo
La virgen del arroyo
 
Cuentos para monstruos.pdf · versión 1
Cuentos para monstruos.pdf · versión 1Cuentos para monstruos.pdf · versión 1
Cuentos para monstruos.pdf · versión 1
 
La sátira romana y su recepción. Textos y bibliografía.
La sátira romana y su recepción. Textos y bibliografía.La sátira romana y su recepción. Textos y bibliografía.
La sátira romana y su recepción. Textos y bibliografía.
 
La cenicienta.pdf
La cenicienta.pdfLa cenicienta.pdf
La cenicienta.pdf
 
Red queen (red queen #1) victoria aveyard
Red queen (red queen #1)   victoria aveyardRed queen (red queen #1)   victoria aveyard
Red queen (red queen #1) victoria aveyard
 
La señorita de Marbeuf
La señorita de MarbeufLa señorita de Marbeuf
La señorita de Marbeuf
 
Las Tres Nar
Las Tres NarLas Tres Nar
Las Tres Nar
 
Annimo Romancero (Seleccion)
Annimo   Romancero (Seleccion)Annimo   Romancero (Seleccion)
Annimo Romancero (Seleccion)
 
Antología de textos narrativos siglos xv
Antología de textos narrativos  siglos xvAntología de textos narrativos  siglos xv
Antología de textos narrativos siglos xv
 

Similar a Aprendiz de seductora

Bianca d'arc serie hermandad de sangre - 01 solamente uno
Bianca d'arc   serie hermandad de sangre - 01 solamente unoBianca d'arc   serie hermandad de sangre - 01 solamente uno
Bianca d'arc serie hermandad de sangre - 01 solamente unonasyuri01
 
Isabel_Allende_Cuentos_de_Eva_Luna_pdf.pdf
Isabel_Allende_Cuentos_de_Eva_Luna_pdf.pdfIsabel_Allende_Cuentos_de_Eva_Luna_pdf.pdf
Isabel_Allende_Cuentos_de_Eva_Luna_pdf.pdfLINAVERONICARIOSSOTO
 
Libro de la amortajada
Libro de la amortajadaLibro de la amortajada
Libro de la amortajadachillan
 
Aunque blanca sol
Aunque blanca solAunque blanca sol
Aunque blanca solAna Ticona
 
1º Cap La prometida
1º Cap La prometida1º Cap La prometida
1º Cap La prometidaReina-Negra
 
Veneno en la piel
Veneno en la pielVeneno en la piel
Veneno en la pielEnzo Palma
 
Bombal, maria luisa la amortajada v.2.0 (1)
Bombal, maria luisa   la amortajada v.2.0 (1)Bombal, maria luisa   la amortajada v.2.0 (1)
Bombal, maria luisa la amortajada v.2.0 (1)JavieraFerreira
 
Karen robards desire of the sun
Karen robards   desire of the sunKaren robards   desire of the sun
Karen robards desire of the sunghost305
 
Isabel%20 allende%20 %20cuentos%20de%20eva%20luna
Isabel%20 allende%20 %20cuentos%20de%20eva%20lunaIsabel%20 allende%20 %20cuentos%20de%20eva%20luna
Isabel%20 allende%20 %20cuentos%20de%20eva%20lunawatarua
 
El cuento del molinero
El cuento del molineroEl cuento del molinero
El cuento del molineroAFC_73
 
Isabel allende los cuentos de eva luna
Isabel allende   los cuentos de eva lunaIsabel allende   los cuentos de eva luna
Isabel allende los cuentos de eva lunaJENESISLEECONTRERASC
 
Antonio skarmeta telefonia celular
Antonio skarmeta   telefonia celularAntonio skarmeta   telefonia celular
Antonio skarmeta telefonia celularFredy Balcona
 
Adam, auguste villiers de l'isle vera
Adam, auguste villiers de l'isle   veraAdam, auguste villiers de l'isle   vera
Adam, auguste villiers de l'isle veraMiguel Rodriguez
 

Similar a Aprendiz de seductora (20)

El santuario
El santuarioEl santuario
El santuario
 
Cuentos de Pedro Manay Sáenz
Cuentos de Pedro Manay SáenzCuentos de Pedro Manay Sáenz
Cuentos de Pedro Manay Sáenz
 
Bianca d'arc serie hermandad de sangre - 01 solamente uno
Bianca d'arc   serie hermandad de sangre - 01 solamente unoBianca d'arc   serie hermandad de sangre - 01 solamente uno
Bianca d'arc serie hermandad de sangre - 01 solamente uno
 
Isabel_Allende_Cuentos_de_Eva_Luna_pdf.pdf
Isabel_Allende_Cuentos_de_Eva_Luna_pdf.pdfIsabel_Allende_Cuentos_de_Eva_Luna_pdf.pdf
Isabel_Allende_Cuentos_de_Eva_Luna_pdf.pdf
 
La amortajada
La amortajadaLa amortajada
La amortajada
 
la amortajada
la amortajadala amortajada
la amortajada
 
Libro de la amortajada
Libro de la amortajadaLibro de la amortajada
Libro de la amortajada
 
Aunque blanca sol
Aunque blanca solAunque blanca sol
Aunque blanca sol
 
1º Cap La prometida
1º Cap La prometida1º Cap La prometida
1º Cap La prometida
 
Veneno en la piel
Veneno en la pielVeneno en la piel
Veneno en la piel
 
Bombal, maria luisa la amortajada v.2.0 (1)
Bombal, maria luisa   la amortajada v.2.0 (1)Bombal, maria luisa   la amortajada v.2.0 (1)
Bombal, maria luisa la amortajada v.2.0 (1)
 
Karen robards desire of the sun
Karen robards   desire of the sunKaren robards   desire of the sun
Karen robards desire of the sun
 
Isabel%20 allende%20 %20cuentos%20de%20eva%20luna
Isabel%20 allende%20 %20cuentos%20de%20eva%20lunaIsabel%20 allende%20 %20cuentos%20de%20eva%20luna
Isabel%20 allende%20 %20cuentos%20de%20eva%20luna
 
El cuento del molinero
El cuento del molineroEl cuento del molinero
El cuento del molinero
 
Unlock tusola3
Unlock tusola3Unlock tusola3
Unlock tusola3
 
Isabel allende los cuentos de eva luna
Isabel allende   los cuentos de eva lunaIsabel allende   los cuentos de eva luna
Isabel allende los cuentos de eva luna
 
Antonio skarmeta telefonia celular
Antonio skarmeta   telefonia celularAntonio skarmeta   telefonia celular
Antonio skarmeta telefonia celular
 
Adam, auguste villiers de l'isle vera
Adam, auguste villiers de l'isle   veraAdam, auguste villiers de l'isle   vera
Adam, auguste villiers de l'isle vera
 
Poemario
PoemarioPoemario
Poemario
 
Antologia
AntologiaAntologia
Antologia
 

Aprendiz de seductora

  • 1. Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora 21/4/10 14:08 Página 5 APRENDIZ DE SEDUCTORA Michelle Marcos Traducción de Scheherezade Surià
  • 2. Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora 21/4/10 14:08 Página 4 Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin la autori- zación escrita de los titulares de los derechos de la propiedad intelectual. Título original: Wickedly Ever After Traducción: Scheherezade Surià López © 2009 Michelle Marcos. Reservados todos los derechos © 2010 ViaMagna 2004 S.L. Editorial ViaMagna. Reservados todos los derechos. © 2010 por la traducción Scheherezade Surià López. Reservados todos los derechos. Primera edición: Mayo 2010 ISBN: 978-84-92967-19-3 Depósito Legal: M-19738-2010 Impreso en España / Printed in Spain Impresión: Brosmac S.L. © Valery www.valery.es editorial@valery.es Editorial ViaMagna Gran Vía de Carlos III, 84 Entresuelo 3ª Barcelona, 08028 www.editorialviamagna.com email: editorial@editorialviamagna.com
  • 3. Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora 21/4/10 14:08 Página 9 Prólogo No tenía aún veinte años y se estaba muriendo. Yacía en una calle de Londres cuyos adoquines mojados estaban impregnados del perfume del tiempo. Vacía e inhós- pita, la fría noche se hacía eco de su soledad. No todo el mundo lo echaría de menos. Al menos, no la mayoría de mujeres y algunos hombres respetables. Pero en su día lo amaron hombres de riqueza e influencia, hombres de alta cuna y bajas pasiones. Y él les había correspon- dido… por un precio adecuado. Se hallaba en un lugar que había exhalado el aliento del placer. En sus salones, las reinas del ocio se reunían, dispuestas a hacer realidad las fantasías de los hombres. En sus habitaciones, el placer se buscaba y se obtenía. Entre sus muros, las mujeres dominaban a los hombres. Pero le había llegado la hora. El cartel de «SE VENDE» estaba clavado sobre la puerta. El Imperio del Placer había disfrutado de su último cliente. Como una cama sin hacer después de una noche de pasión, el burdel yacía ahora desolado y olvidado. Sábanas blancas cubrían los muebles, las ventanas estaban cerradas y la puerta, antaño siempre abierta, tenía la llave echada. Las cortesanas hacía tiempo que se habían ido; los clientes se habían esfumado. Habían desaparecido todas las personas alegres de vida disoluta… 9
  • 4. Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora 21/4/10 14:08 Página 10 Pero él se negaba a marcharse. Como el cartel de madera que se balanceaba en un clavo oxidado, también en su vida sentía esa oscilación típica de un péndulo. Como sucedía con las mujeres despechadas, el Imperio del Placer no permanecería callado por mucho tiempo.
  • 5. Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora 21/4/10 14:08 Página 11 Uno En dos ocasiones, Athena McAllister pensó que había encontrado al hombre de su vida. La primera vez que ocurrió tenía quince años. Él tenía dieciséis, el pelo rubio y era muy apuesto. Era el hijo de un vizconde que estaba de vacaciones de un internado en el ex- tranjero. Estuvo hablando con ella con educación, como debe ser en un joven caballero pero, por encima de su melena peli- rroja, miraba a una jovencita más hermosa en el baile. A los diecinueve conoció a otro hombre, un vizconde hecho y derecho. Tenía veinte años, era rubio y atractivo y no tuvo más que palabras de admiración por el intenso color de su pelo. Le habló de sus viajes a Italia y a América, y cuando empezó a sonar la música, rodeó sus generosas curvas y se fue a bailar con una muchacha más linda en el baile. Por lo tanto observaba, no sin cierta inquietud, al rubio y atractivo Calvin Bretherton, cuyas maneras y atuendo indi- caban generaciones de la riqueza de la que ella ahora carecía. A los veintiocho, a Athena ya se le había pasado la edad casa- dera y todo el mundo esperaba que viviera su vida en una cierta penuria aristocrática. Pero el conde iba buscando una esposa y Athena sucumbió a esa esperanza frustrante a la vez que persistente de que quizá él fuera su última oportunidad de casarse bien o de casarse a fin de cuentas. 11
  • 6. Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora 21/4/10 14:08 Página 12 MICHELLE MARCOS Hester miró a su amiga mientras le daba una copa de vino. —Tienes la mirada de un gato que acaba de ver a un pajarillo confiado. ¿A quién miras? Athena le dio un sorbo y el vino le dejó en la boca, que notaba algo seca, un estallido de dulzor. —A nadie. Hester frunció los labios mientras echaba un vistazo al grupo de hombres que había en la sala de baile. —Ahí está el general Thomason, lord Ryebrook, el obispo… no puede ser el obispo. Athena sonrió y puso los ojos en blanco. —Detrás de él. Hester entrecerró los ojos. —Mmm. Lord Stockdale. Muy apuesto, sí señor. Conozco mucho a su familia. Es el ojito derecho de su ma- dre, ¿sabes? Athena sonrió, satisfecha. —Seguro que es el ojito derecho de muchas mujeres. Hester soltó una carcajada. —Siempre he tenido debilidad por los hombres de ojos azules. Sentémonos. Quizá se acerque y se presente. Athena tomó asiento al lado de su amiga en el conjunto de butacas dispuestas junto a la chimenea —el rincón del popurrí, como lo llamaba ella— donde se reunían viudas, solteronas y otras mujeres marchitas. Sonrió sin mucho afán al escuchar la conversación entre la baronesa Basinghall, una mujer rotunda, y su última hija soltera, una muchacha igual de aburrida que su madre, que versaba sobre qué tés eran la mejor cura para los dolores de cabeza y cómo hacer cataplasmas para los juanetes. Pero ella seguía mirando al objeto de su cada vez mayor anhelo. Entonces Calvin echó la cabeza hacia atrás y se rió por algo que había dicho el general. Ella sonrió. Las mejillas se levantaban sobre una hilera de dientes blancos y perfectos 12
  • 7. Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora 21/4/10 14:08 Página 13 APRENDIZ DE SEDUCTORA y, por un instante, Athena imaginó que era a ella a quien sonreía. El abrigo Burdeos se le ajustaba al cuerpo como una segunda piel y dejaba prácticamente al descubierto unos bra- zos largos y musculosos que la harían sentir en el séptimo cielo si la abrazasen. Y esos ojos azul celeste, tan carismáticos y hermosos, mirándola con deseo… Athena espiró, gozando de ese placer que imaginaba. De repente, Calvin miró en su dirección y el corazón le dio un vuelco. El sueño se hizo realidad cuando se separó del grupo de hombres y empezó a acercarse a ella. Al verle andar le pareció que el tiempo discurría con mayor lentitud y se le aceleraba el pulso. Nerviosa, respiraba entrecortadamente. Él sonrió aún más al acercarse y Athena parpadeó tímida- mente. Era increíblemente delicioso… como una porción de pastel de mazapán. Toda la seguridad se hacía añicos bajo esa hermosa mirada. Su habitual presunción de que no necesitaba a ningún hombre, sobre todo dirigida a las matronas más pe- sadas, se evaporaba con la llama de la expectativa a medida que el cuerpo perfecto de Calvin se le iba acercando. Y en un abrir y cerrar de sus tímidos ojos verdes, el cuerpo perfecto de Calvin pasó de largo. Se detuvo frente a dos muchachas, francesas y esbeltas, que había al otro extremo de la sala de baile y les hizo una reverencia. A Athena se le partió el corazón. De adolescente, que la ignoraran de esa forma habría destruido su frágil confianza durante meses. Pero ahora era una mujer. Su confianza ya no se basaba en la belleza. Al fin y al cabo era una mujer culta e inteligente. Si Calvin Bretheton se dignara a hablar con ella, quizá pudiera convencerle de que era digna de su atención. —Por favor, excúsenme, señoras. —Athena dejó la copa en una mesa y se levantó. —¿Dónde vas? —susurró Hester. —Como él no viene hacia mí, yo iré hasta él. Hester se le plantó en frente y le bloqueó la salida. 13
  • 8. Aprendiz de Seductora 21-04-10:Aprendiz de Seductora 21/4/10 14:08 Página 14 —¿Estás loca? ¡No puedes ir hasta un hombre y pre- sentarte! ¡No deberías ser tan atrevida! —No tengo esperanzas de pescar un marido si me quedo pegada a la pared como una fregona vieja. —Athena, hace mucho que no asistes a un baile en Londres. Existen ciertas reglas de conducta a las que debes ce- ñirte. Tienes que comportarte con el decoro que corresponde a tu edad y a tus estrecheces. —Oye, con ese comentario me haces parecer una mula de carga. Aún queda vida en mi interior, Hester. Hester frunció el ceño y sus delicadas cejas negras mientras miraba alrededor, nerviosa. —Solamente te pido que pienses en lo que pueda decir luego la gente. Para alguien como tú, la línea que separa la solterona de la prostituta es muy borrosa. Athena suspiró. Hester tenía razón: la reputación era algo importantísimo. Como solterona, al menos la invitaban a fiestas como ésa. Si perdía la baza de la respetabilidad, la vida sería mucho más solitaria. Las buenas maneras dictaban que se sentara en silencio, en compañía de otras damas viudas, solteras y sin compañía hasta que un caballero se le acercara. Ocurría muy pocas veces y nunca era el hombre al que quería conocer de verdad. Y ésa había sido su suerte en la vida… condenada por la decencia y la falta de experiencia. Observó a las dos hermanas morenas que hechizaban a Calvin con su sonsonete de acento francés. Mientras las da- miselas parpadeaban y se reían con coquetería tras sus abanicos de madreperla, ella estaba sentada en el grupo de mujeres vestidas de negro y con los pies llenos de juanetes. Prostituta sería, pues. Ojalá.