1. En los niños la autoconciencia de ser
listo no siempre se plasma en una gran
confianza a la hora de hacer los deberes
por ejemplo de tipo escolar.
El elogio se convierte en el
ángel que les da seguridad;
para que no crean que tienen
menos talento del que
realmente tienen.
2. Poner a los niños etiquetas de
“listos”, no les impide que rindan poco
en la escuela; pero bien puede ser la
causa del bajo rendimiento.
Se saturan de mensajes
todo el tiempo de que lo
hacen bien.
De que son geniales de
manera innata y tienen todo lo
necesario
3. Hacer énfasis en la inteligencia
natural del niño, provoca que no
tenga control sobre ciertas
situaciones.
Y no tiene una buena
respuesta para el fracaso.
4. Quien cree en la inteligencia innata
como clave del éxito, comienza a
descartar la importancia del esfuerzo.
En ocasiones se puede
confundir a los niños y
estos dividen el mundo
entre lo que hacen bien
de manera natural y lo
que no.
5. El 85% de las personas
creen que es importante
elogiar la inteligencia de los
niños.
Dedicar elogios mas
específicos para que el
niño sepa que ha hecho
para ganárselos y seguir
para obtener mas.
6. Se debe elogiar el
esfuerzo y no la
inteligencia, si no a los
niños les bastara parecer
inteligentes en vez de
poner empeño.
Resaltar el esfuerzo hace
que el niño vea que tiene
control sobre su nivel de
éxito.
7. La sinceridad del elogio es muy importante, se comete
un error al creer que el niño no distingue un elogio falso o
sin sentimiento, solo los menores de 7 años se creen
esos elogios.
El elogio debe basarse en algo real, una habilidad que el
niño tenga, si el elogio es exagerado dejara de creer
incluso en los elogios sinceros.
8. Los niños de 12 años creen que recibir un elogio de un
maestro significa que lo esta haciendo mal. Esto cambia
en la adolescencia, aquí creen que la critica viene con
una opinión positiva
La persona que crece recibiendo premios
frecuentemente, no tendrá perseverancia y desistirá
cuando la recompensa desaparezca. Los elogios deben
ser mas intermitentes.
9. Dar elogios es una válvula
de escape para los
padres modernos: al estar
alejados de los niños
buscan demostrar su
afecto pero este termina
siendo contraproducente.