1. …Seguimos construyendo ciudadanía, ciencia y desarrollo humano con disciplina y amor…
ATENEO MODERNO “Un nuevo colegio para el siglo XXI”
COMPRENSIÓN
LECTORA
GUÍA DE TRABAJO No. 3
SANTA MARTA
DTCH
PERÍODO: I DOCENTE: WÍLMER IBÁÑEZ VILLANUEVA GRADO: 8 - __ FECHA:
ESTUDIANTE: VALORACIÓN:
CONTENIDOS TEMÁTICOS:
-Ejercicio de comprensión lectora.
LA VIDA ES MUCHO MÁS QUE UNA TALLA
Bulímica y comedora compulsiva, Lili, de 23 años, narra su desgarradora historia
Desde el bachillerato empecé con la idea de que debía ponerme a dieta, aunque era delgada, pues toda la vida practiqué
ballet. Entonces comencé a compararme físicamente con mis compañeras hasta llegar el momento en que la
preocupación por la comida era lo único que ocupaba mi mente: qué comí, a qué hora, cuántas calorías tenía, cuánto
tiempo debía ejercitarme para quemarlas …
Vomitar. ¿Gran idea?
La primera vez que vomité tenía 14 años y lo hice porque recordé haberlo visto en una película. Había ido a una cena
familiar y me sentía muy llena; además, me sentía tan culpable por haber comido tanto, que pensé: “¿por qué no
vomito?”. Sé que es algo muy desagradable, pero no me importó; no me di cuenta de que a pesar de hacerlo solo
eventualmente, estaba comenzando a destruirme.
Mis papás empezaron a sospechar; después me confesaron que suponía que entraba al baño a drogarme, pero nunca
se atrevieron a preguntarme. Al fin, cuando decidí hablarles de mi problema, no me creyeron y decidieron mandarme a
terapia.
¿Quién tiene el control?
Estuve en tratamiento con la psicóloga durante casi un año y me ayudó a disminuir las veces que me provocaba el
vómito, pero yo seguía obsesionada con la comida, y aunque tenía días buenos, había otros pésimos. Al principio,
vomitar me daba paz porque así me deshacía de lo que me iba a engordar, pero realmente nunca entendí por qué me
sentía triste. No enfrentaba mis sentimientos, los ocultaba con la comida y al vomitar me sentía aliviada. Dejé de ir a
terapia porque sentí que no me estaba ayudando; en el fondo pensaba que podía controlar mi problema, pero la verdad
es que la comida me controlaba a mí.
Vivir frente al inodoro
La peor época de mi trastorno fue de los 16 a los 18 años; en la universidad viví un infierno, aislada por mi obsesión de
comer, vomitar, tomar agua todo el tiempo y hacer ejercicio. Era una buena estudiante y, según parecía, todas las áreas
de mi vida andaban bien, pero nadie se imaginaba lo que debía soportar. Siempre busqué la perfección en mi vida y en
mi imagen; además pensaba que podría conquistar al niño que me gustaba si adelgazaba más. No sé de donde sacaba
energía para pasar toda la tarde en la escaladora, porque en ese entonces ya vomitaba las tres comidas del día y usaba
laxantes. Además no sabía cómo decirle a mis padres que seguía con mi incontrolable obsesión por la comida, pues
ellos pensaban que yo ya estaba bien y que eso había quedado en el pasado.
En ocasiones, cuando estaba sola, ¡atacaba la alacena y arrasaba con lo que hubiera! Y no era por hambre, me sentía
tan aislada e intranquila que quería llenar ese vacío interior. Esa ansiedad se desbordaba por momentos, mi vida no era
plena, no la sabía manejar y me sentía desequilibrada. Ya ni siquiera podía dormir en las noches, porque imaginaba la
grasa pegándose a mi cuerpo y pensaba: “estoy engordando en este momento”; entonces me levantaba y me ponía a
hacer ejercicio ¡en la madrugada!
Salvavidas
Había tocado fondo y no sabía qué hacer, hasta que llegué a un grupo de ayuda para comedores compulsivos. Ahora,
con mis compañeros hablo de mis problemas, pues pasan por lo mismo que yo. De ellos recibo fortaleza, experiencia y
esperanza. Tuve que admitir que tenía un problema para abrir mi mente y mi corazón a la ayuda que necesitaba. Ahora
necesito quererme, dejar de destruirme y empezar a vivir.
Promesa de vida
Hoy me siento plena, estoy tranquila, no evado mi adicción por la comida y manejo mi obsesión día a día. En todos estos
años me perdí, no me quería ni sabía quién era, pero aprendí que la vida no es solo la imagen que mostramos a los
demás; aprendí que es mucho más que un peso, una medida o una talla.
2. …Seguimos construyendo ciudadanía, ciencia y desarrollo humano con disciplina y amor…
ATENEO MODERNO “Un nuevo colegio para el siglo XXI”
ACTIVIDADES
1. Escribe tres síntomas de la bulimia que se mencionen en el texto:
2. Subraya las causas en los siguientes enunciados:
a. La primera vez que vomité tenía 14 años y lo hice porque recordé haberlo visto en una película.
b. En ocasiones, cuando estaba sola ¡atacaba la alacena y arrasaba con lo que hubiera! Y no era por hambre, me sentía
tan aislada e intranquila que quería llenar ese vacío interior.
c. Al principio, vomitar me daba paz porque así me deshacía de lo que me iba a engordar, pero realmente nunca entendí
por qué me sentía triste.
3. Marca con una X las preguntas que se responden en el texto:
a. ¿Qué hicieron las amigas de Lili cuando ella les contó su problema? ( )
b. ¿Qué factores contribuyeron para que Lili desarrollara su trastorno alimenticio? ( )
c. ¿Cómo reaccionaron los padres de Lili cuando ella les contó su problema? ( )
d. ¿Por qué recurrió Lili al grupo de ayuda para comedores compulsivos? ( )
4. Piensa y reflexiona.
a. ”El ideal de belleza evoluciona y se renueva constantemente”. ¿Cuál crees que es el ideal de belleza que
predomina actualmente en el mundo occidental?
b. En las más importantes pasarelas del mundo se han adoptado normas para controlar el peso de las modelos,
combatir la anorexia y promover una imagen más saludable de las mujeres. ¿Estás de acuerdo con esto? ¿Por
qué?
5. Escribe una carta a Lili en la que le expreses tus sentimientos con respecto a la situación que vivió y a su
condición actual.