5. PRIMER VIAJE: MISIÓN DE
PABLO Y BERNABÉ (13,1-14,28)
SEGUNDO VIAJE: CICLO DE
GRECIA (15,36-18,22)
TERCER VIAJE: CICLO DE ASIA
MENOR (18,23-21,15)
CUARTO VIAJE: CICLO DE
ROMA (27,1-28,28)
8. EN ROMA EN LA IGLESIA CATÓLICA
Pontifex Maximus
Basílica
Parroquia
Capilla
Obispo
Diócesis
Curia (romana)
Prelatura
Cardenal
Diócesis o arquidiócesis
9.
10. Recuerde que el cristianismo:
Traidición
Judía
Cristianismo
Cosmovisión
/ contexto
clásico
11. El
espacio social y sagrado por
excelencia es la ciudad,
12. 476 d.C.: Invasión de los Godos
a Roma
Roma como capital y por lo tanto
centro de la civilización colapsa
Constantinopla no es opción
para reemplazarla
13. “Me trasladó el espíritu a un monte grande y alto y me
mostró la Ciudad Santa de Jerusalén, que bajaba del
cielo, de junto a Dios, y tenía la gloria de Dios. Su
resplandor era como el de una piedra muy preciosa,
como jaspe cristalino. Tenía una muralla grande y
alta con doce puertas; y sobre las puertas doce
Ángeles y nombres grabados que son los de las
doce tribus de los hijos de Israel; al oriente, tres
puertas; al norte tres puertas, al mediodía tres
puertas, al occidente tres puertas. La muralla de la
ciudad se asienta sobre doce piedras, que llevan los
nombres de los doce Apóstoles del Cordero”
( Apocalipsis 21, 10-14).
14. „„La Ciudad celeste por tanto, en su peregrinar terreno llama a sus
ciudadanos de todas las naciones, reúne miembros de todas las
lenguas; no se preocupa de las diferencias de costumbres, de las
leyes, de las instituciones con las que tiene o establece una paz
terrenal, no turba y no destruye ninguna de estas cosas, por el
contrario las mantiene y conserva. Estas de hecho, si bien distintas
según las distintas naciones, si no impiden a la religión enseñar el
culto del único, sumo y verdadero Dios, tienden a un único y
común fin: la paz en la tierra. También la Ciudad celeste, por tanto,
en su peregrinar se sirve de la paz terrenal y de cuanto es útil a la
naturaleza mortal de los hombres: Ella defiende y estimula la unión
de las voluntades humanas hasta donde se garantice la piedad y lo
permite la religión, relacionando la paz en la tierra con la paz en el
cielo, paz tan verdadera que debe considerarse como la única paz
de la criatura racional, ósea una sociedad bien ordenada y acorde
en Gozar a Dios y en el gozar al mismo tiempo en Dios” (San Agustín, La
ciudad de Dios. XIX, 17).