Expocision de español chiqui karin neviis iii yoya
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Catedral de Cádiz.
La sustitución en el trono de España de la dinastía de los Habsburgo por la de los Borbones,
con la llegada de Felipe V en 1700, fue un factor determinante para que entraran las
corrientes artísticas extranjeras y se produjera el cambio de gusto en las artes españolas.
Los artistas llamados para trabajar en los palacios reales, franceses e italianos
principalmente, trajeron a España las manifestaciones artísticas del clasicismo francés y del
barroco clasicista italiano, mientras los artistas españoles estaban inmersos en un barroco
nacional que pervivirá aún hasta fines de siglo.
Otro hecho decisivo para la introducción del estilo artístico importado fue el incendio, en
1734, del antiguo Alcázar de Madrid, residencia de los Austrias. Felipe V solicitó la
presencia en Madrid del arquitecto Filippo Juvara (1678-1736) para que hiciera los planos
de la nueva residencia real. Con Juvara primero y, tras su muerte en 1736, con Giovanni
Battista Sacchetti (1690-1764) llegó el barroco clasicista italiano. En la obra de Palacio se
formaron muchos de los futuros arquitectos españoles y muchos escultores y pintores
trabajaron en su decoración.
En cualquier caso, son los reyes los que sustentan esta renovación artística, sirviéndose de
una institución, la Academia de Bellas Artes de San Fernando, que promueve a la vez que
ejerce el control sobre las artes. Poco a poco se instaura el reformismo ilustrado contando
para sus proyectos renovadores con la ayuda de notables ilustrados españoles como Aranda,
Campomanes, Floridablanca, Jovellanos o Antonio Ponz.
La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando nació oficialmente en 1752 gracias a
los deseos del rey Fernando VI. La Junta Preparatoria de la Academia, constituida algunos
años antes, ya mostraba en su composición la presencia de artistas extranjeros que
trabajaban en las obras reales, como su principal promotor y presidente, el escultor
Giovanni Domenico Olivieri o algunos de sus directores como el escultor Antoine
Dumanché, el pintor Louis-Michel van Loo y el arquitecto Giovanni Battista Sacchetti. A
ellos, sin embargo, se agregaron inmediatamente artistas españoles, como Felipe de Castro,
director de la sección de escultura desde su fundación, con una formación clásica adquirida
en Roma que lo distanciaba del barroco tardío practicado por los anteriores. La orientación
de la Academia, confiada siempre su dirección a los artistas, estuvo marcada desde el
comienzo por el rey quien, con un concepto ilustrado de la función del arte, deseaba la
renovación y el control de la producción artística para que sirviera de ornato y
enaltecimiento a la Corona. A imagen de la Academia madrileña surgieron las del resto de
España.
Con la llegada al trono de Carlos III en 1760 la función dirigente del rey y de la Academia
se manifestó de forma más clara. El nuevo monarca había apoyado en Nápoles las
excavaciones de las ciudades de Herculano y Pompeya, siendo conocido su entusiasmo por
la arquitectura y las demás artes, su interés por el pasado clásico y su apoyo a la edición de
las Antigüedades de Herculano. En 1783 publicó una Real Orden por la que se declaraban
libres las profesiones de las Nobles Artes de Dibujo, Pintura, Escultura, Arquitectura y
Grabado, pudiéndose ejercer desde entonces sin necesidad de formar parte de un gremio.
Con ello la Academia se convertía en la única instancia autorizada para expedir títulos o
racionalizar el aprendizaje de las artes, controlando la orientación de la producción artística,
a la que se contribuía con pensionados en Roma para los alumnos destacados.
El proceso de introducción en España de las corrientes neoclásicas tiene en común con el
resto de Europa el profundo análisis que se hace de las fuentes del clasicismo, el interés por
la arqueología, el estudio de la tratadística, la crítica de la tradición y el rechazo del último
barroco. Aunque el desarrollo del Neoclasicismo en las tres artes no fue coincidente en el
tiempo, puede decirse que tiene sus primeras manifestaciones durante el reinado de
Fernando VI (1746-1759), florece bajo Carlos III (1759-1788) y Carlos IV (1788-1808) y
prosigue todavía, tras la Guerra de la Independencia, con Fernando VII (1808- 1833), si
bien ya conviviendo con otras corrientes más novedosas.
LITERATURA NEOCLÁSICA (SIGLO XVIII)
El comienzo del siglo XVIII coincidió en España con la llegada al trono
de los reyes de la casa de Borbón y, con ellos, la influencia francesa.
Éste es el siglo de la Ilustración, del imperio de la “razón”. En esta
época se reformó la enseñanza y se sistematizó el estudio de las ciencias, que
avanzaron notablemente. Se creó la Real Academia de la Lengua, hecho de
gran importancia para la fijación y normalización del castellano.
El neoclasicismo.
Es el movimiento literario y artístico de finales del siglo XVIII y
comienzos del s. XIX. El término neoclasicismo significa nuevo clasicismo,
pues imitó las formas del arte clásico de Grecia y Roma.
El neoclasicismo se originó por influjo de la Ilustración, que consideraba
irracionales las manifestaciones barrocas.
El foco de irradiación del movimiento surge en Francia. Diderot y
D’Alambert, publican su obra, la Enciclopedia, entre 1751 y 1780.
Características generales.
Finalidad didáctica. Los escritores pretenden con sus obras enseñar a las
gentes a practicar virtudes. Por ello usan un lenguaje muy claro y unos
personajes muy simplificados. Esto supuso la ruina de la poesía y el papel
preponderante de la novela y el teatro.
En este siglo se daba importancia a la razón y todo estaba sometido a las
normas; por ejemplo, en las obras de teatro, la acción tenía que transcurrir en
un solo día y en un solo lugar.
La prosa.
La prosa didáctica tiene un lenguaje claro y sencillo. Destaca el ensayo
(Feijoo, Jovellanos, Cadalso, Cartas Marruecas) y la crítica. La novela
apenas se cultiva.
La poesía.
La poesía también está sometida a la razón, luego está falta de vigor y
espontaneidad. Su fin es moral y educativo. A partir de la obra Poética de
Luzán se vuelven los ojos a la naturalidad de los poetas del siglo XVI:
Garcilaso y Fray Luis. Se cultiva la fábula (Iriarte y Samaniego).
El teatro.
Se sigue la regla de las tres unidades de lugar, tiempo y acción (Luzán, La
virtud coronada; Leandro Fernández de Moratín, El sí de las niñas; Gaspar
Melchor de Jovellanos, El delincuente honrado). El Neoclasicismo
Teoría-Actividades
Teoría:
El Siglo de las luces
Al siglo XVIII se le conoce como el Siglo de las luces porque el hombre rechaza todo aquello que le sea
impuesto y sólo admite lo que le llega a través de la luz de su razón.
La razón es la norma con la que se valoran todas las manifestaciones humanas. Como consecuencia, aparece
en Europa a principios de siglo un grupo de pensadores con un espíritu científico que toman la
experimentación como método para adquirir el conocimiento sin temor a equivocarse. Este movimiento
recibe el nombre de Ilustración.
Los ilustrados, para llegar a la verdad científica, comienzan a dudar de todo. La duda es el método para
descubrir la verdad.
Las ideas de los ilustrados llegan a nuestro país a través de dos vías principales:
La difusión de libros franceses traducidos al castellano.
La aparición de los periódicos, donde los ilustrados exponen sus ideas y opiniones.
Situación de España.
Situación político-social Situación cultural
En España, el siglo XVIII La influencia cultural de la Ilustración
comienza con el estreno de la francesa llega a través de la Corte
casa real borbónica Real; los monarcas se convierten en
procedente de Francia. protectores de las Artes y de las
La nueva dinastía favorece e Letras. Reflejo de esta preocupación
impulsa la penetración de la cultural son las numerosas
cultura de la Ilustración instituciones que, a imitación
francesa y logra que nuestro francesa, se crean en nuestro país
país se incorpore a la política durante el Siglo de las luces:
y cultura europeas.
El Neoclasicismo, por lo tanto - Real Academia Española. http://www.rae.es
es de influencia francesa. Inaugurada por Felipe V en 1713. Su primer
presidente fue el Marqués de Villena, don Juan
Pronto comienzan las Manuel Martínez Pacheco. La finalidad de la
reformas de los ilustrados. Academia es velar por la pureza del idioma; de
España, a principios del siglo ahí que su lema sea "Limpia, fija y da
XVIII estaba muy alejada de esplendor".
Europa. La sociedad estaba Actualmente los académicos se reúnen todos
dividida en clases bastante los jueves y entre las publicaciones más
rígidas (aristocracia, clero, importantes se encuentran: la Gramática, la
labradores, criados, Ortografía y el Diccionario.
mendigos...); pero al mejorar
las condiciones de vida, - Biblioteca Nacional. http://www.bne.es Fue
aumenta la población y fundada en 1712 por Felipe V, con libros de
aparece una nueva clase antiguas bibliotecas y colecciones que el rey
social: la burguesía. trajo de Francia. La Biblioteca recibe un
ejemplar de todos los libros que se publican en
Durante el reinado de Carlos España.
III de realizan importantes
reformas que consiguen - También se fundaron en este siglo la Real
mejorar el país. Academia de la Historia, el Jardín Botánico
y el Museo del Prado.
http://www.museoprado.mcu.es
La literatura en el siglo XVIII
Se considera a los escritores griegos y latinos como modelos a imitar. Es un retorno a los clásicos
grecolatinos; ese es el origen de la palabra Neoclasicismo.
El Neoclasicismo da preferencia a la razón frente a los sentimientos, impone reglas a las que se deben
ajustar las obras literarias. Como consecuencia de lo anterior se abandonó bastante la producción lírica.
Se rechaza lo imaginativo y lo fantástico, ya que no se escribía para entretener, sino para educar. La
literatura neoclásica tiene un marcado carácter crítico, didáctico y moralizador.
Se pueden distinguir tres etapas o movimientos estéticos que se suceden en el siglo XVIII:
Reacción contra el Barroco. En la primera mitad del siglo se deja notar la influencia del
Neoclasicismo francés. La producción literaria es escasa. Predomina el ensayo y la crítica.
Como autores destacan Fray Benito Jerónimo Feijoo y Francisco Isla.
Triunfo del Neoclasicismo. Los escritores aceptan plenamente las normas neoclásicas y la
literatura se somete al imperio de la razón. La producción literaria es escasa: apenas se
escriben novelas, la poesía no ofrece ningún interés y muy pocas obras de teatro tuvieron
éxito. Esta etapa ocupa desde mediados del siglo hasta las últimas décadas. Autores
importantes de esta etapa fueron José Cadalso, Gaspar Melchor de Jovellanos, Juan
Meléndez Valdés, Leandro Fernández de Moratín, Félix María Samaniego y Tomás de
Iriarte.
Prerromanticismo. A finales de siglo comienza un movimiento de rechazo hacia las
rígidas normas neoclásicas que traerá a principios del siglo XIX el Romanticismo. Nicasio
Álvarez Cienfuegos, Manuel José Quintana y Alberto Lista son representantes de esta
etapa.
La poesía neoclásica
Por considerarse de mal gusto expresar sentimientos, los poetas de este movimiento adoptan dos temas: el
bucólico o pastoril y la fábula.
Poesía bucólica o pastoril
En este tipo de poesía se ensalza la naturaleza. Destaca Juan Meléndez Valdés.
Juan Meléndez Valdés
Nació en 1754 en Extremadura y cursó sus estudios en Salamanca, donde fue catedrático de Humanidades.
Conoció a Cadalso y a Jovellanos quienes pusieron a su alcance las ideas ilustradas e hicieron de guía en su
labor de escritor. Colaboró con el gobierno de José Bonaparte, por lo que se tuvo que exiliar a Francia tras la
guerra de la Independencia. Murió en Francia en 1817.
Aunque no fue original en sus temas, sabe dar a sus versos un ritmo alegre y suelto. Destacó con obras de
tema amoroso en las que ensalza la vida bucólica. Es el autor de una égloga (poema de tipo amoroso puesto
en boca de pastores) titulada Batido, nombre que utilizó el poeta como seudónimo.
Rosana en los fuegos
A continuación puedes leer un fragmento de un romance de ambiente pastoril. Zagalas
y pastores salen a encender las hogueras de Pascua. Esto sirve al poeta para hacer un
juego de imágenes con el fuego de las hogueras y el fuego del amor.
Del sol llevaba la lumbre, lleva tras sí la mañana, cuando sus verdes pimpollos
y la alegría del alba, y donde se vuelve rinde hasta las nubes levanta,
en sus celestiales ojos la libertad de mil almas. o cual vid de fruto llena
la hermosísima Rosana, El céfiro la acaricia que con el olmo se abraza
una noche que a los fuegos y mansamente la halaga, y sus vástagos extiende
salió, la fiesta de Pascua, los Amores la rodean al arbitrio de las ramas;
para abrasar todo el valle y las Gracias la acompañan. así entre sus compañeras
en mil amorosas ansias. Y ella, así como en el valle el nevado cuello alza,
Por doquiera que camina descuella la altiva palma sobresaliendo entre todas
cual fresca rosa entre zarzas.
La fábula
En el siglo XVIII también se cultivó la fábula con el objetivo de ofrecer al lector consejos y enseñanzas
morales puestas en boca de animales. Grandes fabulistas fueron Iriarte y Samaniego.
Tomás de Iriarte
Nació en La Orotava (Tenerife) en 1750 y murió en Madrid en 1791. Fue traductor de la primera secretaría de
Estado y archivero del Supremo Consejo de la Guerra. Además de las fábulas literarias escribió muchas otras
obras e hizo bastantes traducciones del francés. También fue compositor. Utiliza sus fábulas para dictar
normas que logren un buen estilo literario.
El burro flautista
Es famosa su fábula titulada El burro flautista. Un burro se acerca a una flauta y, al
olerla, ésta suena, lo que hace pensar al animal que sabe tocarla; entonces el autor
saca la moraleja: sin reglas del arte, el que acierta en algo, acierta por casualidad.
Sin reglas de arte, Cerca de unos prados Acercóse a olerla "¡Oh! -dijo el Borrico-:
el que en algo acierta, que hay en mi lugar, el dicho animal, ¡Qué bien sé tocar!
acierta por casualidad. pasaba un Borrico y dio un resoplido ¡Y dirán que es mala
por casualidad. por casualidad. la música asnal!"
Esta fabulilla,
salga bien o mal, Una flauta en ellos En la flauta el aire Sin reglas del arte,
me ha ocurrido ahora halló, que un zagal se hubo de colar, borriquitos hay
por casualidad. se dejó olvidada y sonó la flauta que una vez aciertan
por casualidad. por casualidad. por casualidad.
Félix María Samaniego
Nació en Laguardia (Álava) en 1745 y murió en el mismo pueblo en 1801. Estudió en Valladolid y viajó por
Francia, cuya influencia se advierte en la única obra por la que lo conocemos: las Fábulas morales, 157
fábulas distribuidas en 9 libros, escritas para los alumnos del seminario de Vergara.
Samaniego ridiculiza los defectos humanos en sus fábulas, imitando a los grandes fabulistas Fedro, Esopo y
La Fontaine. Aunque las fábulas de Samaniego están escritas en verso, su carácter es prosaico, dados los
asuntos que trata y su finalidad didáctica.
La Cigarra y la Hormiga
Una de las más famosas fábulas de Samaniego. Está escrita en heptasílabos. Pero vea
el lector a la cigarra como un personaje y no se juzgue al animal por estos hechos; pues
en el campo nunca pediría comida a la hormiga cuyos gustos alimenticios no comparte.
Cantando la Cigarra de atención y respeto La codiciosa Hormiga
pasó el verano entero, le dijo: "Doña hormiga, respondió con denuedo,
sin hacer provisiones pues que en vuestro granero ocultando a la espalda
allá para el invierno; sobran las provisiones las llaves del granero:
los fríos la obligaron para vuestro alimento, "¡Yo prestar lo que gano
a guardar el silencio prestad alguna cosa con un trabajo inmenso!
y a acogerse al abrigo con que viva este invierno dime, pues, holgazana,
de su estrecho aposento. esta triste Cigarra, ¿qué has hecho en el buen tiempo?"
Viose desproveída que, alegre en otro tiempo, "Yo, dijo la Cigarra,
del preciso sustento: nunca conoció el daño, a todo pasajero
sin mosca, sin gusano, nunca supo temerlo. cantaba alegremente,
sin trigo y sin centeno. No dudéis en prestarme; sin cesar ni un momento."
Habitaba la hormiga que fielmente prometo "¡Hola!, ¿conque cantabas
allí tabique en medio, pagaros con ganancias, cuando yo andaba al remo?
y con mil expresiones por el nombre que tengo." Pues ahora que yo como,
baila, pese a tu cuerpo."
La prosa en el Neoclasicismo
Reacción contra el Barroco
Durante la primera mitad del siglo se produce la reacción contra el Barroco y la toma de contacto con los
movimientos neoclásicos franceses. La producción literaria es escasa y predomina la prosa en forma de
crítica y ensayo.
Fray Benito Jerónimo Feijoo
El Padre Feijoo nació en Orense en 1676 y vivió casi siempre en Oviedo donde fue catedrático de Teología.
Fue monje benedictino y se dedicó al estudio y a la enseñanza.
Su obra es fundamentalmente didáctica, ya que está encaminada a poner de manifiesto la verdad y atacar el
error. De acuerdo con el espíritu ilustrado de la época, se propuso enseñar al pueblo y para ello criticó todas
sus supersticiones, sus falsas ideas, sus costumbres rutinarias, etc. Intentó difundir en España las novedades
de la cultura europea, que era en ese siglo muy superior a la nuestra.
Era progresista, amante de la razón y recomendaba calurosamente el estudio de las ciencias experimentales.
Su tarea de divulgador de la ciencia y de la cultura contribuyó en gran medida a elevar el nivel cultural de la
época.
Su estilo es claro, sobrio y preciso ya que es lo más apropiado para hacerse entender. Le importa más la
precisión que la belleza.
Sus obras más representativas son:
Teatro Crítico Universal. Es una obra escrita en forma de ensayo; consta de ocho
tomos donde el autor ataca duramente las supersticiones y falsas creencias
marcando el límite entre lo natural y lo sobrenatural.
Cartas eruditas. Están escritas también en forma de ensayo; en ellas va
exponiendo, a lo largo de cinco tomos, diversos problemas filosóficos, literarios,
morales, etc.
Teatro Crítico Universal
Puedes leer a continuación un fragmento de uno de los ensayos que forman parte de su
obra Teatro Crítico Universal. El tema del texto es la moda, asunto que interesó al autor
y que interesa hoy a todo ser humano. En mayor o menor medida todos nos dejamos
arrastrar por los dictámenes de la moda. Feijoo analiza el asunto y nos previene contra
sus peligros. Observa la coherencia con la que el autor va exponiendo clara y
ordenadamente sus ideas.
SOBRE LA MODA
Siempre la moda fue la moda. Quiero decir que siempre el mundo fue inclinado a los
nuevos usos. Esto lo lleva de suyo la misma naturaleza. Todo lo viejo fastidia. El
tiempo todo lo destruye. A lo que no quita la vida, quita la gracia... Piensan algunos que
la variación de las modas depende de que sucesivamente se va refinando más el gusto,
o la inventiva de los hombres cada día es más delicada. ¡Notable engaño! No agrada la
moda nueva por mejor, sino porque se juzga que lo es, y por lo común se juzga mal.
Los modos de vestir de hoy que llamamos nuevos, por la mayor parte son antiquísimos.
Aquel linaje de anticuarios que llaman medallistas (estudio que en las naciones también
es de la moda) han hallado en las medallas que las antiguas emperatrices tenían los
mismos modos de vestidos y tocados que, como novísimos, usan las damas en estos
tiempos... Hoy renace el uso mismo que veinte siglos ha expiró. Nuestros mayores le
vieron decrépito y nosotros le logramos niño. Enterróle entonces el fastidio y hoy le
resucita el antojo.
... La razón de la utilidad debe ser regla de la moda. No apruebo aquellos genios tan
parciales de los pasados siglos que siempre se ponen de parte de las antiguallas. En
todas las cosas el medio es el punto central de la razón. Tan contra ellas, y a caso más,
es aborrecer todas las modas que abrazarlas todas. Recíbase la que fuere útil y honesta.
Condénese la que no trajera otra recomendación que la novedad.
El imperio de la razón
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, los escritores adoptan plenamente los modelos neoclásicos y la
literatura se somete al imperio de la razón. Esta etapa ocupa desde mediados de siglo hasta las últimas
décadas.
José Cadalso
Nació en Cádiz en 1741 donde realizó sus primeros estudios. Más tarde estudió en el Seminario de Nobles de
Madrid. Desde muy joven tuvo oportunidad de viajar por diferentes países y ponerse en contacto con sus
lenguas y sus culturas. A los 21 años regresó a España y comenzó su carrera militar llegando a alcanzar el
grado de coronel del ejército español. Murió durante el bloqueo de Gibraltar en 1782.
Cadalso fue un hombre inteligente y culto, dotado de un fino espíritu crítico. Mantuvo amistad con todos los
escritores importantes de su época y se interesó por todos los géneros literarios; aunque destacó más con sus
obras en prosa: Los eruditos a la violeta, Noches lúgubres, Cartas Marruecas. Hoy se le recuerda
fundamentalmente por sus Cartas Marruecas, obra de carácter ensayístico publicada varios años después de su
muerte.
Cartas Marruecas
En este libro, el autor hace un análisis de las costumbres y carácter de los españoles.
Para ello utiliza a un personaje marroquí llamado Gazel. Éste está de viaje por España y
escribe una serie de cartas a su amigo y maestro Ben-Beley y en ellas le explica todo lo
que observa en sus viajes.
La crítica que Cadalso hace de nuestras costumbres, tradiciones, instituciones, etc.
nunca es dura ni extremada. Su postura es la de un pensador equilibrado, partidario de
conservar lo mejor de nuestras tradiciones y de incorporar, al mismo tiempo, los
progresos de otros países.
CARTA I De Gazel a Ben-Beley (Fragmento)
He logrado quedarme en España después del regreso de nuestro embajador, como lo
deseaba muchos días ha, y te lo escribí varias veces durante su mansión en Madrid. Mi
ánimo era viajar con utilidad, y este objeto no puede siempre lograrse en la comitiva de
los grandes señores, particularmente asiáticos y africanos. Éstos no ven, digámoslo así,
sino la superficie de la tierra por donde pasan; su fausto, los ningunos antecedentes por
dónde indagar las cosas dignas de conocerse, el número de sus criados, la ignorancia de
las lenguas, lo sospechosos que deben ser en los países por donde transiten y otros
motivos, les impiden muchos medios que se ofrecen al particular que viaja con menos
nota.
Me hallo vestido como estos cristianos, introducido en muchas de sus casas, poseyendo
su idioma, y en amistad muy estrecha con un cristiano llamado Nuño Núñez, que es
hombre que ha pasado por muchas vicisitudes de la suerte, carreras y métodos de vida.
Se halla ahora separado del mundo, y, según su expresión, encarcelado dentro de sí
mismo. En su compañía se me pasan con gusto las horas, porque procura instruirme en
todo lo que me pregunto; y lo hace con tanta sinceridad, que algunas veces me dice: de
esto no entiendo; y otras: de esto no quiero entender. Con estas proporciones hago
ánimo de examinar no sólo la corte, sino todas las provincias de la península. Observaré
las costumbres de este pueblo, notando las que son comunes con las de otros países de
Europa, y las que le son particulares. Procuraré despojarme de muchas preocupaciones
que tenemos los moros contra los cristianos, y particularmente contra los españoles.
Notaré todo lo que me sorprenda, para tratar de ello con Nuño, y después participártelo
con el juicio que sobre ello haya formado.
Gaspar Melchor de Jovellanos
Nació en Gijón en 1744, en el seno de una familia noble y culta. Desempeñó varios cargos públicos y desde
ellos intentó resolver muchos de los problemas que tenía nuestro país en su época. Fue siempre un hombre
prudente y equilibrado que deseaba encontrar el punto medio de todo e intentaba conseguir que España
progresara en todos los aspectos.
Su obra es variada y didáctica. En ella denuncia la situación social y económica además de proponer las
reformas necesarias para elevar el nivel material y moral de nuestro país. Lo más importante de su obra lo
constituyen sus ensayos, por los cuales muchos lo consideran como el mejor prosista del siglo.
Algunas de sus obras son: Informe para el expediente de la Ley Agraria, Memoria para el arreglo de la
policía de espectáculos y diversiones públicas, El castillo de Bellver, Pelayo, El delincuente honrado.
Inconvenientes de un viaje en coche.
Puedes leer un fragmento de una carta escrita por Jovellanos. Es una carta sobre viajes,
en la que el autor aprovecha la ocasión para dar a conocer a los demás los problemas
que afectan al país, con el fin de concienciar al pueblo de la necesidad de reformas. Su
estilo es claro, sencillo y preciso en consonancia con la intención que le movía a
escribir.
Caminar en coche es ciertamente una cosa muy regalada, pero no muy a propósito para
conocer un país. Además de que la celeridad de las marchas ofrece los objetos a la vista
en una sucesión demasiado rápida para poderlos examinar, el horizonte que se descubre
es muy ceñido, muy indeterminado, variado de momento en momento, nunca bien
expuesto a la observación analítica. Por otra parte, la conversación de cuatro personas
embanastadas en un forlón, y jamás bien unidas en la idea de observar, ni en el modo y
objetos de la observación; el ruido fastidioso de las campanillas y el continuo clamoreo
de mayorales y zagales, con banderola, su capitana y su tordilla, son otras tantas
distracciones que disipan el ánimo y no le permiten aplicar su atención a los objetos que
se le presentan.
Agregue a esto la naturaleza del país que acabamos de atravesar, compuesto de
inmensas llanuras, de horizontes interminables, sin montes ni colinas, sin pueblos ni
alquerías, sin árboles ni matas, sin un objeto siquiera que señale y divida sus espacios, y
fije los aledaños de la observación, y verá que es incapaz de ser observador de carrera,
y que se resiste sin arbitrio al estudio y meditación del caminante.
El teatro en el Neoclasicismo
Como toda obra neoclásica, el teatro se somete a las rígidas normas del clasicismo, por lo que adopta la regla
de las tres unidades que Lope de Vega había roto en el Barroco. Desaparece de las obras de teatro todo tema
imaginativo y fantástico, así como la mezcla de lo trágico y lo cómico. Surge un teatro exclusivamente
didáctico.
Regla de las tres unidades
Acción Tiempo Lugar
Sólo habrá una acción en la obra. En el La acción debe
Toda la obra debe
teatro anterior había acciones suceder, como
desarrollarse en el
paralelas: la de los señores y la de los máximo, a lo largo de
mismo sitio.
criados. un día.
Leandro Fernández de Moratín
Nació en 1760 y era un hombre tímido, apacible, inteligente y culto. Sentía verdadera admiración por Francia
y su cultura, lo que hizo que se pusiera de parte del rey José Bonaparte (hermano de Napoleón), llegando a
desempeñar puestos de carácter cultural durante su reinado. Cuando fueron expulsados los franceses tuvo que
irse exiliado. Vivió algún tiempo en Barcelona y Burdeos, y murió en París en 1828.
Toda su obra teatral esta realizada siguiendo las normas neoclásicas y ha convertido al autor en uno de los
mejores y escasos dramaturgos de este siglo.
El sí de las niñas. En esta obra hace una dura crítica a las familias que obligan a sus hijas a
casarse sin tener en cuenta sus sentimientos.
La comedia nueva o el café. Critica duramente a los poetas incultos e ignorantes que se
atreven a escribir obras dramáticas.
El sí de las niñas
Es una obra con finalidad moral y didáctica cuyo argumento es el siguiente:
D. Diego, un caballero de 59 años, va a casarse con Francisca, de 16 años, que acaba de
salir de un convento de monjas donde estaba estudiando. El matrimonio ha sido
preparado por la madre de la chica, Dña. Irene, sin contar con ella que ya está
enamorada del joven Carlos, sobrino del caballero. Éste descubre el asunto y renuncia,
con mucho sacrificio, a su matrimonio; puesto que ve más natural que la muchacha se
case con un joven de su edad que con un viejo como él.
En el fragmento que va a continuación (Escena XI), D. Diego intenta convencer a Dña.
Irene de que su hija está enamorada de otro. La madre no se lo cree e interpreta que lo
que pasa es que al caballero ya no le interesa casarse con su hija.
DON DIEGO.- Muy bien. Siéntese usted... Y no hay que asustarse ni alborotarse
(Siéntanse los dos) por nada de lo que yo diga; y cuenta, no nos abandone el juicio
cuando más lo necesitamos... Su hija de usted está enamorada...
DOÑA IRENE.- Pues ¿no lo he dicho ya mil veces? Sí, señor, que lo está; y bastaba
que yo lo dijese para que...
DON DIEGO.- ¡Este vicio maldito de interrumpir a cada paso! Déjeme usted hablar.
DOÑA IRENE.- Bien, vamos, hable usted.
DON DIEGO.- Está enamorada; pero no está enamorada de mí.
DOÑA IRENE.- ¿Qué dice usted?
DON DIEGO.- Lo que usted oye.
DOÑA IRENE.- Pero ¿quién le ha contado a usted esos disparates?
DON DIEGO.- Nadie. Yo lo sé, yo lo he visto, nadie me lo ha contado, y cuando se lo
digo a usted, bien seguro estoy de que es verdad... Vaya, ¿qué llanto es ése?
DOÑA IRENE.- (Llora) ¡Pobre de mí!
DON DIEGO.- ¿A qué viene eso?
DOÑA IRENE.- ¡Porque me ven sola y sin medios, y porque soy una pobre viuda,
parece que todos me desprecian y se conjuran contra mí!
DON DIEGO.- Señora doña Irene...
DOÑA IRENE.- Al cabo de mis años y de mis achaques, verme tratada de esta manera,
como un estropajo, como una puerca cenicienta, vale al decir... ¿Quién lo creyera de
usted?... ¡Válgame Dios!... ¡Si vivieran mis tres difuntos!... Con el último difunto que
me viviera, que tenía un genio como una serpiente...
DON DIEGO.- Mire usted, señora, que se me acaba ya la paciencia.
DOÑA IRENE.- Que lo mismo era replicarle, que se ponía hecho una furia del infierno,
y un día de Corpus, yo no sé por qué friolera, hartó de mojicones a un comisario
ordenador, y si no hubiera sido por dos padres del Carmen, que se pusieron de por
medio, lo estrella contra un poste en los portales de Santa Cruz.
DON DIEGO.- Pero ¿es posible que no ha de entender usted a lo que voy a decirle?
DOÑA IRENE.- ¡Ay, no, señor; que bien lo sé, que no tengo pelo de tonta, no, señor!...
Usted ya no quiere a la niña, y busca pretextos para zafarse de la obligación en que
está... ¡Hija de mi alma y de mi corazón!
Actividades:
Comentario de textos
Recuerda que un comentario de textos no consiste solamente en explicar con tus
palabras lo que escribe el autor; sino profundizar en el estudio del texto de que se trate.
Lectura y comprensión del texto
1ª.- Lee con mucha atención el texto que va a continuación hasta que lo entiendas perfectamente. Utiliza el
diccionario.
Descripción del castillo de Bellver
A cosa de media legua, y al oeste
sudoeste de la cuidad de Palma, se ve
descollar el castillo de Bellver, al cual
nuestras desgracias pudieron dar alguna
triste celebridad. Situado a medio tiro de
cañón del mar, al norte de su orilla y a
muchos pies de altura sobre su nivel,
señorea y adorna todo el país
circunyacente. Su forma es circular, y su
cortina o muro exterior la marca
exactamente; sólo es interrumpida por
tres albaracas o torreones, mochos y
redondos, que desde el sólido del muro
se avanzan, mirando al este, al sur y al
oeste, y le sirven como de traveses. Entre
ellos hay cuatro garitones, circulares también y arrojados del parapeto superior, los tres
abiertos, y al foso de su altura otro cubierto y elevado sobre ella. Iguales en diámetro y
altura hasta el nivel de la plataforma, empieza allí a disminuir y formar un cono
truncado y apoyado sobre cuatro columnas colosales, que, resaltadas del muro, los
reciben en su collarín, y bajan después a sumirse en el ancho vientre del talús. Escódese
éste en el foso, y sube a toda su altura, formando con el muro del castillo un ángulo de
cuarenta y cinco grados, y girando en torno de él y de sus torres. El foso, que lo abraza
todo, es ancho y profundísimo, y sigue también la línea circular, salvo donde los cubos
o albaracas le obligan a desviarse y tomar la de su proyectura. En lo alto, y por fuera
del foso, corre la explanada, con débiles parapetos, ancha y espaciosa, pero sin
declives, y siguiendo siempre la forma y líneas que el foso le prescribe.