2. La respuesta no está tan segura como a
principios de 2012. Durante los últimos diez años
las calles se llenaron de tiendas con el cartel de
“Compro oro”. Ha sido el valor refugio por
excelencia.
3. No obstante, la llegada de nuevo de la confianza en
los mercados financieros y la atracción por el riesgo
de los inversores ha disminuido el poder de seducción
de este preciado metal.
Aunque desde principios de siglo el oro se
revalorizado casi un cuatrocientos por cien, la
cotización ha descendido desde 2012 sobre un 6,8
por ciento, y continúa a la baja.
4. Los expertos aseguran que el protagonismo de
la primera década del siglo XX ha dejado
paso a otras alternativas de inversión, como los
bonos y los valores bursátiles.
Los inversores ya no tienen tanto miedo como al
comienzo de la crisis, y más que guardar valor
han vuelto a la búsqueda de una gran
rentabilidad.
¿Por qué no utilizar este capital para invertirlo
en emprendedores y startups?