Este documento analiza el edificio Kanagawa Institute of Technology diseñado por el arquitecto japonés Tadao Ishigami. El documento argumenta que el proyecto de Ishigami busca prescindir totalmente de la materia y crear un espacio con fronteras ambiguas. Al eliminar la materia, el espacio adquiere intensidad, movimiento y fluidez. Aunque la materia parece necesaria para el diálogo entre el espacio y la materia, Ishigami demuestra que es posible crear un espacio rico mediante la eliminación de la materia
1. KANAGAWA INSTITUTE OF TECHNOLOGY, ISHIGAMI
Beatriz Lezáun Guinduláin
“El diálogo, limpio y neto, que se produce entre la materia y el espacio,
La maravilla de ese diálogo en el límite,
Creo, que en una parte importante, se debe a que quizás el espacio
es una materia muy rápida,
o bien, la materia es un espacio muy lento.” Eduardo Chillida
Si este diálogo tuviera que establecerse en Kanagawa Institute of Technology, sería un diálogo
confuso; por lo que se refiere al espacio, tendría muchas cosas que contarnos, pero la matería
a penas podría susurrarnos algo. Y es que, en este edificio, la materia ocupa un lugar
protagonista: se busca prescindir totalmente de ella. Se piensa en ella, pero buscando evadirla.
Por tanto, ante la inexistencia de uno de los dialogantes, la conversación se vuelve nula,
totalmente prescindible. Ni siquiera en el límite- que es allí donde la materia parece
imprescindible- parece establecerse comunicación entre ambos. Y es que, el propio Ishigami
afirma que lo que busca es “un espacio con fronteras muy ambiguas”.
En efecto, en este proyecto, espacio y materia no se necesitan, juegan papeles separados. Y es
que, una de las principales preocupaciones del arquitecto japonés es la de levantar edificios
aparentemente ingrávidos, vacios de materia. La reducción a la nada, tanto de la estructura
como de todos los elementos materiales, da lugar a un espacio lleno de intensidad,
movimiento, flujo y energía. Y, precisamente aquí se encuentra la riqueza de esta arquitectura.
En la capacidad de conseguir un espacio capaz de hablarnos, de envolvernos y de afianzarnos,
prescindiendo totalmente del diálogo –aparentemente necesario- con la materia.
De hecho, es esta confusión generada por la falta de materia lo que refuerza la intensidad
sensorial en la obra de Ishigami. Esta desmaterialización, no solo de la estructura o los
tabiques, sino también en lo que se refiere a la anulación del límite, es lo que hace que se
anule el espacio en el que nos encontramos, sin que por ello desaparezca la experiencia
corporal de encontrarnos allí.
Entrar en el edificio de Ishigami es entrar en una experiencia, es descubrir un mundo. Un
mundo que nos transmite unas sensaciones parecidas a las que sentimos al adentrarnos en un
bosque, y lo consigue a través de elementos como pilares desordenados -con sus distintas
orientaciones y formas- franjas de luz que entran por las aperturas cenitales, la desaparición
del límite –que provoca confusión entre el fuera y el dentro- , la inexistencia de espacios
acotados y definidos…
Y son estas cualidades las que definen su espacio. El espacio de Ishigami no está definido por
un muro, por una serie de cerramientos que lo delimitan, o por un programa a cumplir. El
espacio de Ishigami se define por las sensaciones que nos provoca. Es la magia que el espacio
nos transmite lo que nos indica que estamos allí. Es la aproximación a una obra de arte. Es
conocer el espacio no por la presencia de materia, que nos recuerde que el espacio existe, sino
por la experiencia corporal que sufrimos al adentrarnos en él. Es conocer el espacio
instintivamente.
Y este conocimiento instintivo llena el espacio de magia. Nos atrapa y nos afianza. Pero
quedamos atrapados en un espacio cuyos límites son inexistentes.
2. Bibliografía
-Symposium Chillida : IX cursos de verano : II cursos europeos : julio-septiembre 1990
San Sebastián : Universidad del Pais Vasco, DL 1992
- Ito, Toyo; “Arquitectura de límites difusos”; GG, 2006.
- Virilio, Paul; “Estética de la desaparición”. Ed. Anagrama.Barcelona, 1998