2. 1
LA ATMÓSFERA COMO ESCENCIA DE LA ARQUITECTURA
ÍNDICE
1. La Semilla ……………………………………………………………3
El Alma de la Arquitectura
Las Raíces …………………………………………………………..4
El Edificio como escenario
2. El Tallo ……………………………………………………………….5
El Edificio como instrumento informe
3. Las Hojas .…………………………………………………………...6
El Edificio como espacio
4. El edificio Florece ………………………………………………….7
La figura humana para el Edificio
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La Atmósfera como esencia de la Arquitectura.
LA SEMIILLA
“La esencia propia de la arquitectura puede equipararse a las semillas en la naturaleza,
de modo que conceptos obvios en el principio de desarrollo de la naturaleza, deberían ser
ideas fundamentales en el trabajo arquitectónico.
Si se piensa en las semillas que se han de convertir en plantas o árboles, todas las de
la misma clase se convertirían en el mismo organismo si las posibilidades de desarrollo no
fuesen tan variadas y si cada crecimiento no tuviese en sí mismo una capacidad de
desarrollo libre de compromisos. De semillas iguales bajo condiciones distintas surgen
naturalezas distintas.
Las condiciones en el tiempo en que vivimos son completamente distintas a las de
antaño, pero la esencia de la arquitectura, la semilla, es la misma. El estudio de la
arquitectura implica dejarnos influir por ésta, e intentar descifrar la relación de las
soluciones y detalles con la época en la que están concebidas.”¹1
En el siguiente trabajo se busca desentrañar la esencia del edificio construido, con el
objeto de reflexionar en torno al concepto de “Atmósfera”, entendido como una categoría
estética que afecta a la calidad arquitectónica, y refriéndose a éste como un instrumento
que se valida con la presencia de un usuario. Edificio que, en relación con su entorno,
busca descubrir una simbiosis de enriquecimiento mutuo, pero que a su vez se planta
como informante de factores históricos, contextuales, simbólicos y sensoriales o
espirituales. Hecho que es difícil percibir si se lo disocia de una sensación en directa
relación con el edificio construido. Las nociones de espacio y de lugar constituyen
referencias de gran interés para comprender la esencia de la arquitectura, en tanto le
otorgan un carácter único y diferenciado.
Siendo el interés del presente trabajo explorar sobre la Atmósfera como esencia de la
arquitectura como fenómeno, se ha de partir de definir la esencialidad de la arquitectura,
entendiendo dicha minucia como “concepto filosófico que designa aquello que hace que
una cosa sea tal cosa”.2
La atmósfera, como explica Zumthor, está más en relación con
una sensibilidad emocional, una percepción que funciona a una increíble velocidad y que
los seres humanos tenemos para sobrevivir.
Pero es, además de una categoría, un detonante de factores que inducen a una
vivencia única, diferenciada, o al menos orientada por quien proyecta y ligada a la
percepción, también única, de cada par de ojos. La Atmósfera toma una especie de
carácter de semilla, que acompañada de demás factores, hacen que el edificio erigido sea
más que un inmueble, pero se vuelva un mensaje en sí mismo.
1
UTZON, JØrn. “Conversaciones y otros escritos”, apartado “La esencia de la Arquitectura”, GG,
España, 2010 . Pag. 141
2
Véase “Esencia (filosofía)”, en Enciclopedia Microsoft Encarta 2000, Microsoft Corporation, p. 1.
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Por lo tanto, podemos estar de acuerdo en que la Arquitectura requiere del factor
humano para definirse en tiempo, en forma, y en un conjunto de factores como la luz, la
escala, etc., que se devienen en la de atmósfera. Requiere de una consciencia que la
plante en tiempo y espacio. Es, por ende, una obra arquitectónica una semilla, una
reunión de experiencias sensoriales y teatrales que no debe carecer de un programa ni
mucho menos de un espacio interior para ser recorrido y experimentado por un usuario y
florecer en distintos reconocimientos por parte del mismo.
LAS RACÍES
EL EDIFICIO COMO ESCENARIO
Se podría argumentar, apoyándonos en lo que volcó Toyo Ito en su libro “Arquitectura
de límites difusos”, que siempre ha habido una contradicción entre el edificio que surge a
partir del lenguaje codificado y la creación del arquitecto construida con lenguaje lírico y
que una obra, a la postre, se hace de ambas partes; es decir que el “cuerpo como
experiencia vivida” está en contraste con el “otro cuerpo”. Podría, entonces, volverse la
Arquitectura flácida y reaccionar ante su entorno o distintos estímulos.
No será difícil comprender, a la sazón, porque es necesaria la figura humana, tema
que trataremos más adelante, para generar una experiencia, para buscar una
aproximación, una escala, una secuencia, como factor que define un tiempo y determina
de éstas partes, en palabras del estudio RCR, un escenario teatral que se completan y
terminan de concretar su esencia cuando las personas lo viven, pues la presencia
humana afecta al espacio construido. La arquitectura toma valor con la presencia del
hombre, generando, como dice Holl, un viaje visual, en base a la información constante
que incita la reflexión desde la usanza del usuario.
Un ejemplo de esto es el estudio de Steven Holl Architects, que en cada proyecto
explora nuevas formas de integrar una idea organizadora con la esencia progmática y
funcional del edificio, generando que la singularidad de ese programa y del lugar se
conviertan en el punto de partida de la idea de Arquitectura. La decisión sobre los
materiales (se utiliza mucho el vidrio), las visuales, las luces, las perspectivas que se
abren generan siempre un escenario, muchas veces teatral, donde transcurre la vida. Es
entonces, que, como dice la revista “El Croquis” 141, “cada obra queda fundamentada en
su ubicación y circunstancias específicas, partiendo de la experiencia del tiempo, el
espacio, la luz, y los materiales”, cualidad que logra que los edificios de Holl, como dice la
revista TIME, nutren tanto la vista como el Alma.
Como dice el mismo Holl en su libro “entrelazamientos”, la Arquitectura puede modelar
un equilibrado entrelazamiento del espacio y del tiempo; puede cambiar nuestra manera
de vivir y posee la capacidad de resurgir las esencias. Relacionando forma, espacio y luz,
la arquitectura eleva la experiencia de vida cotidiana mediante los estímulos a los
sentidos, como sucede con las texturas o escalas, y a través de los múltiples fenómenos
que surgen de los entornos, programas, y edificios completos.
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Cuando atravesamos un espacio envolviéndolo con la mirada, las diferentes
perspectivas superpuestas que se entienden gradualmente ante nuestros ojos, se llenan
de reflejos luminosos; desde las abruptas sombras del sol hasta la imagen translúcida del
ocaso. Una serie de olores, sonidos y materiales nos devuelven a las experiencias
primordiales que enmarcan y predominan en nuestra vida cotidiana.
Esto está en estrecha relación con lo que expresa Giedion, quien avanza en
la dirección del "espacio existencial" de Norberg Schulz: "El proceso por el cual una
imagen espacial puede ser transpuesta a la esfera emocional es expresado por el
concepto espacial. Proporciona información acerca de la relación entre el hombre y lo que
lo rodea. Es la expresión espiritual de la realidad que se halla frente a él. El mundo
situado ante él es modificado por su presencia, le obliga a proyectar gráficamente su
propia posición si desea relacionarse con él."
EL TALLO
EL EDIFICIO COMO INSTRUMENTO INFORME
Durante el proceso proyectual, se toman ciertas decisiones que intervienen en una
búsqueda común de quienes hacemos arquitectura; generar un espacio, que de por si es
un ambiente, que goza de ciertas características y carece, inclusive a veces
intencionalmente, de otras, con el fin de generar sensaciones ya sea de calidez y
protección, como de poder, de esperanza o grandeza como es el caso de las grandes
obras de las épocas de postguerra.
Anteriormente, se nombraron ciertos factores que serán los que generan un ambiente
sensorial que será captado una vez que el humano esté viviendo el edificio. No será lo
mismo observar o entrar a un templo griego que a una mezquita, pues claramente está en
los principios de cada obra la búsqueda diferenciada de lo que se quiere transmitir. Será,
entonces, que mediante diferentes recursos de iluminación, simetría, repetición, altura,
etc., cada tipo de edificio será distinto, no sólo visual y estéticamente hablando, sino
también en cuanto a la experiencia y lo que le transmitirá al usuario. Es la obra
encargada, por consiguiente, de informar una realidad, un contexto en su actualidad y
dejar un mensaje para un futuro.
La arquitectura es, entonces, más que un objeto, un instrumento informe, un hecho
cultural y contextual, en un espacio/tiempo concreto, por lo que no es arquitectónicamente
válido trasladar una obra o estilo de un sitio a otro, violentando tales parámetros que le
dieron su esencia. Esencia que no logra separarse del hombre, pues, como dice Norberg
Schulz, la residencia es la propiedad sustancial de la existencia.
Sabría lo anterior estar directamente relacionado con la objetividad de quien esté
viviendo esta arquitectura. Que viene cargado de preconceptos, que tiene una primera
impresión, una sensación tan veloz e inevitable que se genera en cuánto entramos en
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contacto con, en este caso, el edificio. Factor del cual resulta difícil separar la
Arquitectura, pues, como decía Clorindo Tésta, la Arquitectura expresa siempre el espíritu
de su época. Pareciera que la Arquitectura busca expresarse, erguirse en forma de
mensaje, y lo que genere será su mensaje, pues, por ende, sintiera que construir
ignorando el Alma de la obra, ya sea ésta tan sencilla como la calidez de un hogar o tan
imponente como una pirámide, sería más bien ignorar que lo que se está haciendo es
arquitectura.
LAS HOJAS
EL EDIFICIO COMO ESPACIO
En su imprescindible libro “Saber ver la Arquitectura”, Bruno Zevi, uno de los críticos de
más importantes del siglo XX, apunta a que todo aquello que no tenga espacio interior no
podrá ser definido como Arquitectura y que, éste debe estar, por supuesto, acometido a
un único protagonista; el ser humano. La escala humana, la adecuación de distancias y
proporciones a las necesidades y capacidades de los usuarios, la flexibilidad de sus usos,
etc. Es así, que una obra suponga para el usuario/visitante una experiencia espacial
notable no es suficiente como para considerarla Arquitectura.
El espacio es uno de los aspectos de la existencia, dado que toda actividad tiene
aspectos espaciales, pues implica movimientos y relaciones con lugares. Esta relación es
la que derivaría en lo que Norberg Schulz denomina “espacio existencial”.
Sin embargo, hay ciertas contradicciones, como es el caso del urbanista Melvin
Webber quien dice “Es la interacción, no el lugar, lo que constituye la esencia de la ciudad
y de la vida ciudadana.”
Podría suceder que un usuario se apropie de un espacio diseñado con cierto fin y
resulte en que éste tome otro carácter. Por eso decimos que requerimos de la experiencia
para concretar un espacio y es, entonces, cuando, tras todas las sensaciones impuestas
en la piel de quien atraviese ese espacio hagan efecto, que tendrá sentido el para qué de
ésta obra, que puede ser, sin embargo, no siempre la que se buscó desde un inicio.
Es real, también, que aquello que no seduzca quedará probablemente en desuso, pues
no resultará una “arquitectura bella”. Es real que las obras arquitectónicas más famosas
del mundo no son sólo conocidas por su peso histórico, sino por el carácter de su espacio;
la mística que se siente al recorrerlas, el ambiente que se genera al vivirlas y lo atractivo
que resulta el escenario que generan.
Deducimos, en consecuencia, que, al proyectar, habrá ciertos caracteres que vuelvan
evidente el fin de una obra pero que, sin embargo, es imposible descartar la libertad de
interpretación de quién la utilice y el amplio abanico de realidades que pueden volcarse
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sobre un mismo lugar. Por su puesto, el diseño del espacio estará en la mayoría de los
casos directamente relacionado con su uso y, en tal caso, se hará uso de ciertos
parámetros sociales preestablecidos en el inconsciente y consciente social que volverán
el ambiente más apropiado para la actividad a la que responde.
EL EDIFCIO FLORECE
LA FIGURA HUMANA PARA EL EDIFCIO
Al comprender la relevancia del espacio en las manifestaciones humanas podemos
resumir que es el escenario donde se manifiesta toda la materia tangible que resulta de
un contexto. El edificio, compuesto de espacios, será el elemento donde interactuará la
percepción del individuo con respecto al mismo.
Son estos objetos arquitectónicos los que generan comportamientos humanos que,
secuencialmente, se reciclan en relación a los cambios continuos de ese espacio que, en
su interior, va mutando.
Las percepciones al vivir el edificio son parte de un mensaje que fue enviado, quizás
de alguna forma específica, y será decodificado por el usuario de ésta manera o alguna
otra que esté atada al contexto sociocultural del presente del mismo.
Percibir una atmósfera está en estrecha correspondencia con una sensibilidad
emocional, una percepción a modo de reflejo, que es inevitable y que, como dijimos
anteriormente citando a Zumthor, los seres humanos tenemos para sobrevivir. Todo esto
deviene de una interesante combinación de factores como son las escalas, los materiales,
la iluminación, los colores, y demás elementos que impactaran en la primera impresión de
uno al ingresar a un edificio.
La consciencia del humano es indispensable, entonces, para que todas estas
realidades su percepción impacten y penetren su consciencia y sea, entonces, cuando el
acto de hacer arquitectura se vuelva real, tome tangencia y su mensaje pueda ser
decodificado; cuando exista éste receptor sensible y consciente.
En conclusión, como expresa Santatecla en su tesis “De la esencia de la arquitectura a
lo esencial del espacio. Forma y concepto de la arquitectura de Mies van de Rohe”, toda
arquitectura que intente ser coherente tendrá siempre un sustrato conceptual que mueve
al arquitecto a proyectar y construir. El mundo de las formas arquitectónicas es lugar de
múltiples debates donde se encuentran inquietudes, pensamientos, voluntades,
intenciones que se materializan en una forma concreta de hacer y entender la
arquitectura.
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Es decir que habrá un contexto que afecte a la percepción y habrá factores
arquitectónicos que ayuden a generar un espíritu en el interior de un edificio. Será todo
esto lo que, al vivirlo, le dé entidad y significación a la obra; será la atmósfera la que haga
de material esencial de la arquitectura.
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BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Zevi, Bruno. Barcelona, Saber ver la arquitectura, Apóstrofe, 1998.
Rossi, Aldo. La arquitectura de la ciudad. 6° edición. Gustavo Gilli, Barcelona, 1997.
Revista “El Croquis” 162, Abstracción Poética, Estudio RCR, 2012. El Croquis Editorial,
Madrid.
Revista “El Croquis”, 141, Instrumentos Hibridos, Steven Holl Architects 2008. El Croquis
Editorial, Madrid.
Chistian Norberg-Schulz, Existencia, Espacio y Arquitectura, Nuevos caminos de la
arquitectura, Blume, Barcelona, 1975
Zumthor, Peter, Atmósferas, Editorial Gustavo Gili, S.L. , España. 2006
UTZON, JØrn. “Conversaciones y otros escritos”, apartado “La esencia de la
Arquitectura”, GG, España, 2010.
Toyoo Itō, “Arquitectura de límites difusos”, Gustavo Gilli, España, 2007.
Payasmaa, Juhani, “Los ojos de la piel”, GG, Barcelona, 2006.
Páginas Web Consultadas
http://www.creactivistas.com/2010/04/de-la-esencia-de-la-arquitectura-lo.html
http://argentinainvestiga.edu.ar/noticia.php?id=864#.V31Bybh97IU