1. Nada más
En una lluviosa noche de invierno, la soledad me acompañaba junto con una leve brisa
que me rodeaba mientras tomaba una taza de té caliente. Pensaba en mi pasado, mi
familia, mis amigos, conocidos, mascotas y momentos. Recordé a mi esposa Mariana,
ya fallecida. Ella me había hecho sonreír y disfrutar de la vida. Siempre le agradecía
por haberme hecho feliz, mas su respuesta era simplemente “Disfrútalo.”. Nunca
terminé de comprenderla, pero como ningún daño me causaba, no le daba
importancia. Sin embargo, cuando murió comencé a meditar, a pensar en sus
palabras, analizarlas. También comencé a rezar y meditar con el fervor y esperanza
de poder sobrevivir sin ella. Sin ella, con la soledad misma. De repente, un extraño
ruido interrumpió mis pensamientos. Miré por la ventana. Fue increíble, rápido, raro,
pero real. Un horrible engendro monstruoso corrió a través de mi jardín. La criatura
tenía forma humana, pero sus ruidos, movimientos, colores y rasgos, no parecían
serlo. Me acosté y rápidamente me dormí. No tuve pesadillas, simplemente soñé con
Mariana. En el sueño ella me producía felicidad, me hacía sonreír, me infundía
alegría.