1. 2005 CENTENARIO DE
Hans Christian Andersen
A los innumerables aniversarios que se
celebran este año, se suman los 200 años del
nacimiento de Hans Christian Andersen, el
padre de historias infantiles tan sorprendentes
como quot;El patito feoquot;, quot;El soldadito de plomoquot;,
quot;El traje nuevo del Emperadorquot;, quot;La sirenitaquot;, y
de muchos otros cuentos que vienen
acompañando a muchos niños por distintas
generaciones.
¿QUIÉN ERA
HANS
CHRISTIAN
ANDERSEN?
En una pobre aldea de pescadores junto a las
grises aguas del Báltico, hace 200 años, vivió
un niño cuyos padres eran tan pobres que lo
alimentaban con historias fantásticas de hadas y brujas.
Ane Marie Andersdatten y Hans Andersen eran sumamente pobres. Cuando se casaron carecían de muebles
y tuvieron que construirlos con sus propias manos, aprovechando la madera que caía en su poder. La cama de
matrimonio la hicieron con los restos de un ataúd. En esa cama nació el 2 de abril de 1805 su hijo Hans Christian, en la
ciudad de Odense, Dinamarca.
El padre era zapatero, pero su cabeza estaba llena de fantasías y sueños que no vería realizados nunca.
Aunque no pudo estudiar, siendo inteligente, aprendió de forma autodidacta.
Una vez el niño Hans Christian vio llorar a su padre. Fue el día que un estudiante le encargó que le hiciera
unas botas. Durante su visita, el muchacho habló de libros, vanagloriándose de lo mucho que había aprendido de ellos.
Andersen vio cómo su padre volvía la cabeza y murmuraba con un sollozo: “¡Así debía haber sido yo!”
La abuela paterna era alta, con ojos azules y finos modales que no habían alterado la pobreza ni la mala
vecindad en que vivía. Siempre decía que provenía de una noble familia alemana. Ella cuidaba el jardín del manicomio
y siempre le llevaba brazadas de flores recogidas de allí.
De su abuelo no supo, hasta que vio a un juglar
miserable perseguido por un grupo de niños que le tiraban
piedras por las calles, gritando y burlándose de él
ruidosamente.
El pequeño cayó enfermo al saber que se trataba de
su abuelo, que estaba loco.
Tal vez esta fuera la causa de que ni él ni su padre
tuvieran amigos.
El joven zapatero era muy reservado y dio todo su
amor y tiempo libre a su hijo. A los siete años, lo llevó a un
teatro en Odense, visita que marcó el comienzo del desarrollo
de la fantasía del niño. Hans recibió muy poca educación, pero
su padre cultivó imaginación, contándole historias fantásticas y
enseñándole a crear su propio teatro de títeres.
Le leía, sin demostrar cansancio, las comedias de
Holberg, el padre del teatro danés, las fábulas de La Fontaine
y los cuentos de “Las Mil y un Noches”, lecturas que
quedarían muy grabadas en la mente infantil de Hans
Christian y que más tarde serían fuente inagotable para su
profesión de escritor.
Andersen decía que su padre sólo sonreía cuando
leía, pues ni su vida ni su trabajo le habían proporcionado
felicidad.
Pese a su pobreza, Andersen fue un niño mimado.
2. Otra de las habilidades del zapatero era la de construir juguetes
para su hijo. En el verano, el futuro cuentista y su padre
marchaban los domingos al campo, donde el niño jugaba mientras
el zapatero se tumbaba en la hierba dando rienda suelta a su
imaginación. Su madre los acompañaba sólo una vez al año,
durante el mes de mayo, único descanso que se tomaba de su
trabajo cotidiano; entonces se ponía un vestido de algodón y
llevaba una cesta de bocadillos y cerveza.
Ane Marie era lavandera, muy trabajadora, y cooperaba
con sus ingresos al mantenimiento del hogar.
Tenía el orgullo de que sus sábanas y cortinas de
muselina estuvieran blancas como la nieve y se preocupó por
inculcar en su hijo esos hábitos de limpieza. Lo vestía con trajes
viejos de su marido, que ella misma cortaba y cosía.
Pese a ser una campesina supersticiosa y casi
analfabeta, la madre de Andersen le legó dos dones preciosos: la
relación con el antiguo folklore de su región natal y una firme
convicción en el talento de su hijo, creencia que mantuvo aún
cuando todo parecía indicar lo contrario.
Ane Marie siempre tuvo buenas relaciones con sus
vecinos y, a pesar de su pobreza, procuraba que en los días de
fiesta no faltaran en su mesa las comidas tradicionales, como las
gachas de arroz, el pato asado y el pastel de manzana en
Navidad.
Poco apreciado por los demás niños, Hans tuvo una
infancia solitaria. De chico, tenía una apariencia bastante rara. Más alto que lo común, desgarbado, de prominente
nariz y de movimientos torpes, era además sumamente afeminado. Mientras los otros chicos jugaban fuera, él prefería
quedarse en casa cosiendo ropa para las muñecas y ensayando con su teatro de títeres. Su madre alentó esa
obsesión por el arte, e hizo todo lo que pudo por brindarle los rudimentos de una educación.
El aspecto de Andersen impactaba por su evidente “diferencia” con los demás niños y, en algunos casos,
esto despertaba reacciones violentas.
Hans Christian utilizó lo que se convirtió en una hermosa voz de soprano, para abrirse paso en las casas de
los ricos de la ciudad.
LA OBRA DE HANS CHRISTIAN ANDERSEN
Liviano, coloquial, simple, su estilo chocaba con las normas de la época y estaba muy lejos del lenguaje
florido y el contenido didáctico de lo que se escribía para niños. La prosa de Andersen destilaba humor y los cuentos
estaban construidos con una pureza formal que resultaba completamente nueva a sus lectores
Andersen consiguió alcanzar en su obra un perfecto equilibrio entre el mundo de la realidad y el de la
fantasía. En ellos expresaba sentimientos e ideas de gran profundidad, a pesar de que se pensara que estaban lejos
de la comprensión de los niños.
No transcribía, sólo tomaba ideas de los cuentos populares que le proporcionaban un punto de partida para
poner su imaginación en marcha.
No buscaba en ningún momento ser moralizante. Aunque sus cuentos porten un mensaje, éste es impreciso
y velado. Esto puede deberse a que en Andersen no encontramos la oposición bien/mal. Sus obras no incluyen
personajes malos, ya que para él no hay auténticos
malos sino que hay quot;buenosquot; y quot;menos buenosquot;. Al
contrario de lo que ocurre en las obras de Grimm y de
Perrault, en las que los malos son realmente malos y
terminan siendo castigados (Barba Azul y la bruja de
Blancanieves mueren), los quot;menos buenosquot; de
Andersen son sencillamente olvidados.
IMPORTANCIA DE LAS MUJERES
En los cuentos de Andersen las mujeres
ocupan un lugar preponderante hasta el punto
de que en algunos no encontramos la presencia
masculina.
LA PEQUEÑA ONDINE (1835): los hombres
están casi ausentes en este cuento. Incluso el
príncipe, que debería ser un personaje
importante, carece de existencia autónoma.
LA REINA DE LAS NIEVES (1844) : los
principales personajes de esta historia son dos
niños, Kay y Gerda. Sin embargo, Andersen deja
3. pronto de lado al niño: Kay va a ser criado
por la Reina de las Nieves y Gerda va a
salir en su busca. Desde el comienzo de
su búsqueda se encontrará
fundamentalmente con personajes
femeninos o animales hembra (una bruja,
una corneja, la nieta de un salteador, una
finesa y una lapona). Los pocos
personajes masculinos o animales macho
(un reno, un cornejo, el príncipe) que
salpican el cuento no tienen tanta
importancia. Además, al igual que en La
Pequeña Ondine, Andersen invierte los
papeles convencionales de los personajes
haciendo que sea la protagonista quien
salve al chico.
Las mujeres juegan a menudo el
papel tradicionalmente masculino: ellas
tienen el poder, la fuerza (La Reina de las
Nieves y La Virgen de los hielos) y
socorren a los hombres.
Muchos de los cuentos de
Andersen están dedicados a las mujeres :
La pequeña vendedora de fósforos (1845),
La historia de una madre (1848), No servía
para nada (1853), La judía (1856).
Dentro de este contexto encontramos el tema de la mujer que no puede ser madre.
Pulgarcita (1836) y La fille du roi de la vase (1858): en estos cuentos, dos mujeres estériles se encuentran
inesperadamente provistas de niños un poco especiales: Pulgarcita es minúscula y la hija del rey del
barro, bella y de carácter execrable de día, se convierte por la noche en un sapo feo pero muy gentil. Sin
embargo, las madres no se quedarán con estos hijos caídos del cielo: Pulgarcita le será arrebatada por
una rana y la hija del rey del barro regresará con su madre natural. Hay que destacar también aquí que
Andersen otorga a estas mujeres hijos de sexo femenino. La fille du roi de la vase (1858).
UN OBJETO QUE CAMBIA LA VIDA
En los cuentos de Andersen, como en la mayoría de los autores, los objetos mágicos son capaces de
cambiar la vida pero no siempre en un sentido positivo: algunos se convierten pronto en quot;destroza-vidasquot;...
Le briquet (1835): Aquí todo va bien : un soldado va a hacerse rico y poderoso gracias a un encendedor mágico.
Le briquet (1835): Aquí todo va bien : un soldado va a hacerse rico y poderoso gracias a un encendedor mágico.
El baúl volador (1839): Un hombre recibe un baúl como regalo de un amigo. Como no tiene nada para meter dentro, se
mete él mismo y el baúl le lleva a Turquía. Gracias a este baúl va a poder encontrarse con una princesa escondida por
su padre en una torre. Tras visitar a un mago obtiene la mano de la princesa. Pero un día antes de la boda, el baúl se
quema y nuestro protagonista no puede ir a encontrarse con su novia.
Las zapatillas rojas (1845): Una niña pequeña, muy orgullosa de sus nuevas zapatillas rojas, decide ponérselas todos
los días incluso para ir a la iglesia donde no es conveniente. A partir de entonces no volverá a poder quitárselas, tendrá
que caminar, correr, bailar con ellas hasta el día en que, extenuada, va a ver al verdugo para que le corte los pies.
Los zuecos de la felicidad (1838): Cualquiera que lleve los zuecos podrá encontrarse en el lugar y en la época que
desee. Estos zuecos llevan a las personas a vivir situaciones extrañas.
Estos objetos son los principales agentes del cuento, puesto que, gracias a ellos los personajes viven
aventuras increíbles, tanto buenas como malas.
LA REINA DE LAS NIEVES
En la casa había una escalerilla que conducía a la buhardilla y en el tejado estaba quot;el huertoquot; de su madre: un cajón de
madera plantado con perejil, cebollas y una mata de guisantes. Este huerto aparece en: quot;La Reina de las Nievesquot;.
4. EL PATITO FEO
Decíamos al principio que “El
Patito Feo” es el trabajo más
autobiográfico de Andersen, quien sin
dudas era feo, de una fealdad casi
grotesca. Al igual que el patito,
soportó muchas burlas, pero
finalmente se convirtió en un hermoso
cisne.
LA VIRGEN DE LOS HIELOS
En sus cuentos, Andersen es
sensible a la belleza y sabe
otorgársela a los personajes y a las
cosas así como a la naturaleza. Su
desarrollado sentido de la observación
le permite ofrecernos finas y precisas
descripciones. Además, sus
numerosos viajes le permiten situar sus relatos en escenarios muy ricos y
variados. La naturaleza, por la que Andersen siente respeto y amor, es descrita
de forma poética y, en ocasiones, está dotada de un toque de lirismo romántico
que coloca ante nuestros ojos imágenes evocadoras. Así ocurre en La Virgen
de los hielos que comienza con una pormenorizada y sugerente descripción de
Suiza.
LO MARAVILLOSO, LO
FANTÁSTICO Y EL FOLKLORE
Como en todos los cuentos, lo maravilloso
está presente en los relatos de Andersen,
especialmente en lo que se refiere al folklore
danés. Habla a menudo de ninfas, de pequeños
duendes que habitan las casas, de trolls, de
hadas, de brujas, de gárgolas, de elfos, de
ondinas, de triades.
También las maldiciones pueden ser el
punto de partida de muchos cuentos de Andersen
La fille du roi de la vase (1858) o Las zapatillas rojas (1845).
5. Hans Christian Andersen se inspira en muchas ocasiones en el folklore
de los países nórdicos, en sus creencias y leyendas. Así, encontramos en
muchas ocasiones el tema de las cigüeñas que portan bebés : Las cigüeñas
(1839), Pieter, Peter, Pier (1867), La fille du roi de la vase (1858).
En leyendas nacionales como Ogier el
Danés (1845), o en historias reales de
personajes históricos, lo maravilloso y lo
fantástico se expresan especialmente en los
cuentos escritos en su primera época. En los
demás, los poderes misteriosos tienden a
desaparecer.
LA NIÑA DE LOS FÓSFOROS
La madre, contaba a su hijo que, de
pequeña, la mandaban a pedir limosna en
las calles de Odense, y sentía tanta
vergüenza que pasaba todo el día
acurrucada bajo un puente, llorando, no
atreviéndose a volver a su casa, a pesar del
frío, sin una moneda.
Este relato quedó grabado en el corazón de Hans Christian, que años
más tarde retrató en su célebre cuento “La Niña de los Fósforos”.
PEGAOJOS
El hogar de los Andersen era
tan pequeño que apenas
podían moverse, pero Ane
Marie supo hacerlo cómodo y
agradable, llenándolo con su
amor, lo que siempre fue
recordado por su hijo. La única
habitación estaba ocupada por
el banco de zapatero, la cama
matrimonial y una cuna
plegable, donde dormía el
pequeño Hans. Las paredes
estaban llenas de cuadros y
sobre el banco de trabajo de su
padre había un estante con libros y canciones.
En la cocinita de la casa había una repisa donde se alineaban los platos
de estaño. Ahí estaban los paisajes pintados que aparecen en su cuento
quot;Pegaojosquot;, ese individuo que lleva el sueño a los niños arrojándoles leche
azucarada en los ojos.
6. Estos son algunos de sus cuentos más conocidos. Puedes encontrar
muchos de ellos en la Biblioteca Pública Provincial
¡Baila, baila, muñequita!
¡No era buena para nada!
¡Qué hermosa!
«Algo»
Abuelita
Ana Isabel
Bajo el sauce
Buen humor
Cada cosa en su sitio
Chácharas de niños
Cinco en una vaina
Colás el Chico y Colás el Grande
Dentro de mil años
Desde una ventana de Vartou
Día de mudanza
Dos hermanos
Dos pisones
El abecedario
El abeto
El alforfón
El ángel
El ave Fénix
El bisabuelo
El caracol y el rosal
El cerro de los elfos
El chelín de plata
El cofre volador
El cometa
El compañero de viaje
El cuello de camisa
El duende de la tienda
El duendecillo y la mujer
El elfo del rosal
El escarabajo
El gallo de corral y la veleta
El gollete de botella
El gorro de dormir del solterón
El hada del saúco
El hijo del portero
El hombre de nieve
El jabalí de bronce
El Jardín del Paraíso
El jardinero y el señor
El libro de estampas del padrino
El libro mudo
El lino
El molino de viento
7. El nido de cisnes
El niño en la tumba
El niño travieso
El pacto de amistad
El pájaro de la canción popular
El patito feo
El pequeño Tuk
El porquerizo
El príncipe malvado
El ruiseñor
El sapo
El soldadito de plomo
El tesoro dorado
El titiritero
El torrero Ole
El tullido
El último día
El último sueño del viejo roble
El viejo farol
El yesquero
En el corral
En el cuarto de los niños
En el mar remoto
Es la pura verdad
Guardado en el corazón
Historia de una madre
Historias del Sol
Holger, el danés
Ib y Cristinita
Juan el bobo
La aguja de zurcir
La campana
La casa vieja
La dríade
La espinosa senda del honor
La familia de Hühnergrete
La familia feliz
La gota de agua
La gran serpiente de mar
La hija del rey del pantano
La historia del año
La hoya de la campana
La hucha
La llave de la casa
La margarita
La mariposa
La más feliz
La Musa del nuevo siglo
La niña de los fósforos
La niña judía
8. La niña que pisoteó el pan
La pareja de enamorados
La pastora y el deshollinador
La piedra filosofal
La princesa del guisante
La pulga y el profesor
La Reina de las Nieves
La rosa más bella del mundo
La sirenita
La sombra
La suerte puede estar en un palito
La tempestad cambia los rótulos
La tetera
La tía
La última perla
La vieja campana de la iglesia
La vieja losa sepulcral
La Virgen de los hielos
Las aventuras del cardo
Las cigüeñas
Las flores de la pequeña Ida
Las velas
Lo más increíble
Lo que contaba la vieja Juana
Lo que dijo toda la familia
Lo que el viento cuenta
Lo que hace el padre, bien hecho está
Lo que se puede inventar
Los campeones de salto
Los chanclos de la suerte
Los cisnes salvajes
Los corredores
Los días de la semana
Los fuegos fatuos están en la ciudad
Los trapos viejos
Los vecinos
Los verdezuelos
Los vestidos nuevos del emperador
Los zapatos rojos
Pedro, Perico y Pedrín
Pegaojos (Ole Luköie)
Pluma y tintero
Pregúntaselo a la verdulera
Psiquis
Pulgarcita
Rompenieves
Sopa de palillo de morcilla
Tía Dolor de Muelas
Tiene que haber diferencias
Un tramo de la sarta de perlas
9. Una historia
Una historia de las dunas
Una hoja del cielo
Una rosa de la tumba de Homero
Vänö y Glänö
Visión del baluarte