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2005 CENTENARIO DE
                          Hans Christian Andersen

                                                                        A los innumerables        aniversarios que se
                                                                        celebran este año, se suman los 200 años del
                                                                        nacimiento de Hans Christian Andersen, el
                                                                        padre de historias infantiles tan sorprendentes
                                                                        como quot;El patito feoquot;, quot;El soldadito de plomoquot;,
                                                                        quot;El traje nuevo del Emperadorquot;, quot;La sirenitaquot;, y
                                                                        de muchos otros cuentos que vienen
                                                                        acompañando a muchos niños por distintas
                                                                        generaciones.




                                                                              ¿QUIÉN ERA
                                                                                 HANS
                                                                               CHRISTIAN
                                                                              ANDERSEN?
                                                                        En una pobre aldea de pescadores junto a las
                                                                        grises aguas del Báltico, hace 200 años, vivió
                                                                        un niño cuyos padres eran tan pobres que lo
alimentaban con historias fantásticas de hadas y brujas.
           Ane Marie Andersdatten y Hans Andersen eran sumamente pobres. Cuando se casaron carecían de muebles
y tuvieron que construirlos con sus propias manos, aprovechando la madera que caía en su poder. La cama de
matrimonio la hicieron con los restos de un ataúd. En esa cama nació el 2 de abril de 1805 su hijo Hans Christian, en la
ciudad de Odense, Dinamarca.
           El padre era zapatero, pero su cabeza estaba llena de fantasías y sueños que no vería realizados nunca.
           Aunque no pudo estudiar, siendo inteligente, aprendió de forma autodidacta.
           Una vez el niño Hans Christian vio llorar a su padre. Fue el día que un estudiante le encargó que le hiciera
unas botas. Durante su visita, el muchacho habló de libros, vanagloriándose de lo mucho que había aprendido de ellos.
Andersen vio cómo su padre volvía la cabeza y murmuraba con un sollozo: “¡Así debía haber sido yo!”
           La abuela paterna era alta, con ojos azules y finos modales que no habían alterado la pobreza ni la mala
vecindad en que vivía. Siempre decía que provenía de una noble familia alemana. Ella cuidaba el jardín del manicomio
y siempre le llevaba brazadas de flores recogidas de allí.
           De su abuelo no supo, hasta que vio a un juglar
miserable perseguido por un grupo de niños que le tiraban
piedras por las calles, gritando y burlándose de él
ruidosamente.
           El pequeño cayó enfermo al saber que se trataba de
su abuelo, que estaba loco.
           Tal vez esta fuera la causa de que ni él ni su padre
tuvieran amigos.
           El joven zapatero era muy reservado y dio todo su
amor y tiempo libre a su hijo. A los siete años, lo llevó a un
teatro en Odense, visita que marcó el comienzo del desarrollo
de la fantasía del niño. Hans recibió muy poca educación, pero
su padre cultivó imaginación, contándole historias fantásticas y
enseñándole a crear su propio teatro de títeres.
           Le leía, sin demostrar cansancio, las comedias de
Holberg, el padre del teatro danés, las fábulas de La Fontaine
y los cuentos de “Las Mil y un Noches”, lecturas que
quedarían muy grabadas en la mente infantil de Hans
Christian y que más tarde serían fuente inagotable para su
profesión de escritor.
           Andersen decía que su padre sólo sonreía cuando
leía, pues ni su vida ni su trabajo le habían proporcionado
felicidad.
           Pese a su pobreza, Andersen fue un niño mimado.
Otra de las habilidades del zapatero era la de construir juguetes
                                                        para su hijo. En el verano, el futuro cuentista y su padre
                                                        marchaban los domingos al campo, donde el niño jugaba mientras
                                                        el zapatero se tumbaba en la hierba dando rienda suelta a su
                                                        imaginación. Su madre los acompañaba sólo una vez al año,
                                                        durante el mes de mayo, único descanso que se tomaba de su
                                                        trabajo cotidiano; entonces se ponía un vestido de algodón y
                                                        llevaba una cesta de bocadillos y cerveza.
                                                                   Ane Marie era lavandera, muy trabajadora, y cooperaba
                                                        con sus ingresos al mantenimiento del hogar.
                                                                   Tenía el orgullo de que sus sábanas y cortinas de
                                                        muselina estuvieran blancas como la nieve y se preocupó por
                                                        inculcar en su hijo esos hábitos de limpieza. Lo vestía con trajes
                                                        viejos de su marido, que ella misma cortaba y cosía.
                                                                   Pese a ser una campesina supersticiosa y casi
                                                        analfabeta, la madre de Andersen le legó dos dones preciosos: la
                                                        relación con el antiguo folklore de su región natal y una firme
                                                        convicción en el talento de su hijo, creencia que mantuvo aún
                                                        cuando todo parecía indicar lo contrario.
                                                                   Ane Marie siempre tuvo buenas relaciones con sus
                                                        vecinos y, a pesar de su pobreza, procuraba que en los días de
                                                        fiesta no faltaran en su mesa las comidas tradicionales, como las
                                                        gachas de arroz, el pato asado y el pastel de manzana en
                                                        Navidad.
                                                                   Poco apreciado por los demás niños, Hans tuvo una
infancia solitaria. De chico, tenía una apariencia bastante rara. Más alto que lo común, desgarbado, de prominente
nariz y de movimientos torpes, era además sumamente afeminado. Mientras los otros chicos jugaban fuera, él prefería
quedarse en casa cosiendo ropa para las muñecas y ensayando con su teatro de títeres. Su madre alentó esa
obsesión por el arte, e hizo todo lo que pudo por brindarle los rudimentos de una educación.
           El aspecto de Andersen impactaba por su evidente “diferencia” con los demás niños y, en algunos casos,
esto despertaba reacciones violentas.
           Hans Christian utilizó lo que se convirtió en una hermosa voz de soprano, para abrirse paso en las casas de
los ricos de la ciudad.




LA OBRA DE HANS CHRISTIAN ANDERSEN
           Liviano, coloquial, simple, su estilo chocaba con las normas de la época y estaba muy lejos del lenguaje
florido y el contenido didáctico de lo que se escribía para niños. La prosa de Andersen destilaba humor y los cuentos
estaban construidos con una pureza formal que resultaba completamente nueva a sus lectores
           Andersen consiguió alcanzar en su obra un perfecto equilibrio entre el mundo de la realidad y el de la
fantasía. En ellos expresaba sentimientos e ideas de gran profundidad, a pesar de que se pensara que estaban lejos
de la comprensión de los niños.

          No transcribía, sólo tomaba ideas de los cuentos populares que le proporcionaban un punto de partida para
poner su imaginación en marcha.

          No buscaba en ningún momento ser moralizante. Aunque sus cuentos porten un mensaje, éste es impreciso
y velado. Esto puede deberse a que en Andersen no encontramos la oposición bien/mal. Sus obras no incluyen
personajes malos, ya que para él no hay auténticos
malos sino que hay quot;buenosquot; y quot;menos buenosquot;. Al
contrario de lo que ocurre en las obras de Grimm y de
Perrault, en las que los malos son realmente malos y
terminan siendo castigados (Barba Azul y la bruja de
Blancanieves mueren), los quot;menos buenosquot; de
Andersen son sencillamente olvidados.


IMPORTANCIA DE LAS MUJERES

         En los cuentos de Andersen las mujeres
ocupan un lugar preponderante hasta el punto
de que en algunos no encontramos la presencia
masculina.
LA PEQUEÑA ONDINE (1835): los hombres
están casi ausentes en este cuento. Incluso el
príncipe, que debería ser un personaje
importante, carece de existencia autónoma.
LA REINA DE LAS NIEVES (1844) : los
principales personajes de esta historia son dos
niños, Kay y Gerda. Sin embargo, Andersen deja
pronto de lado al niño: Kay va a ser criado
                                                                        por la Reina de las Nieves y Gerda va a
                                                                        salir en su busca. Desde el comienzo de
                                                                        su       búsqueda        se     encontrará
                                                                        fundamentalmente        con     personajes
                                                                        femeninos o animales hembra (una bruja,
                                                                        una corneja, la nieta de un salteador, una
                                                                        finesa y una lapona). Los pocos
                                                                        personajes masculinos o animales macho
                                                                        (un reno, un cornejo, el príncipe) que
                                                                        salpican el cuento no tienen tanta
                                                                        importancia. Además, al igual que en La
                                                                        Pequeña Ondine, Andersen invierte los
                                                                        papeles convencionales de los personajes
                                                                        haciendo que sea la protagonista quien
                                                                        salve al chico.
                                                                                  Las mujeres juegan a menudo el
                                                                        papel tradicionalmente masculino: ellas
                                                                        tienen el poder, la fuerza (La Reina de las
                                                                        Nieves y La Virgen de los hielos) y
                                                                        socorren a los hombres.
                                                                                  Muchos de los cuentos de
                                                                        Andersen están dedicados a las mujeres :
                                                                        La pequeña vendedora de fósforos (1845),
                                                                        La historia de una madre (1848), No servía
para nada (1853), La judía (1856).
         Dentro de este contexto encontramos el tema de la mujer que no puede ser madre.
Pulgarcita (1836) y La fille du roi de la vase (1858): en estos cuentos, dos mujeres estériles se encuentran
inesperadamente provistas de niños un poco especiales: Pulgarcita es minúscula y la hija del rey del
barro, bella y de carácter execrable de día, se convierte por la noche en un sapo feo pero muy gentil. Sin
embargo, las madres no se quedarán con estos hijos caídos del cielo: Pulgarcita le será arrebatada por
una rana y la hija del rey del barro regresará con su madre natural. Hay que destacar también aquí que
Andersen otorga a estas mujeres hijos de sexo femenino. La fille du roi de la vase (1858).


UN OBJETO QUE CAMBIA LA VIDA
          En los cuentos de Andersen, como en la mayoría de los autores, los objetos mágicos son capaces de
cambiar la vida pero no siempre en un sentido positivo: algunos se convierten pronto en quot;destroza-vidasquot;...

Le briquet (1835): Aquí todo va bien : un soldado va a hacerse rico y poderoso gracias a un encendedor mágico.

Le briquet (1835): Aquí todo va bien : un soldado va a hacerse rico y poderoso gracias a un encendedor mágico.

El baúl volador (1839): Un hombre recibe un baúl como regalo de un amigo. Como no tiene nada para meter dentro, se
mete él mismo y el baúl le lleva a Turquía. Gracias a este baúl va a poder encontrarse con una princesa escondida por
su padre en una torre. Tras visitar a un mago obtiene la mano de la princesa. Pero un día antes de la boda, el baúl se
quema y nuestro protagonista no puede ir a encontrarse con su novia.

Las zapatillas rojas (1845): Una niña pequeña, muy orgullosa de sus nuevas zapatillas rojas, decide ponérselas todos
los días incluso para ir a la iglesia donde no es conveniente. A partir de entonces no volverá a poder quitárselas, tendrá
que caminar, correr, bailar con ellas hasta el día en que, extenuada, va a ver al verdugo para que le corte los pies.

Los zuecos de la felicidad (1838): Cualquiera que lleve los zuecos podrá encontrarse en el lugar y en la época que
desee. Estos zuecos llevan a las personas a vivir situaciones extrañas.

         Estos objetos son los principales agentes del cuento, puesto que, gracias a ellos los personajes viven
aventuras increíbles, tanto buenas como malas.

LA REINA DE LAS NIEVES
En la casa había una escalerilla que conducía a la buhardilla y en el tejado estaba quot;el huertoquot; de su madre: un cajón de
madera plantado con perejil, cebollas y una mata de guisantes. Este huerto aparece en: quot;La Reina de las Nievesquot;.
EL PATITO FEO
       Decíamos al principio que “El
Patito Feo” es el trabajo más
autobiográfico de Andersen, quien sin
dudas era feo, de una fealdad casi
grotesca. Al igual que el patito,
soportó    muchas       burlas,   pero
finalmente se convirtió en un hermoso
cisne.

LA VIRGEN DE LOS HIELOS


       En sus cuentos, Andersen es
sensible a la belleza y sabe
otorgársela a los personajes y a las
cosas así como a la naturaleza. Su
desarrollado sentido de la observación
le permite ofrecernos finas y precisas
descripciones.      Además,        sus
numerosos viajes le permiten situar sus relatos en escenarios muy ricos y
variados. La naturaleza, por la que Andersen siente respeto y amor, es descrita
de forma poética y, en ocasiones, está dotada de un toque de lirismo romántico
que coloca ante nuestros ojos imágenes evocadoras. Así ocurre en La Virgen
de los hielos que comienza con una pormenorizada y sugerente descripción de
Suiza.




                                  LO MARAVILLOSO, LO
                               FANTÁSTICO Y EL FOLKLORE
                                    Como en todos los cuentos, lo maravilloso
                              está presente en los relatos de Andersen,
                              especialmente en lo que se refiere al folklore
                              danés. Habla a menudo de ninfas, de pequeños
                              duendes que habitan las casas, de trolls, de
                              hadas, de brujas, de gárgolas, de elfos, de
                              ondinas, de triades.

                                    También las maldiciones pueden ser el
                              punto de partida de muchos cuentos de Andersen

La fille du roi de la vase (1858) o Las zapatillas rojas (1845).
Hans Christian Andersen se inspira en muchas ocasiones en el folklore
de los países nórdicos, en sus creencias y leyendas. Así, encontramos en
muchas ocasiones el tema de las cigüeñas que portan bebés : Las cigüeñas
(1839), Pieter, Peter, Pier (1867), La fille du roi de la vase (1858).



                                  En leyendas nacionales como Ogier el
                                  Danés (1845), o en historias reales de
                                  personajes históricos, lo maravilloso y lo
                                  fantástico se expresan especialmente en los
                                  cuentos escritos en su primera época. En los
                                  demás, los poderes misteriosos tienden a
                                  desaparecer.


                                  LA NIÑA DE LOS FÓSFOROS
                                         La madre, contaba a su hijo que, de
                                  pequeña, la mandaban a pedir limosna en
                                  las calles de Odense, y sentía tanta
                                  vergüenza que pasaba todo el día
                                  acurrucada bajo un puente, llorando, no
                                  atreviéndose a volver a su casa, a pesar del
frío, sin una moneda.
        Este relato quedó grabado en el corazón de Hans Christian, que años
más tarde retrató en su célebre cuento “La Niña de los Fósforos”.



     PEGAOJOS
El hogar de los Andersen era
tan pequeño que apenas
podían moverse, pero Ane
Marie supo hacerlo cómodo y
agradable, llenándolo con su
amor, lo que siempre fue
recordado por su hijo. La única
habitación estaba ocupada por
el banco de zapatero, la cama
matrimonial    y   una     cuna
plegable, donde dormía el
pequeño Hans. Las paredes
estaban llenas de cuadros y
sobre el banco de trabajo de su
padre había un estante con libros y canciones.

      En la cocinita de la casa había una repisa donde se alineaban los platos
de estaño. Ahí estaban los paisajes pintados que aparecen en su cuento
quot;Pegaojosquot;, ese individuo que lleva el sueño a los niños arrojándoles leche
azucarada en los ojos.
Estos son algunos de sus cuentos más conocidos. Puedes encontrar
muchos de ellos en la Biblioteca Pública Provincial

    ¡Baila, baila, muñequita!
    ¡No era buena para nada!
    ¡Qué hermosa!
    «Algo»
    Abuelita
    Ana Isabel
    Bajo el sauce
    Buen humor
    Cada cosa en su sitio
    Chácharas de niños
    Cinco en una vaina
    Colás el Chico y Colás el Grande
    Dentro de mil años
    Desde una ventana de Vartou
    Día de mudanza
    Dos hermanos
    Dos pisones
    El abecedario
    El abeto
    El alforfón
    El ángel
    El ave Fénix
    El bisabuelo
    El caracol y el rosal
    El cerro de los elfos
    El chelín de plata
    El cofre volador
    El cometa
    El compañero de viaje
    El cuello de camisa
    El duende de la tienda
    El duendecillo y la mujer
    El elfo del rosal
    El escarabajo
    El gallo de corral y la veleta
    El gollete de botella
    El gorro de dormir del solterón
    El hada del saúco
    El hijo del portero
    El hombre de nieve
    El jabalí de bronce
    El Jardín del Paraíso
    El jardinero y el señor
    El libro de estampas del padrino
    El libro mudo
    El lino
    El molino de viento
El nido de cisnes
El niño en la tumba
El niño travieso
El pacto de amistad
El pájaro de la canción popular
El patito feo
El pequeño Tuk
El porquerizo
El príncipe malvado
El ruiseñor
El sapo
El soldadito de plomo
El tesoro dorado
El titiritero
El torrero Ole
El tullido
El último día
El último sueño del viejo roble
El viejo farol
El yesquero
En el corral
En el cuarto de los niños
En el mar remoto
Es la pura verdad
Guardado en el corazón
Historia de una madre
Historias del Sol
Holger, el danés
Ib y Cristinita
Juan el bobo
La aguja de zurcir
La campana
La casa vieja
La dríade
La espinosa senda del honor
La familia de Hühnergrete
La familia feliz
La gota de agua
La gran serpiente de mar
La hija del rey del pantano
La historia del año
La hoya de la campana
La hucha
La llave de la casa
La margarita
La mariposa
La más feliz
La Musa del nuevo siglo
La niña de los fósforos
La niña judía
La niña que pisoteó el pan
La pareja de enamorados
La pastora y el deshollinador
La piedra filosofal
La princesa del guisante
La pulga y el profesor
La Reina de las Nieves
La rosa más bella del mundo
La sirenita
La sombra
La suerte puede estar en un palito
La tempestad cambia los rótulos
La tetera
La tía
La última perla
La vieja campana de la iglesia
La vieja losa sepulcral
La Virgen de los hielos
Las aventuras del cardo
Las cigüeñas
Las flores de la pequeña Ida
Las velas
Lo más increíble
Lo que contaba la vieja Juana
Lo que dijo toda la familia
Lo que el viento cuenta
Lo que hace el padre, bien hecho está
Lo que se puede inventar
Los campeones de salto
Los chanclos de la suerte
Los cisnes salvajes
Los corredores
Los días de la semana
Los fuegos fatuos están en la ciudad
Los trapos viejos
Los vecinos
Los verdezuelos
Los vestidos nuevos del emperador
Los zapatos rojos
Pedro, Perico y Pedrín
Pegaojos (Ole Luköie)
Pluma y tintero
Pregúntaselo a la verdulera
Psiquis
Pulgarcita
Rompenieves
Sopa de palillo de morcilla
Tía Dolor de Muelas
Tiene que haber diferencias
Un tramo de la sarta de perlas
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Una hoja del cielo
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  • 1. 2005 CENTENARIO DE Hans Christian Andersen A los innumerables aniversarios que se celebran este año, se suman los 200 años del nacimiento de Hans Christian Andersen, el padre de historias infantiles tan sorprendentes como quot;El patito feoquot;, quot;El soldadito de plomoquot;, quot;El traje nuevo del Emperadorquot;, quot;La sirenitaquot;, y de muchos otros cuentos que vienen acompañando a muchos niños por distintas generaciones. ¿QUIÉN ERA HANS CHRISTIAN ANDERSEN? En una pobre aldea de pescadores junto a las grises aguas del Báltico, hace 200 años, vivió un niño cuyos padres eran tan pobres que lo alimentaban con historias fantásticas de hadas y brujas. Ane Marie Andersdatten y Hans Andersen eran sumamente pobres. Cuando se casaron carecían de muebles y tuvieron que construirlos con sus propias manos, aprovechando la madera que caía en su poder. La cama de matrimonio la hicieron con los restos de un ataúd. En esa cama nació el 2 de abril de 1805 su hijo Hans Christian, en la ciudad de Odense, Dinamarca. El padre era zapatero, pero su cabeza estaba llena de fantasías y sueños que no vería realizados nunca. Aunque no pudo estudiar, siendo inteligente, aprendió de forma autodidacta. Una vez el niño Hans Christian vio llorar a su padre. Fue el día que un estudiante le encargó que le hiciera unas botas. Durante su visita, el muchacho habló de libros, vanagloriándose de lo mucho que había aprendido de ellos. Andersen vio cómo su padre volvía la cabeza y murmuraba con un sollozo: “¡Así debía haber sido yo!” La abuela paterna era alta, con ojos azules y finos modales que no habían alterado la pobreza ni la mala vecindad en que vivía. Siempre decía que provenía de una noble familia alemana. Ella cuidaba el jardín del manicomio y siempre le llevaba brazadas de flores recogidas de allí. De su abuelo no supo, hasta que vio a un juglar miserable perseguido por un grupo de niños que le tiraban piedras por las calles, gritando y burlándose de él ruidosamente. El pequeño cayó enfermo al saber que se trataba de su abuelo, que estaba loco. Tal vez esta fuera la causa de que ni él ni su padre tuvieran amigos. El joven zapatero era muy reservado y dio todo su amor y tiempo libre a su hijo. A los siete años, lo llevó a un teatro en Odense, visita que marcó el comienzo del desarrollo de la fantasía del niño. Hans recibió muy poca educación, pero su padre cultivó imaginación, contándole historias fantásticas y enseñándole a crear su propio teatro de títeres. Le leía, sin demostrar cansancio, las comedias de Holberg, el padre del teatro danés, las fábulas de La Fontaine y los cuentos de “Las Mil y un Noches”, lecturas que quedarían muy grabadas en la mente infantil de Hans Christian y que más tarde serían fuente inagotable para su profesión de escritor. Andersen decía que su padre sólo sonreía cuando leía, pues ni su vida ni su trabajo le habían proporcionado felicidad. Pese a su pobreza, Andersen fue un niño mimado.
  • 2. Otra de las habilidades del zapatero era la de construir juguetes para su hijo. En el verano, el futuro cuentista y su padre marchaban los domingos al campo, donde el niño jugaba mientras el zapatero se tumbaba en la hierba dando rienda suelta a su imaginación. Su madre los acompañaba sólo una vez al año, durante el mes de mayo, único descanso que se tomaba de su trabajo cotidiano; entonces se ponía un vestido de algodón y llevaba una cesta de bocadillos y cerveza. Ane Marie era lavandera, muy trabajadora, y cooperaba con sus ingresos al mantenimiento del hogar. Tenía el orgullo de que sus sábanas y cortinas de muselina estuvieran blancas como la nieve y se preocupó por inculcar en su hijo esos hábitos de limpieza. Lo vestía con trajes viejos de su marido, que ella misma cortaba y cosía. Pese a ser una campesina supersticiosa y casi analfabeta, la madre de Andersen le legó dos dones preciosos: la relación con el antiguo folklore de su región natal y una firme convicción en el talento de su hijo, creencia que mantuvo aún cuando todo parecía indicar lo contrario. Ane Marie siempre tuvo buenas relaciones con sus vecinos y, a pesar de su pobreza, procuraba que en los días de fiesta no faltaran en su mesa las comidas tradicionales, como las gachas de arroz, el pato asado y el pastel de manzana en Navidad. Poco apreciado por los demás niños, Hans tuvo una infancia solitaria. De chico, tenía una apariencia bastante rara. Más alto que lo común, desgarbado, de prominente nariz y de movimientos torpes, era además sumamente afeminado. Mientras los otros chicos jugaban fuera, él prefería quedarse en casa cosiendo ropa para las muñecas y ensayando con su teatro de títeres. Su madre alentó esa obsesión por el arte, e hizo todo lo que pudo por brindarle los rudimentos de una educación. El aspecto de Andersen impactaba por su evidente “diferencia” con los demás niños y, en algunos casos, esto despertaba reacciones violentas. Hans Christian utilizó lo que se convirtió en una hermosa voz de soprano, para abrirse paso en las casas de los ricos de la ciudad. LA OBRA DE HANS CHRISTIAN ANDERSEN Liviano, coloquial, simple, su estilo chocaba con las normas de la época y estaba muy lejos del lenguaje florido y el contenido didáctico de lo que se escribía para niños. La prosa de Andersen destilaba humor y los cuentos estaban construidos con una pureza formal que resultaba completamente nueva a sus lectores Andersen consiguió alcanzar en su obra un perfecto equilibrio entre el mundo de la realidad y el de la fantasía. En ellos expresaba sentimientos e ideas de gran profundidad, a pesar de que se pensara que estaban lejos de la comprensión de los niños. No transcribía, sólo tomaba ideas de los cuentos populares que le proporcionaban un punto de partida para poner su imaginación en marcha. No buscaba en ningún momento ser moralizante. Aunque sus cuentos porten un mensaje, éste es impreciso y velado. Esto puede deberse a que en Andersen no encontramos la oposición bien/mal. Sus obras no incluyen personajes malos, ya que para él no hay auténticos malos sino que hay quot;buenosquot; y quot;menos buenosquot;. Al contrario de lo que ocurre en las obras de Grimm y de Perrault, en las que los malos son realmente malos y terminan siendo castigados (Barba Azul y la bruja de Blancanieves mueren), los quot;menos buenosquot; de Andersen son sencillamente olvidados. IMPORTANCIA DE LAS MUJERES En los cuentos de Andersen las mujeres ocupan un lugar preponderante hasta el punto de que en algunos no encontramos la presencia masculina. LA PEQUEÑA ONDINE (1835): los hombres están casi ausentes en este cuento. Incluso el príncipe, que debería ser un personaje importante, carece de existencia autónoma. LA REINA DE LAS NIEVES (1844) : los principales personajes de esta historia son dos niños, Kay y Gerda. Sin embargo, Andersen deja
  • 3. pronto de lado al niño: Kay va a ser criado por la Reina de las Nieves y Gerda va a salir en su busca. Desde el comienzo de su búsqueda se encontrará fundamentalmente con personajes femeninos o animales hembra (una bruja, una corneja, la nieta de un salteador, una finesa y una lapona). Los pocos personajes masculinos o animales macho (un reno, un cornejo, el príncipe) que salpican el cuento no tienen tanta importancia. Además, al igual que en La Pequeña Ondine, Andersen invierte los papeles convencionales de los personajes haciendo que sea la protagonista quien salve al chico. Las mujeres juegan a menudo el papel tradicionalmente masculino: ellas tienen el poder, la fuerza (La Reina de las Nieves y La Virgen de los hielos) y socorren a los hombres. Muchos de los cuentos de Andersen están dedicados a las mujeres : La pequeña vendedora de fósforos (1845), La historia de una madre (1848), No servía para nada (1853), La judía (1856). Dentro de este contexto encontramos el tema de la mujer que no puede ser madre. Pulgarcita (1836) y La fille du roi de la vase (1858): en estos cuentos, dos mujeres estériles se encuentran inesperadamente provistas de niños un poco especiales: Pulgarcita es minúscula y la hija del rey del barro, bella y de carácter execrable de día, se convierte por la noche en un sapo feo pero muy gentil. Sin embargo, las madres no se quedarán con estos hijos caídos del cielo: Pulgarcita le será arrebatada por una rana y la hija del rey del barro regresará con su madre natural. Hay que destacar también aquí que Andersen otorga a estas mujeres hijos de sexo femenino. La fille du roi de la vase (1858). UN OBJETO QUE CAMBIA LA VIDA En los cuentos de Andersen, como en la mayoría de los autores, los objetos mágicos son capaces de cambiar la vida pero no siempre en un sentido positivo: algunos se convierten pronto en quot;destroza-vidasquot;... Le briquet (1835): Aquí todo va bien : un soldado va a hacerse rico y poderoso gracias a un encendedor mágico. Le briquet (1835): Aquí todo va bien : un soldado va a hacerse rico y poderoso gracias a un encendedor mágico. El baúl volador (1839): Un hombre recibe un baúl como regalo de un amigo. Como no tiene nada para meter dentro, se mete él mismo y el baúl le lleva a Turquía. Gracias a este baúl va a poder encontrarse con una princesa escondida por su padre en una torre. Tras visitar a un mago obtiene la mano de la princesa. Pero un día antes de la boda, el baúl se quema y nuestro protagonista no puede ir a encontrarse con su novia. Las zapatillas rojas (1845): Una niña pequeña, muy orgullosa de sus nuevas zapatillas rojas, decide ponérselas todos los días incluso para ir a la iglesia donde no es conveniente. A partir de entonces no volverá a poder quitárselas, tendrá que caminar, correr, bailar con ellas hasta el día en que, extenuada, va a ver al verdugo para que le corte los pies. Los zuecos de la felicidad (1838): Cualquiera que lleve los zuecos podrá encontrarse en el lugar y en la época que desee. Estos zuecos llevan a las personas a vivir situaciones extrañas. Estos objetos son los principales agentes del cuento, puesto que, gracias a ellos los personajes viven aventuras increíbles, tanto buenas como malas. LA REINA DE LAS NIEVES En la casa había una escalerilla que conducía a la buhardilla y en el tejado estaba quot;el huertoquot; de su madre: un cajón de madera plantado con perejil, cebollas y una mata de guisantes. Este huerto aparece en: quot;La Reina de las Nievesquot;.
  • 4. EL PATITO FEO Decíamos al principio que “El Patito Feo” es el trabajo más autobiográfico de Andersen, quien sin dudas era feo, de una fealdad casi grotesca. Al igual que el patito, soportó muchas burlas, pero finalmente se convirtió en un hermoso cisne. LA VIRGEN DE LOS HIELOS En sus cuentos, Andersen es sensible a la belleza y sabe otorgársela a los personajes y a las cosas así como a la naturaleza. Su desarrollado sentido de la observación le permite ofrecernos finas y precisas descripciones. Además, sus numerosos viajes le permiten situar sus relatos en escenarios muy ricos y variados. La naturaleza, por la que Andersen siente respeto y amor, es descrita de forma poética y, en ocasiones, está dotada de un toque de lirismo romántico que coloca ante nuestros ojos imágenes evocadoras. Así ocurre en La Virgen de los hielos que comienza con una pormenorizada y sugerente descripción de Suiza. LO MARAVILLOSO, LO FANTÁSTICO Y EL FOLKLORE Como en todos los cuentos, lo maravilloso está presente en los relatos de Andersen, especialmente en lo que se refiere al folklore danés. Habla a menudo de ninfas, de pequeños duendes que habitan las casas, de trolls, de hadas, de brujas, de gárgolas, de elfos, de ondinas, de triades. También las maldiciones pueden ser el punto de partida de muchos cuentos de Andersen La fille du roi de la vase (1858) o Las zapatillas rojas (1845).
  • 5. Hans Christian Andersen se inspira en muchas ocasiones en el folklore de los países nórdicos, en sus creencias y leyendas. Así, encontramos en muchas ocasiones el tema de las cigüeñas que portan bebés : Las cigüeñas (1839), Pieter, Peter, Pier (1867), La fille du roi de la vase (1858). En leyendas nacionales como Ogier el Danés (1845), o en historias reales de personajes históricos, lo maravilloso y lo fantástico se expresan especialmente en los cuentos escritos en su primera época. En los demás, los poderes misteriosos tienden a desaparecer. LA NIÑA DE LOS FÓSFOROS La madre, contaba a su hijo que, de pequeña, la mandaban a pedir limosna en las calles de Odense, y sentía tanta vergüenza que pasaba todo el día acurrucada bajo un puente, llorando, no atreviéndose a volver a su casa, a pesar del frío, sin una moneda. Este relato quedó grabado en el corazón de Hans Christian, que años más tarde retrató en su célebre cuento “La Niña de los Fósforos”. PEGAOJOS El hogar de los Andersen era tan pequeño que apenas podían moverse, pero Ane Marie supo hacerlo cómodo y agradable, llenándolo con su amor, lo que siempre fue recordado por su hijo. La única habitación estaba ocupada por el banco de zapatero, la cama matrimonial y una cuna plegable, donde dormía el pequeño Hans. Las paredes estaban llenas de cuadros y sobre el banco de trabajo de su padre había un estante con libros y canciones. En la cocinita de la casa había una repisa donde se alineaban los platos de estaño. Ahí estaban los paisajes pintados que aparecen en su cuento quot;Pegaojosquot;, ese individuo que lleva el sueño a los niños arrojándoles leche azucarada en los ojos.
  • 6. Estos son algunos de sus cuentos más conocidos. Puedes encontrar muchos de ellos en la Biblioteca Pública Provincial ¡Baila, baila, muñequita! ¡No era buena para nada! ¡Qué hermosa! «Algo» Abuelita Ana Isabel Bajo el sauce Buen humor Cada cosa en su sitio Chácharas de niños Cinco en una vaina Colás el Chico y Colás el Grande Dentro de mil años Desde una ventana de Vartou Día de mudanza Dos hermanos Dos pisones El abecedario El abeto El alforfón El ángel El ave Fénix El bisabuelo El caracol y el rosal El cerro de los elfos El chelín de plata El cofre volador El cometa El compañero de viaje El cuello de camisa El duende de la tienda El duendecillo y la mujer El elfo del rosal El escarabajo El gallo de corral y la veleta El gollete de botella El gorro de dormir del solterón El hada del saúco El hijo del portero El hombre de nieve El jabalí de bronce El Jardín del Paraíso El jardinero y el señor El libro de estampas del padrino El libro mudo El lino El molino de viento
  • 7. El nido de cisnes El niño en la tumba El niño travieso El pacto de amistad El pájaro de la canción popular El patito feo El pequeño Tuk El porquerizo El príncipe malvado El ruiseñor El sapo El soldadito de plomo El tesoro dorado El titiritero El torrero Ole El tullido El último día El último sueño del viejo roble El viejo farol El yesquero En el corral En el cuarto de los niños En el mar remoto Es la pura verdad Guardado en el corazón Historia de una madre Historias del Sol Holger, el danés Ib y Cristinita Juan el bobo La aguja de zurcir La campana La casa vieja La dríade La espinosa senda del honor La familia de Hühnergrete La familia feliz La gota de agua La gran serpiente de mar La hija del rey del pantano La historia del año La hoya de la campana La hucha La llave de la casa La margarita La mariposa La más feliz La Musa del nuevo siglo La niña de los fósforos La niña judía
  • 8. La niña que pisoteó el pan La pareja de enamorados La pastora y el deshollinador La piedra filosofal La princesa del guisante La pulga y el profesor La Reina de las Nieves La rosa más bella del mundo La sirenita La sombra La suerte puede estar en un palito La tempestad cambia los rótulos La tetera La tía La última perla La vieja campana de la iglesia La vieja losa sepulcral La Virgen de los hielos Las aventuras del cardo Las cigüeñas Las flores de la pequeña Ida Las velas Lo más increíble Lo que contaba la vieja Juana Lo que dijo toda la familia Lo que el viento cuenta Lo que hace el padre, bien hecho está Lo que se puede inventar Los campeones de salto Los chanclos de la suerte Los cisnes salvajes Los corredores Los días de la semana Los fuegos fatuos están en la ciudad Los trapos viejos Los vecinos Los verdezuelos Los vestidos nuevos del emperador Los zapatos rojos Pedro, Perico y Pedrín Pegaojos (Ole Luköie) Pluma y tintero Pregúntaselo a la verdulera Psiquis Pulgarcita Rompenieves Sopa de palillo de morcilla Tía Dolor de Muelas Tiene que haber diferencias Un tramo de la sarta de perlas
  • 9. Una historia Una historia de las dunas Una hoja del cielo Una rosa de la tumba de Homero Vänö y Glänö Visión del baluarte