1. SELECCIÓN DESCRIPCIONES PERSONAJES LITERARIOS
Fragmentos extraídos de Ciudad Seva
Simbad el Marino ( Las mil y una noche)Anónimo Siglo IX Oriente medio
"He llegado a saber que en tiempo del califa Harún Al-Rachid vivía en la ciudad de Bagdad
un hombre llamado Sindbad el Cargador. Era de condición pobre, y para ganarse la vida
acostumbraba a transportar bultos en su cabeza. Un día entre los días hubo de llevar cierta
carga muy pesada; y aquel día precisamente sentíase un calor tan excesivo, que sudaba el
cargador, abrumado par el peso que llevaba encima. Intolerable se había hecho ya la
temperatura, cuando el cargador pasó por delante de la puerta de una casa que debía
pertenecer a algún mercader rico, a juzgar par el suelo bien barrido y regado alrededor con
agua de rosas. Soplaba allí una brisa gratísima, y cerca de la puerta aparecía un ancho banco
para sentarse.Al verlo, el cargardor Sindbad soltó su carga sobre el banco en cuestión con
objeto de descansar y respirar aquel aire agradable, sintiendo a poco que desde la puerta
llegaba a él un aura pura y mezclada con delicioso aroma;. y tanto le deleitó, que fue a
sentarse en un extremo del banco.
2. El pequeño escribiente florentino , Edmundo de Amicis (1846-1908)Italia
Tenía doce años y cursaba la cuarta elemental. Era un simpático niño florentino de cabellos
rubios y tez blanca, hijo mayor de cierto empleado de ferrocarriles quien, teniendo una
familia numerosa y un escaso sueldo, vivía con suma estrechez. Su padre lo quería mucho, y
era bueno e indulgente con él; indulgente en todo menos en lo que se refería a la escuela: en
esto era muy exigente y se revestía de bastante severidad, porque el hijo debía estar pronto
dispuesto a obtener otro empleo para ayudar a sostenera la familia; y para ello necesitaba
trabajar mucho en poco tiempo.
Abuelita ,Hans ChristianAndersen, (1805-1875)Dinamarca
Abuelita es muy vieja, tiene muchas arrugas y el pelo completamente blanco, pero sus ojos
brillan como estrellas, sólo que mucho más hermosos, pues su expresión es dulce, y da gusto
mirarlos. También sabe cuentos maravillosos y tiene un vestido de flores grandes, grandes, de
una seda tan tupida que cruje cuando anda. Abuelita sabe muchas, muchísimas cosas, pues
vivía ya mucho antes que papá y mamá, esto nadie lo duda. Tiene un libro de cánticos con
recias cantoneras de plata; lo lee con gran frecuencia. En medio del libro hay una rosa,
comprimida y seca, y, sin embargo, la mira con una sonrisa de arrobamiento, y le asoman
lágrimas a los ojos. ¿Por qué abuelita mirará así la marchita rosa de su devocionario? ¿No lo
sabes? Cada vez que las lágrimas de la abuelita caen sobre la flor, los colores cobran vida, la
rosa se hincha y toda la sala se impregna de su aroma; se esfuman las paredes cual si fuesen
pura niebla, y en derredor se levanta el bosque, espléndido y verde, con los rayos del sol
filtrándose entre el follaje, y abuelita vuelve a serjoven, una bella muchacha de rubias trenzas
y redondas mejillas coloradas, elegante y graciosa; no hay rosa más lozana, pero sus ojos, sus
ojos dulces y cuajados de dicha, siguen siendo los ojos de abuelita.
3. La niña de los Fósforos
¡Qué frío hacía! Nevaba y comenzaba a oscurecer; era la última noche del año, la noche de
San Silvestre. Bajo aquel frío y en aquella oscuridad, pasaba por la calle una pobre niña,
descalza y con la cabeza descubierta. Verdad es que al salir de su casa llevaba zapatillas, pero,
¡de qué le sirvieron! Eran unas zapatillas que su madre había llevado últimamente, y a la
pequeña le venían tan grandes que las perdió al cruzar corriendo la calle para librarse de dos
coches que venían a toda velocidad. Una de las zapatillas no hubo medio de encontrarla, y la
otra se la había puesto un mozalbete, que dijo que la haría servir de cuna el día que tuviese
hijos.
Y así la pobrecilla andaba descalza con los desnudos piececitos completamente amoratados
por el frío. En un viejo delantal llevaba un puñado de fósforos, y un paquete en una mano. En
todo el santo día nadie le había comprado nada, ni le había dado un mísero centavo; volvíase
a su casa hambrienta y medio helada, ¡y parecía tan abatida, la pobrecilla! Los copos de nieve
caían sobre su largo cabello rubio, cuyos hermosos rizos le cubrían el cuello; pero no estaba
ella para presumir.
El mejor amigo de un muchacho Issaac Asimov (1920_1992)EstadosUnidos
Jimmy estaba en el cráter, tal y como había dicho su madre. En la Tierra le habrían
considerado delgado, pero estaba bastante alto para sus diez años de edad. Sus brazos y
piernas eran largos y ágiles. El traje espacial que llevaba hacía que pareciese más robusto y
pesado, pero Jimmy sabía arreglárselas en la débil gravedad lunar como ningún terrestre
podía hacerlo nunca. Cuando Jimmy tensaba las piernas y daba su salto de canguro su padre
siempre acababa quedándose atrás.
4. Medium , Pío Baroja ( 1852-1956) España
Soy un hombre intranquilo, nervioso, muy nervioso; pero no estoy loco, como dicen los
médicos que me han reconocido. He analizado todo, he profundizado todo, y vivo intranquilo.
¿Por qué? No lo he sabido todavía.
Desde hace tiempo duermo mucho, con un sueño sin ensueño; al menos, cuando me despierto,
no recuerdo si he soñado; pero debo soñar; no comprendo por qué se me figura que debo
soñar. A no ser que esté soñando ahora cuando hablo; pero duermo mucho; una prueba clara
de que no estoy loco.
La médula mía está vibrando siempre, y los ojos de mi espíritu no hacen más que contemplar
una cosa desconocida, una cosa gris que se agita con ritmo al compás de las pulsaciones de las
arterias en mi cerebro.
Pero mi cerebro no piensa, y, sin embargo, está en tensión; podría pensar, pero no piensa...
¡Ah! ¿Os sonreís, dudáis de mi palabra? Pues bien, sí. Lo habéis adivinado. Hay un espíritu
que vibra dentro de mi alma. Os lo contaré:
Es hermosa la infancia, ¿verdad? Para mí, el tiempo más horroroso de la vida. Y
o tenía,
cuando era niño, un amigo; se llamaba Román Hudson; su padre era inglés, y su madre,
española.
Le conocí en el Instituto. Era un buen chico; sí, seguramente era un buen chico; muy amable,
muy bueno; yo era huraño y brusco.
A pesar de estas diferencias, llegamos a hacer amistades, y andábamos siempre juntos. Él era
un buen estudiante, y yo, díscolo y desaplicado; pero como Román siempre fue un buen
muchacho, no tuvo inconveniente en llevarme a su casa y enseñarme sus colecciones de sellos.
5. Ana María Matute 1926 España
Bernardino era muy delgado, con la cabeza redonda y rubia. Iba peinado con un flequillo
ralo, sobre sus ojos de color pardo, fijos y huecos, como si fueran de cristal. A pesar de vivir en
el campo, estaba pálido, y también vestía de un modo un tanto insólito. Era muy callado, y
casi siempre tenía un aire entre asombrado y receloso, que resultaba molesto. Acabábamos
jugando por nuestra cuenta y prescindiendo de él, a pesar de comprender que eso era bastante
incorrecto. Si alguna vez nos lo reprochó el abuelo, mi hermano mayor decía:
-Ese chico mimado... No se puede contar con él.
Verdaderamente no creo que entonces supiéramos bien lo que quería decir estar mimado. En
todo caso, no nos atraía, pensando en la vida que llevaba Bernardino. Jamás salía de “Los
Lúpulos” como no fuera acompañado de sus hermanas. Acudía a la misa o paseaba con ellas
por el campo, siempre muy seriecito y apacible.
6. Chindo Camilo José Cela (1916-2002)
“Chindo” es un perrillo de sangre ruin y de nobles sentimientos. Es rabón y tiene la piel sin lustre, corta la
alzada, flácidas las orejas. “Chindo” es un perro hospiciano y sentimental, arbitrario y cariñoso, pícaro a la
fuerza, errabundo y amable, como los grises gorriones de la ciudad. “Chindo” tiene el aire, entre alegre e
inconsciente, de los niños pobres, de los niños que vagan sin rumbo fijo, mirando para el suelo en busca de la
peseta que alguien, seguramente, habrá perdido ya.
“Chindo”, como todas las criaturas del Señor, vive de lo que cae del cielo, que a veces es un mendrugo de pan,
en ocasiones una piltrafa de carne, de cuando en cuando un olvidado resto de salchichón, y siempre, gracias a
Dios, una sonrisa que sólo “Chindo” ve.
“Chindo”, con la conciencia tranquila y el mirar adolescente, es perro entendido en hombres ciegos, sabio en
las artes difíciles del lazarillo, compañero leal en la desgracia y en la obscuridad, en las tinieblas y en el andar
sin fin, sin objeto y con resignación.