Abraham demostró su convicción y entrega por amor a Dios cuando estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac, aunque Dios finalmente proveyó un cordero en su lugar. Este evento en el Monte Moriah anticipó la doctrina de la sustitución, donde Jesús sería el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. La obediencia de Abraham y su confianza en que Dios proveería revelaron lo que había en su corazón y lo que comprende la verdadera adoración a Dios.