El rey persa Jerjes I decidió conquistar Grecia. Los espartanos se enfrentaron valientemente al ejército persa en el desfiladero de las Termópilas, donde infligieron grandes bajas aunque finalmente fueron traicionados. A pesar de la derrota en las Termópilas, los griegos obtuvieron victorias decisivas en las batallas de Platea y Salamina, salvando así su independencia de la invasión persa.