Mientras caminaban desde la cueva de Montesinos, Don Quijote y su grupo se encontraron con un hombre que llevaba lanzas y les ofreció contarles sobre el destino de Don Quijote en una venta más adelante. Al anochecer, llegaron a la venta, donde Don Quijote admitió que estaban en una venta y no en un castillo, a pesar de sus delirios sobre la caballería.