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El manejo de la basura
En la basura podemos encontrar varios tipos de
desechos, producto generalmente de nuestra forma de
vida. Al mismo tiempo que disponemos de más
aparatos para hacer nuestra vida más confortable, nos
hemos ido aficionando a la adquisición de objetos útiles
e inútiles, primorosamente empacados en envolturas
extravagantes y costosas. Preferimos aquellos
productos que vienen envueltos individualmente y con
cubiertas poco o nada biodegradables o reciclables.
Parece que nos encanta comprar bebidas en envases no
retornables para evitarnos la molestia de devolver el
envase para que pueda ser reutilizado varias ocasiones.
De tal manera nos hemos ido acostumbrando a ciertas
comodidades que por momentos consideramos que son indispensables para llevar a cabo las
tareas de nuestra vida moderna.
Un buen manejo de los residuos ayuda a combatir enfermedades como la fiebre tifoidea, la
diarrea, la salmonelosis, la rabia y el dengue.
Para los investigadores de las enfermedades transmitidas por el agua o por el aire resulta
relativamente sencillo conocer cuántos metros cúbicos de aire respira una persona, cuantos litros
de agua bebe por día y cuál es el límite aceptable de un contaminante para el ser humano.
En materia de desechos sólidos, en cambio, es más complicado establecer la relación directa con
la salud, pues nadie come una cantidad específica de basura al día ni está en contacto con ella si
no es por razones de trabajo, como los separadores de desechos.
Se pueden, de todas maneras, identificar algunos daños indirectos: sobre todo la contaminación
de acuíferos subterráneos y superficiales, y la reproducción de vectores (rata, mosca, cucaracha)
que transmiten enfermedades como la fiebre tifoidea, la diarrea, la salmonelosis, la rabia y el
dengue.
Se estima que cada habitante de América Latina y El Caribe produce entre medio kilogramo y un
kilogramo de basura por día. O sea que una familia de cinco personas genera en un mes de 100 a
160 kilogramos de desperdicios.
En casi todos los países existen ejemplos aislados de una labor buena o aceptable en el
tratamiento de la basura, sobre todo en las grandes ciudades. Sin embargo, el panorama integral
es menos alentador por las grandes deficiencias en las ciudades del interior.
En muchos casos, el desconocimiento de los intendentes y concejales municipales, así como la
falta de voluntad política sumado al desinterés de la población en general, hace que la situación se
agrave contaminando el agua, aire, atmósfera y suelo además de que permite la proliferación de
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flora y fauna nociva, así como de las múltiples enfermedades que se trasmiten al ser humano al
contacto de estos agentes.
La política en cuanto a residuos urbanos no ha cambiado demasiado desde tiempos inmemoriales.
Puede resumirse en un único concepto: llevarlos a otro lado.
Aunque las autoridades ambientales regulan la disposición técnica para el tratamiento de los
desechos municipales, pocos son los municipios que pueden sufragar los costos de un relleno
sanitario que cumpla con todas las normas de seguridad.
Una de las soluciones sería unificar el tratamiento y disposición final de la basura entre ciudades
de un mismo municipio o región. Basadas en la construcción de un galpón, de un cerco perimetral
y de la adquisición de maquinarias tales como una trituradora, una prensa para plásticos y una
ensiladora, entre otras inversiones. De esta manera, a partir de la separación que se debe realizar
desde los hogares, se podrá mejorar el tratamiento de los residuos inorgánicos y pasar a la fase de
producción de compost con el material orgánico. Es necesario que el personal, en este centro
cuente al menos con guantes, tapabocas, lentes y botas para prevenir cualquier problema de salud
para sus trabajadores.
El principal freno que detiene el desarrollo de la industria de reciclaje es la falta de conciencia
sobre cómo manejar la basura y el potencial económico que representa. En Alemania, por
ejemplo, donde se promueve este negocio mediante la aplicación estricta de la ley, el reciclado de
empaques de plástico se traduce en ingresos aproximados de 500 dólares por tonelada.
Al tirarse todo de manera desordenada, mezclándolo además con desperdicios orgánicos, la
basura se vuelve sucia, mal oliente y peligrosa para la salud. Su destino son los basureros a cielo
abierto, en donde los deshechos inorgánicos pueden quedar enterrados sin descomponerse
durante cientos de años. La cultura del derroche debería ser poco a poco sustituida por una
conciencia del mundo más amplia que abarque también a nuestros deshechos. Para empezar,
nuestro personal kilo diario de basura tendría que ir reduciéndose progresivamente a la mínima
expresión mediante el consumo racional.
Sólo cuando la ciudad imponga un precio a la recolección y a la disposición de la basura en el
momento de su fabricación, ese costo se incorporará al precio de los productos, y cada uno de
nosotros podrá actuar antes de producir la basura, o sabrá al menos cuál es el precio que está
pagando por ese insensato lujo. Una política responsable y racional debería discutir estas
cuestiones que están antes y después de la recolección de la basura.
Webgrafía:
http://residuos.ecoportal.net/Temas_Especiales/Basura_-_Residuos/El_manejo_de_la_basura