1. Hay dos días de la semana de los cuales no deberíamos preocuparnos, dos días que deben estar libres de temor y aprensión. Uno de esos días es AYER con todos sus errores y cuidados, sus fa llas y sus equivocaciones, sus dolores y sus sufri mientos, ayer ha pasado para siempre, fuera de n uestro control. Todo el dinero del mundo no puede hacer que regrese el día de ayer. No podemos anular un solo acto que hayamos perpetrado, no podemos borrar una sola palabra de lo dicho... AYER SE FUE!
2. El otro día del cual no deberíamos preocuparnos es MAÑANA con sus posibles adversidades, sus cargas, su gran promesa y desempeño insuficiente, mañana está más allá de su control inmediato. El sol de mañana saldrá sobre el horizonte, bien sea en todo su esplendor, bien sea envuelto en nubes, pero saldrá. Hasta que salga, no tenemos nada que perder, porque el día de mañana... TODAVÍA NO NACE!
3. Esto nos deja sólo un día... HOY. Cualquiera puede librar las batallas, es sólo al agregar de esas dos temidas eternidades, ayer y mañana, que nos derrumbamos. No es la experiencia de hoy lo que nos vuelve locos a los hombres sino el remordimiento o amargura por algo que pasó ayer y el pavor por lo que puede pasar mañana.