1. La banderita tricolor
Esta es la historia de una banderita sin color, que pensaba y pensaba como honrar a su
patria. Se preguntó un día: ¿de que color me pintare?, y comenzó a mirar la naturaleza
y su entorno para ver que ideas se le ocurrían.
Entonces, de pronto miró la cordillera de los Andes, alta y majestuosa, y pensó: ¡ya sé!
“Dejaré un cuadradito en blanco para representar la hermosura y pureza de las cumbres
de esa gran cordillera”.
Luego, pensó en pintarse de color verde, pero se arrepintió: “Si me pinto de color verde
me podrán confundir con pasto, mejor no.”
Así siguió buscando colores y decidió que se pintaría de color rojo, para honrar la
memoria de los héroes que murieron defendiendo nuestra patria.
Hasta que se le ocurrió otra idea maravillosa: “¡lo tengo!”, pensó la banderita sin color.
Y con orgullo exclamó:
“Me dividiré en tres partes, de las cuales una me pintaré de color azul, para representar
nuestro cielo y océano pacífico; otra parte la pintaré de color blanco y otra de color
rojo. Así seré una bella banderita tricolor chilena”.
Para coronar su creación, pidió al cielo estrellado un regalito especial: uno de sus astros
más luminosos. El cielo, que era muy amigo de la bandera, le regaló su estrella más
bonita. De este modo, la banderita ahora llena de luz y color subió contenta a lo alto de
un mástil y flameó al compás del viento para que todos la pudieran apreciar.