Viajero, Badajoz es el principio y el final. La plaza fuerte que todos desean y la ciudad que nadie ama. La ciudad que parece salida de algún versículo de la Biblia, de algún poema crepuscular de Kavafis o de Pessoa. La ciudad de la guerra y de la aduana, de las armas y del mercado. Tantas veces asediada, tantas veces destruida, y sin embargo es, sobre todo, la ciudad. Una princesa que hoy se mira en el río y mañana es repudiada. Un lugar en el mapa que todos quieren marcar, Jerusalén, Sarajevo, Varsovia bajo las bombas, Alejandría por debajo del agua.