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Contenido
I N T R O D U C C I Ó N A L O S E N C U E N T R O S C O N J E S Ú S . . . . . . . . 3
Ellos se encontraron con Jesús...
L O S Q U E S U F R Í A N A L G Ú N M A L . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 0
J A I R O . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 5
G E N T E A L A Q U E J E S Ú S A L I M E N T Ó.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 1
U N J O V E N R I C O.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 6
E L S A N E D R Í N . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 2
P I L A T O.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 9
H E R O D E S . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 8
M A R Í A M A G A D A L E N A . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 4
L O S O N C E A P Ó S T O L E S S E E N C U E N T R A N
C O N E L J E S Ú S R E S U C I T A D O.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 1
L O S D I S C Í P U L O S D E E M A U S.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 6
3
Introducción a los Encuentros
con Jesús
Jesús nunca deja indiferente. Todas las personas que tuvie-
ron un encuentro con Él en las páginas de los evangelios
fueron impactadas, bien en sentido positivo o negativo. Lo
mismo ha sucedido con todos aquellos que, a lo largo de la
historia, han sido confrontados con el Maestro y su pregun-
ta: ¿Quién dices que soy?
Jesús nos demanda una respuesta, una definición un po-
sicionamiento con respecto a Él y los planteamientos que
hace para la vida. No definirnos ya es en sí mismo una
definición. Ahora bien, hay que reconocer que no es nada
fácil un encuentro cara a cara con Jesús de Nazaret. Juan,
el evangelista, nos indica que muchas veces huimos de
Él porque es luz y la luz pone de manifiesto, evidencia, lo
que hacemos; y esto no siempre nos gusta, a menudo, nos
avergüenza.
En este libro he tratado de recoger la mayoría de los en-
cuentros que diferentes personas tuvieron con Jesús. Sigo
para cada uno de ellos el mismo esquema:
T E X T O B A S E
Para facilitar el estudio he incluido en cada encuentro el
texto bíblico que lo describe. Salvo que se indique lo con-
trario todas las citas bíblicas reproducidas se basan en la
versión: La Palabra, editada por las Sociedades Bíblicas
Unidas, en su versión de castellano de España.
4
I D E A P R I N C I P A L
Es una simple frase que trata de sintetizar el principio clave
que se desarrolla o puede extraerse de ese encuentro.
¿ Q U I É N E R A O E R A N L A S P E R S O N A S Q U E S E E N C O N T R A -
R O N C O N J E S Ú S ?
Trato de dar toda la información que la Biblia nos facilita
acerca de ellas. En muchas ocasiones hay que reconocer que
es bastante escasa. También intento ampliarlo con referen-
cias históricas y culturales que faciliten la comprensión del
personaje en su contexto.
¿ E N Q U É C I R C U N S T A N C I A S S E P R O D U J O E S E E N C U E N T R O ?
Jesús era un hombre de su tiempo y, como veremos, la ma-
yoría de sus encuentros tuvieron lugar en situaciones muy
de la vida cotidiana, del día a día. Conocer las mismas nos
ayuda a entender mejor al personaje y los resultados de su
encuentro con el Maestro.
¿ Q U É I M P A C T O T U V O E S E E N C U E N T R O ?
Como ya lo he indicado, ningún encuentro deja indiferen-
te porque Jesús siempre confronta al ser humano con su
realidad. En ocasiones, el impacto es de gran beneficio para
la o las personas que lo protagonizan. En otras ocasiones,
veremos que el resultado no es tan positivo como sería
de desear; pero en cualquier caso la persona, si lo desea,
puede tener una mayor claridad sobre su vida, intenciones o
motivaciones.
5
¿ Q U É A P L I C A C I Ó N T I E N E P A R A N O S O T R O S ?
Al ir estudiando los diferentes encuentros me he dado
cuenta de que, la mayoría de ellos –si no todos- represen-
tan o ilustran situaciones, realidades o necesidades que son
universales y que, por lo tanto, si reflexionamos sobre ellas
podemos sacar beneficios para nuestras vidas a pesar de la
distancia cultural y temporal.
P R E G U N T A S D E R E F L E X I Ó N
La palabra reflexión es de origen latino y significa: inclinarse
hacia atrás para poder ganar distancia, perspectiva y com-
prensión. He incluido al final de cada encuentro una serie
de preguntas que tienen como finalidad ayudar a generar
esa reflexión que permita una aplicación de los principios
estudiados en nuestra vida personal.
M I O R A C I Ó N
El estudio de cada encuentro motivó en mí una oración de
respuesta al Señor. Este apartado del libro puede ser usado
–si uno se siente identificado con lo escrito- para verbali-
zarle al Señor nuestras emociones y pensamientos respecto
al tema. También puede servir, simplemente, como inspira-
ción para la oración personal.
Cómo utilizar este libro
A N I V E L I N D I V I D U A L
Si lo usas de modo personal mi sugerencia para ti es que
lo hagas como parte de tu tiempo devocional personal.
6
Encontrarás 51 reflexiones acerca del Sermón, cada una de
ellas sigue el mismo esquema:
1. La persona o personas que se encuentran con Jesús.
2. El texto bíblico.
3. La idea principal.
4. Quién era o eran esas personas.
5. En qué circunstancias se produjo el encuentro.
6. Qué impacto tuvo el mismo en las personas
involucradas.
7. Qué aplicación tiene para nosotros hoy.
8. Preguntas de reflexión.
9. Mi oración.
¿Con qué frecuencia usar estas reflexiones? Depende total-
mente de ti. Puedes hacerlo de forma diaria o simplemente
los días laborales de la semana –de lunes a viernes- descan-
sando los sábados y domingos. Pero lo que acabo de decirte
es simplemente una sugerencia; lo mejor es que uses el
ritmo de estudio que mejor se acomode a tu propio estilo
personal único y singular.
De cualquier modo, lo importante es que la lectura y la
reflexión te lleven a la acción. Ese es el propósito final
del estudio de la Escritura. El propio Maestro afirmó que:
“seremos felices si conocemos estas cosas y las aplicamos”.
Santiago, el hermano de Jesús, afirmaba que: “debemos
poner la Palabra en práctica y no únicamente oírla”.
7
E N G R U P O
Hay dos sugerencias que me gustaría darte:
La primera está inspirada en lo que varias veces hemos
hecho en la iglesia local que pastoreo. Todas las personas
usamos el libro como base para nuestro tiempo devocional
personal, de este modo toda la congregación se está acer-
cando al mismo texto de las Escrituras. Posteriormente, los
domingos, articulamos un tiempo durante el culto para que
todo aquel que lo desee pueda compartir qué ha aprendido
del Señor durante su estudio de los encuentros con Jesús ¡El
resultado puede ser increíble! Soy consciente de que tal vez
la liturgia de tu iglesia o el orden del culto, no esté prepa-
rado para ello. Pero ¿qué sucedería si abrieras un espacio
de este tipo en el orden habitual de tu culto? ¿Has pensa-
do toda la riqueza que la congregación podría compartir
acerca de cómo el Señor les ha estado hablando? Te animo
a probarlo, vale la pena ¡Palabra de pastor!
La segunda es estudiarlo en el contexto de un grupo peque-
ño. Puede tratarse de las células o grupos familiares que la
iglesia ya tenga, puede ser un grupo de seguidores de Jesús
que deciden reunirse intencional y específicamente para
poder estudiar los encuentros con Jesús y, naturalmente,
animarse mutuamente a ponerlo en práctica.
¿Cómo llevar a cabo esta segunda opción? No es compli-
cado; cada participante en el grupo debe tener su propia
copia del material y trabajarlo de forma individual, como su
propio tiempo devocional según las pautas arriba descritas,
de manera que cuando vayan a la reunión grupal todos
hayan trabajado los mismos contenidos y todos estén, por
así decirlo, en la misma página.
8
Te sugiero el siguiente formato, pero no lo olvides, es sólo
una sugerencia.
1 . C O M I E N Z A E N O R A C I Ó N .
Invita al Espíritu Santo a unirse a la reunión. Pidan
que se cumpla en ustedes lo que prometió Jesús: “el
Espíritu os guiará a toda la verdad y os enseñará todas
las cosas”.
2 . C O M P A R T I R L O S A P R E N D I Z A J E S .
Es un tiempo abierto en que cada participante pueda
compartir aquello que ha aprendido durante el tiempo
de lectura y reflexión personal a lo largo de la semana
(o el tiempo que haya pasado desde que se encontra-
ron por última vez). Vale la pena hacer énfasis en las
aplicaciones prácticas, en los compromisos tomados;
evitar que se convierta en meramente compartir in-
formación; se trata de compartir vida.
A partir de la segunda reunión sería bueno comenzar
el tiempo de compartir con la siguiente pregunta:
¿Qué progreso hemos hecho en nuestros compromisos
prácticos? Fíjate bien que la pregunta no es: ¿Hemos
llevado a cabo nuestros compromisos prácticos? Esta
última pregunta es tajante; sí o no; blanco o negro;
todo o nada. La primera da lugar al proceso y al pro-
greso y permite que el grupo pueda celebrar los logros
obtenidos, por pequeños que estos puedan ser.
Una vez hecha esta revisión de los compromisos prác-
ticos puede procederse a compartir los aprendizajes
acontecidos desde el último encuentro.
9
3 . H A C E R P Ú B L I C O S L O S C O M P R O M I S O S .
Creo que es importante que el grupo actúe como una
estructura de rendición de cuentas. Si los participan-
tes verbalizan cuáles son los compromisos que han
decidido tomar, el resto de las personas puede orar por
ello y, tal y como dice el libro de Hebreos, “estimularse
mutuamente al amor y a la práctica del bien”.
4 . T E N E R U N T I E M P O P A R A C O M P A R T I R M O T I V O S D E
O R A C I Ó N Y O R A R P O R E L L O S .
Los participantes pueden, libremente, compartir mo-
tivos de oración y posteriormente todo el grupo orar
por los mismos.
5 . C O M E N T A R A S P E C T O S L O G Í S T I C O S .
Recordar lugar, fecha y hora del próximo encuentro y
cualquier otra información que pueda ser importante,
necesaria o significativa para los participantes.
6 . T I E M P O I N F O R M A L .
Siempre cae bien acabar con un tiempo informal ¡Per-
fecto si hay café!
10
E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . .
Los que sufrían algún mal
M A T E O 4 : 2 3 - 2 5
Texto base
«Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas
judías. Anunciaba la buena noticia del Reino y curaba toda
clase de enfermedades y dolencias de la gente. Su fama se
extendió por toda Siria, y le traían a todos los que padecían
algún mal: a los que sufrían diferentes enfermedades y do-
lores, y también a endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y
Jesús los curaba. Así que lo seguía una enorme muchedum-
bre procedente de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de
Judea y de la orilla oriental del Jordán» (Mateo 4:23-25).
Idea principal
JESÚS MINISTRA LAS NECESIDADES INTEGRALES DEL SER
HUMANO.
Quiénes eran
Parece ser que la fama de Jesús se había extendido por
todas las regiones cercanas a Galilea y, consecuentemente,
todo tipo de personas que sufrían diferentes enfermeda-
des, dolencias e incluso posesiones demoníacas salieron al
encuentro del Maestro para que éste las sanara.
11
Vale la pena mencionar que Mateo hace una distinción
entre epilépticos y endemoniados. Contrariamente a lo que
muchas personas actualmente creen, los antiguos no eran
personas ignorantes y sin cultura que confundían las en-
fermedades mentales con posesiones del Diablo. Se consi-
deraba una posesión cuando un espíritu maligno tomaba
el control de un individuo, actuaba y hablaba a través del
mismo, independientemente de su conciencia y voluntad.
En qué circunstancias se encontraron con Jesús
Mateo nos relata que Jesús abandonó Capernaum y comen-
zó un ministerio itinerante por Galilea, zona en la que es-
taba situada la población que ahora nos ocupa. El Maestro
fue visitando las sinagogas de todos los lugares, anunciando
en cada una la buena noticia del Reino de Dios, además,
añade el evangelista, sanaba a las personas de toda clase de
enfermedades y dolencias.
Sin duda, la noticia se extendió por toda la región, y los ha-
bitantes de las zonas vecinas de Siria y Decápolis, que eran
de población gentil no judía, trajeron a Jesús personas que
sufrían todo tipo de dolencias o que estaban endemoniadas.
Él curó y ministró a todos ellos.
Es importante notar que Jesús llevó a cabo un ministe-
rio total para con las personas, lo que hoy en día algunos
teólogos denominan la misión integral. Él no solamente
predicaba, no estaba preocupado exclusivamente por las
necesidades espirituales, sino que también sanaba y liberaba
a aquellos que estaban sometidos a posesión demoníaca. El
Maestro tenía un acercamiento integral a las necesidades de
las personas con las que se encontraba.
12
Qué impacto produjo el encuentro en sus vidas
Cada persona recibió de Jesús aquello que necesitaba.
Algunos recibieron la buena noticia del Reino de Dios, del
interés que el Padre tiene por todo ser humano y su deseo
de reconciliarse con ellos.
Otros, sin embargo, fueron sanados de enfermedades, cu-
rados de sus parálisis y liberados de su opresión espiritual.
También estos recibieron aquello que buscaban y necesi-
taban. En ocasiones, hacemos lecturas «espiritualistas» de
estos pasajes y damos por sentado que el Maestro no sólo
los sanó, sino que también les predicó el evangelio. En bue-
na parte esto se debe a nuestro propio paradigma teológico
que nos indica que todo aquello que no sea la clara y direc-
ta predicación del mensaje de salvación debe, como mínimo,
preparar y allanar el camino para la misma, en caso contra-
rio, carece de sentido e incluso, para algunos, de valor.
Pero son muchas las evidencias en los relatos de los evange-
listas que nos muestran que muchas veces no fue así. Hubo
situaciones en las que Jesús sanó y no predicó, y otras en las
que predicó y no sanó. En cada momento, en su discerni-
miento, Jesús ministró a cada persona según su necesidad y
cada uno de ellos fue visto por Él como un ser humano in-
tegral, no como un alma que necesitaba ser salvada. Dios no
salva almas, Él está interesado en la salvación de personas.
Qué aplicación tiene para nosotros
Hay dos aplicaciones importantes que este encuentro tiene
para nosotros. En primer lugar, como en la vida de aquellas
13
personas que sufrían necesidad, Jesús quiere ministrarnos y
satisfacer nuestras carencias de una forma integral. Él está
preocupado por nuestra dimensión espiritual, naturalmen-
te, pero también lo está por nuestras relaciones, nuestras
emociones, nuestras necesidades físicas. Jesús quiere que
nos acerquemos a Él como somos y con aquello que nece-
sitamos. La promesa es que seremos ministrados acorde a
nuestra necesidad, lo cual no necesariamente significa que
lo seremos acorde a nuestros deseos.
En segundo lugar, el pasaje de Mateo nos habla de algo
especialmente precioso; nos cuenta de aquellos que llevaron
hasta Jesús a los enfermos, a los lisiados, a los epilépticos y
a los endemoniados. Nos menciona a personas que tuvieron
el suficiente interés y preocupación por aquellos que, de-
bido a su incapacidad, impotencia o ignorancia, no podían
tener aquel encuentro transformador. Esto nos reta a pensar
en todos aquellos a nuestro alrededor que precisan de esta
oportunidad transformadora y que sólo podrán tener si no-
sotros, conscientes de su ignorancia, impotencia y/o necesi-
dad, les ayudamos a acercarse a Jesús.
Preguntas de aplicación
• Jesús quiere ministrarte hoy en tus necesidades
¿Cuáles son? ¿En qué áreas necesitas ser ministrado
y transformado por el Maestro?
• Toma un tiempo para hablar con Él. Piensa que te
ve de forma integral, que todo en ti le preocupa y le
concierne. Habla con Jesús acerca de tus necesida-
des, pídele que te ministre.
14
• ¿Qué personas hay a tu alrededor que necesitan
acercarse a Jesús, pero no tienen quién les lleve?
¿Cuál es tu responsabilidad hacia ellos? ¿Qué puedes
hacer por ellos?
Mi oración
Señor, la lectura de esta meditación genera en mí una
actitud de gratitud por tu interés integral por mí, por cada
aspecto de mi vida, de mi ser. Gracias porque no me ves
únicamente como un alma necesitada de ser salvada, sino
como un ser humano al que quieres restaurar y redimir de
forma integral. Pero también mueve en mí un deseo de ser
más sensible y comprometido con aquellos que hay a mi
alrededor y que nunca tendrán la oportunidad de acercarse
a Ti a menos que yo sea intencional en ayudarles.
15
E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . .
Jairo
M A R C O S 5 : 2 1 - 4 2 ; L U C A S 8 : 4 0 - 5 6
Texto base
«Al regresar Jesús a la otra orilla, se reunió en torno a él mucha gente
junto al lago. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado
Jairo, que, al ver a Jesús, se postró a sus pies, suplicándole insisten-
temente: — Mi hija se está muriendo; pero si tú vienes y pones tus
manos sobre ella, se salvará y vivirá. Jesús fue con él. Iba también una
gran multitud, que seguía a Jesús y casi lo aplastaba. Entre la gente
se encontraba una mujer que desde hacía doce años padecía hemo-
rragias. Había sufrido mucho a manos de muchos médicos y había
gastado en ellos toda su fortuna, sin conseguir nada, sino ir de mal en
peor.Aquella mujer había oído hablar de Jesús y, confundiéndose entre
la gente, llegó hasta él y por detrás le tocó el manto, diciéndose a sí
misma: «Sólo con que toque su manto, me curaré». Y, efectivamente, le
desapareció de inmediato la causa de sus hemorragias y sintió que había
quedado curada de su enfermedad. Jesús se dio cuenta en seguida de
que un poder curativo había salido de él; se volvió, pues, hacia la gente
y preguntó: — ¿Quién ha tocado mi manto? Sus discípulos le dijeron: —
Ves que la gente casi te aplasta por todas partes ¿y aún preguntas quién
te ha tocado? Pero él seguía mirando alrededor para descubrir quién lo
había hecho. La mujer, entonces, temblando de miedo porque sabía lo
que le había pasado, fue a arrodillarse a los pies de Jesús y le contó toda
la verdad. Jesús le dijo: — Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, libre ya
de tu enfermedad. Aún estaba hablando Jesús, cuando llegaron unos
de casa del jefe de la sinagoga a decirle a este: — Tu hija ha muerto. No
molestes más al Maestro. Pero Jesús, sin hacer caso de aquellas palabras,
dijo al jefe de la sinagoga: — No tengas miedo. ¡Sólo ten fe! Y sin per-
mitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y su hermano
Juan, se dirigió a casa del jefe de la sinagoga. Al llegar vio el alboroto
16
y a la gente que lloraba dando muchos alaridos.Entró y les dijo: — ¿A
qué vienen este alboroto y estos llantos? La niña no está muerta; está
dormida. Pero se burlaban de él. Jesús echó a todos de allí y, haciéndo-
se acompañar solamente de los padres de la niña y de los que habían
ido con él, entró donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo:
— Talitha, qum, que significa: «Muchacha, a ti me dirijo: levántate». La
muchacha, que tenía doce años, se levantó al punto y echó a andar. Y la
gente se quedó atónita» (Marcos 5:21-42).
Idea principal
LA CONFIANZA EN JESÚS HA DE VENCER OBSTÁCULOS.
Quién era
Jairo era uno de los responsables de la sinagoga local –no
sabemos con exactitud de qué población- pero el contex-
to parece indicar que se trataba de Capernaum, localidad
habitual de Jesús.
Todas las sinagogas tenían al menos dos personas responsa-
bles, aunque como vemos en Hechos 13:15, el número podía
variar. Por un lado, existía la figura del jefe o presidente,
quien tenía la responsabilidad de guiar el culto y la ins-
trucción, y por otro, el asistente, quien se responsabilizaba
de todo lo relacionado con el edificio, su mantenimiento y
el contenido del mismo. Los responsables de las sinagogas
eran personas laicas, no profesionales de la religión, y eran
importantes y respetadas en sus comunidades. Este hombre
responsable de la sinagoga tenía una hija de 12 años que,
en sus propias palabras, estaba agonizando, razón por la
cual él se había acercado hasta Jesús en busca de sanidad.
17
En qué circunstancias se encontró con Jesús
El texto de Marcos indica que este episodio tuvo lugar justo
a continuación de la liberación del endemoniado en territo-
rio gentil. Al volver, el Maestro estaba de nuevo predicando
a las multitudes a la orilla del lago cuando apareció Jairo
quien, postrándose a los pies de Jesús, le expuso su necesi-
dad. Esta actitud, que mostraba no solo una gran necesidad,
sino sobre todo humildad y respeto, contrastaba con la que
habitualmente tanto los fariseos como los escribas solían
tener hacia el Señor.
Carecemos de información por parte del texto bíblico acerca
de si Jairo y Jesús ya se conocían. Lo que sí podemos deducir
es que aquel hombre tenía una clara confianza y creencia
en la capacidad de Jesús para sanar a su moribunda hija.
El Maestro decidió ir con Jairo hasta su casa, una gran mul-
titud los acompañaba. Eran tantos que le empujaban y opri-
mían por doquier (precisamente en esta situación se produ-
jo el incidente de la mujer que fue curada de hemorragias).
Si lo pensamos bien, este episodio debió suponer una
decepción para Jairo. La situación era urgente y apremiaba
que el Maestro, cuanto antes, pudiera estar en la casa para
intentar salvar a la niña. Jesús, sin embargo, decidió dete-
nerse, averiguar qué había pasado y confrontar después a la
mujer. Nosotros podemos leer esto en tan sólo un minuto,
pero debemos tener en cuenta que aquello debió durar un
buen rato. Para Jairo, toda una eternidad. Podemos ima-
ginar la impaciencia, nerviosismo y ansiedad de Jairo ante
aquella inesperada interrupción.
18
Pero nuestro protagonista aún tenía que recibir una se-
gunda decepción. Algunas personas vinieron desde su casa
para comunicarle que la niña había muerto y que no tenía
ningún sentido continuar molestando a Jesús. Podemos
imaginar el tremendo golpe que esto tuvo que significar
para él. Jesús, atento a la situación, le confortó y le dijo que
no tuviera miedo, que tuviera confianza y creyera en Él.
Cuando llegaron hasta la casa, se encontraron con un
panorama desolador: la gente, según leemos en los relatos
evangélicos, estaba llorando y gritando. Leemos también
que Jesús, sorprendido ante todo aquello afirmó: ¿Por qué
alborotáis y lloráis de esa manera? La niña no está muerta,
sino dormida. ¿Qué pasaría por la cabeza de Jairo en aque-
llos momentos?
Qué impacto produjo el encuentro en su vida
Aquel hombre recobró a su hija después de muerta. Jesús la
resucitó, la sanó y la restauró totalmente. Jairo se dirigió a
Jesús porque estaba necesitado de ayuda ante una situación
que iba mucho más allá de sus posibilidades y recursos, y
porque tuvo la suficiente capacidad para confiar en que el
Maestro podía marcar una diferencia en aquella realidad si
intervenía. Jairo fue confortado por Jesús y, tal y como he-
mos visto anteriormente, su fe fue honrada con la sanidad
de su hija.
Qué aplicación tiene para nosotros
La fe de Jairo fue una fe que tuvo que luchar contra obs-
táculos. Primero hubo de enfrentarse al obstáculo de las
19
circunstancias. Aquella mujer hemorrágica, con su interven-
ción, les hizo perder a todos unos preciosos minutos, decisi-
vos y cruciales para la vida de su hija. No es difícil imaginar
que Jairo debió de pensar que, si aquella mujer no hubiera
demorado al Maestro, su hija podría estar todavía viva.
En segundo lugar, su fe hubo de enfrentarse con la pura
y dura realidad. Su hija ya había muerto, no tenía ningún
sentido seguir molestando al maestro. Jairo lo había inten-
tado, había hecho todo aquello que estaba a su alcance,
pero no había sido suficiente: la muerte había triunfado, la
realidad se había impuesto.
En tercer lugar, su fe se vio confrontada por el realismo de
las personas que le rodeaban. Unos, los enviados, le dijeron
que no tenía ningún sentido seguir molestando a Jesús.
Otros, en la casa, rieron y se burlaron ante la afirmación del
Maestro de que simplemente estaba dormida.
Esto puede sucedernos también a nosotros, nuestra fe
puede encontrarse con obstáculos gigantes que la impidan
crecer y florecer. La realidad es muy terca y no puede dejar
de ser considerada. Además, tenemos la opinión contraria
de aquellos que nos rodean. Ellos se acercan a la realidad
de forma desapasionada, objetiva, meridiana y nos intentan
convencer de que ciertas cosas simplemente no pueden ser.
Frente a la terca realidad y la cruda objetividad de aquellos
que nos rodean, lo único que nos queda son las palabras del
Maestro de Galilea: «No tengas miedo. Cree solamente».
20
Preguntas de aplicación
• ¿Hay obstáculos contra los que tiene que luchar tu
fe? ¿Cuáles son? Identifícalos.
• ¿Qué te dice la realidad al respecto?
• ¿Cuál es la opinión objetiva de los que te rodean?
• ¿Qué te dice Jesús en esta situación? ¿Cómo se pue-
den aplicar sus palabras, «tú no tengas miedo, cree
solamente»?
Mi oración
Señor, en ocasiones me siento como Jairo, miro a la rea-
lidad a mi alrededor y me desanimo; miro a las circuns-
tancias y me veo superado por ellas. Además, ¡Hay tantas
personas cercanas que tratan de imponerme su realismo
y objetividad y desanimar mi fe! Señor, ayúdame a creer y
confiar en Ti a pesar de todo ello. A no ignorar ni la rea-
lidad ni las voces de mi entorno, pero a saber vivir por
encima de ellas.
21
E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . .
Gente a la que Jesús alimentó
J U A N 6
Texto base
Juan capítulo 6
Idea principal
JESÚS NOS CONFRONTA CON NUESTRAS NECESIDADES Y
MOTIVACIONES.
Quiénes eran
Se trata de una parte de las personas que habían sido ali-
mentadas por Jesús en la orilla del mar de Galilea, opuesta
a la ubicación de la ciudad de Capernaum. El episodio de
la alimentación es recogido por los cuatro evangelistas, y
se produjo a causa de la gran multitud de personas que le
habían seguido hasta aquel lugar para oír sus enseñanzas.
Jesús, al ver la situación de necesidad de la gente, decidió
actuar y les alimentó. El texto de Juan nos dice que, a raíz
de esta intervención milagrosa del Maestro, un buen núme-
ro de ellos le siguieron. Al encontrarlo, se produjo un intere-
sante diálogo entre ellos.
22
En qué circunstancias se encontraron con Jesús
Estas personas que, como hemos visto, habían sido alimen-
tadas por Jesús, le seguían y le estuvieron buscando de
forma infructuosa para hacerlo rey, según narra Juan. Al no
poder encontrarlo, le siguieron en barca hasta Capernaum,
una de las bases donde el Maestro habitualmente recalaba.
La búsqueda por fin dio sus frutos y encontraron a Jesús en
la sinagoga de la población.
Qué impacto produjo el encuentro en sus vidas
Aquellas personas fueron doblemente confrontadas, primero
acerca de sus auténticas motivaciones para buscar a Jesús
y después sobre las auténticas necesidades que Él deseaba
ministrar.
Fueron confrontados en sus motivaciones. El Maestro clara-
mente les dijo que no había un impulso espiritual detrás de
su deseo de encontrarle. No venían tras Él porque hubieran
visto sus grandes obras y esto les hubiera hecho plantearse
cuestiones sobre la identidad del Señor. Su motivación, tal
y como les hizo ver, era puramente material. Jesús los había
alimentado y, con ello, ministrado en sus necesidades ma-
teriales; ellos querían hacerlo rey, naturalmente, para tener
estas necesidades siempre cubiertas.
Ellos habían percibido únicamente la forma del milagro,
pero habían perdido totalmente la razón y el fondo del
mismo. La alimentación pretendía sin duda satisfacer una
necesidad física, pero ante todo procuraba ser una señal de
la identidad mesiánica de Jesús. Ellos tan sólo percibieron
23
las ventajas que podría proporcionar un rey que les alimen-
tara gratuitamente cada día.
Jesús pone de manifiesto cuán fatuos son sus deseos. Inclu-
so el maná, el sueño que mencionaron aquellas gentes, era
tan sólo un espejismo, ya que todos los que comieron de él
murieron irremisiblemente.
Jesús les confronta con sus auténticas necesidades. Ellos le
hablan de comida material, Él les responde hablándoles de
la vida eterna. No es que Jesús desprecie las necesidades
materiales, no olvidemos que acababa de satisfacerlas, sim-
plemente intenta que vayan más allá y tengan la capacidad
de ver las necesidades más profundas de todo ser humano.
Jesús se ofrece a sí mismo como la única satisfacción posi-
ble para las necesidades más profundas de toda persona. El
que viene del cielo, afirma refiriéndose a sí mismo, es el que
soluciona las necesidades íntimas y profundas de toda per-
sona; por eso nos invita a creer en Él, aceptarle y seguirle.
Al verse confrontada, la gente respondió. Cuestionaron la
identidad de Jesús y pidieron más intervenciones milagrosas
que estuvieran, de nuevo, relacionadas con sus necesidades
materiales. Encontraron demasiado difíciles y exigentes
sus enseñanzas y desde aquel momento muchos dejaron de
seguirle. Una cosa es que Jesús satisficiera sus necesidades
materiales, otra diferente era aceptar sus exigencias morales
y de estilo de vida. También los doce fueron confrontados
clara y abiertamente por Jesús y recibieron la invitación a
dejarle si sus exigencias eran demasiado fuertes para ellos.
24
Qué aplicación tiene para nosotros
Cuando nos acerquemos a Jesús es muy posible que sufra-
mos el mismo proceso que experimentó aquella gente a la
que Él alimentó. En primer lugar, nos veremos confrontados
con nuestras motivaciones. ¿Qué nos impulsa para acercar-
nos al Señor? Acercarse hasta Él porque nos sentimos nece-
sitados es legítimo y honesto. Jesús mismo afirmó que nadie
se acerca al médico a menos que se sienta enfermo.
En segundo lugar, nos veremos confrontados con nuestras
necesidades más profundas. No sería justo decir con nues-
tras auténticas necesidades, ya que todas las necesidades
son auténticas en tanto que existen. Sin embargo, es muy
posible que Jesús nos diga que, aun siendo importantes, hay
otras más profundas y prioritarias de las que quiere cuidar-
nos. Esto puede producir en nosotros una reacción. Noso-
tros, a menudo, vamos buscando sanar el síntoma, Jesús sin
embargo irá siempre a la raíz del problema. Nosotros esta-
mos preocupados por lo superficial y Él quiere lidiar con lo
fundamental y esencial.
En tercer lugar, podría darse el caso de que las pretensiones
de Jesús de que creamos en Él, le aceptemos y le sigamos,
nos parezcan demasiado exigentes. Puede darse el caso de
que nos sintamos decepcionados en nuestras expectativas.
Fuimos en busca de satisfacción y nos encontramos con exi-
gencias morales, éticas, de cambio. Si es así, es posible que
decidamos dejar de seguirle y nos mantengamos a distancia
de Él. Su precio puede parecernos excesivamente alto.
25
Preguntas de aplicación
• ¿Qué te motiva para acercarte a Jesús? ¿Únicamente
que satisfaga tus necesidades o también el deseo de
seguirle?
• ¿Qué te pide Jesús? ¿Qué desea hacer contigo y en
tu vida?
• ¿Quieres irte tú también?
Mi oración
Señor, me reconozco a mí mismo en aquellas personas.
¡Cuántas veces he acudido a Ti preocupado por necesi-
dades inmediatas y superficiales! ¡Cuántas veces he sido
insensible a tu deseo de satisfacer aquellas que son más
profundas! Señor, Tú sabes lo que necesito, lo superficial e
incluso banal, así como lo más íntimo y profundo. Ayúda-
me a acercarme a Ti, saberte escuchar y dejar que ministres
a mis necesidades.
26
E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . .
Un joven rico
L U C A S 1 8 : 1 8 - 3 0
Texto base
«Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré
para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bue-
no? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios. Los mandamientos sabes: No
adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra
a tu padre y a tu madre. Él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi
juventud. Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo
lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven,
sígueme. Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy
rico. Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán difícil-
mente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque es
más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico
en el reino de Dios. Y los que oyeron esto dijeron: ¿Quién, pues, podrá
ser salvo? Él les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible
para Dios. Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado nuestras
posesiones y te hemos seguido. Y él les dijo: De cierto os digo, que no
hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos,
por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este tiempo,
y en el siglo venidero la vida eterna» (Lucas 18:18-30).
Idea principal
LA RELIGIOSIDAD, POR INTENSA QUE SEA, NO ES SUFICIEN-
TE PARA SER UN DISCÍPULO.
27
Quién era
Para poder completar el perfil de este personaje hemos de
recurrir a los tres textos de los evangelios sinópticos en los
que se habla de él. En Mateo, Lucas y Marcos se menciona
que era una persona con grandes propiedades inmobilia-
rias. Sin embargo, únicamente el evangelio de Mateo hace
mención de que fuera rico, y tan sólo Lucas de que fuera
un principal –miembro de la clase dirigente- de los judíos.
También se nos hace referencia a la piedad religiosa de
aquel hombre.
En qué circunstancias se encontró con Jesús
Jesús iba de camino hacia Jerusalén, donde iba a enfrentar-
se con la cruz. El joven rico tomó la iniciativa de acercarse
hasta el Maestro y lo hizo, a juzgar por el texto, de una
manera poco usual: llegó corriendo y se puso de rodillas de-
lante de Él. Aquel hombre tenía una preocupación genuina,
quería saber cómo podía alcanzar la vida eterna, y esto dio
pie a un diálogo entre ambos que permitió a Jesús revelar
verdades importantes acerca del discipulado.
Jesús le explicó la importancia de guardar los mandamien-
tos haciendo referencia a los textos de Éxodo 20:12 al 16 y
Deuteronomio 5: 16 al 20. Un detalle interesante a tener en
cuenta es que el Maestro hace únicamente referencia a los
últimos mandamientos del decálogo, aquellos que inciden
sobre las relaciones interpersonales. De alguna manera, la
observancia de estos mandamientos «visibles» (por decirlo
de alguna manera), sería una evidencia suficiente de que ya
28
se estaban observando aquellos otros que son de carácter
más íntimo.
Maestro, todo eso lo he cumplido desde joven. Esta fue la
respuesta de aquel hombre. Desde joven, sin duda, hace
referencia a su treceavo cumpleaños, fecha en que para
todo judío tenía lugar la celebración de bar mitzvah, donde
la persona asumía la responsabilidad de guardar los manda-
mientos de la Ley. Marcos menciona un detalle muy signi-
ficativo de Jesús: nos dice que Jesús, mirándole, le amó y le
lanzó el reto de seguirle en el proceso de ser su discípulo,
vendiendo todo lo que tenía, repartiendo con los pobres el
importe, siguiéndole y acumulando tesoros en el cielo.
Qué impacto produjo el encuentro en su vida
Aquel joven, miembro de la rica clase dirigente judía, fue
confrontado con el reto de seguir a Jesús y el precio que era
necesario pagar para convertirse en su discípulo. Seguir al
Maestro es costoso, un precio ha de ser pagado, y ya he-
mos visto en ocasiones anteriores cómo diferentes personas
reaccionan de maneras diferentes cuando han de enfrentase
con semejante realidad. La piedad, la religiosidad, incluso la
religiosidad comprometida, no son suficientes para llegar a
ser un discípulo del Maestro.
El joven hizo una evaluación de la situación. Podemos
intentar ponernos en su lugar durante ese proceso. Genui-
namente había preguntado a Jesús qué debía hacer para
obtener la vida eterna. El Maestro le respondió y él tuvo que
proceder a calcular las implicaciones de lo que ganaba y de
lo que perdía. En sus ojos, el saldo apareció negativo y, tal y
29
como indica el relato de los evangelios, se fue muy triste y
afligido debido a que era muy rico y, por lo tanto, tenía que
pagar un precio demasiado elevado.
No sólo él resultó impactado por este encuentro, también
lo fueron los discípulos. Al ver la reacción del joven, Jesús
comentó: ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el
reino de Dios!, lo cual causó una gran sorpresa entre los
seguidores de Jesús, con toda la razón del mundo. La idea
predominante entre los judíos era que las riquezas eran una
evidencia del favor divino y una recompensa por la piedad
de la persona (Job 1:10; 42:10; Salmo 128:1-2; Isaías 3:10),
y aunque en las Escrituras se hace referencia a la necesidad
de proveer para los pobres (Deuteronomio 15:7-11; Prover-
bios 22:22-23), era muy raro que se asociara la pobreza con
la virtud o la piedad.
Jesús no condenó la riqueza per se, ni tampoco afirmó que
hubiera ninguna virtud implícita en la pobreza, tan sólo
expresó que para un rico sus riquezas pueden significar un
precio muy alto en su camino hacia heredar la vida eterna.
Qué aplicación tiene para nosotros
Un arquetipo es un modelo o ejemplo universal. En este
sentido, el joven rico es un claro ejemplo del arquetipo del
discípulo cristiano. Como aquel hombre, es probable que
todos nosotros seamos personas genuinamente piadosas e
interesadas en ganar la vida eterna.
Como Él, hacemos todo aquello que, según nuestra tradi-
ción, educación y cultura religiosa, es preciso y necesario
30
para acercarnos a la vida eterna; sin embargo, puede ser
que todo eso, siendo bueno, no sea suficiente.
Del mismo modo que el joven rico y dirigente, somos invita-
dos a seguir a Jesús, convirtiéndonos en sus discípulos en un
proceso que dura toda la vida. Este proceso va mucho más
allá de la observancia de ciertas reglas o la aplicación de
una cierta moral.
Consiste en un cambio de nuestra forma de pensar y
nuestra forma de vivir. Incluye y abarca todos los aspec-
tos: nuestra visión del mundo, nuestros valores y nuestras
conductas. Tiene un objetivo final: que Cristo sea formado
en nosotros.
Este proceso es doloroso e implica ajustes en nuestras vidas
y esos ajustes nos llevan a la necesidad de tener que pagar
determinados precios. Hay cosas que dejar, relaciones que
romper, conductas que desechar, motivaciones que rectifi-
car…, etc.
La invitación de Jesús a cada uno de nosotros siempre lleva
implícita la petición de pagar un precio y comenzar a acu-
mular tesoros en el cielo. Cada uno sabe su precio, y cada
uno debe hacer su evaluación privada y personal. Jesús nos
enfrenta con la lógica del reino de Dios que es contraria a
la lógica de nuestra sociedad. Nos invita a perder, a dejar, a
abandonar para poder ganar.
31
Preguntas de aplicación
• Si tuvieras que comparar tu vida con la de este jo-
ven dirigente judío ¿en qué etapa estarías?
• ¿Qué precio te está pidiendo Jesús que pagues?
• ¿Qué te impide pagarlo?
• ¿Es posible seguir a Jesús sin pagarlo?
Mi oración
Señor, de forma genuina quiero alcanzar la vida eterna. No
tengo clara conciencia de que existan en mi vida cosas que
no deseo o no puedo dejar; sin embargo, soy consciente
de que eso no significa necesariamente que no existan.
Por favor, como dice el salmista, examíname y ayúdame a
detectar y determinar cualquier obstáculo que se interpon-
ga mientras te sigo y dame la integridad para reconocerlo
y dejarlo.
32
E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . .
E l Sanedrín
M A T E O 2 6 : 5 7 - 6 7 ; M A R C O S 1 4 : 5 3 - 6 5
Texto base
Los que habían apresado a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sa-
cerdote, donde se hallaban reunidos los maestros de la ley y los ancianos.
Pedro, que lo había seguido de lejos hasta la mansión del sumo sacerdote,
entró también y se sentó junto a los criados para ver en qué terminaba
todo aquello. Los jefes de los sacerdotes y el pleno del Consejo Supremo
andaban buscando un testimonio falso contra Jesús para condenarlo a
muerte. Pero no lo encontraban, a pesar de los muchos testigos falsos
que comparecían ante ellos. Finalmente comparecieron dos,que dijeron:
— Este ha afirmado: «Yo puedo derribar el Templo de Dios y reconstruirlo
en tres días». Levantándose entonces el sumo sacerdote, dijo a Jesús: —
¿No tienes nada que alegar a lo que estos testifican contra ti? Pero Jesús
permaneció en silencio. Entonces el sumo sacerdote le conminó: — ¡En
nombre del Dios vivo, te exijo que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de
Dios! Jesús le respondió: — Tú lo has dicho. Y añadiré que más adelante
veréis al Hijo del hombre sentado junto al Todopoderoso y viniendo sobre
las nubes del cielo. Al oír esto, el sumo sacerdote se rasgó las vestiduras
y exclamó: — ¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testimonios?
¡Ya habéis oído su blasfemia! ¿Qué os parece? Ellos contestaron: — ¡Que
merece la muerte! Y se pusieron a escupirlo en la cara y a darle puñetazos
mientras otros lo abofeteaban (Mateo 26: 57-67).
Idea principal
HAY PERSONAS QUE NO SE ACERCAN A JESÚS PARA CONO-
CER LA VERDAD SINO PARA JUSTIFICAR SUS PREJUICIOS.
33
Quiénes eran
Jesús se encuentra delante del Sanedrín, el consejo legisla-
tivo, ejecutivo y judicial del pueblo judío. Ya hemos hablado
con anterioridad de él, pero ahora sería interesante conocer
un poco más de la historia de esta institución.
Fue durante el tiempo de la dominación helenística de Pa-
lestina, es decir, tras la caída del Imperio Persa a manos de
Alejandro Magno y la posterior división de su herencia entre
sus diferentes generales, cuando nació este consejo, a pesar
de que los rabinos se esforzaban en vincular su origen a los
setenta ancianos nombrados por Moisés.
Este consejo estaba encabezado por el Sumo Sacerdote,
título que era hereditario. Cuando la dominación romana se
instaló en Palestina durante la época de Pompeyo el Grande,
el Sumo Sacerdote continuó teniendo el título de gober-
nante del país; sin embargo, diferentes reorganizaciones de
la provincia por parte de los dominantes romanos le hicie-
ron ir perdiendo y ganando jurisdicción.
Fue en tiempo de Julio César cuando por primera vez el
consejo recibió el nombre de Sanedrín. Durante la época
de Jesús, este órgano se había convertido en la suprema
corte de justicia. La creencia general es que la pertenen-
cia al Sanedrín era de por vida y que los nuevos miembros
eran nombrados por los ya existentes o por las autoridades
políticas.
El Sanedrín sólo tenía autoridad legal en la zona de Ju-
dea. Esto explica que mientras Jesús estuviera en Galilea se
encontrara fuera del poder de dicho organismo. Sin em-
bargo, los estudiosos están de acuerdo en que, sin duda, el
34
Sanedrín tenía una autoridad moral sobre las comunidades
judías allí donde estuvieran. Recordemos que en el libro de
los Hechos se nos indica que enviaron cartas a las sinagogas
de Damasco para que ayudaran a Pablo en su tarea represi-
va del cristianismo.
El consejo gozaba de una considerable jurisdicción criminal.
Podían ordenar arrestos que eran llevados a cabo por sus
propios oficiales; podían dictar y ejecutar sus sentencias y,
únicamente en los casos de sentencia de muerte, esta debía
ser ratificada por el gobernador romano (Juan 18:31). La
muerte de Esteban, de la que no nos consta la aprobación
romana, debió de ser un caso de linchamiento o bien una
extralimitación en sus funciones.
En qué circunstancias se encontraron con Jesús
Desde los primeros enfrentamientos (Marcos 3:6; Juan
5:18), los enemigos de Jesús habían tramado un complot
contra su vida. Sin embargo, sus intenciones solo se con-
cretizaron en la semana final de su existencia, después de la
entrada triunfal en Jerusalén y el desalojo de los mercaderes
del templo. Los textos bíblicos nos indican que el Maestro
vivía bajo una constante amenaza de muerte (Juan 7:1; 19
y 25; 8:37; 11:16) y que había escapado a varios intentos de
apresarlo (Juan 7:30, 32 y 44; 8:20, entre otros). La cre-
ciente popularidad de Jesús entre las masas hacía difícil un
arresto público por miedo a la reacción que pudieran tener
y, por tanto, cada vez se hacia más plausible la opción de un
arresto sorpresa y lejos de la vista de las multitudes.
Una vez arrestado, Jesús fue llevado ante el consejo su-
premo. Muchos autores consideran que el juicio al que el
35
Maestro fue sometido era totalmente ilegal, ya que la ley
prohibía juicios capitales en vísperas de las festividades
solemnes y durante la noche.
Otras dos cosas sorprenden del juicio al que Jesús fue some-
tido: en primer lugar, que fue juzgado no por lo que hubiera
hecho, sino por su identidad. Era su identidad, sus afirma-
ciones de ser el Hijo de Dios, las que finalmente le conduci-
rían a ser condenado. En segundo lugar, el texto menciona
que se utilizaron testigos falsos en el intento de declarar
culpable a Jesús.
Qué impacto produjo el encuentro en sus vidas
El Sanedrín ya había juzgado y condenado a Jesús mucho
antes de que este fuera llevado ante su presencia. En el
evangelio de Juan capítulo 7 aparece narrado el episodio
en que Nicodemo, el fariseo que en una ocasión había ido
a visitar a Jesús en la noche y que era miembro del con-
sejo, presenta sus objeciones ante el hecho de que el Sa-
nedrín hubiera condenado a Jesús sin ni siquiera haberlo
escuchado.
Los miembros del consejo estaban únicamente interesados
en encontrar el modo legal para justificar la condena que ya
habían decidido y que estaba en sus mentes. Intentaron que
las propias palabras dichas por Jesús pudieran ser usadas en
su contra y maniobraron una y otra vez en dicho sentido.
Por eso, vemos que le preguntaron de forma clara y directa
acerca de su identidad mesiánica y, precisamente por su
respuesta, por la afirmación de su identidad, fue condenado.
El Maestro no fue declarado culpable por sus buenas obras
36
y acciones; lo fue, precisamente a pesar de todas ellas, por
afirmar su condición de Hijo de Dios.
La declaración mesiánica de Jesús, clara y contundente,
que tantos y tantos milagros habían probado a lo largo de
su vida pública, no tuvo ningún impacto sobre las vidas de
los miembros del Sanedrín. Ellos no estaban en absoluto
interesados en saber quién era Jesús, únicamente deseaban
encontrar la manera de justificar sus propios prejuicios.
Qué aplicación tiene para nosotros
Muchas personas se acercan a Jesús cargadas con sus pre-
juicios. Es interesante la definición que hace el Diccionario
de la Real Academia de la Lengua Española de esta palabra:
un prejuicio es una opinión previa y tenaz, por lo general
desfavorable, acerca de algo que se conoce mal. Cierta-
mente es una descripción interesante.
El prejuicio condiciona no sólo la manera en que la persona
se acerca a los hechos, sino también los resultados que ob-
tendrá de los mismos. No importa la cantidad de evidencia e
indicios que la realidad presente, estos serán reinterpretados
en base al prejuicio o, simplemente ignorados.
Las personas que se acercan al Maestro con prejuicios no
están en absoluto interesadas en conocer la verdad. Antes
de acercarse a Él ya han tomado una decisión con respecto
a quién es Él, a cuál es su identidad y nada ni nadie podrá
cambiar esa decisión tomada antes del examen de la reali-
dad. Más bien, al contrario, es muy posible que se acerquen
a esta realidad en busca de cualquier indicio, dato o pieza
de información que pueda justificar y dar soporte a la idea
37
ya formada en sus mentes. No hay peor ciego, afirma el
refrán, que aquel que no quiere ver. O como reza una frase
atribuida a Lenin: si la realidad no concuerda con nuestra
teoría, ¡Peor para la realidad!
No es difícil ver los prejuicios actuando en la vida de los
miembros del Sanedrín y cómo estos deformaban su vi-
sión de la realidad. Posiblemente, sin embargo, los mismos
prejuicios pueden afectarnos a nosotros y, sin duda, cuando
esto sucede son más difíciles de reconocer y aún más de
aceptar.
Puede darse el caso de que nosotros nos acerquemos a la
Palabra de Dios sin tener un auténtico interés en lo que ella
pueda o quiera decirnos. Hay ocasiones en que ya hemos
tomado una decisión respecto a lo que queremos hacer en
nuestras vidas y, consecuentemente, no estamos interesados
en la opinión que Dios pueda tener al respecto. Así pues,
tratamos de encontrar en la Biblia justificación para nues-
tros intereses o simplemente pasamos de escuchar la voz de
Dios para poder hacer aquello que nuestros intereses nos
impulsan a llevar a cabo.
Preguntas de aplicación
• Piensa de nuevo –léela si es necesario- en la defini-
ción de prejuicio. ¿Hay prejuicios en tu vida? ¿Pue-
des identificarlos?
• ¿Cómo te acercas a la Palabra de Dios?, ¿en busca de
confirmación para tus ideas o con apertura a escu-
char su voz, incluso cuando esta esa contraria a ti, lo
que piensas o tus intereses?
38
• ¿Cuál es el mejor antídoto contra los prejuicios?
• ¿Cómo podemos ayudar a superar los prejuicios que
mucha gente tiene con respecto a Jesús?
Mi oración
Señor, que fácil es para mí ver los prejuicios que los otros
tienen. Soy rápido en detectarlos, señalarlos e incluso
condenarlos, pero ¿qué pasa con los míos propios? Señor,
cuántas veces me he acercado a Ti, no en búsqueda ho-
nesta de lo que deseas para mi vida sino más bien para
justificar mis ideas y decisiones ya tomadas de antemano.
Cuántas veces he ignorado la realidad y sus evidencias, y
he cerrado los ojos ante ellas aferrándome a mis ideas pre-
concebidas. Ayúdame a acercarme a Ti en búsqueda abierta
y honesta de aquello que deseas para mí.
39
E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . .
Pilato
J U A N 1 8 : 2 8 - 1 9 : 1 6
Texto base
«Condujeron a Jesús de casa de Caifás al palacio del go-
bernador. Era muy de mañana. Los judíos no entraron en el
palacio para no contraer una impureza legal que les habría
impedido participar en la cena de Pascua. Por eso tuvo que
salir Pilato para preguntarles: — ¿De qué acusáis a este
hombre? Ellos le contestaron: — Si no fuese un criminal,
no te lo habríamos entregado. Pilato les dijo: — Muy bien,
lleváoslo y juzgadlo según vuestra ley. Los judíos replicaron:
— Nosotros no tenemos autoridad para dar muerte a nadie.
Y es que tenía que cumplirse lo que Jesús había anunciado
sobre la clase de muerte que iba a sufrir. Entonces Pila-
to volvió a entrar en su palacio, mandó traer a Jesús y le
preguntó: — ¿Eres tú el rey de los judíos? Contestó Jesús: —
¿Me haces esa pregunta por tu cuenta o te la han sugerido
otros? Pilato replicó: — ¿Acaso soy yo judío? Son los de tu
propia nación y los jefes de los sacerdotes los que te han
entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho? Jesús respondió:
— Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, mis servidores
habrían luchado para librarme de los judíos. Pero no, mi
reino no es de este mundo. Pilato insistió: — Entonces, ¿eres
rey? le respondió: — Soy rey, como tú dices. Y mi misión
consiste en dar testimonio de la verdad. Precisamente para
eso nací y para eso vine al mundo. Todo el que ama la ver-
dad escucha mi voz. Pilato repuso: — ¿Y qué es la verdad?
40
Dicho esto, Pilato salió de nuevo y dijo a los judíos: — Yo no
encuentro delito alguno en este hombre. Pero como tenéis
la costumbre de que durante la fiesta de la Pascua os ponga
en libertad a un preso, ¿queréis que deje en libertad al rey
de los judíos? Ellos, entonces, se pusieron de nuevo a gritar:
— ¡No, a ese no! ¡Deja en libertad a Barrabás! Así pues, Pila-
to se hizo cargo del asunto y mandó que azotaran a Jesús.
Los soldados trenzaron una corona de espinas y se la pusie-
ron en la cabeza. Le echaron también sobre los hombros un
manto de púrpura y, acercándose a él, decían: — ¡Viva el rey
de los judíos!
Y le daban bofetadas. Salió de nuevo Pilato y les dijo: — Mi-
rad, os lo voy a presentar para dejar claro que no encuentro
delito alguno en él. Salió, pues, Jesús llevando la corona de
espinas y el manto de púrpura. Pilato les dijo: — ¡Este es el
hombre! Al ver a Jesús, los jefes de los sacerdotes y sus esbi-
rros comenzaron a gritar: — ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! Pilato
insistió: — Tomadlo vosotros y crucificadlo; yo no encuentro
delito alguno en él. Los judíos replicaron: — Nosotros te-
nemos una ley, y según ella debe morir, porque ha querido
hacerse pasar por Hijo de Dios. Al oír esto, Pilato sintió aún
más temor. Entró de nuevo en el palacio y preguntó a Jesús:
— ¿De dónde eres tú?
Jesús ni siquiera le contestó. Pilato le dijo: — ¿Cómo? ¿Te
niegas a contestarme? ¿Es que no sabes que tengo autori-
dad tanto para dejarte en libertad como para hacerte cru-
cificar? Jesús le respondió: — No tendrías autoridad alguna
sobre mí si Dios no te la hubiera concedido; por eso, el que
me ha entregado a ti es mucho más culpable que tú. Desde
ese momento, Pilato intentaba por todos los medios poner
a Jesús en libertad. Pero los judíos le gritaban: — Si lo pones
41
en libertad, no eres amigo del emperador. El que pretende
ser rey se enfrenta al emperador. Al oír esto, Pilato mandó
sacar fuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el lugar
conocido con el nombre de «Enlosado», que en la lengua de
los judíos se llama «Gábata». Era el día de preparación de la
Pascua, hacia el mediodía. Pilato dijo a los judíos: — ¡Aquí
tenéis a vuestro rey! Pero ellos comenzaron a gritar: — ¡Quí-
talo de en medio! ¡Crucifícalo! Pilato insistió: — ¿Cómo voy
a crucificar a vuestro rey? Pero los jefes de los sacerdotes
replicaron: — Nuestro único rey es el emperador romano.
Así que, al fin, Pilato se lo entregó para que lo crucificaran»
(Juan 18:28 - 19:16).
Idea principal
JESÚS HACE QUE NUESTRAS CONVICCIONES SEAN PUESTAS
BAJO PRESIÓN.
Quién era
Poncio Pilato, también conocido como Pilatos (en latín,
Pontius Pilatus), fue prefecto de la provincia romana de
Judea entre los años 26 y 36 de nuestra era.
Los detalles de su biografía antes y después de su nom-
bramiento como prefecto son desconocidos, pero han sido
suplidos por la leyenda, la cual incluye el supuesto nombre
de su esposa, Santa Procula (fue canonizada como santa
por la Iglesia Ortodoxa) y el probable lugar de nacimiento
de Pilatos en Tarraco, la actual ciudad de Tarragona (Espa-
ña). En el ámbito estrictamente histórico, sabemos que fue
42
designado procurador de Judea por Tiberio, a instancias
de su prefecto pretorio, Lucio Elio Sejano, conocido por su
talante antisemita.
Pilato intentó romanizar Palestina sin éxito, introduciendo
imágenes de culto al César, y trató de construir un acue-
ducto con los fondos del templo. Esto provocó una airada
reacción por parte de los judíos que fue interpretada por
el procurador como una seria afrenta al poder y autoridad
romana, por lo que decidió darles una buena lección. Des-
tacamentos de soldados romanos practicaron una auténtica
matanza entre los alborotadores y entre peregrinos que
ofrecían los sacrificios en el templo de Jerusalén. La sangre
de los sacrificios y de los fieles se juntó a los pies del altar
del templo.
La noticia de esta matanza no sólo provocó una gran re-
acción en toda Judea, sino que llegó también a la misma
Roma. Sin embargo, Pilato recibió la protección de su men-
tor, Sejano, que como hemos mencionado era un notable
antisemita. Aún así, las intrigas políticas en la capital del
Imperio hicieron que Sejano perdiera el poder y fuera ejecu-
tado junto con sus colaboradores. La política imperial hacia
los judíos cambió y se enfocó hacia la tolerancia. Pilato,
cuyos vínculos con el ahora traidor Sejano eran por todos
conocidos, se encontró en una posición política débil.
Los dirigentes judíos del pueblo supieron utilizar muy bien
en beneficio propio esta precaria posición de Pilato, y cuan-
do se resistió a condenar a Jesús lo acusaron de ser enemigo
del emperador. Sin duda, nada podía causar más inquietud
en el procurador que una acusación de ese tipo.
43
En qué circunstancias se encontró con Jesús
El encuentro tuvo lugar después del simulacro de juicio ante
el Sanedrín, en el cual Jesús fue condenado a muerte. A pe-
sar de haberlo sentenciado a la pena capital, las autoridades
judías no tenían la autoridad para ejecutar a ningún reo, ese
era un privilegio que pertenecía únicamente al ocupante
romano. Así pues, a pesar de todas sus ganas de ajusticiar a
Jesús, precisaban de la aprobación del procurador romano
ante el cual llevaron su caso.
Jesús fue conducido ante el palacio del procurador. Sin
duda, debía de tratarse de la torre Antonia, una poderosa
fortaleza construida por los romanos en las cercanías del
templo de Jerusalén para albergar a la guarnición romana
que controlaba la ciudad y el orden público. Pilato, debido
a su repugnancia hacia el pueblo judío, gobernaba la pro-
vincia desde Cesarea, a orillas del Mediterráneo, una ciudad
ampliamente romanizada, pero en aquellos momentos se
encontraba en Jerusalén debido a la proximidad de la fiesta
de la Pascua.
Era precisamente esta cercanía de la fiesta (era la víspera) la
que hizo que los acusadores de Jesús no desearan entrar en
la residencia de Pilato, de haberlo hecho habrían quedado
ritualmente impuros y, consecuentemente, no habrían esta-
do en condiciones de celebrar la Pascua. El procurador debía
salir para encontrarse con ellos y tratar el asunto. Jesús fue
entregado al Procurador y éste procedió a interrogarlo.
44
Qué impacto produjo el encuentro en su vida
Sin duda, de los textos bíblicos se deduce que Pilato era un
buen conocedor de la naturaleza humana. No le fue difícil
discernir las auténticas motivaciones por las cuales Jesús
había sido juzgado y condenado. Tampoco le fue difícil
apreciar la total inocencia del Maestro. El procurador se
encontraba juzgando a un inocente que había sido llevado
ante él por oscuras razones políticas.
Jesús debió de producir un gran impacto en Pilato. El go-
bernante romano era una persona carente de escrúpulos.
Como hemos visto, había perpetrado matanzas de judíos
con el único propósito de afianzar la autoridad de Roma.
Condenar o no a un inocente no debía ser algo que le
preocupara excesivamente y, además, podría ser una buena
posibilidad de congraciarse con las autoridades locales y
seguir la nueva política del Imperio, la tolerancia hacia los
judíos y su religión.
Sólo ese impacto explica sus deseos de salvar a Jesús y
dejarlo libre. Reconoció la total ausencia de delito en Jesús
y así lo manifestó públicamente a sus acusadores. Sabía de
su inocencia y de las motivaciones de los judíos. Además,
había recibido una clara advertencia de parte de su mujer
acerca de la inocencia del acusado. Realmente, en honor a
la verdad, hemos de reconocer que el procurador hizo todo
lo que estaba a su mano, incluso intentó eludir la respon-
sabilidad de juzgarlo y, al enterarse de su origen galileo,
pretendió que lo hiciera Herodes, quien ejercía la autoridad
sobre aquella parte del territorio de Palestina.
45
Pilato recibió fuertes presiones para someterse a los deseos
de los que buscaban la muerte de Jesús. El Maestro fue
acusado de ser un alterador del orden público, de proclamar
que no debía pagarse tributo al emperador romano y de
haberse proclamado rey. Los argumentos parecían de sufi-
ciente peso para que un gobernador poco escrupuloso como
Pilatos tuviera el camino allanado para condenar a muerte
a Jesús, sin embargo, a pesar de esas presiones continuó
resistiendo y negándose a condenar a un inocente.
Pero los dirigentes del pueblo judío no estaban dispuestos
a soltar su presa simplemente por súbita sensibilidad de la
conciencia del procurador. Probablemente, como hemos
mencionado al describir a Pilato, los dirigentes judíos eran
conscientes de la precaria situación política en que éste se
encontraba. Amigo de Sejano, aquel que había intentado
derrocar a Tiberio y había pagado con su vida sus pretensio-
nes, Pilato sería muy sensible a la última de las presiones, si
liberas a este no eres amigo del emperador.
Aquello fue demasiado para él y, conocedor de su vulnera-
ble situación, accedió a los deseos del pueblo manipulado
por sus dirigentes, entregando así a Jesús para que fuese
ejecutado. Hizo el acto simbólico de lavarse las manos,
como si con ello pudiera limpiarse de la culpabilidad de
sucumbir a las presiones políticas y ajusticiar a un inocente.
Pilato sabía lo que era correcto; el procurador sabía lo que
era justo y lo que era verdad, pero su interés personal y las
presiones recibidas fueron mucho más poderosas y sucum-
bió ante ellas.
46
Qué aplicación tiene para nosotros
Todos nosotros, a diferente nivel, nos hemos visto, nos esta-
mos viendo o nos veremos ante una disyuntiva similar a la
que tuvo que enfrentar Pilato.
Situaciones en las que podemos distinguir con claridad me-
ridiana lo correcto de lo incorrecto. Situaciones en las que
podemos identificar la verdad y distinguirla de la mentira y
del error. Situaciones en las que nos damos cuenta de cuál
es el camino más apropiado que deberíamos seguir. Nuestra
conciencia nos lo indica, nuestro corazón nos lo confirma, la
realidad lo grita, sin embargo….
Sin embargo, a pesar de todo lo dicho en el párrafo ante-
rior, sucumbimos. En ocasiones lo hacemos por puro interés
personal, un interés que hace que quede de lado todo lo
demás; en otras, lo hacemos cediendo ante las presiones,
presiones que nos ponen en una situación de riesgo que no
deseamos asumir.
Nuestra respuesta a veces es una respuesta de activa invo-
lucración en hacer aquello que sabemos que no es correc-
to, pero nos gratifica o interesa; otras, es más similar a la
actitud de Pilato, nos lavamos las manos con la pretensión
de aparentar que no estamos de acuerdo con lo que otros
hacen. Este lavarse las manos nos hace sentir que somos
moralmente superiores a aquellos que siguen lo incorrecto,
que estamos por encima de ellos, pero es pura hipocresía
porque, como en el caso del procurador, los otros no po-
drían hacerlo sin nuestra cobardía disfrazada de indigna-
ción, sin que nosotros previamente hubiéramos rendido
nuestras convicciones íntimas ante sus presiones.
47
Nuestras convicciones se verán a menudo bajo presión. La
tentación es ceder de una manera u otra: ceder haciendo lo
malo, o ceder por cobardía debido al miedo de enfrentarnos
a los que desean hacer el mal. Lavarnos las manos no nos
eximirá de responsabilidad.
Preguntas de aplicación
• ¿Estás viviendo situaciones en las que tus conviccio-
nes están sometidas a presión?
• Si la respuesta es afirmativa ¿qué presiones estás
recibiendo, y de quién proceden?
• ¿Cuáles serían las consecuencias de sucumbir?
• ¿Cuál es el precio a pagar por no sucumbir?
• ¿Qué ayuda puedes encontrar en la Escritura para po-
der soportar esas presiones y hacer lo que es correcto?
Mi oración
Señor, ciertamente me siento reflejado en la situación de
Pilato. En ocasiones sucumbo ante las presiones del entor-
no y de los demás. Soy consciente del bien pero, como dice
Pablo, opto por seguir el mal. No puedo justificarlo Padre y
en el fondo de mi ser no deseo hacerlo. Pido que me ayudes
a saber identificar cuándo mis convicciones están siendo
puestas a prueba; ruego me des el discernimiento y la cla-
ridad de mente para verlo y, sobre todo, para poderlo llevar
ante Ti, pues únicamente Tú, cuando la presión es fuerte,
puedes ayudarme a sobreponerme y vencer.
48
E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . .
Herodes
L U C A S 2 3 : 6 - 1 2
Texto base
«Pilato, al oír esto, preguntó si Jesús era galileo. Y cuando
supo que, en efecto, lo era, y que, por tanto, pertenecía
a la jurisdicción de Herodes, se lo envió, aprovechando la
oportunidad de que en aquellos días Herodes estaba tam-
bién en Jerusalén. Herodes se alegró mucho de ver a Jesús,
pues había oído hablar de él y ya hacía bastante tiempo que
quería conocerlo. Además, tenía la esperanza de verle hacer
algún milagro. Así que Herodes preguntó muchas cosas a
Jesús, pero Jesús no le contestó ni una sola palabra. Tam-
bién estaban allí los jefes de los sacerdotes y los maestros
de la ley acusando a Jesús con vehemencia. Por su parte,
Herodes, secundado por sus soldados, lo trató con desprecio
y se burló de él. Lo vistió con un manto resplandeciente y se
lo devolvió a Pilato. Aquel día, Herodes y Pilato se hicieron
amigos, pues hasta aquel momento habían estado enemis-
tados» (Lucas 23:6-12).
Idea principal
HAY PERSONAS QUE SE ACERCAN A JESÚS PORQUE SU
PERSONALIDAD LES FASCINA Y DESPIERTA CURIOSIDAD.
49
Quién era
Se trata de Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande
(quien fue rey de Palestina entre los años 37 al 4 antes de
Cristo). Herodes Antipas era hermano de Arquelao. Nuestro
protagonista nació en el año 20 antes de Cristo y fue nom-
brado tetrarca de la zona de Galilea y Perea, donde reinó
desde el año 4 antes de Cristo hasta el 39 de nuestra era.
Su jurisdicción abarcaba los territorios donde Jesús y Juan
el Bautista ejercieron una buena parte de su ministerio.
Cuando Herodes se hizo cargo del poder, tuvo que restau-
rar la paz después de las revueltas llevadas a cabo por los
judíos. Al igual que su padre, llevó a cabo una gran labor de
edificación de ciudades, entre ellas Tiberias. La ciudad reci-
bió su nombre del emperador romano Tiberio, fue acabada
alrededor del año 25 de nuestra era y Herodes encontró
serias dificultades para poblarla debido a que en el proceso
de construcción un antiguo cementerio fue removido y,
consecuentemente, los judíos consideraban la zona como
impura y no querían mudarse a la misma. Herodes tuvo que
ofrecer tierras y casas gratis para favorecer la llegada de
pobladores.
En qué circunstancias se encontró con Jesús
Como ya hemos visto anteriormente, durante el juicio de
Jesús Pilato hizo todo lo posible por quitarse de encima
el problema que la inocencia de Jesús y las presiones de
los judíos le causaban. Al enterarse del origen galileo del
Maestro lo remitió a Herodes, ya que Galilea estaba bajo su
50
jurisdicción. Herodes se encontraba en aquellos momentos
en Jerusalén para la celebración de la inminente pascua.
Qué impacto produjo el encuentro en su vida
El texto del evangelio nos dice que, al principio, al recibir
la noticia de que Jesús le era remitido, Herodes se alegró.
El gobernante había oído hablar acerca de Jesús. Era nor-
mal, el Maestro se había convertido en un hombre famoso.
Su fama y la noticia de los grandes hechos milagrosos que
había llevado a cabo le precedían. Por eso Herodes quería
hablar con Jesús. No es de extrañar que quisiera preguntarle
muchas cosas, que deseara conocer a un personaje tan in-
teresante e incluso, que esperara que llevara a cabo alguna
obra milagrosa para él. Era una oportunidad magnífica e
inesperada.
Del relato podemos presumir que Herodes se sentía movido
por la fascinación y la curiosidad que le despertaba Jesús.
Su personalidad debía de parecerle notable e interesante,
digna de poderle dedicar un poco de su monárquico tiempo.
Realmente, lo que Herodes buscaba era satisfacer su curio-
sidad, buscar el espectáculo, pero no tenía ningún tipo de
interés en asuntos espirituales.
Probablemente por eso, por la total carencia de un genuino
interés espiritual por parte del rey, fue que el Maestro no
se dignó a contestar ni una sola de sus preguntas, mucho
menos a llevar a cabo obras milagrosas para entretenerle.
Aquella actitud silenciosa e indiferente de Jesús no debió
de sentarle nada bien al rey, que decidió humillarlo y ve-
jarlo delante de los miembros de su corte. El Maestro había
decepcionado todas las expectativas que Herodes había
51
depositado en Él y decidió devolverlo a Pilato. El monarca
no estaba interesado ni en lo que era justo –la inocencia o
culpabilidad de Jesús- ni en su mensaje, tan sólo le movían
la curiosidad y el deseo de espectáculo.
Parece ser que el único impacto que Herodes recibió como
consecuencia de su encuentro con Jesús fue ver su amis-
tad con el procurador romano restaurada. Hasta entonces,
habían estado enemistados.
Qué aplicación tiene para nosotros
Han pasado cerca de dos mil años y hoy en día Jesús sigue
despertando una gran curiosidad y fascinación en nuestra
sociedad. Los estantes de las librerías de la secular y vieja
Europa están llenos de nuevos libros acerca de la persona, el
mensaje y la identidad de Jesús.
Jesús sigue despertando interés y polémica. Muchos de los
que se acercan a la figura del maestro de Nazaret no tienen
un genuino interés en conocer quién fue realmente y cuáles
son los distintivos de sus enseñanzas; todo esto es comple-
tamente secundario. Lo que les atrae es el carácter miste-
rioso, único y singular de ese enigmático personaje. Esperan
que Jesús satisfaga su necesidad de novedad, quieren saber
cosas acerca de Él, que les revele misterios ocultos acerca
de la vida. Si, además, el Maestro puede hacer algún hecho
milagroso para ellos, sería formidable.
Sin embargo, Jesús no tiene ni la obligación, ni la respon-
sabilidad, ni el deseo de satisfacer nuestra curiosidad y
fascinación con su persona. Cuando las motivaciones no son
genuinas, lo más probable es que recibamos la indiferencia
52
y el silencio del Maestro. A lo largo de los evangelios vemos
una y otra vez como Jesús no se dejaba impresionar, ni mu-
cho menos manipular, por las personas. Conocía muy bien
el interior de ellas y sabía, como ya hemos visto, discernir
las motivaciones más profundas. La decepción que produce
este Jesús que calla y muestra indiferencia puede llevar a
muchas personas a reaccionar de una manera violenta e in-
esperada. La burla, el escarnio, el desprecio hacia el Maestro
puede ser la forma en que compensen su orgullo herido.
¿Con qué actitud nos acercamos a Jesús? El Maestro está
más que deseoso de hacer conocer cuál es su voluntad,
cuáles son sus deseos y propósitos, sin embargo, sólo lo hará
con aquellos que se acercan ante Él con las motivaciones
correctas. No con aquellos que desean conocer simplemente
por curiosidad, sino aquellos que buscan el conocimiento de
la voluntad para obedecerla reverentemente, incluso aun-
que sea costoso y doloroso.
Jesús nos ha revelado una buena parte de su voluntad moral
para con nosotros por medio de las Escrituras. Leyéndolas
podemos entender qué desea de nosotros, cuáles son sus
expectativas con respecto a nuestras vidas. En la medida en
que seamos obedientes a esta voluntad moral general para
todo creyente, Él nos irá revelando su voluntad específica
para nuestras vidas. La obediencia es el mejor camino para
que Dios se revele más y más.
53
Preguntas de aplicación
• Jesús nos ha hablado por medio de su Palabra y nos
ha revelado su voluntad moral y general para todo
creyente. ¿Hasta qué punto la conoces?, ¿hasta qué
punto la obedeces?
• ¿Por qué Jesús debería revelar su voluntad específi-
ca a aquellos que no desean obedecer su voluntad
moral?
• ¿Por qué la obediencia a la voluntad moral es el
camino para conocer la específica?
• ¿Por qué Dios pareciera (o realmente lo hace) guar-
dar silencio, ante las peticiones de muchas personas?
Mi oración
Señor, deseo acercarme a Ti para discernir tu voluntad para
mi vida. Deseo comenzar con tu voluntad moral, aquella
que claramente ya has mostrado para todos tus seguidores
en tu Palabra; quiero después discernir tu voluntad espe-
cífica para mi vida, no por curiosidad sino con un sincero
deseo de obedecerla y cumplirla.
54
E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . .
María Magadalena
M A R C O S 1 6 : 9 - 1 1 ; J U A N 2 0 : 1 1 - 1 8
Texto base
María se había quedado fuera, llorando junto al sepulcro.
Sin cesar de llorar, se asomó al interior del sepulcro y vio
dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde
había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro
a los pies. Los ángeles le preguntaron: — Mujer, ¿por qué
lloras? Ella contestó: — Porque se han llevado a mi Señor y
no sé dónde lo han puesto. Volvió entonces la vista atrás,
y vio a Jesús que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le
preguntó: — Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién estás buscan-
do? Ella, creyendo que era el jardinero, le contestó: — Señor,
si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo misma
iré a recogerlo. Entonces Jesús la llamó por su nombre: —
¡María! Ella se volvió y exclamó en arameo: — ¡Rabboní!
(que quiere decir «Maestro»). Jesús le dijo: — No me reten-
gas, porque todavía no he ido a mi Padre. Anda, ve y diles a
mis hermanos que voy a mi Padre, que es también vuestro
Padre; a mi Dios, que es también vuestro Dios. María Mag-
dalena fue a donde estaban los discípulos y les anunció:
— He visto al Señor y esto es lo que me ha encargado. (Juan
20:11-18)
55
Idea principal
EL ENCUENTRO CON JESÚS RESUCITADO ELEVA NUESTRA
DIGNIDAD COMO PERSONAS Y NOS CONVIERTE EN TESTI-
GOS DE SU RESURRECCIÓN.
Quién eran
María, tal y como su nombre lo indica, procedía de la pobla-
ción de Magdala, localizada a la orilla del lago Tiberiades,
también conocido como Mar de Galilea. Los relatos de los
evangelios nos indican que Jesús la había liberado de la po-
sesión de siete demonios. Como consecuencia, se convirtió
en una de sus seguidoras más fieles y comprometidas.
La primera mención que tenemos de ella como seguidora de
Jesús la encontramos justamente en Lucas capítulo 8, ver-
sículo 2. Se trata de un pasaje que aparece inmediatamente
a continuación del momento en el que una mujer lava los
pies de Jesús con sus lágrimas en una población de Galilea.
Esto hace pensar a algunos estudiosos bíblicos que tal vez
se trata de la misma persona, mientras que otros, y ambos
con argumentos para defender su posición, piensan que es
poco probable que esto fuese así.
Es precisamente esta asociación de la mujer que lavó los
pies de Jesús con María Magdalena lo que ha hecho que la
mala fama se asocie también a esta última, sin embargo,
si esta asociación no es correcta no habría ninguna razón
para atribuirle una vida moral negativa a la magdalena. Los
evangelios no nos dicen nada acerca de la razón o circuns-
tancias por las que fue poseída por los demonios.
56
Ya hemos mencionado que seguía a Jesús desde que este
comenzó su ministerio en Galilea. También la encontramos
al pie de la cruz en el momento de la crucifixión. Y sabemos
además que ella fue la primera persona a la que se apareció
Jesús.
En qué circunstancias se encontró con Jesús
Los discípulos, a excepción de Juan, no estuvieron al pide la
cruz en el momento más dramático de la vida de Jesús; las
mujeres sí lo estuvieron, entre ellas María Magdalena. Tam-
poco los discípulos fueron los primeros en tomar la inicia-
tiva de acercarse a la tumba para preparar adecuadamente
el cuerpo de Jesús que, debido a las prisas de la celebración
de la Pascua, había sido dejado en una tumba prestada por
José de Arimatea.
El relato bíblico nos dice que nuestra protagonista, jun-
tamente con Salomé y otra María (la madre de Juan), se
dirigieron al sepulcro cargadas de especias y perfumes para
embalsamar adecuadamente el cadáver y prepararlo según
la tradición judía.
Juan nos dice que María fue la primera en llegar al escena-
rio y que vio que la piedra que cubría la tumba había sido
desplazada. Inmediatamente, salió corriendo para llegar
donde estaban los discípulos y comunicarle a Juan y Pedro
que, según ella había interpretado la situación, alguien se
había llevado el cuerpo de su Maestro y no sabía dónde lo
habían puesto. Ambos discípulos salieron a toda velocidad
hacia el sepulcro para ver qué había pasado. El relato de
Juan explica detalladamente la reacción de Pedro y Juan
ante la tumba vacía.
57
María, que al parecer los había acompañado, se quedó
junto al sepulcro llorando. Pero como podemos leer, al
mirar dentro de la tumba vio que había dos ángeles. Estos
la interrogaron acerca del motivo de sus lágrimas y justo
a continuación apareció Jesús. Del relato se deduce que
en un primer momento María no pudo reconocer a Jesús,
y lo confundió con la persona que debía encargarse de las
tumbas. A continuación, cuando Jesús la llamó por su nom-
bre, esta lo reconoció y lo llamó Maestro. Jesús le encargó
entonces la importante tarea de ser testigo suyo delante de
sus hermanos.
Qué impacto produjo el encuentro en su vida
María se convirtió no sólo en la primera persona en encon-
trarse con el Jesús resucitado, sino que también tuvo el pri-
vilegio de convertirse en el primer testigo de la resurrección.
El testimonio de una mujer carecía de valor en la cultura
judía. Ningún tribunal admitiría la validez de lo que pudiera
ser testificado por una mujer. En el sentimiento general de
la cultura, las mujeres carecían de todo tipo de credibilidad,
y mucho más de tipo legal.
Esto hace todavía más importante el hecho de que María
fuera escogida por el Maestro como la primera persona en
verlo resucitado; es más, le dio la comisión de convertirse en
su testigo, en vocera de su resurrección, precisamente ante
el resto de los discípulos. Jesús decidió, de forma premedi-
tada, no revelarse en primer lugar a sus discípulos de género
masculino y sí hacerlo a una mujer; decidió además que
ellos supieran de la resurrección a través del testimonio de
ella.
58
No podemos pasar por alto el tremendo valor simbólico que
tiene esta elección por parte de Jesús y el hecho de que, en
contra de la opinión, los valores y las costumbres de la épo-
ca, el Maestro decidiera valorar y elevar el papel de la mujer
al convertirla en su testigo directo. Esta elección anunciaba
el papel clave que posteriormente la mujer jugaría dentro
de la iglesia cristiana.
Qué aplicación tiene para nosotros
Como en el caso de María, el encuentro con el Jesús re-
sucitado nos convierte automáticamente en testigos de
su resurrección. Es imposible haberse encontrado con Él y
callar la realidad de su resurrección. Usando las palabras del
evangelio, no podemos dejar de decir lo que hemos visto y
hemos oído.
Cuando nos encontramos con el Jesús resucitado recibimos
el encargo de ir a los entornos en los que nos movemos:
la casa, la familia, los vecinos, los amigos, los compañeros
de trabajo... y anunciar su resurrección y todo lo que ello
implica, es decir, que hay la posibilidad de perdón para
nuestra relación rota con Dios, que hay posibilidad de una
nueva vida y que todo ello pasa por un encuentro con el
resucitado.
Cuando nos encontramos con el Jesús resucitado y recibi-
mos su comisión, también tenemos que ser conscientes de
la posibilidad de ser rechazados. María lo fue, y lo fue por
aquellos que deberían haber sido más propensos a creer por
su cercanía a Jesús. También aquellos a los que testifique-
mos pueden rechazarnos y no dar crédito a nuestro encuen-
tro con Jesús. La consistencia de nuestra vida, la evidencia
59
del cambio y nuestra trayectoria como seguidores de Jesús
-no únicamente nuestras palabras- verificarán y darán au-
toridad a nuestro testimonio.
A menudo, Jesús decide usar para sus propósitos a personas
que a los ojos de la sociedad carecen de importancia. El
Maestro valoró a los niños, a los publicanos, a los leprosos,
a los gentiles y a las mujeres. Dándonos su comisión de
ser testigos, el Maestro reafirma nuestro valor a sus ojos y
nuestra dignidad como personas. Pudiendo haber escogido a
otros, lo ha hecho con nosotros. El Dios que gobierna y que
ha creado el universo ha puesto su credibilidad en manos de
personas como tú y yo.
Preguntas de aplicación
• ¿Por qué el encuentro con el Jesús resucitado realza
nuestra dignidad como seres humanos?
• ¿Cuáles son las personas a las que Jesús te llama a
dar testimonio de su resurrección?
• ¿Es posible que el miedo a que no te crean te frene
de dar tu testimonio? Si es así ¿qué puedes hacer al
respecto?
• ¿Es posible que no considerarte digno ni valioso
desde la perspectiva social te frene de dar tu testi-
monio? Si es así ¿qué puedes hacer al respecto?
60
Mi oración
Gracias Señor por habernos dado el privilegio de ser tes-
tigos de tu resurrección. Gracias por haber puesto tu cre-
dibilidad en nuestras manos. Personalmente quiero ser un
testigo digno, que mi vida de valor a tu mensaje, que no lo
desacredite ni le haga perder credibilidad.
61
E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . .
Los once apóstoles se encuentran
con el Jesús resucitado
M A T E O 2 8 : 1 6 - 2 0
Texto base
«Los once discípulos fueron, pues, a Galilea, al monte que Jesús les había
indicado. Allí encontraron a Jesús y le adoraron, aunque algunos todavía
dudaban. Jesús se acercó y les dijo: — Dios me ha dado pleno poder en
el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a los habitantes de
todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo»
(Mateo 28:16-20).
Idea principal
LA EXPERIENCIA CON JESÚS SE CARACTERIZA POR LA ADO-
RACIÓN, LA DUDA Y LA COMISIÓN.
Quiénes eran
El texto es muy escueto en su descripción, pero dice todo lo
que tiene que decir. Todos los apóstoles se encontraban allí
a excepción de Judas, que ya había perpetrado su suicidio.
62
En qué circunstancias se encontraron con Jesús
Algunos estudiosos de la Biblia afirman que este encuentro
tiene lugar con toda probabilidad, al final de los cuarenta
días que pasó Jesús con sus discípulos y que aparecen men-
cionados en el libro de los Hechos, capítulo 1 versículos del
3 al 9.
El encuentro tiene lugar en una montaña de Galilea. Es
importante recordar que, en los evangelios, especialmente
en Mateo, la montaña es el lugar de revelación y comunión
con Dios. En este contexto, Jesús comparte con sus discípu-
los tres cosas importantes. La primera, es una declaración
acerca de sí mismo: Dios me ha dado toda autoridad en el
cielo y en la tierra. La segunda, es una comisión para sus
discípulos y que es consecuencia de su afirmación: id pues
y haced discípulos a todas las naciones. La tercera, es una
promesa: y sabed que yo estaré con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo. Una revelación, una comisión y una
promesa que cambiaron el rumbo de la historia y de nues-
tras historias para siempre.
Qué impacto produjo el encuentro en sus vidas
Este encuentro con Jesús produjo en ellos tres impactos
diferentes. En primer lugar, ante la presencia del Jesús resu-
citado, algunos respondieron con una actitud de adoración.
Como buenos judíos, los discípulos sabían que únicamen-
te Dios era merecedor de su adoración. De esto podemos
deducir que, al menos en algunos de ellos, había una clara
comprensión del carácter divino de Jesús el Maestro. Es
63
interesante ver que Jesús no rechazó su adoración, al con-
trario, la aceptó.
Decimos que en algunos el encuentro los movió a la ado-
ración, porque en otros provocó duda. Así lo afirma Mateo
con toda claridad. Hay estudiosos de la palabra que se sien-
ten incómodos con el hecho de que algunos de los discí-
pulos reaccionan de esta manera y han interpretado que la
duda debió de darse en otras personas que probablemente
estaban allí con el grupo escogido de los once. Sin embargo,
esta interpretación no es plausible a la luz del texto evan-
gélico, ya que se indica con total claridad que eran los once
los que estaban presentes y no existe mención de ningún
otro grupo de personas allí. Además, no es de extrañar ya
que en otras ocasiones la duda y la perplejidad aparecen
asociadas con los discípulos y el Jesús resucitado.
Por último, el encuentro los convirtió en personas con una
misión y un propósito: el hacer discípulos a todas las nacio-
nes. Jesús les encomendó la responsabilidad de continuar
con la tarea de reconciliación del mundo con Dios que Él
había comenzado. Por lo que todos sabemos gracias al libro
de los Hechos, fueron fieles a la comisión recibida, a pesar
de las dudas de algunos, y nosotros somos resultado de esa
fidelidad.
Qué aplicación tiene para nosotros
Nuestra relación con Jesús el Maestro está, con toda pro-
babilidad, caracterizada por los mismos ingredientes que
hemos observado en el encuentro de los discípulos con Él.
Hay, sin duda, un reconocimiento de Jesús como nuestro
Dios, Señor y Salvador personal. La comprensión de quién es
64
Jesús y lo que ha hecho por nosotros nos lleva, o nos debe
llevar, a una actitud de adoración.
Pero también hay ocasiones en que nuestra experiencia está
marcada por la duda. La duda puede aparecer de muchas
maneras y motivada por muchas razones diferentes. En oca-
siones, viene por el agobio y la presión de una realidad que
no sabemos cómo afrontar y superar. Otras veces, se produ-
ce por nuestra incapacidad de visualizar cómo Dios puede
trabajar en determinadas situaciones y, esta incapacidad,
produce en nosotros una duda acerca de Él y su carácter.
Aun en otras, la duda surge cuando confiar en las promesas
y los consejos de Jesús parece una actitud demasiado arries-
gada, contra toda razón y sentido común, incluso suicida en
ocasiones.
Nuestra relación con Jesús está también caracterizada por
la comisión recibida. Su salvación no tiene únicamente
como propósito librarnos del infierno. Jesús nos salva y nos
convierte en sus colaboradores en el proceso de restaurar el
mundo siguiendo las líneas de lo que Dios había planeado y
el pecado impidió que fuera posible. Seguimos siendo res-
ponsables de la tarea de llevar el mensaje y hacer discípulos
en todas las etnias, es decir, en todos los grupos sociales,
culturales, que existen en nuestra sociedad.
Finalmente, nuestra relación con el Jesús resucitado está
marcada por la gran promesa. La gran comisión va acompa-
ñada de la gran promesa, la de estar con nosotros en todo
momento, en toda circunstancia, todos los días, hasta la
consumación de la historia. Jesús no promete librarnos del
dolor, los problemas, las penalidades, el sufrimiento físico,
emocional y espiritual, pero sí ha garantizado su presencia
con nosotros en medio de todo ello.
65
Preguntas de aplicación
• ¿Hay una actitud de adoración al Jesús resucitado
en tu vida? En caso afirmativo ¿Cómo se evidencia?
En caso negativo ¿Qué lo impide?
• ¿Has abandonado tu comisión? ¿Estas siguiendo el
mandado de hacer discípulos? En caso afirmativo
¿Cómo se manifiesta? En caso negativo ¿Qué te lo
impide?
• ¿Qué circunstancias estás viviendo que hacen nece-
saria su promesa de presencia continua?
Mi oración
Duda, comisión y presencia. Señor, me examino a la luz de
estos tres grandes principios antes de dirigirte mi oración.
Cuando haya dudas, porque las habrá y por diferentes
razones, quiero traerlas ante Ti y hablarlas claramente
contigo. No permitas que olvide o sea negligente en mi mi-
sión de ser un agente de reconciliación y restauración. Por
último, Señor, en esos momentos de confusión, angustia y
ansiedad permíteme experimentar la realidad de que estás
conmigo hasta el fin.
66
E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . .
Los discípulos de E maus
L U C A S 2 4 : 1 3 - 3 5
Texto base
«Ese mismo día, dos de los discípulos se dirigían a una aldea llama-
da Emaús, distante unos once kilómetros de Jerusalén. Mientras iban
hablando de los recientes acontecimientos, conversando y discutiendo
entre ellos, Jesús mismo se les acercó y se puso a caminar a su lado. Pero
tenían los ojos tan ofuscados que no lo reconocieron. Entonces Jesús
les preguntó: — ¿Qué es eso que discutís mientras vais de camino? Se
detuvieron con el semblante ensombrecido, y uno de ellos, llamado
Cleofás, le contestó: — Seguramente tú eres el único en toda Jerusalén
que no se ha enterado de lo que ha pasado allí estos días. Él preguntó:
— ¿Pues qué ha pasado? Le dijeron: — Lo de Jesús de Nazaret, que era
un profeta poderoso en hechos y palabras delante de Dios y de todo
el pueblo. Los jefes de nuestros sacerdotes y nuestras autoridades lo
entregaron para que lo condenaran a muerte y lo crucificaran.Nosotros
teníamos la esperanza de que él iba a ser el libertador de Israel, pero ya
han pasado tres días desde que sucedió todo esto. Verdad es que algu-
nas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de
madrugada al sepulcroy, al no encontrar su cuerpo, volvieron diciendo
que también se les habían aparecido unos ángeles y les habían dicho
que él está vivo. Algunos de los nuestros acudieron después al sepulcro
y lo encontraron todo tal y como las mujeres habían dicho. Pero a él no
lo vieron. Jesús, entonces, les dijo: — ¡Qué lentos sois para comprender
y cuánto os cuesta creer lo dicho por los profetas! ¿No tenía que sufrir
el Mesías todo esto antes de ser glorificado? Y, empezando por Moisés
y siguiendo por todos los profetas, les explicó cada uno de los pasajes
de las Escrituras que se referían a él mismo. Cuando llegaron a la aldea
adonde se dirigían, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le
67
dijeron, insistiendo mucho: — Quédate con nosotros, porque atardece ya
y la noche se echa encima.
Él entró y se quedó con ellos. Luego, cuando se sentaron juntos a la
mesa, Jesús tomó el pan, dio gracias a Dios, lo partió y se lo dio. En
aquel momento se les abrieron los ojos y lo reconocieron; pero él
desapareció de su vista.Entonces se dijeron el uno al otro: — ¿No nos
ardía ya el corazón cuando conversábamos con él por el camino y nos
explicaba las Escrituras? En el mismo instante emprendieron el camino
de regreso a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once y a todos
los demás, que les dijeron: — Es cierto que el Señor ha resucitado y se
ha aparecido a Simón. Ellos, por su parte, contaron también lo que les
había sucedido en el camino y cómo habían reconocido a Jesús cuando
partía el pan» (Lucas 24:13-35).
Idea principal
JESÚS, EL SEÑOR Y MAESTRO, SE ACERCA A NUESTRA
REALIDAD, NOS MINISTRA EN ELLA Y SU PALABRA NOS
TRANSFORMA
Quiénes eran
Sabemos que eran dos discípulos que pertenecían al círculo
más amplio de seguidores de Jesús (no eran apóstoles), y
que uno de ellos se llamaba Cleofás. A pesar de que exis-
ten antiguas tradiciones cristianas acerca de la identidad
de Cleofás, son únicamente eso, tradiciones. Nada sabemos
acerca de quién podría ser el otro discípulo cuyo nombre no
es mencionado. Ambos se dirigían hacia Emaús, un pueblo
situado a unos 10 ó 12 kilómetros de Jerusalén.
68
En qué circunstancias se encontraron con Jesús
Ambos discípulos iban camino del pueblo de Emaús. Es pro-
bable que hubieran partido de Jerusalén al finalizar la fiesta
de los panes sin levadura, o se hubieran detenido más tiem-
po del previsto en Jerusalén debido a la muerte de Jesús.
Lucas, el autor del evangelio, indica que caminaban discu-
tiendo acerca de todos los acontecimientos que se habían
producido en Jerusalén relacionados con la muerte de Jesús.
El autor también menciona el estado emocional, el sem-
blante ensombrecido, en que se encontraban. No cabe duda,
y su posterior conversación con Jesús así lo demuestra, de
que la frustración y la desesperanza inundaban sus cora-
zones al meditar en la muerte de su Maestro quien, ellos
pensaban y esperaban, sería el libertador de Israel.
Es en este contexto en que Jesús decide aparecerse en
forma corporal a ellos y unirse a los dos discípulos en su ca-
mino. No deja de ser interesante que, en palabras del propio
Lucas, aquellos dos seguidores del Maestro tenían los ojos
tan ofuscados, que no le reconocieron. Jesús les preguntó
acerca del motivo de su discusión en el camino.
Esta pregunta dio la oportunidad para que Cleofás y su
acompañante pudieran abrir su corazón y poder expresar
la carga de frustración, dolor y desesperanza que llevaban
dentro.
Del mismo modo, esto dio lugar a que Jesús pudiera mi-
nistrarles por medio de las Escrituras. Lucas señala que
el Maestro hizo un recorrido del Antiguo Testamento,
69
comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, a fin
de explicarles que el sufrimiento del Mesías era necesario.
Cuando llegaron al destino final, Lucas narra que Jesús hizo
ademán de continuar su camino, pero ellos lo invitaron a
su casa. Una vez allí, cuando procedían a partir el pan, sus
ojos fueron abiertos y reconocieron a Jesús. La desesperanza
se cambió en gozo y volvieron a Jerusalén para contar las
buenas noticias.
Qué impacto produjo el encuentro en sus vidas
El episodio de Emaús nos habla de cosas muy importantes
que sucedieron en la vida de aquellos dos discípulos. En
primer lugar, vemos que Jesús es quien toma la iniciativa
de acercarse a sus seguidores. Cristo constantemente está
acercándose a nosotros, de muchas maneras, a pesar de
que, en nuestra ofuscación como aquellos discípulos, no lo
reconocemos.
En segundo lugar, Jesús nos encuentra en nuestra realidad,
cualquiera que esta sea. El Maestro se acercó a dos personas
angustiadas, tristes, perdidas y carentes de esperanza al ver
todas sus expectativas, personales y sobre su país, frustra-
das. Pero así es Jesús, el Señor, dispuesto a encontrarnos
donde estemos y como estemos.
En tercer lugar, Jesús, el Señor, les ministró con la Palabra.
Hizo evidente y cercana la Palabra de Dios para la realidad
que estaban viviendo y, como ellos mismos reconocieron
posteriormente, fue esa Palabra la que puso nuevos bríos
en sus corazones. Jesús trae la Palabra a nuestras vidas para
que ella nos ministre.
70
En cuarto lugar, la Palabra los transformó, cambió su deses-
peranza en gozo y les dio una nueva visión, una nueva pers-
pectiva. Además, no debemos olvidar algo tremendamente
importante: el encuentro con Jesús les convirtió en prego-
neros de su resurrección. Aquí hay una lección significativa:
cuando nos encontramos con Jesús, si le dejamos Él nos
transforma, y esa transformación nos convierte en voceros
de esperanza y restauración para otros.
Qué aplicación tiene para nosotros
Son varias y considerables las aplicaciones que este encuen-
tro tiene para nosotros.
La primera es que podemos estar seguros de que no importa
cuál sea nuestra situación, Jesús siempre toma la iniciativa
de acercarse a nosotros ¡Siempre! Es posible que nuestra
realidad sea de frustración, desesperanza o incluso pecado y
negación del Señor, pero nuevamente es importante en-
tender que allí está Jesús, el Señor. Y está porque nos ama
y siempre toma la iniciativa de bajar a nuestra realidad y
encontrarse con nosotros en ella. Jesús, el Señor, nunca nos
rechaza ni nos abandona.
En segundo lugar, aprendemos que es posible que, en
nuestra ofuscación, no reconozcamos a Jesús. Nuestros
ojos pueden estar cerrados por muchas razones: el dolor, el
miedo, la ansiedad, los problemas, el pecado... todo ello nos
puede bloquear e impedir que reconozcamos que Jesús ya
ha tomado la iniciativa y se ha puesto a caminar a nuestro
lado.
71
La tercera aplicación es que Jesús siempre nos ministrará en
nuestra necesidad. Él nunca ha prometido evitarnos el dolor,
el sufrimiento, quitarnos los problemas o hacernos la vida
cómoda y burguesa. Él, sin embargo, sí que ha prometido
estar siempre a nuestro lado y ministrarnos con su presencia
y su palabra para sobrellevar la carga, proveer consuelo, paz
y esperanza.
En cuarto lugar, debemos entender que es importante invi-
tar a Jesús a nuestra casa, o dicho de otro modo, a nuestra
experiencia de vida. Los dos discípulos de Emaús habrían
podido perder toda la bendición del encuentro si no hu-
bieran invitado a Jesús a quedarse con ellos. Cierto, Jesús
ha tomado la iniciativa, ha bajado a nuestra realidad, nos
ministra con su presencia y Palabra, pero al final somos no-
sotros los que decidimos o no dejarle participar de nuestra
experiencia de vida y apropiarnos de Él y su ministración.
Por último, la presencia de Jesús siempre transforma las
vidas y nos convierte en enviados a otros. Voceros y prego-
neros de la realidad de Jesús, el Señor, que cambia y trans-
forma vidas. Portavoces de paz, consuelo y esperanza para
un mundo roto.
Preguntas de aplicación
• ¿Qué situaciones estás experimentando en tu vida
que requieren la presencia de Jesús?
• ¿Qué hay en tu vida que pueda impedirte reconocer
a Jesús caminando a tu lado?
72
• ¿Qué puedes o debes hacer para invitarle a entrar en
tu experiencia de vida?
Mi oración
Señor, pienso en las veces que tal vez me ha pasado lo
mismo que les sucedió a aquellos discípulos que iban en el
camino hacia Emaús. Mi ofuscación, mi preocupación con
los problemas, retos y realidades de la vida me ha llevado a
no saberte reconocer en medio de ellos ¡Tan centrado esta-
ba que has pasado a mi lado y no te vi! Sé que los proble-
mas y los retos no cesarán, no te pido que los elimines, te
pido que me ayudes a reconocerte y no ignorarte en medio
de ellos.
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  • 1. 1
  • 2. 2 Contenido I N T R O D U C C I Ó N A L O S E N C U E N T R O S C O N J E S Ú S . . . . . . . . 3 Ellos se encontraron con Jesús... L O S Q U E S U F R Í A N A L G Ú N M A L . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 0 J A I R O . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 5 G E N T E A L A Q U E J E S Ú S A L I M E N T Ó.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 1 U N J O V E N R I C O.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 6 E L S A N E D R Í N . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 2 P I L A T O.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 9 H E R O D E S . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 8 M A R Í A M A G A D A L E N A . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 4 L O S O N C E A P Ó S T O L E S S E E N C U E N T R A N C O N E L J E S Ú S R E S U C I T A D O.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 1 L O S D I S C Í P U L O S D E E M A U S.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 6
  • 3. 3 Introducción a los Encuentros con Jesús Jesús nunca deja indiferente. Todas las personas que tuvie- ron un encuentro con Él en las páginas de los evangelios fueron impactadas, bien en sentido positivo o negativo. Lo mismo ha sucedido con todos aquellos que, a lo largo de la historia, han sido confrontados con el Maestro y su pregun- ta: ¿Quién dices que soy? Jesús nos demanda una respuesta, una definición un po- sicionamiento con respecto a Él y los planteamientos que hace para la vida. No definirnos ya es en sí mismo una definición. Ahora bien, hay que reconocer que no es nada fácil un encuentro cara a cara con Jesús de Nazaret. Juan, el evangelista, nos indica que muchas veces huimos de Él porque es luz y la luz pone de manifiesto, evidencia, lo que hacemos; y esto no siempre nos gusta, a menudo, nos avergüenza. En este libro he tratado de recoger la mayoría de los en- cuentros que diferentes personas tuvieron con Jesús. Sigo para cada uno de ellos el mismo esquema: T E X T O B A S E Para facilitar el estudio he incluido en cada encuentro el texto bíblico que lo describe. Salvo que se indique lo con- trario todas las citas bíblicas reproducidas se basan en la versión: La Palabra, editada por las Sociedades Bíblicas Unidas, en su versión de castellano de España.
  • 4. 4 I D E A P R I N C I P A L Es una simple frase que trata de sintetizar el principio clave que se desarrolla o puede extraerse de ese encuentro. ¿ Q U I É N E R A O E R A N L A S P E R S O N A S Q U E S E E N C O N T R A - R O N C O N J E S Ú S ? Trato de dar toda la información que la Biblia nos facilita acerca de ellas. En muchas ocasiones hay que reconocer que es bastante escasa. También intento ampliarlo con referen- cias históricas y culturales que faciliten la comprensión del personaje en su contexto. ¿ E N Q U É C I R C U N S T A N C I A S S E P R O D U J O E S E E N C U E N T R O ? Jesús era un hombre de su tiempo y, como veremos, la ma- yoría de sus encuentros tuvieron lugar en situaciones muy de la vida cotidiana, del día a día. Conocer las mismas nos ayuda a entender mejor al personaje y los resultados de su encuentro con el Maestro. ¿ Q U É I M P A C T O T U V O E S E E N C U E N T R O ? Como ya lo he indicado, ningún encuentro deja indiferen- te porque Jesús siempre confronta al ser humano con su realidad. En ocasiones, el impacto es de gran beneficio para la o las personas que lo protagonizan. En otras ocasiones, veremos que el resultado no es tan positivo como sería de desear; pero en cualquier caso la persona, si lo desea, puede tener una mayor claridad sobre su vida, intenciones o motivaciones.
  • 5. 5 ¿ Q U É A P L I C A C I Ó N T I E N E P A R A N O S O T R O S ? Al ir estudiando los diferentes encuentros me he dado cuenta de que, la mayoría de ellos –si no todos- represen- tan o ilustran situaciones, realidades o necesidades que son universales y que, por lo tanto, si reflexionamos sobre ellas podemos sacar beneficios para nuestras vidas a pesar de la distancia cultural y temporal. P R E G U N T A S D E R E F L E X I Ó N La palabra reflexión es de origen latino y significa: inclinarse hacia atrás para poder ganar distancia, perspectiva y com- prensión. He incluido al final de cada encuentro una serie de preguntas que tienen como finalidad ayudar a generar esa reflexión que permita una aplicación de los principios estudiados en nuestra vida personal. M I O R A C I Ó N El estudio de cada encuentro motivó en mí una oración de respuesta al Señor. Este apartado del libro puede ser usado –si uno se siente identificado con lo escrito- para verbali- zarle al Señor nuestras emociones y pensamientos respecto al tema. También puede servir, simplemente, como inspira- ción para la oración personal. Cómo utilizar este libro A N I V E L I N D I V I D U A L Si lo usas de modo personal mi sugerencia para ti es que lo hagas como parte de tu tiempo devocional personal.
  • 6. 6 Encontrarás 51 reflexiones acerca del Sermón, cada una de ellas sigue el mismo esquema: 1. La persona o personas que se encuentran con Jesús. 2. El texto bíblico. 3. La idea principal. 4. Quién era o eran esas personas. 5. En qué circunstancias se produjo el encuentro. 6. Qué impacto tuvo el mismo en las personas involucradas. 7. Qué aplicación tiene para nosotros hoy. 8. Preguntas de reflexión. 9. Mi oración. ¿Con qué frecuencia usar estas reflexiones? Depende total- mente de ti. Puedes hacerlo de forma diaria o simplemente los días laborales de la semana –de lunes a viernes- descan- sando los sábados y domingos. Pero lo que acabo de decirte es simplemente una sugerencia; lo mejor es que uses el ritmo de estudio que mejor se acomode a tu propio estilo personal único y singular. De cualquier modo, lo importante es que la lectura y la reflexión te lleven a la acción. Ese es el propósito final del estudio de la Escritura. El propio Maestro afirmó que: “seremos felices si conocemos estas cosas y las aplicamos”. Santiago, el hermano de Jesús, afirmaba que: “debemos poner la Palabra en práctica y no únicamente oírla”.
  • 7. 7 E N G R U P O Hay dos sugerencias que me gustaría darte: La primera está inspirada en lo que varias veces hemos hecho en la iglesia local que pastoreo. Todas las personas usamos el libro como base para nuestro tiempo devocional personal, de este modo toda la congregación se está acer- cando al mismo texto de las Escrituras. Posteriormente, los domingos, articulamos un tiempo durante el culto para que todo aquel que lo desee pueda compartir qué ha aprendido del Señor durante su estudio de los encuentros con Jesús ¡El resultado puede ser increíble! Soy consciente de que tal vez la liturgia de tu iglesia o el orden del culto, no esté prepa- rado para ello. Pero ¿qué sucedería si abrieras un espacio de este tipo en el orden habitual de tu culto? ¿Has pensa- do toda la riqueza que la congregación podría compartir acerca de cómo el Señor les ha estado hablando? Te animo a probarlo, vale la pena ¡Palabra de pastor! La segunda es estudiarlo en el contexto de un grupo peque- ño. Puede tratarse de las células o grupos familiares que la iglesia ya tenga, puede ser un grupo de seguidores de Jesús que deciden reunirse intencional y específicamente para poder estudiar los encuentros con Jesús y, naturalmente, animarse mutuamente a ponerlo en práctica. ¿Cómo llevar a cabo esta segunda opción? No es compli- cado; cada participante en el grupo debe tener su propia copia del material y trabajarlo de forma individual, como su propio tiempo devocional según las pautas arriba descritas, de manera que cuando vayan a la reunión grupal todos hayan trabajado los mismos contenidos y todos estén, por así decirlo, en la misma página.
  • 8. 8 Te sugiero el siguiente formato, pero no lo olvides, es sólo una sugerencia. 1 . C O M I E N Z A E N O R A C I Ó N . Invita al Espíritu Santo a unirse a la reunión. Pidan que se cumpla en ustedes lo que prometió Jesús: “el Espíritu os guiará a toda la verdad y os enseñará todas las cosas”. 2 . C O M P A R T I R L O S A P R E N D I Z A J E S . Es un tiempo abierto en que cada participante pueda compartir aquello que ha aprendido durante el tiempo de lectura y reflexión personal a lo largo de la semana (o el tiempo que haya pasado desde que se encontra- ron por última vez). Vale la pena hacer énfasis en las aplicaciones prácticas, en los compromisos tomados; evitar que se convierta en meramente compartir in- formación; se trata de compartir vida. A partir de la segunda reunión sería bueno comenzar el tiempo de compartir con la siguiente pregunta: ¿Qué progreso hemos hecho en nuestros compromisos prácticos? Fíjate bien que la pregunta no es: ¿Hemos llevado a cabo nuestros compromisos prácticos? Esta última pregunta es tajante; sí o no; blanco o negro; todo o nada. La primera da lugar al proceso y al pro- greso y permite que el grupo pueda celebrar los logros obtenidos, por pequeños que estos puedan ser. Una vez hecha esta revisión de los compromisos prác- ticos puede procederse a compartir los aprendizajes acontecidos desde el último encuentro.
  • 9. 9 3 . H A C E R P Ú B L I C O S L O S C O M P R O M I S O S . Creo que es importante que el grupo actúe como una estructura de rendición de cuentas. Si los participan- tes verbalizan cuáles son los compromisos que han decidido tomar, el resto de las personas puede orar por ello y, tal y como dice el libro de Hebreos, “estimularse mutuamente al amor y a la práctica del bien”. 4 . T E N E R U N T I E M P O P A R A C O M P A R T I R M O T I V O S D E O R A C I Ó N Y O R A R P O R E L L O S . Los participantes pueden, libremente, compartir mo- tivos de oración y posteriormente todo el grupo orar por los mismos. 5 . C O M E N T A R A S P E C T O S L O G Í S T I C O S . Recordar lugar, fecha y hora del próximo encuentro y cualquier otra información que pueda ser importante, necesaria o significativa para los participantes. 6 . T I E M P O I N F O R M A L . Siempre cae bien acabar con un tiempo informal ¡Per- fecto si hay café!
  • 10. 10 E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . . Los que sufrían algún mal M A T E O 4 : 2 3 - 2 5 Texto base «Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas judías. Anunciaba la buena noticia del Reino y curaba toda clase de enfermedades y dolencias de la gente. Su fama se extendió por toda Siria, y le traían a todos los que padecían algún mal: a los que sufrían diferentes enfermedades y do- lores, y también a endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y Jesús los curaba. Así que lo seguía una enorme muchedum- bre procedente de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la orilla oriental del Jordán» (Mateo 4:23-25). Idea principal JESÚS MINISTRA LAS NECESIDADES INTEGRALES DEL SER HUMANO. Quiénes eran Parece ser que la fama de Jesús se había extendido por todas las regiones cercanas a Galilea y, consecuentemente, todo tipo de personas que sufrían diferentes enfermeda- des, dolencias e incluso posesiones demoníacas salieron al encuentro del Maestro para que éste las sanara.
  • 11. 11 Vale la pena mencionar que Mateo hace una distinción entre epilépticos y endemoniados. Contrariamente a lo que muchas personas actualmente creen, los antiguos no eran personas ignorantes y sin cultura que confundían las en- fermedades mentales con posesiones del Diablo. Se consi- deraba una posesión cuando un espíritu maligno tomaba el control de un individuo, actuaba y hablaba a través del mismo, independientemente de su conciencia y voluntad. En qué circunstancias se encontraron con Jesús Mateo nos relata que Jesús abandonó Capernaum y comen- zó un ministerio itinerante por Galilea, zona en la que es- taba situada la población que ahora nos ocupa. El Maestro fue visitando las sinagogas de todos los lugares, anunciando en cada una la buena noticia del Reino de Dios, además, añade el evangelista, sanaba a las personas de toda clase de enfermedades y dolencias. Sin duda, la noticia se extendió por toda la región, y los ha- bitantes de las zonas vecinas de Siria y Decápolis, que eran de población gentil no judía, trajeron a Jesús personas que sufrían todo tipo de dolencias o que estaban endemoniadas. Él curó y ministró a todos ellos. Es importante notar que Jesús llevó a cabo un ministe- rio total para con las personas, lo que hoy en día algunos teólogos denominan la misión integral. Él no solamente predicaba, no estaba preocupado exclusivamente por las necesidades espirituales, sino que también sanaba y liberaba a aquellos que estaban sometidos a posesión demoníaca. El Maestro tenía un acercamiento integral a las necesidades de las personas con las que se encontraba.
  • 12. 12 Qué impacto produjo el encuentro en sus vidas Cada persona recibió de Jesús aquello que necesitaba. Algunos recibieron la buena noticia del Reino de Dios, del interés que el Padre tiene por todo ser humano y su deseo de reconciliarse con ellos. Otros, sin embargo, fueron sanados de enfermedades, cu- rados de sus parálisis y liberados de su opresión espiritual. También estos recibieron aquello que buscaban y necesi- taban. En ocasiones, hacemos lecturas «espiritualistas» de estos pasajes y damos por sentado que el Maestro no sólo los sanó, sino que también les predicó el evangelio. En bue- na parte esto se debe a nuestro propio paradigma teológico que nos indica que todo aquello que no sea la clara y direc- ta predicación del mensaje de salvación debe, como mínimo, preparar y allanar el camino para la misma, en caso contra- rio, carece de sentido e incluso, para algunos, de valor. Pero son muchas las evidencias en los relatos de los evange- listas que nos muestran que muchas veces no fue así. Hubo situaciones en las que Jesús sanó y no predicó, y otras en las que predicó y no sanó. En cada momento, en su discerni- miento, Jesús ministró a cada persona según su necesidad y cada uno de ellos fue visto por Él como un ser humano in- tegral, no como un alma que necesitaba ser salvada. Dios no salva almas, Él está interesado en la salvación de personas. Qué aplicación tiene para nosotros Hay dos aplicaciones importantes que este encuentro tiene para nosotros. En primer lugar, como en la vida de aquellas
  • 13. 13 personas que sufrían necesidad, Jesús quiere ministrarnos y satisfacer nuestras carencias de una forma integral. Él está preocupado por nuestra dimensión espiritual, naturalmen- te, pero también lo está por nuestras relaciones, nuestras emociones, nuestras necesidades físicas. Jesús quiere que nos acerquemos a Él como somos y con aquello que nece- sitamos. La promesa es que seremos ministrados acorde a nuestra necesidad, lo cual no necesariamente significa que lo seremos acorde a nuestros deseos. En segundo lugar, el pasaje de Mateo nos habla de algo especialmente precioso; nos cuenta de aquellos que llevaron hasta Jesús a los enfermos, a los lisiados, a los epilépticos y a los endemoniados. Nos menciona a personas que tuvieron el suficiente interés y preocupación por aquellos que, de- bido a su incapacidad, impotencia o ignorancia, no podían tener aquel encuentro transformador. Esto nos reta a pensar en todos aquellos a nuestro alrededor que precisan de esta oportunidad transformadora y que sólo podrán tener si no- sotros, conscientes de su ignorancia, impotencia y/o necesi- dad, les ayudamos a acercarse a Jesús. Preguntas de aplicación • Jesús quiere ministrarte hoy en tus necesidades ¿Cuáles son? ¿En qué áreas necesitas ser ministrado y transformado por el Maestro? • Toma un tiempo para hablar con Él. Piensa que te ve de forma integral, que todo en ti le preocupa y le concierne. Habla con Jesús acerca de tus necesida- des, pídele que te ministre.
  • 14. 14 • ¿Qué personas hay a tu alrededor que necesitan acercarse a Jesús, pero no tienen quién les lleve? ¿Cuál es tu responsabilidad hacia ellos? ¿Qué puedes hacer por ellos? Mi oración Señor, la lectura de esta meditación genera en mí una actitud de gratitud por tu interés integral por mí, por cada aspecto de mi vida, de mi ser. Gracias porque no me ves únicamente como un alma necesitada de ser salvada, sino como un ser humano al que quieres restaurar y redimir de forma integral. Pero también mueve en mí un deseo de ser más sensible y comprometido con aquellos que hay a mi alrededor y que nunca tendrán la oportunidad de acercarse a Ti a menos que yo sea intencional en ayudarles.
  • 15. 15 E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . . Jairo M A R C O S 5 : 2 1 - 4 2 ; L U C A S 8 : 4 0 - 5 6 Texto base «Al regresar Jesús a la otra orilla, se reunió en torno a él mucha gente junto al lago. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, que, al ver a Jesús, se postró a sus pies, suplicándole insisten- temente: — Mi hija se está muriendo; pero si tú vienes y pones tus manos sobre ella, se salvará y vivirá. Jesús fue con él. Iba también una gran multitud, que seguía a Jesús y casi lo aplastaba. Entre la gente se encontraba una mujer que desde hacía doce años padecía hemo- rragias. Había sufrido mucho a manos de muchos médicos y había gastado en ellos toda su fortuna, sin conseguir nada, sino ir de mal en peor.Aquella mujer había oído hablar de Jesús y, confundiéndose entre la gente, llegó hasta él y por detrás le tocó el manto, diciéndose a sí misma: «Sólo con que toque su manto, me curaré». Y, efectivamente, le desapareció de inmediato la causa de sus hemorragias y sintió que había quedado curada de su enfermedad. Jesús se dio cuenta en seguida de que un poder curativo había salido de él; se volvió, pues, hacia la gente y preguntó: — ¿Quién ha tocado mi manto? Sus discípulos le dijeron: — Ves que la gente casi te aplasta por todas partes ¿y aún preguntas quién te ha tocado? Pero él seguía mirando alrededor para descubrir quién lo había hecho. La mujer, entonces, temblando de miedo porque sabía lo que le había pasado, fue a arrodillarse a los pies de Jesús y le contó toda la verdad. Jesús le dijo: — Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, libre ya de tu enfermedad. Aún estaba hablando Jesús, cuando llegaron unos de casa del jefe de la sinagoga a decirle a este: — Tu hija ha muerto. No molestes más al Maestro. Pero Jesús, sin hacer caso de aquellas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: — No tengas miedo. ¡Sólo ten fe! Y sin per- mitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y su hermano Juan, se dirigió a casa del jefe de la sinagoga. Al llegar vio el alboroto
  • 16. 16 y a la gente que lloraba dando muchos alaridos.Entró y les dijo: — ¿A qué vienen este alboroto y estos llantos? La niña no está muerta; está dormida. Pero se burlaban de él. Jesús echó a todos de allí y, haciéndo- se acompañar solamente de los padres de la niña y de los que habían ido con él, entró donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: — Talitha, qum, que significa: «Muchacha, a ti me dirijo: levántate». La muchacha, que tenía doce años, se levantó al punto y echó a andar. Y la gente se quedó atónita» (Marcos 5:21-42). Idea principal LA CONFIANZA EN JESÚS HA DE VENCER OBSTÁCULOS. Quién era Jairo era uno de los responsables de la sinagoga local –no sabemos con exactitud de qué población- pero el contex- to parece indicar que se trataba de Capernaum, localidad habitual de Jesús. Todas las sinagogas tenían al menos dos personas responsa- bles, aunque como vemos en Hechos 13:15, el número podía variar. Por un lado, existía la figura del jefe o presidente, quien tenía la responsabilidad de guiar el culto y la ins- trucción, y por otro, el asistente, quien se responsabilizaba de todo lo relacionado con el edificio, su mantenimiento y el contenido del mismo. Los responsables de las sinagogas eran personas laicas, no profesionales de la religión, y eran importantes y respetadas en sus comunidades. Este hombre responsable de la sinagoga tenía una hija de 12 años que, en sus propias palabras, estaba agonizando, razón por la cual él se había acercado hasta Jesús en busca de sanidad.
  • 17. 17 En qué circunstancias se encontró con Jesús El texto de Marcos indica que este episodio tuvo lugar justo a continuación de la liberación del endemoniado en territo- rio gentil. Al volver, el Maestro estaba de nuevo predicando a las multitudes a la orilla del lago cuando apareció Jairo quien, postrándose a los pies de Jesús, le expuso su necesi- dad. Esta actitud, que mostraba no solo una gran necesidad, sino sobre todo humildad y respeto, contrastaba con la que habitualmente tanto los fariseos como los escribas solían tener hacia el Señor. Carecemos de información por parte del texto bíblico acerca de si Jairo y Jesús ya se conocían. Lo que sí podemos deducir es que aquel hombre tenía una clara confianza y creencia en la capacidad de Jesús para sanar a su moribunda hija. El Maestro decidió ir con Jairo hasta su casa, una gran mul- titud los acompañaba. Eran tantos que le empujaban y opri- mían por doquier (precisamente en esta situación se produ- jo el incidente de la mujer que fue curada de hemorragias). Si lo pensamos bien, este episodio debió suponer una decepción para Jairo. La situación era urgente y apremiaba que el Maestro, cuanto antes, pudiera estar en la casa para intentar salvar a la niña. Jesús, sin embargo, decidió dete- nerse, averiguar qué había pasado y confrontar después a la mujer. Nosotros podemos leer esto en tan sólo un minuto, pero debemos tener en cuenta que aquello debió durar un buen rato. Para Jairo, toda una eternidad. Podemos ima- ginar la impaciencia, nerviosismo y ansiedad de Jairo ante aquella inesperada interrupción.
  • 18. 18 Pero nuestro protagonista aún tenía que recibir una se- gunda decepción. Algunas personas vinieron desde su casa para comunicarle que la niña había muerto y que no tenía ningún sentido continuar molestando a Jesús. Podemos imaginar el tremendo golpe que esto tuvo que significar para él. Jesús, atento a la situación, le confortó y le dijo que no tuviera miedo, que tuviera confianza y creyera en Él. Cuando llegaron hasta la casa, se encontraron con un panorama desolador: la gente, según leemos en los relatos evangélicos, estaba llorando y gritando. Leemos también que Jesús, sorprendido ante todo aquello afirmó: ¿Por qué alborotáis y lloráis de esa manera? La niña no está muerta, sino dormida. ¿Qué pasaría por la cabeza de Jairo en aque- llos momentos? Qué impacto produjo el encuentro en su vida Aquel hombre recobró a su hija después de muerta. Jesús la resucitó, la sanó y la restauró totalmente. Jairo se dirigió a Jesús porque estaba necesitado de ayuda ante una situación que iba mucho más allá de sus posibilidades y recursos, y porque tuvo la suficiente capacidad para confiar en que el Maestro podía marcar una diferencia en aquella realidad si intervenía. Jairo fue confortado por Jesús y, tal y como he- mos visto anteriormente, su fe fue honrada con la sanidad de su hija. Qué aplicación tiene para nosotros La fe de Jairo fue una fe que tuvo que luchar contra obs- táculos. Primero hubo de enfrentarse al obstáculo de las
  • 19. 19 circunstancias. Aquella mujer hemorrágica, con su interven- ción, les hizo perder a todos unos preciosos minutos, decisi- vos y cruciales para la vida de su hija. No es difícil imaginar que Jairo debió de pensar que, si aquella mujer no hubiera demorado al Maestro, su hija podría estar todavía viva. En segundo lugar, su fe hubo de enfrentarse con la pura y dura realidad. Su hija ya había muerto, no tenía ningún sentido seguir molestando al maestro. Jairo lo había inten- tado, había hecho todo aquello que estaba a su alcance, pero no había sido suficiente: la muerte había triunfado, la realidad se había impuesto. En tercer lugar, su fe se vio confrontada por el realismo de las personas que le rodeaban. Unos, los enviados, le dijeron que no tenía ningún sentido seguir molestando a Jesús. Otros, en la casa, rieron y se burlaron ante la afirmación del Maestro de que simplemente estaba dormida. Esto puede sucedernos también a nosotros, nuestra fe puede encontrarse con obstáculos gigantes que la impidan crecer y florecer. La realidad es muy terca y no puede dejar de ser considerada. Además, tenemos la opinión contraria de aquellos que nos rodean. Ellos se acercan a la realidad de forma desapasionada, objetiva, meridiana y nos intentan convencer de que ciertas cosas simplemente no pueden ser. Frente a la terca realidad y la cruda objetividad de aquellos que nos rodean, lo único que nos queda son las palabras del Maestro de Galilea: «No tengas miedo. Cree solamente».
  • 20. 20 Preguntas de aplicación • ¿Hay obstáculos contra los que tiene que luchar tu fe? ¿Cuáles son? Identifícalos. • ¿Qué te dice la realidad al respecto? • ¿Cuál es la opinión objetiva de los que te rodean? • ¿Qué te dice Jesús en esta situación? ¿Cómo se pue- den aplicar sus palabras, «tú no tengas miedo, cree solamente»? Mi oración Señor, en ocasiones me siento como Jairo, miro a la rea- lidad a mi alrededor y me desanimo; miro a las circuns- tancias y me veo superado por ellas. Además, ¡Hay tantas personas cercanas que tratan de imponerme su realismo y objetividad y desanimar mi fe! Señor, ayúdame a creer y confiar en Ti a pesar de todo ello. A no ignorar ni la rea- lidad ni las voces de mi entorno, pero a saber vivir por encima de ellas.
  • 21. 21 E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . . Gente a la que Jesús alimentó J U A N 6 Texto base Juan capítulo 6 Idea principal JESÚS NOS CONFRONTA CON NUESTRAS NECESIDADES Y MOTIVACIONES. Quiénes eran Se trata de una parte de las personas que habían sido ali- mentadas por Jesús en la orilla del mar de Galilea, opuesta a la ubicación de la ciudad de Capernaum. El episodio de la alimentación es recogido por los cuatro evangelistas, y se produjo a causa de la gran multitud de personas que le habían seguido hasta aquel lugar para oír sus enseñanzas. Jesús, al ver la situación de necesidad de la gente, decidió actuar y les alimentó. El texto de Juan nos dice que, a raíz de esta intervención milagrosa del Maestro, un buen núme- ro de ellos le siguieron. Al encontrarlo, se produjo un intere- sante diálogo entre ellos.
  • 22. 22 En qué circunstancias se encontraron con Jesús Estas personas que, como hemos visto, habían sido alimen- tadas por Jesús, le seguían y le estuvieron buscando de forma infructuosa para hacerlo rey, según narra Juan. Al no poder encontrarlo, le siguieron en barca hasta Capernaum, una de las bases donde el Maestro habitualmente recalaba. La búsqueda por fin dio sus frutos y encontraron a Jesús en la sinagoga de la población. Qué impacto produjo el encuentro en sus vidas Aquellas personas fueron doblemente confrontadas, primero acerca de sus auténticas motivaciones para buscar a Jesús y después sobre las auténticas necesidades que Él deseaba ministrar. Fueron confrontados en sus motivaciones. El Maestro clara- mente les dijo que no había un impulso espiritual detrás de su deseo de encontrarle. No venían tras Él porque hubieran visto sus grandes obras y esto les hubiera hecho plantearse cuestiones sobre la identidad del Señor. Su motivación, tal y como les hizo ver, era puramente material. Jesús los había alimentado y, con ello, ministrado en sus necesidades ma- teriales; ellos querían hacerlo rey, naturalmente, para tener estas necesidades siempre cubiertas. Ellos habían percibido únicamente la forma del milagro, pero habían perdido totalmente la razón y el fondo del mismo. La alimentación pretendía sin duda satisfacer una necesidad física, pero ante todo procuraba ser una señal de la identidad mesiánica de Jesús. Ellos tan sólo percibieron
  • 23. 23 las ventajas que podría proporcionar un rey que les alimen- tara gratuitamente cada día. Jesús pone de manifiesto cuán fatuos son sus deseos. Inclu- so el maná, el sueño que mencionaron aquellas gentes, era tan sólo un espejismo, ya que todos los que comieron de él murieron irremisiblemente. Jesús les confronta con sus auténticas necesidades. Ellos le hablan de comida material, Él les responde hablándoles de la vida eterna. No es que Jesús desprecie las necesidades materiales, no olvidemos que acababa de satisfacerlas, sim- plemente intenta que vayan más allá y tengan la capacidad de ver las necesidades más profundas de todo ser humano. Jesús se ofrece a sí mismo como la única satisfacción posi- ble para las necesidades más profundas de toda persona. El que viene del cielo, afirma refiriéndose a sí mismo, es el que soluciona las necesidades íntimas y profundas de toda per- sona; por eso nos invita a creer en Él, aceptarle y seguirle. Al verse confrontada, la gente respondió. Cuestionaron la identidad de Jesús y pidieron más intervenciones milagrosas que estuvieran, de nuevo, relacionadas con sus necesidades materiales. Encontraron demasiado difíciles y exigentes sus enseñanzas y desde aquel momento muchos dejaron de seguirle. Una cosa es que Jesús satisficiera sus necesidades materiales, otra diferente era aceptar sus exigencias morales y de estilo de vida. También los doce fueron confrontados clara y abiertamente por Jesús y recibieron la invitación a dejarle si sus exigencias eran demasiado fuertes para ellos.
  • 24. 24 Qué aplicación tiene para nosotros Cuando nos acerquemos a Jesús es muy posible que sufra- mos el mismo proceso que experimentó aquella gente a la que Él alimentó. En primer lugar, nos veremos confrontados con nuestras motivaciones. ¿Qué nos impulsa para acercar- nos al Señor? Acercarse hasta Él porque nos sentimos nece- sitados es legítimo y honesto. Jesús mismo afirmó que nadie se acerca al médico a menos que se sienta enfermo. En segundo lugar, nos veremos confrontados con nuestras necesidades más profundas. No sería justo decir con nues- tras auténticas necesidades, ya que todas las necesidades son auténticas en tanto que existen. Sin embargo, es muy posible que Jesús nos diga que, aun siendo importantes, hay otras más profundas y prioritarias de las que quiere cuidar- nos. Esto puede producir en nosotros una reacción. Noso- tros, a menudo, vamos buscando sanar el síntoma, Jesús sin embargo irá siempre a la raíz del problema. Nosotros esta- mos preocupados por lo superficial y Él quiere lidiar con lo fundamental y esencial. En tercer lugar, podría darse el caso de que las pretensiones de Jesús de que creamos en Él, le aceptemos y le sigamos, nos parezcan demasiado exigentes. Puede darse el caso de que nos sintamos decepcionados en nuestras expectativas. Fuimos en busca de satisfacción y nos encontramos con exi- gencias morales, éticas, de cambio. Si es así, es posible que decidamos dejar de seguirle y nos mantengamos a distancia de Él. Su precio puede parecernos excesivamente alto.
  • 25. 25 Preguntas de aplicación • ¿Qué te motiva para acercarte a Jesús? ¿Únicamente que satisfaga tus necesidades o también el deseo de seguirle? • ¿Qué te pide Jesús? ¿Qué desea hacer contigo y en tu vida? • ¿Quieres irte tú también? Mi oración Señor, me reconozco a mí mismo en aquellas personas. ¡Cuántas veces he acudido a Ti preocupado por necesi- dades inmediatas y superficiales! ¡Cuántas veces he sido insensible a tu deseo de satisfacer aquellas que son más profundas! Señor, Tú sabes lo que necesito, lo superficial e incluso banal, así como lo más íntimo y profundo. Ayúda- me a acercarme a Ti, saberte escuchar y dejar que ministres a mis necesidades.
  • 26. 26 E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . . Un joven rico L U C A S 1 8 : 1 8 - 3 0 Texto base «Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bue- no? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios. Los mandamientos sabes: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre. Él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico. Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán difícil- mente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Y los que oyeron esto dijeron: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Él les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado nuestras posesiones y te hemos seguido. Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna» (Lucas 18:18-30). Idea principal LA RELIGIOSIDAD, POR INTENSA QUE SEA, NO ES SUFICIEN- TE PARA SER UN DISCÍPULO.
  • 27. 27 Quién era Para poder completar el perfil de este personaje hemos de recurrir a los tres textos de los evangelios sinópticos en los que se habla de él. En Mateo, Lucas y Marcos se menciona que era una persona con grandes propiedades inmobilia- rias. Sin embargo, únicamente el evangelio de Mateo hace mención de que fuera rico, y tan sólo Lucas de que fuera un principal –miembro de la clase dirigente- de los judíos. También se nos hace referencia a la piedad religiosa de aquel hombre. En qué circunstancias se encontró con Jesús Jesús iba de camino hacia Jerusalén, donde iba a enfrentar- se con la cruz. El joven rico tomó la iniciativa de acercarse hasta el Maestro y lo hizo, a juzgar por el texto, de una manera poco usual: llegó corriendo y se puso de rodillas de- lante de Él. Aquel hombre tenía una preocupación genuina, quería saber cómo podía alcanzar la vida eterna, y esto dio pie a un diálogo entre ambos que permitió a Jesús revelar verdades importantes acerca del discipulado. Jesús le explicó la importancia de guardar los mandamien- tos haciendo referencia a los textos de Éxodo 20:12 al 16 y Deuteronomio 5: 16 al 20. Un detalle interesante a tener en cuenta es que el Maestro hace únicamente referencia a los últimos mandamientos del decálogo, aquellos que inciden sobre las relaciones interpersonales. De alguna manera, la observancia de estos mandamientos «visibles» (por decirlo de alguna manera), sería una evidencia suficiente de que ya
  • 28. 28 se estaban observando aquellos otros que son de carácter más íntimo. Maestro, todo eso lo he cumplido desde joven. Esta fue la respuesta de aquel hombre. Desde joven, sin duda, hace referencia a su treceavo cumpleaños, fecha en que para todo judío tenía lugar la celebración de bar mitzvah, donde la persona asumía la responsabilidad de guardar los manda- mientos de la Ley. Marcos menciona un detalle muy signi- ficativo de Jesús: nos dice que Jesús, mirándole, le amó y le lanzó el reto de seguirle en el proceso de ser su discípulo, vendiendo todo lo que tenía, repartiendo con los pobres el importe, siguiéndole y acumulando tesoros en el cielo. Qué impacto produjo el encuentro en su vida Aquel joven, miembro de la rica clase dirigente judía, fue confrontado con el reto de seguir a Jesús y el precio que era necesario pagar para convertirse en su discípulo. Seguir al Maestro es costoso, un precio ha de ser pagado, y ya he- mos visto en ocasiones anteriores cómo diferentes personas reaccionan de maneras diferentes cuando han de enfrentase con semejante realidad. La piedad, la religiosidad, incluso la religiosidad comprometida, no son suficientes para llegar a ser un discípulo del Maestro. El joven hizo una evaluación de la situación. Podemos intentar ponernos en su lugar durante ese proceso. Genui- namente había preguntado a Jesús qué debía hacer para obtener la vida eterna. El Maestro le respondió y él tuvo que proceder a calcular las implicaciones de lo que ganaba y de lo que perdía. En sus ojos, el saldo apareció negativo y, tal y
  • 29. 29 como indica el relato de los evangelios, se fue muy triste y afligido debido a que era muy rico y, por lo tanto, tenía que pagar un precio demasiado elevado. No sólo él resultó impactado por este encuentro, también lo fueron los discípulos. Al ver la reacción del joven, Jesús comentó: ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!, lo cual causó una gran sorpresa entre los seguidores de Jesús, con toda la razón del mundo. La idea predominante entre los judíos era que las riquezas eran una evidencia del favor divino y una recompensa por la piedad de la persona (Job 1:10; 42:10; Salmo 128:1-2; Isaías 3:10), y aunque en las Escrituras se hace referencia a la necesidad de proveer para los pobres (Deuteronomio 15:7-11; Prover- bios 22:22-23), era muy raro que se asociara la pobreza con la virtud o la piedad. Jesús no condenó la riqueza per se, ni tampoco afirmó que hubiera ninguna virtud implícita en la pobreza, tan sólo expresó que para un rico sus riquezas pueden significar un precio muy alto en su camino hacia heredar la vida eterna. Qué aplicación tiene para nosotros Un arquetipo es un modelo o ejemplo universal. En este sentido, el joven rico es un claro ejemplo del arquetipo del discípulo cristiano. Como aquel hombre, es probable que todos nosotros seamos personas genuinamente piadosas e interesadas en ganar la vida eterna. Como Él, hacemos todo aquello que, según nuestra tradi- ción, educación y cultura religiosa, es preciso y necesario
  • 30. 30 para acercarnos a la vida eterna; sin embargo, puede ser que todo eso, siendo bueno, no sea suficiente. Del mismo modo que el joven rico y dirigente, somos invita- dos a seguir a Jesús, convirtiéndonos en sus discípulos en un proceso que dura toda la vida. Este proceso va mucho más allá de la observancia de ciertas reglas o la aplicación de una cierta moral. Consiste en un cambio de nuestra forma de pensar y nuestra forma de vivir. Incluye y abarca todos los aspec- tos: nuestra visión del mundo, nuestros valores y nuestras conductas. Tiene un objetivo final: que Cristo sea formado en nosotros. Este proceso es doloroso e implica ajustes en nuestras vidas y esos ajustes nos llevan a la necesidad de tener que pagar determinados precios. Hay cosas que dejar, relaciones que romper, conductas que desechar, motivaciones que rectifi- car…, etc. La invitación de Jesús a cada uno de nosotros siempre lleva implícita la petición de pagar un precio y comenzar a acu- mular tesoros en el cielo. Cada uno sabe su precio, y cada uno debe hacer su evaluación privada y personal. Jesús nos enfrenta con la lógica del reino de Dios que es contraria a la lógica de nuestra sociedad. Nos invita a perder, a dejar, a abandonar para poder ganar.
  • 31. 31 Preguntas de aplicación • Si tuvieras que comparar tu vida con la de este jo- ven dirigente judío ¿en qué etapa estarías? • ¿Qué precio te está pidiendo Jesús que pagues? • ¿Qué te impide pagarlo? • ¿Es posible seguir a Jesús sin pagarlo? Mi oración Señor, de forma genuina quiero alcanzar la vida eterna. No tengo clara conciencia de que existan en mi vida cosas que no deseo o no puedo dejar; sin embargo, soy consciente de que eso no significa necesariamente que no existan. Por favor, como dice el salmista, examíname y ayúdame a detectar y determinar cualquier obstáculo que se interpon- ga mientras te sigo y dame la integridad para reconocerlo y dejarlo.
  • 32. 32 E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . . E l Sanedrín M A T E O 2 6 : 5 7 - 6 7 ; M A R C O S 1 4 : 5 3 - 6 5 Texto base Los que habían apresado a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sa- cerdote, donde se hallaban reunidos los maestros de la ley y los ancianos. Pedro, que lo había seguido de lejos hasta la mansión del sumo sacerdote, entró también y se sentó junto a los criados para ver en qué terminaba todo aquello. Los jefes de los sacerdotes y el pleno del Consejo Supremo andaban buscando un testimonio falso contra Jesús para condenarlo a muerte. Pero no lo encontraban, a pesar de los muchos testigos falsos que comparecían ante ellos. Finalmente comparecieron dos,que dijeron: — Este ha afirmado: «Yo puedo derribar el Templo de Dios y reconstruirlo en tres días». Levantándose entonces el sumo sacerdote, dijo a Jesús: — ¿No tienes nada que alegar a lo que estos testifican contra ti? Pero Jesús permaneció en silencio. Entonces el sumo sacerdote le conminó: — ¡En nombre del Dios vivo, te exijo que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios! Jesús le respondió: — Tú lo has dicho. Y añadiré que más adelante veréis al Hijo del hombre sentado junto al Todopoderoso y viniendo sobre las nubes del cielo. Al oír esto, el sumo sacerdote se rasgó las vestiduras y exclamó: — ¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testimonios? ¡Ya habéis oído su blasfemia! ¿Qué os parece? Ellos contestaron: — ¡Que merece la muerte! Y se pusieron a escupirlo en la cara y a darle puñetazos mientras otros lo abofeteaban (Mateo 26: 57-67). Idea principal HAY PERSONAS QUE NO SE ACERCAN A JESÚS PARA CONO- CER LA VERDAD SINO PARA JUSTIFICAR SUS PREJUICIOS.
  • 33. 33 Quiénes eran Jesús se encuentra delante del Sanedrín, el consejo legisla- tivo, ejecutivo y judicial del pueblo judío. Ya hemos hablado con anterioridad de él, pero ahora sería interesante conocer un poco más de la historia de esta institución. Fue durante el tiempo de la dominación helenística de Pa- lestina, es decir, tras la caída del Imperio Persa a manos de Alejandro Magno y la posterior división de su herencia entre sus diferentes generales, cuando nació este consejo, a pesar de que los rabinos se esforzaban en vincular su origen a los setenta ancianos nombrados por Moisés. Este consejo estaba encabezado por el Sumo Sacerdote, título que era hereditario. Cuando la dominación romana se instaló en Palestina durante la época de Pompeyo el Grande, el Sumo Sacerdote continuó teniendo el título de gober- nante del país; sin embargo, diferentes reorganizaciones de la provincia por parte de los dominantes romanos le hicie- ron ir perdiendo y ganando jurisdicción. Fue en tiempo de Julio César cuando por primera vez el consejo recibió el nombre de Sanedrín. Durante la época de Jesús, este órgano se había convertido en la suprema corte de justicia. La creencia general es que la pertenen- cia al Sanedrín era de por vida y que los nuevos miembros eran nombrados por los ya existentes o por las autoridades políticas. El Sanedrín sólo tenía autoridad legal en la zona de Ju- dea. Esto explica que mientras Jesús estuviera en Galilea se encontrara fuera del poder de dicho organismo. Sin em- bargo, los estudiosos están de acuerdo en que, sin duda, el
  • 34. 34 Sanedrín tenía una autoridad moral sobre las comunidades judías allí donde estuvieran. Recordemos que en el libro de los Hechos se nos indica que enviaron cartas a las sinagogas de Damasco para que ayudaran a Pablo en su tarea represi- va del cristianismo. El consejo gozaba de una considerable jurisdicción criminal. Podían ordenar arrestos que eran llevados a cabo por sus propios oficiales; podían dictar y ejecutar sus sentencias y, únicamente en los casos de sentencia de muerte, esta debía ser ratificada por el gobernador romano (Juan 18:31). La muerte de Esteban, de la que no nos consta la aprobación romana, debió de ser un caso de linchamiento o bien una extralimitación en sus funciones. En qué circunstancias se encontraron con Jesús Desde los primeros enfrentamientos (Marcos 3:6; Juan 5:18), los enemigos de Jesús habían tramado un complot contra su vida. Sin embargo, sus intenciones solo se con- cretizaron en la semana final de su existencia, después de la entrada triunfal en Jerusalén y el desalojo de los mercaderes del templo. Los textos bíblicos nos indican que el Maestro vivía bajo una constante amenaza de muerte (Juan 7:1; 19 y 25; 8:37; 11:16) y que había escapado a varios intentos de apresarlo (Juan 7:30, 32 y 44; 8:20, entre otros). La cre- ciente popularidad de Jesús entre las masas hacía difícil un arresto público por miedo a la reacción que pudieran tener y, por tanto, cada vez se hacia más plausible la opción de un arresto sorpresa y lejos de la vista de las multitudes. Una vez arrestado, Jesús fue llevado ante el consejo su- premo. Muchos autores consideran que el juicio al que el
  • 35. 35 Maestro fue sometido era totalmente ilegal, ya que la ley prohibía juicios capitales en vísperas de las festividades solemnes y durante la noche. Otras dos cosas sorprenden del juicio al que Jesús fue some- tido: en primer lugar, que fue juzgado no por lo que hubiera hecho, sino por su identidad. Era su identidad, sus afirma- ciones de ser el Hijo de Dios, las que finalmente le conduci- rían a ser condenado. En segundo lugar, el texto menciona que se utilizaron testigos falsos en el intento de declarar culpable a Jesús. Qué impacto produjo el encuentro en sus vidas El Sanedrín ya había juzgado y condenado a Jesús mucho antes de que este fuera llevado ante su presencia. En el evangelio de Juan capítulo 7 aparece narrado el episodio en que Nicodemo, el fariseo que en una ocasión había ido a visitar a Jesús en la noche y que era miembro del con- sejo, presenta sus objeciones ante el hecho de que el Sa- nedrín hubiera condenado a Jesús sin ni siquiera haberlo escuchado. Los miembros del consejo estaban únicamente interesados en encontrar el modo legal para justificar la condena que ya habían decidido y que estaba en sus mentes. Intentaron que las propias palabras dichas por Jesús pudieran ser usadas en su contra y maniobraron una y otra vez en dicho sentido. Por eso, vemos que le preguntaron de forma clara y directa acerca de su identidad mesiánica y, precisamente por su respuesta, por la afirmación de su identidad, fue condenado. El Maestro no fue declarado culpable por sus buenas obras
  • 36. 36 y acciones; lo fue, precisamente a pesar de todas ellas, por afirmar su condición de Hijo de Dios. La declaración mesiánica de Jesús, clara y contundente, que tantos y tantos milagros habían probado a lo largo de su vida pública, no tuvo ningún impacto sobre las vidas de los miembros del Sanedrín. Ellos no estaban en absoluto interesados en saber quién era Jesús, únicamente deseaban encontrar la manera de justificar sus propios prejuicios. Qué aplicación tiene para nosotros Muchas personas se acercan a Jesús cargadas con sus pre- juicios. Es interesante la definición que hace el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española de esta palabra: un prejuicio es una opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal. Cierta- mente es una descripción interesante. El prejuicio condiciona no sólo la manera en que la persona se acerca a los hechos, sino también los resultados que ob- tendrá de los mismos. No importa la cantidad de evidencia e indicios que la realidad presente, estos serán reinterpretados en base al prejuicio o, simplemente ignorados. Las personas que se acercan al Maestro con prejuicios no están en absoluto interesadas en conocer la verdad. Antes de acercarse a Él ya han tomado una decisión con respecto a quién es Él, a cuál es su identidad y nada ni nadie podrá cambiar esa decisión tomada antes del examen de la reali- dad. Más bien, al contrario, es muy posible que se acerquen a esta realidad en busca de cualquier indicio, dato o pieza de información que pueda justificar y dar soporte a la idea
  • 37. 37 ya formada en sus mentes. No hay peor ciego, afirma el refrán, que aquel que no quiere ver. O como reza una frase atribuida a Lenin: si la realidad no concuerda con nuestra teoría, ¡Peor para la realidad! No es difícil ver los prejuicios actuando en la vida de los miembros del Sanedrín y cómo estos deformaban su vi- sión de la realidad. Posiblemente, sin embargo, los mismos prejuicios pueden afectarnos a nosotros y, sin duda, cuando esto sucede son más difíciles de reconocer y aún más de aceptar. Puede darse el caso de que nosotros nos acerquemos a la Palabra de Dios sin tener un auténtico interés en lo que ella pueda o quiera decirnos. Hay ocasiones en que ya hemos tomado una decisión respecto a lo que queremos hacer en nuestras vidas y, consecuentemente, no estamos interesados en la opinión que Dios pueda tener al respecto. Así pues, tratamos de encontrar en la Biblia justificación para nues- tros intereses o simplemente pasamos de escuchar la voz de Dios para poder hacer aquello que nuestros intereses nos impulsan a llevar a cabo. Preguntas de aplicación • Piensa de nuevo –léela si es necesario- en la defini- ción de prejuicio. ¿Hay prejuicios en tu vida? ¿Pue- des identificarlos? • ¿Cómo te acercas a la Palabra de Dios?, ¿en busca de confirmación para tus ideas o con apertura a escu- char su voz, incluso cuando esta esa contraria a ti, lo que piensas o tus intereses?
  • 38. 38 • ¿Cuál es el mejor antídoto contra los prejuicios? • ¿Cómo podemos ayudar a superar los prejuicios que mucha gente tiene con respecto a Jesús? Mi oración Señor, que fácil es para mí ver los prejuicios que los otros tienen. Soy rápido en detectarlos, señalarlos e incluso condenarlos, pero ¿qué pasa con los míos propios? Señor, cuántas veces me he acercado a Ti, no en búsqueda ho- nesta de lo que deseas para mi vida sino más bien para justificar mis ideas y decisiones ya tomadas de antemano. Cuántas veces he ignorado la realidad y sus evidencias, y he cerrado los ojos ante ellas aferrándome a mis ideas pre- concebidas. Ayúdame a acercarme a Ti en búsqueda abierta y honesta de aquello que deseas para mí.
  • 39. 39 E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . . Pilato J U A N 1 8 : 2 8 - 1 9 : 1 6 Texto base «Condujeron a Jesús de casa de Caifás al palacio del go- bernador. Era muy de mañana. Los judíos no entraron en el palacio para no contraer una impureza legal que les habría impedido participar en la cena de Pascua. Por eso tuvo que salir Pilato para preguntarles: — ¿De qué acusáis a este hombre? Ellos le contestaron: — Si no fuese un criminal, no te lo habríamos entregado. Pilato les dijo: — Muy bien, lleváoslo y juzgadlo según vuestra ley. Los judíos replicaron: — Nosotros no tenemos autoridad para dar muerte a nadie. Y es que tenía que cumplirse lo que Jesús había anunciado sobre la clase de muerte que iba a sufrir. Entonces Pila- to volvió a entrar en su palacio, mandó traer a Jesús y le preguntó: — ¿Eres tú el rey de los judíos? Contestó Jesús: — ¿Me haces esa pregunta por tu cuenta o te la han sugerido otros? Pilato replicó: — ¿Acaso soy yo judío? Son los de tu propia nación y los jefes de los sacerdotes los que te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho? Jesús respondió: — Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, mis servidores habrían luchado para librarme de los judíos. Pero no, mi reino no es de este mundo. Pilato insistió: — Entonces, ¿eres rey? le respondió: — Soy rey, como tú dices. Y mi misión consiste en dar testimonio de la verdad. Precisamente para eso nací y para eso vine al mundo. Todo el que ama la ver- dad escucha mi voz. Pilato repuso: — ¿Y qué es la verdad?
  • 40. 40 Dicho esto, Pilato salió de nuevo y dijo a los judíos: — Yo no encuentro delito alguno en este hombre. Pero como tenéis la costumbre de que durante la fiesta de la Pascua os ponga en libertad a un preso, ¿queréis que deje en libertad al rey de los judíos? Ellos, entonces, se pusieron de nuevo a gritar: — ¡No, a ese no! ¡Deja en libertad a Barrabás! Así pues, Pila- to se hizo cargo del asunto y mandó que azotaran a Jesús. Los soldados trenzaron una corona de espinas y se la pusie- ron en la cabeza. Le echaron también sobre los hombros un manto de púrpura y, acercándose a él, decían: — ¡Viva el rey de los judíos! Y le daban bofetadas. Salió de nuevo Pilato y les dijo: — Mi- rad, os lo voy a presentar para dejar claro que no encuentro delito alguno en él. Salió, pues, Jesús llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Pilato les dijo: — ¡Este es el hombre! Al ver a Jesús, los jefes de los sacerdotes y sus esbi- rros comenzaron a gritar: — ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! Pilato insistió: — Tomadlo vosotros y crucificadlo; yo no encuentro delito alguno en él. Los judíos replicaron: — Nosotros te- nemos una ley, y según ella debe morir, porque ha querido hacerse pasar por Hijo de Dios. Al oír esto, Pilato sintió aún más temor. Entró de nuevo en el palacio y preguntó a Jesús: — ¿De dónde eres tú? Jesús ni siquiera le contestó. Pilato le dijo: — ¿Cómo? ¿Te niegas a contestarme? ¿Es que no sabes que tengo autori- dad tanto para dejarte en libertad como para hacerte cru- cificar? Jesús le respondió: — No tendrías autoridad alguna sobre mí si Dios no te la hubiera concedido; por eso, el que me ha entregado a ti es mucho más culpable que tú. Desde ese momento, Pilato intentaba por todos los medios poner a Jesús en libertad. Pero los judíos le gritaban: — Si lo pones
  • 41. 41 en libertad, no eres amigo del emperador. El que pretende ser rey se enfrenta al emperador. Al oír esto, Pilato mandó sacar fuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el lugar conocido con el nombre de «Enlosado», que en la lengua de los judíos se llama «Gábata». Era el día de preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Pilato dijo a los judíos: — ¡Aquí tenéis a vuestro rey! Pero ellos comenzaron a gritar: — ¡Quí- talo de en medio! ¡Crucifícalo! Pilato insistió: — ¿Cómo voy a crucificar a vuestro rey? Pero los jefes de los sacerdotes replicaron: — Nuestro único rey es el emperador romano. Así que, al fin, Pilato se lo entregó para que lo crucificaran» (Juan 18:28 - 19:16). Idea principal JESÚS HACE QUE NUESTRAS CONVICCIONES SEAN PUESTAS BAJO PRESIÓN. Quién era Poncio Pilato, también conocido como Pilatos (en latín, Pontius Pilatus), fue prefecto de la provincia romana de Judea entre los años 26 y 36 de nuestra era. Los detalles de su biografía antes y después de su nom- bramiento como prefecto son desconocidos, pero han sido suplidos por la leyenda, la cual incluye el supuesto nombre de su esposa, Santa Procula (fue canonizada como santa por la Iglesia Ortodoxa) y el probable lugar de nacimiento de Pilatos en Tarraco, la actual ciudad de Tarragona (Espa- ña). En el ámbito estrictamente histórico, sabemos que fue
  • 42. 42 designado procurador de Judea por Tiberio, a instancias de su prefecto pretorio, Lucio Elio Sejano, conocido por su talante antisemita. Pilato intentó romanizar Palestina sin éxito, introduciendo imágenes de culto al César, y trató de construir un acue- ducto con los fondos del templo. Esto provocó una airada reacción por parte de los judíos que fue interpretada por el procurador como una seria afrenta al poder y autoridad romana, por lo que decidió darles una buena lección. Des- tacamentos de soldados romanos practicaron una auténtica matanza entre los alborotadores y entre peregrinos que ofrecían los sacrificios en el templo de Jerusalén. La sangre de los sacrificios y de los fieles se juntó a los pies del altar del templo. La noticia de esta matanza no sólo provocó una gran re- acción en toda Judea, sino que llegó también a la misma Roma. Sin embargo, Pilato recibió la protección de su men- tor, Sejano, que como hemos mencionado era un notable antisemita. Aún así, las intrigas políticas en la capital del Imperio hicieron que Sejano perdiera el poder y fuera ejecu- tado junto con sus colaboradores. La política imperial hacia los judíos cambió y se enfocó hacia la tolerancia. Pilato, cuyos vínculos con el ahora traidor Sejano eran por todos conocidos, se encontró en una posición política débil. Los dirigentes judíos del pueblo supieron utilizar muy bien en beneficio propio esta precaria posición de Pilato, y cuan- do se resistió a condenar a Jesús lo acusaron de ser enemigo del emperador. Sin duda, nada podía causar más inquietud en el procurador que una acusación de ese tipo.
  • 43. 43 En qué circunstancias se encontró con Jesús El encuentro tuvo lugar después del simulacro de juicio ante el Sanedrín, en el cual Jesús fue condenado a muerte. A pe- sar de haberlo sentenciado a la pena capital, las autoridades judías no tenían la autoridad para ejecutar a ningún reo, ese era un privilegio que pertenecía únicamente al ocupante romano. Así pues, a pesar de todas sus ganas de ajusticiar a Jesús, precisaban de la aprobación del procurador romano ante el cual llevaron su caso. Jesús fue conducido ante el palacio del procurador. Sin duda, debía de tratarse de la torre Antonia, una poderosa fortaleza construida por los romanos en las cercanías del templo de Jerusalén para albergar a la guarnición romana que controlaba la ciudad y el orden público. Pilato, debido a su repugnancia hacia el pueblo judío, gobernaba la pro- vincia desde Cesarea, a orillas del Mediterráneo, una ciudad ampliamente romanizada, pero en aquellos momentos se encontraba en Jerusalén debido a la proximidad de la fiesta de la Pascua. Era precisamente esta cercanía de la fiesta (era la víspera) la que hizo que los acusadores de Jesús no desearan entrar en la residencia de Pilato, de haberlo hecho habrían quedado ritualmente impuros y, consecuentemente, no habrían esta- do en condiciones de celebrar la Pascua. El procurador debía salir para encontrarse con ellos y tratar el asunto. Jesús fue entregado al Procurador y éste procedió a interrogarlo.
  • 44. 44 Qué impacto produjo el encuentro en su vida Sin duda, de los textos bíblicos se deduce que Pilato era un buen conocedor de la naturaleza humana. No le fue difícil discernir las auténticas motivaciones por las cuales Jesús había sido juzgado y condenado. Tampoco le fue difícil apreciar la total inocencia del Maestro. El procurador se encontraba juzgando a un inocente que había sido llevado ante él por oscuras razones políticas. Jesús debió de producir un gran impacto en Pilato. El go- bernante romano era una persona carente de escrúpulos. Como hemos visto, había perpetrado matanzas de judíos con el único propósito de afianzar la autoridad de Roma. Condenar o no a un inocente no debía ser algo que le preocupara excesivamente y, además, podría ser una buena posibilidad de congraciarse con las autoridades locales y seguir la nueva política del Imperio, la tolerancia hacia los judíos y su religión. Sólo ese impacto explica sus deseos de salvar a Jesús y dejarlo libre. Reconoció la total ausencia de delito en Jesús y así lo manifestó públicamente a sus acusadores. Sabía de su inocencia y de las motivaciones de los judíos. Además, había recibido una clara advertencia de parte de su mujer acerca de la inocencia del acusado. Realmente, en honor a la verdad, hemos de reconocer que el procurador hizo todo lo que estaba a su mano, incluso intentó eludir la respon- sabilidad de juzgarlo y, al enterarse de su origen galileo, pretendió que lo hiciera Herodes, quien ejercía la autoridad sobre aquella parte del territorio de Palestina.
  • 45. 45 Pilato recibió fuertes presiones para someterse a los deseos de los que buscaban la muerte de Jesús. El Maestro fue acusado de ser un alterador del orden público, de proclamar que no debía pagarse tributo al emperador romano y de haberse proclamado rey. Los argumentos parecían de sufi- ciente peso para que un gobernador poco escrupuloso como Pilatos tuviera el camino allanado para condenar a muerte a Jesús, sin embargo, a pesar de esas presiones continuó resistiendo y negándose a condenar a un inocente. Pero los dirigentes del pueblo judío no estaban dispuestos a soltar su presa simplemente por súbita sensibilidad de la conciencia del procurador. Probablemente, como hemos mencionado al describir a Pilato, los dirigentes judíos eran conscientes de la precaria situación política en que éste se encontraba. Amigo de Sejano, aquel que había intentado derrocar a Tiberio y había pagado con su vida sus pretensio- nes, Pilato sería muy sensible a la última de las presiones, si liberas a este no eres amigo del emperador. Aquello fue demasiado para él y, conocedor de su vulnera- ble situación, accedió a los deseos del pueblo manipulado por sus dirigentes, entregando así a Jesús para que fuese ejecutado. Hizo el acto simbólico de lavarse las manos, como si con ello pudiera limpiarse de la culpabilidad de sucumbir a las presiones políticas y ajusticiar a un inocente. Pilato sabía lo que era correcto; el procurador sabía lo que era justo y lo que era verdad, pero su interés personal y las presiones recibidas fueron mucho más poderosas y sucum- bió ante ellas.
  • 46. 46 Qué aplicación tiene para nosotros Todos nosotros, a diferente nivel, nos hemos visto, nos esta- mos viendo o nos veremos ante una disyuntiva similar a la que tuvo que enfrentar Pilato. Situaciones en las que podemos distinguir con claridad me- ridiana lo correcto de lo incorrecto. Situaciones en las que podemos identificar la verdad y distinguirla de la mentira y del error. Situaciones en las que nos damos cuenta de cuál es el camino más apropiado que deberíamos seguir. Nuestra conciencia nos lo indica, nuestro corazón nos lo confirma, la realidad lo grita, sin embargo…. Sin embargo, a pesar de todo lo dicho en el párrafo ante- rior, sucumbimos. En ocasiones lo hacemos por puro interés personal, un interés que hace que quede de lado todo lo demás; en otras, lo hacemos cediendo ante las presiones, presiones que nos ponen en una situación de riesgo que no deseamos asumir. Nuestra respuesta a veces es una respuesta de activa invo- lucración en hacer aquello que sabemos que no es correc- to, pero nos gratifica o interesa; otras, es más similar a la actitud de Pilato, nos lavamos las manos con la pretensión de aparentar que no estamos de acuerdo con lo que otros hacen. Este lavarse las manos nos hace sentir que somos moralmente superiores a aquellos que siguen lo incorrecto, que estamos por encima de ellos, pero es pura hipocresía porque, como en el caso del procurador, los otros no po- drían hacerlo sin nuestra cobardía disfrazada de indigna- ción, sin que nosotros previamente hubiéramos rendido nuestras convicciones íntimas ante sus presiones.
  • 47. 47 Nuestras convicciones se verán a menudo bajo presión. La tentación es ceder de una manera u otra: ceder haciendo lo malo, o ceder por cobardía debido al miedo de enfrentarnos a los que desean hacer el mal. Lavarnos las manos no nos eximirá de responsabilidad. Preguntas de aplicación • ¿Estás viviendo situaciones en las que tus conviccio- nes están sometidas a presión? • Si la respuesta es afirmativa ¿qué presiones estás recibiendo, y de quién proceden? • ¿Cuáles serían las consecuencias de sucumbir? • ¿Cuál es el precio a pagar por no sucumbir? • ¿Qué ayuda puedes encontrar en la Escritura para po- der soportar esas presiones y hacer lo que es correcto? Mi oración Señor, ciertamente me siento reflejado en la situación de Pilato. En ocasiones sucumbo ante las presiones del entor- no y de los demás. Soy consciente del bien pero, como dice Pablo, opto por seguir el mal. No puedo justificarlo Padre y en el fondo de mi ser no deseo hacerlo. Pido que me ayudes a saber identificar cuándo mis convicciones están siendo puestas a prueba; ruego me des el discernimiento y la cla- ridad de mente para verlo y, sobre todo, para poderlo llevar ante Ti, pues únicamente Tú, cuando la presión es fuerte, puedes ayudarme a sobreponerme y vencer.
  • 48. 48 E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . . Herodes L U C A S 2 3 : 6 - 1 2 Texto base «Pilato, al oír esto, preguntó si Jesús era galileo. Y cuando supo que, en efecto, lo era, y que, por tanto, pertenecía a la jurisdicción de Herodes, se lo envió, aprovechando la oportunidad de que en aquellos días Herodes estaba tam- bién en Jerusalén. Herodes se alegró mucho de ver a Jesús, pues había oído hablar de él y ya hacía bastante tiempo que quería conocerlo. Además, tenía la esperanza de verle hacer algún milagro. Así que Herodes preguntó muchas cosas a Jesús, pero Jesús no le contestó ni una sola palabra. Tam- bién estaban allí los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley acusando a Jesús con vehemencia. Por su parte, Herodes, secundado por sus soldados, lo trató con desprecio y se burló de él. Lo vistió con un manto resplandeciente y se lo devolvió a Pilato. Aquel día, Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues hasta aquel momento habían estado enemis- tados» (Lucas 23:6-12). Idea principal HAY PERSONAS QUE SE ACERCAN A JESÚS PORQUE SU PERSONALIDAD LES FASCINA Y DESPIERTA CURIOSIDAD.
  • 49. 49 Quién era Se trata de Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande (quien fue rey de Palestina entre los años 37 al 4 antes de Cristo). Herodes Antipas era hermano de Arquelao. Nuestro protagonista nació en el año 20 antes de Cristo y fue nom- brado tetrarca de la zona de Galilea y Perea, donde reinó desde el año 4 antes de Cristo hasta el 39 de nuestra era. Su jurisdicción abarcaba los territorios donde Jesús y Juan el Bautista ejercieron una buena parte de su ministerio. Cuando Herodes se hizo cargo del poder, tuvo que restau- rar la paz después de las revueltas llevadas a cabo por los judíos. Al igual que su padre, llevó a cabo una gran labor de edificación de ciudades, entre ellas Tiberias. La ciudad reci- bió su nombre del emperador romano Tiberio, fue acabada alrededor del año 25 de nuestra era y Herodes encontró serias dificultades para poblarla debido a que en el proceso de construcción un antiguo cementerio fue removido y, consecuentemente, los judíos consideraban la zona como impura y no querían mudarse a la misma. Herodes tuvo que ofrecer tierras y casas gratis para favorecer la llegada de pobladores. En qué circunstancias se encontró con Jesús Como ya hemos visto anteriormente, durante el juicio de Jesús Pilato hizo todo lo posible por quitarse de encima el problema que la inocencia de Jesús y las presiones de los judíos le causaban. Al enterarse del origen galileo del Maestro lo remitió a Herodes, ya que Galilea estaba bajo su
  • 50. 50 jurisdicción. Herodes se encontraba en aquellos momentos en Jerusalén para la celebración de la inminente pascua. Qué impacto produjo el encuentro en su vida El texto del evangelio nos dice que, al principio, al recibir la noticia de que Jesús le era remitido, Herodes se alegró. El gobernante había oído hablar acerca de Jesús. Era nor- mal, el Maestro se había convertido en un hombre famoso. Su fama y la noticia de los grandes hechos milagrosos que había llevado a cabo le precedían. Por eso Herodes quería hablar con Jesús. No es de extrañar que quisiera preguntarle muchas cosas, que deseara conocer a un personaje tan in- teresante e incluso, que esperara que llevara a cabo alguna obra milagrosa para él. Era una oportunidad magnífica e inesperada. Del relato podemos presumir que Herodes se sentía movido por la fascinación y la curiosidad que le despertaba Jesús. Su personalidad debía de parecerle notable e interesante, digna de poderle dedicar un poco de su monárquico tiempo. Realmente, lo que Herodes buscaba era satisfacer su curio- sidad, buscar el espectáculo, pero no tenía ningún tipo de interés en asuntos espirituales. Probablemente por eso, por la total carencia de un genuino interés espiritual por parte del rey, fue que el Maestro no se dignó a contestar ni una sola de sus preguntas, mucho menos a llevar a cabo obras milagrosas para entretenerle. Aquella actitud silenciosa e indiferente de Jesús no debió de sentarle nada bien al rey, que decidió humillarlo y ve- jarlo delante de los miembros de su corte. El Maestro había decepcionado todas las expectativas que Herodes había
  • 51. 51 depositado en Él y decidió devolverlo a Pilato. El monarca no estaba interesado ni en lo que era justo –la inocencia o culpabilidad de Jesús- ni en su mensaje, tan sólo le movían la curiosidad y el deseo de espectáculo. Parece ser que el único impacto que Herodes recibió como consecuencia de su encuentro con Jesús fue ver su amis- tad con el procurador romano restaurada. Hasta entonces, habían estado enemistados. Qué aplicación tiene para nosotros Han pasado cerca de dos mil años y hoy en día Jesús sigue despertando una gran curiosidad y fascinación en nuestra sociedad. Los estantes de las librerías de la secular y vieja Europa están llenos de nuevos libros acerca de la persona, el mensaje y la identidad de Jesús. Jesús sigue despertando interés y polémica. Muchos de los que se acercan a la figura del maestro de Nazaret no tienen un genuino interés en conocer quién fue realmente y cuáles son los distintivos de sus enseñanzas; todo esto es comple- tamente secundario. Lo que les atrae es el carácter miste- rioso, único y singular de ese enigmático personaje. Esperan que Jesús satisfaga su necesidad de novedad, quieren saber cosas acerca de Él, que les revele misterios ocultos acerca de la vida. Si, además, el Maestro puede hacer algún hecho milagroso para ellos, sería formidable. Sin embargo, Jesús no tiene ni la obligación, ni la respon- sabilidad, ni el deseo de satisfacer nuestra curiosidad y fascinación con su persona. Cuando las motivaciones no son genuinas, lo más probable es que recibamos la indiferencia
  • 52. 52 y el silencio del Maestro. A lo largo de los evangelios vemos una y otra vez como Jesús no se dejaba impresionar, ni mu- cho menos manipular, por las personas. Conocía muy bien el interior de ellas y sabía, como ya hemos visto, discernir las motivaciones más profundas. La decepción que produce este Jesús que calla y muestra indiferencia puede llevar a muchas personas a reaccionar de una manera violenta e in- esperada. La burla, el escarnio, el desprecio hacia el Maestro puede ser la forma en que compensen su orgullo herido. ¿Con qué actitud nos acercamos a Jesús? El Maestro está más que deseoso de hacer conocer cuál es su voluntad, cuáles son sus deseos y propósitos, sin embargo, sólo lo hará con aquellos que se acercan ante Él con las motivaciones correctas. No con aquellos que desean conocer simplemente por curiosidad, sino aquellos que buscan el conocimiento de la voluntad para obedecerla reverentemente, incluso aun- que sea costoso y doloroso. Jesús nos ha revelado una buena parte de su voluntad moral para con nosotros por medio de las Escrituras. Leyéndolas podemos entender qué desea de nosotros, cuáles son sus expectativas con respecto a nuestras vidas. En la medida en que seamos obedientes a esta voluntad moral general para todo creyente, Él nos irá revelando su voluntad específica para nuestras vidas. La obediencia es el mejor camino para que Dios se revele más y más.
  • 53. 53 Preguntas de aplicación • Jesús nos ha hablado por medio de su Palabra y nos ha revelado su voluntad moral y general para todo creyente. ¿Hasta qué punto la conoces?, ¿hasta qué punto la obedeces? • ¿Por qué Jesús debería revelar su voluntad específi- ca a aquellos que no desean obedecer su voluntad moral? • ¿Por qué la obediencia a la voluntad moral es el camino para conocer la específica? • ¿Por qué Dios pareciera (o realmente lo hace) guar- dar silencio, ante las peticiones de muchas personas? Mi oración Señor, deseo acercarme a Ti para discernir tu voluntad para mi vida. Deseo comenzar con tu voluntad moral, aquella que claramente ya has mostrado para todos tus seguidores en tu Palabra; quiero después discernir tu voluntad espe- cífica para mi vida, no por curiosidad sino con un sincero deseo de obedecerla y cumplirla.
  • 54. 54 E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . . María Magadalena M A R C O S 1 6 : 9 - 1 1 ; J U A N 2 0 : 1 1 - 1 8 Texto base María se había quedado fuera, llorando junto al sepulcro. Sin cesar de llorar, se asomó al interior del sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Los ángeles le preguntaron: — Mujer, ¿por qué lloras? Ella contestó: — Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto. Volvió entonces la vista atrás, y vio a Jesús que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: — Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién estás buscan- do? Ella, creyendo que era el jardinero, le contestó: — Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo misma iré a recogerlo. Entonces Jesús la llamó por su nombre: — ¡María! Ella se volvió y exclamó en arameo: — ¡Rabboní! (que quiere decir «Maestro»). Jesús le dijo: — No me reten- gas, porque todavía no he ido a mi Padre. Anda, ve y diles a mis hermanos que voy a mi Padre, que es también vuestro Padre; a mi Dios, que es también vuestro Dios. María Mag- dalena fue a donde estaban los discípulos y les anunció: — He visto al Señor y esto es lo que me ha encargado. (Juan 20:11-18)
  • 55. 55 Idea principal EL ENCUENTRO CON JESÚS RESUCITADO ELEVA NUESTRA DIGNIDAD COMO PERSONAS Y NOS CONVIERTE EN TESTI- GOS DE SU RESURRECCIÓN. Quién eran María, tal y como su nombre lo indica, procedía de la pobla- ción de Magdala, localizada a la orilla del lago Tiberiades, también conocido como Mar de Galilea. Los relatos de los evangelios nos indican que Jesús la había liberado de la po- sesión de siete demonios. Como consecuencia, se convirtió en una de sus seguidoras más fieles y comprometidas. La primera mención que tenemos de ella como seguidora de Jesús la encontramos justamente en Lucas capítulo 8, ver- sículo 2. Se trata de un pasaje que aparece inmediatamente a continuación del momento en el que una mujer lava los pies de Jesús con sus lágrimas en una población de Galilea. Esto hace pensar a algunos estudiosos bíblicos que tal vez se trata de la misma persona, mientras que otros, y ambos con argumentos para defender su posición, piensan que es poco probable que esto fuese así. Es precisamente esta asociación de la mujer que lavó los pies de Jesús con María Magdalena lo que ha hecho que la mala fama se asocie también a esta última, sin embargo, si esta asociación no es correcta no habría ninguna razón para atribuirle una vida moral negativa a la magdalena. Los evangelios no nos dicen nada acerca de la razón o circuns- tancias por las que fue poseída por los demonios.
  • 56. 56 Ya hemos mencionado que seguía a Jesús desde que este comenzó su ministerio en Galilea. También la encontramos al pie de la cruz en el momento de la crucifixión. Y sabemos además que ella fue la primera persona a la que se apareció Jesús. En qué circunstancias se encontró con Jesús Los discípulos, a excepción de Juan, no estuvieron al pide la cruz en el momento más dramático de la vida de Jesús; las mujeres sí lo estuvieron, entre ellas María Magdalena. Tam- poco los discípulos fueron los primeros en tomar la inicia- tiva de acercarse a la tumba para preparar adecuadamente el cuerpo de Jesús que, debido a las prisas de la celebración de la Pascua, había sido dejado en una tumba prestada por José de Arimatea. El relato bíblico nos dice que nuestra protagonista, jun- tamente con Salomé y otra María (la madre de Juan), se dirigieron al sepulcro cargadas de especias y perfumes para embalsamar adecuadamente el cadáver y prepararlo según la tradición judía. Juan nos dice que María fue la primera en llegar al escena- rio y que vio que la piedra que cubría la tumba había sido desplazada. Inmediatamente, salió corriendo para llegar donde estaban los discípulos y comunicarle a Juan y Pedro que, según ella había interpretado la situación, alguien se había llevado el cuerpo de su Maestro y no sabía dónde lo habían puesto. Ambos discípulos salieron a toda velocidad hacia el sepulcro para ver qué había pasado. El relato de Juan explica detalladamente la reacción de Pedro y Juan ante la tumba vacía.
  • 57. 57 María, que al parecer los había acompañado, se quedó junto al sepulcro llorando. Pero como podemos leer, al mirar dentro de la tumba vio que había dos ángeles. Estos la interrogaron acerca del motivo de sus lágrimas y justo a continuación apareció Jesús. Del relato se deduce que en un primer momento María no pudo reconocer a Jesús, y lo confundió con la persona que debía encargarse de las tumbas. A continuación, cuando Jesús la llamó por su nom- bre, esta lo reconoció y lo llamó Maestro. Jesús le encargó entonces la importante tarea de ser testigo suyo delante de sus hermanos. Qué impacto produjo el encuentro en su vida María se convirtió no sólo en la primera persona en encon- trarse con el Jesús resucitado, sino que también tuvo el pri- vilegio de convertirse en el primer testigo de la resurrección. El testimonio de una mujer carecía de valor en la cultura judía. Ningún tribunal admitiría la validez de lo que pudiera ser testificado por una mujer. En el sentimiento general de la cultura, las mujeres carecían de todo tipo de credibilidad, y mucho más de tipo legal. Esto hace todavía más importante el hecho de que María fuera escogida por el Maestro como la primera persona en verlo resucitado; es más, le dio la comisión de convertirse en su testigo, en vocera de su resurrección, precisamente ante el resto de los discípulos. Jesús decidió, de forma premedi- tada, no revelarse en primer lugar a sus discípulos de género masculino y sí hacerlo a una mujer; decidió además que ellos supieran de la resurrección a través del testimonio de ella.
  • 58. 58 No podemos pasar por alto el tremendo valor simbólico que tiene esta elección por parte de Jesús y el hecho de que, en contra de la opinión, los valores y las costumbres de la épo- ca, el Maestro decidiera valorar y elevar el papel de la mujer al convertirla en su testigo directo. Esta elección anunciaba el papel clave que posteriormente la mujer jugaría dentro de la iglesia cristiana. Qué aplicación tiene para nosotros Como en el caso de María, el encuentro con el Jesús re- sucitado nos convierte automáticamente en testigos de su resurrección. Es imposible haberse encontrado con Él y callar la realidad de su resurrección. Usando las palabras del evangelio, no podemos dejar de decir lo que hemos visto y hemos oído. Cuando nos encontramos con el Jesús resucitado recibimos el encargo de ir a los entornos en los que nos movemos: la casa, la familia, los vecinos, los amigos, los compañeros de trabajo... y anunciar su resurrección y todo lo que ello implica, es decir, que hay la posibilidad de perdón para nuestra relación rota con Dios, que hay posibilidad de una nueva vida y que todo ello pasa por un encuentro con el resucitado. Cuando nos encontramos con el Jesús resucitado y recibi- mos su comisión, también tenemos que ser conscientes de la posibilidad de ser rechazados. María lo fue, y lo fue por aquellos que deberían haber sido más propensos a creer por su cercanía a Jesús. También aquellos a los que testifique- mos pueden rechazarnos y no dar crédito a nuestro encuen- tro con Jesús. La consistencia de nuestra vida, la evidencia
  • 59. 59 del cambio y nuestra trayectoria como seguidores de Jesús -no únicamente nuestras palabras- verificarán y darán au- toridad a nuestro testimonio. A menudo, Jesús decide usar para sus propósitos a personas que a los ojos de la sociedad carecen de importancia. El Maestro valoró a los niños, a los publicanos, a los leprosos, a los gentiles y a las mujeres. Dándonos su comisión de ser testigos, el Maestro reafirma nuestro valor a sus ojos y nuestra dignidad como personas. Pudiendo haber escogido a otros, lo ha hecho con nosotros. El Dios que gobierna y que ha creado el universo ha puesto su credibilidad en manos de personas como tú y yo. Preguntas de aplicación • ¿Por qué el encuentro con el Jesús resucitado realza nuestra dignidad como seres humanos? • ¿Cuáles son las personas a las que Jesús te llama a dar testimonio de su resurrección? • ¿Es posible que el miedo a que no te crean te frene de dar tu testimonio? Si es así ¿qué puedes hacer al respecto? • ¿Es posible que no considerarte digno ni valioso desde la perspectiva social te frene de dar tu testi- monio? Si es así ¿qué puedes hacer al respecto?
  • 60. 60 Mi oración Gracias Señor por habernos dado el privilegio de ser tes- tigos de tu resurrección. Gracias por haber puesto tu cre- dibilidad en nuestras manos. Personalmente quiero ser un testigo digno, que mi vida de valor a tu mensaje, que no lo desacredite ni le haga perder credibilidad.
  • 61. 61 E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . . Los once apóstoles se encuentran con el Jesús resucitado M A T E O 2 8 : 1 6 - 2 0 Texto base «Los once discípulos fueron, pues, a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Allí encontraron a Jesús y le adoraron, aunque algunos todavía dudaban. Jesús se acercó y les dijo: — Dios me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a los habitantes de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mateo 28:16-20). Idea principal LA EXPERIENCIA CON JESÚS SE CARACTERIZA POR LA ADO- RACIÓN, LA DUDA Y LA COMISIÓN. Quiénes eran El texto es muy escueto en su descripción, pero dice todo lo que tiene que decir. Todos los apóstoles se encontraban allí a excepción de Judas, que ya había perpetrado su suicidio.
  • 62. 62 En qué circunstancias se encontraron con Jesús Algunos estudiosos de la Biblia afirman que este encuentro tiene lugar con toda probabilidad, al final de los cuarenta días que pasó Jesús con sus discípulos y que aparecen men- cionados en el libro de los Hechos, capítulo 1 versículos del 3 al 9. El encuentro tiene lugar en una montaña de Galilea. Es importante recordar que, en los evangelios, especialmente en Mateo, la montaña es el lugar de revelación y comunión con Dios. En este contexto, Jesús comparte con sus discípu- los tres cosas importantes. La primera, es una declaración acerca de sí mismo: Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. La segunda, es una comisión para sus discípulos y que es consecuencia de su afirmación: id pues y haced discípulos a todas las naciones. La tercera, es una promesa: y sabed que yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Una revelación, una comisión y una promesa que cambiaron el rumbo de la historia y de nues- tras historias para siempre. Qué impacto produjo el encuentro en sus vidas Este encuentro con Jesús produjo en ellos tres impactos diferentes. En primer lugar, ante la presencia del Jesús resu- citado, algunos respondieron con una actitud de adoración. Como buenos judíos, los discípulos sabían que únicamen- te Dios era merecedor de su adoración. De esto podemos deducir que, al menos en algunos de ellos, había una clara comprensión del carácter divino de Jesús el Maestro. Es
  • 63. 63 interesante ver que Jesús no rechazó su adoración, al con- trario, la aceptó. Decimos que en algunos el encuentro los movió a la ado- ración, porque en otros provocó duda. Así lo afirma Mateo con toda claridad. Hay estudiosos de la palabra que se sien- ten incómodos con el hecho de que algunos de los discí- pulos reaccionan de esta manera y han interpretado que la duda debió de darse en otras personas que probablemente estaban allí con el grupo escogido de los once. Sin embargo, esta interpretación no es plausible a la luz del texto evan- gélico, ya que se indica con total claridad que eran los once los que estaban presentes y no existe mención de ningún otro grupo de personas allí. Además, no es de extrañar ya que en otras ocasiones la duda y la perplejidad aparecen asociadas con los discípulos y el Jesús resucitado. Por último, el encuentro los convirtió en personas con una misión y un propósito: el hacer discípulos a todas las nacio- nes. Jesús les encomendó la responsabilidad de continuar con la tarea de reconciliación del mundo con Dios que Él había comenzado. Por lo que todos sabemos gracias al libro de los Hechos, fueron fieles a la comisión recibida, a pesar de las dudas de algunos, y nosotros somos resultado de esa fidelidad. Qué aplicación tiene para nosotros Nuestra relación con Jesús el Maestro está, con toda pro- babilidad, caracterizada por los mismos ingredientes que hemos observado en el encuentro de los discípulos con Él. Hay, sin duda, un reconocimiento de Jesús como nuestro Dios, Señor y Salvador personal. La comprensión de quién es
  • 64. 64 Jesús y lo que ha hecho por nosotros nos lleva, o nos debe llevar, a una actitud de adoración. Pero también hay ocasiones en que nuestra experiencia está marcada por la duda. La duda puede aparecer de muchas maneras y motivada por muchas razones diferentes. En oca- siones, viene por el agobio y la presión de una realidad que no sabemos cómo afrontar y superar. Otras veces, se produ- ce por nuestra incapacidad de visualizar cómo Dios puede trabajar en determinadas situaciones y, esta incapacidad, produce en nosotros una duda acerca de Él y su carácter. Aun en otras, la duda surge cuando confiar en las promesas y los consejos de Jesús parece una actitud demasiado arries- gada, contra toda razón y sentido común, incluso suicida en ocasiones. Nuestra relación con Jesús está también caracterizada por la comisión recibida. Su salvación no tiene únicamente como propósito librarnos del infierno. Jesús nos salva y nos convierte en sus colaboradores en el proceso de restaurar el mundo siguiendo las líneas de lo que Dios había planeado y el pecado impidió que fuera posible. Seguimos siendo res- ponsables de la tarea de llevar el mensaje y hacer discípulos en todas las etnias, es decir, en todos los grupos sociales, culturales, que existen en nuestra sociedad. Finalmente, nuestra relación con el Jesús resucitado está marcada por la gran promesa. La gran comisión va acompa- ñada de la gran promesa, la de estar con nosotros en todo momento, en toda circunstancia, todos los días, hasta la consumación de la historia. Jesús no promete librarnos del dolor, los problemas, las penalidades, el sufrimiento físico, emocional y espiritual, pero sí ha garantizado su presencia con nosotros en medio de todo ello.
  • 65. 65 Preguntas de aplicación • ¿Hay una actitud de adoración al Jesús resucitado en tu vida? En caso afirmativo ¿Cómo se evidencia? En caso negativo ¿Qué lo impide? • ¿Has abandonado tu comisión? ¿Estas siguiendo el mandado de hacer discípulos? En caso afirmativo ¿Cómo se manifiesta? En caso negativo ¿Qué te lo impide? • ¿Qué circunstancias estás viviendo que hacen nece- saria su promesa de presencia continua? Mi oración Duda, comisión y presencia. Señor, me examino a la luz de estos tres grandes principios antes de dirigirte mi oración. Cuando haya dudas, porque las habrá y por diferentes razones, quiero traerlas ante Ti y hablarlas claramente contigo. No permitas que olvide o sea negligente en mi mi- sión de ser un agente de reconciliación y restauración. Por último, Señor, en esos momentos de confusión, angustia y ansiedad permíteme experimentar la realidad de que estás conmigo hasta el fin.
  • 66. 66 E L L O S S E E N C O N T R A R O N C O N J E S Ú S . . . Los discípulos de E maus L U C A S 2 4 : 1 3 - 3 5 Texto base «Ese mismo día, dos de los discípulos se dirigían a una aldea llama- da Emaús, distante unos once kilómetros de Jerusalén. Mientras iban hablando de los recientes acontecimientos, conversando y discutiendo entre ellos, Jesús mismo se les acercó y se puso a caminar a su lado. Pero tenían los ojos tan ofuscados que no lo reconocieron. Entonces Jesús les preguntó: — ¿Qué es eso que discutís mientras vais de camino? Se detuvieron con el semblante ensombrecido, y uno de ellos, llamado Cleofás, le contestó: — Seguramente tú eres el único en toda Jerusalén que no se ha enterado de lo que ha pasado allí estos días. Él preguntó: — ¿Pues qué ha pasado? Le dijeron: — Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso en hechos y palabras delante de Dios y de todo el pueblo. Los jefes de nuestros sacerdotes y nuestras autoridades lo entregaron para que lo condenaran a muerte y lo crucificaran.Nosotros teníamos la esperanza de que él iba a ser el libertador de Israel, pero ya han pasado tres días desde que sucedió todo esto. Verdad es que algu- nas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcroy, al no encontrar su cuerpo, volvieron diciendo que también se les habían aparecido unos ángeles y les habían dicho que él está vivo. Algunos de los nuestros acudieron después al sepulcro y lo encontraron todo tal y como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron. Jesús, entonces, les dijo: — ¡Qué lentos sois para comprender y cuánto os cuesta creer lo dicho por los profetas! ¿No tenía que sufrir el Mesías todo esto antes de ser glorificado? Y, empezando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó cada uno de los pasajes de las Escrituras que se referían a él mismo. Cuando llegaron a la aldea adonde se dirigían, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le
  • 67. 67 dijeron, insistiendo mucho: — Quédate con nosotros, porque atardece ya y la noche se echa encima. Él entró y se quedó con ellos. Luego, cuando se sentaron juntos a la mesa, Jesús tomó el pan, dio gracias a Dios, lo partió y se lo dio. En aquel momento se les abrieron los ojos y lo reconocieron; pero él desapareció de su vista.Entonces se dijeron el uno al otro: — ¿No nos ardía ya el corazón cuando conversábamos con él por el camino y nos explicaba las Escrituras? En el mismo instante emprendieron el camino de regreso a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once y a todos los demás, que les dijeron: — Es cierto que el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón. Ellos, por su parte, contaron también lo que les había sucedido en el camino y cómo habían reconocido a Jesús cuando partía el pan» (Lucas 24:13-35). Idea principal JESÚS, EL SEÑOR Y MAESTRO, SE ACERCA A NUESTRA REALIDAD, NOS MINISTRA EN ELLA Y SU PALABRA NOS TRANSFORMA Quiénes eran Sabemos que eran dos discípulos que pertenecían al círculo más amplio de seguidores de Jesús (no eran apóstoles), y que uno de ellos se llamaba Cleofás. A pesar de que exis- ten antiguas tradiciones cristianas acerca de la identidad de Cleofás, son únicamente eso, tradiciones. Nada sabemos acerca de quién podría ser el otro discípulo cuyo nombre no es mencionado. Ambos se dirigían hacia Emaús, un pueblo situado a unos 10 ó 12 kilómetros de Jerusalén.
  • 68. 68 En qué circunstancias se encontraron con Jesús Ambos discípulos iban camino del pueblo de Emaús. Es pro- bable que hubieran partido de Jerusalén al finalizar la fiesta de los panes sin levadura, o se hubieran detenido más tiem- po del previsto en Jerusalén debido a la muerte de Jesús. Lucas, el autor del evangelio, indica que caminaban discu- tiendo acerca de todos los acontecimientos que se habían producido en Jerusalén relacionados con la muerte de Jesús. El autor también menciona el estado emocional, el sem- blante ensombrecido, en que se encontraban. No cabe duda, y su posterior conversación con Jesús así lo demuestra, de que la frustración y la desesperanza inundaban sus cora- zones al meditar en la muerte de su Maestro quien, ellos pensaban y esperaban, sería el libertador de Israel. Es en este contexto en que Jesús decide aparecerse en forma corporal a ellos y unirse a los dos discípulos en su ca- mino. No deja de ser interesante que, en palabras del propio Lucas, aquellos dos seguidores del Maestro tenían los ojos tan ofuscados, que no le reconocieron. Jesús les preguntó acerca del motivo de su discusión en el camino. Esta pregunta dio la oportunidad para que Cleofás y su acompañante pudieran abrir su corazón y poder expresar la carga de frustración, dolor y desesperanza que llevaban dentro. Del mismo modo, esto dio lugar a que Jesús pudiera mi- nistrarles por medio de las Escrituras. Lucas señala que el Maestro hizo un recorrido del Antiguo Testamento,
  • 69. 69 comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, a fin de explicarles que el sufrimiento del Mesías era necesario. Cuando llegaron al destino final, Lucas narra que Jesús hizo ademán de continuar su camino, pero ellos lo invitaron a su casa. Una vez allí, cuando procedían a partir el pan, sus ojos fueron abiertos y reconocieron a Jesús. La desesperanza se cambió en gozo y volvieron a Jerusalén para contar las buenas noticias. Qué impacto produjo el encuentro en sus vidas El episodio de Emaús nos habla de cosas muy importantes que sucedieron en la vida de aquellos dos discípulos. En primer lugar, vemos que Jesús es quien toma la iniciativa de acercarse a sus seguidores. Cristo constantemente está acercándose a nosotros, de muchas maneras, a pesar de que, en nuestra ofuscación como aquellos discípulos, no lo reconocemos. En segundo lugar, Jesús nos encuentra en nuestra realidad, cualquiera que esta sea. El Maestro se acercó a dos personas angustiadas, tristes, perdidas y carentes de esperanza al ver todas sus expectativas, personales y sobre su país, frustra- das. Pero así es Jesús, el Señor, dispuesto a encontrarnos donde estemos y como estemos. En tercer lugar, Jesús, el Señor, les ministró con la Palabra. Hizo evidente y cercana la Palabra de Dios para la realidad que estaban viviendo y, como ellos mismos reconocieron posteriormente, fue esa Palabra la que puso nuevos bríos en sus corazones. Jesús trae la Palabra a nuestras vidas para que ella nos ministre.
  • 70. 70 En cuarto lugar, la Palabra los transformó, cambió su deses- peranza en gozo y les dio una nueva visión, una nueva pers- pectiva. Además, no debemos olvidar algo tremendamente importante: el encuentro con Jesús les convirtió en prego- neros de su resurrección. Aquí hay una lección significativa: cuando nos encontramos con Jesús, si le dejamos Él nos transforma, y esa transformación nos convierte en voceros de esperanza y restauración para otros. Qué aplicación tiene para nosotros Son varias y considerables las aplicaciones que este encuen- tro tiene para nosotros. La primera es que podemos estar seguros de que no importa cuál sea nuestra situación, Jesús siempre toma la iniciativa de acercarse a nosotros ¡Siempre! Es posible que nuestra realidad sea de frustración, desesperanza o incluso pecado y negación del Señor, pero nuevamente es importante en- tender que allí está Jesús, el Señor. Y está porque nos ama y siempre toma la iniciativa de bajar a nuestra realidad y encontrarse con nosotros en ella. Jesús, el Señor, nunca nos rechaza ni nos abandona. En segundo lugar, aprendemos que es posible que, en nuestra ofuscación, no reconozcamos a Jesús. Nuestros ojos pueden estar cerrados por muchas razones: el dolor, el miedo, la ansiedad, los problemas, el pecado... todo ello nos puede bloquear e impedir que reconozcamos que Jesús ya ha tomado la iniciativa y se ha puesto a caminar a nuestro lado.
  • 71. 71 La tercera aplicación es que Jesús siempre nos ministrará en nuestra necesidad. Él nunca ha prometido evitarnos el dolor, el sufrimiento, quitarnos los problemas o hacernos la vida cómoda y burguesa. Él, sin embargo, sí que ha prometido estar siempre a nuestro lado y ministrarnos con su presencia y su palabra para sobrellevar la carga, proveer consuelo, paz y esperanza. En cuarto lugar, debemos entender que es importante invi- tar a Jesús a nuestra casa, o dicho de otro modo, a nuestra experiencia de vida. Los dos discípulos de Emaús habrían podido perder toda la bendición del encuentro si no hu- bieran invitado a Jesús a quedarse con ellos. Cierto, Jesús ha tomado la iniciativa, ha bajado a nuestra realidad, nos ministra con su presencia y Palabra, pero al final somos no- sotros los que decidimos o no dejarle participar de nuestra experiencia de vida y apropiarnos de Él y su ministración. Por último, la presencia de Jesús siempre transforma las vidas y nos convierte en enviados a otros. Voceros y prego- neros de la realidad de Jesús, el Señor, que cambia y trans- forma vidas. Portavoces de paz, consuelo y esperanza para un mundo roto. Preguntas de aplicación • ¿Qué situaciones estás experimentando en tu vida que requieren la presencia de Jesús? • ¿Qué hay en tu vida que pueda impedirte reconocer a Jesús caminando a tu lado?
  • 72. 72 • ¿Qué puedes o debes hacer para invitarle a entrar en tu experiencia de vida? Mi oración Señor, pienso en las veces que tal vez me ha pasado lo mismo que les sucedió a aquellos discípulos que iban en el camino hacia Emaús. Mi ofuscación, mi preocupación con los problemas, retos y realidades de la vida me ha llevado a no saberte reconocer en medio de ellos ¡Tan centrado esta- ba que has pasado a mi lado y no te vi! Sé que los proble- mas y los retos no cesarán, no te pido que los elimines, te pido que me ayudes a reconocerte y no ignorarte en medio de ellos.