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EL ESCUDO

Cuando termino de hablar con José, se quedo pensando si valía la pena ir.
Le había dicho que le diera unos días y le contestaba.
   - ¡Que tengo que ir a hacer yo en ese lugar! y encima un sábado por la
       noche…ni en pedo voy.
   En ese momento a Toto se le mezclaron algunos pensamientos, por un lado
   no le podía fallar a José, su gran amigo, lo conoce desde hace años y con
   quien tantos eventos habían organizando.., pero por otro se imaginaba
   recorriendo los pasillos del estadio, pisando el césped de la cancha y
   encima ya se decía que estaba todo vendido y ese día explotaría de gente.

   Aun cuando no era un partido oficial, ni se jugaba por los puntos, la
   despedida de Palermo era un evento 100% bostero, toda la cancha llena de
   hinchas de Boca, quien aguanta eso??

   En ese instante, se le ocurrió una idea, rápidamente pensó que hay
   oportunidades que no se repiten en 1000 años, y el pensó que tenia que
   aprovecharla.

   Agarro el teléfono, marco el número de José y le dijo:
   - Conta conmigo!
   - Tan rápido te decidiste?? que paso, te diste cuenta que no podías dejar
      de estar en la fiesta del mas grande y encima en la casa de tu papa!!! Le
      decía José, recontrafanatico de Boca, mientras se reía y Toto,
      queriéndose meter por el celular para ahorcarlo.

Los habían contratado para organizar parte del partido de despedida de
Palermo en la cancha de Boca, tenían la responsabilidad de controlar las
acreditaciones de los jugadores invitados, que a estos no les faltara nada, y
todo tenia que salir perfecto.

Se juntaron para ultimar detalles, conversar sobre como había que organizar
todo, pero en lo único que pensaba Toto era como iba a llevar a cabo su plan
para concretar con éxito lo que se le había ocurrido hacer. Tampoco podía
prepararse mucho porque en realidad su plan lo tenía que armar el mismo día,
una vez dentro del estadio, y recién ahí tenía que imaginarse como haría.


Llego el gran día, ese sábado, en la radio, la TV, los diarios y portales de
Internet, todos hablaban de lo mismo….la despedida del Titán.
Pero para el, era solo la excusa para poder hacer lo inimaginable, lo
impensado.

Tenia una credencial que le permitía entrar y salir, cuando y por donde quisiera,
se movía como el dueño de la bombonera, y esa fue un excelente inicio.

Había una sola cosa que tenia que asegurarse: Nadie debía saber cual era su
plan ni su idea, ni siquiera sus hermanos, tan fanáticos o no se si tanto, como
el.
Mientras controlaba que todo saliera bien, ya estaba observando donde podía
realizar su plan y encontrar el mejor lugar.
Tampoco era cuestión de desatender su trabajo. Hacia años que con José
trabajan juntos en este tipo de eventos y siempre les había ido bien.

Entro en el vestuario y lo vio sentado ahí, en uno de los sillones de la antesala:
   - Ivan, mucho gusto, estoy en la organización, por lo que quieras avísame,
       a tu disposición.
   - Muchas gracias y muy amable! , le contesto.
   - Estuviste a punto de venir a jugar a la Argentina, y en Independiente, le
       disparo Toto, y encima leí por ahí que sos hincha del rojo!!!! Que lastima
       que no viniste.
   - La verdad que si, me hubiera gustado mucho! Soy fana del rojo y mi
       ídolo es Bochini.

Mientras se iba caminando por el pasillo desde el vestuario hacia la cancha,
pensó que hubiera sido bárbaro que Ivan Zamorano jugara para el Rey de
Copas.

Cuando entro al campo de juego, camino hacia el arco que esta en la tribuna
local. Se paro atrás de ese arco, miro a un costado, hacia el otro, levanto la
vista hacia la tribuna local., y explotaba de bosteros.
Había mucha gente por todos lados, por lo que pensó que ese no era un lugar
seguro.
Se puso nervioso y empezó a caminar hacia el otro arco, por el costado,
porque el partido ya había empezado.
Mientras iba hacia allá, metió la mano en el bolsillo, agarro con fuerza el objeto
que había traído y cerro el puño como queriéndose transmitir energía a través
del mismo.

Aunque había mucha gente, en el sector del arco visitante no había tanta como
en el de enfrente.
Camino hacia los carteles que están detrás del arco, se ubico atrás de ellos y
se arrodillo con una sola pierna, dejando la otra erguida, buscando una
posición cómoda. Puso el antebrazo arriba del cartel, haciendo equilibrio,
dejando el otro brazo y mano, libres.
Quedo mirando hacia la cancha, de espaldas a la tribuna visitante, y si se lo
miraba de frente, solo se veía su cabeza por arriba del cartel.

Se encomendó a Dios y a la abuela Juana, que desde el cielo, tantas veces
había escuchado sus rezos, para ayudar al rojo a empatar o ganar algún
partido jodido.
También se acordó el Bocha cuando le hizo un gol a Boca en ese arco, y al
loco Gatti, y empezó.
Con la moneda que había traído, despacio y con paciencia, iba haciendo un
pequeño pozo en el pasto. Cada tanto paraba y miraba alrededor: nadie se
daba cuenta de nada, estaban todos mirando el partido.
Había hecho un pozo lo suficientemente hondo como para meter adentro el
objeto que había traído. Guardo la moneda en un bolsillo y del otro, lo saco.
Era el escudo del Independiente. Primero lo beso y luego le hablo:
   - Vos nos vas a traer suerte, el partido con Boca del campeonato para
       nosotros es imposible, mira como se armaron y encima nosotros no
       venimos bien. Agradeció a su viejo que lo hizo del rojo y metió el escudo
       del rojo en el pozo, lo tapo y se paro. Con un pie apisonó el pasto, y todo
       quedo como si nunca se hubiera movido nada en ese lugar.

Los partidos con Boca lo ponen muy nervioso. Ese domingo 11 de Marzo de
2012, se fue a caminar solo y no vio el partido. Daba vueltas como un loco, y
para matar el tiempo se leyó todo el diario que se había llevado, inclusive las
recetas de cocina, cuando el ni siquiera sabe hacer un huevo frito.
Miro el reloj y volvió a su casa sin dejar de pensar en el escudo.
Ya era la hora de la finalización del partido.
Abrió la puerta, y su mujer le dijo:
    - Veni y mira la tele.
Estaba allí, clarito, la pantalla reflejaba el 5 a 4, histórico, infartarte e
inolvidable.
Sin saber como había sido el desarrollo del partido, se arrodillo, y mientras
lloraba de la emoción, repetía:
    - Fue el escudo!! Fue el escudo!! Gracias Dios!!!


Esta es una historia real, y en algún lugar de la cancha de Boca, esta enterrado
un escudo del rojo.

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  • 1. EL ESCUDO Cuando termino de hablar con José, se quedo pensando si valía la pena ir. Le había dicho que le diera unos días y le contestaba. - ¡Que tengo que ir a hacer yo en ese lugar! y encima un sábado por la noche…ni en pedo voy. En ese momento a Toto se le mezclaron algunos pensamientos, por un lado no le podía fallar a José, su gran amigo, lo conoce desde hace años y con quien tantos eventos habían organizando.., pero por otro se imaginaba recorriendo los pasillos del estadio, pisando el césped de la cancha y encima ya se decía que estaba todo vendido y ese día explotaría de gente. Aun cuando no era un partido oficial, ni se jugaba por los puntos, la despedida de Palermo era un evento 100% bostero, toda la cancha llena de hinchas de Boca, quien aguanta eso?? En ese instante, se le ocurrió una idea, rápidamente pensó que hay oportunidades que no se repiten en 1000 años, y el pensó que tenia que aprovecharla. Agarro el teléfono, marco el número de José y le dijo: - Conta conmigo! - Tan rápido te decidiste?? que paso, te diste cuenta que no podías dejar de estar en la fiesta del mas grande y encima en la casa de tu papa!!! Le decía José, recontrafanatico de Boca, mientras se reía y Toto, queriéndose meter por el celular para ahorcarlo. Los habían contratado para organizar parte del partido de despedida de Palermo en la cancha de Boca, tenían la responsabilidad de controlar las acreditaciones de los jugadores invitados, que a estos no les faltara nada, y todo tenia que salir perfecto. Se juntaron para ultimar detalles, conversar sobre como había que organizar todo, pero en lo único que pensaba Toto era como iba a llevar a cabo su plan para concretar con éxito lo que se le había ocurrido hacer. Tampoco podía prepararse mucho porque en realidad su plan lo tenía que armar el mismo día, una vez dentro del estadio, y recién ahí tenía que imaginarse como haría. Llego el gran día, ese sábado, en la radio, la TV, los diarios y portales de Internet, todos hablaban de lo mismo….la despedida del Titán. Pero para el, era solo la excusa para poder hacer lo inimaginable, lo impensado. Tenia una credencial que le permitía entrar y salir, cuando y por donde quisiera, se movía como el dueño de la bombonera, y esa fue un excelente inicio. Había una sola cosa que tenia que asegurarse: Nadie debía saber cual era su plan ni su idea, ni siquiera sus hermanos, tan fanáticos o no se si tanto, como el.
  • 2. Mientras controlaba que todo saliera bien, ya estaba observando donde podía realizar su plan y encontrar el mejor lugar. Tampoco era cuestión de desatender su trabajo. Hacia años que con José trabajan juntos en este tipo de eventos y siempre les había ido bien. Entro en el vestuario y lo vio sentado ahí, en uno de los sillones de la antesala: - Ivan, mucho gusto, estoy en la organización, por lo que quieras avísame, a tu disposición. - Muchas gracias y muy amable! , le contesto. - Estuviste a punto de venir a jugar a la Argentina, y en Independiente, le disparo Toto, y encima leí por ahí que sos hincha del rojo!!!! Que lastima que no viniste. - La verdad que si, me hubiera gustado mucho! Soy fana del rojo y mi ídolo es Bochini. Mientras se iba caminando por el pasillo desde el vestuario hacia la cancha, pensó que hubiera sido bárbaro que Ivan Zamorano jugara para el Rey de Copas. Cuando entro al campo de juego, camino hacia el arco que esta en la tribuna local. Se paro atrás de ese arco, miro a un costado, hacia el otro, levanto la vista hacia la tribuna local., y explotaba de bosteros. Había mucha gente por todos lados, por lo que pensó que ese no era un lugar seguro. Se puso nervioso y empezó a caminar hacia el otro arco, por el costado, porque el partido ya había empezado. Mientras iba hacia allá, metió la mano en el bolsillo, agarro con fuerza el objeto que había traído y cerro el puño como queriéndose transmitir energía a través del mismo. Aunque había mucha gente, en el sector del arco visitante no había tanta como en el de enfrente. Camino hacia los carteles que están detrás del arco, se ubico atrás de ellos y se arrodillo con una sola pierna, dejando la otra erguida, buscando una posición cómoda. Puso el antebrazo arriba del cartel, haciendo equilibrio, dejando el otro brazo y mano, libres. Quedo mirando hacia la cancha, de espaldas a la tribuna visitante, y si se lo miraba de frente, solo se veía su cabeza por arriba del cartel. Se encomendó a Dios y a la abuela Juana, que desde el cielo, tantas veces había escuchado sus rezos, para ayudar al rojo a empatar o ganar algún partido jodido. También se acordó el Bocha cuando le hizo un gol a Boca en ese arco, y al loco Gatti, y empezó. Con la moneda que había traído, despacio y con paciencia, iba haciendo un pequeño pozo en el pasto. Cada tanto paraba y miraba alrededor: nadie se daba cuenta de nada, estaban todos mirando el partido.
  • 3. Había hecho un pozo lo suficientemente hondo como para meter adentro el objeto que había traído. Guardo la moneda en un bolsillo y del otro, lo saco. Era el escudo del Independiente. Primero lo beso y luego le hablo: - Vos nos vas a traer suerte, el partido con Boca del campeonato para nosotros es imposible, mira como se armaron y encima nosotros no venimos bien. Agradeció a su viejo que lo hizo del rojo y metió el escudo del rojo en el pozo, lo tapo y se paro. Con un pie apisonó el pasto, y todo quedo como si nunca se hubiera movido nada en ese lugar. Los partidos con Boca lo ponen muy nervioso. Ese domingo 11 de Marzo de 2012, se fue a caminar solo y no vio el partido. Daba vueltas como un loco, y para matar el tiempo se leyó todo el diario que se había llevado, inclusive las recetas de cocina, cuando el ni siquiera sabe hacer un huevo frito. Miro el reloj y volvió a su casa sin dejar de pensar en el escudo. Ya era la hora de la finalización del partido. Abrió la puerta, y su mujer le dijo: - Veni y mira la tele. Estaba allí, clarito, la pantalla reflejaba el 5 a 4, histórico, infartarte e inolvidable. Sin saber como había sido el desarrollo del partido, se arrodillo, y mientras lloraba de la emoción, repetía: - Fue el escudo!! Fue el escudo!! Gracias Dios!!! Esta es una historia real, y en algún lugar de la cancha de Boca, esta enterrado un escudo del rojo.