3. Todo ello queda por siempre relegado al pasado, y es
inalterable. No nos es posible deshacer un solo acto ni
desdecir una sola palabra irreflexiva.
El nuevo año es una ocasión de volver a empezar.
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5. Este año que comienza Dios puede darte «gloria en lugar de ceniza, óleo
de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu
angustiado» (Isaías 61:3). Puede hacer brotar miel de la peña y agua
dulce del amargo desierto del pasado, sin importar cómo haya sido
(Deuteronomio 32:13; Isaías 41:18).
Todo eso promete en
Su Palabra a los
Suyos.
«A los que aman a
Dios, todas las cosas
les ayudan a bien»
(Romanos 8:28).
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