"Son más de las diez de la noche cuando Juan Carlos sale de su casa. Dobla a la derecha y luego toma por la avenida San Martín en dirección a Franklin, donde hay un bar que frecuenta. Hace frío y las calles están poco transitadas. Cierta indecisión lo domina. No sabe si quedarse jugando una partida de billar o si ir a un baile al que ha prometido su asistencia. La casualidad decide por él. La casualidad que le sale al paso en la persona de su amigo Vicente Rodríguez".