En geografía se define como desierto a la zona terrestre en la cual las precipitaciones casi nunca superan los 250 milímetros al año y el terreno es árido
Los desiertos reciben pocas precipitaciones y son áridos. Aunque tienen reputación de tener poca vida, en realidad muchos desiertos albergan una vida abundante gracias a la adaptación de la vegetación y fauna a la falta de humedad. Los desiertos ocupan casi un tercio de la superficie terrestre y presentan diferentes tipos de suelos como arenoso o pedregoso, debido a la erosión causada por el viento y la radiación solar.
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En geografía se define como desierto a la zona terrestre en la cual las precipitaciones casi nunca superan los 250 milímetros al año y el terreno es árido
1. En geografía se define como desierto a la zona terrestre en la cual las precipitaciones casi
nunca superan los 250 milímetros al año y el terreno es árido.[1] El desierto puede ser
considerado un ecosistema o un bioma.
Un desierto es un bioma que recibe pocas precipitaciones. Tienen reputación de tener poca
vida, pero eso depende de la clase de desierto; en muchos existe vida abundante, la
vegetación se adapta a la poca humedad y la fauna usualmente se esconde durante el día
para preservar humedad. El establecimiento de grupos sociales en los desiertos es
complicado y requiere de una importante adaptación a las condiciones extremas que en
ellos imperan. Los desiertos forman la zona más extensa de la superficie terrestre: con más
de 50 millones de kilómetros cuadrados, ocupan casi un tercio de ésta. De este total, 53%
corresponden a desiertos cálidos y 47% a desiertos fríos.[1]
Los procesos de erosión son factores importantes en la formación del paisaje desértico.
Según el tipo y grado de erosión que los vientos y la radiación solar han causado, los
desiertos presentan diferentes tipos de suelos: desierto arenoso es aquel que están
compuesto principalmente por arena, que por acción de los vientos conforma las dunas,
desierto pedregoso o rocoso es aquel cuyo terreno está constituido por rocas o guijarros
(este tipo de desiertos suele denominarse con la palabra árabe hamada).
Los desiertos pueden contener valiosos depósitos minerales que fueron formados en el
ambiente árido, o fueron expuestos por la erosión. En las zonas bajas se pueden formar
salares. Debido a la sequedad de los desiertos, son lugares ideales para la preservación de
artefactos humanos y fósiles.