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EL CABALLERO CARMELO
         El caballero Carmelo es un cuento del escritor peruano
   Abraham Valdelomar, considerado por la crítica como lo mejor de
   toda su creación ficticia y uno de los cuentos más perfectos de la
    literatura peruana.1 Publicado el 13 de noviembre de 1913 en el
     diario La Nación de Lima, encabeza el conjunto de los cuentos
 denominados «criollos» o «criollistas», ambientadas durante la niñez
  del autor transcurrida en Pisco, una ciudad de la costa peruana, en
                            medio del desierto.
ARGUMENTO
• Contado en primera persona con un lenguaje tierno y
  conmovedor, y ambientado en un entorno provinciano y
  rural, este cuento nos narra la historia de un viejo gallo
  de pelea llamado el Caballero Carmelo, que debe
  enfrentar a otro más joven, el Ajiseco. El Carmelo,
  sacando fuerzas de flaqueza, gana, pero queda
  gravemente herido y poco después muere, ante la
  consternación de sus dueños. Este es el tema central.
• Como temas secundarios podemos mencionar la vida
  familiar en el hogar del protagonista-narrador (incluida
  las peripecias del gallo «Pelado») y la vida de los
  pescadores de la aldea San Andrés, cercana a Pisco.
RESUMEN
•   Los hechos relatados transcurren en Pisco, en torno a la familia del narrador, quien recuerda en primera persona un episodio imborrable
    que vivió en su niñez, a fines del siglo XIX. Un día, después de un largo viaje, Roberto, el hermano mayor de la familia, llegó cabalgando
    cargado de regalos para sus padres y hermanos. A cada uno entregó un regalo; pero el que más impacto causó fue el que entregó a su
    padre: un gallo de pelea de impresionante color y porte. Le pusieron por nombre el «Caballero Carmelo» y pronto se convirtió en un gran
    peleador, ganador en múltiples duelos gallísticos. Ya viejo, el gallo fue retirado del oficio y todos esperaban que culminaría sus días de
    muerte natural. Pero cierto día el padre, herido en su amor propio cuando alguien se atrevió a decirle que su «Carmelo» no era un gallo
    de raza, para demostrar lo contrario pactó una pelea con otro gallo de fama, el «Ajiseco», que aunque no se igualaba en experiencia con
    el «Carmelo», tenía sin embargo la ventaja de ser más joven. Hubo sentimiento de pena en toda la familia, pues sabían que el
    «Carmelo» ya no estaba para esas lides. Pero no hubo marcha atrás, la pelea estaba pactada y se efectuaría en el día de la Patria, el
    28 de julio, en el vecino pueblo de San Andrés. Llegado el día, los niños varones de la familia acudieron a observar el espectáculo,
    acompañando al padre. Encontraron al pueblo engalanado, con sus habitantes vestidos con sus mejores trajes. Las peleas de gallos se
    realizaban en una pequeña cancha adecuada para la ocasión. Luego de una interesante pelea gallística les tocó el turno al «Ajiseco» y al
    «Carmelo». Las apuestas vinieron y como era de esperar, hasta en las tribunas llevaba la ventaja el «Ajiseco». El «Carmelo» intentaba
    poner su filuda cuchilla en el pecho del contrincante y no picaba jamás al adversario. En cambio, el «Ajiseco» pretendía imponerse a
    base de fuerza y aletazos. Repentinamente, vino una confrontación en el aire, los dos contrincantes saltaron. El «Carmelo» salió en
    desventaja: un hilillo de sangre corrió por su pierna. Las apuestas aumentaron a favor del «Ajiseco». Pero el «Carmelo» no se dio por
    vencido; herido en carne propia pareció acordarse de sus viejos tiempos y arremetió con furia. La lucha fue cruel e indecisa y llegó un
    momento en que pareció que sucumbía el «Carmelo». Los partidarios del «Ajiseco» creyeron ganada la pelea, pero el juez, quien estaba
    atento, se dio cuenta que aún estaba vivo y entonces gritó. «¡Todavía no ha enterrado el pico señores!». Y, efectivamente, el «Carmelo»
    sacó el coraje que sólo los gallos de alcurnia poseen: cual soldado herido, arremetió con toda su fuerza y de una sola estocada hirió
    mortalmente al «Ajiseco», quien terminó por «enterrar el pico». El «Carmelo» había ganado la pelea pero quedó gravemente herido.
    Todos felicitaron a su dueño por la victoria y se retiraron del circo contentos de haber visto una pelea tan reñida. El «Carmelo» fue
    conducido por Abraham hacia la casa, y aunque toda la familia se prodigó en su atención, no lograron reanimarlo. Tras sobrevivir dos
    días, el «Carmelo» se levantó al atardecer mirando el horizonte, batió las alas y cantó por última vez, para luego desplomarse y morir
    apaciblemente, mirando amorosamente a sus amos. Toda la familia quedó apesadumbrada y cenó en silencio aquella noche. Según
    palabras del autor, esa fue la historia de un gallo de raza, último vástago de aquellos gallos de pelea que fueron orgullo por mucho
    tiempo del valle del Caucato, fértil región de Ica donde se forjaban dichos paladines.
PERSONAJES
•   El carmelo
•   El ajiseco
•   Los padres
•   Los hermanos
    – Roberto
    – Anfiloquio
    – Rosa
    – Jesus
    – Hector

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  • 1. EL CABALLERO CARMELO El caballero Carmelo es un cuento del escritor peruano Abraham Valdelomar, considerado por la crítica como lo mejor de toda su creación ficticia y uno de los cuentos más perfectos de la literatura peruana.1 Publicado el 13 de noviembre de 1913 en el diario La Nación de Lima, encabeza el conjunto de los cuentos denominados «criollos» o «criollistas», ambientadas durante la niñez del autor transcurrida en Pisco, una ciudad de la costa peruana, en medio del desierto.
  • 2. ARGUMENTO • Contado en primera persona con un lenguaje tierno y conmovedor, y ambientado en un entorno provinciano y rural, este cuento nos narra la historia de un viejo gallo de pelea llamado el Caballero Carmelo, que debe enfrentar a otro más joven, el Ajiseco. El Carmelo, sacando fuerzas de flaqueza, gana, pero queda gravemente herido y poco después muere, ante la consternación de sus dueños. Este es el tema central. • Como temas secundarios podemos mencionar la vida familiar en el hogar del protagonista-narrador (incluida las peripecias del gallo «Pelado») y la vida de los pescadores de la aldea San Andrés, cercana a Pisco.
  • 3. RESUMEN • Los hechos relatados transcurren en Pisco, en torno a la familia del narrador, quien recuerda en primera persona un episodio imborrable que vivió en su niñez, a fines del siglo XIX. Un día, después de un largo viaje, Roberto, el hermano mayor de la familia, llegó cabalgando cargado de regalos para sus padres y hermanos. A cada uno entregó un regalo; pero el que más impacto causó fue el que entregó a su padre: un gallo de pelea de impresionante color y porte. Le pusieron por nombre el «Caballero Carmelo» y pronto se convirtió en un gran peleador, ganador en múltiples duelos gallísticos. Ya viejo, el gallo fue retirado del oficio y todos esperaban que culminaría sus días de muerte natural. Pero cierto día el padre, herido en su amor propio cuando alguien se atrevió a decirle que su «Carmelo» no era un gallo de raza, para demostrar lo contrario pactó una pelea con otro gallo de fama, el «Ajiseco», que aunque no se igualaba en experiencia con el «Carmelo», tenía sin embargo la ventaja de ser más joven. Hubo sentimiento de pena en toda la familia, pues sabían que el «Carmelo» ya no estaba para esas lides. Pero no hubo marcha atrás, la pelea estaba pactada y se efectuaría en el día de la Patria, el 28 de julio, en el vecino pueblo de San Andrés. Llegado el día, los niños varones de la familia acudieron a observar el espectáculo, acompañando al padre. Encontraron al pueblo engalanado, con sus habitantes vestidos con sus mejores trajes. Las peleas de gallos se realizaban en una pequeña cancha adecuada para la ocasión. Luego de una interesante pelea gallística les tocó el turno al «Ajiseco» y al «Carmelo». Las apuestas vinieron y como era de esperar, hasta en las tribunas llevaba la ventaja el «Ajiseco». El «Carmelo» intentaba poner su filuda cuchilla en el pecho del contrincante y no picaba jamás al adversario. En cambio, el «Ajiseco» pretendía imponerse a base de fuerza y aletazos. Repentinamente, vino una confrontación en el aire, los dos contrincantes saltaron. El «Carmelo» salió en desventaja: un hilillo de sangre corrió por su pierna. Las apuestas aumentaron a favor del «Ajiseco». Pero el «Carmelo» no se dio por vencido; herido en carne propia pareció acordarse de sus viejos tiempos y arremetió con furia. La lucha fue cruel e indecisa y llegó un momento en que pareció que sucumbía el «Carmelo». Los partidarios del «Ajiseco» creyeron ganada la pelea, pero el juez, quien estaba atento, se dio cuenta que aún estaba vivo y entonces gritó. «¡Todavía no ha enterrado el pico señores!». Y, efectivamente, el «Carmelo» sacó el coraje que sólo los gallos de alcurnia poseen: cual soldado herido, arremetió con toda su fuerza y de una sola estocada hirió mortalmente al «Ajiseco», quien terminó por «enterrar el pico». El «Carmelo» había ganado la pelea pero quedó gravemente herido. Todos felicitaron a su dueño por la victoria y se retiraron del circo contentos de haber visto una pelea tan reñida. El «Carmelo» fue conducido por Abraham hacia la casa, y aunque toda la familia se prodigó en su atención, no lograron reanimarlo. Tras sobrevivir dos días, el «Carmelo» se levantó al atardecer mirando el horizonte, batió las alas y cantó por última vez, para luego desplomarse y morir apaciblemente, mirando amorosamente a sus amos. Toda la familia quedó apesadumbrada y cenó en silencio aquella noche. Según palabras del autor, esa fue la historia de un gallo de raza, último vástago de aquellos gallos de pelea que fueron orgullo por mucho tiempo del valle del Caucato, fértil región de Ica donde se forjaban dichos paladines.
  • 4. PERSONAJES • El carmelo • El ajiseco • Los padres • Los hermanos – Roberto – Anfiloquio – Rosa – Jesus – Hector