Un chico llamado Godofredo visitó a un fantasma solitario que vivía en una mansión fría y estaba enfermo. Godofredo le dijo al fantasma que lo que necesitaba para curarse era amor, besos y caricias. Más tarde, un vagabundo pasó por la mansión y se hizo amigo del fantasma, dándole besos, abrazos y cosquillas. Gracias al afecto del vagabundo, el corazón del fantasma se llenó de amor y se curó de su enfermedad.