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Cuento corregida
1. EL RATONCITO TITO PERDIDO EN SU HABITACIÓN.
Al igual que todos los ratones, el ratoncito Titole encantaba comer queso y maíz; él era
el único hijo de una linda pareja de ratoncitos.
Su madre trabajaba cultivando maíz, su padre trabajaba en su propia fábrica de
quesos, y Tito recibía clase de música todas las mañanas con su amiguita Ana.
Tito era un pequeño ratón de gafas grandes y oscuras y siempre vestía un viejón
camisón que le llegaba hasta el talón; él se sentía muy guapo y coquetón cuando se
colocaba un enorme cinturón.A Tito le encantaba leer, pero le daba muchisìsisimo
miedo el anochecer.
Una tarde fresca y soleada, Tito, se fue a la habitación; era enorme y colorida como su
viejo camisón. Él iba a ensayar la canción que debía aprender para la función.
Entró, se sentó y empezó la lección:
Soy el ratoncito Tito,
el ratoncito Tito,
el ratoncito Tito,
Tito, Tito, Tito, Té.
Lo practicó una, otra, y otra vez, hasta que del cansancio ya no leía bien.
Soy el ratoncito, Tito, rico,
Lito, ¿qué?
Cuando de repente…Todo era oscuuuro y silencioso, las aves no cantaban, el sol ya
no salía y las flores se marchitaban. Lo único que se escuchaba eran unos
estruendosos.
Romromzzzz, romromzzzz, romromzzzz.
Acompañados de un fuerte frío que congelaba cualquier hocico.Y a lo lejos se
escuchaba unos pasos:
Pumm, pumm, pumm.
Hacían temblar el suelo, y lo único que Tito hacía era titiritar de miedo.
2. Pero de repente…Vio cómo se acercaba leeeentamente.Su sombra era
graande, como la de un… elefante, su cola era larguisísima, como la de una…
serpiente.Sus orejas parecían dos abanicos gigantes y fuertes. Y cada vez se
hacía más, más y más cercana la sombra.
Tito quiso ser valiente, pero la colita le temblaaaba.Por eso decidió… correr
antes que desfallecer en ese instante. Corrió, corrió y corrió tan rápido como una
tortuga.Saltó tan alto como una liebre, pero…a lo lejos escuchó una voz que
decía:
-¡Ratoncito Tito, ratoncito Tito!- gritaban con gran fervor.
-¡Espérame, por favor! – gritaba una jovencita con dulce y tierna voz.
-No, no voy a parar – respondió Tito.
-No, no tengas miedo, yo soy tu amiguita Ana, con la que juegas todas las
mañanas.
-¡Corre, corre que a ti también te come! –respondió Tito entre llanto y grito.
-¡ANA! - Exclamó Tito.
-Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, otra vez soñando con monstruos, amiguito.