El poema describe la experiencia de fe como una "recta curva" en la que lo recto se tuerce y lo escabroso alberga llanos. La fe verdadera no se basa en dogmas o credos, sino en sentir la presencia de Dios en los demás y palpar la justicia. La fe es una gracia oculta que canta con la melodía del "blues" y un saxo, llenando las venas del creyente con una pizca de confianza en un Dios escrito en minúsculas, lleno de humildad.