El documento narra la historia de un joven atleta ateo que practicaba saltos en una piscina universitaria. Al extender los brazos en la rampa de salto, vio que su sombra formaba la figura de una cruz, lo que lo llevó a arrodillarse y pedirle a Dios que entrara en su vida. Cuando bajó del trampolín, se dio cuenta de que habían vaciado la piscina para repararla, interpretando esto como una señal divina de que Dios existe.