4. Esto no es lo mismo que preocuparse por lo
que piensan (o tienen o hacen) los demás, es
la atribución real de la responsabilidad
sobre los demás.
Casi siempre la mente primitiva busca un
“quien” piensa que se trata de un ser
animado, que en su interior posee un
“quien”.
5. En ocasiones atribuimos el éxito o el fracaso a la buena o la
mala suerte, la mente primitiva muy rara vez busca en su
interior, preguntándose:
“¿Qué cosa en mi es responsable de esto?”
“¿Qué hay en mi interior que me hizo
tener (o no) ese
pensamiento, experimentar (o no) esa
emoción, llevar a cabo (o no) esa acción?”
6. La práctica de culpar a los demás
explica, quizá, no solo la mitad de
nuestros fracasos si no también la
ineficacia para saber aprovechar dichos
fracasos y emprender la batalla en
nuestro interior para destruir este viejo
truco.
8. ¿Por qué fui tan tonto?
¿Qué blanco tan fácil soy?
¿Por qué siempre tengo que meter la pata?
¿Por qué siempre tengo que decir lo indebido?
En vez de con el problema que hay detrás del
fracaso y luchar para resolverlo y evitar que se
repita, nos culpamos (¡como si fuéramos unos
fracasados congénitos!)
La autocensura cierra las puertas al desarrollo.
10. Una persona debe saber hacia dónde
quiere ir, si es que desea llegar a alguna
parte. Es tan fácil ir simplemente a la
deriva. Algunas personas pasaron por la
escuela pensando que le estaban
haciendo un favor a su familia.
En el trabajo se desempeñan en forma
monótona, interesándose únicamente
en el cheque el día del pago.
11. No tienen una meta. Cuando alguien los
borra de la lista, simplemente toma sus cosas
y se retira, abandonándolo todo. Las
personas que progresan y obtienen logros de
sus tareas, aprovechan al máximo cualquier
situación.
Están preparadas para lo siguiente que se
presente a lo largo de la senda que los
conduce hacia su meta. Saben lo que quieren
y esta dispuestos a caminar un kilometro
adicional para conseguirlo.
13. Muchos de nosotros dejamos que
alguien más, la familia, allegados o
las circunstancias, tomen decisiones
por nosotros y más adelante nos
arrepentimos de ello.
15. Muchos de nosotros escogemos
instintivamente la ruta más corta, más fácil y
rápida hacia el éxito (éxito ilusorio).
El trabajo arduo rara vez es placentero. Pero la
conquista ya sea de la materia, de la mente o
del alma, si es placentera, es conducente al
bienestar, a la felicidad. Y no puede lograrse
una conquista sin un trabajo arduo.
16. Con mucha frecuencia el atajo conlleva a:
-La elección de metas inapropiadas.
-La negativa a respetar las reglas establecidas
de la decencia y la honestidad. (Utiliza el
tarjetazo o las influencias para ocupar un
puesto de trabajo o manejar un negocio).
18. Muchos de nosotros escogemos el
camino más largo y esperamos
tanto tiempo para lograr lo que
deseamos y al final nos damos
cuenta que no lo hemos
logrado, o tal vez nunca lo sepas.
20. Cientos de historias ponen al descubierto
la importancia de las pequeñas cosas.
-Una puerta permanece cerrada.
-Un documento que queda sin firmar.
-Batallas que se han perdido por falta de
un clavo.
21. El buen ejecutivo mantienen el dedo apuntando
hacia las pequeñas cosas: sabe que si se manejan
mal, pueden llegar a convertirse en grandes
problemas.
Para un médico cirujano no hay pequeñas cosas:
hasta el menor detalle es cuestión de vida o
muerte.
Debemos aprecia r valorar los detalles; debemos
preocuparnos por ellos.
23. Con frecuencia se utilizan expresiones como:
“Ya no puedo más”
“No tiene sentido seguir adelante”
“Es imposible lograrlo”
En una ocasión Elihu Root manifestó, “los
hombres no fracasan; se dan por vencidos
en el intento”
24. Sería tonto desistir cuando llevamos la delantera;
pero todavía es más tonto desistir cuando nos
hemos quedado muy atrás.
Se requiere juicio para saber que la medida del
éxito no es la suerte, ni las oportunidades del
juego, sino la conquista del fracaso.
El problema con la mayoría de nosotros es que
dejamos de luchar en momentos de lucha.
26. Los recuerdos del pasado pueden
infundirnos valor, confianza y fuerza
creativa; o bien pueden atarnos en una
oscura nube de depresión y derrota.
27. Se ha comprobado que es más común recordar
aquellos acontecimientos desalentadores. El
recuerdo del dolor, de la pérdida, de un fracaso
previo puede hacer que la vida no parezca digna de
vivirse.
“Es más fácil recostarse y hurgar el pasado, que
sentarse en una silla enfrentándose al presente”.
29. Muchos de nosotros nos dejamos engañar
por un acontecimiento, por un
logro, tiene todas las características y los
demás actúan como si fuesen un
éxito, pero, no logra satisfacernos.
Hacemos caso omiso a nuestras dudas;
convenimos en que ya hemos logrado;
adoptamos una máscara y aceptamos la
elevada opinión popular acerca de
nosotros.
30. Dejamos de ser nosotros mismos, hemos
aceptado la alabanza o el dinero, lo
hemos identificado con la felicidad y
supuesto que el éxito ya era nuestro.
Parece innecesario un logro más. Hemos
renunciado al derecho de seguir adelante
hasta alcanzar el verdadero éxito.