El documento defiende a los empleados públicos frente a la campaña de desprestigio en su contra. Plantea preguntas retóricas sobre si sobran los trabajadores públicos que prestan servicios esenciales como la salud, la educación y la seguridad. Sugiere que quizás sobran en cambio los cargos políticos designados a dedo, los asesores y los gastos suntuarios financiados con dinero público. Concluye defendiendo la dignidad de los empleados públicos y lo público.